En un mundo en el que las capacidades A2/AD están en pleno auge, la posibilidad de anular las defensas aéreas adquiere una importancia mayúscula. En este artículo, dividido en dos partes, os explicaremos en qué consisten las operaciones SEAD, cuál ha sido su evolución histórica, qué medios son necesarios, qué tácticas se utilizan y quienes son los actores que han logrado desarrollarlos en mayor medida.
El acrónimo SEAD significa, literalmente, “Suppression of Enemy Air Defenses” o Supresión de las Defensas Aéreas Enemigas. Se trata de una voz anglosajona que hace referencia a las operaciones -muchas veces conjuntas- relacioandas con el ataque y anulación de los sistemas de misiles superficie-aire (SAM), la artillería antiaérea (AAA) y los sistemas de radar, Mando y Control e ISR enemigos. En resumen, de la red IADS (Integrated Air Defense System o Sistema Integrado de Defensa Aérea) que trata de negar el uso del espacio aéreo al atacante.
Históricamente conocidos como “Wild Weasel” o “Iron Hand”, la gran mayoría de estos esfuerzos han sido llevados a cabo por elementos aéreos y han variado, según el conflicto, representando entre el 15 y el 30 por ciento de todas las misiones de ataque contra objetivos enemigos desde la Segunda Guerra Mundial.
Es lógico que se otorgue esta importancia a este tipo de misiones toda vez que son precisamente las fuerzas aéreas las más afectadas por sus actividades. Sin embargo, al principio excepcionalmente y en la actualidad cada vez más de forma ordinaria, las fuerzas terrestres han venido tomando un papel cada vez más relevante en la lucha SEAD, pues también se benefician del dominio aéreo. Este papel lo han llevado a cabo por ejemplo mediante el lanzamiento de misiles superficie-superficie pero, cada vez más, será la artillería de largo alcance la que permita responde con inmediatez y precisión el fuego antiaéreo enemigo.
Antes de entrar en materia, resulta necesario destacar que SEAD e IADS son conceptos opuestos, siendo el primero la elección natural de las naciones que apuestan por el dominio del aire, caso de los EE. UU. y el segundo la de quienes apuestas por la guerra terrestre y la negación del uso del espacio aéreo, como ocurre con Rusia. Es lógico, en tanto uno ha apostado tradicionalmente por la proyección del poder, lo que implica disponer de medios aéreos y navales capaces de operar a miles de kilómetros de sus bases y el otro, desde tiempos soviéticos, se ha centrado en el poder terreste. Un poder que, para alcanzar el éxito, necesita de una importante cobertura antiaérea.
Naturalmente, hay tantas combinaciones y grados como podamos imaginar, incluso dentro de estas naciones. La mayoría, en cualquier caso, buscan algún tipo de equilibrio, como ocurre con la República Popular de China, un país que está desarrollando capacidades SEAD en los últimos años, a la par que sigue confiando en el desarrollo de una densa red IADS como garantía a la hora de disuadir en tiempos de paz a posibles enemigos y de negar el uso del espacio aéreo en caso de guerra.
Estas últimas, las redes IADS, combinan elementos aéreos (cazas de interdicción) y terrestres, aunque el grueso de sus activos está formado por radares de vigilancia y control de tiro y sistemas SAM/AAA. La primacía de las actividades y los activos terrestres es consecuencia de los ahorros que se logran medianto su empleo masivo, más económico que disponer el combustible, los pilotos o los servicios asociados que serían necesarios para mantener en el aire de forma permanente aviones AEW&C, cisterna e interceptores en misiones CAP los 365 días del año. Esto se evita mediante una red de radares de vigilancia terrestre de largo alcance que requieren, en conjunto, menos personal operativo que los aviones y para el cual, además, la fatiga es menor. Del mismo modo las baterías antiaéreas suelen ser más baratas de adquirir y operar y requierende menos mantenimiento que las grandes flotas aéreas.
La otra cara de la moneda la encontramos en los países que priman las capacidades SEAD como herramienta imprescindible para hacer uso del poder aéreo en cualquier condición. Estos deben asumir todos los gastos relacionados con mantener en el aire no solo los aviones especializados para estas misiones, sino también cisternas, C4ISR, ELINT, UAV, CSAR, etc. No es una tarea sencilla -y mucho menos asequible- y, la realidad pura y dura es que el único país con la voluntad de mantener activo el espectro completo del poder aéreo, así como verdaderas capacidades SEAD, son los EE. UU.. El resto de países, como mucho, realizan esfuerzos encaminados a mantener una disponibilidad mínima de medios, suficientes para misiones puntuales, como ocurre con Israel, Reino Unido, Alemania, Italia, Australia o Francia, entre otros.
