El Acuerdo de Abraham

Israel, los Emiratos Árabes Unidos y Baréin dan inicio a una nueva era

El martes 15 de septiembre ha tenido lugar en Washington D.C. la firma del llamado Acuerdo de Abraham, un tratado diplomático que normaliza las relaciones entre el Estado de Israel y los monarquías árabes de Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Baréin. Gracias a este acuerdo, que podría repetirse con otros protagonistas, da inicio una nueva era en Oriente Medio, cuyas consecuencias analizamos en las próximas líneas.

El anuncio primero del acuerdo entre Israel y EAU hecho el 13 de agosto resultó sorprendente, acostumbrados como estamos a que Oriente Medio sea habitualmente una fuente de malas noticias. Pero no puede decirse que el acuerdo entre estos dos países pillara por sorpresa a los observadores que hayan estado prestando atención a los cambios en la región y a los evidentes juegos diplomáticos subterráneos entre Israel y EAU. Véase por ejemplo, lo dicho a finales de abril de 2020 en “Israel y su espléndido aislamiento”.

https://twitter.com/realDonaldTrump/status/1293922936609546240

Era fácil intuir la existencia de relaciones fluidas entre ambos países conociendo por ejemplo, los negocios en la región del Golfo de empresas y ciudadanos israelíes dedicados a la inteligencia y la ciberseguridad, bien mediante intermediarios o bien prestando servicios desde lugares como Chipre. Además, hemos llegado al actual acuerdo tras una lista de gestos conciliadores realizados en estos últimos años. Por ejemplo, en 2018 deportistas israelíes participaron en una competición de artes marciales en Emiratos Árabes Unidos y el himno nacional israelí sonó en una ceremonia de entrega de medallas con total naturalidad. Además, la ministra Miri Regev aprovechó entonces para realizar una visita a la gran mezquita del jeque Zayed en Abu Dabi.

Así que a pesar de la sorpresa, no es casual que varios autores hayan usado el símil de una relación extramarital que sale a la luz y se normaliza a ojos de todo el mundo. Es el caso de Henrique Cymerman, corresponsal de varios medios españoles en la región y que ahora encontramos de director de la Cámara de Comercio Israel-Golfo Pérsico, quien afirmó que el acuerdo era comparable a “una relación con la amante que se está formalizando”.

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Precisamente, la primera crítica que se le hizo al triunfalismo estadoundiense por este acuerdo es que no se trata de un arreglo que ponga al fin solución a un conflicto virulento y enconado en el que las partes hayan tenido que llegar a compromisos históricos. Más bien, se trata de un simple pasar página de dos países geográficamente alejados que en el caso de Emiratos Árabes Unidos fue un actor secundario del conflicto árabe-israelí. Ahí incide la segunda crítica al acuerdo, su escasa incidencia en la situación del conflicto palestino-israelí. Pero si los acontecimientos históricos nos han enseñado desde 2011 es que en Medio Oriente y Norte de África se acumulan suficiente combustible de agravios, falta de expectativas y sectarismos de todo tipo para que la región arda de punta a punta sin que Israel entre en la ecuación. La falta de una reacción vehemente de la “calle árabe” es un síntoma positivo. Hoy en día el conflicto palestino-israelí suma apenas unas pocas casillas en un tablero de juego regional muchísimo más amplio.

El acuerdo con Emiratos Árabes Unidos viene acompañado de la paralización de la nefasta inciativa israelí de anexión unilateral de territorios, lo que es una buena noticia. Y en palabras de Yoel Schvartz “deja la puerta abierta para que los cambios politicos que se avecinan a nivel regional y mundial incidan sobre el terreno”. La entrada en escena de Emiratos Árabes Unidos podría ser positiva si el país se convirtiera en un nuevo interlocutor válido para la Autoridad Palestina que hiciera de contrapeso a Israel. Y los fondos emiratíes podrían apoyar aquellos proyectos educativos y empresariales palestinos que abogan por crear un país normal. Aunque de momento la reacción de la Autoridad Palestina ha sido muy negativa. Según Mohammed Dajani, los líderes palestinos no han sabido leer la jugada en el contexto geopolítico regional y han sobrerreaccionado en sus críticas al gobierno de EAU.

Los hitos de un nuevo orden regional

Analizar el acuerdo de paz entre entre el Estado de Israel y los Emiratos Árabes Unidos bajo el prisma del conflicto palestino-israelí es no entender qué ha pasado en la región en los últimos diez años. En realidad es el resultado de la reconfiguración del tablero geopolítico del Gran Oriente Medio propociada por la retirada estadounidense y el expansionismo de nuevos actores emergentes que ocupan el vacío dejado. Podemos decir, que el Acuerdo de Abraham es el resultado y a la vez un hito más del nuevo orden postestadounidense en la región.

El primer hito lo marcaría las declaraciones del presidente Barack Obama durante la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico, celebrada en noviembre de 2011 en su Hawái natal. Allí Obama anunció que tras una década “muy enfocados a los asuntos de seguridad, particularmente en la región de Oriente Medio […] hemos vuelto nuestra atención de vuelta a la región Asia-Pacífico”. La intención del gobierno de los Estados Unidos era pivotar hacia Asia. Un mes después, tuvo lugar la retirada oficial de las tropas estadounidenses de Iraq.

