La presencia de Wagner Group en África ya no es ninguna novedad. De hecho, no deja de crecer. Las recientes elecciones presidenciales y legislativas en la República Centroafricana han dado lugar a una serie de operaciones militares por parte de varios grupos rebeldes al objeto de impedirlas. Este sería un capítulo más dentro del conflictivo país, de no ser por la presencia de un actor poco usual en esta región: Rusia. En concreto, de la compañía de mercenarios Wagner Group. En un principio destinada tan sólo a entrenar a las fuerzas del país, por primera vez hemos tenido constancia gráfica de su participación en acciones de combate, tal y como han hecho antes en Ucrania, Siria y Libia.
El interés ruso por la República Centroafricana es relativamente reciente y obedece en gran parte -como en otros escenarios, caso de Oriente Medio- a la oportunidad surgida tras la retirada relativa de otra potencia, en este caso Francia.
La estrategia francesa tras el fin de la Operación Sangaris (2013-2016) en la RCA, pasó a enfocarse en el Sahel, región en la que desde El Elíseo perciben como prioritaria, especialmente debido al auge del terrorismo. Es quizá por eso que Francia ha permitido una mayor actividad rusa en el centro del continente, especialmente en la RCA, antigua colonia gala y sobre la que sigue manteniendo una gran influencia. De hecho, cabe recordar que la presencia rusa en el país fue posible gracias a la propia Francia, país que permitió un levantamiento parcial del embargo de armas que pesaba sobre la RCA para que Rusia donara cierta cantidad de armamento ligero, además del envío de instructores militares. Una oportunidad que Moscú sabría aprovechar de cara a aumentar su influencia en el país africano, consiguiendo importantes contratos para sus empresas mineras y poco a poco, desplazando a la misma Francia como la potencia con mayor ascendente sobre la RCA.
Dicho esto, es importante aclarar que la actitud rusa respecto a Francia en la RCA no ha sido agresiva y que ambos países apoyan al mismo hombre, aunque cada uno lucha por sus intereses. Eso sí, el interés ruso pasa por convertirse en un aliado indispensable para el gobierno de la RCA, algo que trata de conseguir ofreciendo su habitual «paquete» de venta de armas, apoyo diplomático y seguridad, especialmente para los mandatarios centroafricanos, ocupando el lugar que hasta ahora ocupaba Francia.
Tras el éxito cosechado en su intervención en Siria, en la que Wagner tuvo un papel relevante ante la pésima calidad de la infantería local y las milicias foráneas patrocinadas por Irán, Rusia continuó explotando este modelo en distintas latitudes. Lo hizo de forma muy limitada en primer lugar en Sudán y Libia, aunque en este caso a una escala mucho mayor, prácticamente similar a la de Siria. Eso sí, en cada lugar lo ha venido haciendo con ciertos matices, adaptando los modos a las condiciones locales.
La República Centroafricana es, como sabemos, uno de los países más pobres del mundo, algo que se refleja también en su Índice de Desarrollo Humano. Cuenta además con una dilatada y sangrienta experiencia en golpes de estado y luchas intestinas, lo que no ayuda a mejorar la situación de sus habitantes. Debido a su posición y recursos, no obstante, es una pieza codiciada del tablero africano. Tradicionalmente dentro de la esfera de influencia de Francia, su antigua metrópoli, es objeto de deseo para Rusia, pues está enclavado dentro del eje de influencia norte-sur que trata de construir en África (Libia/Argelia-Sudán-República Centroafricana-Mozambique).
Dentro de dicha estrategia, el centro de gravedad ha sido durante mucho tiempo Sudán, país en el que recientemente hemos sabido que Rusia contará con una base naval. El apoyo ruso en forma de venta de armas y de protección diplomática en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, forjó una fuerte relación de dependencia de Sudán hacia Rusia. Ahora, al menos en parte, la República Centroafricana (RCA), que mantiene frontera con Sudán, está tomando el relevo.