Conceptos básicos
Hablar sobre SEAD supone, como ocurre con cualquier otra operación de combate, hacer mención al ciclo OODA (Observar → Orientar → Decidir → Actuar), siendo la capacidad de completarlo a la mayor brevedad lo que termina por inclinar el resultado en favor de uno u otro bando:
- Observación: la recolección de información e inteligencia necesaria para el desarrollo de las misiones, es decir, la realización de patrullas SIGINT/COMINT/IMINT destinadas a mapear el “orden de batalla electrónico” o EOB (Electronic Order of Battle).
- Orientación: en la que se sopesan cuáles son los posibles planes de acción y se determina el centro de gravedad del dispositivo defensivo enemigo.
- Decisión: fase en la que se marcan los objetivos a acometer.
- Acción: la misión propiamente dicha.
Esto es válido para la fase de planeamiento, como decíamos, pero también para la de ejecución, pues el ciclo se repite una y otra vez mientras la misión está en marcha, adecuándose a los cambios en el teatro de combates que se van produciendo según se eliminan algunos objetivos y se descubren otros nuevos, algo bastante usual.
El objetivo central de cualquier misión SEAD no son, pese a lo que pueda parecer, los lanzadores de misiles o en la artillería antiaérea enemiga, sino los sistemas de radar y sensores que ofrecen a estos la información necesaria para operar con garantías.
Por otra parte, el éxito del esfuerzo SEAD no se materializa únicamente con la anulación física o electrónica de la amenaza, sino mediante la disuasión: si el enemigo no puede operar con normalidad por miedo a la destrucción de sus sistemas, la misión será igualmente fructífera.
De la misma forma, la métrica del éxito no se basa en el número de sistemas enemigos destruidos, sino en el de aeronaves propias salvadas en cada incursión.
Dicho esto, debemos diferenciar también entre dos conceptos:
- Soft Kill: Se trata de ataques no letales, como los efectuados mediante sistemas de guerra electrónica que permiten la anulación temporal de la capacidad de operar de los sistemas antiaéreos enemigos, afectando a los radares principalmente.
- Hard Kill: normalmente se lleva a cabo en una fase posterior y busca la eliminación física de los activos enemigos. También se conoce como DEAD por Destruction of Enemy Air Defenses.
Evolución histórica del concepto SEAD
La génesis del concepto SEAD la encontramos en la Segunda Guerra Mundial, tanto en el teatro europeo como en el del Pacífico. En ambos se hacía uso extensivo de los radares por parte de ambos bandos y, al mismo tiempo, se buscaba degradar las capacidades de los rivales en ese ámbito. En el Pacífico se emplearon bombarderos B-29 Superfortress, mientras que en Europa se utilizaron B-24 o B-17F “hurones de radar” equipados con sistemas APA-24 Direction Finding (50 – 280 MHz). Se trataba de equipos específicos diseñados con la misión de escuchar y grabar las frecuencias de radio que usaban los radares enemigos, tras lo cual correspondía entrar en juego a los B-25 Mitchell para asegurar la anulación física por medio de bombas frenadas. Esto mismo se hacía en Europa mediante aviones como los P-38 o el P-51 estadounidenses o los Typhoons británicos, todos los cuales llevaban a cabo misiones DEAD con cañones, cohetes y bombas contra la artillería antiaérea alemana, que incluía los famosos Flak 88, entre muchos otros cañones antiaéreos.
El primer efecto logrado por los medios SEAD aliados, era una pérdida de precisión por parte alemana en cuando a su dirección antiaérea, haciéndola menos efectiva. La operación de los radares en aquella época era una tarea compleja e intrincada que requería mucho tiempo, además de un intenso mantenimiento. Desde luego, era imposible con los medios germanos reemplazar a tiempo cada radar destruido o reparar los dañados, lo que permitía crear brechas sólidas en el dispositivo alemán, una vez se lograba la destrucción de un radar.
Por otra parte, una vez que se dieron cuenta de que eran el objetivo prioritario de las misiones aliadas, la moral de los operadores de radares alemanes comenzó a resentirse, al igual que la moral del personal que manejaba los emplazamientos antiaéreos, pues sabían que su fuego sería cada vez más inexacto.
