¿Es viable la creación de unas Fuerzas Armadas Europeas?

¿Es viable la creación de unas Fuerzas Armadas comunes?

Ahora, cuando se vaticinan grandes cambios en el orden mundial, es el momento de actuar y tomar decisiones importantes en materia de Seguridad y Defensa. El multilateralismo es la única forma de garantizar los intereses europeos a largo plazo. La UE que no debe “quedarse dormida” en el desarrollo de estrategia para la defensa que garantice los intereses nacionales y europeos -de manera simultánea-.

Teniente de Navío Miguel Garay

Se han completado grandes avances en materia de cooperación. Pero además, la necesidad de creación de unas Fuerzas Armadas Europeas está ganando adeptos. Quizás sea el momento de plantearse la siguiente pregunta: ¿Es viable la creación de unas Fuerzas Armadas Europeas?

La Unión Europea (UE) es una región en paz donde los conflictos convencionales interestatales han quedado desterrados por una política de armonía y cooperación bajo una reseña común, que ha funcionado como elemento garantía para el mantenimiento de la paz en el Viejo Continente. Pero la situación internacional es otra bien distinta, plagada de tensiones y amenazas que se han acentuado últimamente por el inminente cambio el orden mundial.

Las amenazas se han diversificado, están surgiendo nuevas potencias internacionales y las alianzas euroatlánticas que florecieron en la Guerra Fría han comenzado a deteriorarse. En medio de las tensiones geopolíticas globales y con un panorama internacional tenso, Europa se enfrenta a numerosos retos como son la ocupación de Crimea y el conflicto de Donbás, las crecientes tensiones en el Mar Báltico, las disputas en la región del Ártico, la guerra en Siria y la crisis de refugiados y, por último, la amenaza del terrorismo transnacional. A las que ningún Estado puede enfrentarse en solitario.

Hasta el día de la fecha, la Unión Europea ha promovido numerosas misiones de mantenimiento de la paz y de estabilización por todo el mundo. Con frecuencia, estas misiones se han desarrollado en cooperación con la OTAN, la ONU u otras coaliciones internacionales, contando con un gran respaldo de la opinión pública.

Estas operaciones de gestión de crisis han puesto de manifiesto la necesidad de potenciar la capacidad de proyección de fuerzas fuera de Europa. Por consiguiente, en los últimos años se han identificado nuevas necesidades en el campo de las comunicaciones, transporte y apoyo logístico estratégico, basados principalmente en el desarrollo de unas FF.AA competentes y plurivalentes. Pero si se compara la suma del gasto militar de los países de la UE con el presupuesto de Defensa de los Estados Unidos (EEUU), ésta alcanza tan solo la mitad del presupuesto estadounidenses –que, tras un aumento de casi el 5% en 2019, asciende a los 717 billones de dólares-.[1] Asimismo, según el Informe al Consejo Europeo del Grupo de Reflexión sobre el futuro de la UE en 2030,[2] «las capacidades de proyección exterior de fuerzas de la UE equivalen a tan sólo el 10-15% de las capacidades estadounidenses». Por este motivo, la política de Defensa Comunitaria es un sistema claramente deficitario. Los países de la UE no han conseguido aunar los esfuerzos necesarios para garantizar un mejor rendimiento de sus Fuerzas Armadas.

La rápida expansión de la República Popular China, la guerra comercial con EEUU y la política del «America first» de Donald Trump, han deteriorado las relaciones entre Europa y EEUU.

Ahora, cuando se vaticinan grandes cambios en el orden mundial, es el momento de actuar y tomar decisiones importantes en materia de Seguridad y Defensa que garanticen los intereses europeos a largo plazo. El desarrollo de estrategia para la defensa de los intereses nacionales y europeos (de manera simultánea) debe ser la prioridad para la UE que no debe “quedarse dormida”. Quizás sea el momento de plantearse la siguiente pregunta: ¿Es viable la creación de unas Fuerzas Armadas Europeas?

La Unión Europea participa en numerosas operaciones de paz, especialmente en África. Fuente – Unión Europea.

Los avances en materia de cooperación

Recientemente se ha publicitado el debate sobre la conveniencia de la creación de un Ejército Europeo, pero su desarrollo reside simplemente en una posibilidad remota y con pocas expectativas de prosperar –al menos en un futuro próximo-. La Defensa sigue siendo una dispensa exclusiva nacional. Sin embargo, podemos identificar una serie de iniciativas que han impulsado la cooperación y las capacidades de la UE para disuadir y combatir las amenazas contemporáneas y “mantener el tipo” ante el auge de China y Rusia, a través de la cooperación.

