Normalmente cuando pensamos en el Ejército Ruso -y más aún en el soviético-, automáticamente nos vienen a la cabeza imágenes de soldados sometidos a condiciones aberrantes, maltratados e incluso desnutridos. Esto, que en ciertos momentos pudo ser cierto, no puede servir para esconder el esfuerzo acometido, ya desde tiempos soviéticos, para mejorar la alimentación militar. Un esfuerzo que la Rusia moderna ha redoblado alcanzando notables resultados. Es más, cuando hablamos acerca la actual Federación Rusa, lo primero que hemos de hacer es desterrar falsos mitos; el país pasó en apenas una década de ser un auténtico paria en el terreno de las raciones militares a situarse como un referente a nivel mundial. Quizá, es cierto, sigue sin poseer la misma abundancia en cuanto a menús o variedad que los Estados Unidos, pero sin duda dispone de raciones de una calidad más que aceptable y bien diseñadas para sus cometidos.
Ha sido un paso de gigante, pues no podemos perder de vista que hace apenas unos años los uniformados rusos y anteriormente los soviéticos debían servir en condiciones mucho peores, como atestiguan los relatos sobre Afganistán o Chechenia. Eso, a pesar de que la industria soviética era perfectamente capaz de producir en masa y a bajo coste raciones individuales, aunque estas, como veremos, siempre fueron bastante deficientes. La causa hay que buscarla en problemas estructurales como la corrupción o la baja consideración en que era tenida la calidad de vida de los soldados, pese al poder de las Fuerzas Armadas dentro de la URSS.
Unión Soviética
El sistema productivo zarista, por diversas razones, fue incapaz de asegurar la alimentación de los militares y civiles rusos durante la Primera Guerra Mundial, provocando la aparición por todo el país de un sistema de autoabastecimiento que está detrás de las revoluciones de 1917 al demostrar la irrelevancia del Estado.
Cambiar este sistema de autoabastecimiento fue una tarea titánica, posible solamente a través de medidas draconianas como el Holodomor, lo que implicó la muerte por hambre o purga de cientos de miles, cuando no de millones de seres humanos. Para cuando la Operación Barbarroja se inició, el proceso estaba lejos de haber sido completado y, en cualquier caso, los rápidos avances alemanes terminaron con buena parte de la industria alimentaria y de los campos soviéticos en poder de los nazis, desbaratando cualquier cálculo.
En el terreno alimentario, esto supuso notables problemas para abastecer a los soldados del Ejército Rojo durante los meses inmediatamente posteriores a Barbarroja. El problema solo comenzó a solucionarse cuando el grueso de la se puso nuevamente en marcha más allá delos Urales. Mientras tanto, cientos de miles de soldados se vieron condenados a vivir situaciones muy duras, en cuanto a falta de alimentos, aunque en nada comparables a las que se vivieron en ciudades como Leningrado: el Ejército era la prioridad.
La dieta básica de un soldados soviético se basaba por entonces en varios alimentos de origen tradicional y fáciles de cocinar, preparados en cocinas de campaña -o como buenamente podía cada escuadra-, tales como la Kasha, una suerte de gachas de alforfón que se hervían y podía ser condimentadas con carne y la Okroshka o sopa fría de vegetales crudos, patatas hervidas, carne y kvas (bebida típica parecida al kéfir o al té kombucha).
También recurrían a la Tyurya, similar a la Okroshka, pero con pan empapado en kvas en lugar de verduras y, por supuesto, al omnipresente vodka, bebida de la que recibían unos 100 gramos en los primeros compases tras la invasión nazi, pero cuya cantidad fue aumentada progresivamente «por sus efectos positivos sobre la moral de la tropa». Cuando esta preciada bebida no estaba disponible, no solía faltar su alternativa tradicional, el samogon, un destilado casero que podía realizarse a partir de casi cualquier cosa (remolacha, maíz, patata…) y cuya graduación llegaba a superar los 50º.
