En la primera parte de este artículo hacíamos un repaso histórico tanto al concepto de SEAD como a sus orígenes, incidiendo especialmente en conflictos como el de Vietnam, la Guerra del Golfo o Kosovo. También hacíamos una comparativa de misiones y os hablábamos sobre los principales medios SEAD. Ahora toca hablar sobre la organización de las misiones y sobre la némesis de este concepto, o lo que es lo mismo, las redes IADS.
Las misiones SEAD basan su principal ventaja en su mayor activo, la aviación, el instrumento de guerra más flexible de nuestros tiempos, por ser la más móvil, rápida y dinámica fuerza de combate, moldeable y adaptable a los cambios en los conceptos operativos y guerra moderna. Aunque de este tipo de misiones no se tenga una referencia abultada, si existe en cambio muchos recursos para conocer más a fondo cuál es su importancia, así como sus ventajas y desventajas; tan solo hay que escarbar un poco más.
El enfoque que abordamos en este capítulo es el de mostrar las dos caras de la moneda, es decir, el protagonista y su antagonista, dicho de otro modo, “La Supresión de Defensas” (SEAD) y “Las Defensas Aéreas Integradas” (DEAD), baste añadir que a su vez nos enfocaremos en los principales representantes y defensores de cada concepto, EEUU para el primero y Rusia para el segundo.
IADS, replanteando sus capacidades
Para comprender mejor en que consiste una misión SEAD debemos hacer un paréntesis obligatorio y desglosar someramente los conceptos operativos y características generales de sus antagonistas; los sistemas IADS. Más allá de que hemos tratado el tema en otras entregas, tomaremos un enfoque más pragmático, para poner en la palestra sus limitaciones y tener una perspectiva más clara de cómo los medios ofensivos SEAD aprovechan estas brechas.
El principal potencial defensivo de estos sistemas proviene del binomio radar-misil y cada uno tiene características que conocemos genéricamente por fuentes abiertas como alcance-velocidad-cota, aunque siempre se suele evitar el contrastar las ventajas y desventajas en estas fuentes. Además estas bases de datos normalmente son cuantitativas y no reflejan cómo la parte cualitativa establece restricciones a las cifras huérfanas.
La parte cualitativa de la ecuación conceptual a la que hacemos referencia es en relación a los elementos físicos básicos implicados que afectan a los principales elementos del sistema, es decir los ya mencionados, radares y misiles. En cuanto a los radares estos tienen una línea de visión restringida, debido primero a la curvatura natural de la tierra y también por las variaciones del relieve, imponiendo un límite superior en alta cota casi constante y definido por la altura máxima operativa de la aviación de combate en general. Esta cosa, solo muy excepcionalmente sería de 564 km de Línea de Visión o detección, para blancos volando a 25.000 msnm (metros sobre el nivel del mar) o lo que es lo mismo una altura operativa a la que no llega el 99 % de los aviones de combate; además, este es un valor que nos permite comprender por qué una cifra superior no merece la pena tomarla en cuenta si lo que estamos considerando son sistemas SAM que buscan negar el espacio aéreo a la aviación convencional (para misiles balísticos deberíamos tomar otras consideraciones).
Por lo tanto, en la práctica un IADS que cuente con sistemas de largo alcance podrá establecer con sus radares un radio máximo de conciencia situacional contra la mayoría de las operaciones aéreas convencionales a partir de distancias de 440 km- Esto para aviones de combate que operen a 15.000 msnm (+/- 50.000 pies) y 360 km para aviones de apoyo y combate con ámbito de operación de 10.000 msnm (+/- 33.000 pies). Los límites a baja cota son variables y agravados a la vez con la presencia del ruido de fondo provenientes de la superficie terrestre los cuales generan un universo de falsos blancos a los radares, así como por los accidentes del terreno que provocan variaciones adicionales de cobertura de ondas de radar. Todo esto provoca una disminución progresiva de los alcances máximos de la Línea de visión, algo que podemos apreciar observando la siguiente relación:
- 275 km de línea de visión para blancos volando a 6.000 msnm.
