Julian Corbett definió el dominio del mar como la capacidad de controlar las comunicaciones marítimas de todas las partes interesadas. Desde la primavera de 2014, está claro que el espacio marítimo situado entre Crimea, en el este, y el Estrecho de Gibraltar, en el oeste, ha sido escenario de un sucesivo incremento de la presencia de unidades de la Marina rusa. Una presencia renovada que supone un importante desafío tanto para la OTAN en conjunto, como para los miembros de la UE, especialmente aquellos estados ribereños que asisten preocupados a la creciente actividad de Rusia en el Mediterráneo.
El desarrollo marítimo de Rusia se ha centrado en la protección de su territorio costero y en el establecimiento de zonas santuario. Su estrategia naval no ha cambiado mucho desde la era soviética, ni se ha separado de la idea de Corbett y su dominio del mar[1]. La Flota del mar Negro ha ido incorporando nuevas unidades a medida que Rusia ha buscado una mayor presencia en el Mediterráneo. Moscú considera a la OTAN su principal adversario y, probablemente, seguirá centrando su escaso presupuesto en mejorar sus fuerzas terrestres y aéreas en lugar de buscar un desarrollo naval a gran escala.
Rusia comenzó a modernizar sus fuerzas armadas a raíz de la guerra en Georgia en agosto de 2008, un conflicto que puso de manifiesto las deficiencias de una vetusta y maltrecha herramienta militar, herencia de la era soviética. Los frutos de este esfuerzo fueron visibles ya en 2014, durante las operaciones que condujeron a la anexión de Crimea, y luego en Siria, donde el ejército ruso ha estado involucrado directamente desde 2015.
Mejor equipadas, más profesionales, conjuntas y móviles, las fuerzas armadas rusas se encuentran ahora en un momento crucial de su proceso de modernización. El plan de armamento 2011-2020, desarrollado por el ex ministro de Defensa Anatoly Serdyukov, está llegando a su fin y puede considerarse el más exitoso de la era postsoviética[2].
El nuevo plan de armamento 2018-2027 busca garantizar la sostenibilidad y la extensión del esfuerzo de modernización realizado durante la década anterior. Moscú sabe que desde que empezó a emplear la fuerza en Siria, se ha vuelto perceptible e importante para Occidente. La movilización de la herramienta militar en Siria también ha contribuido a situar de nuevo a Rusia en el centro del tablero del juego estratégico de Oriente Medio[3].
Al tenso contexto geopolítico nacido de la crisis de 2014 y de las posteriores sanciones, se suma la percepción rusa de un orden mundial cambiante y de rivalidad entre grandes potencias[4]. Estos cambios geoestratégicos, han transformado la percepción y la situación general del Mediterráneo que había prevalecido desde el colapso de la Unión Soviética en 1991: un mar cerrado bajo el control de la OTAN empieza a ser invadido por nuevos actores[5]. Tras la anexión de Crimea en marzo de 2014, y la intervención en Siria, Rusia se ha convertido en potencia mediterránea[6].
La Doctrina Marítima de la Federación de Rusia de 2015 es posiblemente una de las declaraciones doctrinales más importantes de los últimos años, y ha supuesto el restablecimiento de la presencia de la Marina rusa en el Mediterráneo[7]. La última doctrina marítima de 2015, es un documento destinado a definir la política marítima de la Federación de Rusia, una política diseñada y enfocada a garantizar el desarrollo y la seguridad nacional rusa. En este documento se menciona explícitamente el Mediterráneo y los objetivos: “la persecución de una política decidida que permita la transformación de la región en una zona político-militar de estabilidad y buena vecindad para la Patria”.
En cualquier caso, esta doctrina es la articulación más reciente e importante de sus intereses y objetivos marítimos y, por tanto, proporciona una idea de cómo Moscú concibe el papel global de Rusia. Sin embargo, debido a los desafíos que implica el leer el idioma ruso y la ausencia de una traducción disponible públicamente de este documento esencial, la comprensión occidental del mismo es en gran medida limitada[8].
