Uno de los grandes interrogantes que plantea la guerra en curso y que por razones obvias todavía no ha encontrado respuesta, es cuál será el orden internacional tras la guerra de Ucrania. La apuesta de máximos planteada por Rusia al comienzo de la invasión, en un órdago lanzado tanto contra el sistema internacional basado en reglas que imperaba desde la Segunda Guerra Mundial como contra la arquitectura de seguridad europea vigente hasta febrero de 2022, no ha salido como el Kremlin esperaba.
Las Relaciones Internacionales (RRII), entendidas como campo científico de estudio comenzaron a edificarse después de la Primera Guerra Mundial, abarcando las dos líneas principales de pensamiento; la corriente liberal, marcada en la influencia de la organización, la interdependencia, la cooperación y la paz y su contestación desde el realismo centrada más en la búsqueda de las cuotas de poder, la seguridad y el conflicto. Estos dos enfoques han sido los principales a la hora de explicar el orden mundial que básicamente consiste en un sistema de reglas y valores que gobiernan el entorno internacional. Dos de los hitos más importantes que crearon parte de ese orden fueron, por una parte, los Acuerdos de Bretton Woods de 1944 que establecieron la estructura económica, por otra la Organización de Naciones Unidas, garante de la paz mundial y heredera de la desaparecida Sociedad de Naciones
John Ikenberry entiende este orden como un conjunto de acuerdos de gobierno que definen y guían las relaciones entre Estados, incluyendo sus reglas, roles funcionales, expectativas compartidas, prácticas, principios e instituciones esenciales. Además, apunta que este orden internacional es de carácter liberal y que a pesar de encontrarse en franca decadencia, tiene capacidad de supervivencia.
Ninguna de estas corrientes logró ocuparse convenientemente de la influencia de factores como la cultura, la identidad o el mundo de las ideas. No supieron introducir, dentro de sus teorías, aspectos sociales, especialmente en lo relacionado con su capacidad de influir en el comportamiento de los Estados en la arena internacional. El constructivismo introduce este tercer debate en el pensamiento internacional, y lo hace sin ninguna pretensión de construir una alternativa al mainstream o pensamiento colectivo principal en las Relaciones Internacionales, sino más bien con la intención de ayudar a comprender el comportamiento de los Estados después de observar la relación entre los procesos psicológicos y su política exterior y cómo estos aspectos influyen en su toma de decisiones, tanto o más que los aspectos puramente materiales.
Las tres corrientes de pensamiento coinciden en que los principales actores del sistema internacional continúan siendo los Estados Nación. Éstos intentarán, a toda costa, mantener su nivel de poder y garantizar su supervivencia a pesar de encontrarse inmersos en un sistema internacional anárquico y de la existencia de fenómenos que los han debilitado sobremanera, entre los que se encuentra la globalización.
En este artículo se exponen, someramente, las tres teorías de RRII en el contexto del conflicto de Ucrania en el entendimiento de que los principales rasgos de cada una de estas teorías están, en mayor o menor medida, presentes en el desarrollo del orden internacional tras la guerra de Ucrania, sea este cual sea una vez los enfrentamientos lleguen a su fin. Es importante destacar que las disciplinas de RRII dan comprensión al comportamiento de los Estados dentro de un sistema concreto. En este caso, los diferentes actores de la guerra en Ucrania tienen un comportamiento que se puede comprender desde la perspectiva del realismo, desde el liberalismo o incluso desde el constructivismo.
Las erosiones del actual sistema internacional y por tanto del orden se comprenden gracias a la combinación de las tres aproximaciones, es decir, se complementan porque cada actor del sistema se comporta de una forma o de otra dependiendo de sus intereses; unas veces para su logro utiliza aproximaciones realistas, otras veces liberales y otras constructivistas. Finalmente, el artículo se aventura a anticipar una situación final del orden internacional tras la guerra de Ucrania, sin mucho nivel de prospectiva, una vez finalice el conflicto, si es que no se enquista de forma indefinida.
La corriente realista
La tradición realista es el enfoque mayoritario en los estudios estratégicos. De los tres niveles de análisis (individuo, Estado y sistema internacional) el realismo concede mayor importancia al individuo. Establece que los gobiernos se mueven por los cálculos racionales de coste beneficio y basan sus relaciones en el egoísmo y el ansia de poder, a semejanza de los comportamientos fuertemente enraizados en el comportamiento de los individuos. Desde la aproximación de esta teoría es fácil entender los motivos por lo que Putin hubiera decidido invadir Ucrania, a saber:
- En primer lugar porque desde el prisma realista, la anarquía del sistema internacional obliga a una búsqueda de seguridad por encima de otras preocupaciones. La expansión de la OTAN y de la UE hacia el este se considera una invasión del espacio vital de seguridad que necesita Rusia.