Más allá de la venta de armas y de las oportunidades que ofrece a los gigantes rusos de la minería -algo que debe darse por descontado en todas las acciones rusas en África-, la intervención en la RCA a diferencia de lo ocurrido en Siria o Libia, permite a Rusia participar por una vez del lado de la Comunidad Internacional. En el caso sirio, aunque Rusia contaba con el beneplácito del gobierno de Assad, cabe recordar que este último estaba sometido a una fortísima presión internacional. La dura represión contra la población civil durante las revueltas, y luego los crímenes de guerra de los cuales se le acusaba -y que incluían el uso de armas químicas-, convertía el apoyo de Rusia a Assad en algo bastante impopular. En Libia, al sostener a Haftar, también estaba técnicamente sosteniendo al bando enfrentado al apoyado por las Naciones Unidas (aunque en este caso no era ni mucho menos la única potencia que lo hacía). Por el contrario, en el caso de la República Centroafricana, la intervención permite al Kremlin colaborar con organizaciones multilaterales como la MINUSCA o la Unión Africana, así como con numerosos actores locales. Eso sí, no debemos perder de vista que a pesar del beneplácito internacional y del gobierno legítimo encabezado por Touadéra, la intervención rusa ha hecho saltar las alarmas en numerosos países, en especial en Francia y los EE. UU., además de en el vecino Chad.
En resumen, la intervención en la RCA permite a Rusia: 1) avanzar en su implantación en el continente africano; 2) lograr importantes contratos para sus empresas mineras; 3) exportar armamento, aunque sea en cantidades modestas y; 4) mejorar su imagen exterior al sostener a un régimen apoyado por la comunidad internacional. Todo ello con una inversión y riesgo mínimos.
Cronología de la presencia rusa
- 7 de octubre de 2017. El presidente de la RCA, Faustin-Archange Touadéra, visita al ministro de Relaciones Exteriores de la Federación Rusa, Sergey Lavrov, en Sochi.
- 27 de diciembre de 2017. Llegada de 170 instructores rusos de la empresa privada Sewa Security Services a la RCA, que no es más que Wagner Group operando bajo otro nombre. A estos 170 instructores les acompañaban también 5 militares rusos, que junto al asesor presidencial, Valety Zakharov, confieren carácter oficial a la misión.
- 23 Mayo de 2018. Touadéra se reúne con Putin en un foro económico en San Petersburgo, afirmando que su país «tiene expectativas muy altas con respecto a posibles futuros intercambios en la esfera económica y en la humanitaria».
- Junio de 2018. Lobaye Invest, tras haber negociado el acceso al oro y diamantes de la RCA desde al menos primavera del mismo año, recibe los permisos necesarios para operar a principios de junio. Los mercenarios rusos cuidarán de las explotaciones mineras rusas.
- 30 agosto 2018. Tres facciones rebeldes firman un acuerdo de paz preliminar.
- 24 de enero al 5 de febrero de 2019. Conversaciones de paz en Jartum, la capital de Sudán, dentro del marco de la Iniciativa Africana para la Paz y la Reconciliación en la República Centroafricana y bajo los auspicios de la Unión Africana, aunque Rusia ha jugado un papel clave en las negociaciones.
- 6 de febrero de 2019. Firma del Acuerdo para la Paz y la Reconciliación en la RCA por parte de las autoridades y 14 grupos armados. Podemos decir que se inicia oficialmente el proceso de paz y de estabilización. Se intenta integrar algunos líderes rebeldes en el gobierno, sin embargo, como veremos posteriormente, es insuficiente según estos.
Desde entonces, uno de los cambios más significativos pasa por la participación de los mercenarios rusos de Wagner Group en acciones de combate, algo que va mucho más allá de su papel original como instructores. Un paso adelante que examinamos en el siguiente epígrafe.
