La estrategia del Yihadismo I

La influencia del Idharat al-Tawahus

Líderes de Al Qaeda y Daesh
Líderes de Al Qaeda y Daesh

Cuando se piensa en el yihadismo y en grupos como Estado Islámico o Al Qaeda tendemos a concebirlos como una suerte de sistemas solares, repletos de planetas que sólo tienen en común una creencia fanática en el Islam, que les lleva a emplear una desordenada serie de tácticas a fin de ganar el poder y constituirse en estados islámicos y  más procupados en muchos casos de luchar con el grupo rival que de perseguir un objetivo claro. Sin embargo, el pensamiento estratégico yihadista existe, y aunque no es monolítico ni tiene una base intelectual tan sólida como en Occidente, ejerce una gran influencia sobre la miríada de grupos terroristas.

Queremos en este análisis apuntar la visión estratégica que suele impregnar a los grandes grupos yihadistas, para proporcionar un punto de vista pocas veces tratado en los análisis sobre este fenómeno. Asimismo confrontaremos tal estrategia con los hechos acaecidos en los últimos años y que han llevado entre otras cosas a la proclamación de un Califato por parte de lo que no era sino una escisión de Al Qaeda, algo insólito.

La piedra angular de la estrategia yihadista actual puede encontrarse en el Idharat al-Tawahus (إدارة التوحش: أخطر مرحلة ستمر بها الأم). Esta obra fue escrita por un “estratego” de Al Qaeda llamado Abu Bakr Naji en 2004 y gracias a su relativa simplicidad ha sido leída e interiorizada por numerosos grupos radicales hasta nuestros días.

La obra en sí no puede considerarse una genialidad, pero es muy hábil a la hora de establecer una estructura teórica clara para alcanzar la victoria. Aunque adolece de vacíos en algunos aspectos y está repleta de razonamientos religiosos de valor cuestionable, también es cierto que provee una estrategia original, y posiblemente acertada, como veremos.

Por último, antes de comenzar cabe decir que el Idharat al-Tawahus es el fruto de reflexionar sobre muchos otros textos históricos, religiosos, militares y de filosofía de la naturaleza humana que han sido estudiados en el mundo de la yihad sunita, en este sentido, aunque el libro en sí no sea la panacea, está respaldado por una literatura abundante.

ESTRATEGIA

La idea que subyace en la guía concebida por Abu Bakr Naji pasa por un análisis histórico de los grandes reinos e imperios de la historia, y especialmente por los del propio Islam: desde las primeras batallas de Mahoma contra los politeístas, hasta principios del nuevo milenio.

Todos los grandes entes terminan por caer, bien por si mismos debido a sus problemas internos, bien porque la presión exterior termina por hacerles caer. Una vez alcanzado este punto se produce una especie de vacío de poder; con matices especiales, que ofrece una oportunidad a los yihadistas para tomar el control de los territorios. En base a esta idea se construye buena parte de la estrategia yihadista.

En Europa, las estrategias y las líneas políticas han tendido a ser concebidas para los gobiernos y sus estados. Sin embargo los salafistas parten de la idea de que la Umma, la comunidad de personas islámicas, está sometida o adormecida por regímenes y corrientes de ideas corruptas y perniciosas, así pues los yihadistas no tienen estado o gobierno que gestionar, sino que se trata precisamente de conseguir alcanzar un gobierno o un estado plenamente controlado por ellos y que incluya al conjunto de los musulmanes.

Fruto de lo anterior, toda la estrategia se centra en obtener el poder, para lo que es necesario descuartizar a los estados y regímenes existentes. Estados que además se presumen corruptos tanto internamente como por las relaciones que mantienen con sus “compañeros de viaje”, como suelen ser referidos los estados no musulmanes con los que mantienen alianzas.

