En las últimas horas, mientras la Ministra de Asuntos Exteriores de España se encontraba de visita en Palestina, el presidente de los EE. UU., Donald Trump, ha reconocido oficialmente la soberanía Marroquí sobre el Sáhara Occidental, pasando por encima de las NN. UU., que consideran a España como nación administradora. Al mismo tiempo, Marruecos ha lanzado una nota comprometiéndose a establecer relaciones diplomáticas con Israel, siguiendo el ejemplo de otros países como los EAU con el reciente acuerdo de Abraham. Todo ello, y los esfuerzos marroquíes por lograr una «supremacía militar» regional, ponen en entredicho la estrategia española respecto a nuestro vecino del sur.
En un comunicado del Palacio Real de esta tarde, se informó que el rey de Marruecos, Mohamed II, y el presidente de EE.UU, Donald Trump, habían mantenido una conversación telefónica. En el comunicado se indica que los EE.UU. se comprometían a instalar un consulado en el ciudad de Dajla (Sáhara Occidental). Marruecos, por su parte, se compromete a establecer relaciones diplomáticas con Israel lo antes posible.
Israel y Marruecos han mantenido relaciones secretas que se remontan a la década de 1960, a través de sus respectivos servicios de inteligencia. A fines de la década de 1970, Marruecos medió entre Israel y Egipto para ayudarlos a avanzar hacia el histórico acuerdo de paz. En los años 90, después de los Acuerdos de Oslo, Israel y Marruecos establecieron relaciones diplomáticas y abrieron misiones diplomáticas en Tel Aviv y Rabat. En 1994, el primer ministro israelí Isaac Rabin y el entonces ministro de asuntos exteriores, Shimon Peres, visitaron Marruecos como invitados del difunto rey Hassan II. Sin embargo, en la década del 2000, después de la segunda Intifada, Marruecos cortó relaciones con Israel y ambos países cerraron sus oficinas diplomáticas.
Pero con la administración Trump, las cosas comenzaron a cambiar, y en mayo de 2018, Jared Kushner, visitó Marruecos. Esto facilitó que en septiembre de 2018, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se reuniera en secreto con Bourita, el ministro de asuntos exteriores de Marruecos en Nueva York, al margen de la Asamblea General de la ONU. Además, se han sucedido intercambios diplomáticos secretos, como la visita de Ivanka Trump a Marruecos en 2019.
La política de la administración Trump, impulsada por Kushner, era la de promover (con fuertes incentivos) la normalización de relaciones de los países árabes con Israel (y dar cobertura a la expansión de los colonos israelíes en Cisjordania). Esto pasaba por que Marruecos reconociera Israel y estableciera relaciones diplomáticas oficiales.
No obstante, hasta septiembre de 2019, la aproximación de Marruecos a EE.UU. se vio entorpecida por la presencia de John Bolton como consejero de seguridad nacional de Trump. Bolton había trabajado para el departamento de estado en el conflicto del Sáhara. Bolton quería una solución que pasara por un referéndum solamente entre los saharauis originarios, de antes de 1975, y presumiblemente a sus descendientes directos. «Todo lo que queremos hacer es celebrar un referéndum para 70.000 votantes», dijo Bolton. «Han pasado 27 años, y el status del territorio está todavía sin resolver». Sin embargo Bolton abandonó el Consejo de Seguridad Nacional, y la política de la administración Trump, impulsada por Kushner, siguió su curso.
A comienzos de 2020, la prensa israelí filtró que Netanyahu, el primer ministro israelí, quería aprovechar una visita de a Marruecos del secretario de estado de EE.UU., Mike Pompeo, para ir también a Marruecos y reunirse con el rey marroquí Mohamed VI, para obtener el reconocimiento de Marruecos a Israel y apoyar la expansión israelí en Cisjordania. Pompeo y la Secretaría de Estado no estaban a favor de la maniobra de Netanyahu y éste finalmente no fue a Marruecos.
No obstante, Kushner siguió con su planes planes de que Israel y los países árabes normalizaran relaciones. En agosto de 2020 se firmaron los Acuerdos de Abraham por los que Emiratos Árabes Unidos y Bahréin, normalizaban relaciones con Israel.
