En realidad, la historia de Estado Islámico desde sus orígenes en Al Qaeda de Iraq, hasta su derrota militar en 2018, es la historia de la estrategia de peldaños ideada por Abu Bakr Naji en el Idharat al-Tawahus de la que hablamos en la primera parte de este artículo. La historia de EI se remonta a los años 90, aunque su forma moderna nace con el yihadista jordano Al-Zarkawi, quien comandó AQI en los primeros años de la ocupación de Iraq. Al Zarkawi se caracterizó por emplear la violencia extrema como elemento de polarización entre las comunidades chií y suní de Iraq y, aunque fue eliminado en 2006, la huella de su sectarismo ha llegado hasta hoy, y es que la fractura entre ambas comunidades tiene mucho que ver con aquel periodo.
Conviene destacar que las prácticas de Al Zarkawi, que incluso llegaron a ser criticadas desde Al Qaeda Central, obedecieron a su interpretación de Idharat al-Tawahus y de otra obra conocida como Fiqh al-Dima. Aquel mismo año, 2006, AQI creó su aparato de comunicación, Al-Furqan, que fue su altavoz mediático sobre todo hasta 2013 y que hizo de internet su principal bastión.
Durante aquellos años de insurgencia se constituyó una importante región de apoyo: Siria. El país de Assad permitió a los yihadistas establecer los llamados “Caminos de ratas”. Estos eran recorridos que fluían a lo largo del norte de Siria y junto al cauce del Éufrates y a lo largo de los mismos Al Qaeda construyó redes de “facilitadores” locales, casas francas, reservas de dinero y de equipo… Un calco de lo dicho por Abu Bakr Naji.
Pero la derrota militar de la insurgencia, aunque llegó a estar próxima, nunca fue rematada y pronto el caldo de cultivo recibió los ingredientes que necesitaba para favorecer a los yihadistas.
La inestabilidad creció gracias a la Primavera Árabe y a ello se unió al antisunismo del primer ministro iraquí Nuri al-Maliki, que favoreció las guerras sectarias a la vez que en Siria las fronteras se volvieron porosas.
El Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL) aprovechó la oportunidad y comenzó una labor de zapa contra los cuerpos de seguridad. Para ello empezó por un objetivo atípico: las cárceles. EIIL lanzó una campaña para liberar a presos yihadistas y rellenar sus filas, a la vez que atacaba todo un símbolo del poder y la represión estatal. Si una cárcel con guardias armados y muros de hormigón no era capaz de detener a los insurgentes ¿Qué nivel de apoyo social tendría ISIS, y que imagen se proyectaría sobre la población?
Mientras el estado iraquí se debilitaba, a su vecino sirio le iba aún peor. El control de los territorios orientales del país se había convertido en una relación mercantilista entre el estado Assadista y los caciques locales, de entre los que destacaban tribus como la Dulaim, que cuenta con ciudadanos en Iraq y en Siria. El derecho consuetudinario basado en la Sharia ya se había instaurado en buena parte de la región, especialmente allí en donde el régimen no llegaba con su aparato burocrático.
Además, las redes creadas por Al Qaeda cuando Siria era una región de apoyo, de repente se convirtieron en el caballo de Troya de los yihadistas, sobre todo cuando dichas redes pasaron a obedecer a EIIL, en vez de a Al Qaeda. Con un gobierno ausente, y un orden atomizado, la fuerza de combate de los yihadistas, aliada con importantes líderes locales, y reforzada por sus victorias tácticas primero, y por los desertores de Al Qaeda después, fue capaz de construir una región del salvajismo entorno a Raqa. Mientras tanto la situación se deterioraba a marchas forzadas en Iraq.
Conviene recalcar las torpes decisiones del gobierno de Iraq en estos momentos críticos: a la desmoralización de las fuerzas de seguridad y las redes de apoyo establecidas por los yihadistas desde 2003 en todo el Iraq suní hay que sumar la campaña mediática y, por supuesto el empleo del terror. Muchos puestos avanzados -especialmente en la frontera sirio-iraquí- fueron tomados al asalto, y sus defensores muertos. El ejército era incapaz de reaccionar a este tipo de golpes de mano, al igual que tampoco era capaz de detener los atentados con coches bomba, y el desapego de la población civil y de las tribus.
Sería interesante pensar si, en este contexto, el ejército iraquí era visto como una especie de ejército extranjero en el propio territorio iraquí, ya que así se entiende mejor su descalabro, al equipararse a una potencia colonial que apenas tiene apoyo social y que se ve obligada a abandonarlo todo. En cualquier caso, el estado central se había convertido en una cáscara vacía, cuya resistencia dependía de un ejército y de una policía desmoralizados y aislados.