- Por otra parte, la desconfianza entre los estados hace que Rusia piense que los Estados que vayan entrando en el área de influencia occidental se volverán en su contra, una vez surtan efecto las políticas que occidente, por ejemplo la instauración de sistemas democráticos.
- En tercer lugar, por la búsqueda del incremento de poder, entendiendo como poder la capacidad que tiene un Estado de imponer su voluntad al resto, es decir su capacidad de influir. Esta influencia se puede desarrollar de forma coactiva o no, o incluso puede desarrollarse sobre la persuasión como la acción exterior de la UE cuando utiliza su poder blando. Rusia garantiza con la invasión de Ucrania que posturas díscolas en su esfera de influencia van a ser respondidas con contundencia.
Desde el prisma realista, los Estados desean incrementar su poder relativo y absoluto para garantizar su supervivencia, poder que es un juego de suma cero. En este sentido, Rusia, después del conflicto reduce su poder significativamente y lo que es más peligroso, los vacíos de poder que deja son ocupados por otros Estados que modifican el balance de poder regional y lo hacen más inestable porque otras potencias desconfían de esos ascensos.
Esto es significativo en dos áreas: la de armamento y la de recursos energéticos. En relación a la primera, el paradigma pasa por una Turquía que incrementa su poder militar y sus exportaciones militares (por ejemplo los drones TB-2 Bayraktar). De esta forma, potencia su poder regional y su capacidad de influencia regional. En cuanto a los recursos energéticos, aunque se construyan nuevas alianzas, la diversificación de la economía rusa y su capacidad de influir en Occidente se verán reducidas significativamente. Esta circunstancia permitirá la emergencia de otros Estados como Nigeria o Argelia que recuperan protagonismo en la escena internacional, debido principalmente a la necesidad de Occidente de diversificar su arquitectura de importación energética. Una necesidad que al satisfacerla le permitirá ser más resiliente a los conflictos y garantizar, en un futuro, la seguridad de suministro energético sobre la base de la diversificación.
Otra de las características del realismo, a la hora de explicar el sistema internacional, es la anarquía que lo gobierna. Anarquía que no indica ausencia de normas, sino la imposibilidad de exigir su cumplimiento a los Estados nación porque no existe una autoridad superior a ellos. Anarquía que no significa entropía porque existen multitud de normas internacionales sujetas a tratados internacionales de obligado cumplimiento por los firmantes. Tampoco anarquía atiende a ausencia de jerarquía porque existen Estados que son capaces de condicionar, desde una posición privilegiada, la acción del resto, por ejemplo el derecho de veto de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Desde esta perspectiva, Rusia ha incrementado los niveles de anarquía al quebrantar normas del sistema internacional que antaño eran inimaginables, como por ejemplo romper el principio de inviolabilidad de las fronteras, especialmente en territorio europeo. En este sentido, es previsible que el nivel de anarquía se incremente sustancialmente y que se mantenga la tendencia de aumento del uso de la violencia en el sistema internacional.
La corriente liberal
Después de la caída del muro de Berlín, los defensores del orden internacional de carácter liberal se vanagloriaban del éxito del sistema. En especial por el triunfo de la democracia que debía traer la resolución pacífica de los conflictos. Proliferaban teorías como la de Fukuyama con su famoso libro “El fin de la historia y el último hombre”, cuando entendía que el fin de la historia significaría el fin de las guerras y las revoluciones sangrientas, momento a partir del cual los hombres comenzarían a satisfacer sus necesidades a través de la actividad económica sin tener que arriesgar sus vidas en ese tipo de batallas.
Este pensamiento bebía del liberalismo clásico donde la actividad económica es un medio mucho más rentable a la hora de generar riqueza que la guerra u otro tipo de conductas coercitivas. El fundamento del liberalismo comercial clásico es la interdependencia económica que hará que los Estados busquen las alianzas que permitan apaciguarlos a la hora de entrar en fricciones. Su propia supervivencia estará dictada por las sociedades, unido a la interdependencia económica, ambos factores les forzará a ser pacíficos.
