El deterioro del entorno estratégico en la región Indo-Pacífica está provocando que la alianza EEUU-Japón recobre su valor, dada la necesidad de aumentar la capacidad de disuasión de la misma, respondiendo así a la amenaza que plantean tanto la República Popular de China como Corea del Norte o la Federación de Rusia. Recientemente, el presidente estadounidense y el primer ministro japonés han mantenido en Washington un encuentro en el que han puesto de manifiesto la necesidad de continuar estrechando la relación entre sus respectivos países, la interoperabilidad y colaboración entre las Fuerzas Armadas estadounidenses y las Fuerzas de Autodefensa de Japón y, también, de enviar una señal a Pekín y Piongyang, algo que podría hacerse, entre otras cosas, situando a un general de cuatro estrellas -actualmente ocupa el cargo uno de tres- al frente de las fuerzas estadounidenses desplegadas en territorio japonés.
Índice
- Introducción
- La alianza EEUU-Japón
- Japón y la evolución estratégica de la región de Indo-Pacífico
- Nuevos horizontes para la alianza EEUU-Japón
- Conclusiones
Introducción
En el transcurso de los tres últimos años, la alianza EEUU-Japón ha alcanzado una altura sin precedentes. Llegamos a este momento histórico por que nuestras naciones, individual y conjuntamente, decidimos dar grandes pasos para fortalecer nuestra capacidad colectiva de formas que hubiesen parecido imposibles hace tan sólo unos años.
Joe Biden
Con estas declaraciones abría el comunicado conjunto publicado el pasado 10 de abril, justo tras la reunión del presidente Joe Biden con el primer ministro nipón, Fumio Kishida, en la Casa Blanca. Ante la rápida evolución y el deterioro de la situación estratégica en la región de Indo-Pacífico, ambos países se han comprometido a dar otro paso importante en su alianza defensiva, que vio la luz hace ya siete décadas. Durante su reunión, ambos mandatarios se han comprometido a seguir avanzando en la cooperación militar, enfatizando el desarrollo de capacidades conjuntas y la mejora de las relaciones y la interoperabilidad entre sus fuerzas armadas, así como en otros aspectos relacionados con el ciberespacio o el espacio exterior.
La decisión de dar un nuevo impulso a la alianza EEUU-Japón responde a un claro interés por reforzar su capacidad de disuasión y hacer frente a a la amenaza que plantea la República Popular de China, aunque no solo, pues también se tiene en cuenta la que suponen otros países como Corea del Norte (con su programa tanto nuclear como de misiles) y Rusia. Entender el creciente valor que para Washington y Tokio tiene su alianza y los anuncios relativos a nuevos pasos obliga, no obstante, a considerar tanto el trasfondo de su cooperación, como algunas de las trabas a la misma. Así, a lo largo de las siguientes líneas repasamos: 1) la evolución de la cooperación entre ambos países desde sus comienzos; 2) algunos de los aspectos que han contribuido a deteriorar el panorama estratégico en Indo-Pacífico y, también; 3) los puntos más destacables del último encuentro mantenido por los dos mandatarios japonés y estadounidense en Washington, incluyendo los anuncios hechos respecto a nuevos pasos de cara a estrechar su colaboración.
La alianza EEUU-Japón
La actual alianza EEUU-Japón se remonta al periodo posterior al final de la Segunda Guerra Mundial. Después de que el Emperador aceptase la rendición incondicional de Japón y una vez finiquitado -tras entrar en vigor el Tratado de San Francisco- el periodo de ocupación (oficialmente terminaría el 28 de abril de 1952) norteamericano del archipiélago japonés, ambos países se enfrentaban a un nuevo desafío que terminaría por marcar su relación futura: el representado por la Unión Soviética.
Como consecuencia de la necesidad tanto de contener a la URSS en Extremo Oriente, como de anclar a Japón a lo que se dio en llamar «Mundo libre», surgió el “Tratado de Cooperación y Seguridad Mutuas entre Japón y Estados Unidos”, amparado en el deseo de ambos estados de fomentar una mayor cooperación económica y en el reconocimiento de que “tienen un derecho inherente de autodefensa individual o colectiva”. Así, entre otras cosas, dicho tratado (en vigor desde el 23 de junio de 1960) define el compromiso de ambos para mantener y desarrollar sus capacidades a la hora de defenderse de un ataque armado a través de una ayuda mutua continua y efectiva (Art. 3), obligando a los Estados Unidos a defender al país nipón si este es atacado por un tercero (Art. 5).