Con la entrada en vigor del Tratado de Lisboa[3] se reconoce una mayor solidaridad entre los estados miembros en caso de ataque terrorista o catástrofe natural y se crea la figura del Presidente Permanente del Consejo Europeo que representa a la UE a nivel de jefes de Estado. El Tratado concede por primera vez personalidad jurídica a la Unión e integra la Política Común se Seguridad y Defensa (PCSD) en la Política Exterior y se Seguridad Común (PESC).

La Estrategia global para la política exterior y de seguridad de la Unión Europea[4] de 2016 presentaba la situación internacional «cada vez más inestable e insegura» y analizando las amenazas del Brexit, la anexión ilegal de Crimea por parte de Rusia y el terrorismo transnacional, señalaba el objetivo de una inversión urgente en Seguridad y Defensa para mantener la capacidad de respuesta de la UE a crisis internacionales, manteniendo la capacidad de defensa de la UE. Para ello se «fomentará sistemáticamente la cooperación en defensa y abogará por crear una sólida industria europea de defensa, cosa vital para la autonomía de decisión y acción de Europa».

Así, en diciembre de 2017, se formalizó la Coordinación Estructurada Permanente de Defensa (PESCO,[5] por sus siglas en inglés), firmada por todos los países de la UE excepto Dinamarca, Malta y el Reino Unido. La PESCO tiene por objeto mejorar la operatividad de las fuerzas europeas a través de la convergencia de industrias y el desarrollo de tecnología armamentística en común, reduciendo los costes de producción, a la vez que mejorando la interoperabilidad entre fuerzas[6]. Tras la última lista de diciembre de 2019, la Coordinación Estructurada recoge 47 proyectos comunes que engloban distintos ámbitos de la defensa.[7] España participa en 24 de estos proyectos, ejerciendo el liderazgo en el desarrollo de un sistema electrónico para la protección de aeronaves.[8]

En este mismo año, se aprobó el Fondo Europeo de Defensa (FED). El FED marcó un hito en la cooperación, pues por primera vez en la historia de la UE se destinaban fondo comunes para la financiación de I+D en defensa como apuesta directa para garantizar la estrategia de defensa comunitaria. Una de las premisas sobre las que se rige este desarrollo comunitario es que, para acceder a los fondos de financiación, los proyectos deben ser desarrollados por un mínimo de tres países.

En tercer lugar, se acordó una Revisión anual coordinada sobre defensa (CARD[9] por sus siglas en inglés). La CARD actúa como un órgano de control que anualmente aborda las deficiencias para profundizar la cooperación en defensa y garantizar un uso más óptimo y coherente de los planes de gasto en defensa. Tras finalizar un periodo de prueba bajo el control de la Agencia Europea de Defensa, en otoño de 2019 comenzó su primer análisis anual. Proporcionando así la transparencia necesaria para garantizar el compromiso de los Estados Miembros.

Las PESCO, el FED y la CARD son por tanto tres iniciativas interconectadas entre sí que marcan un nuevo camino, caracterizado por una estrecha cooperación en materia de Defensa. Las tres -en conjunto- tratan de equilibrar la balanza entre gasto y capacidad de proyección, aunando sinergias hacia una defensa comunitaria más efectiva e interoperable. Se cumplimentan así varios de los objetivos del Proyecto Común lanzado por la OSCE, el Panel of Eminent Persons on European Security as a Common Project (PEP)[10] para reforzar la confianza comunitaria.

Estas iniciativas materializan un cambio en materia política, potenciando la cooperación en el campo de desarrollo del sector armamentístico. Esta cooperación permite a los Estados relajar el gasto que requiere el desarrollo militar y la implementación constante de la última tecnología a las Fuerzas Armadas. Pero estos avances se alejan de formalizar los pasos para la creación de un Ejército Europeo.

El gasto europeo en defensa es mucho menor, comparativamente, que el de los EE. UU., pese a que el PIB europeo es apenas un 15% inferior al estadounidense. Lo que es peor, esta inversión no sirve para generar unas capacidades comparables a las norteamericanas. Fuente IISS.

