Con el telón de fondo de la retirada de Estados Unidos del acuerdo nuclear con Irán anunciada por el presidente Trump en 2018, desde el año 2019 Irán e Israel están protagonizando una guerra más o menos oculta que se ha desplazado al mar. Ambos países han atacado buques comerciales en las aguas del Mediterráneo oriental, el mar Rojo, el mar Arábigo y el estrecho de Ormuz. La navegación en dichas aguas se ha vuelto más peligrosa y parte de un conflicto creciente, un ojo por ojo que se desarrolla entre Irán e Israel. Las bases de la política de la nueva administración Biden hacia Irán consisten en restaurar el acuerdo nuclear. Ello podría reducir las tensiones en el ámbito marítimo. ¿Proporcionará la nueva política norteamericana suficientes incentivos para que Irán detenga el proceso de enriquecimiento de uranio?
Mayo de 2018. El presidente estadounidense, Donald Trump, anuncia que su país se retira del acuerdo nuclear, denominado Joint Comprehensive Plan of Action (JCPOA), y reclama el inicio de una nueva negociación con Irán. Dicho pacto fue firmado en 2015 entre Irán y el grupo P5 + 1, esto es, los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (Estados Unidos, Rusia, China, Francia y Reino Unido) y Alemania. En la práctica suponía, entre otros aspectos, el compromiso de Teherán de recortar a una tercera parte el número de centrifugadoras utilizadas para enriquecer uranio, reducir sus reservas de uranio en un 98% y permitir la supervisión de su programa nuclear durante los siguientes 25 años (Arms Control Association, 2021). A cambio, se levantarían las sanciones impuestas sobre el país por parte de la Unión Europea de forma inmediata y, de forma gradual, por Estados Unidos. Para hacerse una idea dichas sanciones supusieron entre los años 2012 y 2016 que Irán viera reducidos sus ingresos por petróleo en más de 160.000 millones de dólares. Trump venía criticando desde la campaña electoral de 2016 los límites temporales del acuerdo y el hecho de que, al levantar las sanciones, Irán dispondría de unos 150.000 millones de dólares que le servirían para financiar el terrorismo en Oriente Medio (Ballotpedia, 2016).
Apenas una semana antes del anuncio de Trump, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, también opuesto al JCPOA, revelaba que Irán disponía de un programa armamentístico nuclear secreto. Y lo hacía presentando las copias de supuestos documentos iraníes originales obtenidos por los servicios de inteligencia: unas 55.000 páginas y archivos en 183 CD de los que Washington habría confirmado su autenticidad.
La presión sobre Teherán se incrementaría de forma notable desde ese momento: las nuevas sanciones económicas decretadas por Estados Unidos derivarán en una caída del PIB iraní superior a un 6% tanto en 2018 como en 2019 (The World Bank, 2021). A ello hay que añadir la amenaza lanzada contra las empresas extranjeras, pensando fundamentalmente en las europeas, que desarrollasen actividades comerciales con Irán. Y la designación del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC, por sus siglas en inglés), una de las ramas de las Fuerzas Armadas iraníes, como organización terrorista en abril de 2019. Es respuesta, Irán comenzó a violar el acuerdo nuclear de forma gradual desde mayo de 2019.
Ataques a petroleros
Es este contexto, de aumento de sanciones a Irán y de escalada de declaraciones, el que ha derivado en que desde el año 2019 se hayan producido varios incidentes de seguridad marítima detrás de los cuales parece estar presente la mano de Teherán.
El 8 de mayo de 2019 el Secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, realiza una visita sorpresa a Irak y advierte sobre inminentes ataques iraníes. Cuatro días después, el 12 de mayo, cuatro petroleros fondeados frente al puerto de Fujairah (Emiratos Árabes Unidos) sufren explosiones debido al empleo de minas lapa. Apenas un mes más tarde, de nuevo, dos petroleros (el noruego Front Altair y el japonés Kokuka Courageous) son atacados con minas o medios aéreos mientras atraviesan el estrecho de Ormuz. Desde Washington se culpa a Teherán aportando un vídeo en el que elementos del IRGC estarían retirando una mina lapa sin explosionar del casco del mercante japonés.
