El contencioso entre Venezuela y Guyana por la soberanía del territorio del Esequibo se remonta ya a casi dos siglos. Ha tenido idas y venidas, pero sigue sin solucionarse a día de hoy. No obstante, la tensión comenzó a aumentar en 2015 y en los últimos seis meses se ha disparado. Un repaso a los aspectos económicos, políticos, internos y externos de esta disputa puede ayudar a comprender mejor la corriente de fondo que fluye bajo la actual discordia en torno al Esequibo. El recuperar un pasado en torno al que hay consenso, que cohesiona, para intentar solucionar los problemas del presente se apunta como una estrategia de dudosa eficacia a bote pronto. Sin embargo, parece ser el camino elegido por Venezuela inmersa como está desde hace años en una de las épocas más difíciles de su historia reciente y con un régimen en horas bajas.
“El pasado nunca muere, ni siquiera es pasado”, decía el escritor estadounidense William Faulkner. Una frase que se ajusta casi con milimétrica precisión a los acontecimientos recientes, y no tan recientes, entre Venezuela y Guyana.
Ahora que el sonido de los tambores de guerra parece alejarse, se percibe como el momento adecuado para apuntar algunas reflexiones en torno a lo que ha pasado, y lo que por un breve espacio de tiempo parecía que podía ocurrir, entre ambos países sudamericanos, por el largamente disputado territorio delimitado por el río Esequibo.
El jueves 14 de diciembre de este 2023 por la tarde se reúnen en Kingstown, capital de la isla caribeña de San Vicente y las Granadinas, el presidente venezolano, Nicolás Maduro, y su homólogo guyanés, Irfaan Ali. Un encuentro que se produce gracias a la mediación del mandatario brasileño, Lula da Silva, y del primer ministro anfitrión, Ralph Gonsalves, y promovido por la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC) y la Comunidad del Caribe (CARICOM)[1].
La reunión deja el asunto en punto muerto, sin llegar a ninguna resolución de fondo. No obstante, reduce la tensión, ya que ambos acuerdan no amenazarse ni usar la fuerza en esta cuestión. Además, el encuentro marca el inicio de una nueva fase de diálogo entre Venezuela y Guyana sobre su discordia en relación con el territorio actualmente guyanés, situado al este venezolano, hasta el río Esequibo y que Caracas reclama como suya desde hace casi dos siglos. Unas negociaciones en las que Venezuela aspira a alcanzar algún tipo de acuerdo de cooperación con Guyana en lo que al petróleo y gas de la región se refiere. Algo a lo que, hasta ahora, Georgetown se ha negado en varias ocasiones.
En la declaración conjunta, de 11 puntos, Guyana se muestra confiada en la Corte Internacional de Justicia de la ONU, que dirime la controversia fronteriza. Mientras, Venezuela, se mantiene en su postura de no reconocer la jurisdicción de la CIJ al respecto. Pero ambos se comprometen a no intensificar el conflicto y a evitar posibles incidentes. Una comisión técnica conjunta trabajará en una solución y dentro de tres meses, las partes se reunirán de nuevo en Brasil[2].
Pero cuando la situación parecía haberse calmado, la decisión del Gobierno británico de enviar a las aguas de la zona en disputa a su buque de guerra HMS Trent, en una misión de apoyo diplomático y militar a su antigua colonia, y miembro de la Commonwealth, enfurece a Caracas. Para el Gobierno venezolano, la decisión supone una provocación, una amenaza directa y una violación del acuerdo alcanzado con Guyana apenas dos semanas antes. Entre otras razones, porque la misión del buque británico incluye visitas, actividades conjuntas y entrenamiento con la marina del país y otros aliados[3] y, además, porque el anuncio tiene lugar “sincronizado con acciones del Comando Sur de los Estados Unidos”, asegura la administración de Maduro[4].
Así, el Ejecutivo de Venezuela responde con una “acción defensiva” en la fachada atlántica, consistente en el despliegue de 5.682 “combatientes”, 28 aeronaves y 16 embarcaciones.
No obstante, tras las llamadas a la calma desde Brasil y Guyana, y el esfuerzo desde Londres por “evitar una escalada”, la situación no ha ido a más, al menos, hasta el momento (mediados de enero de 2024)[5].
