En los últimos tiempos los planes y proyectos del Ejército de tierra para renovar los medios de la artillería de campaña se han ido sucediendo sin que, por desgracia, ninguno haya visto finalmente la luz. A lo largo de las siguientes líneas vamos a tratar de aportar ideas y posibles soluciones. Lo haremos, tratando de ser realistas respecto al Presupuesto de Defensa, que no va a cambiar, respecto a las necesidades del arma y también respecto a la industria de defensa y sus posibilidades.
Como sin duda nuestros lectores saben, la última pieza moderna que incorporó nuestra artillería fue el obús SIAC de 155/52, una pieza de concepción clásica que empezó a recibirse en 2003 (la versión v07) y que ha recibido no pocas críticas por ser un arma remolcada, lo que conlleva cierta lentitud para la entrada y salida de posición, algo que puede justificarse en aras de su proyección por aire, pero que para el sistema producido por SBS es difícil de aplicar, ya que al peso del mismo (13.000 kg) se suma el volumen de la pieza y el tren formado con su camión tractor, que supera los 20 metros de longitud.
Para solventar estas carencias, las unidades más ligeras (antiguamente las aerotransportadas, a día de hoy dentro de la orgánica de brigadas polivalentes, su uso se ha generalizado) utilizan la pieza británica L118 Light Gun, en calibre 105 mm; un arma muy adecuada para el empleo que se le demanda y de la que no hay intención de desprenderse, aunque ha sido sustituida en otros países por desarrollos ‘ultraligeros’ en 155mm, como el M777 norteamericano. Esto es así porque no solo se tiene en cuenta el peso y movilidad ‘aérea’ de la pieza, también de su tren de municiones, no estando los medios españoles, especialmente helicópteros, dimensionados para semejante esfuerzo (los proyectiles de 155mm son mucho más pesados).
Por último, las unidades mecanizadas y acorazadas, demandantes de una alta movilidad táctica y capacidad de supervivencia, emplean aún el obús ATP M109 A5, un arma muy veterana que recientemente ha sustituido los tubos M284 de 155/39 mm por la versión M284A2, adquiridos de los stocks del US ARMY y que tienen el ánima cromada, mejorando la durabilidad de un arma que estaba ya muy deteriorada. Por desgracia no va a incorporar mejoras mecánicas ni cambios en el sistema eléctrico o de puntería, si bien se ha aprobado una revisión de cuarto escalón para que las piezas aguanten hasta la década de 2030.
Planes y proyectos para renovar la artillería de campaña
Esta decisión es consecuencia, como decimos, de las penurias presupuestarias, que han obligado a retrasar todos los proyectos habidos para renovar nuestra artillería de campaña, y que en ocasiones han sido poco menos que fantasiosos dada nuestra dura realidad.
Así, tanto desde programas oficiales como la Brigada 2035, como de los ‘estados de situación’ que periódicamente los máximos responsables del arma (en especial el GJMACA) publican en ‘Ejército’, ‘Memorial de artillería’ o en entrevistas concedidas a diferentes medios privados, se han solicitado multitud de sistemas de todo tipo, que no solo son caros de por sí, sino que debido a su heterogeneidad, imposibilitan lanzar un programa único que tenga posibilidades de ser aprobado (rendimiento económico-industrial).
Al respecto de estos planes, la prioridad desde hace más de una década, cuando se perdió por la baja del veterano sistema ‘Teruel’, ha sido el lanzacohetes. Inicialmente en forma del HIMARS norteamericano de 227 mm (usa el cohete estándar en la OTAN, conocido por MFOM o MLRS Family of Munitions) aunque posteriormente se han estudiado otras opciones, como el ASTROS, fabricado por la brasileña Avibras. Al lanzacohetes se le considera, con toda la razón, el medio más adecuado para mejorar el alcance y la letalidad de nuestra artillería. Tal es así, que no solo se considera, como es tradicional, como arma para los niveles superiores (división y cuerpo de ejército) encuadrado en el MACA; sino que, sorprendentemente, se pretende integrar en el escalón brigada, como especifica el estudio correspondiente (BRIEX 2035).