Estas imágenes han dado lugar a diversas interpretaciones en el sentido de que en alguno de los incidentes reportados podríamos estar ante un ataque de falsa bandera, es decir, una operación llevada a cabo para culpar falsamente a un enemigo. Lo cierto es que hasta entonces la estrategia iraní pasaba por el uso de lanchas rápidas del IRGC para hostigar a buques o la captura de los mismos como respuesta a algún apresamiento previo de mercantes iraníes. O, como ocurrió en enero de 2021, la detención del petrolero surcoreano Hankuk Chemi, supuestamente por causar daños medioambientales. En la práctica Teherán lo utilizó para negociar con Seúl la liberación de fondos iraníes congelados en bancos de Corea del Sur debido a las sanciones norteamericanas. El petrolero sería liberado tres meses después tras conseguir Irán su objetivo. Es, en realidad, una estrategia desplegada desde hace tiempo por el régimen de los ayatolás, similar a la del secuestro de rehenes occidentales. Pero la utilización de minas para lanzar ataques a barcos no era frecuente en esta zona y, por ello, resultaba sorprendente y levantaba todo tipo de especulaciones.
La respuesta iraní al vídeo norteamericano vendrá una semana después con el derribo de un dron de vigilancia estadounidense, modelo RQ-4A Global Hawk, sobre el estrecho de Ormuz. El acto será calificado por el Comandante en Jefe del IRGC, el general Hossein Salami, como una advertencia a Estados Unidos. Desde Washington se difundió que el presidente Trump había decidido, como represalia, atacar Irán, pero que detuvo el ataque minutos antes de que se iniciara. Según contó Trump en twitter, cuando preguntó cuántas personas morirían en el ataque “150, señor, fue la respuesta de un General. Diez minutos antes del ataque lo detuve, no es proporcional a haber derribado un dron no tripulado» (Shear, Schmitt, Crowley y Haberman, 2019).
Siete meses después, Estados Unidos atacará cerca del aeropuerto de Bagdad el vehículo en el que se desplazaba el general Qasem Soleimani, quien comandaba la Fuerza Quds. Creada en 1990, inserta en el IRGC y destinada a operaciones encubiertas en el extranjero, esta unidad de elite ha dado apoyo, por ejemplo, a Hezbollah en Líbano, a los hutíes en Yemen o a las milicias chiíes en Irak (Guerrero, 2021). Soleimani, hombre de confianza del ayatolá Jamenei y en la práctica el auténtico ministro de Asuntos Exteriores del régimen, resultaría muerto. Jamenei amenazará con «una venganza contundente” (The New York Times, 2021).
El 4 de julio de 2019 el petrolero iraní Adrian Darya 1 es abordado en el estrecho de Gibraltar por efectivos británicos por transportar dos millones de barriles de crudo a Siria, acusado de contravenir las sanciones establecidas por Naciones Unidas. Ese mismo mes se suceden los incidentes protagonizados por el IRGC en el estrecho de Ormuz: detención del petrolero panameño Riah por contrabando de crudo; intento de captura del petrolero británico British Heritage frustrado por la actuación de la fragata de la Royal Navy HMS Montrose; y, por fin, consiguen su objetivo: capturar el petrolero británico Stena Impero. El Stena Impero sería liberado el 27 de septiembre, 19 días después de que los británicos hicieran lo propio con el Adrian Darya 1.
Despliegue de EMASOH
El mismo mes de julio en que es capturado el Stena Impero y con apenas unos días de diferencia, se anuncian dos propuestas de misiones militares navales para hacer frente a la inseguridad marítima en la región. Mientras desde Washington se propone la operación Sentinel como misión multinacional que garantice la navegación desde el golfo Pérsico hasta el estrecho de Bab el Mandeb, Francia promueve una misión similar pero exclusivamente europea para no apoyar la línea dura estadounidense. Se concretará en la European-led Maritime Awareness in the Strait of Hormuz (EMASOH) lanzada en enero de 2020 con la participación de ocho países: Alemania, Bélgica, Dinamarca, Francia, Grecia, Holanda, Italia y Portugal. ¿Su propósito? Garantizar la libertad de navegación y reducir la tensión en la región. A pesar de la presencia de distintas fragatas y aviones de patrulla marítima de la misión, los incidentes no han dejado de producirse.