A lo anterior hay que unir que los ataques contra las estaciones de radar eliminaban a operadores de radar alemanes experimentados, privando así a los nazis del cuadro de personal entrenado, necesario para transmitir su conocimiento a las generaciones más jóvenes. No hace falta explicar que, todavía hoy e incluso con el apoyo de ordenadores, manejar equipos de radar sigue siendo una tarea altamente especializada.
Por último, aquellos radares y el personal asociado que sobrevivían a los ataques terminaban cada vez más sobrecargados de trabajo a medida que otras unidades se perdían, siendo cada vez menos efectivas en su misión.
SEAD en la guerra de Vietnam
A pesar de que en Corea se produjo una intensa actividad antiaérea que se saldó con 1.253 aviones derribados, el concepto SEAD no fue aplicado ampliamente y hubo de esperar a comienzos de la guerra de Vietnam para que empezara a madurar hasta llegar a lo que es hoy en día.
La primera evidencia de actividad SAM en Vietnam fue certificada el 5 de abril de 1965, por parte de un RF-8A del VFP-63 adscrito al USS Coral Sea (CV 43) que se encontraba de misión al sureste de Hani. En ese momento había media docena de baterías SA-2 operativas y posteriormente la presencia de estos emplazamiento fue multiplicándose. Se cobraron su primera víctima el 24 de julio de 1965, un F-4C d e la 15ª TFW/47º de la USAF. Esto condujo a los EE. UU. a lanzar, tres días después, un ataque de represalia contra el asentamiento SAM por parte de 46 Thud (F-105). El ataque se saldó con importantes pérdidas, pues dueron derribados seis aparatos y varios más resultaron dañados. Apenas 18 días más tarde el entramado antiaéreo norcoreano se cobró la primera víctima de la US Navy, un A-4E del VA-23. Para finales de ese año ya se habían cobrado 11 víctimas (cinco de la USAF y seis de la US Navy), las primeras de muchas.
Como no podía ser de otra manera, a partir de ese momento se estableció un plan de medidas de autoprotección para los aparatos estadounidenses, como por ejemplo efectuar los vuelos de aproximación a baja cota cuando debían golpear instalaciones defendidas por SAM y, en caso de ser objetivo de un lanzamiento de misiles, llevar a cabo maniobras evasivas para dificultar la acción de los radares de guía. También se emplearían aviones EW EB-66 y se daría inicio al programa Wild Weasel. Por esa época los norvietnamitas disparaban unos 15 SA-2 por cada avión derribado, siendo todavía la proporción de aviones de USA derribados por misiles antiaéreos con respecto a la artillería antiaérea del 15 por ciento.
La institucionalización de lo que hoy se conoce como SEAD comenzó formalmente con la activación del programa Wild Weasel por parte de la USAF, de la mano del General Kenneth Dempser. Inicialmente se hizo uso de cuatro células de F-100F modificados denominados posteriormente como Wild Weasel I. A estos aparatos se les añadieron sensores como el APR-35 RWR y alertadores de lanzamiento de misiles, estando armados con cañones de 20 mm, cohetes Hydra 70 y bombas GP o CBU y que empleaban en vuelos a baja contra los radares Fan Song de los SA-2.
La USAF no fue la única en desarrollar este tipo de iniciativas, por supuesto. Los esfuerzos desde la US Navy dieron fruto con los A-6B Intruder inicialmente, aunque también recurrieron a los A-4 Skyhawk y F-8 Crusader. El destacamento de desarrollo de la USAF se entrenó durante un mes y se desplegó en Vietnam el Día de Acción de Gracias de 1965, llevando a cabo inmediatamente actividades ISR/ELINT para determinar las posiciones de la IADS norvietnamita. La primera misión de ataque la llevaron a cabo menos de un mes después, el 22 de diciembre. Las misiones de las «Comadrejas» implicaban ir delante de los aparatos de ataque para atraer la atención de los SAM durante todo el tiempo sobre el objetivo hasta la salida del área de operaciones del grupo de ataque. Es así como nace también su lema: “primeros en entrar, últimos en salir”.
En los primeros momentos, un grupo de ataque de F-105 estaba encabezado por F-100 que estimulaban la actividad radar-SAM para luego entrar en acción los F-100F SEAD propiamente dichos que, con la geolocalización de los emisores ya establecida por los primeros, se dirigían contra las instalaciones SAM. Mas delante los “Thud” sustituyeron por completo a los “Hun” en estas misiones, debido a su tamaño y prestaciones, que los hacían más adecuados. Para cuando la flota de Wild Weasel se homogeneizó con F-105F, aparato del que se acondicionaron 86 fuselajes, pasaron a denominarse genéricamente como Wild Weasel III. Esta fuerza fuerza tuvo ante sí -en colaboración con la US Navy-, la ardua tarea de enfrentar hasta un centenar de sitios S-75/SA-2 operativos en agosto de 1966, un promedio que pese a los daños causados, no descendió durante el resto de la campaña. Sólo durante la operación Rolling Thunder se perdieron 23 F-105F, por lo que posteriormente se mejoraron al estándar F-105G las restantes 61 células.
