La expansión del yihadismo del Sahel al Golfo de Guinea

Tras Benín, Costa de Marfil y Togo ¿es Ghana la siguiente?

Como fichas de dominó, país tras país, después del Sahel, la influencia del yihadismo a través de grupos como JNIM, se va afianzando poco a poco en la zona del Golfo de Guinea, en el África Occidental. Se habla de JNIM, la filial de Al Qaeda, porque su estrategia de dejar de lado la yihad global para centrarse en el ámbito local parece estar teniendo cierto éxito, pero no es el único grupo, también hay que tener en cuenta la rama de Daesh. Después de Costa de Marfil, Benín y Togo, Ghana es otro de los territorios en los que los grupos armados se mueven y asientan sus redes, aunque sin ataques violentos a día de hoy.  Un proceso en el que interactúan diversos factores, con más de una causa, y cuya solución no es rápida ni, desde luego, parece fácil. Hasta el momento, la expansión del yihadismo en la región no ha podido ser detenida.

Mediante el mensaje que sirve de imagen de cabecera a este artículo, un grupo vinculado al yihadismo amenaza con “bombardear” si no cierran dos escuelas públicas de la localidad de Banikoara, en el norte de Benín. Es solo el último ejemplo de una serie de amenazas, secuestros, actos vandálicos, incendios, atentados… medios utilizados para sembrar el terror y que suponen una inseguridad creciente en el norte de este pequeño país[1]. A mediados de julio pasado, dos soldados benineses murieron y un tercero resultó gravemente herido en una emboscada mientras patrullaban no lejos del Parque Nacional W, en el noreste. Ataque llevado a cabo, al parecer, por elementos yihadistas que, además, se llevaron armas y dos motocicletas[2]. El uso de las reservas y parques naturales de la zona por parte de grupos armados (no solo vinculados al yihadismo sino también al crimen organizado) es uno de los factores que preocupa a este respecto en el país africano.

Son dos casos de una situación que lleva deteriorándose en el país, al menos, desde 2018, con 28 actos violentos atribuidos a JNIM (Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes), rama de Al Qaeda en la región[3].

En el vecino Togo  cunde la preocupación cuando, tras varios ataques en los últimos meses, un grupo terrorista mata a ocho soldados togoleses la noche del 10 al 11 de mayo de este año en el norte del país, cerca de la frontera con Burkina Faso. Aunque ningún grupo reivindica la acción, el Consorcio de Análisis e Investigación sobre el Terrorismo apunta a JNIM como posible autor. La primera de este tipo en territorio togolés fue en noviembre de 2021, cuando fue atacado un puesto de control en una localidad del norte[4]

El año 2021 es clave en la expansión geográfica de grupos militantes hacia países costeros del África Occidental como los mencionados Togo y Benín. No obstante, conviene destacar que, para mediados del año anterior (2020), JNIM ya había comenzado a establecer un punto de apoyo en el norte de Costa de Marfil para sus operaciones en la región. Asunto que ha evolucionado con el tiempo a un problema interno de violencia propio para el país, más allá de la mera expansión de elementos externos[5]. En la actualidad, de los tres en los que la violencia es ya un problema interno, aunque llegado del exterior, Costa de Marfil es el más golpeado por el yihadismo, mientras que Benin se encuentra en segundo lugar[6].

Hasta el momento se ha mencionado sobre todo JNIM, ya que su estrategia de expansión hacia los países del Golfo de Guinea parece estar teniendo un cierto éxito y ha colocado al grupo como la organización terrorista que más rápido crece en el mundo, según el Índice Global de Terrorismo 2022[7].

La filial de Al Qaeda en el Sahel se centra en el acercamiento a las poblaciones locales y sus problemas socio-económicos (entre ellos, los perjuicios ocasionados por el cambio climático y las tensiones inter comunales), injusticias y conflictos con los gobiernos, explotando su malestar en su beneficio. Por ejemplo, gracias a ello gana apoyo y nuevos reclutas entre los pastores fulani o peul, aunque no exclusivamente entre ellos. En esta estrategia de reclutamiento tampoco hay que desdeñar factores como la identidad y la religión, que también entran en juego, y la cooperación con los que se dedican al bandidaje local. Todo esto redunda en un mayor apoyo local en comparación con el otro gran grupo yihadista asentado en la zona: Estado Islámico en el Gran Sáhara (ISGS), conocido por su brutalidad[8].