Más allá de estos alimentos -que muchas veces era difícil hacer llegar a primera línea-, era poco el sustento que recibían, quizá un pedazo de pan negro o algunas salchichas. A Dios gracias, aprendieron a enviar a las mujeres soldado a pedir comida a las granjas y poblados (resultaban menos amenazantes para la población civil) y recibieron cantidades ingentes de carne de cerdo enlatada procedente de los EE. UU., el conocido SPAM (Shoulder of Pork And haM), además de raciones de combate, como las famosas C-rations. Esto último fue posible en virtud de la Ley de Préstamo y Arriendo, que supuso para la URSS recibir alrededor de 1.312 millones de dólares de la época (equivalentes a unos 19.600 millones de dólares en la actualidad) solo en alimentos.
Sin embargo, a pesar de lo que pueda pensarse, la Unión Soviética producía raciones individuales desde 1941, aunque no han tenido la misma difusión que las estadounidenses. De hecho, bebían de estas en el sentido de que al menos una parte de los componentes eran de origen estadounidense. En concreto la fabricación y distribución de las mismas fue aprobada el 13 de mayo de 1941 por el Comité Central del Partido Comunista, entrando en servicio el 1 de junio de ese mismo año. Estas se dividían en diversos estándares, en función de las necesidades de la unidad de destino, variando notablemente el contenido de unas a otras.
En su mayoría eran raciones colectivas pensadas más bien para la tripulación de un carro de combate tipo T-34 (cuatro tripulantes) que para cualquier otra unidad, lo que daba problemas a la hora de repartir el contenido con cierta lógica cuando se entregaban a grupos algo más numerosas (como la tripulación de un KV-1 o una escuadra de infantería), avocando a los soldados al hambre.
Además, también existían una suerte de raciones de emergencia, compuestas por guisantes deshidratados que permitían elaborar una especie de sopa bastante densa.
Con las lecciones aprendidas durante la Segunda Guerra Mundial y la necesidad de configurar unas fuerzas con mayor capacidad expedicionaria, aptas para actuar más allá de sus fronteras, se fueron introduciendo cambios en los años 60 y 70. De hecho, se diseñaron tres tipos de raciones basadas en las que conocían procedentes de los EE. UU..
Como nos explica su calidad Lester Grau en «The Bear Went Over the Mountain: Soviet Combat Tactics in Afghanistan», las raciones secas eran similares a las C-ration del US Army, existiendo tres tipos básicos: El primero estaba basado en carne enlatada, pan galleta, jamón (SPAM) y té; el segundo contenía dos latas de carne mezclada con avena (gachas); y el tercero una lata de carne con vegetales.
Estas raciones secas -así como la alimentación de los soldados en general-, fueron puestas a prueba en los primeros meses de la intervención soviética en Afganistán. Si sobre el papel los militares soviéticos recibían raciones secas adecuadas a sus necesidades, además de alimentos complementarios como pan, pescado, leche condensada o carne enlatada y fresca, verduras, frutas, dulces e incluso productos locales, la realidad no era tan halagüeña (y eso cuando hacia 1970 se preveían algo más de 4.000 kilocalorías por soldado y día).
Las deficiencias alimentarias se hicieron evidentes cuando los hombres fueron puestos a prueba más allá de los cuarteles y las maniobras, pues la falta de variedad y el reducido valor nutritivo (no todo consiste en añadir calorías) afectaban al rendimiento de unos soldados no sólo subalimentados, sino también poco preparados para operar en condiciones climáticas extremas y a grandes altitudes (en su mayoría eran reclutas con escasa formación).
El Alto Mando soviético no tardó mucho en recibir informes negativos sobre este particular. Ya en 1980 las deficiencias nutricionales de las raciones secas eran conocidas debido a los problemas de salud observados en las tropas y achacables en muchos casos a la desnutrición.
No deja de ser curioso, pues los reglamentos soviéticos especificaban que los soldados deberían ser alimentados con raciones secas, como mucho, un día de cada siete, siendo el resto del tiempo provistos con comida caliente. Esta, que debía realizarse empleando cocinas de campaña y alimentos frescos -en algunos casos locales-, en demasiadas ocasiones se preparaba utilizando las raciones secas colectivas, evidentemente tan insulsas como las individuales.