- 115 km de línea de visión para blancos volando a 1.000 msnm.
- 60 km de línea de visión para blancos volando a 250 msnm.
- 27 km de línea de visión para blancos volando a 60 msnm.
Desde el punto de vista de los misiles, las restricciones operativas provienen de otras razones, siendo la primera de ellas la fuerza de la gravedad. Esta última complica obtener alcances máximos y efectivos teóricos simultáneamente, debiendo superar las diferencias de altitudes contra los blancos potenciales de hasta 12 km de cota en promedio y en curso de persecución como agravante. Adicionalmente hay que tomar en cuenta los tiempos de combustión de los motores cohetes así como de impulsores o “Booster” (cuando los misiles tienen dos etapas como los Antey 2500) cuyo rango de funcionamiento ronda tiempos menores al minuto, con el consecuente pico de aceleración y desaceleración que suma una velocidad promedio mucho mas baja que la máxima teórica durante su tiempo de vuelo. A lo anterior hay que sumar las maniobras defensivas que puedan ser ejecutadas por los blancos con apoyo de guerra electrónica; todos los factores señalados anteriormente merman los alcances de tales armas hasta al menos un 50% de lo que se señala normalmente las hojas de datos que ofrecen los fabricantes y que son accesibles en fuentes abiertas.
Estos extremos, por supuesto, son contra aviones de combate de altas prestaciones en maniobrabilidad y velocidad. En el caso de aviones de apoyo ISR, más grandes y menos agiles, la tendencia puede mejorar a favor de los misiles.
Otro de los inconvenientes que las operaciones conjuntas pueden traer consigo dentro de un sistema Integrado IADS fundamentalmente basado en SAM, es la obligatoria asignación de sectores o cotas operativas para los cazas interceptores, distinta del área de influencia o zonas de exclusión de los misiles disparados desde tierra. Esto es especialmente cierto para los misiles de medio y largo alcance, ya que existe una alta probabilidad de fraticidio incluso suponiendo que las unidades de combate en ese sector pudiera contar con los más modernos sistemas IFF, tecnología esta, que ha demostrado un rendimiento variable con tendencia negativa desde el mismo momento de su implementación.
Otro elemento que refuerza la tendencia al posible fuego amigo está en el hecho de que todo tipo de radar posee un conjunto prestaciones teóricas que varían según su alcance, tecnología aplicada, diseño de la antena o potencia de emisión. Estos elementos condicionan la resolución necesaria para poder identificar a los “contactos” o “pistas” a distancias optimas o de seguridad, condición necesaria para la toma de decisiones durante el enfrentamiento y a su vez para evitar eventos recientes como el sucedido con el derribo del Il-20 en Siria, en septiembre de 2018, al ser confundido por los operadores antiaéreos como un F-16I “Sufa” de la IAF.
Sistemas IADS rusos, una referencia
Desde el punto de vista organizativo, dado que es necesario ser específicos para poder contrastar sus capacidades, hemos decidimos enfocarnos en los que seguramente sean los mejores en este área; los rusos. Y es que es este el país que desarrolla y exporta algunos de los sistemas más avanzados, en cuanto a tecnología y concepto operativo.
A pesar de que Rusia tiende a estandarizar sus sistemas IADS, la red a través del país conserva cierta diversidad de modelos, pudiendo observar que aun usan S-300PMU1 y S-300PMU2 operando conjuntamente con S-400. Esto último no es mayor problema pues los mismos están adaptados para funcionar dentro de una arquitectura C2 compatible y una organización funcional muy parecida al batallón, estructura organizativa que ya explicamos convenientemente al hablar del S-400, pero que es muy parecida en los sistemas más antiguos, es decir:
- Un Estado Mayor con puesto de Mando C2 (Comando y Control), un radar de vigilancia en Banda S, más uno o dos radares de apoyo y vigilancia en Banda S adicionales.
