Este informe es resultado de un ejercicio de Análisis prospectivo de la guerra de Ucrania en el que han participado Christian D. Villanueva López y Beatriz Cózar Murillo (Revista Ejércitos) y Javier Jordán Enamorado y Alberto Bueno Fernández (Global Strategy). Nuestro trabajo explora el desarrollo de la guerra de Ucrania a lo largo del primer semestre de 2023, y lo hace prestando atención al nivel político-estratégico.
Para ello se identifican seis fuerzas motrices (drivers) de cuya evolución dependerá la configuración de distintos escenarios. A partir de la combinación de diferentes valores en cada uno de los drivers se han construido tres escenarios alternativos. No se ha asignado probabilidad a ninguno de ellos porque la finalidad de la prospectiva no consiste en predecir lo que va a ocurrir (algo que escapa la capacidad humana ante un fenómeno tan complejo como es la guerra), sino en identificar las fuerzas de cambio que orientarán la realidad en una u otra dirección.
De este modo, lo relevante del presente informe no es tanto la selección de escenarios como los drivers. Los escenarios son meramente ejemplos de futuros plausibles generados a partir de dichas fuerzas motrices. Los drivers son los auténticos ‘sectores de vigilancia’. A partir de ellos se pueden generar indicadores de seguimiento que alerten de un cambio significativo en el escenario de partida y, por tanto, proporcionen anticipación estratégica sobre el tipo de escenario al que nos dirigimos.
El informe está disponible para su descarga en PDF en el siguiente enlace:
Además, lleva aparejado un podcast en el que Javier Jordán Enamorado y Christian D. Villanueva López explican tanto la metodología como los drivers y escenarios. El podcast está disponible en el canal de Global Strategy en iVoox, iTunes, Spotify, Google Podcast, Anchor y YouTube. Puedes seguirnos suscribiéndote en cualquiera de esas plataformas y a través de nuestras cuentas en Twitter, Facebook, Instagram y Telegram. Te agradecemos que nos ayudes a ganar en visibilidad dando al Me gusta. Son bienvenidos los comentarios respetuosos y bien argumentados sobre los contenidos del podcast.
Drivers de la guerra en Ucrania
Para que el ejercicio resulte manejable el número de drivers ha de ser reducido, lo que entraña un esfuerzo de abstracción y de síntesis. A nuestro juicio, hay seis drivers sobre los que pivota la evolución de la guerra en Ucrania desde una perspectiva político-estratégica. Esto supone excluir conscientemente del análisis prospectivo los niveles operacional y táctico que, de abordarse, requerirían un trabajo prospectivo específico con una selección de drivers distinta.
Los seis drivers que hemos seleccionado constituyen incertidumbres críticas. Es decir, resulta plausible que sus valores experimenten cambios significativos a lo largo del primer semestre de 2023. No se han incluido entre estos seis drivers lo que consideramos tendencias estables, entendiendo como tales aspectos de la guerra donde un cambio sustantivo sería difícil de explicar; por ejemplo, el actual régimen de sanciones impuesto por Estados Unidos y la Unión Europea a Rusia. Es posible que en los próximos meses se añadan nuevas o se modifique alguna de las ya vigentes, pero sin que esto suponga un cambio cualitativo en esta tendencia.
A continuación, describimos el contenido de cada uno de los drivers:
El primer driver es el grado de apoyo militar exterior que reciben los dos contendientes. En lo referido a Ucrania, se plantean tres posibilidades: 1) el nivel de ayuda actual se mantiene de manera más o menos similar, 2) aumento considerable del nivel de ayuda, destacando su mejora cualitativa (por ejemplo, envío de aviones de combate F-16 o de carros de combate Leopard 2); 3) reducción sensible de la ayuda militar, ya sea por motivos políticos o de problemas de disponibilidad en los inventarios y stocks de municiones de los países OTAN.
En lo relativo a Rusia contemplamos tres posibilidades semejantes: 1) mantenimiento de la situación actual (recibiendo drones/municiones guiadas de Irán y municiones de artillería de Bielorrusia y Corea del Norte); 2) incremento sustancial de la ayuda exterior con impacto en el equilibrio de fuerzas, ya sea por razones cualitativas o cuantitativas (por ejemplo, llegada de misiles balísticos iraníes o, de manera encubierta, de armamento sofisticado o de componentes tecnológicos críticos para la industria de defensa rusa por parte de China); 3) disminución significativa del suministro exterior, ya sea por razones políticas o de disponibilidad material.