Entre tanto, por su parte, ajeno a todo lo anterior, el gigante petrolero estadounidense Exxon Mobil, una de las grandes compañías inversoras en la exploración y extracción del petróleo en aguas de Guyana (una parte de ellas en disputa con Venezuela) ha asegurado que, a pesar de la tensión de las últimas semanas, “no nos vamos a ninguna parte- nuestro objetivo sigue siendo el desarrollo eficiente y responsable de los recursos, tal y como figura en nuestro acuerdo con el Gobierno guyanés”[6].
El tono de las declaraciones, las acciones y los “amagos” de enfrentamiento violento se han incrementado en las últimas semanas, tras el referéndum venezolano sobre la anexión del Esequibo del 3 de diciembre, que Guyana ha visto como una amenaza, llevando el caso al Consejo de Seguridad de la ONU y anunciando contactos con socios militares como Estados Unidos, que realiza ejercicios militares de vuelo conjuntos con Guyana en la zona en esos momentos[7]. La ONU establece que Venezuela no debe tomar ninguna acción sobre el territorio en disputa, hoy en Guyana, aunque el contencioso, como se ha visto, aún no se ha solucionado.
Pero la tensión se había disparado ya el pasado mes de septiembre de 2023. Para ese entonces, tiene lugar la primera subasta del Gobierno de Guyana de 14 bloques de explotación de petróleo y gas en sus costas, parte situados en la zona en disputa con Venezuela, como se ha apuntado anteriormente. Georgetown recibe ocho ofertas, incluidas las de grupos en los que se integran gigantes como Exxon y Total. Es el primer paso para expandir su industria energética y sacar partido a los más de 11.000 barriles de petróleo encontrados en el área en 2015 por Exxon, así como a las reservas de gas descubiertas. Los contratos empezaban a ser adjudicados a partir del 1 de noviembre de 2023[8].
Es en el marco de estos movimientos cuando Venezuela reactiva una vez más su vieja reivindicación territorial, ya lo había hecho en 2015 cuando se produce el descubrimiento de las reservas de petróleo y gas de la zona. Sin embargo, en esta ocasión, a otros factores internos de los que se hablará más adelante en este documento, se une que el tiempo apremia, cuando Guyana habla ya de adjudicación de contratos para comenzar la explotación de tan valiosos recursos, de ahí la dramática reacción venezolana.
Antecedentes
La base de la reclamación venezolana del territorio que se extiende al oeste del río Esequibo se remonta a la época colonial. Cuando España funda la Capitanía General de Venezuela el Esequibo formaba parte del territorio y queda bajo control de Venezuela tras su independencia, en 1811. Venezuela ha presentado numerosos documentos al respecto, como las Cédulas Reales, para demostrar sus derechos. Pero el conflicto estalla en 1841, tras la independencia de la metrópoli. Venezuela, que aún no era oficialmente un país, eleva una queja oficial a lo que considera como una invasión británica en territorio venezolano y afirma que esa franja de terreno le pertenece, cosa que sigue sosteniendo hasta hoy. Sin embargo, se trata de un incipiente Estado frente al Imperio británico de la época, que pugna por agrandar su colonia (Guayana británica desde 1814) a una zona en la que se acababa de descubrir oro y otros minerales[9].
En 1895, Estados Unidos interviene bajo la Doctrina Monroe en favor de la reclamación venezolana y denuncia una “misteriosa ampliación de fronteras” por parte británica y recomienda que se resuelva el asunto en un arbitraje internacional. Pero el Laudo Arbitral de París de 1899 dictamina a favor de Reino Unido. Tiempo después se reconocería que la decisión se tomó bajo fuertes presiones de los británicos y que los jueces no fueron imparciales. Lo que motiva el rechazo venezolano del laudo y la reactivación de su reclamación[10].
Pero no es hasta tres meses antes de la independencia de Guyana de Reino Unido, ya en 1966, cuando Londres pacta con Caracas el Acuerdo de Ginebra, que reconoce los derechos venezolanos y busca encontrar soluciones dialogadas a instancias de la ONU, sin mayor concreción. Entre 1982 y 1999 ambos países buscan una solución con la ONU como mediador, sin resultados concretos. El problema se mantiene archivado hasta reactivarse en 2015 cuando empiezan a descubrirse yacimientos de petróleo en el área costera en disputa.