En febrero de 2021 la Armada de Pakistán inició uno de los ejercicios navales más grandes del mar Arábigo, denominado Aman-21, con la participación de marinas de 45 países y el lema “Juntos por la paz”. El responsable de la delegación militar iraní en el mismo manifestó que los países de la región son capaces de garantizar la seguridad marítima en el golfo y que no había necesidad de que otras fuerzas hicieran acto de presencia en la misma (IRNA, 2021). Dichas declaraciones parecían tener como destinatario la misión de la Unión Europea EMASOH.
Israel entra en escena
A lo largo de este año 2021 han sido varios los incidentes en que se han visto involucrados mercantes relacionados tanto con Irán como con Israel. Se han sucedido aproximadamente cada quince días y parece evidente que los buques objetivo no han sido seleccionados al azar (Sky News, 2021). En el siguiente mapa pueden verse las localizaciones y los nombres de los mercantes afectados.
El primer caso afectó al petrolero Emerald y se produjo probablemente el 2 de febrero de este año. Decimos probablemente porque el mercante desconectó su Sistema de Identificación Automática (AIS), algo así como el GPS de los barcos, cuando entró en aguas israelíes. El mercante había salido de Irán y atravesado el golfo de Adén y el mar Rojo antes de llegar al Mediterráneo. En ese momento, según el Ministerio de Medio Ambiente de Israel, se derramaron «de decenas a cientos de toneladas» de crudo. Un mes después del incidente, Tel Aviv acusó a Irán de “terrorismo ambiental”, señaló que el responsable era “un barco pirata propiedad de una empresa libia que salió de Irán” y que la fuga había sido deliberada. Asimismo, afirmó que el petrolero partió de Irán apagando el AIS, lo puso en marcha mientras atravesaba el canal de Suez y lo apagó de nuevo en las proximidades de la costa israelí. Decenas de kilómetros de la costa israelí y del sur del Líbano se vieron afectados por el vertido (Ayyub y Rabinovitch, 2021).
Otras autoridades israelíes dieron a entender que, en realidad, nos encontraríamos ante un accidente derivado del contrabando ilegal de petróleo a Siria y que, por pura incompetencia, en esta ocasión no acabó bien. El buque llegó a su destino, en Siria, el 3 de febrero. Cabe destacar que buena parte de los petroleros iraníes que han sufrido accidentes o ataques en estos últimos meses transportaban crudo iraní a Siria. Según un informe publicado por The Wall Street Journal, Israel habría actuado desde el año 2019 sobre una docena de mecantes con destino a dicho país, la mayoría de los cuales transportaban petróleo iraní (Lubold, Faucon y Schwartz, 2021).
El segundo incidente ocurrió poco después de la medianoche del 25 de febrero en el golfo de Omán y derivó en sendas explosiones por encima de la línea de flotación, tanto en el lado de babor como de estribor, de un carguero de vehículos de nombre Helios Ray, de bandera panameña y propiedad israelí. Varias imágenes de los daños circularon por las redes sociales. Aunque en un principio se habló de que el origen podría haber sido el impacto de un misil, una investigación desarrollada por un equipo israelí concluyó que fueron minas (Times of Israel, 2021). Desde Israel se acusó al IRCG iraní del ataque, mientras que Teherán negó su autoría.
Apenas dos semanas después, el portacontenedores Shahr E Kord, de bandera y propiedad iraní, sufre una explosión que afecta a uno de los contenedores del buque.