La reconfiguración del orden internacional: Un nuevo reto para la UE

En el marco estrictamente militar, nos encontramos en una situación de gran inestabilidad política. En los últimos años, el gigante asiático ha cumplimentado los pasos que darán lugar a la reconfiguración del orden internacional, destinando un gran porcentaje de su PIB al desarrollo tecnológico e incremento de sus Fuerzas Armadas, a la vez que gana peso en el plano económico. Esto se refleja no solo en un aumento cuantitativo en el número de unidades militares, si no también, en un aumento cualitativo y gran desarrollo tecnológico de sus FF.AA. La suma de ambos –si no lo ha hecho ya- pondrá al Ejército de China a la par que Occidente.

Por su parte, Rusia también ha dedicado un enorme esfuerzo económico al desarrollo de una marina de primera línea, mostrando además su interoperabilidad en la guerra de Siria, respondiendo a la visión estratégica que el Kremlin ve en la marina.[11] En cuanto a sus actividades estratégicas, desde 2010, Rusia ha incrementado su presencia naval en el Báltico y el Atlántico Norte como una zona estratégica para sus intereses futuros. Pues, dejando a un lado el cambio climático, el deshielo del Ártico supone un nuevo reto para Rusia que perderá una barrera natural, abriéndose una nueva frontera con el exterior. Este nuevo desafío añade tensiones a la crisis de Ucrania, mostrándose como una nueva amenaza para los países del orientales y norteños de las UE.

Además, ante la exclusión histórica de China y Rusia, por parte de la OTAN, ambas naciones han desarrollado una postura de armonía bilateral, llegando a cooperar en un amplio abanico de ámbitos, aunando también esfuerzos militares para equilibrar el predominio geopolítico occidental.

La OTAN y especialmente EEUU,[12] miran con recelo los avances por parte de China y Rusia. Ambas naciones han experimentado un extraordinario crecimiento en medios y tecnología y ahora, más que nunca, el dominio occidental se encuentra en jaque.

Sin embargo, debido al auge de los populismos, la ideología euroescéptica y el Brexit, el Viejo Continente no ha conseguido despertar y dar una respuesta conjunta. El avance oriental, lejos de despertar recelo, es visto en Europa como una oportunidad comercial. En un Comunicado del Parlamento Europeo[13], se califica a China como «un socio de cooperación, competidor económico y rival sistémico», identificando en él una gran oportunidad de negocio. Igualmente, es señalado como un aliado clave para el comercio internacional y el desarrollo e implantación progresiva de la tecnología 5G, donde las empresas chinas Huawei y ZTE se encuentran encabezando su desarrollo. Con la firma de este documento de cooperación comercial, Europa deja a un lado las rivalidades comerciales entre EEUU y China. Sopesando los beneficios de una colaboración bilateral, la UE ha mostrado una postura totalmente independiente a la norteamericana.

Estas decisiones han debilitado las relaciones entre la OTAN y la UE. Mientras que EEUU señala al gigante asiático como una clara amenaza a los intereses globales, Europa parece mirar hacia otro lado sin una clara estrategia de futuro, priorizando los intereses comerciales del presente y con una opinión pública en contra del aumento del gasto militar en muchos países. Lo que hace muy complicado llegar al objetivo de gasto militar. La situación ha desembocado en una la fuerte la presión de Donald Trump para que los países europeos aumenten su gasto en defensa y alcancen el 2% del PIB acordado entre los países de la OTAN. Solo los siguientes países de la UE alcanzan la barrera del 2%: Bulgaria (3,25%), Grecia (2,28%), Estonia (2,14%), Rumanía (2,04%), Lituania (2,03%), Letonia (2,01%) y Polonia (2%). Aunque ya fuera de la Unión, tras el Brexit, podríamos incluir a Reino Unido (2,14%).

Sin embargo, tras el Brexit y la salida de Matteo Salvini del gobierno italiano, los 27 Estados se encuentran ante una nueva oportunidad de diálogo para tomar las riendas de la política exterior tratando de evitar que la UE pierda fuerza internacional. Para ello es necesario definir y acordar una clara estrategia de soberanía comunitaria. El presidente de Francia es consciente de ello y en los últimos meses ha realizado numerosos llamamientos a la unidad y el entendimiento hacia una dependencia europea.

¿Es posible la creación de un Ejército Europeo?

Con el paso del tiempo y el desarrollo de nuevas democracias por todo el mundo, las probabilidades de un conflicto armado convencional se reducen anualmente. Por este motivo, la política de bloques de la Guerra Fría comienza a perder fuelle y las relaciones Euroatlánticas así lo reflejan. Ante las tensiones entre la OTAN y los Socios Europeos, se ha iniciado una sólida voluntad de coordinar esfuerzos militares y de avanzar hacia la creación de unas fuerzas armadas europeas.