El F-105G contaba con un Oficial de guerra Electrónica o EWO responsable del ALR-46 RAHW. Este sistema contaba con capacidad de procesamiento de 16 amenazas de entre 2 y 18 GHz que podían ser priorizadas automáticamente. Además disponía de un sensor APR-35 con el que se apuntaban los novísimos (para ese momento) AGM-78 Standard y disponía también de un sistema de adquisición de objetivos Bendix APS-107, asi como de un ssitema CCTV montado en el morro, un sistema de geolocalización de emisiones Itek y un pos de guerra electrónica AN-ALQ-105.
El misil antiradiación AGM-78 Standard, por su parte, era un derivado del RIM-66A naval dotado con un sistema de guía preprogamable que permitía la corrección automática del rumbo y que tenía tanto capacidad NLOS como de mantener centrado su objetivo incluso después de apagado el radar.
Para complementar a los F-105G también se empezaron a modificar F-4D y F-4E equipados con ARHW ALR-46 y ALR-56 para la geolocalización, en una tendencia que continuó hasta el final del conflicto, pues cada vez más los estadounidenses fueron testigos del incremento en número y variedad de los medios SAM de Vietnam del Norte. Además, los nuevos equipos recibidos por los vietnamitas hacían cada vez más complicada la lucha SEAD, pues terminaron por operar en frecuencias que los sensores de los aviones norteamericanos no estaban preparados para escanear.
En cuanto a la efectividad de los SAM, se sabe que para la época de la campaña Linebacker II (1972) se necesitaban hasta 48 disparos de SA-2 para poder lograr un derribo efectivo, cifra que por años llegó a subir hasta los 70 misiles por aparato derribado e incluso, si nos guiamos por tabla adjunta, hasta la increíble cifra de 85 misiles por avión abatido.
Esta disminución desproporcionada de la efectividad se debió en gran parte por los esfuerzos SEAD de los servicios aéreos norteamericanos, lo que es incluso más sorprendente si se toma en cuenta que las unidades de tiro se beneficiaban de la experiencia de los asesores soviéticos que buscaban mejorar constantemente su tácticas.
La guerra del Yom Kippur
El siguiente conflicto en el que merece la pena destacar la lucha SEAD vs IADSE fue la Guerra de Yom Kippur de 1973, en la cual la Fuerza Aérea Israelí (IAF) recibió un duro castigo al subestimar las capacidades de negación del sistema de defensa egipcio a lo largo del Canal de Suez y del sirio en los alrededores del Golán. Todo ello costó a Israel la pérdida de decenas de aviones (entre 98 y 280 aparatos dependiendo de la fuente).
Hubo varios factores que jugaron a favor de los SAM árabes. En primer lugar, al sufrir Israel un ataque por sorpresa, esto obligó a sus aviadores a lanzarse tras objetivos prioritarios como las tropas terrestres egipcias o sirias, dejándoles sin tiempo para organizar la supresión de defensas enemigas. Por otra parte, los misiles antiaéreos se utilizaron en cantidades abrumadoras, lanzando en ocasiones salvas de 20 o más de estos, lo que hacía casi imposible, incluso para los experimentados pilotos israelíes, evitar ser alcanzados.
La respuesta más obvia pasaba por realizar los vuelos a baja cota, para evitar la detección por parte de los radares enemigos, pero esto los hacía vulnerables a la artillería antiaérea, que también se había reforzado. Además, los aviadores israelíes tampoco habían desarrollado ninguna doctrina específica para la lucha contra los misiles antiaéreos y, de hecho, habían hecho caso omiso del problema en general. Esto se salgó con grandes pérdidas en las primeras horas, cobrándose los SA-6 hasta 36 aparatos.
La sorpresa y la inexperiencia no fueron los únicos factores que entraron en juego. Las contramedidas israelíes fueron diseñados para contrarrestar los sistemas SA-2 y SA-3 que funcionaban con radares de impulsos, pero se mostraron inútiles contra los SA-6 programados para operar en onda continua. Como resultado, los sistemas receptores de alerta radar utilizados por la IAF no pudieron recoger ningún tipo de emisiones qe alertase del lanzamiento de misiles por parte de los SAM SA-6 Gainful.