EIIL ya había conseguido controlar una región del salvajismo en Siria. El dominio de Raqa y de sus alrededores en 2013 permitió a EIIL tejer alianzas, reforzar su ejército y aprender a gestionar un territorio.
Con la situación deterioradísima en medio Iraq, que ya había llegado a lo “salvaje” en buena parte del mundo rural tribal, EI preparó una gran operación militar con la que explotar la situación, expulsar al estado central y hacerse con el dominio de grandes territorios.
Con esta operación militar conquistaron gran parte de Iraq y se atrevieron a proclamar el Califato, algo inaudito. Pronto instauraron una organización basada en los califatos de la época de oro del Islam, que aprovechaba la experiencia ganada en Siria. A su vez, se esforzaron por reclutar mano de obra cualificada para dirigir la administración civil y explotaron al máximo sus acciones bélicas y su nueva imagen mundial. En muchos casos, incluso aprovecharon el tirón mediático para que los medios extranjeros jugaran a su favor.
La llamada a la Yihad se hizo más fuerte que nunca, atrayendo a miles de extranjeros a las filas del Califato y facilitando la aparición de numerosos grupos que rendían pleitesía a EI y decían ser sus wilayat y sus emiratos. Sea como fuere, y a pesar de defenderse con uñas y dientes, EI perdió a lo largo 2015-2019 la mayor parte del territorio que había conquistado en 2014, aunque en realidad el grupo ha sobrevivido hasta hoy.
ANÁLISIS
En el caso de EI la estrategia tuvo un problema de tempo. La idea de Abu Bakr Naji era que una vez instaurado el Califato, este sería definitivo y se expandiría a imagen y semejanza de los califatos de la alta edad media, hasta prácticamente dominar el mundo. Sin embargo, aunque EI quiso seguir una vía parecida, con un expansionismo muy fuerte durante su primer año, la realidad material se impuso y la inexistencia de aliados internacionales dio lugar a un califato que fue flor de un día.
Ahora bien, es justo decir que el Idharat al-Tawahus se concentra en una estrategia para obtener el poder, pero en realidad, no va mucho más allá, así que sería injusto decir que el estratega Abu Bakr Naji se equivocó.
EI también tuvo un problema de base. Al fin y al cabo, toda la estrategia se basaba en la población local sunita, pero en cuanto se pasaba a zonas chiítas, cristianas, drusas o kurdas el mensaje sunita más radical no calaba entre la población. Quizás aquí reside el talón de Aquiles de toda la estrategia, y es que se limita a aquellos pueblos en los que el sunismo es preeminente sobre otras ramas del Islam o sobre otros elementos como la nación, la ideología o incluso, la raza.
Esta estrategia unida a la intransigencia y a la política violenta ejercida contra cualquier otro grupo hacen que la yihad pierda a muchos de sus potenciales aliados, a la par que los convierte en enemigos acérrimos.
Un punto interesante es que la estrategia de peldaños puede funcionar en ambas direcciones, tanto en periodos de expansión, como en periodos de repliegue. Al fin y al cabo, a lo largo de 2018 hemos visto como EI ha bajado del último peldaño al segundo, reconvirtiéndose en un grupo insurgente que trata de crear una nueva región del salvajismo.
Si EI volverá a tener éxito en los territorios que dominó dependerá de muchos factores, especialmente de la gestión de los estados, y de la visión que cale en los sunitas. De un lado, es posible que haya quienes recuerden a Dáesh con cariño, como un sistema más justo y puro que fue destruido por los infieles y por los apóstatas. De otro lado hay quienes le pueden guardar rencor por su rigidez religiosa, su violencia y por la destrucción de sus ciudades.
Como vemos, el estado de conflicto permanente ni ha acabado, ni dejó de metamorfosearse desde 2006. Su estrategia es como una piedra de Sísifo que sube y baja los peldaños de una escalera, con el deseo de que algún día se corone el último escalón, pero esta vez para siempre.
El conflicto nunca termina, y la población se acostumbra a la violencia y a la inestabilidad, lo que como ya vimos forma parte de la estrategia de Abu Bakr Naji. Casi siempre existe un germen de yihadismo, y la volatilidad de sociedades acostumbradas a la violencia, combinada con herramientas de comunicación instantáneas, garantizan que la semilla de la Yihad encuentre terreno abonado.