Tal y como informó la consultora Dryad Global, el rastreo del buque confirma que el portacontenedores hizo escala en el estrecho de Bab el Mandeb días antes del ataque junto a otro mercante de bandera iraní y de nombre Saviz. Se cree que el Saviz está involucrado en operaciones del IRGC en Yemen. Para el 10 de marzo, el día del ataque, el Shahr E Kord hizo varios cambios de rumbo extraños. Aunque fuentes iraníes afirmaron que el destino del barco era Europa, lo cierto es que en la web de Marine Traffic no aparecía ningún destino previsto. Justo un día antes de la explosión, estableció como destino Latakia, el principal puerto marítimo sirio. El buque acabó atracado en Siria, al igual que el petrolero Emerald.
Quince días más tarde de la explosión sufrida por el Shahr E Kord, el 25 de marzo, el portacontenedores Lori, propiedad de la firma israelí XT Shipping, sufre una explosión que se achaca en principio a un misil o a una mina. El buque había salido de Dar es Salaam (Tanzania) y tenía como puerto de llegada Mundra (India). El ataque se produce, de nuevo, en plena noche, pero tiene la particularidad de que sucede en el mar Arábigo y a más de 300 millas de la costa más próxima (Omán), más allá de los límites de las zonas económicas exclusivas de la región.
Sky News informa de que tanto el presidente de XT Holdings, Udim Angel, como el de la firma propietaria del Helios Ray, Rami Ungar, son personas influyentes en Israel y con vínculos con, entre otros, el entonces primer ministro, Benjamín Netanyahu.
Algunas fuentes achacaron el ataque a la milicia hutí, apoyada por Teherán en la guerra civil en Yemen, pero lo cierto es que la localización del incidente, tan lejano a la costa, no parece sustentar dicha hipótesis. Irán negó su implicación en el mismo.
Justo 16 días después de la explosión sufrida por el portacontenedores Lori, una mina estalla en pleno mar Rojo sobre el carguero Saviz, el mercante iraní acusado de participar en actividades del IRCG. El Saviz llevaba casi cuatro años moviéndose entre Eritrea y Yemen. Según Teherán, sus funciones son la escolta de barcos para hacer frente a la piratería o realizar labores de apoyo como la que desplegó con el portacontenedores Shahr E Kord, que citamos previamente. Sin embargo, fuentes de la coalición liderada por Arabia Saudí, que se enfrenta a los hutíes en Yemen, creen que el IRCG lo utiliza como buque militar para apoyar a los rebeldes.
Según un miembro de la tripulación del Saviz, el día antes del ataque un helicóptero sobrevoló el carguero unos minutos. Y el día de la explosión dos lanchas patrullaron cerca del buque durante una hora. Las imágenes aportadas por Nour News muestran agua dentro del Saviz. Irán acusó a Israel del ataque. Según pubicó The New York Times, Tel Aviv habría informado a Washington de que Israel estaba detrás de este incidente (Fassihi, Schmitt y Bergman, 2021).
Esta vez la respuesta tardó solamente una semana en llegar y se produjo apenas dos días después de que Israel fuera acusada del ciberataque que provocó un apagón en la principal planta nuclear iraní situada en Natanz, dañando algunas centrifugadoras utilizadas para enriquecer uranio. El 12 de abril otro carguero de vehículos, el Hyperion Ray, sufre una explosión. Su dueño es Rami Ungar, el mismo propietario que ya había soportado un ataque sobre el Helios Ray dos meses antes. Ambos buques “hermanos” fueron construidos en 2015. El mercante viajaba de Kuwait al puerto emiratí de Fujairah, donde en mayo de 2019 varios petroleros habían sufrido ya explosiones de las que se acusó a Irán. Según informó Haaretz, la causa de la misma sería un misil o un dron y los daños sufridos por el mercante fueron menores (Harel, Khoury y Kubovich, 2021). De acuerdo con algunas fuentes, el Hyperion Ray era escoltado, en el momento del ataque, por una fragata belga adscrita a la operación EMASOH. De ser así, el incidente confirmaría los problemas de la misión para disuadir esta amenaza.
La represalia pareció desplegarse dos semanas después sobre el petrolero Wisdom, curiosamente también “hermano” del Emerald, el cual, como ya hemos visto, provocó un vertido de crudo que acabó afectando a la costa israelí.
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