En poco tiempo se hizo evidente que algo estaba fallando y que los reglamentos se incumplían, apareciendo casos de escorbuto y problemas dentales y creciendo la incidencia de enfermedades comunes como gripe o resfriados entre la tropa. Además, también se dieron numerosos casos de intoxicación relacionados con la bacteria E. coli, hasta el punto de hacer sospechar a los soviéticos que habían sufrido un ataque bacteriológico, cuando su único problema era la bajísima calidad de sus conservas, la falta de cuidado en su manipulación y almacenamiento y la ausencia de las más mínimas normas higiénicas entre sus cocineros, generalmente también reclutas sin formación específica.
Todo ello obligó a Moscú a reaccionar y a mejorar tanto las raciones como la alimentación en general. Lo hicieron rápido, pero muy en la línea del pensamiento soviético, aceptando que más necesariamente significaba mejor. Así, en el caso de las raciones se trató de hacer algo parecido a las MCE estadounidenses (que habían dejado de utilizarse en 1981), aumentando su contenido.
Así, en virtud de la Orden Nº 245 de 1982 del Ministerio de Defensa de la Unión Soviética se establecieron diferentes raciones en función del tipo de unidad y se fijó que los soldados solo podrían ser alimentados con estas un máximo de tres días seguidos, teniendo a partir de ahí que recibir comida caliente elaborada en las cocinas de campaña e incorporando alimentos frescos aunque se siguiese recurriendo a carne enlatada, gachas y demás.
De esta forma, la nueva ración seca ordinaria pasó a incluir lo siguiente, para un contenido calórico que oscilaba ,según el menú, entre las 3.000 y las 3.500 kilocalorías:
- Pan galleta a base de trigo.
- Carne enlatada (generalmente tipo SPAM).
- Carne con verduras.
- Azúcar refinado.
- Té.
- Abrelatas.
Mientras que las destinadas a las Tropas Aerotransportadas incluían, por persona y día:
- Pan galleta
- Gachas enlatadas con carne y/o verduras.
- Carne de res hervida o paté de hígado.
- Relleno de salchichas.
- Azúcar refinado.
- Té.
- Abrelatas.
- Pastillas de combustible.
También se crearon raciones de previsión, algo más pequeñas, para momentos puntuales, con los siguientes componentes:
- Pan galleta (se entregaba por separado).
- 2 latas de 100 g de carne enlatada.
- 125 g de leche condensada.
- 135 g de azúcar refinado.
- 2 g de té.
- 1 abrelatas.
- 30 gr de pastillas de combustible.
Aunque había importantes diferencias frente a las anteriores, en realidad, el resultado fue bastante malo; al estar envasadas en cartón solían empaparse con la humedad y de esta forma el azúcar y muchas veces incluso las latas, quedaban inservibles ya que no se tenía cuidado en su manipulación. Por otra parte, aunque el contenido calórico era adecuado, el valor nutricional era escaso y no solucionaba completamente el déficit de vitaminas o la desproporción entre grasas y el resto de nutrientes. Se buscaba ahorrar, pues el precio de alimentar a cada soldado se había multiplicado en los años previos y la situación económica soviética en los 80 no era la mejor, como es sabido.
Capítulo aparte merecen las unidades de élite, a las que se les entregaban raciones más consistentes y adecuadas a sus funciones, con diversos refuerzos, pero en algunos casos prácticamente «artesanales», pues dependían de las peticiones realizadas por los mandos, que no seguían ningún estándar. Recordemos que si bien los Spetsnaz del GRU datan de 1950, los grupos Alfa y Vympel del KGB se crearon en los 70 y 80 y fueron empleados a fondo en el largo y sangriento conflicto afgano.
En resumen, pese al esfuerzo modernizador, el problema más acuciante no se había solucionado y el valor nutricional de las nuevas raciones seguía siendo bastante dudoso. Además, la corrupción continuaba siendo un cuello de botella importante que impedía que los alimentos frescos llegasen en las cantidades requeridas, lo que seguía penalizando a unos soldados obligados a consumir raciones de combate más allá de lo razonable.