El especialista ruso Dmitry Gorenburg sugiere que la Marina rusa está diseñada básicamente para la disuasión estratégica y la defensa de sus costas[9]. Si bien esta evaluación es correcta, podemos comprender mejor la estrategia naval rusa al analizar su despliegue en el Mediterráneo oriental y sumando el número de misiles Kalibr a bordo de las diversas plataformas desplegadas por Rusia en el Mediterráneo oriental, que superan en más de 34 misiles de crucero (6 por submarino y 8 por fragata o corbeta). A esto se podrían sumar los embarcados en las unidades desplegadas en el mar Caspio con alcance suficiente.
La estrategia marítima de Rusia
La última versión de la estrategia marítima de Rusia marca como objetivo volver a ser una “gran potencia marítima” y arranca con un ambicioso programa de adquisición de armamento para el periodo 2011-2020, citado anteriormente. Solo para la Marina incluía quince fragatas clase Almirante Gorshkov, doce corbetas clase Buyan-M, dos buques de asalto anfibio en sustitución de los Mistral, que Francia no entregó, nuevos submarinos clase Kilo modificados y otros nucleares, la renovación del programa de cruceros de propulsión nuclear clase Kirov y hasta un nuevo portaaviones. respecto a la clase Kirov, fueron los primeros buques de guerra de superficie rusos con propulsión nuclear. El primer crucero de una clase de cuatro, el Almirante Ushakov fue dado de baja en 2004, al igual que el segundo de la serie, el Almirante Lazarev, ya en 1998. El único operativo, el Pyotr Velikiy precisamente se desplegó en el Mediterráneo con el portaaviones Almirante Kuznetsov entre 2016 y 2017.
Otra de las grandes mejoras para su Escuadrón del Mediterráneo, unidades que suelen pertenecer a la Flota del mar Negro, han sido la incorporación de nuevos submarinos clase Kilo mejorado (Proyecto 636.3 o 636M). Este submarino es una evolución de la clase Kilo rusa con motores diésel más silenciosos montados sobre una plataforma antivibratoria que le hacen cumplir los estándares más exigentes de reducción de ruido occidentales y con un sistema de combate automatizado, capaz de proporcionar datos de control de fuego para hasta cinco objetivos simultáneamente.
Desde 2014, tras la anexión de Crimea, la Marina rusa ha incorporado seis de estos submarinos a su Flota del mar Negro, casualmente encargados solo un año antes de la anexión. ¿Sería una casualidad la entrega de estas unidades entre 2014 y 2016? ¿o era algo planificado?; siempre nos quedará la duda, aunque parece bastante claro[10].
La anexión de Crimea por Rusia se produjo en marzo de 2014 y cambió el panorama estratégico en el mar Negro de la noche a la mañana, dándole a Rusia un fuerte control sobre gran parte de dicho mar, especialmente en las áreas del norte y el centro. El panorama ha seguido evolucionando desde entonces a medida que se ha ido desplegando fuera del Mar Negro hacia el Mediterráneo, y las marinas regionales no han sido capaces de adaptares a la nueva realidad.