- Unidades de combate con un radar de control de tiro en banda X y de 4 a 12 unidades de fuego.
- Unidades logísticas y apoyo.
En el escalón superior de combate nos encontramos con el regimiento, que puede estar formado por dos batallones y contaría con unidades de radar adicionales, así como puesto de mando integrador de unidades y equipos. Los radares pueden ser de Banda X, Banda L y Banda S adicionales. Las unidades de fuego, las de comunicaciones y los radares pueden y deben desplegarse de forma separada geográficamente hasta una distancia de 90 km manteniendo vínculo por red segura e inalámbrica (salvo excepciones) de datos tácticos.
Es importante resaltar que las comunicaciones son fundamentales para mantener la coordinación e integración entre todos los elementos a la hora de las operaciones de disparo y movimiento, así como para evitar el solapamiento de objetivos a empeñar, evitando el fratricidio de los elementos de aviación asignados al sector de defensa, basado en la correcta identificación de amigos y enemigos (IFF); adicionalmente se busca la coordinación de actividades con los sistemas EW de apoyo como el Krashukha 2 cuya tarea principal es intentar dislocar las operaciones de detección, comando, control y comunicaciones de las fuerzas opositoras sin afectar a las propias; finalmente están los sensores pasivos como el Kolchuga M que habilita la capacidad para sondear actividad de los elementos de combate y apoyo enemigos relacionadas con las comunicaciones por voz (UHF-VHF), comunicaciones y control en Banda L como el Link-11/16/22, sistemas IFF y comunicaciones satelitales. Este tipo de integración y coordinación hacen que sea casi imposible considerar estrictas tácticas de Control de Emisiones.
A pesar de que las IADS rusas cuentan con la fama de ser multicapa, la realidad para los elementos de defensa de la nación bajo responsabilidad de la Fuerza Aérea (VKS) es que se dispone de una sola, salvo excepciones, ya que la cantidad de sistemas de medio y corto alcance es muy limitada actualmente para ser desplegadas en profundidad. Lo que hacen es utilizarlas más bien como sistemas de defensa de punto para los sistemas de largo alcance, en algo así como lo que se ve actualmente en Siria, con los Pantsir cuidando de los S-400/S-300.
Claro está, en tiempo de guerra podrían darse excepciones y sería posible que en determinado óblast se pudiera disponer de sistemas S-300PMU, S-300VM, S-400, Buk, Pantsir y Tor, agregando complejidad y profundidad al sistema de defensa. En este caso sí podríamos estar hablando en términos hipotéticos de que el sector defendido por un Regimiento de S-400 y apoyado por unidades SAM del Ejército dispondrían de al menos 20 grandes radares de vigilancia y control de tiro, 40 radares de defensa de punto de control de tiro, así como 6 o 7 puestos de comando C2 móviles.
Manteniéndonos en la misma hipótesis, los S-300/400 desde el punto de vista de la actividad de empeño o enfrentamiento de blancos enemigos tienen capacidades análogas, tanto como que, un batallón ya sea que posea 4/8/12 unidades de tiro, tiene una capacidad máxima de atacar simultáneamente a 6 objetivos con 2 misiles contra cada uno; los sistemas Buk (batallón) tienen capacidad de enfrentar o empeñar 24 objetivos; los Pantsir o Tor no se añaden a la ecuación porque no son de defensa zonal y solo proporcionan protección a un área geográfica muy específica y constreñida en espacio.
Cuando se consideran estas grandes cantidades de activos, se suele pensar que el 100% de sus elementos participarían en acciones en la totalidad del área de influencia o a un mismo tiempo, pero nada más alejado de la realidad (salvo excepciones como Kaliningrado) porque lo ideal es desplegarlos con un solapamiento parcial de los sectores de tiro y recordando considerar como posible la alternancia de equipos que hacen fuego con equipos que se mueven de posición o que se disponen a recargar.