La situación actual en la RCA
Antes de pasar a tratar las operaciones militares, conviene saber un poco sobre las peculiaridades de este país, que las condicionan bastante. Para empezar, su geografía. La República Centroafricana tiene una superficie un poco mayor a la de Portugal y España juntas, pero con una población estimada de unos 4.600.000 habitantes, lo que nos da una idea del tipo de hábitat disperso típico en la zona -a excepción del casi un millón de habitantes que viven en su capital, Bangi- y las grandes distancias a recorrer entre zonas habitadas. Por si esto último no ofreciese suficiente dificultad a la hora de plantear las operaciones militares, como es lógico en un país tan pobre la infraestructura de comunicaciones es muy escasa y de mala calidad, con muy pocos caminos transitables durante todo el año y con gran importancia de las vías fluviales en lo relativo al tránsito de mercancías.
No es de extrañar que en semejante escenario y con unas fuerzas armadas en construcción, el control sobre el territorio por parte del gobierno de Bangi sea escaso. Además, pese a la existencia de MINUSCA (Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de las Naciones Unidas en la República Centroafricana), tanto el número de efectivos como su equipo y la obligación de cumplir con unas reglas de enfrentamiento (RoE) demasiado restrictivas, hacen que su papel sea muy discreto. De hecho, los refuerzos ruandeses que llegaron recientemente al país lo hicieron fuera de la MINUSCA precisamente para evitar verse limitados por las RoE en vigor. Así las cosas, se estima que el gobierno apenas controla algo menos de una tercera parte del país.
Por otra parte, la RCA se encuentra situada en mitad del continente y sin acceso al mar, por lo cual se ve obligada a importar muchos productos básicos a través de otros países. El más importante es Camerún, estado que posee los puertos más cercanos a los que puede acceder la RCA. Esto ha motivado que muchos de los combates se hayan producido precisamente en la zona occidental de la RCA, tratando de aislar a la capital de los productos básicos llegados a través del vecino Camerún.
Dicho lo anterior, el último estallido de violencia en la tumultuosa RCA es muy reciente, datando de apenas unas semanas atrás. Su origen se encuentra en la sentencia del día 7 de diciembre de 2020 por parte del Tribunal Constitucional de la RCA, en la que se negaba a François Bozizé la posibilidad de presentarse a las elecciones presidenciales del 27 de diciembre. No era una decisión arbitraria, sino que venía respaldada por una orden internacional de detención y sanciones por parte de la ONU contra él por crímenes graves como torturas y asesinatos.
Lejos de entregarse o buscar refugio en algún país amigo, Bozizé, a sabiendas del descontento que reina entre la oposición centroafricana, parece que ha centrado sus esfuerzos en coordinar la sublevación contra el gobierno de Bangui.
Es así como se presenta públicamente el pasado 17 de diciembre la Coalición de Patriotas por el Cambio (CPC), que no deja de ser una suerte de alianza de conveniencia muy precaria organizada en torno a François Bozizé. Curiosamente, algunos de los miembros de la misma combatieron en 2013 al propio Bozizé cuando este todavía era Presidente de la RCA y pretendían expulsarle del poder, pero ante un enemigo común, han optado ahora por olvidar el pasado y aunar fuerzas.
Si bien las operaciones rebeldes tenían como objetivo principal alcanzar la capital, Bangui, y deponer al presidente Touadéra en el caso de que no se plegara a sus exigencias, también buscaban boicotear las elecciones, sembrando el terror mediante ataques a las mesas electorales y a quienes las distribuyen. Como hemos dicho antes, las comunicaciones son muy precarias, por lo que las urnas y demás material electoral tenía que ser llevado en motocicletas, de manera desprotegida, siendo presa fácil de los rebeldes. Por supuesto, las garantías de una elecciones limpias en estas circunstancias también eran mínimas.
El papel de Wagner Group
Al menos en inicio -y hasta dónde se sabe- la misión principal de los instructores rusos en la RCA era adiestrar a las Fuerzas Armadas Centroafricanas (FACA), algo que hemos podido ver en diversos vídeos. En especial destaca uno publicado por la cadena de noticias catarí Al Jazeera poco después del asesinato de tres periodistas rusos que investigaban las actividades de Wagner en el país. Un suceso que fue interpretado como una advertencia a posibles miradas indiscretas.
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