En base a todo lo anterior, se conciben tres fases más o menos separadas, aunque flexibles y capaces de superponerse:

  1. Vejación y agotamiento
  2. Gestión de lo salvaje
  3. Establecimiento del Califato

A su vez, dichas fases se producen en dos tipos de áreas: las prioritarias y el resto. Las áreas prioritarias podían cambiar, y eran determinadas por Al Qaeda Central. En el año 2004 se contaban las siguientes:

  • Jordania
  • El Magreb
  • Nigeria
  • Pakistán
  • Yemen
  • Arabia Saudita

Sin embargo, es probable que en la actualidad Iraq y Siria estén incluidas entre las regiones prioritarias, y a su vez países como Libia, Egipto, Túnez o Turquía seguramente reciban una atención especial, mientras que otros pueden haberse caído de la lista.

Bajo la concepción salafista, el Oriente Medio actual es un producto artificial de la colonización occidental, algo en lo que jugó un papel clave el tratado de Sykes-Pikot. Por este motivo los territorios antedichos no necesariamente coinciden con los estados-nación reconocidos por la Comunidad Internacional y en cualquier caso las fronteras legales no son rígidas a la hora de delimitar los teatros de operaciones.

LA ORGANIZACIÓN INTERNA

No todos los medios puestos al alcance de la guerra santa han de estar basados en la violencia. De hecho, los medios de comunicación, la política de alianzas y el trato con la población civil son elementos nucleares de la estrategia yihadista, si bien es cierto que tienden a aparecer a partir de la etapas más avanzadas, como explicaremos.

El Idharat al-Tawahus se escribió por y para Al Qaeda y sus potenciales aliados, así pues se habla de una suerte de Alto Mando, que era Al Qaeda Central. En este sentido Abu Bakr Naji pensaba en una sola estructura de mando, con una jerarquía disoluta pero existente y sin competidores directos, idea que naturalmente ha sido modificada por la aparición de Estado Islámico. Sin embargo, podemos decir que, al menos mientras el Dáesh mantuvo el control territorial de parte de Diyala y de Sham, tuvo un papel similar a Al Qaeda Central.

A lo largo de las distintas fases, las estructuras organizativas yihadistas varían en sus morfologías y en sus ordenaciones internas. Todo suele comenzar en una “región del salvajismo” en donde se entrena y se dan instrucciones a uno o varios individuos que al regresar a su tierra preparan pequeñas células, a la vez que tejen una red de contactos que incluye desde potenciales aliados, hasta simpatizantes y combatientes.

Con las células listas y equipadas se inicia la actividad terrorista, que si es fructuosa permitirá aumentar el tamaño de la organización. Llegados a cierto punto se podrá plantear abiertamente la creación de un verdadero grupo armado de carácter guerrillero. El carácter guerrillero puede considerarse un salto cualitativo sobre el terrorista, aunque se mantienen ambos tipos de actividades. En cierto sentido, la actividad guerrillera consistente en golpes de mano y raids, lo que se asocia a las “operaciones medianas”, mientras que los actos terroristas se pueden asociar a las “operaciones pequeñas”.

La decisión de fusionar varias células para conformar un grupo de mayor entidad debe tomarse con mucha cautela y es especialmente importante valorar lo que se ha traducido al inglés como “el poder” (al-Shawk), aunque la connotación de este término tiene más que ver con la resiliencia, que con el poder tal y como lo entendemos en Occidente.

Al constituir un solo grupo, el nivel de centralización aumenta, y se pierde la estanqueidad de que gozaban las células terroristas, las que en el caso de que una fuera aniquilada, no se veían comprometidas. Por el contrario, en un grupo centralizado, la captura de la cúpula podía permitir a sus enemigos aniquilar a toda la organización de un plumazo.

La contrapartida al riesgo de centralizar la organización está en la capacidad de acción, ya que una organización más grande es más capaz de atraer y de movilizar recursos, y este paso es fundamental si se quieren alcanzar los objetivos finales. Además, los grupos de cierto tamaño son las únicas estructuras capaces de suplantar al estado una vez este ha sido derrotado, algo fundamental de cara a gestionar lo salvaje y, finalmente, establecer el Califato.

Un concepto fundamental para valorar los riesgos de una fusión es el “Al-Shawk”, a veces traducido como “poder”, en realidad representa la capacidad del grupo para soportar las presiones, el castigo y el desgaste del conflicto, igualmente representa la capacidad de supervivencia y la pervivencia de un orden jerárquico. En definitiva, el “Al-Shawk” se configura como un sinónimo de capacidad de resistencia de la organización.