Europa desea ganar independencia y autonomía, desarrollando una capacidad de autodefensa que no dependa de los EEUU. Esta idea, encabezada principalmente el presidente francés Emmanuel Macron, y apoyada por la canciller alemana Angela Merkel[14] en 2018, comienza a reunir apoyos entre distintos dirigentes. Ursula von der Leyen, cuando todavía era Ministra de Defensa alemana, publicó un artículo titulado «Europe is forming an army[15]» donde postulaba que la creación de una ejercito común se está convirtiendo en una realidad justificaba en la necesidad de Defensa de la UE de forma independiente. Así lo manifestó el Ministro de Defensa de Letonia, Janis Garinsons en la entrevista Nato is sour security – Europa is our Soul[16]: «The time when Europeans could assum that the United States would take care of our security for granted is over». Aquellos que comparten esta idea justifican la necesidad de un ejército europeo en el creciente unilateralismo de Estados Unidos y las maniobras de injerencia política que, a través de ataques cibernéticos y fakenews, se vienen produciéndose en los últimos comicios electorales.

Las políticas iniciadas en 2017 han manifestado que Europa está encaminada hacia una mayor cooperación, pero, ¿Es posible la integración de las Fuerzas Armadas de los 27 en un único Ejercito Europeo? Desde mi punto de vista, considero este paso una realidad muy remota, por ser una propuesta vaga e imprecisa e rozar con la soberanía de los Estados miembros en múltiples aspectos. Para poder seguir avanzando y consolidar una política de Defensa Europea que haga frente a las amenazas actuales, se debería en primer lugar avanzar en el marco legislativo que definiera de forma concreta los campos en los que aplicar una política comunitaria, claramente diferenciada de aquellos de competencia exclusiva nacional.

Por el momento, la única opción viable sería la designación de fuerzas para un cometido particular. Estas fuerzas podrían concentrarse en estructuras similares a la OTAN, mediante contribuciones de los países Miembros de acuerdo a los requerimientos de una misión particular. Es así como ya se desarrollan actualmente operaciones aeronavales como es la Operación Atalanta para la lucha contra la piratería en el Índico.

Mediante estas operaciones se consigue avanzar en interoperabilidad, doctrina y procedimientos. Pero el desarrollo de un ejército particular implicaría la pérdida de soberanía e independencia nacional, entrando en materia que de momento, son competencia exclusiva nacional. Además, las dificultades que entrañan la unión de un conglomerado de países con distintas inquietudes, alejan esta posibilidad. No todos los países identifican los mismos objetivos en el exterior, ni se ven expuestos a las mismas amenazas fronterizas. Asimismo, la Comunidad ha demostrado una gran debilidad para buscar respuestas concretas a problemas cruciales. Un ejemplo de ello fue la falta del consenso del Consejo Europeo –y por tanto de los Estados miembros- para la definición de una estrategia de reparto de migrantes que abordase la crisis migratoria. La falta de acuerdo supuso el fin de la Operación EUNAVFOR MED SOPHIA, una operación de la UE para la lucha contra las mafias que trafican con personas en el mar Mediterráneo.

No obstante, a través de la PESCO y del FED, se pueden identificar objetivos comunes que distribuyan esfuerzo económicos para el desarrollo de una fuerza expedicionaria comunitaria. En este sentido, podrían abordarse proyectos destinados a incrementar el número de unidades tanto en calidad como cantidad, no solo garantizando la operatividad, sino estableciendo un objetivo de unidades militares en común. Con esto me refiero a la promoción de aquellos proyectos que supongan un beneficio general, en cuanto a la disponibilidad de unidades militares o tecnología de forma coordinada. Considero que esta sería la única forma que mantener la soberanía de los Estados a la vez que se aumentan las capacidades Comunes.

Ursula von der Leyen es una de las personalidades que en los últimos años se ha mostrado a favor de la creación de un Ejército Europeo, en este caso cuando todavía ocupaba la cartera de defensa en Alemania. Fuente – Britannica.

Fuerte oposición a la Seguridad Cooperativa

Las elecciones al parlamento europeo hicieron reflejo de la realidad a la que se enfrenta la UE. Por un lado, existen grandes divisiones entre posiciones euroescépticas (como Matteo Salvini) o eurófobas (como las de Geert Wilders líder del partido nacionalista holandés), unidas a una fuerte fragmentación nacional que impide alcanzar gobiernos de mayoría en muchos Estados. Lo que dificulta todavía más la aprobación de una política de Seguridad y Defensa que responda a los retos del momento geopolítico actual.

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