Ante la situación, en 2018, Antonio Guterres, secretario general de Naciones Unidas, decide pasar el caso a la Corte Internacional de Justicia, por petición de Guyana. En abril de 2023 la Corte Internacional de Justicia se declara competente para dictaminar sobre la cuestión, pero su veredicto puede tardar años. Sin embargo, Venezuela no le reconoce competencia alguna y se atiene al Acuerdo de Ginebra. Mientras, Guyana asegura que el problema se resolvió en el Laudo de París de 1899, por lo que ese territorio está bajo su soberanía[11]. Y así hasta hoy…
Un rico territorio y un régimen en problemas
El Esequibo de la discordia es una franja de terreno de 160.000 kilómetros cuadrados que alberga seis de las 10 regiones que constituyen Guyana, así como un tercio de sus 800.000 habitantes[12].
Es rica en recursos naturales estratégicos como bauxita, oro (que ya desató la ambición británica en el siglo XIX y que hoy en día sólo la mina Omai, una de las más grandes, supone una de las mayores fuentes de ingresos de Guyana), diamantes, manganeso y uranio[13], además de contar con importantes recursos hídricos. Todo esto aparte del gas y petróleo mencionados más arriba y descubiertos por Exxon en 2015 (un equivalente a 11.000 millones de barriles) en el mar, a unos 190 kilómetros de la costa, situados parcialmente en el área en disputa con Caracas, como se ha señalado más arriba en el texto. Motivo por el cual, el Gobierno venezolano califica como “ilícitas” las acciones unilaterales de Guyana dirigidas a otorgar licencias para la explotación de los yacimientos en áreas marítimas aún pendientes de delimitación, según la administración de Maduro.
Y no es de extrañar la reacción del régimen venezolano con su vecino. Desde que ha comenzado la explotación de algunos de estos recursos Guyana ha protagonizado lo que se ha dado en llamar el “milagro sudamericano”, su Producto Interior Bruto (PIB) ha aumentado exponencialmente los últimos tiempos: creció un 43,5% en 2020, un 20,1% en 2021, un 57,8% en 2022 y las estimaciones del Fondo Monetario internacional lo sitúan en el 37,2% en 2023[14]. Un rápido crecimiento que se produce mientras la economía venezolana lleva ya un tiempo sufriendo.
Llegados a este punto conviene hacer dos apuntes a tener en cuenta:
- En primer lugar, Venezuela ya tiene una de las más grandes reservas mundiales de petróleo en su propio territorio. Unos recursos de los que, en la actualidad, apenas puede sacar demasiado provecho (con una producción de algo más de dos millones de barriles diarios), dada la dudosa gestión de la empresa pública encargada de ello, PDVSA, la corrupción y la falta de inversión. Algo que incrementa, así mismo, las dudas acerca de sus capacidades para la explotación de posibles nuevos yacimientos, como los del área en disputa. Entre tanto, Guyana, por su parte, y en las actuales circunstancias, con mucho menos petróleo está a punto de poder producir más crudo que Caracas[15]. Y, además, hasta mediados de enero de 2024 se ha negado en redondo a colaborar con Venezuela en la explotación del petróleo encontrado, como se ha apuntado más arriba en este documento.
- En segundo lugar, sin duda, los valiosos recursos naturales del Esequibo son un incentivo que espolea la reclamación venezolana. No obstante, conviene recordar que esa reivindicación es muy anterior a que se descubriera el petróleo y el gas, por ejemplo, y que no ha variado desde mediados del siglo XIX, aunque también es cierto que la reclamación ha permanecido archivada durante años en diferentes épocas. Es, además, una de las escasas cuestiones en las que tanto el Gobierno como la oposición venezolana están de acuerdo.
Luego, entonces, hay más razones que explican las acciones de Venezuela al respecto en las últimas semanas y meses. Y algunas de ellas se encuentran en su propia situación política interior. Sabiendo que la cuestión del Esequibo no provoca disensión interna, ya que hay un elevado consenso al respecto en el país, el presidente Nicolás Maduro, convoca un referéndum consultivo sobre su soberanía para el 3 de diciembre. Entre sus principales motivos para hacerlo se puede destacar: el esfuerzo por lograr un mayor apoyo interno ante las vicisitudes económicas y, en clave política, una maniobra de distracción de las dificultades que afronta el régimen de cara a las elecciones presidenciales de este año 2024.
(Continúa…) Estimado lector, este artículo es exclusivo para usuarios de pago. Si desea acceder al texto completo, puede suscribirse a Revista Ejércitos aprovechando nuestra oferta para nuevos suscriptores a través del siguiente enlace.
Be the first to comment