Para facilitar el “Al-Shawk”, internet tiene un papel fundamental, ya que permite mantener comunicaciones a larga distancia, de tal forma que se reduce la exposición de la cadena de mando al impartir órdenes, además permite preservar el conocimiento atesorado, de tal forma que si uno desaparece, sus conocimientos podrán ser usados para enriquecer a los grupos del futuro.

No en vano, podemos constatar que un grupo yihadista de reciente creación cuenta con una ayuda y un saber heredados de los grupos predecesores, algo que ocurre deliberadamente, en particular cuando las matrices de Al Qaeda e ISIS comparten sus manuales, consejos y experiencias con sus ramas más jóvenes.

Un grupo yihadista de cierta entidad, deberá haber desarrollado los siguientes organismos internos:

  • Jefatura
  • Aparato de comunicación
  • Aparato de seguridad
  • Unidades de vejación

En la jefatura se encuadran el líder y su plana mayor compuesta por algunos consejeros de confianza, entre los que normalmente habrá guerrilleros, teólogos, y una suerte de diplomáticos, asimismo es probable que haya personas con experiencia administrativa, audiovisual/comunicativa, así como yihadistas foráneos.

El líder, que será un hombre con cualidades militares, contará con subalternos para planificar y ejecutar la estrategia y las operaciones, también tendrá a su disposición a personal con estudios superiores en materia religiosa o, directamente ministros de Alá para que interpreten las sagradas escrituras, a fin de respetar el elenco de derecho eclesiástico islámico.

También existirá un aparato de seguridad, que se encargará de la infiltración en el resto de fuerzas, incluyendo tanto a amigos como a enemigos. Igualmente se encargará de garantizar la impermeabilidad de la organización tomando medidas de contraespionaje y seguridad de las operaciones. Para estos fines tendrá especial importancia la diligencia en las comunicaciones a distancia, así como la selección cuidadosa de los nuevos miembros.

Las operaciones de infiltración pueden ser de muchos tipos y contra muchos tipos de objetivos, desde fuerzas de seguridad y de policía hasta infraestructuras energéticas o industriales críticas, como presas, centrales eléctricas o plantas desalinizadoras, por ejemplo. La infiltración en grupos amigos se hace con vista a prevenir la traición y a camelarse de la mejor forma a sus aliados, a fin de fusionarse en el futuro y de asegurar la estabilidad de los acuerdos.

Asimismo, existirá una rama dedicada a la creación de contenido audiovisual destinado al consumo de toda la población, tanto de las élites dirigentes como del pueblo llano o de la Comunidad Internacional. Esta rama mediática tendrá una gran importancia para difundir el mensaje y transmitir la imagen deseada.

Por último, deberá constituirse una fuerza de vejación, a modo de embrión de ejército, la cual estará fragmentada, aunque tendrá capacidad para reunirse cuando se planifiquen operaciones de calado, a la vez que cada célula seguirá existiendo.

Ahora bien, al margen de su estructura estrictamente interna, un grupo de cierto tamaño, también habrá sido capaz de desarrollar algunas capacidades en paralelo a su estructura, incluyendo las siguientes:

  • Red de apoyo
  • Conexión con el Alto Mando
  • Estatus reconocido

La red de apoyo será fundamental y estará basada en la propia región a nivel táctico, y en las llamadas “regiones de apoyo” vecinas, en el nivel estratégico.

En las regiones de apoyo, países como Turquía serán la puerta de entrada de los voluntarios yihadistas venidos de toda la Umma, también dispondrán de dinero en efectivo, contactos sobre el terreno, donantes, casas francas, información y depósitos con suministros y equipo. Toda esta infraestructura facilitará la logística, la movilidad táctica y el “Al-Shawk”. Llegado el punto, la red de apoyo, que tiene un carácter civil, podrá convertirse en un medio para reemplazar a la administración estatal.

La conexión con el Alto Mando se refiere a que tanto telemática como físicamente existirá la posibilidad de comunicarse y de enviarse mutuamente personal y recursos, de esta forma, aunque no se pueda hablar de verticalidad jerarquía strictu sensu, sí que se garantiza cierta coherencia y ligazón entre el Alto Mando y sus ramas más lejanas.

