Según el director del muy influyente think tank ruso CAST (Centro de Análisis Estratégico y Tecnológico), Ruslan Pukhov (en una reciente entrevista concedida a MK), la operación rusa en Siria ha tenido un impacto significativo tanto en el prestigio e influencia internacional de Rusia como en la organización y la estructura de su fuerzas armadas. Se esté o no de acuerdo con algunos de los comentarios y análisis de Pukhov, su opinión es sin duda relevante a la hora de interpretar cómo los expertos en temas militares y estratégicos rusos contemplan y evalúan la campaña militar rusa en Siria.
Pukhov comienza señalando que cuando en septiembre de 2015 dio comienzo la intervención rusa en Siria (por invitación del gobierno sirio y legítima según el derecho internacional), las fuerzas islamistas y rebeldes controlaban una gran parte del país, y el régimen sirio estaba al borde de la derrota miliar y política. Después que Rusia comenzara la intervención y transcurridos algunos años, la situación militar ha cambiado por completo y las fuerzas del ISIS y otros grupos terroristas han sido derrotadas (Pukhov no menciona la masiva operación de bombardeos aéreos aliados Inherente Resolve contra el ISIS, el papel de las unidades de artillería de los EE. UU. y Francia desplegadas o el papel de los kurdos de las SDF apoyados por los EE. UU. y demás aliados).
Ese gran éxito se habría logrado a un muy bajo costo, con un despliegue en su punto álgido de solo 50-60 aviones y entre 6.000-7.000 militares. En estos cuatro años de intervención las fuerzas aeroespaciales ejecutaron 45.000 salidas, realizando un promedio de 70-80 salidas diarias, llegando en ocasiones a cifras de incluso más de 100 salidas (en los meses álgidos de la intervención). En este sentido, que un avión realizara 3 o 4 salidas al día era relativamente normal. Según Pukhov, se probaron todos los nuevos sistemas de aviación incluyendo el Su-57 (recordemos que fueron prototipos de pre-serie y sin una misión clara dado el escenario sirio), salvo en el caso del MiG-29SMT.
Respecto al prestigio e influencia internacional que ha ganado Rusia en estos años, Ruslan Pukhov recuerda como antes de la intervención en Siria a Rusia se le tenía mucho menos respeto en Oriente Medio que en la actualidad. Recuerda también como en 2011 el embajador ruso en Qatar fue gravemente golpeado (causándole invalidez) en el aeropuerto de Doha (Qatar) por personal de aduanas qatarí (era la época de los bombardeos e intervención en Libia, y Qatar apoyaba a la oposición islamista a lo que se oponía Rusia); que Turquía derribó un avión ruso en 2015 (también podríamos recordar el asesinato del embajador ruso en Turquía); o cómo Arabia Saudí afirmaba que expulsaría las fuerzas armadas rusas de Siria (recordemos que los saudíes desplegaron aviación de combate en Turquía amagando con una intervención conjunta con Turquía contra Rusia).
Por contra, después de la exitosa intervención militar rusa en Siria, el rey de Arabia Saudí y el emir de Qatar van ahora a Moscú a negociar directamente con Putin, estrechando sus relaciones con Rusia; y también Turquía se ha alineado con Rusia en muchos aspectos (asunto de los S-400, proceso de paz de Astaná que lidera Rusia, etc).
Las fuerzas armadas rusas, según el director del CAST, con la intervención siria aumentaron aun más en prestigio que la que ya habían ganado con la toma de Crimea en 2014, en la que la audiencia internacional pudo comprobar que el ejército ruso había mejorado mucho y se había modernizado desde la guerra de Georgia de 2008. Si en Georgia las fuerzas armadas rusas mostraron un equipo obsoleto y muchas fallas en algunos aspectos técnicos y tácticos (compensadas por la superioridad rusa en el nivel operacional de la guerra) y además, siendo una guerra junto a su frontera, durante la intervención siria mostraron una efectividad y profesionalidad muy mejoradas, además de equipo más moderno (drones, municiones de precisión, misiles de crucero, etc) y todo en operaciones de ultramar. Aunque el equipo moderno demostró fallos, estos fallos han servido para que las armas fueran posteriormente mejoradas y corregidas.