El segundo driver se centra en la situación en el campo de batalla, derivada de la efectividad militar de ambos contendientes. La primera posibilidad es una situación de estancamiento a finales del primer semestre de 2023. En tal caso, la previsible reactivación de los combates en primavera dejaría una distribución territorial más o menos similar a la de finales de 2022. La segunda posibilidad es que las fuerzas ucranianas logren avances territoriales significativos, pero sin recuperar todo el territorio perdido a manos de los separatistas y de Rusia desde 2014. La tercera es una victoria militar ucraniana en términos territoriales, recuperando gran parte de las fronteras previas a 2014 con la excepción de Crimea. La cuarta posibilidad planteada es una nueva ofensiva rusa que obtenga avances territoriales importantes. Por otro lado, se contemplan dos posibles situaciones de los dos beligerantes como consecuencias de los combates de la primera mitad de 2023: desgaste moderado o desgaste severo de cada uno de ellos.
El tercer driver tiene por objeto la situación política en Rusia, así como su voluntad o no de continuar el conflicto y en qué términos. A este respecto, se debería prestar atención al grado de radicalización de las élites rusas, que a su vez podría traducirse en el endurecimiento de la postura rusa en la guerra. Dicha radicalización también incluiría la ‘feudalización’ del poder, algo que ya se observa en la actualidad con figuras como Kadirov y Prigozhin, con agendas propias en lo relativo a la dirección y ejecución del conflicto.
Respecto a la continuidad de Vladimir Putin como presidente de la Federación, se considera plausible tanto su permanencia (a primera vista lo más probable en el primer semestre de 2023) como su apartamiento forzado, algo que tampoco se puede descartar en función de la marcha de la guerra y de los equilibrios de poder internos. En cuanto a la situación en la calle, el driver contempla la posibilidad de que los efectos de la guerra y de las sanciones internacionales susciten revueltas populares, incluso de cierta entidad. Sin embargo, teniendo en cuenta la ausencia de una oposición política viable, dichas protestas serían insuficientes para provocar un cambio de régimen. Finalmente, también resulta plausible que, a finales de la primera mitad del año, Rusia busque una salida real al conflicto aceptando condiciones desventajosas en términos territoriales, pero dentro de unos límites; por ejemplo, el territorio recuperado por Ucrania a finales de 2022, más algunas ganancias al este del Dniéper, pero sin incluir en ningún caso la pérdida de Crimea.
El cuarto driver presta atención a la escalada horizontal del conflicto; es decir, más allá de las fronteras de Ucrania. El conflicto en la zona gris ya existía desde antes de la guerra y se ha intensificado desde el momento en que la guerra de Ucrania es además una proxy war en la diada de conflicto OTAN/UE-Rusia. En este sentido, se considera plausible tanto el mantenimiento de la situación actual por parte rusa (ciber-ataques, desinformación y posible autoría del sabotaje al NordStream), como una intensificación de este tipo de acciones (ataques exitosos físicos o ciber contra infraestructuras críticas europeas provocando daños significativos). Paralelamente, también es plausible una intensificación de las acciones rusas en zona gris contra países no miembros de la Unión Europea a los que Moscú considera parte de su esfera de influencia (por ejemplo, Georgia y Moldavia) con el fin de condicionar su política exterior e introducir inestabilidad en el vecindario europeo.
Siguiendo con una eventual desestabilización hacemos explícita lo que consideramos una tendencia estable: la incapacidad de Rusia para desestabilizar de manera efectiva África y Oriente Medio con la intención de provocar crisis de refugiados a las puertas de Europa. A tenor de lo observado en los meses que llevamos de guerra, las hambrunas que se dan en esas regiones guardan una relación marginal con la política rusa en lo referente a exportación de grano y fertilizantes. Por tanto, en ninguno de los tres escenarios que hemos construido se contempla una desestabilización de ambas regiones provocada por Moscú. De producirse, tendrá otras causas de mayor calado.
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