Sólo después de que los sistemas de alerta fueran actualizados para detectar las frecuencias y modos de operación de los SA-6, las pérdidas cayeron bruscamente. Saber cuándo un misil se dirigía contra ellos permitía a los pilotos israelíes realizar maniobras evasivas que eran por lo general eficaces, incluso cuando la gran mayoría de aparatos en servicio no contaban con dispensadores de chaffs o sistemas de contramedidas externos. Claro está, poder detectar los misiles y evitarlos tuvo como efecto secundario posibilitar el ataque sobre los medios SAM árabes, lo que mermó todavía más su efectividad, aunque Israel no dispusiera, como los EE. UU. en Vietnam, de unidades específicas SEAD.
Mole Cricket 19
La revancha de la IAF contra un sistema IADS se produjo durante la Operación “Paz para Galilea” de 1982. A pesar de que al comienzo de la Guerra del Líbano los sirios se habían esforzado en levantar una zona de exclusión en torno al valle de la Bekaa y a que esta estaba integrada por múltiples sistemas de radar, instalaciones GCI, sitios SAM, AAA y una redundante red C3, de nada sirvió. Para hacernos a la idea de la densidad de esta red, basta decir que se componía de dos baterías SA-2, dos baterías de SA-3, una quincena de baterías SA-6 y sus radares y equipos asociados, un obstáculo que menos de una década antes habría supuesto un enorme problema.
La IAF, sin embargo, no había perdido el tiempo durante esos años. Las actividades previas al inicio de la operación comprendieron esfuerzos ISR intensivos empleando tanto aviones ELINT tripulados como aparatos no tripulados, además de estaciones de vigilancia terrestres, para levantar un mapa situacional completo de la amenaza.
La operación SEAD, con toda la información disponible por parte israelí, fue contundente: 17 baterías enemigas fueron puestas fuera de juego en apenas 110 minutos de operación, empleando 188 aviones en dos oleadas, armados con misiles antirradiación AGM-45 y AGM-65 y bombas cluster. También fueron lanzados misiles superficie-superficie Wolf por parte de las fuerzas terrestres, así como misiles AGM-45 desde vehículos modificados, todo esto bajo la coordinación de los aviones de alerta temprana E-2C que actuaban como centros de mando y control aéreos. Además, Israel se beneficiaba de los datos provistos por las mismas estaciones terrestres y los aviones especializados Boeing 707 ECM y empleó tácticas novedosas, como el lanzamiento de UAVs que al ser detectados por los medios antiaéreos sirios delataban su posición, permitiendo atacarlos casi a placer.
Instant Thunder
La Operación “Instant Thunder” fue el nombre dado a la campaña aérea que precedió a la fase terrestre de la operación «Desert Storm». Diseñada por el Coronel John A. Warden III, fue planeada para ser un ataque abrumador que devastaría al ejército iraquí con una pérdida mínima de vidas civiles y estadounidenses. La primera fase del plan estadounidense buscaría la supresión de las defensas iraquíes para establecer el control del espacio aéreo sobre Irak y Kuwait. Esto se lograría eliminando la cadena de radares enemigos, inutilizando las pistas bases aéreas y suprimiendo cualquier batería SAM, con especial énfasis en las de medio y largo alcance. La primera fase de la operación también incluiría el bombardeo de puestos de mando militar seleccionados, así como de ubicaciones soschosas de albergar instalaciones de desarrollo o fabricación de armas químicas, seleccionándose 84 objetivos en un primer momento, cifra que posteriormente fue creciendo.
El orden de prioridades establecido por los estadounidenses y sus aliados vino dado por la necesidad de contrarrestar hasta 176 concetraciones de medios antiaéreos en los que se ubicaban 160 TEL SA-2, 140 TEL SA-3, 100 TEL SA-6, 40 SA-8, 40 Roland, 400 SA-9 y alrededor de 8.000 AAA remolcados y móviles. Todo ello apoyado por 478 radares de vigilancia y 220 de control de tiro y cubiertos por la Fuerza Aérea de Irak que pese al papel que finalmente jugaría, sobre el papel no era un rival desdeñable. El 65% de este entramado, por cierto, se situaba en los alrededores de la capital iraquí, Bagdag.
