En las últimas horas la noticia estrella relacionada con la defensa en España ha sido el anuncio (el pasado viernes 16) por parte de Airbus de su propuesta AFJT (Airbus Future Jet Trainer), destinado a sustituir los C-101 y F-5M del Ejército del Aire. De salir adelante este programa, en el que tomarían parte buena parte de las empresas más representativas del sector en España, el nuevo aparato permitiría llevar a cabo el entrenamiento de nuestros pilotos en las fases III y IV. Ahora bien, lo que a priori sería una gran noticia, debe ser analizado de forma crítica, pues es mucho lo que no sabemos.
Lo primero que es necesario aclarar es que cualquier análisis sobre la propuesta de Airbus es, por fuerza, superficial. Simple y llanamente nos faltan datos para valorar la situación en su conjunto. Sin embargo, hay muchas cosas que llaman la atención y merece la pena dedicar unas líneas al asunto.
El primer punto en el que es obligado detenerse es el relativo a la reunión entre el Gobierno de España y Airbus el pasado 30 de julio. Como sabemos, a dicho encuentro asistieron el Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y parte de su equipo, incluidos la ministra de Defensa, Margarita Robles, el ministro de Ciencia y Tecnología, Pedro Duque, y la Ministra de Comercio, Reyes Maroto. Por parte de Airbus la delegación estuvo encabezada por su CEO (Chief Executive Officer), Guillaume Faury. Hasta donde trascendió, se trataron los siguientes apartados:
- La transformación de 3 Airbus 330 en la versión militar (tanker) MRTT.
- La compra de 4 C295 MPA.
- El lanzamiento de un programa conjunto entre el Ministerio de Defensa y el Ministerio de Interior para la adquisición de 36 helicópteros H135.
- El inicio de la Fase II de desarrollo del programa NGWS/FCAS (Futuro Sistema de Combate Aéreo)
- Facilitar la financiación del actual contrato del helicóptero NH90.
- Anticipar pagos asociados a la participación española en el programa A400M y;
- Analizar la posibilidad de lanzar un estudio de concepto y viabilidad para el desarrollo de un avión entrenador avanzado, como programa estratégico abierto a otros países aliados, Francia y Alemania, que refuerce las capacidades de la industria española de diseñar, certificar, producir y mantener un avión completo, orientado al futuro entrenador para el NGWS.
Como puede verse, el último punto avanzaba lo que ahora se ha anunciado a bombo y platillo, por lo que no puede terminar de sorprendernos. Sin embargo, es difícil no quedarse con la sensación de haber sido engañados hasta cierto punto, puesto todo indica que el proyecto ya estaba mucho más maduro de lo que se nos hizo saber y que el Gobierno, de una forma u otra, dio el visto bueno.
El hecho de que Indra, GMV, CESA, Tecnobit (Grupo Oesía) o ITP estén involucradas en el proyecto es significativo y obliga a pensar que las conversaciones entre las partes vienen de tiempo atrás. Según Airbus, «el programa AFJT devolvería al Estado gran parte de la inversión, gracias a los retornos vía impuestos y contribuciones fiscales, así como por el efecto de desborde de las tecnologías y capacidades a otros sectores, que potenciarían en el medio y largo plazo el tejido industrial y social nacional: 1. retorno de la inversión vía impuestos y contribuciones fiscales (30-40%); 2. creación de puestos de trabajo de alta cualificación (ingeniería y desarrollo); 3. consolidación de la industria y tecnologías, que a su vez desbordan a otros sectores; 4. consolidación de la cadena de suministro».
Sin embargo, no se dice nada sobre cómo piensan rentabilizar la inversión, algo que no se puede lograr con el número de unidades que el Ejército del Aire podría llegar a comprar, salvo que las pagásemos a precio de oro. Como consecuencia, la única posibilidad pasa por la exportación, algo factible, pero difícil teniendo en cuenta que se trata de un mercado en el que existen excelentes productos (y probados), desde los M-346 a los Kai T-50 y otros nuevos como el Boeing T-7 Red Hawk que reemplazará a los T-38 Talon.
El siguiente asunto que genera cuanto menos extrañeza es la ausencia de Francia o de Alemania en la ecuación, es decir, que no sea un proyecto conjunto. En el caso francés, por ejemplo, en breve se van a quedar únicamente con los nuevos Pilatus salvo que adquieran un relevo para sus Alpha Jet, en servicio desde 1979. Además, precisamente después de que Airbus Francia haya quedado totalmente marginada en el programa FCAS en favor de Dassault, su participación en el AFJT sería bienvenida por la matriz y permitiría otorgarle un papel en el desarrollo de un entrenador que estará pensado entre otras cosas para los futuros pilotos del aparato tripulado que forme parte del NGWS.
Curiosamente, la rueda de prensa de Airbus anunciando el AFJT se ha producido apenas un día antes de la firma por parte de los secretarios de Estado de Defensa de España, Alemania y Francia de la adenda al Acuerdo de Implementación 2 de la integración de España en la Fase 1A del proyecto NGWS/FCAS, con lo que España ya es un socio de pleno derecho de este programa.
Respecto a la cifra de aparatos, se ha dicho que el Ejército del Aire podría llegar a adquirir hasta 50-55 unidades del AFJT, pero esta no parece una cantidad realista si de lo que hablamos es únicamente de entrenadores. Simplemente no hay tal volumen de pilotos de caza a adiestrar en el Ejército del Aire. Otra cosa sería que se adquiriesen pensando en la constitución de una hipotética escuela de caza multinacional junto a otros estados, como se ha comentado en más de una ocasión, pero no parece ser el caso. Tampoco se ha dicho nada de que pueda cumplir con otras funciones, desde caza ligero a ataque a tierra (y es dudoso que el EdA las necesite), sino sólo que tendrá la flexibilidad necesaria desde su concepción para afrontar futuras versiones. Si esto último es cierto, resulta todavía más curioso que no sea ni un programa multinacional, ni esté asociado al FCAS de forma oficial, pues sería un estupendo complemento, al menos sobre el papel. Por supuesto, no parece que nadie en la FAS esté dispuesto a caer nuevamente en el error de los helicópteros Tigre y sus variantes, costeadas básicamente para nada.
La pregunta más importante, en cualquier caso, es si realmente necesitamos convertir la compra de un par de puñados de aviones de entrenamiento en un programa de esta magnitud, dadas las opciones que ofrece el mercado, las necesidades del Ejército del Aire (que en ningún modo son diferentes a las de nuestros vecinos) y los hipotéticos beneficios industriales y tecnológicos de costear un nuevo desarrollo. Más bien parece que una vez más estamos errando a la hora de encontrar un equilibrio entre algunos de los factores a tener en cuenta a la hora de cualquier adquisición de material militar en el mundo posmoderno:
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