Drones: baratos y eficaces. Así lo han demostrado en diversos escenarios de operaciones y campos de batalla. El de Ucrania es solo el último, hasta el momento, en añadirse a la lista. Pensados en un principio para labores de vigilancia y recopilación de imágenes para Inteligencia, después han sido armados para lanzar ataques. El buen desempeño en el conflicto ucraniano de los drones Shahed-136 enviados por Irán a Rusia se ha seguido muy de cerca, y no sin cierta preocupación, a lo largo y ancho del Oriente Próximo. Región en la que más de un país se ve a sí mismo como el posible futuro, o presente, objetivo de UAV’s iraníes, ya sea de forma directa o indirecta, a través de sus aliados en la zona. Todo ello ha llevado a una profundización de nuevas alianzas, por ejemplo, entre Israel y algunas monarquías del Golfo Pérsico, que añaden a la nueva diplomacia el factor militar.
Imágenes captadas vía satélite el pasado mes de septiembre de 2022 desvelaron el despliegue de dos lanzaderas del modelo Barak-8 y un radar Elta ELM 2084 en las cercanías de la base aérea de al-Dhafra, al sur de Abu Dhabi, capital de Emiratos Árabes Unidos. De fabricación israelí, aunque no exclusivamente, ya que India también ha participado en su desarrollo, este sistema supone una modificación de un diseño anterior[1]. Unas mejoras realizadas con el objetivo de que, además de en buques de guerra, pueda ser usado por fuerzas terrestres y de ampliar el rango de amenazas de las que protege al que lo utiliza. Entre ellas: misiles balísticos, de crucero, aviación enemiga y, por supuesto, drones[2].
Apenas dos meses antes, en julio, Israel había interceptado con este sistema Barak-8 desde un buque dos de los tres drones que Hezbolá había lanzado contra las instalaciones del yacimiento de gas israelí de Karish, en el Mediterráneo. Se trataba de su primera operación de estas características. El tercero fue interceptado por un caza de la Fuerza Aérea israelí.
La cuestión es el porqué Emiratos Árabes Unidos llega a la conclusión de que necesita este sistema defensivo. No hay que remontarse demasiado en el tiempo para encontrar uno de los motivos, el principal. A principios de año, en enero y febrero, el pequeño país del Golfo Pérsico había sufrido una serie de ataques con drones contra infraestructuras críticas y que habían causado bajas civiles. Unos ataques provenientes de hutíes de Yemen, vinculados con Irán, y una milicia iraquí, al parecer, apoyada también por Teherán. A partir de ahí, Abu Dhabi es dramáticamente consciente de que se encuentra dentro del rango de acción de los drones y proyectiles de Irán y de sus aliados en la región y de que, además, debido a su intervención en la guerra en Yemen, entre otras razones, es uno de sus objetivos.
Los Acuerdos de Abraham, firmados en 2020, han propiciado el acercamiento de varios países árabes hacia Israel (tradicionalmente enemigos). Y lo han hecho, bajo el auspicio de Estados Unidos. Primero en materia económica y diplomática para, al final, llegar a la conclusión de que, en lo que a la búsqueda de la hegemonía regional de Irán se refiere, parecen encontrarse en el mismo lado, al menos, por el momento. De ahí, que la cooperación haya terminado llegando al ámbito militar. Se calcula que funcionarios de defensa israelíes han mantenido en torno a 150 encuentros con sus homólogos árabes desde agosto de 2020.
Y no solo nos referimos a Emiratos Árabes Unidos, Bahréin también. El verano pasado, el diario estadounidense The Wall Street Journal publica la compra de sistemas antidron y UAV’s a Tel Aviv. Material al que se une el entrenamiento de oficiales de la inteligencia bahreiní por parte de sus homólogos del Mossad y del Shin Bet[3]. A ellos se unen Egipto y Marruecos, que se sepa, hasta el momento. En cuanto a la posición de Arabia Saudí, poco ha salido a la luz pública, al menos, hasta estos momentos de finales de 2022, aunque todo apunta a que sigue una política similar a la de otras monarquías del Golfo Pérsico, como EAU.
Una colaboración que, desde la Cumbre del Neguev de finales de marzo de este 2022 entre los ministros de Exteriores de Israel, EE. UU., Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Marruecos y Egipto, parece haberse ido concretando en un concepto de “sistema conjunto de defensa aérea”.
Una cooperación estratégica dirigida principalmente a contrarrestar el cada vez mayor número de ataques con misiles y drones por parte de Irán y sus aliados en la región[4].
Cronología: la guerra de los drones
El enfrentamiento estratégico principal que dirime numerosas tendencias en el Oriente Próximo, aunque no todas, en los últimos años es el que mantienen Irán e Israel[5]. Un pulso que tiene multitud de facetas: naval, ciber, de inteligencia, tecnológica, con ataques convencionales… y en el que también intervienen los drones.
A lo largo de los últimos dos años, Irán ha atacado bases militares e infraestructuras críticas como aeropuertos, puertos y tanques de combustible en Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos e Irak y buques en el Golfo Pérsico. También ha lanzado drones hacia Israel o a barcos de propiedad israelí. Unos ataques llevados a cabo por la Fuerza al-Quds de la Guardia Revolucionaria o por milicias iraquíes, sirias, palestinas, libanesas, como Hezbolá, y los rebeldes hutíes[6]. Razones por las cuales estas monarquías del Golfo Pérsico han mirado hacia la tecnología militar de última generación y el potente sector armamentístico israelí en busca de ayuda o colaboración.
En el gráfico a continuación no figuran todos los ataques entre unos y otros actores en la región en los últimos años, sino únicamente los más relevantes de los que se ha confirmado que han sido llevados a cabo por drones:
Una revisión del gráfico anterior nos lleva a extraer algunas conclusiones: en primer lugar, EE. UU. e Israel aparecen como los primeros en utilizar los drones y en hacerlo en diferentes momentos y escenarios de conflicto. Sin embargo, en segundo lugar, en los últimos dos años y, sobre todo, en este último 2022 se observa cómo Irán y sus aliados incrementan sus ataques con drones contra varios objetivos, lo que ha llevado a actuar a varios países árabes y a Tel Aviv.
Cambiando la cara y la geopolítica del conflicto en Oriente Próximo
El despliegue de sistemas de defensa aéreos israelíes en Emiratos Árabes Unidos, Bahréin e, incluso, la posibilidad de Arabia Saudí no implica por sí solo un punto de inflexión en las tendencias de conflicto en la región. No es probable que suponga ningún cambio en las “reglas del juego” actuales en la zona, ni que disuada a Irán de nuevas posibles acciones[7].
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