Marineros

Una profesión siempre arriesgada

El portacontenedores Albedo se hunde mientras el pesquero Naham 3 permanece amarrado al mismo. Fuente: EUNAVFOR.

Hace casi diez años que las Naciones Unidas declararon el 25 de junio como el día del marino, de la gente de mar. Se trata de una de esas efemérides que pretenden concienciarnos de la importancia de su labor en nuestro día a día. No se habla suficientemente de la dura vida que llevan, en particular, los de ciertas nacionalidades y, con demasiada frecuencia, en condiciones laborales poco dignas.

Noviembre de 2010. El negocio de los piratas somalíes funciona a pleno rendimiento. En los dos años previos han sido capaces de desplegar unos 400 ataques y de secuestrar casi un centenar de buques. Cientos de millones de dólares, pagados en forma de rescates, inundan las localidades somalíes. Es más. Sus acciones ya no se limitan al golfo de Adén o a las aguas próximas a Somalia. Kenia, Tanzania, Seychelles, Irán, India, Mauricio, Madagascar, Mozambique o Maldivas ven sus aguas frecuentadas por los piratas. Las fuerzas militares desplegadas en la región (unos diez navíos y un par de aviones de patrulla marítima) se muestran incapaces de hacer frente a semejante amenaza. Sencillamente, no dan abasto.

Tripulación superviviente del pesquero Naham 3 a punto de subir a un avión que les sacará de Somalia. Fuente: Oceans Beyond Piracy.

Unidos por una misma pesadilla

El 26 de noviembre de ese año 2010 un buque portacontenedores de pabellón de Malasia, propietario iraní y de nombre Albedo es secuestrado por piratas a unas 255 millas al oeste de las islas Maldivas. Se trata de uno de los secuestros más audaces. Para empezar, por su localización: a más de 2.000 kilómetros de la costa somalí. Además, la estrategia utilizada por los delincuentes es nueva y marca un notable cambio en su modus operandi. Hasta entonces los piratas somalíes actuaban desde pesqueros o desde típicas embarcaciones locales, como dhows, previamente secuestradas. Las utilizaban como barcos nodriza, desde los cuales lanzaban sus lanchas a toda velocidad para aproximarse a sus presas. Pero al Albedo lo han secuestrado… desde un petrolero.

En efecto, cuatro semanas antes de atacar al portacontenedores, un petrolero de bandera de Malta y de nombre Polar es secuestrado por piratas a unas 800 millas del cuerno de África. Esta vez, y a diferencia de lo ocurrido en anteriores ocasiones, los piratas no conducen el buque a una base pirata desde la que negociar su rescate. Prefieren utilizar al petrolero para aproximarse a sus víctimas sin levantar sospechas. Y en efecto, sitúan al Polar junto al Albedo, lanzan el ataque, lo secuestran y lo conducen a su base. La tripulación del Albedo está formada por 23 personas: siete paquistaníes, siete blangladesíes, seis srilankeses, dos indios y un iraní.

La historia del Albedo y su tripulación se complicará todavía más en los meses siguientes. El 26 de marzo de 2012 el pesquero Naham 3, de bandera omaní, es también atacado y secuestrado por piratas somalíes a unas 65 millas al sur de Seychelles. El barco es amarrado al Albedo, que lleva 16 meses secuestrado y sin visos de finalizar su cautiverio.
El 15 de mayo de 2012 la operación Atalanta de la Unión Europea ataca por primera vez una base pirata somalí desde el aire y aprovechando la oscuridad que proporciona la noche. El ataque se desarrolla en la aldea de Handulle, a unos 18 kilómetros al norte de la base pirata de Harardhere. Según fuentes somalíes, había 13 piratas en la base en el momento del ataque, pero no se produjeron daños personales. Al escuchar el ruido de los helicópteros, varios de ellos huyen en lanchas hasta el Albedo, fondeado en la zona. Ante el temor de nuevos ataques, los piratas decidieron dormir en el propio buque y no en tierra firme.

Un mes después, se anuncia que un equipo de seguridad proveniente de Malasia llega a Dubai para iniciar negociaciones con líderes tribales somalíes con el fin de obtener la liberación del Albedo. El pago de algo más de un millón de dólares, reunidos por, entre otros, las familias de los propios marineros, permite en agosto poner en libertad a los miembros de la tripulación… pero sólo a los de origen paquistaní. Entre ellos se encontraba el capitán. El resto, otras dieciséis personas, permanecen secuestradas. Una de ellas, de origen indio, fallece por disparos de los piratas quienes buscan aumentar la presión sobre el propietario iraní del buque. La violencia utilizada por los piratas se muestra más cruel de lo habitual. Un nuevo cambio en su modus operandi.

Otros 16 meses más tarde, en julio de 2013, el Albedo comienza a hundirse en medio de una tormenta a unas cuatro millas de la base pirata somalí de Grisby. La falta de mantenimiento durante sus casi tres años de cautiverio acaban con el portacontenedores. Uno de los piratas confirma la muerte de los cuatro miembros srilankeses de la tripulación y también de siete piratas debido a que no disponían de botes para salvarlos. El propietario iraní del buque también desaparece, a su manera, sin dejar rastro. El Albedo no estaba asegurado.

