La nueva Estrategia para el Ártico 2024 de Estados Unidos

Destructor estadounidense USS Gridley (DDG 101) atracado en Tromso, Noruega. La US Navy ocupará un papel fundamental dentro de la nueva Estrategia para el Ártico 2024 de los Estados Unidos
Destructor estadounidense USS Gridley (DDG 101) atracado en Tromso, Noruega. La US Navy ocupará un papel fundamental dentro de la nueva Estrategia para el Ártico 2024 de los Estados Unidos. Fuente: US Navy.

Los Estados Unidos, a pesar de su potencial militar, económico y diplomático, han mantenido una postura un tanto dubitativa en los últimos tiempos en relación con el Ártico. Postura que ha facilitado que actores como Rusia se hagan fuertes en la región y que otros como la República Popular de China ganen un ascendente cada vez mayor en un espacio crucial por sus recursos y -gracias al deshielo- como futura vía para el comercio marítimo. Con la nueva Estrategia para el Ártico 2024 recientemente publicada -y que llega apenas dos años después de la de 2022- desde Washington pretenden revertir el actual estado de cosas, poniendo negro sobre blanco las principales líneas de acción que el país norteamericano buscará seguir durante los próximos años, fomentando la cooperación con sus vecinos y aliados cercanos, y buscando lograr una preparación adecuada para llevar a cabo despliegues en la región.

Índice

  • Introducción
  • Estados Unido y el Ártico
  • La Estrategia para el Ártico 2024
  • Consideraciones finales
  • Referencias

Introducción

El Departamento de Defensa de Estados Unidos publicó en julio de 2024 su nueva Estrategia para el Ártico, con la que aspira a guiar los esfuerzos nacionales que permitan a Washington asentar una posición de liderazgo en una región de importancia estratégica clave para su seguridad territorial. Durante las últimas décadas, la geopolítica del Ártico ha ido ganando cada vez más importancia a nivel internacional, debido al potencial que guarda una región antaño inaccesible, pero cuyo progresivo deshielo ha ido abriendo la ventana a la explotación de gran cantidad de recursos naturales, de los que buena parte reposan bajo el lecho marino.

Además, a medida que la subida de temperaturas ha ido reduciendo la extensión de la capa de hielo que abarca parte de la región, favoreciendo el acceso a regiones más al norte del mar de Barents, Rusia ha visto cómo la que hasta hace poco era su frontera más segura se va convirtiendo en otro flanco que defender de la creciente presencia de buques occidentales. Así, durante las últimas tres décadas, Moscú ha realizado notables inversiones en sus infraestructuras y bases militares distribuidas a lo largo de su costa en el Ártico, incluyendo la península de Kola (que alberga, entre otras, a su Flota del Norte, la más importante de su marina de guerra), o los archipiélagos de Nueva Zembla o Tierra de Francisco José. Además de reformar y volver a dotar de medios modernos muchas bases que llevaban prácticamente abandonadas desde la década de los noventa, lo que a su vez ha generado cierto malestar en vecinos de la región como Noruega o Suecia, ha dedicado grandes esfuerzos y recursos a potenciar la Ruta del Mar del Norte, que atraviesa el flanco ártico a lo largo de toda su costa, conectando el Pacífico y el Atlántico en menos tiempo que a través del Canal de Suez y el Mediterráneo.

Todo lo anterior ha generado que países de la región como Estados Unidos vean cada vez más relevante la adopción de una postura sólida en la geopolítica de esta región, a fin de garantizar la continuidad de ese raro fenómeno comúnmente descrito como “Alto Norte, Bajas Tensiones” que ha caracterizado a la región durante años, y prevenir cualquier posible escalada de tensiones con Moscú derivada del conflicto actual en Ucrania. En este contexto, la estrategia publicada por Washington proporciona una visión clara de las principales líneas de acción que el país norteamericano buscará seguir durante los próximos años, fomentando la cooperación con sus vecinos y aliados cercanos, y buscando lograr una preparación adecuada para llevar a cabo despliegues en la región. Esta visión choca, sin embargo, con la complicada situación que atraviesa su industria marítima nacional, incluida la naval.