Nombre | Numeral | Quilla | Botadura | Entrega | Flota |
Magnitogorsk (ex-B 471) | S409 | 1988 | 1990 | 1990 | Norte |
Ust-Bolsheretsk (ex-B 494) | S549 | 1990 | 1990 | 1990 | Pacífico |
Vladikavkaz (ex-B 459) | S431 | 1988 | 1990 | 1990 | Norte |
Lipetsk (ex-B 177) | S429 | 1989 | 1991 | 1991 | Norte |
Komsomolsk-on- Amur (ex-B 187) | S529 | 1991 | 1991 | 1991 | Pacífico |
Krasnokamensk (ex-B 190) | S521 | 1992 | 1992 | 1992 | Pacífico |
Mogochey (ex-B 345) | S507 | 1993 | 1993 | 1994 | Pacífico |
Novorossiysk (ex-B 261) | S555 | 2010 | 2013 | 2014 | Negro |
Rostov Na Donu (ex-B 237) | S556 | 2011 | 2014 | 2014 | Negro |
Stary Oskol (ex-B 262) | S560 | 2012 | 2014 | 2015 | Negro |
Krasnodar (ex-B 265) | S562 | 2014 | 2015 | 2015 | Negro |
Veliky Novgorod (ex-B 268) | S567 | 2014 | 2016 | 2016 | Negro |
Kolpino (ex-B 271) | S570 | 2014 | 2016 | 2016 | Negro |
Petropavlovsk-Kamchatskiy | S456 | 2017 | 2019 | 2019 | Pacífico |
Voljov | 2017 | 2019 | 2020 | Pacífico | |
Magadán | 2019 | 2021 | 2022 | Pacífico | |
Ufa | 2019 | 2021 | 2022 | Pacífico | |
Mozhaysk | 2020 | 2022 | 2023 | Pacífico |
Rusia ha incorporado a la Flota del mar Negro también dos fragatas de la clase Grigorovich (Proyecto 1135.6), las Almirante Grigorovich y Almirante Makarov que llegaron en 2016 y han estado muy activas desde entonces. Aunque estaba prevista la construcción de seis fragatas de este tipo en dos lotes de tres unidades cada uno, problemas con el suministro de turbinas, cuya fabrica cayó en manos ucranianas, obligaron a cancelar el segundo lote.
Además de las fragatas Grigorovich, otra gran mejora, surcando permanentemente el Mediterráneo, son sus corbetas clase Buyan-M. Actualmente cuentan con nueve unidades en activo y tres más en construcción. Las tres primeras tienen su base en el mar Caspio y participaron en ataques terrestres con misiles contra objetivos sirios el 7 de octubre de 2015. Las dos siguientes tienen su base en la Flota del Báltico. La Vishny Volochek y el resto estarán basadas en la Flota del mar Negro, muchas veces las vemos en el puerto de Tartus (Siria) o en Limassol (Chipre).
Nombre | Numeral | Quilla | Botadura | Entrega |
Grad Sviyazhsk | 652 (ex-021) | 2010 | 2013 | 2014 |
Uglich | 653 (ex-022) | 2011 | 2013 | 2014 |
Velikiy Ustyug | 651 (ex-023) | 2011 | 2014 | 2014 |
Zeleny Dol | 562 (ex-602) | 2012 | 2015 | 2015 |
Serpukhov | 563 (ex-603) | 2013 | 2015 | 2015 |
Vishny Volochek | 609 | 2013 | 2016 | 2018 |
Orehovo-Zyevo | 626 | 2014 | 2018 | 2018 |
Ingushetiya | 630 | 2014 | 2019 | 2019 |
Grayvoron | 600 | 2015 | 2020 | 2021 |
Grad | 2017 | 2021 | TBD | |
Naro-Fominsk | 2018 | TBD | TBD | |
Stavropol | 2018 | TBD | TBD |
Cada Buyan-M está equipada con un sistema de lanzamiento vertical de ocho celdas que puede lanzar el misil 3M14T Kalibr o misiles antibuque. Estas corbetas han demostrado su capacidad de ataque a tierra contra objetivos en Siria. Pero no solo eso; en 2020 surgieron informes de que la clase Buyan-M se estaba preparando para fondear minas.
El Kalibr es un misil de crucero subsónico de ataque a tierra de dos etapas y armado con cabeza convencional. El 3M14 es la variante lanzada desde submarinos y el 3M14T es la variante lanzada desde unidades de superficie, y además, hay una versión para lanzar desde lanzaderas móviles con base en tierra. Existe una versión recortada o con menos capacidades preparada para la exportación denominado Club y que tiene la Marina argelina entre otras.
