Publicado por primera vez en 2001, este volumen de algo más de 500 páginas en una guía indispensable para todo aquel con genuino interés por la defensa, la estrategia, la táctica, la historia militar o la doctrina. Seamos sinceros; hay muchos aficionados a estos temas, pero la inmensa mayoría no van más allá de una fijación, en ocasiones patológica, por dos o tres temas demasiado manidos: la Segunda Guerra Mundial, el Imperio Romano o los Tercios Españoles. El Arte de la Guerra, sin embargo, abarca más, mucho más y esa es una de las cosas que nos demuestra esta obra, dirigida por el Teniente General Antonio Martínez Teixidó y en la que colaboraron los hoy coroneles José Luis Calvo Alvero y José Romero Serrano.
Los autores, en su objetivo de darnos una visión lo más amplia y didáctica del fenómeno guerra, siguen un orden cronológico que va desde la prehistoria hasta el S. XXI, que apenas asomaba en el horizonte cuando terminaron de escribir este libro. De esta forma, tras una breve introducción -quizá la parte más floja del libro por ser demasiado escueta-, en la que nos enumeran los diversos tipos de guerras (primitiva, imperial, feudal, señorial, nacional, total y de liberación) y nos hablan de la evolución del arte militar, entran en material.
El primer capítulo, por fuerza el más breve, aborda la guerra en la prehistoria y marca el esquema general que seguirá el libro época a época, hablándonos de los cambios en la organización de los ejércitos, las nuevas armas, tácticas y doctrinas, la logística, los grandes capitanes y batallas, los principales pensadores militares y, por último, haciendo una valoración final de cada estapa histórica. Además, en cada capítulo dedican un espacio a España, algo completamente lógico siendo los autores españoles y que es de agradecer.
El segundo capítulo lo dedican a la Edad Antigua, con especial énfasis en la Época Clásica, ahondando tanto en los cambios introducidos por los griegos, en el clímax alcanzado con Filipo II y Alejandro Magno y, por supuesto, en las novedades aportadas por los romanos pues, al fin y al cabo, construyeron la organización militar más compleja y exitosa del mundo antiguo.
La tercera parte del libro abarca la Edad Media occidental, dedicando su espacio tanto al Imperio Bizantino como a los ejércitos del Islam y explicando cómo de la falange dio paso a la preponderancia de la caballería durante los siguientes siglos. Además de analizar batallas como Hastings, Mantzikert o Crécy, dedica un espacio a la reconquista.
Es a partir del cuarto capítulo, sin embargo, donde el libro empieza a destacar. Si hasta entonces la estrategia era muy limitada y la táctica no había sufrido grandes avances, con la llegada de la pólvora, la navegación oceánica, la organización regimental, las fortificaciones y demás innovaciones de la Edad Moderna, se vive una Revolución Militar sin precedentes. Esto tiene su complemento en los numerosos tratadistas militares, desde Maquiavelo a Guilbert y en la genialidad de los generales modernos, desde el Gran Capitán a Gustavo II Adolfo. Como decíamos, si hasta ahora el libro podía parecer demasiado esquemático, a partir de esta época se vuelve más y más rico en detalles y lecciones. Lo que es mejor, logra hacer de la evolución del arte militar un todo lógico y perfectamente comprensible.
La llegada de Napoleón, el orden divisionario, Clausewitz y Jomini y las grandes batallas de la época revolucionaria son tratadas como lo que fueron, algo excepcional antes de la llegada de nuevos armamentos probados en Crimea, en la Guerra de Secesión o en la guerra Franco-Prusiana. Las teorías de Mahan sobre el poder naval y la pérdida de los restos del Imperio Español anuncian tanto el auge de una nueva potencia; los EE. UU., como un cambio de época.
Efectivamente el poder de fuego, pese a los teóricos franceses que apostaban por el poder de la voluntad y el valor frente a las nuevas armas, culmina en la Primera Guerra Mundial con la muerte de la maniobra. Ni siquiera las acciones indirectas, como el intento de Gallípoli sirven para que avance un conflicto que no se decidirá hasta la entrada en servicio de nuevas armas como los carros de combate y de los millones de hombres aportados por Estados Unidos.
Los últimos capítulos del libro se dedican a la Segunda Guerra Mundial, a la Guerra Fría y al S. XXI y en ellos se entrelazan varios fenómenos: 1) La importancia de las armas nucleares; 2) Las guerras revolucionarias avaladas por el marxismo pero posibles solo por la limitación que el arma atómica imponía al conflicto convencional; 3) La posible aparición (recordemos que el libro es de 2001) de nuevos conflictos por motivos étnicos, religiosos o de otra índole. En su último capítulo, de hecho, tienen cabida algunos pensadores que todavía están de actualidad, desde los Toffler a Huntington o Luttwak.
Como colofón, el libro incluye un pequeño glosario muy útil y también una bibliografía en la que están representados muchos de los autores que pasarán por estas páginas.
Se trata de una obra rigurosa. Está claro que va a resulta escasa para quien tenga un conocimiento suficientemente amplio, pero también que no era su intención original. Como nota personal diré que la primera vez que lo adquirí, fue precisamente en 2001, antes de entrar en la universidad. Diré también que me marcó profundamente no por los conceptos que explicaba o los que se dejaba por el camino, sino por la cantidad de puertas que abría. Solo el tiempo y la lectura de muchos de los tratadistas que pueblan sus páginas han conseguido calmar en parte ese hambre de conocimiento, a la vez que han alimentado nuevas inquietudes.
La gran pena es que se ha convertido en un libro extraordinariamente difícil de adquirir y no parece que la editorial Planeta esté demasiado interesada en una nueva edición, que por fuerza necesitaría de muchas actualizaciones. En cualquier caso, para el lector curioso, en plataformas como Iberlibro aparece periódicamente un ejemplar en buen estado a un precio aceptable, muy lejos de los entre 250 y 500 euros que piden hoy.
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