Sara Kheta

Las "Fuerzas Especiales" de los talibán afganos

Miembros de Sara Kheta en una de sus escasas fotografías
Miembros de Sara Kheta en una de sus escasas fotografías

Point-klick-kill (Apuntar, presionar y matar) es la secuencia empleada por los operadores de los RPA, siglas que corresponden a Remote Piloted Aircraft, denominación empleada por la Fuerza Aérea estadounidense (USAF) para diferenciar estos dispositivos aéreos del UAS (Unmanned Air System) al tener los primeros un piloto dirigiendo y controlando el sistema de forma permanente. Esta secuencia, y estos dispositivos, comúnmente conocidos como drones, fueron empleados el 1 de diciembre de 2017 en Musa Qalah, en la provincia afgana de Helmand, en el desarrollo de una acción ejecutada de manera conjunta entre las Fuerzas Armadas de Afganistán y sus homólogos de USFOR-A, las tropas de EE.UU. desplegadas en el país.

El ataque aéreo no tripulado acabó con la vida de cinco yihadistas, uno de los cuales entraba en el epígrafe de H.V.T. (High Value Target). Se trataba del mullah Shah Wali, también conocido como Haji Nasir, comandante de la denominada, Sara Kheta o Sara Khitta , expresión en pastún que puede traducirse como “Unidad Roja” o “Unidad de Peligro”. A este grupo de los Talibán se le atribuye la autoría de atentados de muy distinto tipo contra objetivos civiles y militares en los que fueron empleados IEDs y suicidas. El propio Wali era el responsable de la coordinación de las operaciones armadas así como otras de logística, como abastecimiento de explosivos, municiones y material, desarrolladas en la provincia de Helmand.

En el año 2015, desde foros propagandísticos de los Talibán afganos, empezaron a circular imágenes en las que podía apreciarse un campamento de lo que pretendía ser una unidad de fuerzas especiales ubicado en una localización sin determinar dentro del territorio afgano. En las fotografías difundidas se podía ver a varias decenas de reclutas realizando ejercicios físicos y practicando con armamento de muy diverso tipo como pistolas, ametralladoras pesadas e incluso una ametralladora antiaérea. También se mostraban camionetas equipadas con armamento.

En el mes de agosto de 2016, las fuerzas armadas de Afganistán confirmaron la existencia de Sara Kheta situándola en la provincia sureña de Helmand. Al año siguiente, concretamente el 1 de noviembre de 2017, a través de su cuenta en Telegram, los Talibán difundieron imágenes de su “unidad de élite”. En las fotografías podían observarse a yihadistas vestidos con flamantes uniformes, chalecos tácticos y diverso armamento así como un vehículo HUMVEE blindado capturado al ejército afgano. Además de las armas ligeras y ametralladoras que usan los Talibán, Sara Kheta podría contar otro tipo de material como dispositivos de visión nocturna, miras láser, cohetes de 82 milímetros, ametralladoras pesadas y fusiles de asalto M-4 de producción estadounidense. Además poseen varios vehículos HUMVEE blindados y furgonetas Ford Ranger.

Estos vehículos son empleados en sus ataques en ocasiones conducidos por un suicida que hace detonar su carga cuando se aproxima a su objetivo. Este modus operandi fue empleado en una serie de asaltos que acabaron con la vida de decenas de integrantes de los servicios de seguridad afganos, acciones que fueron cometidas entre los días 13 y 14 de noviembre de 2017 en las provincias de Kandahar, al sur del país y en Farah, en la región occidental de Afganistán. En esta última localización, efectivos de Sara Kheta asesinaron a 8 policías y a 15 soldados del Ejército Nacional. En el caso de la provincia de Kandahar, los ataques, que afectaron a un total de 15 instalaciones policiales en los distritos de Zahre y Maiwand, acabaron con la vida de un total de 23 agentes y provocaron heridas a otros 16. Algunas fuentes elevaron el número de muertos hasta los 70.

Las autoridades afganas afirmaron que ninguna instalación había quedado bajo control talibán y que estos habían sufrido importantes pérdidas. Sin embargo, fuentes de la propia Policía declararon bajo condición de anonimato al rotativo estadounidense The New York Times que los daños habían sido de mayor cuantía que lo anunciado ya que algunas bases habían sido invadidas por completo y que cuando los refuerzos policiales llegaron a la zona pudieron comprobar que los Talibán empleaban miras láser y equipos de visión nocturna, equipos de los que carecen las propias fuerzas policiales. Zabihullah Mujahid, seudónimo empleado por el portavoz de los Talibán, afirmó que sólo habían perdido a uno de sus componentes en el desarrollo de los ataques.

Fuentes gubernamentales cifran en torno a los 300 el número total de operativos de los que dispone Sara Kheta , sin embargo la publicación Asia Times, en una información fechada el 17 de enero de 2018 en la que citaba a un funcionario de seguridad afgano, decía que el grupo podía contar con cerca de 1.200 miembros distribuidos entre Helmand y Kandahar, así como varios cientos actuando en la en la provincia de Zabul.

El funcionario, del que no se ofrecían datos, afirmaba que las fuerzas de seguridad afganas tenían serios problemas para identificar de manera fehaciente a los componentes de Sara Kheta ya que estos empleaban un alto nivel de discreción, tan alto que en ocasiones los propios integrantes del grupo no eran conocedores de la verdadera identidad de sus compañeros.

El mismo hombre declaró que Sara Kheta contaba entre sus filas, además de con combatientes afganos, con individuos provenientes de países extranjeros y que cabía la posibilidad de que estos yihadistas hubiesen recibido formación y entrenamiento en territorio pakistaní. El adiestramiento provendría de ex agentes del ISI (Inter-Services Intelligence), el mayor y más poderoso de los servicios de inteligencia pakistaníes, y de generales de las fuerzas armadas de Pakistán en situación de retiro. El funcionario de seguridad afgano confirmó que los equipos con los que estaban dotados los componentes de Sara Kheta superaban en calidad a los que poseen otros yihadistas encuadrados en las “fuerzas regulares” de los Talibán e incluso a los de la Policía, que no dispone de recursos tan sofisticados.

Sería caer en el campo de la hipérbole el situar en un plano de igualdad a los componentes de Sara Kheta y a miembros de Fuerzas Especiales de los ejércitos que actualmente tienen sus efectivos desplegados en territorio afgano, casi tanto como equiparar a los integrantes de los Talibán con las fuerzas armadas convencionales. Pese a ello, los Talibán han mostrado que su conocimiento del terreno, su experiencia en el combate y el poder contar con importantes fuentes de financiación derivadas en gran medida del narcotráfico, les ha conferido unas capacidades nadas desdeñables.

Otro tanto ocurre con Sara Kheta, no pueden ser considerados strictu sensu como tropas de élite pero es evidente que han sido capaces de mostrar, por la más expeditiva vía de los hechos, que tienen un notable potencial destructivo. Han sido capaces de ejecutar ataques con un importante componente letal alcanzando distintos objetivos de manera coordinada y, a diferencia de los Talibán que prefieren los ataques de guerrillas, se han implicado en combates directos con las fuerzas de seguridad afganas. Hasta la fecha, su capacidad parece estar limitada, debido fundamentalmente a pérdidas en su liderazgo. Puede ser por ello por lo que no se han hecho con control territorial efectivo, lo cual no evita que formen parte de un panorama un tanto sombrío en el que la neutralización completa de los Talibán no se vislumbra en un horizonte cercano.

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