La década de los 90
Después de unos años de desconcierto, entre que la Bandera Roja es arriada del Kremlin y la nueva Rusia comienza a consolidarse y a reubicar en el país las tropas que la hasta entonces RSFSR mantenía desplegadas en el exterior, comenzaron a abordarse muchos de los problemas que aquejaban a las Fuerzas Armadas.
Sin duda, en comparación con el problema de las armas nucleares o el estado de la flota submarina, lo que comiesen o dejasen de comer los soldados se consideraba un problema menor. Aun así, el problema se puso sobre la mesa y en pocos años se hicieron avances importantes.
La empresa Oboronprodkomplekt se estableció en 1995 por iniciativa del Ministerio de Defensa de la Federación de Rusia específicamente para la producción de las nuevas raciones militares. Sin embargo, el trabajo de diseño de las futuras IRP comenzó mucho antes: en 1991, cuando se hizo evidente que las raciones secas utilizadas hasta entonces no cumplían los requisitos exigidos por la guerra -y la sociedad- moderna.
Como hemos dicho antes, el embalaje exterior de cartón -en realidad casi papel- era frágil e inconveniente para el transporte, obligaba a repartir el contenido en las mochilas de cualquier manera -muchas veces descartando alimentos- y en caso de lluvia el azúcar, el pan o la sal quedaban inservibles, cuando no las propias latas. Por si esto fuera poco, en el complicado clima ruso las latas demostraron ser difíciles de abrir -cualquiera que lo haya intentado a -20º lo entenderá- y todavía más complicadas de calentar, pues una vez puestas al fuego la parte inferior del contenido se quemaba y la superior seguía congelada.
En el desarrollo de las futuras raciones participaron especialistas de dos instituciones: el Instituto de Investigación Científica de la Industria de Concentrados de Alimentos y Tecnologías de Alimentos Especiales y el Comité Científico Militar de la Administración Central de Alimentos del Ministerio de Defensa de la Federación Rusa, a los que pronto se sumaron los empleados de Oboronprodkomplekt.
Era necesario diseñar una ración nutritiva, pero también adecuada para su transporte y almacenamiento y para su uso en combate. Lograrlo les llevó un lustro -lo que es meritorio teniendo en cuenta lo complicados que fueron los 90 para Rusia- y el resultado fue la IRP, una ración que desde entonces no ha dejado de mejorar.
Esta se asemeja a varias raciones occidentales, como la francesa, conteniendo alimentos enlatados y concentrados, incluyendo carne enlatada y carne con verduras o cereales, gachas, purés de patata o guisantes, salsa de tomate, bebidas como té y café, azúcar, mermelada y vitaminas. Además, los alimentos pasaron a envasarse en paquetes de aluminio, lo que sirvió para matar dos pájaros de un tiro al aligerar el peso de la ración y facilitar su calentamiento (son más anchas y ofrecen mayor superficie al fuego, mientras que la menor altura evita que la mitad superior de la lata quede fría).
Además de lo reseñado, esta ración incluía un abridor, toallitas desinfectantes, fósforos resistentes al viento, pastillas potabilizadoras, pastillas de combustible y un hornillo plegable. Como ejemplo, una ración de combate IPR-B utilizada en la Primera Guerra de Chechenia, incluía, para el desayuno:
- 50 g de pan galleta.
- 250 g de carne en lata.
- 30 g de leche en polvo.
- 2 g de café instantáneo.
- 15 g de azúcar.
- 3 caramelos.
- 1 pastilla de vitaminas.
- 1 hornillo.
- 1 servilleta.
- 1 toallita desinfectante.
- 1 cuchara de plástico.
- 1 pastilla purificadora.
Para el almuerzo:
- 50 g de pan galleta.
- 100 g de carne enlatada.
- 250 g de carne estofada con verduras.
- 60 de salsa de tomate.
- 20 g de frutos secos.
- Bebida isotónica.
- 1 servilleta.
- 1 toallita desinfectante.
- 1 pastilla purificadora.
Mientras que para la cena:
- 50 g de pan galleta.
- 100 g de conserva de pescado.
- 45 g de mermelada.
- 16 g de té con azúcar.
- 1 servilleta.
- 1 toallita desinfectante.
