Terrorismo Sociedad Anónima

Apuntes sobre la gestión de las organizaciones terroristas

Osama Bin Laden

Dirigir un grupo terrorista puede compararse a dirigir una empresa privada, aunque las recompensas y los castigos ante las decisiones acertadas y erróneas difieran. Es por eso que los expertos, cuando buscan obtener un conocimiento lo más completo posible de las motivaciones que hay detrás de cada atentado, cada vídeo propagandístico, cada ejecución sumaria o cada acción protagonizada por uno de estos grupos no pueden dejar de lado el análisis desde el punto de vista institucional.

En 1990, el director ejecutivo de Kodak, Kay Whitmore, se quedó dormido durante una reunión que mantuvo con un joven llamado Bill Gates. Éste quería desarrollar nuevos productos estableciendo un acuerdo de colaboración entre su emergente empresa, Windows, y el por entonces gigante de la fotografía, Kodak. Gates encontró inspiración en el ronquido del Sr. Whitmore, quien rechazaba el progreso tecnológico de entonces. El colapso en las ventas no tardó mucho en llegar a Kodak, bajo la dirección del propio Whitmore, que sería despedido tres años después del incidente y pudo roncar a partir de entonces tranquilamente en su casa.

La pérdida en el mundo de los negocios se manifiesta habitualmente con una deflación en el valor de mercado de la compañía y con la caída de las acciones de la sociedad o en las ganancias anuales. Las medidas a tomar en este caso suelen basarse en despidos, o bien reducción de sus bonificaciones anuales de los directivos, entre otras sanciones administrativas que afectan al bolsillo de los trabajadores. El coste de la quiebra de las empresas no es igualable al fracaso de las organizaciones terroristas, donde no hay margen para el error ya que cualquier filtración puede conllevar el colapso de la organización y cualquier descuido te conduce a la muerte. No obstante, hay paralelismos.

La actividad terrorista está en permanente evolución, distinguiéndose por su notable capacidad de cambiar con el paso del tiempo. Sus motivaciones son varias, tal y como lo son las causas troncales de su existencia. Los investigadores no escatiman esfuerzos ni tiempo para formular sus propias teorías y tratar de comprender qué razones, por ejemplo, convierten a un ser humano en una bomba, ni cómo ricos y pobres por igual terminan por engrosar las listas de ciertas organizaciones. ¿Qué impulsa a una persona de buena condición a seguir ese camino? ¿Cuál es la razón por la cual encontramos tanto a personas con estudios superiores como a analfabetos compartiendo una misma trinchera, hombro con hombro, y portando sus armas para difundir el terror y el derramamiento de sangre? ¿Por qué algunas organizaciones terroristas consiguen sobrevivir, mientras otras han desaparecido? ¿Cuál es el mejor método para combatir el terrorismo?

Estas y otras preguntas similares han formado el núcleo de las diferentes metodologías encaminadas al análisis del terrorismo, tanto desde la perspectiva individual como colectiva. Cada una de ellas ha presentado sus propias conclusiones acerca del fenómeno del terrorismo a partir de sus herramientas de conocimiento, experimentos científicos y estadísticas, distinguiéndose entre estas, las siguientes aproximaciones:

  • Metodología política: Parte de la base de que el factor más importante para la transformación de una persona a terrorista es el político. La escena política nacional e internacional y la adopción de ideas políticas religiosas o revolucionarias fundamentalistas constituyen un incentivo para el terrorismo. Un ejemplo de ello se evidencia en las miserables condiciones políticas en Oriente Medio previas al otoño árabe: Un ambiente fértil para abrazar ideas religiosas radicales y el auge de corrientes extremistas.

  • Metodología institucional: Entiende que el comportamiento terrorista es una opción estratégica escogida por un grupo de personas de forma colectiva. Los individuos comparten valores y creencias. Esta metodología permite la aplicación a las organizaciones terroristas de conceptos de gestión empresarial tales como el liderazgo, la estructura organizacional, la estrategia, los recursos humanos y el márquetin. Y de este modo, determinar la mejor manera para afrontar a estos grupos.

  • La metodología de la psicología: Se centra en la “persona” y sus comportamientos, creencias, etapas y grados de radicalización, así como las causas y motivos que llevaron al crecimiento de su tendencia violenta. Esta metodología se enfoca en el nivel (individual), al contrario que la metodología institucional que busca respuestas en el marco (colectivo).

  • Metodología fisiológica: Estudia las funciones del cerebro y sus neurotransmisores, así como los mensajes que los grupos terroristas emiten. Estudia también el funcionamiento de las células nerviosas en las zonas responsables de las reacciones violentas en el cerebro, que contribuyen a la aceptación del terrorista y su adaptación a las ideas de asesinato y violencia. Esta metodología está vinculada a la metodología de la psicología.

  • Metodología de las múltiples causas: El terrorismo suele ser el resultado de motivaciones económicas, políticas, sociales o religiosas entre muchos otros factores. Como resultado de esta complejidad es un error simplificar, estudiar y analizar el terrorismo utilizando una sola metodología e ignorando los demás enfoques.

Aunque cada una de esas metodologías tienen un valor en sí misma y todas estudian una parte del problema, hoy queremos centrarnos en un aspecto de la metodología institucional y analizar, aunque de forma muy breve debido al espacio, la organización terrorista considerándola como una empresa.