La mayor preocupación que nos puede causar Idharat al-Tawahus es que el conflicto difícilmente dejará de estar latente hasta dentro de siglos, y no cabe duda de que los yihadistas podrían obtener futuras victorias, más impresionantes que las conseguidas hasta ahora. No hay más que fijarse en la tendencia de los últimos treinta años para darse cuenta de que este fenómeno crece exponencialmente. Los muyaidín afganos fueron sólo guerrilleros locales, Al Qaeda fue un grupo terrorista internacional, Dáesh puede considerarse un verdadero estado yihadista, un Califato, y el caldo de cultivo del futuro no anima al optimismo con millones de jóvenes desempleados y sometidos a regímenes corruptos…
En otro orden de cosas, es particularmente interesante el entramado institucional y organizativo construido por el Califato en apenas meses. Pensemos que cuando tomaron Mosul, una organización como Dáesh que apenas podía contar con unos miles de adeptos, pasaba de repente a controlar el sino de casi siete millones de personas y un territorio del tamaño de Gran Bretaña.
A lo anterior hay que añadir que el Califato no estaba tomando las riendas de un estado preexistente, sino que tras haberlo destruido, estaba construyendo uno completamente nuevo a su imagen y semejanza.
Este logro fue posible gracias a la estrategia de peldaños, que les permitió ir creciendo y construirse de forma equilibrada, contando con una reserva de personal preparado para encargarse de la administración civil.
En otros casos, en los que grupos rebeldes sin una guía estratégica clara han destruido un estado, nadie ha sido capaz de ocupar el espacio de dicho estado, y en su lugar se ha creado un nuevo equilibrio de fuerzas o un territorio en el que reina la anarquía. Por ejemplo, en Libia, el aniquilado estado de Gadafi no ha sido reemplazado por nadie, mientras que en los territorios controlados por los rebeldes sirios se da una especie de extraña minarquía. Al contrario que en los ejemplos anteriores, EI no sólo creo un nuevo estado, sino que logró reemplazar a los estados sirio e iraquí en cosa se meses.
Respecto al Califato podemos hablar de un “esfuerzo de guerra” en el sentido estatal de la palabra, y eso se merece el calificativo de “increíble”. Se han construido órganos dedicados a la investigación y el desarrollo, y posiblemente hasta a la táctica, se han creado manuales militares y libros de texto unificados, se ha implicado a la población para el reclutamiento y hasta para levantar defensas en ciudades como Raqqa y Mosul. El mero hecho de que fueran capaces de construir un aparato burocrático real es muy significativo.
Pero junto al ascenso del Califato, también se han evidenciado los defectos en la estrategia apuntada por Abu Bakr Naji. Cuando este estratega de Al Qaeda escribió su obra, se pensaba en un Alto Mando unificado y representado por Al Qaeda Central, sin embargo ahora mismo el mundo yihadista tiene dos cabezas, la vieja Al Qaeda e ISIS.
Aunque el propio EI fue Al Qaeda Iraq hasta 2013, los problemas comenzaron a arreciar a lo largo de 2011-2013. En aquellos años, Jabhat al-Nusra, que era Al Qaeda Siria, se empezó a quejar a Al Qaeda Central de que los iraquíes se estaban entrometiendo en su territorio. A pesar de la intermediación de Al-Zawahiri -el sucesor de Bin-Laden-, el entuerto no sólo no se resolvió, sino que terminó con una escisión monumental que llevó a la guerra a ambos grupos.
El odio desplegado entre EIIL y Jabhat al-Nusra a menudo superó al de cualquier otro actor, y aún en situaciones de asedio Assadista entorno a Damasco, los yihadistas se enfrentaban entre sí, antes que defender unidos su ruinoso perímetro. Asimismo, las campañas de Jabhat al-Nusra para eliminar a Estado Islámico en las provincias de Alepo e Idlib fueron despiadadas. Además, en las primeras fases de la rivalidad numerosos yihadistas cambiaron de bando.
Situaciones similares a las vividas en Siria se reprodujeron en lugares tan distantes como Yemen o Afganistán, lo que nos hace pensar que “los yihadistas son lobos para los yihadistas”, algo que Abu Bakr Naji no supo predecir, y algo que la descentralizada estructura de Al Qaeda, no pudo impedir.
Desde el punto de vista global destaca especialmente la capacidad propagandística de EI, que ha superado con creces a Al Qaeda, particularmente desde la caída de Mosul, ya que les permitió hacerse con los estudios de la televisión estatal, así como con sus trabajadores.
