Poder acertar los motivos que producen la violencia yihadista, o porqué un yihadista es un yihadista y miles de musulmanes salafistas se han trasladado a zonas de conflicto para participar en guerras que en principio son ajenos a ellas y en definitiva, conocer las razones que están detrás de la obsesión salafista en establecer un califato aplicando unos textos medievales que tienen un gran éxito entre los musulmanes sunníes en general, conlleva de forma imprescindible entender en profundidad los conceptos doctrinales e ideas del salafismo en general y del salafismo yihadista en particular.
¿Qué es lo que ofrece el salafismo como modelo de vida a adoptar por el yihadista?¿cómo procesa el musulmán salafista y aplica estos conceptos para tener una visión violenta del mundo, siendo la ejecución de esta violencia lo que diferencia el yihadista pasivo (El Salafista) y el salafista activo (El Yihadista)?
Para poder contestar a estas preguntas es necesario tratar el fenómeno desde diferentes perspectivas: el histórico, el sociológico, el psicológico, el criminológico y el epistemológico. No obstante, la mayoría de los estudios que tenemos hoy en día y las explicaciones de estos motivos que han llegado a nosotros aquí en Occidente, se limitan a tratarlo solo desde un prisma u otro, limitándolos a explicaciones sociológicas y psicológicas, que a pesar de que son acertadas, son meros parámetros, factores e ingredientes que impulsan, favorecen y conducen al yihadista pasivo a ser un activo violento o derivan al musulmán nutrido de una interpretación pacifica del Islam a reconducir sus creencias a través del laberinto de estos conceptos que ofrece el salafismo.
Existe un debate ideológico prácticamente desconocido entre los occidentales y que enfrenta entre sí a dos corrientes transversales en el sunismo. Este enfrentamiento doctrinal trata acerca de si el musulmán debe priorizar el texto ante el pensamiento o hacer justo lo contrario. Es decir, es un debate que busca discernir si el musulmán debe tener un pensamiento crítico con los textos sagrados o debe obedecer a estos ciegamente y sin posibilidad de criticarlos.
En el salafismo este debate ya está sentenciado desde hace siglos. Literalmente se prohíbe pensar, pues es un pecado pensar fuera de los textos sagrados. Esto nos lleva a enfrentarnos con seres irracionales que siguen una ideología racional, dicho de otra forma, unos robots que ejecutan un algoritmo.
En este algoritmo encontramos los conceptos doctrinales en donde se defiende y se ha programado la violencia como eje esencial y fundamental para lograr su objetivo último: El Califato Mundial en donde reina el Islam y se aplica la Sharía, o dicho de otra forma y en términos salafistas: administrar el salvajismo.
El estudio histórico y epistemológico es clave para analizar los motivos que producen la violencia yihadista. Para eso es interesante recurrir a los estudios de varios filósofos que han teorizado sobre el conocimiento humano, como Emanuel Kant, o la filosofía del racionalismo de René Descartes, el concepto de la metafísica, entendimiento e imaginación de Espinosa o el idealismo absoluto desarrollado en la obra del filósofo Hegel en “Fenomenología del espíritu”. La proyección de estas filosofías sobre los conceptos yihadistas nos hará entender esta motivación adoptada con facilidad y frialdad por una mente humana y convertida en el eje de su propia existencia como ser humano.
En definitiva, no es suficiente indicar que algunos conceptos -trato con el otro (la yihiliya o ignorancia), el combate de Tabdii (herejías), Tafsik (Impiedad), Takfir (anatemización), Taghut (tiranía), Al Hakimya (La soberanía de Dios), Al walaa wa Al baraa (La lealtad y el repudio), Matar al << otro>>, la yihad, el martirio, Dar Al Harb y Dar Al Islam y Al Quital-, entre otros que explico en el libro «Descifrando la mente del yihadista» (2019) , sean los conceptos doctrinales que una vez adoptados como modalidad de pensamiento y vivencia producen automáticamente esta violencia yihadista, porque están tan enlazados entre sí, que para separarlos y comprender su impacto en las personas vulnerables es inevitable recurrir al pensamiento filosófico sobre la fe, la metafísica, la racionalidad y la espiritualidad entre otros.