Lejos de ser una suma de unidades sueltas, el conjunto del dispositivo iraquí se integraba en una red IADS de primer nivel apodada Kari y estaba regido por un centro de mando y control subterráneo que coordinaba las actividades de cinco regiones de defensa aérea geográficamente diferenciadas. Además, cada una de estas regiones disponía de dos unidades de control local independientes operativamente pero que contribuían con la conciencia situacional global, permitiendo además que las unidades de fuego locales pudieran controlarse de manera descentralizada, respondiendo a órdenes de fuego de sensores no orgánicos pero si aledaños.
Las acciones SEAD comenzaron con la incursión de la task force Normandy a la par que se lanzaban 52 misiles de crucero BGM-109 Tomahawk como preludio a la primera oleada de aviones de ataque que empezó a cruzar la frontera 90 minutos antes del inicio del ataque. Esta oleada incluía varias formaciones para objetivos distintos, entre ellos 24 F-117A furtivos, 22 F-15E y 2 EF-111 Raven que partieron desde bases al sur de Arabia Saudí.
Volando a 6.000 m y descendiendo posteriormente hasta los 3.000 m para encontrarse con los aviones cisterna a unos 250 km al sur del punto de cruce de la frontera, después de repostar descendieron a baja cota y prosiguieron su vuelo por distintas rutas de aproximación en estricto silencio radio. Fue así como los 24 F-117A se encargaron de destruir el principal nudo C2 en el centro de Bagdad (Kari), mientras el resto de aparatos se encargaba de objetivos como los lanzadores de Scud iraquíes, que suponían una amenaza para Arabia e Israel, entre otros. Una vez descoyuntado el entramado C2 iraquí, pese a que los medios antiaéreos podían seguir funcionando de forma autónoma, su capacidad era ya limitada.
La de los F-117A no fue ni mucho menos la única misión SEAD lanzada durante las primeras horas de la operación. En realidad la coalición registró cerca de 100 emisiones de radar iraquíes en las cuatro horas iniciales gracias al empleo de misiles señuelo BMQ-74 y ADM-141 TALD que simularon formaciones de ataque, delantando la posición de los SAM iraquíes. Esto provocó por parte de los aliados una respuesta masiva mediante el lanzamiento de 500 misiles AGM-88 y ALARM (en un sector del país fueron disparados 67 en apenas 20 minutos).
Durante las siguientes 24 horas los F-4G tuvieron 14 de 21 enfrentamientos completos contra sistemas SAM en donde hubo lanzamiento de misiles contra ellos mientras que las «comadrejas» hacían uso de sus armas para terminar con la amenaza. Como es natural los iraquíes no tardaron en darse cuenta de que mantener sus equipos emitiendo era garantía de premio, por lo que para el sexto día de operaciones la emisión de señales se había reducido en un 95 por ciento, aun cuando no se habían lanzado todavía un gran número de misiones hard-kill o DEAD, lo que se hizo en días posteriores.
Fue durante estos días cuando los EC-130H Compass Call se estrenaron en combate, interfiriendo los canales de comunicación de voz y datos de los sistemas SAM y GCI iraquíes. Más tarde se aumentaría el espectro de misiones a realizar por estos aparatos para poder interferir los radares enemigos acompañando a los EF-111A Raven y a los EA-6B Prowler.
Para hacerse a la idea del papel que las misiones SEAD tuvieron en el conjunto del esfuerzo aliado en «Desert Storm», baste decir que de los aproximadamente 1.300 aviones de combate que participaron, 163 fueron de apoyo SEAD/ECM, lo que supuso el 12,5% del total:
- 60 F-4G SEAD
- 13 F-16C SEAD
- 9 Tornados ECR SEAD
- 24 EF-111 EW
- 39 EA-6B EW
- 18 EC-130 H Compass Call
Los efectivos SEAD empleados contribuyeron a la guerra con el lanzamiento de 2.200 misiles ARM en 4.326 misiones, además de eliminando físicamente 35 baterías Antiaéreas.
Allied Force
Durante la operación «Allied Force» sobre Yugoslavia de 1999 los efectos de la campaña SEAD se tradujeron en resultados distintos -y bastante peores- a los obtenidos durante la operación de 1991 sobre Irak. Si bien en inicio los planificadores de la OTAN estimaron que sus aviones lograrían destruir la mayor cantidad de sistemas SAM y radares de vigilancia asociados, solo se tuvo un éxito total contra los sistemas estáticos.