Supresión de Defensas, fases operativas y activos implicados
Como ya se mencionó en la anterior entrega, toda actividad previa a un ataque de supresión de defensas aéreas dependerá de las plataformas de vigilancia electrónica ISR cuya misión es recoger información general del orden de batalla electrónico en el sector de interés. Es además una tarea que suele llevarse a cabo con éxito, pues toda fuerza militar moderna depende en gran medida de las actividades electrónicas para llevar a cabo su tarea, a pesar de los probables esfuerzos enemigos por mantener una disciplina de las emisiones a un nivel que no degraden el apresto operacional o la habilidad combativa. Por lo tanto, la Defensa Aérea responsable por la protección de activos en un sector determinado del campo de batalla debe lidiar con el hecho de que sus sistemas de radar de vigilancia, serán objeto de geolocalización por todo el espectro de emisiones generadas en su sector operativo.
Por esto, desde el punto de vista de las fuerzas incursoras, es importantísimo mantener una notable fuerza de aeronaves de apoyo que se encarguen de la tarea de vigilar el espectro electromagnético, donde los máximos exponentes de esta realidad son las FF.AA norteamericanas, capaces de despliegues generosos de activos a nivel cualitativo y cuantitativo, como ningún otro aliado o competidor puede hacerlos.
En el caso de la USAF la plataforma líder y más conocida es la familia RC-135V/W Rivet Joint, aparatos capacitados para “geolocalizar” el 99 % de emisores de radio/radar a grandes distancias y recolectar y procesar en tiempo real enormes cantidades de datos demodulados, distribuyendo en tal información a través de la red de datos tácticos vía satélite.
En la práctica y debido a los conceptos operativos en uso, los aviones de recogida de señales de radar o SIGINT como el Rivet Joint son los primeros en recoger datos del dispositivo electrónico enemigo ya que aprovechan para su seguridad las propiedades de la propagación de ondas electromagnéticas en donde un emisor puede ser rastreado en forma óptima hasta el doble de la distancia a la que este puede detectar un blanco, debido a que el viaje que tienen que hacer las ondas o señales emitidas por su antena es doble, es decir, de ida cuando se emite y de regreso cuando se recibe el llamado eco.
Un ejemplo práctico de lo anteriormente mencionado, viene de la mano del sistema S-400, en donde, si sus radares pueden detectar blancos hasta 600 km de distancia, los recolectores SIGINT pueden registrar esa emisión hasta a 1.200 km como máximo, lo que le permite a los Rivet Joint operar a su cota de servicio y a distancia de seguridad. Si dichos aviones ELINT desean tener una información electrónica de mejor resolución podrían en todo caso, bordar los límites de la zona de exclusión de los sistemas S-400 con sus misiles 40N6, con la condición previa de acompañamiento EW con EA-18G Growler con el que puede degradar las prestaciones de guiado SARH de dichos misiles inyectando ruido electrónico con sus vainas ALQ-99.
Los E-3 Sentry y E-8 Jointstars representan otra capa de sistemas de Vigilancia y Recogida de inteligencia electrónica, que además sirve de puesto de Mando Móviles Aéreos y como emisores de ondas electromagnéticas que aumentan la conciencia situacional de la fuerza conjunta, geolocalizando blancos enemigos con telemetría completa y precisa. La diferencia entre ambos es la distancia a la que podrían operar, y en el caso del E-8 sería necesariamente a la distancia práctica de sus sensores, es decir, entre 160-180 km pero a una cota de seguridad de 2.000 metros sobre el nivel del mar. En el caso del E-3 pudiera ser a la misma cota y distancia que el Joint Stars o mejor a su distancia máxima y cotas operativas de 400 – 500 km relacionadas con la prestación de su sensor principal. Además en ambos casos cuentan con modos de seguimiento de objetivos terrestres GMTI.
