El ejercicio del poder (3)

La incapacidad de la UE para convertirse en actor estratégico

La crisis de Ucrania no ha servido para que la Unión Europea se convierta en un actor estratégico. Más bien para demostrar que los europeos siguen sin saber en qué consiste el ejercicio del poder
La crisis de Ucrania no ha servido para que la Unión Europea se convierta en un actor estratégico. Más bien para demostrar que los europeos siguen sin saber en qué consiste el ejercicio del poder

Hace un año, la revista “Ejércitos” publicó un análisis del contexto geopolítico de entonces bajo el título “El ejercicio del poder (2)”. En él se indicaba que la invasión de Ucrania era un acontecimiento que consolida el fin de la hegemonía americana ejercida desde el final de la Guerra Fría. A su vez, aunque parezca contradictorio, la guerra ha confirmado el papel de liderazgo indispensable de Washington como garante de la seguridad de Europa y ha puesto de manifiesto ante sus aliados de la OTAN que su protección sigue unida al paraguas de Estados Unidos. La Unión Europea, a pesar de todos sus planes y ambiciones, no habría logrado alcanzar el protagonismo estratégico.

Del sonambulismo geopolítico nunca emana una buena estrategia

El actual contexto internacional de globalización, definido por la correspondiente complejidad resultante de la alta conectividad humana, puede contemplarse como el algoritmo habilitante de la pugna por una nueva estructura de jerarquía internacional, adecuada para los grandes centros de poder. Se trataría de un marco temporal que persistirá hasta el futuro establecimiento de un nuevo equilibrio global de poder. Hasta que se llegue a ese momento, gran parte de la actuación de ciertos países podría asimilarse a experimentos de política exterior. La situación de los estados pequeños y medianos recibe cada vez más atención por parte de las potencias implicadas en la formación de un nuevo equilibrio. 

La evaluación de las aportaciones de poder por parte de los actores estratégicos al contexto internacional constituye la mayor labor intelectual de un estado para determinar su propia estrategia. En el presente sistema internacional, con tendencia a la multipolaridad, pueden identificarse tres fuentes principales desde donde el equilibrio de poder global podría organizarse en un futuro previsible. A el Gran Oriente Medio y la zona del Indo-Pacifico habría que añadir Europa del Este.  

Admitiendo que los datos objetivos disponibles, señalan la limitada capacidad de las potencias europeas, tanto individualmente como asociadas, para influir en la resolución de los problemas más importantes a escala global, o incluso en su propia periferia, se deduce que en la Península Europea concurren elementos propios de la condición que recrea un pivote geopolítico en beneficio norteamericano.

Aunque dé la impresión de que Rusia se comporta como una gran potencia expansiva, de cualquier análisis objetivo se concluye que el nivel de sus finalidades estratégicas es limitado y Moscú conoce de facto sus limitaciones materiales. Lo que se deduce de los indicios disponibles es que lo que el Kremlin pretende lograr es la hegemonía regional en el llamado «vecindario cercano», o lo que es lo mismo: Europa del Este, los países bálticos, Transcaucasia y Asia Central, para provocar un rediseño de la arquitectura de la seguridad europea de una manera adecuada a los intereses nacionales rusos. Estos esfuerzos responden mayoritariamente a una lógica de estrategia defensiva.

El abandono del comunismo dejó espacio para un nuevo concepto imperial en Moscú, asignado desde diversas fuentes a los Siloviki, que comparten la visión de un Estado y una economía fuertes, además de una línea dura en política internacional, siguiendo su defensa de la grandeza de Rusia mediante el retroceso de la influencia geopolítica estadounidense en Europa del Este y del espacio postsoviético. Moscú pretende posicionarse como un polo civilizatorio e ideológico opuesto a las doctrinas posmodernas predicadas imperantes en Washington y Bruselas, cuya fuente intelectual aparente es Davos.

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