Tal y como señala el Departamento de Estado norteamericano, desde que viera la luz, la alianza EEUU-Japón «ha servido como la piedra angular de la paz, la estabilidad y la libertad en la región del Indo-Pacífico”. Desde su firma, el citado tratado de cooperación se ha convertido en la base de una estrecha relación que se ha visto reforzada en las últimas décadas por el ascenso de China como potencia regional y sus aspiraciones revisionistas en el Indo Pacífico. Estos cambios han llevado a Japón, además, a modificar progresivamente su tradicional postura militar, puramente defensiva. Como señalaba Augusto Conte a comienzos de 2023 en un artículo sobre la nueva Estrategia de Seguridad de Japón, publicado en estas mismas páginas:
“Mientras Tokio piensa en dotarse de capacidades de contraataque bajo una estrategia de seguridad nacional que busca un papel regional más asertivo, en un reciente comunicado de Anthony J. Blinken, secretario de Estado de Estados Unidos, explicaba que ambos países convergen al reconocer vínculos más estrechos entre ambas naciones, con ideas afines y fundamentales para proteger los intereses y abordar los desafíos compartidos”.
Además de lo anterior, con la firma de las Guías para la Cooperación en Defensa entre Japón y Estados Unidos (conocidas como “las guías”) en 2015, ambos actores afianzaron su compromiso de favorecer el intercambio de información y el establecimiento de un entendimiento mutuo sobre la evolución de los acontecimientos en la región. Dicho lo cual, en actualidad, la cooperación en materia de seguridad entre ambos países se compone de varias líneas de trabajo, entre las que se han de destacar:
- Defensa de Misiles Balísticos: Japón comenzó a trabajar en la producción de misiles SM-3 Block IIA en 2006, fortaleciendo sus capacidades defensivas en respuesta a la proliferación del arsenal de sus vecinos de China y Corea del Norte. En 2017 se anunció la intención de desplegar un sistema de defensa antimisiles Aegis en tierra (Aegis Ashore), pero el proyecto fue finalmente cancelado en 2020. Su Fuerza Marítima de Autodefensa cuenta con ocho destructores ya en servicio equipados con el sistema Aegis (cuatro clase Kongo, dos clase Atago y dos clase Maya). Además, Lockheed Martin anunció recientemente el éxito de las pruebas del radar AN/SPY-7, con el que dotará a otros dos destructores de 12.000 toneladas, previstos para ser entregados en 2027 y 2028.
- Ciberespacio: Ambos países han tenido diversas reuniones durante los últimos años para discutir medidas que fortalezcan sus capacidades en cuanto a disuasión el «quinto dominio», incluyendo el desarrollo de contramedidas ciber y el aumento de la conciencia sobre estas cuestiones. El octavo “US-Japan Cyber Dialogue” tuvo lugar en mayo de 2023, reafirmando la necesidad de continuar con el trabajo en materia de ciberseguridad a nivel nacional e internacional.
- Espacio Exterior: Al igual que con la ciberseguridad, ambos países comenzaron en 2018 a celebrar los diálogos “Comprehensive Dialogue on Space” y el “Space Security Dialogue”. Además, en 2023, ambos países firmaron un acuerdo marco de “cooperación en la exploración espacial y el uso del espacio exterior”, incluyendo también la exploración lunar y de otros cuerpos celestes.
- Seguridad Marítima: Por último, una de las áreas que mayor protagonismo ha cobrado durante la última década, como consecuencia de la creciente asertividad de Pekín en la región, es la seguridad marítima. Tanto Japón como Estados Unidos han mostrado en numerosas ocasiones su rechazo a la ambigüedad de las actividades marítimas de China, que acostumbran a traspasar los límites de las aguas territoriales de los países vecinos, con muchos de los cuales mantiene disputas abiertas relativas a la posesión de determinadas islas e islotes. En los últimos años, Japón ha ido aumentando el tamaño y las capacidades de sus flotas submarina y de superficie, con incorporaciones como las de los submarinos de ataque clase Sōryū y Taigei, o las fragatas clase Mogami.
Estas y otras áreas de cooperación entre ambos países han ido fortaleciéndose a mayor velocidad durante los últimos años, como consecuencia de la evolución geopolítica en la región. A ello se ha sumado también la participación de ambos en iniciativas multilaterales como el Dialogo Cuadrilateral (QUAD) sobre el que ya escribió, también en estas páginas, Sara Álvarez allá por 2020.
Japón y la evolución estratégica de la región de Indo-Pacífico
Como bien es sabido, desde finales de la Segunda Guerra Mundial, Japón promulgó con el artículo noveno de su constitución la renuncia a la guerra como derecho soberano de la nación y al uso de la fuerza como medio de resolución de sus disputas internacionales. Derivado de ello, la nación nipona renunció al mantenimiento de sus fuerzas militares convencionales, de las que sólo ha conservado una mínima parte bajo el nombre de “Fuerzas de Autodefensa”. No obstante, el ascenso de China como potencia regional desde hace ya varias décadas, y como potencia global en los últimos años, ha llevado a Japón a modificar gradualmente su postura nacional respecto al poder militar y sus Fuerzas de Autodefensa, cada vez más potentes y capaces, incluso en el terreno ofensivo.
(Continúa…) Estimado lector, este artículo es exclusivo para usuarios de pago. Si desea acceder al texto completo, puede suscribirse a Revista Ejércitos aprovechando nuestra oferta para nuevos suscriptores a través del siguiente enlace.
Be the first to comment