Este es el primer punto, pero no el último, en el que podemos apreciar el excesivo optimismo de una institución que aún no ha conseguido financiar los 12 lanzadores que se consideran necesarios sólo para dotar al MACA (Mando de Artillería de Campaña).
Para acompañarlos, se especifican nada menos que hasta tres tipos de obuses, el citado Light Gun como referencia para las fuerzas de asalto aéreo, montaña o de despliegue rápido (Entry force), una pieza ATP de cadenas para las más pesadas (suponiendo que se recupere este tipo de GU, desaparecida con la llegada de las BOP) y una pieza ATP de ruedas que proporcione apoyo de fuegos a las llamadas unidades medias, que como determina la Fuerza 35, estarán enteramente equipadas con blindados de ruedas de la familia Dragón. A esta fuerza se sumaría la amortización, en destinos secundarios como la artillería de costa o las comandancias africanas, de los SIAC, a modo de fuerza legado aún útil en determinadas funciones.
Como decíamos anteriormente, y sin renunciar a seguir empleandolas en el futuro, la primera damnificada por los recortes ha sido la pieza ATP de cadenas, lanzando un programa de mantenimiento mayor para seguir teniendo en servicio el actual M109 hasta más allá de 2030, momento en el que habría que introducir una nueva pieza, también de cadenas, postulándose modelos como la DONAR de KMW o la K9 Thunder coreana.
Este planteamiento es relativamente reciente, pues de las ‘bondades’ de las piezas ATP de ruedas y de la necesidad de reunir esfuerzos en un número limitado de programas industriales (costes de desarrollo y masa crítica de producción) así como de la naturaleza heterogénea de las citadas BOP, se llegó a plantear que todas las piezas fueran relevadas por esta variante; tomando ejemplo de países como Francia (que introduce masivamente su sistema CAESAR) o Israel, que recientemente apunta a la posibilidad de que una pieza de este tipo, la ATMOS de Elbit systems, releve sus M109.
En este punto hay que aclarar que no todas las piezas ATP de ruedas son iguales, el CAESAR por ejemplo es un afuste bastante convencional que se instala en un camión, por lo que requiere que la dotación trabaje con la misma desde una plataforma trasera. Este sistema obliga a un complejo sistema de entrada en posición y mantiene al personal expuesto al fuego y las inclemencias climatológicas, por lo que no aporta en realidad ninguna ventaja sobre una pieza remolcada.
Por otro lado tenemos, sistemas como el DONAR de Krauss Maffei o el Archer de BAe Systems, que incorporan una torre automatizada dirigida desde la cabina del camión, lo que solventa las limitaciones citadas, si bien su peso está obligando a emplear vehículos portadores de tamaño creciente, de tipo 8×8 e incluso 10×10 (como el del sistema de Rheinmetall HX3).
Estos afustes tienen la ventaja de reducir considerablemente el personal necesario en la boca de fuego, si bien para las tareas de mantenimiento, municionar la pieza o la protección del asentamiento habrá que recurrir a personal adicional o de otra unidad (incluso de otra batería no empeñada en la acción de fuego).
Por último, la misma torre DONAR ha sido instalada en un prototipo del blindado de combate Boxer, en un intento de crear una pieza ATP táctica; si bien las capacidades de una verdadera ATP, como son la movilidad todoterreno, la capacidad de entrada inmediata en posición (sin fijar tejas o estabilizadores) o la protección, no pueden conseguirse sin un ingenio de cadenas.
Este punto es importante para determinar la necesidad real de una pieza ATP de ruedas en la artillería de campaña, ya que sus costes, volumen y limitada movilidad (poco más que desplazarse por carretera) no parecen reportar ventajas significativas sobre los actuales medios de cadenas. En este sentido, han seguido la senda evolutiva de los transportes de personal o AIFV, que de un estadio inicial ‘más sencillo’ que el equivalente de cadenas (con evidentes ventajas en huella logística) han acabado por rivalizar con aquellos en costes y, lo que es peor, sin solventar sus carencias (que las tiene) en especial las relativas a la vulnerabilidad (tren de rodaje, silueta).