El Alto Mando podrá hacer llegar recursos y conocimientos, y será el encargado de reconocer al grupo yihadista como una de sus ramas, lo que conferirá a este un aura de respeto, una idea de masa crítica y un prestigio político.

Una vez el grupo se transforma en un Califato, la idea es imitar y adaptar la estructura orgánica e institucional de la era dorada del Islam a lo largo del siglo VIII d.c, con los califatos Omeya y Abasí como inspiración, así pues se imita la estructura de aquellas épocas. Es por eso quienes estudien la organización administrativa de Al-Andalus encontraran semejanzas con la estructura organizativa de Estado Islámico.

En cualquier caso no siempre es así. De esta forma, mientras el EI sí se ha declarado Califato, Al Qaeda no lo ha hecho, por lo que la nomenclatura de sus ramas es algo diferente. Así, mientras las de Al Qaeda no tienen nominaciones administrativas del medievo, las de Dáesh sí que las tienen, de tal forma, que por ejemplo sus ramificaciones y su división territorial se basa en wilayat que son territorios dirigidos por un wali o un emir que normalmente tiene un alto grado de autonomía.

Estructura de mando del ISIS. Imagen - Rafik Hariri Center
Estructura de mando del ISIS. Imagen – Rafik Hariri Center for the Middle East

ESTRATEGIA DE COMUNICACIÓN

La comunicación con las masas no se concibe como mera propaganda, sino como una forma irrenunciable de enlazar con la Umma. A tal fin los yihadistas constituyen sus propios aparatos de comunicación mediante los que pueden expresar sus puntos de vista respecto a sus campañas de violencia, haciendo que el pueblo reciba su mensaje y pueda tener complicidad con sus intenciones. No obstante, son conscientes de que los poderosos medios al servicio de los regímenes y de los “apóstatas” tratarán de desprestigiarles transmitiendo una visión negativa de la yihad y de sus acólitos.

La función propagandística también se produce y está encaminada a atraer a la juventud, para que pueda ser reclutada. Se intenta ensalzar la figura del mártir, del yihadista y del guerrero, y se transmiten sus acciones de guerra como si fueran gestas heroicas, hazañas bélicas que están bendecidas por un Corán que alaba a aquellos que luchan y se sacrifican por al-Yihad.

En contraposición con la imagen idealizada del guerrero yihadista que lucha por la libertad de la Umma, se intenta polarizar a la sociedad mostrando a los regímenes y a sus compañeros de viaje como los grandes enemigos de la religión, de la decencia, de las buenas costumbres y del Islam más puro. Los regímenes y sus aliados orientales u occidentales son apóstatas, gentes entregadas a los placeres terrenales mediante los cuales se corrompe, adormila y maltrata a la Umma.

Ahora bien, los medios de comunicación también pueden servir directamente a los objetivos que normalmente se perseguirían mediante acciones violentas, así pues son conscientes de que la simple amenaza a ciertas personas e infraestructuras puede obligar a sus enemigos a dispersar sus fuerzas, provocando trastornos y costes añadidos, todo lo que forma parte de la fase de vejación y agotamiento. Los yihadistas saben, por ejemplo, que si amenazan a las centrales nucleares, o a un periodista extranjero, los gobiernos se verán obligados a dedicar hombres y recursos a proteger a aquellos, haciéndole el juego a la estrategia yihadista.

Los medios de comunicación también sirven para crear símbolos, atacar a la economía, endurecer a la población civil acostumbrándola a la violencia o infundir el miedo entre las fuerzas contrarias, por eso no nos debe extrañar el afán por efectuar secuestros agónicos con espectaculares ejecuciones, ya que ello forma parte de una estrategia comunicativa más amplia.

Todo lo expresado anteriormente ha sido llevado a la práctica por Estado Islámico y sus wilayat. Secuestros de periodistas occidentales como James Foley o Kayla Mueller son todo un altavoz de la yihad ante la clase media europea y norteamericana, más aún si además se les convierte en marionetas del propio aparato mediático salafista, como ocurrió con John Cantile.

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