En cualquier caso, la presencia de ambos grupos yihadistas en varios estados del Golfo de Guinea con el consecuente incremento de la violencia y la inseguridad está ya más que acreditada a día de hoy. Todo con una estrategia de expansión hacia el sur que repite patrones ya utilizados en países del Sahel como Mali, Níger y Burkina Faso. 

Para llevarla a cabo, en el ámbito más operativo y logístico, se aprovechan de las rutas del tráfico ilegal y del crimen organizado (para hacerse con armas y otro tipo de suministros), así como de la espesa vegetación y la poca población de grandes reservas forestales y parques naturales transfronterizos, que les sirven de vía de entrada y salida, además de refugio para ocultarse de las fuerzas de seguridad, como ha sido el caso en Benín y Togo[9].

Mapa con las áreas de actividad salafista-yihadista en varios países costeros del Golfo de Guinea. Fuente – Critical Threats Project at the American Enterprise Institute.

Una amenaza que se cierne sobre Ghana

Las ideas expresadas en la introducción, reflejadas en el mapa, quedarían de la siguiente manera de forma aproximada:

Mapa con las áreas de operaciones salafistas-yihadistas en el Sahel (23 de septiembre de 2022). Fuente – @criticalthreats.

Lo primero que destaca en el mapa es una isla sin actividad violenta yihadista reconocida, al menos hasta el momento (finales de octubre de 2022). Ghana aparece como el único país del Golfo de Guinea fronterizo con Burkina Faso que aún no ha sido objetivo de la acción de, al menos, JNIM[10]. Sin embargo, ¿quiere eso decir que no haya ningún tipo de relación con grupos o elementos militantes en Ghana? O ¿que la amenaza terrorista no llegue a concretarse en su territorio antes o después?

Aunque es posible que el hecho de que Ghana sea un país anglófono y los reclutadores sahelianos sean francófonos haya podido suponer algún tipo de obstáculo en ciertos momentos, lo que se confirma a día de hoy es que JNIM ha sido capaz de reclutar ghaneses y es probable que su personal atraviese el país. Un pastor fulani ghanés, miembro de JNIM, perpetró un atentado suicida contra la base francesa de Gossi, en Mali, en junio de 2021. Pero, al parecer, hay un considerable número de ellos (entre 200 y 300) actuando en Mali y Burkina Faso. Radicalizados y con experiencia, su posible retorno a su país de origen es probable que suponga problemas de seguridad. Además, las autoridades burkinesas han informado del descubrimiento de elementos extremistas en el norte de Ghana ya en diciembre de 2021[11].

Los pastores nómadas fulani del norte del país están en el objetivo de las fuerzas de seguridad por sus conflictos frecuentes con los granjeros locales y la actividad de los bandidos en la zona, relacionada con esta comunidad, lo que ha llevado al despliegue de varias operaciones militares ghanesas[12].

A ese respecto, desde 2018, se observa en este área un aumento del robo, de hasta centenares, de cabezas de ganado. Pero a ello se suma, sobre todo en la región del Alto Oeste de Ghana, un inquietante fenómeno de secuestros por los que se pide rescate, en el seno de la comunidad fulani. Este tipo de bandidaje, originario del norte de Nigeria y llevado a cabo por pastores en la mayoría de las ocasiones, se ha extendido por los vecinos países costeros del Golfo de Guinea desde 2016 y en Ghana desde 2018[13].

(Continúa…) Estimado lector, este artículo es exclusivo para usuarios de pago. Si desea acceder al texto completo, puede suscribirse a Revista Ejércitos aprovechando nuestra oferta para nuevos suscriptores a través del siguiente enlace.

Be the first to comment

Leave a Reply