La experiencia en combate de la oficialidad rusa se ha extendido al hacerse muchas rotaciones de personal. Que la ejecución de la guerra se hiciera de manera mucho más eficaz a la de 2008 y solamente empleando personal militar profesional, excluyéndose a reclutas de reemplazo, evaporó las esperanzas de la oposición liberal rusa y la «quinta columna» de que un revés y un gran número de bajas provocarían una crisis política interna que pusiera en entredicho a las actuales autoridades rusas.
La marina de guerra rusa ha tenido un papel también fundamental en el esfuerzo de guerra de la expedición en Siria, ya que por mar se transportó nada menos que el 96% del material que usó el contingente militar desplegado. También se demostró la gran valía de los misiles Kalibr de la armada, haciendo salvas de estos misiles contra objetivos terroristas y hostiles.
En ese orden de cosas, dado el pobre resultado del portaaviones Kuznetsov y la gran necesidad de una armada que sostenga la maniobra marítima de toda intervención en ultramar, se demostró ya de manera ineludible a las élites políticas y militares, que Rusia debe abandonar las ilusiones de construir y operar un buque portaaviones de esa clase así como una armada de aguas azules y oceánica, para centrarse en una armada de aguas verdes. Por lo que en lugar de insistir en la modernización del Kuznetsov, las autoridades rusas descubrieron que les hacen mucha más falta buques tipo Mistral, motivo por el cual se iniciará la construcción de dos buques de este tipo en los astilleros rusos de Zaliv en Kerch (además, se desprende de las palabras del director del CAST, harán todavía más hincapié en esfuerzos por fragatas, corbetas, etc.).
La extensa experiencia en combate que tuvieron los helicópteros Mi-28N y Ka-52 también ha hecho que se corrijan problemas vistos durante la campaña (y como probablemente deducirá el lector, la experiencia siria es la que ha llevado a promover relativamente el Ka-52 respecto al Mi-28N en su versión modernizada NM). La experiencia aérea en Siria también ha impulsado el desarrollo de municiones guiadas aéreas de corto alcance (tradicionalmente relegadas en Rusia por el tipo de doctrina de empleo), y como bien dice Ruslan Pukhov, en la feria MASK-2019 se presentaron nuevas bombas aéreas guiadas de precisión para ser lanzadas a unos 40-50 kilómetros del objetivo, que evidencian las lecciones aprendidas de la campaña aérea y la necesidad de ese tipo de municiones de las que se carecían en buena medida (aunque no totalmente) al comienzo la intervención.
Por otra parte, aunque Pukhov no lo mencione, cabe destacar que la guerra en Siria también ha tenido un gran impacto en la doctrina militar rusa, emergiendo lo que está siendo una nueva doctrina militar (enunciada en varios discursos de Gerasimov durante 2019 y con una versión oficial probable en 2020). Según esta nueva doctrina, Rusia ahora será capaz de crear grupos militares expedicionarios compuestos por varios miles de militares para hacer operaciones de combate en ultramar (algo inédito en la doctrina militar ruso-soviética, que limitaba los despliegues de masas de maniobra al territorio euroasiático); además de desarrollar la «defensa activa», según la cual se harán cambios en el concepto y doctrina de empleo de los activos militares estratégicos rusos en tiempos de crisis, situaciones prebélicas y las primeras fases de un conflicto armado, favoreciendo un empleo preventivo y coercitivo de esas capacidades militares estratégicas). Estos cambios doctrinales, al ser de gran calado, generarán muchos titulares cuando se publique la nueva doctrina oficial probablemente durante el año 2020 (estas cuestiones de la doctrina las explicamos con detalle al final del artículo «Estrategia Rusa. Disuasión Estratégica y Pensamiento Estratégico«, del número 12 de nuestra revista, dedicado íntegramente a Rusia).
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