Plataforma lanzadora | Tipo | Nombre misil |
Kilo (Proyecto 636) | Submarino | SS-N-30A |
Admiral Gorshkov | Fragata | SS-N-30A |
Admiral Grigorovich | Fragata | SS-N-30A |
Buyan-M | Corbeta | SS-N-30A |
Bykov (Project 22160) | Corbeta | SS-N-30A |
Otras unidades de superficie que se han ido sumando a esta flota han sido un par de fragatas ligeras o corbetas clase Stereguishchiy (Proyecto 20380), la corbeta Merkuriy (Proyecto 20386) con mejoras de reducción de firmas[11], y una serie de lanchas misileras. Además, se espera que alrededor de seis corbetas clase Karakurt (Proyecto 22800) con un armamento similar de misiles Kalibr a las Buyan-M se unan también a la Flota del mar Negro en los próximos años. La primera unidad de la serie destinada al mar Negro, Cyklon, fue echada al agua en el Astillero Zaliv en Kerch el 24 de julio de 2020.
Todas estas plataformas contarían con capacidad de lanzar misiles de ataque de precisión de largo alcance de nueva generación y estarán equipadas con los más modernos sistemas de guerra electrónica, ciberdefensa, y sistemas antiaéreos de largo alcance[12].
Otra nueva incorporación a la Flota del mar Negro son las corbetas Bykov (Proyecto 22160) encargadas al Astillero Zelenodolsk en abril de 2014. Diseñados como buques rápidos y fuertemente armados con lanzadores de misiles retráctiles debajo de la cubierta de vuelo, el lote inicial parece haber cambiado este diseño o no han sido montado estos lanzadores.
Otras unidades de la Flota del mar Negro que serán reemplazados en un futuro cercano son las unidades de medidas contraminas MCM (del inglés Mine Counter Measures). La flotilla actual de MCM comprende cinco dragaminas de la clase Natya, un dragaminas de la clase Sonya y otro de la clase Gorya. Los barcos más antiguos comenzarán a ser reemplazados por los nuevos dragaminas de fibra de video de la clase Alexandrit (Proyecto 12700), dos de los cuales, según se informa, serán asignados al mar Negro. Estas unidades iban a estar equipadas con sistemas franceses, pero han tenido que ser reemplazados por vehículos operados por control remoto o ROV (del inglés Remotely Operated Vehicle) y sonares de barrido lateral rusos.
Completando las principales unidades de superficie de la Flota del mar Negro están sus buques anfibios, cuatro de la clase Ropucha y tres de la clase Aligator que han estado transportando suministros a Siria desde 2013 para apoyar las operaciones rusas. Los barcos anfibios rusos tienen una variedad de misiones, además del desembarco de unidades de infantería de marina, sirven también para dar apoyo logístico. Su misión más importante desde 2015 ha sido el sostenimiento de la guarnición rusa en Siria, haciendo un recorrido semanal desde los puertos del mar Negro para entregar material, personal y suministros. Los intentos de modernizar el transporte marítimo anfibio de Moscú sufrieron un importante revés en 2014 cuando las sanciones por la anexión de Crimea hicieron que Francia cancelara la exportación de dos buques de desembarco anfibios que estaban listo para su entrega de la clase Mistral.
Los dos portahelicópteros rusos del (Proyecto 23900) llamados a sustituir los Mistral, Ivan Rogov y Mitrofan Moskalenko que se están construyendo en Crimea, podrán transportar a bordo hasta 16 helicópteros y cuatro drones. Se estima que los barcos desplazan alrededor de 30.000 toneladas y estarán destinados a transportar alrededor de 900 efectivos de infantería de marina, 75 vehículos blindados y hasta 20 helicópteros. Actualmente, son los buques de guerra más grandes que se están construyendo para la Marina rusa y son equiparables a los Mistral franceses[13].