- 1 pastilla purificadora.
En total, esta ración hablamos de 115 g de proteínas, 147 g de grasas y 353 g de hidratos de carbono, para un total de 3.191 kilocalorías, lo que es bastante aceptable. Lo mejor; el contenido de vitaminas y minerales había aumentado considerablemente, así como la palatabilidad de las comidas.
Por otra parte, en lugar de una caja de cartón poco práctica y voluminosa, la nueva ración se entregaba en un recipiente de plástico ligero y hermético, cuya tecnología de producción fue patentada por Oboronprodkomplekt y se dice resistente a altas temperaturas, fuego, humedad, combustibles y lubricantes, así como a la radiación solar y a la contaminación radioactiva y química. Al menos eso afirma su fabricante, que sostiene que estas propiedades han sido confirmadas en pruebas de campo y de labotario.
La caja original estaba dividida en tres compartimentos: para el desayuno, el almuerzo y la cena, y equipada con un asa, gracias a la cual se sujeta fácilmente al equipo. Posteriormente, para reducir las dimensiones y facilitar su uso se reemplazó por una sola sección, como se ve a continuación, para un peso total de 1,5 kilogramos.
Estas raciones primigenias se probaron por primera vez en Chechenia, en 1995, aunque de forma tímida. En un principio se entregaron a las unidades que realizaban misiones de combate aisladas del grueso del ejército y, a partir de 1997, cuando la guerra había llegado a un final en falso, se fueron extendiendo a nuevas unidades y misiones, utilizándose por ejemplo en la singular toma del aeropuerto de Pristina, en 1999.
En cualquier caso, fue con la Segunda Guerra de Chechenia cuando su importancia se puso de manifiesto, pues facilitaron lanzar operaciones de montaña incluso cuando el clima hacía imposible el abastecimiento mediante helicópteros. Así, en más de una ocasión, como ocurrió a los hombres de las VDV en Dargenduk, se tuvo que elegir a un grupo de soldados en buena forma para, atando 10 o 12 raciones cada uno a su equipo, abastecer a pie a sus compañeros a más de 2.000 metros de altitud.
También, cuando era posible entregarlas mediante helicóptero se demostraron útiles incluso bajo el fuego, pues permitían literalmente arrojarlas desde estos en lugar de descargarlas a mano, sin que resultasen afectadas por el impacto o la humedad del suelo.
Se dice, incluso, que los rebeldes chechenos intentaron intercambiar raciones IRP por prisioneros, por ejemplo cuando capturaron a una unidad de reconocimiento perteneciente a la 31º brigada aerotransportada cerca de Karachoy, en 1999, a lo que el coronel general Georgy Shpak se negó, alegando que entregar esas raciones a los chechenos sería lo mismo que darles armas.
Sin embargo, no todo fue sencillo. Durante mucho tiempo fueron varias las unidades que continuaron conformándose con las raciones secas que llenaban los almacenes desde tiempos soviéticos, tanto militares, como pertenecientes al Ministerio de Interior, algo que no terminó de solucionarse hasta 2003.
Con el tiempo, como veremos, se ha ido ampliando la gama y desandando parte del recorrido cuando ha sido necesario. De esta forma, se han recuperado las latas tradicionales y el cartón para aquellas situaciones en que la resistencia o el almacenamiento no son un problema, pues el costo llega a ser hasta un 30% menor solo cambiando los embalajes. También se han desarrollado raciones colectivas, por supuesto.
Posteriormente, en 2005 y a raíz -eso dice la leyenda- de una visita de Vladimir Putin a Makhachkala en la cual le fue mostrado el equipo de las unidades de montaña -y ante el disgusto expresado por este-, se desarrolló una ración ad hoc destinada a unidades de montaña y Spetsnaz.
Desde entonces la empresa no ha dejado de ampliar su gama y mejorar sus productos, importando maquinaria de Italia y Alemania para ello, inaugurando nuevas instalaciones para producir sus propias conservas en lugar de adquirirlas a terceros o para fabricar desde la mermelada a la salsa de tomate, aunque todavía hay partes subcontratadas.