Finalmente los RQ-4B, MQ-1C Gray Eagle y U-2 Dragon Lady, de estar disponibles en el escenario táctico, pueden alimentar la base de datos con las señales recolectadas, eso sí, a cotas altas para poder sobrevivir y en coincidencia con la capacidad de sus sensores activos/pasivos. En el caso de los UAV idealmente serán controlados de forma semiautónoma pero promoviendo la autonomía y manteniéndose conectados a la red de la mano de relés situados a distancia de seguridad (pudiendo ser los mismos RC-135V, E-3 y aviones de combate).
La cantidad de plataformas ISR que pueden contribuir al desarrollo de la misión SEAD es considerable, quedando demostrado que todas ellas pueden participar en la periferia y/o en el interior de la zona de exclusión, a despecho de sus vulnerabilidades más evidentes y aprovechando las debilidades de cualquier sistema basado en la superficie.
La participación de todas ellas es necesaria por cuanto proporcionan una conciencia situacional táctica-operacional derivada del conocimiento del Orden de Batalla Electrónico (EOB) que ayuda en la toma de decisiones en tiempo real. Esto permite además adaptarse a los cambios de situación táctica derivados de los continuos cambios de posición inicial de los sistemas SAM móviles, los cuales pueden “oler” o prever los ataques inminentes por la actividad electrónica que se desarrolla a su alrededor (comunicaciones y radar).
Los señuelos aéreos autónomos como iniciadores-acelerantes
La moderna misión SEAD desde el punto de vista de Concepto Operativo de la USAF se basa inicialmente en el empleo de sistemas de armas o sensores lanzados a “distancia de seguridad”, conocidos también como Stand Off, siendo el de primer y prioritario uso el señuelo o decoy.
El señuelo más importante del inventario de la Fuerza Aérea norteamericana es el ADM-160, en las variantes MALD-J y MALD-X, los cuales son sistemas autónomos que simulan aerodinos de la fuerza conjunta, desde tamaños equivalentes a un cazabombardero furtivo F-35 Ligthning II, por ejemplo, hasta un bombardero B-52 Stratofortress, gracias a su sistema electrónico de aumento de firma radárica.
Dicho sistema puede desplazarse a velocidades promedio de un avión de combate o Mach 0.91 hasta una distancia de 926 km a alta cota, pero disponiendo de capacidad de merodear los alrededores del campo de batalla. Estos señuelos serían lanzados principalmente por aviones B-52 (hasta 18) y F-16 (al menos 4), aunque también lo pueden hacer los C-17 (al menos 16), C-130 (al menos 8), F-18 (al menos 4), Typhoon, AV-8B, MV-22 e incluso los MQ-1/MQ-1C.
El despliegue de señuelos en la fase introductoria del ataque obliga al IADS a activarse en profundidad y salir de su estado de letargo y control de emisiones, lo que permite y habilita a los sensores del sistema SAM activos y pasivos a funcionar, de manera que ya las emisiones electromagnéticas generen un mapeado u orden de batalla electrónico en el área de operaciones.
Estas armas pueden usarse en un sector geográfico restringido o en todo el espectro de la zona de exclusión SAM, buscando tener una conciencia situacional actualizada que permita la toma de decisión oportunas y de último momento. Esto es posible gracias a que están habilitados para conectarse en red con otras armas y aviones en el campo de batalla, actuando como los ojos adelantados de las plataformas más grandes ISR, que tienen limitaciones de cobertura de sus sensores situados muy atrás del campo de batalla, muy a pesar de tener la altura a su favor.
En el caso de la nueva iteración del ADM-160, el llamado MALD-J, este es un señuelo que ofrece capacidades EW que se despliega en las áreas más profundas y peligrosas del dispositivo, donde es desaconsejable ser visitado por plataformas tripuladas y dedicadas como el EA-18G, especialmente en las instancias iniciales de un ataque. Dado que lo que se pretende es degradar parcialmente las capacidades de comunicación y detección, dando segundos valiosos para permitir el paso seguro de los sistemas tripulados de 4ª y 5ª generación o la llegada de los activos SEAD lo más cerca de las víctimas, estos señuelos cumplen una función vital.
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