Si tomamos como referente el ejército más avanzado y fogueado en operaciones de Occidente, el US ARMY (igual podemos decir del USMC) la lección es evidente, ya que no se han planteado incorporar un sucedáneo de pieza ATP sobre camión para sus brigadas Stryker (SBCT), utilizando la pieza remolcada M777.
Conceptos de empleo
En realidad, el empleo de la artillería de campaña sigue dos doctrinas bien diferenciadas (tres si incluimos el despliegue en profundidad de obuses ligeros con helicópteros o lanzados en paracaídas) que atienden igualmente a dos tipos de conflictos diferentes entre sí:
- El combate simétrico contra un enemigo técnica y doctrinalmente avanzado.
- El combate asimétrico e híbrido.
Este último aúna características propias del conflicto de baja intensidad (pacificación, interposición) con acciones de combate extremadamente violentas (alta intensidad) contra fuerzas de tipo más o menos convencional (en general facciones escindidas de un ejército regular o fuerzas irregulares con armamento pesado capturado, propias de estados en descomposición).
En ambos casos se necesita la artillería, si bien el Ejército español ha prescindido de ella en la inmensa mayoría de sus despliegues, ya sea como arma de destrucción selectiva a gran distancia o como elemento de apoyo de fuegos a las tropas en contacto, que suelen estar dispersas y contar con despliegues poco sólidos (bases avanzadas, patrullas, escoltas de convoyes).
Esta es la verdadera diferencia, y no las bocas de fuego empleadas, con el conflicto simétrico; olvidado durante los años de lucha contra el terrorismo en Irak y Afganistán debido a la descomposición de la URSS, pero de nuevo en vigor por el resurgir de Rusia como potencia regional y el auge estratégico de China (si bien el escenario en este caso prioriza acciones aeronavales).
Es en este último tipo de conflicto, que no se produce en Occidente desde la guerra del golfo de 1991, donde la artillería aún puede realizar intensos fuegos preparatorios (así la empleó Rusia en la invasión de Chechenia) y donde tiene la exigencia de mantener un ritmo operacional muy alto, cambiando continuamente de asentamiento (movilidad táctica de las fuerzas propias, amenaza de contrabatería) y con grandes necesidades de munición y protección (incluida la amenaza aérea o NBQ).
Es este escenario el que ha revitalizado el papel de la artillería ATP de cadenas y donde el cohete no guiado, empleado masivamente (permite una concentración de fuegos enorme en un breve espacio de tiempo), tienen su razón de ser; ya que las piezas sobre camiones no ofrecen las prestaciones exigidas.
Por contra, en el resto de conflictos la artillería suele garantizar algunas de estas cualidades (municionamiento y protección) así como simplificar su empleo (logística) recurriendo a asentamiento semipermanentes, ya que una de las características fundamentales de los mismos es la ausencia de contrabatería eficaz (por la falta de targeting y alcance del enemigo), obviando la necesidad de cambiar el asentamiento tras cada acción de fuego, que sería la única ventaja significativa de un obús ATP sobre la pieza remolcada. Igualmente las grandes barreras de fuegos han sido relevadas por el proyectil de precisión, que a un coste inferior (también en vidas y daños colaterales no deseados) puede batir los objetivos puntuales que determina la misión, sea mediante la supresión de un objetivo de alto valor (localización de un líder enemigo) o prestando apoyo próximo a las fuerzas propias, con gran letalidad (superioridad en el enfrentamiento) y sin riesgo de fuego fratricida (fuego amigo).
Esta situación ha llegado a plantear la necesidad real del obús, cuando el cohete ofrece alcances mucho mayores e incluso mejores posibilidades a la hora de realizar el guiado (la electrónica de las espoletas sometidas a las aceleraciones de un tubo de 155 son muy complejas y están muy miniaturizadas) e impactar en objetivos móviles (guiado terminal de submuniciones) cuando no el uso de misiles de largo alcance como el NLOS (25 kms).