Esto, en la práctica, supuso eliminar 2 de las 3 baterías SA-2 y 11 de las 14 baterías SA-3, todas ellas fijas. Por el contrario, en el caso de los sistemas móviles la cosa fue muy diferente, destruyéndose solo 3 de las 22 baterías móviles SA-6 gracias tanto a la dispersión y movilidad como al estricto control de emisiones que implementaron los serbios. Una importante china en el zapato aliado, que obligó a realizar los vuelos a cota de seguridad durante los 78 días de campaña, limitando la libertad de acción y poniendo en peligro a los pilotos europeos y estadounidenses.
Si observamos el siguiente diagrama, en el cual se refleja la cantidad de misiles lanzados contra la OTAN durante la campaña, podremos comprender por qué tanta preocupación para mantener cotas de vuelo de seguridad durante las misiones de combate, pues la mayor parte de misiles lanzados lo fueron por parte de las baterías SA-6.
Hay que decir que el teatro de operaciones serbio impuso limitaciones que no se encontraron en «Desert Storm», por ejemplo a la hora de hacer volar agrupaciones numerosas, lo que siempre va en provecho de la seguridad colectiva. Además, era imperativo garantizar un nivel de daños colaterales mínimo y había objeciones por parte del poder político por ejemplo a la hora de ayacar los radares montenegrinos lo que en la práctica suponía que los serbios disponían de un sistema de alerta general invulnerable.
En esa campaña la USAF desplego 48 F-16CJ Block 50 acompañados de 30 EA-6B US Navy/UMSC con base en tierra y en portaaviones. Adicionalmente se emplearon EC-130 Compass Call bloquear las comunicaciones serbias, permitiendo de paso que los pods ALQ-99 de los Prowlers se concentraran en el espectro de radar. Por su parte los RC-135 Rivet Joint proporcionaron soporte ELINT adicional y en ocasiones realizaron ataques de guerra electrónica contra los radares de alerta temprana.
Los equipos F-16CJ Viper Weasel se componían típicamente de 4 aparatos que operando en dos parejas se distribuían los sectores de operación buscando una cobertura en 360º. Siendo los F-16CJ los primeros en llegar, servían de cebo para que los SAM encendieran sus radares aunque fuera temporalmente, dando una conciencia situacional electrónica actualizada que permitía a los aviones de ataque que los seguían hacer correcciones en su ruta de entrada al área de operaciones.
Durante las primeras noches los serbios alternaron jornadas en las que lanzaban pocos SAM, con otras en las que lo hacían en gran número incluso de forma balística, es decir, sin ningún tipo de guía. De hecho, es probable que el tan cacareado derribo del F-117A “Vega 31” fuese consecuencia de uno de estos lanzamientos, coincidiendo con un fallo del RC-135 que servía de soporte ELINT y que no pudo localizar la batería S-125 que derribó el aparato furtivo y con la lejanía de los EA-6B que debían hacer jamming y que estaban a entre 130 y 160 kilómetros del F-117.
Más allá de este hecho puntual, lo que está claro es que la persistencia de la amenaza de las unidades SAM serbias obligó a la OTAN a no cesar en ningún momento el lanzamiento de misiones SEAD en detrimento de las misiones de ataque. Además, se estima que más de la mitad de lanzamientos y en relación directa con el hecho de que más de la mitad de los lanzamientos de misiles AGM-88 se hizo en modo preventivo con la finalidad de disuadir a los posibles agresores terrestres que mantenían funcionando sus radares en periodos de apenas 20 segundos.
Al final, a lo largo de la campaña de 78 días se dispararon 800 SAM, entre ellos 477 SA-6 y 124 MANPADs, la mayoría de ellos sin apoyo de guiado, lo que hizo que la tasa de derribos fuese redícula (400 misiles disparados por cada derribo). Por parte de la OTAN se utilizaron 743 AGM-88. Sin embargo, el objetivo serbio -dificultar la acción de la OTAN- fue cumplido. Al fin y al cabo, era a lo máximo a lo que podían aspirar dada la disparidad de medios en un conflicto cuyo resultado final estaba cantado. Es más, la mayoría de sistemas móviles SA-6 sobrevivieron, lo que también tiene su mérito.
Por comparar, si en «Desert Storm» el 12,5% de los aviones empleados estaban centrados en las misiones SEAD, durante la operación «Allied Force» de 1999, de los 550 aviones de combate participantes unos 120 fueron especializados en misiones SEAD. De ellos 64 F-16CJ, 30 Tornados ECR alemanes e italianos y 30 EA-6B, es decir una relación de 21 % del total, lo que resulta bastante significativo.