Además, se condensa el pensamiento de que los Estados democráticos son, por su naturaleza, pacíficos. Asimismo, se considera que las instituciones internacionales cumplen un papel esencial en prevenir los conflictos porque construyen esas relaciones e interdependencias entre Estados. Gracias a las organizaciones y regímenes internacionales y su capacidad regulatoria y suavemente coactiva, se limitarán los conflictos en el mundo. Esta aproximación redunda en que el nivel de anarquía se reduce progresivamente, básicamente porque proliferan los acuerdos bilaterales, multilaterales y el compromiso de los Estados en cumplir las normas que promulgan organizaciones como las Naciones Unidas.
Sin embargo, transcurridas las últimas tres décadas, los niveles de violencia se han incrementado, especialmente contra los civiles. Las autocracias se comienzan a imponer y los regímenes pseudodemocráticos y/o iliberales emergen, incluso en la Unión Europea. En este sentido, es una realidad la pérdida de influencia del orden liberal internacional en favor de China, la India o la propia Hungría, regímenes que pueden ser considerados como deficientes en la aplicación de principios democráticos.
Tanto es así, que la Unión Europea ha iniciado, por primera vez en su historia, el procedimiento sancionador extraordinario contemplado en el artículo 7 del TUE, relativo a la constatación de un riesgo claro de violación grave del Estado de Derecho por parte de la República de Polonia. Además, por Resolución del Parlamento Europeo se propone al Consejo que constate la existencia de un riesgo claro de violación grave por parte de Hungría de los valores en los que se fundamenta la Unión.
Sin embargo, ambos países son capaces de tomar decisiones de forma ágil, quizás más ágil que el resto de los Estados que propugnan el orden liberal internacional. Agilidad en la toma de decisiones que es uno de los factores que mejora la capacidad de supervivencia en el entorno actual. Incluso, se llega a proponer que los sistemas autocráticos sean considerados democracias, por ejemplo en el caso de China bajo el lema de “una democracia que funciona”.
Atendiendo a esta teoría, es necesario apuntar la dificultad que los europeos vamos a tener en restablecer puentes con Rusia y sus aliados más cercanos, por ejemplo Bielorrusia. A estas alturas, nadie se puede imaginar que se vuelvan a establecer relaciones fructíferas entre la Unión y ambos países. Ante esta situación, lo más probable es que Rusia pivote francamente al este y robustezca las alianzas regionales en Asia, por ejemplo la Asociación de Naciones del Asia Sudoriental (ASEAN) o la Organización de Cooperación de Shanghái o las alianzas militares con las exrepúblicas soviéticas. Este pivote ruso implicará que la UE pierde poder en términos de influencia pues deja de contar dentro de su acción exterior con países muy relevantes en la esfera internacional.
Por otra parte, las organizaciones internacionales no han sido capaces de prevenir el conflicto y una vez más se ponen en entredicho. El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas es percibido como un instrumento exclusivo para el beneficio de las cinco naciones con capacidad de veto (Rusia, China, Reino Unido, Francia y Estados Unidos) y pierde influencia en relación a la Asamblea General de las NNUU. Además, comienza a existir un consenso en modificar el sistema creado con una realidad, la de después de la Segunda Guerra Mundial, que dista mucho de ser la actual. Esta aproximación no solo es para países claramente revisionistas tradicionales sino también para países como Alemania, India o Brasil.
En cuanto a las organizaciones de otra naturaleza como la Organización Mundial de la Salud o el Fondo Monetario Internacional no han sabido granjearse el apoyo de muchas naciones, las más desfavorecidas en el panorama internacional, tanto en las crisis del COVID como en las crisis económicas. En general, se percibe que el Orden Internacional está gobernado por occidente para su beneficio y apenas se atiende a las necesidades de la mayoría de los países que conforman esas instituciones.
El conflicto en Ucrania ha servido, además, para comprobar que la arquitectura regulatoria que debe gobernar las organizaciones internacionales y por ende el sistema internacional, no es robusta. Tampoco es un instrumento que funcione como medida coercitiva pues es incapaz de obligar a los países a respetar las normas internacionales que promulgan estas organizaciones. Muchos países de la UE logran esquivar las sanciones, por ejemplo, por medio de Turquía o adoptan otras estrategias para mantener relaciones comerciales con Rusia. Otros sistemas como el SWIFT, el bloqueo de las tarjetas MASTERCARD o VISA o el uso de los medios de comunicación para influenciar el ámbito cognitivo ruso, se han visto ineficaces. Las soluciones alternativas que se han implantado desde la Federación rusa, han proporcionado, por lo menos eso parece, resultados satisfactorios.
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