Es por ello que el cohete, teniendo en cuenta que la cantidad demandada y su coste de adquisición es muy inferior a la de la flota de obuses en servicio, resulta fundamental para ampliar y modernizar nuestros fuegos de artillería.
Respecto a los obuses en sí mismos, se han incorporado municiones mejoradas, como el proyectil excalibur (guiado por láser y compatible con el SIAC), así como munición nacional (Expal) de alcance extendido (base bleed) y precisión incrementada con espoletas PGK (Precission Guidance Kit) de guiado GPS y fabricadas por Orbital ATK (si bien Escribano está trabajando en un producto similar, denominado FGK) que ha mejorado sensiblemente el alcance y precisión de las piezas.
Un programa de adquisición
Desde la DGAM, órgano del ministerio que dirige todos los programas de adquisición, no se valora la opción de comprar sistemas sin un grado de nacionalización que supere el 70%, salvo que la industria patria no disponga de proyecto, la cantidad a adquirir sea muy baja y/o el procedimiento, por necesidades operativas, resulte de urgencia.
Y es que cuando las cantidades a adquirir son muy bajas, la nacionalización de componentes suele traer más perjuicios que beneficios, con sobrecostes elevados y baja transferencia tecnológica y/o innovación. Vuelva a ser el lanzacohetes el ejemplo perfecto, ya que 12 sistemas no pueden sostener un desarrollo propio (se llegó a solicitar que el HIMARS fuera instalado en un camión fabricado en España) aunque la capacidad de este arma para ‘devorar’ munición puede abrir una vía interesante, ya que los proyectiles sí pueden ser un ‘negocio’ rentable a lo largo del ciclo de vida del sistema, tanto por la cantidad como por su variedad y tecnología avanzada, en línea con lo explicado para los proyectiles de 155 mm (que han proporcionado un beneficio operativo enorme a un coste contenido).
Si obviamos la asignación orgánica de los cohetes a las Brigadas, tal como expresan numerosos documentos de la Fuerza 35, por ser poco viables dadas las penurias presupuestarias, su ámbito de acción (en el nivel superior de la fuerza, aunque esta sea de entidad brigada) y la necesidad de concentrar medios para su operación (adiestramiento y logística), las necesidades de obuses se centran en dotar a diez unidades entidad brigada (incluidas las dos comandancias africanas) y dos grupos en el Mando de Artillería de Campaña (el tercero sería el de cohetes).
Actualmente disponemos de 82 SIAC, 58 Light Gun y hasta 96 M109 (un total de 226 piezas), a los que se suman tres docenas de viejos Oto Melara M56 (105 mm) en las comandancias y la Infantería de Marina, que opera también seis obuses M109A5 propiedad del Ejército (los M109A2 de este servicio se dieron de baja recientemente).
Cada batería cuenta con 6-8 piezas en dos núcleos de fuego (uno para los obuses de 105 mm) que pueden actuar de forma independiente, mientras que el grupo dispone idealmente de tres baterías, aunque algunos tienen solo dos.
En total el Ejército de Tierra alista trece grupos, una cifra nada desdeñable, y que supone a priori una masa crítica (cohetes al margen) de 216 bocas de fuego, calculadas a razón de 18 por grupo. Esta cantidad excluye por tanto la necesidad de relevar los viejos Oto melara, ya que incluso transfiriendo una docena del L118 Light Gun a la Infantería de Marina, tenemos piezas de otros tipos suficientes en dotación.
En ningún caso se ha planteado la necesidad de relevar dichos Light Gun, y de hacerlo, debería emplearse un arma específica con características muy particulares, lo que les excluiría de cualquier programa de ‘normalización’ de nuestra artillería en torno a un modelo único.
Este modelo, por mor de cubrir mínimamente las necesidades expuestas, tanto para las unidades orgánicas de las que dependen como para los diferentes métodos de actuación, debería ser un modelo ATP de ruedas, y sustituir tanto al SIAC como al M109.
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