Militares españoles de la fragata Numancia y del avión P-3 Orión, desplegados bajo la operación Atalanta, vigilan de cerca la situación. Unas semanas antes, cuando el avión de patrulla marítima español se aproximó al pesquero Naham 3, fue tiroteado desde el mismo. El Comandante de la fragata española es nombrado Comandante de la Escena de Acción, con la responsabilidad de coordinar la búsqueda y rescate en la zona. Efectivos de la Armada fotografían al Albedo. También al pesquero Naham 3, amarrado al portacontenedores. Los dos botes salvavidas son avistados por militares europeos en la playa. Ni rastro de los marineros. Al parecer, los once supervivientes del Albedo han sido conducidos al pesquero.

Por fin, el 7 de junio de 2014, 1.289 días después de ser capturados, los últimos marineros del Albedo obtienen su libertad: escapan por una ventana y gracias a la complicidad de algunos de sus secuestradores piratas.

¿Qué fue de la tripulación del pesquero Naham 3? Ante el hundimiento del Albedo, algunos marineros del pesquero se tiraron al mar para tratar de salvar a los compañeros del portacontenedores que luchaban por no ahogarse. El pesquero arribó a una playa y fue localizado un mes más tarde por un avión de patrulla marítima español. También divisaron hombres armados en la cubierta del pesquero, pero ni rastro de los marineros que aún permanecían con vida (tres ya habían muerto durante el secuestro).

El Naham 3 se acabó hundiendo también y su tripulación fue conducida a tierra firme. Los secuestrados se encontraban en la región somalí de Galmudug, en concreto, en la localidad de Amara, que fue protagonista de una lucha en julio de 2014 entre fuerzas del gobierno de dicha región y miembros del grupo terrorista Al Shabab. Es probable que los secuestrados fueran uno de los motivos por los que los terroristas querían hacerse con el control de la localidad.

En octubre de 2014, y tras más de cuatro años y medio en cautividad, son liberados los 26 marineros del Naham 3. Sus nacionalidades (Camboya, China, Filipinas, Indonesia, Taiwán y Vietnam) demuestran que hay marineros de primera y de segunda. De ser occidentales, probablemente habrían logrado la libertad mucho antes. La mediación del Hostage Support Programme, una iniciativa de Naciones Unidas dedicada a promover la liberación y repatriación de marineros secuestrados por piratas, fue clave. Dicho programa está apoyado por diferentes socios: desde el bufete londinense Holman Fenwick Willan hasta la firma Compass Risk Management, especializada en la gestión de secuestros por parte de piratas en África. También participa, entre otros, la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC). Benefactores anónimos apoyan el programa y gracias a ellos se pudo pagar el rescate del pesquero: entre 1,1 y 1,5 millones de dólares, según las fuentes.

Una de las dudas que generó el pago de este rescate es si no provocó un “efecto llamada” que aumentara la actividad pirata en Somalia. De hecho, en los siguientes meses se produjeron varios ataques y secuestros, algo inédito en los años precedentes. Afortunadamente, ninguno de los ataques derivó en un secuestro y los piratas no lograron rescate alguno.

El matrimonio alemán formado por Jünger Kantner y Sabine Merz en mayo de 2009 en el puerto somalí de Berbera adonde acudieron para reparar su embarcación. Fuente: AFP.

Dos veces secuestrados

Otra larga historia, también trágica, pero con protagonistas de un perfil muy diferente, comenzó en junio del año 2008. Por aquel entonces el matrimonio alemán compuesto por Jürgen Kantner y Sabine Merz habían decidido realizar un amplio viaje desde el sur de Francia hasta Tailandia en su modesta embarcación de recreo, de nombre Rockall. En realidad, llevaban 32 años viviendo en la misma. Era su hogar. El 23 de junio se encontraban navegando en pleno golfo de Adén. No era el mejor momento ni el mejor lugar para navegar. Estamos en pleno boom de la piratería somalí. Y el golfo de Adén es su área preferida de operaciones. Decenas de ataques se han producido en dichas aguas en los meses anteriores. El Rockall es una presa fácil y es fácilmente capturado por piratas somalíes Hay que reconocer que este matrimonio alemán no tuvo suerte. Apenas un mes más tarde, las fuerzas navales desplegadas en la zona pondrán en marcha un corredor de seguridad que servirá para dar algo más de protección a los barcos que navegan en el golfo. Quizás una buena evaluación de riesgos les habría llevado a evitar esa zona antes del mes de agosto. Para los piratas una pareja de occidentales era un botín importante. No lo iban a dejar escapar.

Así que condujeron al matrimonio tierra adentro, hacia las montañas de la región somalí de Puntlandia, entonces un refugio seguro para los piratas. Pidieron un rescate por ellos y se sentaron a esperar.

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