Raciones actuales
En más de una ocasión hemos dicho que el año 2000 fue el año en el que todo cambió en Rusia. Es entonces cuando se empiezan a sentir los efectos de las primeras medidas de Putin, llegado al poder meses antes; una creciente centralización del poder en Moscú y en detrimento de las regiones, la victoria en la Segunda Guerra de Chechenia (a partir de entonces convertida en una larga campaña antiterrorista), la estabilización económica y, por supuesto, el creciente nacionalismo y poder del aparato estatal.
También fue el año del hundimiento del Kursk, con un efecto catártico pues fue la mejor -y más triste- representación no solo del calamitoso estado de las Fuerzas Armadas Rusas, sino de la falta de transparencia de un régimen que todavía arrastraba importantes inercias de tiempos soviéticos -algunas de las cuales lejos de desaparecer se han acentuado en los últimos años, todo sea dicho-.
Como consecuencia del lamentable estado de las cosas, se introdujeron los primeros cambios destinados a mejorar la calidad de vida de los soldados, en su mayoría relacionados con la persecución de las novatadas (que llegaron a costarse un buen número de vidas), la mejora de las instalaciones (construyendo nuevos acuartelamientos y renovando los que estaban en peores condiciones) y el aumento de los salarios, todo ello posible gracias a la boyante situación económica, favorecida por los altos precios de las materias primas.
En lo que a las raciones se refiere, aunque ya hemos explicado que desde 1991 se venía trabajando en la IRP, fue en el año 2000, concretamente con la norma aprobada el 24 de julio por el entonces Ministro de Defensa y Mariscal de la Federación Rusa, Igor Sergeyev, cuando realmente las nuevas raciones se convierten en un estándar. Dicha norma recogía dos tipos de raciones individuales básicas: IRP-B (combate) e IRP-P (diaria), diferenciadas precisamente por el tipo de embalaje (cartón o polímero), el recurso a latas tradicionales o de aluminio y el peso.
Por primera vez en había verdadera uniformidad en cuanto a raciones y estas no tenían nada que envidiar a sus homólogas occidentales, tanto por su contenido -muy diferente de la manteca enlatada de tiempos soviéticos-, como por la variedad de menús, que era limitada, pero aceptable. Además, los platos eran mucho más completos y complejos, incluyendo guarniciones de verduras y hortalizas de verdad, no solo sobre el papel.
Desde ese lejano año 2000 las IRP no han dejado de mejorar y de ampliar su gama, con un último cambio legislativo que llegaría de la mano del actual Ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, en 2014. Con esta iniciativa se pretendía homogeneizar la producción, pues con los años habían aparecido varios proveedores y no todos cumplían con la legislación vigente.
Raciones militares rusas en 2020
En la actualidad, la Federación Rusa cuenta con al menos media docena de variantes de la IRP, cada una de ellas con diferentes menús y complementos que se han incorporado gracias a la experiencia ganada en las últimas campañas emprendidas por el país, al análisis concienzudo de las raciones militares de otros estados y a la par que el sector alimentario ruso se ha ido modernizando.
Aunque a poco que profundicemos en la red encontraremos muchos tipos de raciones y denominaciones supuestamente rusas, ni mucho menos todas ellas están en servicio. Muchas son solo denominaciones comerciales para el mercado civil, hechas por las mismas empresas que fabrican para las Fuerzas Armadas e incluso por empresas ajenas a estas.
El contenido es muy similar generalmente, pero eso no quiere decir que sean las oficiales. Solo nos indica que en los últimos años se ha montado un suculento negocio entre curiosos, preppers, amantes de la militaria y demás, al que el mercado debía responder. Entre las raciones oficiales, las más utilizadas son las que figuran a continuación.
IRP-P
Su denominación proviene de «Individualny Ratsion Pitanya – Povsednevny” (Ración Individual Reglamentaria Diaria). Es la más extendida y su contenido incluye las tres comidas, es decir, está pensado para 24 horas. Se trata de una ración pensada para el día a día en maniobras, despliegues, etcétera, pero no es estrictamente una ración de combate, pues ese papel corresponde a la «rana».