En el siguiente diagrama se recoge el número de misiles ARM lanzados en la campaña, en relación a cada sistema defensivo serbio. Dicha cantidad fue menor comparativamente con respecto a «Desert Storm», por razones obvias (el número de objetivos a batir y los medios empleados eran muy inferiores).
Comparativa de misiones SEAD
Si tomamos como punto de partida la Segunda Guerra Mundial y la comparamos con los conflictos posteriores más importantes podremos ver la evolución en cuanto a efectividad de los sistemas antiaéreos que, como se ve y salvo excepciones puntuales, es decreciente. Naturalmente, estas excepciones no tienen tanto que ver con avances concretos (fecha vs coraza), como con el escenario en el que se dieron los combates, por lo que hay que valorar también la disparidad de medios entre los contendientes.
Por otra parte, si tomamos en cuenta la relación de salidas SEAD con respecto al total de salidas de combate de las campañas más representativas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, podremos apreciar la conexión que hay con la tabla previa y verificar su contribución a la seguridad en las misiones de combate.
Por último, en cuanto a la eficiencia de las misiones SEAD/DEAD de dos de los conflictos más representativos (Desert Storm/Irak y Allied Force/Kosovo), observamos que no hay necesariamente una relación directa entre la cantidad de unidades SAM destruidas y la cantidad de salidas de supresión en relación al total de salidas.
Medios SEAD
Como hemos señalado al principio de este artículo, no todos los países conciben las operaciones SEAD de la misma forma, bien por razones doctrinales, bien -en la mayor parte de los casos-, por motivos económicos que obligan a renunciar a parte de las capacidades. Sin lugar a dudas el gran referente sigue siendo la USAF, única fuerza aérea que cuenta con el espectro completo de medios, seguida por la US Navy y su aviación embarcada.
Dicho esto, es importante destacar que el concepto operativo de la USAF es más completo que el de la US Navy, debido a que la forma en cómo se confrontan los elementos de vigilancia en tierra difiere en varios aspectos de como se hace en el ámbito marítimo. Al fin y al cabo, en tierra los radares se distribuyen sobre áreas geográficas amplias y están desagregados de los sistemas cinéticos y de mando y control, mientras que en la mar los radares y los lanzadores se alojan dentro de la misma plataforma -el buque de guerra-, lo que facilita hasta cierto punto la lucha, al unir las capacidades SEAD y ASuW. No obstante, la US Navy también se enfrenta a sistemas antiaéreos y redes IADS basadas en tierra, por lo que en los últimos años está realizando un notable esfuerzo para reforzar sus capaciades SEAD.
Elementos C4ISR (ELINT/UAS/AEW&C)
Los elementos C4ISR conforman el primer eslabón del concepto SEAD, pues como en muchos otros aspectos de la guerra moderna, resulta vital contar con la adecuada conciencia situacional. Solo en la medida en que seamos capaces de obtener una correcta inteligencia electrónica podremos establecer el Orden de Batalla Electrónico del enemigo, para lo que es preciso en primer lugar, contar con los medios ELINT necesarios y, después, con las capacidades de mando y control, computación, comunicaciones, etc, adecuadas para establecer prioridades, transmitir los objetivos a los medios de ataque, etcétera.
Medios de obtención de inteligencia
Estos medios constituyen, tradicionalmente, la primera línea de defensa de cualquier organización, pues operan 24/7 en tiempos de paz, de crisis o de guerra. Para lo que compete a las misiones SEAD, la piedra angular la conforman los medios:
- SIGINT o Inteligencia de señales, es decir las emitidas por los radares de detección, vigilancia, reconocimiento y combate.
- COMINT o Inteligencia de Comunicaciones. Permiten obtener información no solo sobre el contenido de las comunicaciones enemigas, sino también sobre las fuentes de emisión.
- IMINT o inteligencia de Imágenes, que sirven de complemento para mantener un cuadro situacional de los activos hostiles.
Los aparatos más representativos de este apartado son los RC-135, aviones que llevan más de medio siglo realizando tareas ELINT en todos tipo de escenarios. Entre otras cosas fueron los primeros en llegar a Arabia Saudita tras la invasión iraquí de Kuwait en agosto de 1990. Entre sus variantes más modernas está el RC-135U Combat Sent, en cuyo interior trabajan dos Ingenieros de Sistemas y una decena de operadores EWO capacitados para recoger y analizar un amplio espectro de señales. En sus dos carenados laterales transporta un Sensor activo SLAR que le da capacidad IMINT del territorio enemigo a distancia segura.
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