Aunque a primera vista estos acuerdos son muy beneficiosos para Israel, no se sabe muy bien qué beneficios directos tienen para los EE. UU. los acuerdos de normalización entre países árabes e Israel, que Kushner está promoviendo. Los EE. UU. están logrando estos acuerdos otorgando grandes beneficios a países árabes. A Emiratos le ha prometido que permitirían la venta de cazas de superioridad aérea F-35A, además de otro material militar de alta tecnología. La prensa israelí filtró que Emiratos condicionó la normalización de relaciones a cambio de ese armamento.
El nuevo gobierno de Sudán está tratando de lograr apoyos internacionales desde el derrocamiento de Bashir, para que eliminen al país de la lista de países que promueven el terrorismo, y así tener acceso a los mercados financieros internacionales, etc. A Qatar y Arabia Saudí tratan de tentarlos con el acceso a armamento tecnológicamente muy avanzado que, hasta el momento, se les había negado.
Esto abre la cuestión de si estos acuerdos de normalización realmente benefician a Israel, ya que socavaría la política que siguen EE. UU. e Israel desde la administración Johnson, de dotar a Israel de una Ventaja Militar Cualitativa (VMC) respecto a los países árabes y musulmanes con los que tiene conflicto, pero que al mismo tiempo son aliados de los EE.UU.
Los EE. UU. están haciendo grandes concesiones a países árabes a cambio de beneficios para Israel. Esto puede hacer descarrilar en un futuro que estos acuerdos se terminen implementando, ya que el Congreso, si es persuadido por sectores israelíes y estadounidenses contrarios a que Israel perdiera la VMC, podría prohibir la venta de los F-35. Por su parte, la nueva administración de Biden podría revisar la venta de armamento a los países del Golfo, algo que muchos analistas no dan como probable pero no debería descartarse.
Lo mismo podría ocurrir con el acuerdo de Marruecos e Israel respecto al reconocimiento del Sáhara bajo soberanía de Marruecos, ya que la próxima administración quizás no sea tan proclive a hacer un cambio diplomático tan radical como el que ha ejecutado Trump. Destacar que la nota marroquí de Palacio habla de establecer relaciones diplomáticas con Israel «lo antes posible», sin especificar fecha concreta, dando la impresión que esperan a ver los pasos concretos que dan los EE. UU. las próximas semanas y meses (en solo 40 días, el 20 de enero, Biden ya será presidente).
No es que sea probable o improbable que Biden ralentizase o paralizase las concesiones que ha hecho la administración Trump estos meses, sencillamente hay un alto grado de incertidumbre y los países árabes han condicionado la normalización de relaciones con Israel a unas concesiones estadounidenses que debe concretar una nueva administración. Es probable que la reticencia saudí a normalizar relaciones se deba a la incertidumbre inherente de dichos acuerdos y la oposición interna.
Sin embargo, por el momento los acuerdos siguen adelante y parecen una gran victoria diplomática de Marruecos. De lograr Marruecos el reconocimiento internacional sobre el Sáhara, el conflicto sobre las Zonas Económicas Exclusivas entre España y Marruecos (el asunto del monte submarino Tropic) podría afectar directamente a los intereses españoles.
Por otra parte, Canarias y sus aguas, entran dentro de la protección de la OTAN, por lo que tampoco hay que exagerar las implicaciones que podría tener que Marruecos finalmente lograse la soberanía sobre el Sáhara. La OTAN es la alianza prioritaria de EE. UU. en el escenario internacional, por lo que mientras exista esa alianza y los aliados europeas sigan siendo prioritarios para contener a Rusia y fuente de apoyo en la política internacional (como los portaaviones británicos y franceses en Extremo Oriente para disuadir a China), no debería causar preocupación (no así Ceuta y Melilla, que no están cubiertas por la OTAN).
La próxima supremacía militar regional de Marruecos
Estos logros diplomáticos marroquíes deben enmarcarse, además, en una política militar y de defensa a través de la cual conseguir, según dicen los propios marroquíes, la Supremacía Militar Regional. Esta política marroquí, de la que ningún medio español parece hacerse eco, arrancó en 2017 en un plan quinquenal hasta 2022 por el que se compraría en el exterior armamento por valor de 20.000 millones de dólares. Esa cantidad podría ser superior en la práctica, pero es la que ha trascendido hasta el momento.
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