Por ejemplo, y de forma muy resumida y superficial, la explicación doctrinal salafista yihadista de estos términos responde a las preguntas de Kant en sus obras “Crítica de la razón pura” y “La religión dentro de los límites de la mera razón”:
- ¿Qué puedo saber?: Exclusivamente lo permitido por Dios e instruido a través de los sabios (La Hakimiya, Tabdii…) etc.
- ¿Qué debo hacer?: Todo lo ordenado por Dios (Tafsik, Takfir, la yihad…etc.).
- ¿Qué me está permitido esperar?: Dos objetivos religiosos enlazados: 1) el objetivo de la Umma radicado en un Califato y; 2) el objetivo Individual que consiste en ser considerado un Mártir inmortal que residirá con los profetas y las vírgenes hasta el día del juicio. (A Targhib, el Martirio…etc.)
Una vez tenemos separada y descifrada esta parte esencial de este algoritmo doctrinal, el análisis sociológico, criminológico y psicológico se convierten en necesarios para optimizar y matizar el estudio de la violencia yihadista. Sin estos elementos, siempre la respuesta será incompleta tendiendo a ser una opinión y una percepción desde fuera más que una exposición de los motivos reales que producen esta violencia yihadista.
Esto implica que el análisis del desarrollo del terrorismo yihadista debe canalizarse necesariamente por estas reglas. Es decir, hay que entenderlo primero. Pero entender un fenómeno como el que nos ocupa no puede limitarse a la observación y la interpretación de lo observado, porque sería como si intentásemos formar a un médico basándonos únicamente en la observación de los síntomas de las enfermedades, en vez de estudiar primero toda la parte teórica y entenderla antes de pasar a la interpretación de lo observado. En el terreno yihadista ocurre algo parecido; no se estudia esta parte fundamental, la teoría, es decir, los conceptos de radicalización desde sus fuentes primarias.
Mientras tanto, los principales grupos terroristas se han ido adaptando a los conceptos yihadistas y a las nuevas tecnologías para hacerlas atractivas a los miembros de la actual sociedad, vulnerables a este tipo de discurso y con un tremendo éxito en su objetivo de audiencia, tanto a la que quieren reclutar como a la que quieren aterrorizar.
Este sesgo analítico no quita que haya algunas obras dignas de ser respetadas por su calidad analítica e interpretativa del fenómeno, como lo es el estudio de Charles Lister «Profiling the Islamic state» (2014), el de William McCants «The ISIS Apocalypse: The History, Strategy, and Doomsday Vision of the Islamic State» (2015) y el de Stathis N. Kalyvas «Jihadi rebels in civil war» (2018), puesto que a juicio del que suscribe, han podido desmontar e interpretar adecuadamente en su correcto conducto las ideas preconcebidas sobre el fenómeno, a pesar de que carecen de un marco interpretativo doctrinal sobre el desarrollo del Dáesh como organización terrorista de etiología yihadista.
En este sentido, además de los conceptos salafistas y su interpretación actualizada, a mano de los contemporáneos teólogos, siendo los conceptos que representan los ejes fundamentales de la existencia del Daesh, del Estado Islámico, del Califato y de Al Quaeda: La Hakimiya, la yahilyya, Takfir y la yihad, que han sido reinterpretados en las escrituras de Abi Ali Al Madoudi, Sayed Qutb, Salih Siria, Juhaiman Al Outaibi, Mohamed Abd salam Faraj, Abu Bakr Naji y Abu Abdallah Al Muhajir y que representan las fuentes ideológicas directas de la fundación de los diferentes grupos yihadistas en las últimas décadas. Son dos libros “El Fiqh de la sangre” y “La administración del salvajismo” los que representan las dos construcciones ideológicas directas que están detrás de la fundación del Estado Islámico.