El segundo hito tuvo lugar en agosto de 2013, tras el ataque lanzado por las fuerzas del régimen sirio con armas químicas contra población civil en la perifiera de Damasco, dentro de una estrategia deliverada de atacar la retaguardia de las fuerzas antigubernamentales. El presidente Obama había establecido el uso de armas químicas como una “línea roja” en la guerra civil siria. Las consultas y deliberaciones del gobierno estadounidense, tratando evidentemente de no cumplir su amenaza, transmitieron debilidad en una crisis que fue resuelta por la intervención de la diplomacia rusa. Al año siguiente de aquella exhibición de debilidad estadounidense, China aceleró la construcción de islas artificiales en el Mar de la China Meridional y Rusia invadió Ucrania.

El tercer y definitivo hito fue el anuncio, el 14 de julio de 2015, del Plan Integral de Acción Conjunto (JCPOA por sus siglas en inglés), el conocido como acuerdo nuclear con Irán. El acuerdo fue muy mal recibido en las capitales de la región. Se consideró una jugada diplomática ingenua y débil por parte del presidente Obama, que haciendo balance público de su política exterior en su último año de presidencia, declaró que consideraba la amenaza rusa e iraní como problemas regionales que sus aliados en Europa y Oriente Medio tendrían que aprender a lidiar solos.

Nuevos ejes en el Mediterráneo oriental

Donald Trump pareció llegar a la Casa Blanca con la voluntad de hacer una enmienda a la totalidad de la presidencia de Barack Obama. Pero precisamente su perfil de aislacionista clásico le hizo cuestionar la presencia militar estadounidense heredada de la Guerra Fría en Alemania y Corea del Sur, además de plantear el fin a la guerra eterna que se lucha contra el salafismo-yihadista después del 11-S desde el Sahel al sur de Filipinas. Eso sí, las prisas por salir de Siria provocaron una fuerte reacción en el establishment de Washington D.C. porque una salida precipitada de Siria abandonando a los aliados kurdos iba a tener consecuencias catastróficas para la credibilidad de Estados Unidos. Mientras que la debatidad retirada de África coincide con un año clave de intensa actividad yihadista en el Sahel y aparecen nuevos focos como el norte de Mozambique.

Donde sí vivimos claramente un orden postestadounidense es el Mar Mediterráneo. La lista de actores relevantes implicados en la guerra de Libia es larga e incluye a Francia, Italia, Rusia, Turquía, Emiratos Árabes Unidos, Qatar y Egipto. Así que desde los ataques contra fuerzas del Estado Islámico en 2016 no hemos vuelto a saber de Estados Unidos en las orillas de Trípoli. Y esto nos llevo al nuevo foco de tensión en el Mediterráneo oriental.

https://twitter.com/SonerCagaptay/status/1211674883853291521

El 27 de noviembre de 2019 el gobierno turco firmó con el gobierno libio de Trípoli un acuerdo de delimitación de la Zona Económica Exclusiva ignorando la sobernía griega sobre determinados islas que Ankara considera le fueron arrebatadas injustamente por acuerdos impuestos al término de la guerra greco-turca. A esto se suma los conflictos respecto a la soberanía de las aguas que genera la existencia desde 1974 de la república turca del norte de Chipre. Se trataba de un asunto sin más consecuencias que la animosidad mutua hasta el descubrimiento de potenciales yacimientos de gas en el fondo del Mar Mediterráneo. La explotación de esos yacimientos había puesto de acuerdo a Grecia, Chipre, Israel y Egipto para el lanzamiento del proyecto EastMed. En el contexto de las últimas tensiones en la zona, el despliegue de aviones de combate F-16 de Emiratos Árabes Unidos en Creta el pasado mes de agosto escenificaba el apoyo de Abu Dabi a Grecia como parte de las aspiraciones del país de ser un actor relevante en la zona.

https://twitter.com/SamRamani2/status/1224951992759595008

Futuros movimientos

El acuerdo de paz entre Israel y Emiratos Árabes Unidos antes incluso de estar firmado ya abrió la puerta al resto de monarquías árabes, sumándose Baréin al acuerdo firmado el día 15. Así, Arabia Saudita tuvo el gesto de abrir su espacio aéreo a los vuelos que ahora conectan Israel y Emiratos Árabes Unidos. Aunque es poco probable que el gobierno de Riyad dé más pasos por su papel en el mundo musulmán y por ser el impulsor de la Iniciativa de Paz Árabe. Quienes sí podrían entrar en la lista de países que reconozcan diplomáticamente a Israel están Marruecos y Omán. El caso de Marruecos es peculiar. Se trata de un país árabe que es discretamente cliente de la industria de defensa israelí. Sin embargo, la oposición del partido islamista y la opinión pública marroquí podrían impedir al gobierno avanzar en el reconocimiento de Israel. En el caso de Omán, se trata de un país que ha jugado siempre a ser el intermediario nato de la región que actúa de discreto canal de comunicación. Así que el reconocimiento diplomático a Israel encajaría perfectamente de cara a seguir cumpliendo en ese papel.

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