Envuelta en cartón y plástico, cuenta con un peso del orden de los dos kilos y combina latas convencionales y envases flexibles para un contenido calórico total que oscila entre las 3.000 y las 3.500 kc en función del menú.
Como no podía ser de otra forma, los platos son siempre comidas típicas rusas y se sigue recurriendo a los estofados, las gachas y la carne enlatada, además de quesos para untar, mermeladas, barritas, etcétera. Como cualquier ración moderna cuenta con todo lo necesario para su preparación, incluyendo fósforos antitormenta, pastillas de combustible y cubiertos. Hasta donde sabemos, existen siete menús. El primero de ellos, como ejemplo, contiene lo siguiente:
- 100 g de pan pan galleta dulce..
- 170 g de pan galleta salado.
- 250 g de carne de res estofada.
- 100 g de carne enlatada (tipo SPAM).
- 50 g de paté de hígado.
- 50 g de queso untable.
- 250 g de arroz con pollo y verduras.
- 250 g de carne con guisantes y zanahorias.
- 100 g de caviar vegetal.
- 75 g de concentrado de frutas y bayas.
- Jarabe fundido esterilizado 80 g
- 45 g de mermelada de frutas.
- 100 g de puré de frutas y bayas.
- 30 g de chocolate.
- 4 g de té negro.
- 2 g de café soluble.
- 60 g de azúcar refinado.
- 5 g de sal.
- 1 g de pimienta.
- 1 pastilla vitamínica.
- 10 g de goma de mascar.
- 3 pastillas purificadoras.
- Hornillo plegable.
- 6 fósforos antitormenta.
- 3 toallitas desinfectantes.
- 3 servilletas de papel.
- 3 cucharas de plástico.
- 1 cuchillo de plástico.
- Papel higiénico 3 piezas.
Estas raciones se fabrican, además, en dos presentaciones diferentes. La primera de ellas es la que acabamos de analizar, de 24 horas. La segunda se denomina IPR-PR e incluye lo necesario para una única comida, por lo que es bastante menos aparatosa.
IRP-B
La IRP-B o «rana» es la ración de combate estándar rusa. Fue concebida para ser más resistente y ligera que las IRP-P y, por tanto, para adecuarse a situaciones más extremas en las que el almacenamiento, el transporte o las condiciones climáticas supongan un problema.
Aunque no han cambiado en gran cosa desde tiempos de Chechenia, pues el concepto terminado de desarrollar en 1996 era ya bastante avanzado, no han dejado de mejorar incluyendo nuevos productos y, en conjunto, son raciones más que aceptables que incluso superan a algunas occidentales en sabor (es una apreciación subjetiva del autor, claro).
IRP-BS
A diferencia de las anteriores, la IRP-BS se concibió para responder a una demanda específica de las unidades expedicionarias, como los Infantes de Marina o las Tropas Aerotransportadas. Ha de entenderse que para según qué cometidos, el peso extra no solo es un inconveniente por el esfuerzo adicional que implica en las marchas, sino que llega a ser un peligro, como ocurre con el impacto sufrido al tocar suelo en los saltos paracaidistas.
Esta ración se beneficia de un peso de menos de 450 gramos, algo que logra recurriendo a la comida deshidratada. Esto tiene su reverso, claro, y es que en última instancia es necesaria una buena cantidad de agua para preparar algunos de sus platos, generalmente mueslis, gachas o pasta.
IRP-U
Se trata de una ración que combina elementos de las IRP-B e IRP-BS, aunque reforzada y con un mayor contenido calórico (que llega a las 5.000 kcal). Quizá por ello se haya hecho tan popular fuera de las Fuerzas Armadas, entre colectivos como los cazadores y los survivalistas. Puede que también por el mito que las rodea, ya que son utilizadas usualmente por las unidades Spetsnaz, bien sean del Ministerio de Interior o del Ministerio de Defensa.
Como en las IRP-P e IRP-B, existen varios menús, uno de los cuales, desgranado a continuación, incluye:
- 200 g de pan galleta.
- 750 g (3 envases) de estofado o carne con verduras.
- 100 g de gachas.
- 100 g de paté de hígado.