Junto a la rama mediática Al Furqan, creada en 2006, posteriormente apareció Al-Hayat, que se encargaba de los comunicados y de la propaganda para el consumo internacional, mientras que Al-I Tisam estaba dedicada a los ciudadanos del Califato. Además, estaban disponibles en diversos idiomas, incluyendo inglés, turco, alemán y árabe.
La importancia de la esfera psicológica de la guerra comunicativa fue bien comprendida por los yihadistas quienes emplearon auténticas PSYOPS para apoyar algunas de sus grandes acciones, como por ejemplo en Mosul, en donde los yihadistas se hicieron con los minaretes de las principales mezquitas y emplearon los altavoces que debían llamar a la oración para anunciar la conquista de la ciudad e imbuir la confusión en las filas enemigas. Los resultados fueron los que hoy conocemos..
Pero el uso táctico de su aparato mediático y la mismísima estrategia tenían una gran debilidad: Su intransigencia. Un soldado chií estaba dispuesto a huir de las zonas sunitas, pero obviamente, el panorama era muy distinto cuando se convertía en un combate en territorios chiíes, y lo mismo es aplicable a aquellas unidades que viéndose rodeadas combatían a ultranza, a sabiendas de que no cabía esperar clemencia.
De todas formas, la estrategia comunicativa también ha cosechado grandes éxitos, como por ejemplo la adhesión de los yihadistas filipinos, que se atrincheraron durante cinco meses en la ciudad de Marawi, o los atentados de lobos solitarios, las acciones de Boko Haram o de Wilayat Sinaí.
Pero en esta lucha, Al Qaeda sigue contando, y mucho. Su capacidad de convocatoria ha quedado demostrada con los miles de uigures que han emigrado a Idlib, y hasta con los uzbekos de Malhama Tactical que se unieron a HTS. Incluso el gobierno de Hadi en Yemen se ha aliado puntualmente con Al Qaeda en la Península Arábiga para derrotar a los hutíes y a sus aliados, mientras que Al Qaeda fue fundamental para liderar las revueltas en Mali que llevaron a la intervención europea. Lo cierto es que, a pesar de haber quedado hasta cierto punto en segundo plano, Al Qaeda tiene algunas ventajas sobre EI, pues hace ya tiempo que desarrollaron una estructura descentralizada para reducir la capacidad de la inteligencia occidental para eliminar líderes. Además es probable que mantengan unas redes de apoyo logístico y económico más fuertes que los de Dáesh, aunque no es seguro.
Para finalizar, conviene apuntar que los blancos de las campañas de violencia yihadistas han sido los apuntados en el Idharat al-Tawahus, así pues, recordemos como el turismo de los países árabes ha sido el objetivo sistemático de los ataques yihadistas, mientras que en Libia o Argelia han atacado constantemente la infraestructura de los hidrocarburos. Recordemos también que en 2013se produjo el espectacular episodio de la planta de gas natural de In Amenas, en Argelia, que acabó con una pequeña batalla con varias decenas de muertos.
OCCIDENTE
Occidente juega un papel especial para la ambición internacional del yihadismo, al fin y al cabo somos el chivo expiatorio de buena parte de los problemas que provocan su aparición y política y comunicativamente hacernos daño les proporciona apoyos.
En los países de Europa Occidental hay una población islámica que sostiene un ritmo de crecimiento muy rápido. En Francia se estiman unos 6 millones de musulmanes, cuando en 2005 eran 4,4 millones aproximadamente. En 2015 en Alemania se estimaron unos 4,4 millones de musulmanes, a los que hay que sumar varios cientos de miles de refugiados que llegaron ese mismo año. Ya en 2005, se calculaba que el 10% de los nacimientos provenían de padres musulmanes, una cifra que seguramente ha aumentado.
Naturalmente, cada corriente migratoria tiene rasgos propios. Los turco-alemanes, los franco-argelinos o la mezcolanza de refugiados ofrece características distintas, sin embargo es cierto que la inmensa mayoría de esta población es sunita.
Lo que los yihadistas necesitan para triunfar en Occidente pasa por contar una sociedad mayoritariamente sunita, algo que obviamente no van a conseguir salvo en el muy largo plazo, pero eso no significa que no vayan a intentar usar a los sunitas como trampolín de su estrategia aunque estén en minoría.
Si la población musulmana europea fuera homogéneamente distribuida sería distinto, pero lo cierto es que la mayoría se concentra en ciudades, y a menudo se congregan en comunidades. Estas comunidades pueden llegar a convertirse en una suerte de tribus, a efectos prácticos, y aquí es donde reside una potencial amenaza, que en algunos casos ya se ha materializado.
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