El presente artículo aborda, en primer lugar, la relación de los Estados Unidos con el Ártico, seguido de un breve análisis del contenido del nuevo documento, y terminando con algunas consideraciones acerca de las aspiraciones estadounidenses en la región para el futuro cercano.

https://www.revistaejercitos.com/focus/seguridad-maritima/la-nueva-estrategia-nacional-de-los-estados-unidos-para-el-artico/

Estados Unidos y el Ártico

Desde que en 1867 Washington comprara la región de Alaska a Rusia por poco más de 7 millones de dólares de entonces, Estados Unidos ha formado parte del reducido club de países que cuentan con costa en el Ártico. En aquel entonces, la compra fue vista a ojos de los estadounidenses como un sin sentido y un despilfarro de dinero. Más de 150 años más tarde, gracias a esa compra, Estados Unidos está en una posición privilegiada para tomar parte en la geopolítica de una región en un momento de plena ebullición.

Hace casi dos años analizábamos en estas páginas  la Estrategia Nacional de Estados Unidos para el Ártico de 2022. Decíamos entonces que el documento reflejaba un “cambio de mentalidad del gobierno estadounidense. Mientras que la de 2013 apenas hacía referencia a las tensiones geopolíticas y se centraba en la cooperación y la prevención frente al cambio climático, la nueva edición subraya claramente el cambio drástico que se ha dado en el entorno estratégico, y la necesidad de intervención para preservar la estabilidad”. Dos años más tarde, la nueva estrategia publicada por el Departamento de Estado va aún más allá, haciendo patente la preocupación existente en Washington a causa de las actividades de China y Rusia, así como la cooperación entre ambos, y la creciente militarización de la región rusa del alto norte.

No obstante, como avanzábamos unas líneas más atrás, la realidad marítima estadounidense atraviesa un momento marcadamente difícil. Su industria naval adolece, como la de gran parte de países occidentales, de graves problemas de personal y de capacidades. Esta carencia se ha traducido, entre otras cosas, en numerosos retrasos en la construcción de sus buques de guerra, incluidas las futuras fragatas clase Constellation o sus submarinos estratégicos de la clase Columbia. En el caso del Ártico y su Guardia Costera, el deficiente estado de su flota de buques rompehielos pone también en entre dicho la presencia de Washington en su patio norte, con una flota que, además de ser demasiado pequeña para las necesidades nacionales, cuenta con buques relativamente anticuados y a años luz de los que posee Rusia. Todo ello plantea a Washington un desafío importante a la hora de fortalecer su presencia en la región de acuerdo con la líneas marcadas en su estrategia de 2024. Por ello, como veremos a continuación, si bien el análisis del documento revela una voluntad clara, hacerla realidad será más difícil de lo que a priori pueda parecer.

https://www.revistaejercitos.com/articulos/el-artico-la-ultima-frontera-de-rusia/

Estrategia para el Ártico 2024

La nueva Estrategia para el Ártico 2024 describe en primera instancia los intereses de defensa que Washington tiene en la región, tras reiterar en diversos puntos que “el Ártico es una región estratégicamente importante para Estados Unidos”.[1] Estos intereses incluyen infraestructuras que alberga Alaska como “sistemas de alerta aeroespacial, control aeroespacial, y alerta marítima”[2], así como la labor que desempeña esta región en la ejecución de operaciones en el Indo-Pacífico como flanco norte del mismo. Por otro lado, se menciona también la cooperación existente con sus aliados al otro lado del Atlántico, en el conocido como Ártico europeo (Islandia, Noruega, Suecia y Finlandia), subrayando que “la colaboración en esta región entre los Mandos de Combatientes Unificados (Unified Combatant Commands en inglés) y los aliados del Ártico es crítica para la defensa colectiva de la OTAN y la defensa nacional estadounidense”.[3] Por último, se destacan también que “la reducción del hielo debido al cambio climático implica que cuellos de botella como el Estrecho de Bering entre Alaska y Rusia o el mar de Barents al norte de Noruega son cada vez más navegables y más relevantes militarmente”.[4]

Seguidamente, elabora un breve análisis del entorno estratégico en la región, centrado en dos actores principales: China y Rusia. Sobre China, la estrategia estadounidense de 2022 decía que “la RPC busca aumentar su influencia en el Ártico a través de un portfolio más amplio de actividades económicas, diplomáticas, científicas y militares. También ha enfatizado su intención de jugar un papel de mayor peso a la hora de dar forma a la gobernanza regional”. En la de 2024, como parte de la descripción que elabora sobre el entorno estratégico en la región, se sostiene algo similar, detallando también las crecientes capacidades con las que cuentan en términos de buques rompehielos y de investigación científica. Así mismo, subraya también que “su Ruta de la Seda Polar ha sido empleada para ganar presencia en la región a través de perseguir inversiones en infraestructuras y recursos naturales, incluido en territorio de países miembros de la OTAN”.[5]

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