- 50 g de pasta de cacao.
- 25 g de bebida energética.
- 25 g de leche en polvo.
- 45 g de pasta de fruta.
- 80 g de queso para untar.
- 30 g de frutos secos.
- 60 g de salsa de tomate.
- 60 g de cena liofilizada.
- 40 g de comida liofilizada.
- 60 g de desayuno liofilizado.
- 1 barrita de fruta (50 g).
- 100 g de leche condensada.
- 2 g de café.
- 4 g de té.
- 60 g de azúcar refinado.
- 5 g de sal.
- 1 g de pimienta.
- 1 hornillo.
- 6 cerillas antitormenta.
- 3 pastillas de combustible.
- 3 chicles.
- 3 toallitas desinfectantes.
- 6 servilletas.
- 3 cucharas.
IRP-Z
Esta es, sin duda, la que más fama ha ganado en los últimos tiempos a raíz de aparecer en diversas webs y canales de youtube. En realidad, no tiene nada de particular más allá de su vistoso embalaje «Ártico» y su alto contenido calórico (en torno a las 5.000 kc).
En este caso, lejos de buscar ligereza -como sí ocurre con la IRP-U-, se basa en la ración ordinaria (IRP-P), ganando calorías en base a leche condensada (100 g), geles de frutas (100 g), cacahuetes (30 g), muesli y chocolate, además de las consabidas bebidas isotónicas, azúcar (60 g), queso, mermelada y barritas energéticas.
Hay que decir que los rusos no son ni mucho menos pioneros en este ámbito, aunque en los últimos años hayan desarrollado sus capacidades de combate en el Ártico más que ninguna otra potencia. Obviamente los países nórdicos, pero también estadounidenses o alemanes, cuentan con raciones especializadas para ambientes fríos. Sin embargo, el hecho de que hayan dado este paso es indicativo de su compromiso con el control de la región.
BRPESV y RPESV
Estas dos raciones fueron diseñadas específicamente para los pilotos, tanto de aviones de combate y transporte como de helicópteros. Una de ellas sirve como ración de emergencia y la otra como sustitutivo de la comida caliente cuando se ven obligados a operar en bases o aeródromos improvisados, carentes de servicio de cocina.
La primera de ellas no deja de ser una ración ordinaria como las que utiliza la infantería, mientras que la segunda sería una suerte de ración de emergencia que podrían consumir los pilotos en caso de ser abatidos, por ejemplo.
Otras raciones rusas
Aunque hemos analizado las principales, no son las únicas. En estos años, especialmente hasta la estandarización de 2014, se llegaron a utilizar varios tipos de raciones más. Por ejemplo, se desarrolló la ración colectiva RPMK, pensada para seis hombres y que incluía lo siguiente, todo ello en una caja de cartón bastante considerable.
Más extendidas, sin duda, son las MCHC utilizadas por el EMERCOM o Ministerio de Situaciones de Emergencia ruso. Se trata de raciones destinadas a uso civil y pensadas como respuesta a desastres naturales, hambrunas, intervenciones humanitarias, etcétera.
Por último, como no podía ser de otra forma, en Rusia también se producen raciones de emergencia, por parte de empresas como Marine Pro, que garantizan un aporte de 800 kilocalorías en apenas 156 g divididos en tres barras -una para cada comida-, compuestas de harina, azúcar y grasa.
Conclusiones
Como se puede ver, la evolución vivida por la alimentación militar, y más específicamente por las raciones militares en Rusia, ha sido notable. En la actualidad no solo cuentan con modelos totalmente aptos, sino que la inversión realizada ha dado origen a una boyante industria alimentaria que exporta buena parte de su producción.
Además, al mismo tiempo ha dado origen a un mercado civil que, siguiendo la estela de las MRE estadounidenses y produciendo literalmente docenas de presentaciones, cada cual más espectacular, para un público ávido.
Lo más importante, no obstante, es que los soldados rusos de hoy, al menos en lo que se refiere a su alimentación, no tienen nada que envidiar a occidente y están muy lejos, en sus condiciones de vida, de sus padres o abuelos, por más que el mito persista, cual leyenda negra.
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