Proyectiles tipo flecha

Penetradores cinéticos

Carro de Combate M1A1 Abrams disparando durante unas maniobras con fuego real en Djibuti
Carro de Combate M1A1 Abrams disparando durante unas maniobras con fuego real en Djibuti. Foto - USMC

Los proyectiles de tipo flecha, también conocidos como penetradores cinéticos o “KE” por sus siglas en inglés son la munición más eficaz en el combate entre blindados. Su capacidad de penetración reside en un dardo de un material muy denso que es lanzado a altísima velocidad. En general, la munición tipo flecha comparte muchas cosas con los proyectiles disparados desde armas ligeras, como pueden ser fusiles o pistolas, aunque su distinto tipo de blanco diferencia claramente a las municiones penetradoras antimaterial y las balas convencionales.

Dentro de la función masa x velocidad2 resulta obvio que la velocidad será el elemento más importante, ya que se entiende que existe una relación más o menos directa entre esta y la energía medida en julios que es, en última instancia, lo que suele decidir lo que un proyectil puede o no puede hacer.

A la hora de efectuar un disparo de un proyectil flecha intervienen diversos factores. En primer lugar, el propelente, que, en función de la cantidad, de la calidad y del tipo de combustión -lenta o rápida-, ofrecerá unas u otras capacidades.

A su vez. existe una íntima relación entre el propelente y el cañón. Así pues, si el primero es de mala calidad y tiende a dejar restos en el cañón, tenderá a favorecer un mal funcionamiento. Además, si se emplea demasiado propelente se tenderá a desgastar y finalmente a reventar el tubo. Por el contrario, un ánima de mayor calidad permitirá introducir mayores cargas propelentes y tener una vida útil también mayor, mientras que si el ánima está desgastada o tiene fisuras debido a una mala fabricación afectará negativamente al lanzamiento del proyectil aumentando su dispersión.

La longitud del cañón permite preservar la energía del propelente. Además, el propio propelente impone ciertas servidumbres, pues cuanto más potente es más largo debe ser el cañón en tanto la combustión es más lenta.

En cuanto al dardo, este solía ser de acero hasta los años 50, fecha a partir de la cual se comenzó a emplear el tungsteno, que era más duro y denso. Finalmente se desarrolló el uranio empobrecido, aunque su coste convertía a esta munición en escasa. En cualquier caso, no todos los diseños se basan en un sólo material, sino que a veces combinan una punta de acero y un núcleo de tungsteno, por ejemplo, aunque son muchas otras las combinaciones posibles.

Componentes de un proyectil tipo flecha
Componentes de un proyectil tipo flecha.

El único elemento que no tiene la misión de penetrar en un dardo son sus aletas traseras, que sin embargo deben resistir una fricción altísima con el aire, motivo por el cual se producen con titanio, que es ligero y a la vez resistente.

El diámetro del proyectil también es importante de cara a producir daños tras la penetración, y en este sentido se suele estimar su potencial destructivo según la razón r2. No obstante hemos de recordar que los proyectiles flecha modernos son subcalibrados y que para proporcionarles la fricción y la estabilidad necesarias para salir del cañón se añade una suerte de cápsula llamada sabot que le acompaña en su trayecto a lo largo del tubo para finalmente abrirse en forma de pétalos unos a unos 40 metros del cañón, liberando al dardo. En el caso de los cañones de ánima rallada el sabot deberá tener un diseño algo diferente.

Si comparamos al dardo con la famosa carga hueca veremos que los primeros son mucho más ligeros, veloces, tienen un mayor alcance y una trayectoria más precisa y que, dependiendo de la distancia, son más precisos, particularmente a corta distancia. Igualmente son menos vulnerables a los APS y a las protecciones de rejilla o ERA, pero a la vez tienen la desventaja de que una vez han atravesado el blindaje producen menos daños en el interior del carro. Así pues, penetran más pero tienen una tasa inferior de destrucción total y, de hecho, en el caso de las municiones APDS de los años 60, su probabilidad de destrucción tras la penetración era de un 50% aproximadamente, mientras que un proyectil HEAT llegaba al 70% aunque es posible que esta brecha se haya ido reduciendo.

Como la velocidad es fundamental y esta se pierde a medida que el proyectil avanza, la cercanía será fundamental para aumentar los efectos del dardo. Hoy por hoy las velocidades de 1,8 Km/s que pueden alcanzar prácticamente garantizan de cualquier blindaje a distancias inferiores a un kilómetro. Además, la probabilidad de que el proyectil rebote ante el blindaje inclinado es marginal debido a la enorme velocidad y al perfeccionista diseño cónico de la punta del dardo. Por otra parte, es necesario aclarar que las municiones flecha pueden ser construidas de una sola pieza, o en dos partes y que las vainas modernas suelen ser semicombustibles y se incineran durante el proceso de disparo, cosa que no ocurría con las viejas vainas metálicas. También que los culotes que contienen el iniciador son accionados eléctricamente o -de forma auxiliar, en casos de emergencia- manualmente.

En el futuro próximo se utilizarán municiones “misil-proyectil” con aceleración en su fase terminal. Se trata de cápsulas similares a un ATGM que transportan un proyectil cinético a 310-620 m/s y que, cuando están a medio segundo del objetivo, liberan un dardo que se acelera a 930-1550 m/s. Esto hace que sea casi imposible para un Sistema de Protección Activa (APS) detenerlos, pues estos necesitan que la velocidad del proyectil atacante sea más o menos estable para ser eficaces. Dada la súbita aceleración que estos proyectiles experimentan en la fase final de vuelo esto se torna imposible por lo que, además de para aumentar la penetración, la asistencia por cohete sirve, también para burlar las defensas activas del MBT objetivo.

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