En total, la Flota del mar Negro ha incorporado al servicio desde 2014 más de cuarenta unidades: seis submarinos, una veintena de unidades de superficie, medio centenar de aviones e igual número de helicópteros. En este nuevo contexto geoestratégico, parece urgente cuestionar el objetivo estratégico real que persigue Rusia en el Mediterráneo e identificar los objetivos operativos y las líneas de actuación que se ha marcado para conseguir este estado final.
La estrategia del poder ruso en el Mediterráneo parece ilustrar la elección de un doble enfoque conceptual: al ejercicio de la fuerza militar o poder duro se le ha añadido instrumentos del poder blando[14].
La Flota rusa del mar Negro como elemento A2/AD
En Sebastopol se encuentra el Cuartel General del 22º Cuerpo de Ejército de la Flota del mar Negro que controla todas las fuerzas terrestres en la península de Crimea, además de ser responsable de planear cualquier desembarco anfibio en la región del mar Negro.
En el corazón de la modernización de las Fuerzas Armadas rusas durante las últimas dos décadas ha estado su estrategia anti-acceso y denegación de área A2/AD (acrónimo del inglés Anti Access/Area Denial), que tiene como objetivo neutralizar la capacidad de las fuerzas aéreas y navales enemigas para usar armas guiadas con precisión contra objetivos estratégicos en suelo ruso.
El 22º Cuerpo de Ejército se ha formado en gran parte desde cero durante los últimos seis años, desde que las fuerzas ucranianas se rindieron a la Flota rusa del mar Negro después del bloqueo de un mes de sus bases en la península. En su corazón se encuentra la 810ª Brigada de Infantería Naval, que tiene su base en Sebastopol y está tripulada principalmente por personal profesional. Esta brigada jugó un papel clave en la toma de Crimea en 2014, cuando sus soldados fueron apodados “Pequeños Hombres Verdes”[15].
La Flota del mar Negro tiene amplias capacidades anti-acceso y denegación de área A2/AD que se han ampliado desde la anexión de Crimea en 2014, por ejemplo, la 11ª Brigada de Misiles Bastion fueron trasladados a través del Estrecho de Kerch por barcos anfibios para reforzar las fuerzas A2/AD en Crimea. Desde entonces, se ha formado una nueva unidad, la 15ª Brigada de Misiles, en Sebastopol con sistemas Bastion y Bal.
Rusia tiene también cinco batallones de S-400 con 160 misiles listos para disparar, sin incluir recargas, junto con otras 32 de baterías S-300. Esta es una cantidad aterradora de defensa aérea concentrada en un área tan pequeña. Más de las tres cuartas partes del personal militar ucraniano en Crimea desertaron al lado ruso en 2014 y varios miles han sido reclutados como soldados por contrato en las fuerzas costeras de la Flota del mar Negro, incluida una brigada de fusileros motorizados, una unidad de tanques, un regimiento de artillería y un regimiento táctico aéreo. Estas unidades se han modernizado con equipos y todas sus bases e instalaciones se han beneficiado de una extensa renovación.
Como parte de esta estrategia A2/AD, Rusia ha desplegado nuevas generaciones de aviones de combate avanzados, misiles tierra-aire de largo alcance, misiles de crucero lanzados desde cualquier plataforma, tierra, mar o aire. Hasta 2014, Rusia solo contaba con dos submarinos de tipo convencional: uno de la clase Kilo, el Alrosa, que tuvo la oportunidad de visitar la ciudad de Cartagena en mayo de 2011 durante su participación en unos ejercicios de la OTAN de salvamento y rescate de submarinos. El otro era de la clase Tango, y ya se encuentra dado de baja; lo mismo que el Aporizhzhya, de la clase Foxtrot de la Marina de Ucrania, que volvió a pasar a manos rusas junto a otras unidades ucranianas que había en Sebastopol en el momento de anexionarse Crimea.