Es relativamente común encontrarse con que en las organizaciones clandestinas y terroristas hay brillantes líderes cuyas decisiones afectan a la supervivencia y al desarrollo de sus organizaciones, y viceversa, puesto que también ha habido casos notables de jefes que tomaron decisiones que causaron estragos en estos movimientos. Los expertos coinciden en que las habilidades de gestión se dividen en tres niveles: 1) Cognitivo, 2) Humano y; 3) Técnico. Esto no es diferente en el caso de los “directivos” de las organizaciones terroristas, que se gana sus ascenso no solo por demostrar valor en combate o un mayor fanatismo, lo que sería poco útil a la organización, sino por la posesión en grado adecuado de una o varias de estas capacidades.

Las habilidades perceptivas e intelectuales son las responsables del acierto en el análisis, la previsión y la toma de decisiones. Las habilidades humanas son, entre otras, la capacidad para administrar las relaciones interpersonales, la de mejorar el nivel de lealtad entre los seguidores y miembros de la organización y el talento para aumentar la motivación de los mismos. Finalmente, las habilidades técnicas pueden entenderse como una serie de capacidades especializadas y aptitudes relativas a materias como la ingeniería, la medicina o el dominio de las tecnologías de la información o cualquier otra que sea útil al propósito de la organización como pueden ser, en el caso de los terroristas la fabricación de bombas, o cinturones explosivos, de recaudar fondos o de mantener la clandestinidad.

Las decisiones de gestión más transcendentales que atemorizan a los dirigentes de los movimientos terroristas son siempre las relativas al control de las tácticas y el grado de violencia empleado, así como las relativas al control de los propios miembros de la organización -evitando la infiltración de agentes externos o los juegos a dos bandas, por ejemplo- y los canales de financiación, sin los cuales es imposible desarrollar su actividad. En este sentido puede parecer extraño que a las organizaciones más brutales y crueles, como el Daesh, les interese que su violencia y radicalismo no superen un cierto grado. Este grupo ha llevado a cabo ejecuciones contra sus miembros al acusarlos de extremismo, como es el caso de Abu Omar Al kuwaití en el año 2014 y es que a pesar de la necesidad de difundir una imagen temible, como hacen a través de sus vídeos y de mantener un férreo control dentro de los territorios que en su día controlaban, estos objetivos debían compaginarse con un tercer objetivo igual de importante: No provocar un nivel de rechazo tan grande como para provocar revueltas internas.

Los líderes de los grupos extremistas controlan exhaustivamente a sus seguidores mediante informes similares a la evaluación anual y el rendimiento de los empleados propio de cualquier empresa privada o de instituciones como las Fuerzas Armadas. Semejantes informes han sido utilizados por parte de miembros de Daesh, Al Qaeda Islámica en Irak, Hamas y Hezbolá, entre otros grupos y su propósito es garantizar que las órdenes emitidas por los líderes de las organizaciones sean precisas y su cumplimiento exacto, además de garantizar la disciplina y el compromiso de los individuos con la causa, así como predecir posibles casos de divisiones, rebeldía o filtraciones de información por parte de tal o cual seguidor.

Por otra parte, aunque hoy en día llevar a cabo un ataque terrorista no cuesta mucho, al menos desde el punto de vista económico, especialmente si observamos los atentados llevados a cabo por los lobos solitarios, el sostenimiento de la organización terrorista, vista como institución, sí es costoso. Es por ello que uno de sus objetivos debe ser recaudar dinero, aunque en este aspecto son más parecidas a las organizaciones caritativas. La meta principal no es obtener beneficios – aunque este fortalece los recursos de la organización – sino luchar por una causa que el combatiente ve como justa o por una ideología coherente. La prueba a la que se someten los líderes de las organizaciones, es la de controlar la codicia del alma humana que puede dar por acabada una historia de lucha. El ejemplo más famoso en este sentido es el que narró Michael Baumann, el líder del movimiento izquierdista 2 de Junio, que estuvo en activo en los años setenta en Alemania, y que se disolvió tras la disputa entre sus líderes por el reparto del saqueo de los bancos. También, al igual que el mundo de los negocios, en los movimientos terroristas a menudo se toman decisiones estúpidas. Un ejemplo de ello es el de Abu Nidal, terrorista, mercenario y fundador de Fatah, quien tras terminar de beber una botella de whisky pasada la medianoche, en pleno estado de embriaguez, ordenó ejecutar a diversos miembros de su movimiento armado por cargos de traición, hasta que acabó con casi la mitad de sus hombres, minando severamente las capacidades de toda la organización.

En resumen, para entender el funcionamiento de las organizaciones terroristas, es conveniente tener un entendimiento profundo de la forma en que la empresa privada y sus líderes toman sus decisiones, pues solo así podremos tener una perspectiva adecuada de las motivaciones que hay detrás de sus acciones.

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1 Comment

  1. La empresa de Bill Gates no es Windows, sino Microsoft y la reunión no fue con Kodak, sino con Rank Xerox, que tenía una división de investigación en Menlo Park y que fueron los que inventaron Windows. Gates y Jobs se apropiaron de sus ideas y dieron al traste con Xerox años después. Si vas a contar una anécdota, cuéntala bien.

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