Estos dos libros coinciden íntegramente en las interpretaciones de estos conceptos y su proyección a la sociedad actual, considerando como enemigo al Estado contemporáneo bien sea monarquía o república: Un Estado sentenciado a todo por ser paganos en toda regla. Pero lo curioso es considerar el nacionalismo, la democracia, el capitalismo, el socialismo, etc. como nuevos iconos paganos que la humanidad adora, como si fueran los iconos preislámicos que Mahoma tuvo el deber de combatir. Las teorías doctrinales de Al Moudoudi y Sayed Qutb quedan patentes en estas dos lecturas de estos libros.
En definitiva, en un formato más radical que la propia línea de Bin Laden, el Kafir y el yahili ya no son solo la sociedad y el Estado que no aplican el Islam correcto según la interpretación salafista yihadista, sino que son todos aquellos elementos que no encajan dentro del término yihadista. Es decir, tanto el wahabismo como los Hermanos Musulmanes ya no son corrientes que han quedado atrasadas para la aplicación correcta del yihadismo, las que se enfrentaban a sus adeptos como adversarios ideológicos a los que se debería usar la fuerza de la palabra como primer mecanismo de su captación, sino ya son directamente nuevos Murtaddin (El Murtad es aquel que ha renunciado al islam sentenciándole de Kafir y en definitiva legalizando su asesinato).
Estas dos obras han convertido estos conceptos básicos en conceptos totalitarios al estilo estalinista y nazi, conduciendo al violento rechazo de todos los movimientos salafistas que no aplican la yihad como guerra continua y a los que se les debe combatir militarmente también.
El primer libro, “El Fiqh de la sangre”, del escritor Abu Abd Allah Al Muhajir, es muy teórico y doctrinal, obsesionado con justificar desde las fuentes primarias la violencia extrema, puesto que fue editado justamente para respaldar doctrinalmente la crueldad de Abu Mosaab El Zarkaoui ante las críticas de Bin Laden por no diferenciar de forma adecuada entre los considerados musulmanes y los que no lo son, a efectos de justificar el genocidio que lideraba en Irak contra musulmanes sunníes no considerados como tal y ampliando la interpretación legislativa de Ibn Hanbal y Ibn Taimyiah para justificar la legalidad de matar a todas las personas que no pertenecen a ellos, convirtiendo la yihad en una cuestión global, sin fronteras y sin el concepto tradicional de los territorios de la guerra y los territorios de la paz. Es decir, matar un grupo de personas ya no está limitado al parámetro de si ellos se auto-consideran musulmanes o residen en un territorio auto-considerado islámico, sino que ha derivado en un parámetro mucho más peligroso; la no pertenencia a esta corriente yihadista es suficiente para que la persona esté sujeta a las normas de la yihad y declarada enemiga, aunque sean musulmanes sunníes salafistas hanbalistas que residen en territorio islámico. Una consecuencia de ello son las batallas sangrientas que hemos podido observar entre el Daesh y Al Quaeda en Siria en estos últimos años.
El segundo libro, “La administración del salvajismo”, de su supuesto escritor Abd Allah Naji, considerado un apodo, lo que ha levantado especulaciones de diferentes agencias que lo atribuyen a diferentes teólogos yihadistas. Quien escribe, por su parte, es partidario de la teoría que mantiene que su autoría pertenece a Mohamed Khalil Alhakaima, uno de los fundadores de la Yamaa Islamia en Egipto (que desciende de los Hermanos Musulmanes).
En el texto, Abu Bakr Naji dice que es importante crear un sentimiento de inseguridad en regiones enteras de Occidente, áreas de “salvajes” que se dejaran gestionar por yihadistas que serán vistos como“salvadores” ante tamaño caos. Una vez que el orden islámico se haya implantado y la armonía que aplica la Sharía se haya restaurado, el paso hasta el califato fluirá solo como explica David Garriga en «Yihad ¿Qué es?» (2015). El libro, de carácter político, administrativo y militar, muy centrado en la estructuración de un Estado Islámico salafizado, es el libro más peligroso escrito en los dos últimos siglos, al representar un manual geopolítico y geoestratégico a la vez, didáctico y muy bien detallado, que sienta las bases de la correcta estrategia que debe emplear la yihad en general para lograr establecer un califato.
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