Desde 2014 se ha reforzado con seis submarinos Kilo modificados de los que existe diferentes configuraciones (Proyectos 877/636/636M) y se han llegado a construir medio centenar, llegando a exportarse a países como Argelia, China, Vietnam, Polonia, India e Irán, entre otros[16]. El 17 de septiembre de 2015 llegó el submarino Novorossiysk, primero de los seis submarinos que iban a reforzar la Flota del mar Negro, al que siguieron otras cinco unidades de la misma clase, siendo el último en incorporarse el Kolpino. Estos submarinos han sido desplegados continuamente por el Mediterráneo, a pesar del Tratado de Montreux que prohíbe su paso por los Estrechos Turcos, tal y como escribimos en su día.
El Novorossiysk y sus hermanos son una versión mejorada del Proyecto 636.3 o clase Kilo, serie que comenzó a operar a fines de la década de 1980 y de la que hay diferentes variantes (Amur, Lada, Yuan, Paltus o Varshavyanka, por ejemplo). Esta versión cuenta con un desplazamiento en inmersión de 3.125 toneladas y una autonomía de unas 10.000 millas con víveres para 45 días. El coste por unidad se cifra en unos 300 millones de dólares, bajando incluso hasta los 150 en el caso de la variante China clase Yuan que están construyendo para Tailandia y que comentamos en un artículo. Están diseñados para espacios confinados y cuentan con unos exigentes estándares de reducción de ruido que los hacen prácticamente indetectables.
Estos submarinos cuentan con cuatro tubos de 533 mm y pueden seguir automáticamente hasta cinco blancos, todo gracias al potente sistema de combate MVU 110EM que integra el moderno sonar MGK-400 (Shark Gill). La combinación de su diseño con los misiles de ataque a tierra 3M14 Kalibr los convierte en un arma ideal en conflictos híbridos como el de Siria, donde han demostrado un excelente papel. En diciembre de 2015, el Rostov-on-Donu fue utilizado en operaciones de combate por primera vez, disparando cuatro misiles Kalibr sobre la ciudad de Raqqa, el primer lanzamiento real de estas armas desde un submarino convencional.
Rusia y el Mediterráneo
Tras finalizar la anexión de Crimea y su refuerzo, Rusia amplió las instalaciones que tenía en Tartus (Siria) construyendo una base permanente para sus unidades desplegadas en el Mediterráneo.
Oficialmente conocido como el puesto 720 de reabastecimiento material y técnico de la Marina rusa, la base naval de Tartus fue establecida por la Unión Soviética en 1971. En los años posteriores a la Guerra Fría, consistía en poco más que un barco para hacer reparaciones de la clase Amur, amarrado al costado de un muelle flotante en el rompeolas norte del puerto civil.
Moscú y Damasco firmaron un acuerdo a principios de 2017 que permitió incrementar hasta once el número buques rusos el número de unidades que podían atracar en Tartus en cualquier momento, incluidos buques de propulsión nuclear. El contrato de arrendamiento acordado es por 49 años, después de los cuales puede renovarse automáticamente por otros 25 años si el gobierno sirio no presenta objeciones.
La expansión de las instalaciones refleja el plan de Rusia de contar con una presencia naval permanente en Siria[17]. Lo más probable es que se convierta en una base naval en toda regla donde los principales buques de guerra puedan reabastecerse de combustible, rearmarse y repararse si es necesario. Aunque los rusos no tienen forma de sacar sus barcos fuera del agua, podrían usar para varar una grada inclinada de la base naval que tiene Siria en Tartus.
De forma permanente solemos ver atracados un par de submarinos clase Kilo, corbetas Buyan-M y algún buque de aprovisionamiento de la clase Boris Chilikin. También fragatas, destructores, cruceros y dragaminas rusos que operan en el Mediterráneo oriental y que parecen estar prefiriendo hacer escala en Tartus antes que el puerto chipriota de Limassol, único que tenían hasta la firma este acuerdo gracias también a otro acuerdo firmado entre Chipre y Rusia en 2015.
El buque insignia de la Flota del mar Negro de Rusia, el crucero de misiles Moskva de la clase Slava (Proyecto 1164), también ha visitado recientemente Tartus, cuando atravesó el Bósforo y el estrecho de los Dardanelos el 18 de junio pasado en su primer despliegue desde 2016. El barco fue acompañado por la fragata de la clase Grigorovich, Almirante Essen. El crucero Moskva aunque viejo, ha recibido mejoras menores, pero requeriría un reacondicionamiento y modernización a gran escala para seguir siendo efectivo después de 2030.
Para muchos observadores externos, la decisión de Moscú de mantener en servicio grandes unidades vetustas de los 70 o principios de los 80 parece un anacronismo. Son costosas de mantener, requieren grandes tripulaciones y utilizan sistemas de armas cada vez más obsoletos. Además, habitualmente, se averían o tienen incidentes, lo que aumenta la impresión de que estos buques no están operativos.
Sin embargo, el simbolismo político de llevar un buque de semejante entidad a una zona de crisis es algo a lo que Putin no puede resistirse. Es el ejemplo del Moskva, o antes el Pyotr Velikiy que también se desplegó en el Mediterráneo con el Almirante Kuznetsov antes en 2016-2017.
Cuando queremos dar muestra de poder militar, el despliegue de grandes buques de guerra lanza un buen mensaje, tienen esa influencia; como el reciente despliegue del grupo aerotransportado británico en aguas del mar de la China. Enviar este tipo de unidades a zonas en crisis sigue siendo una de las opciones que tiene Rusia para demostrar su capacidad de combate.
La realidad es otra, la Marina rusa opera una flota mixta de aproximadamente quince barcos y submarinos en el Mediterráneo oriental simultáneamente. Es probable que estas grandes unidades asuman cierto papel diplomático, la conocida como diplomacia de los gunboat[18], pero no están suficientemente operativos como para poder contar con ellos en caso real. Según Hervé Coutau-Bégarie[19], la creación del concepto de diplomacia naval recayó en el embajador británico Sir James Cable, con su libro Gunboat Diplomacy (1971)[20]. El tipo de unidades que sí solemos ver y son operativas son fragatas, corbetas, submarinos y todo tipo de unidades auxiliares y de transporte; sin duda, el futuro buque insignia en la región cuando se terminen serán el Ivan Rogov o el Mitrofan Moskalenko.
Desde la llegada de los seis submarinos clase Kilo a Sebastopol en 2017, Rusia ha estacionado permanentemente dos de ellos en Tartus. Además, le acompañan unidades de superficie y submarinos de otras flotas de Rusia, principalmente del Norte y el Báltico que también han participado en operaciones mediterráneas en varias ocasiones. La Flota del mar Negro ha contribuido activamente a las operaciones militares de Rusia en Siria. Además de transportar tropas, se han utilizado para lanzar misiles Kalibr contra objetivos terrestres en toda Siria.
A través del compromiso militar para apoyar al régimen sirio de Bashar al-Assad, Rusia ha logrado establecerse como un actor militar importante en este teatro de operaciones. A pesar del coste en vidas, extremadamente alto –aun a pesar de que buena parte de las bajas las han padecido empresas como Wagner Group– Rusia ha sido capaz de extraer muchas lecciones de esta experiencia operativa, la primera ha sido mantener su presencia en la región a toda costa, lo que debería permitirle extender su área de influencia a todo el Mediterráneo.
Los barcos rusos también han aprovechado sus despliegues para realizar seguimiento de unidades de la OTAN, principalmente barcos de la US Navy en el Mediterráneo oriental, y sus submarinos rusos también han tratado de rastrear plataformas submarinas de la OTAN. Este Escuadrón del Mediterráneo también ha facilitado los esfuerzos de la diplomacia naval rusa, ya que muchos de sus barcos han hecho escala en los puertos de Argelia, Chipre, Egipto y Malta.
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