Panorama naval de Iberoamérica

Un repaso a las principales armadas de la región

Submarino chileno de la clase Scorpéne, construído en su día por la asociación formada entre la española Navantia y la francesa DCNS -actualmente Naval Group-. Disponer de dos submarinos modernos con las capacidades de los Scorpéne, junto con dos unidades más antiguas del Tipo 209/1400-L sitúa a la Armada de Chile un punto por encima de cualquiera de sus vecinos, situación agudizada por la disposición de cuatro aviones de patrulla marítima Lockheed P-3 Orion.

A lo largo del siguiente artículo veremos la situación general de las diferentes Flotas de los principales países iberoamericanos. Si en Occidente, en general, se ha venido sufriendo una importante caída de recursos invertidos en armamento naval, en Iberoamérica la situación no es mejor. Obviamente existen diferencias importantes en función de cada nación, salvándose de dicha situación apenas dos o tres países.

Iberoamérica dispone del acceso y control de algunas de las regiones marítimas más importantes del mundo, como son el Atlántico Sur -concentrando las líneas de comunicación marítimas desde el Índico y el Pacifico-, el Canal de Panamá y el Pacifico Sur. La principal particularidad de dichos escenarios marítimos son las grandes extensiones de los mares en esas latitudes. Esto obliga a las naciones ribereñas que deseen ejercer sus derechos de control y defensa en dichas extensiones, a la posesión y mantenimiento de unidades oceánicas. Algo que es escaso en el inventario general de los países, y en este caso particular, es muy variable en función de cada nación.

Como un comentario general podemos decir que las Flotas que sirven en dichas regiones se componen de plataformas construidas fuera de los países operadores. En su gran mayoría los buques de superficie son comprados como excedentes a naciones Europeas y los submarinos han sido encargados al mismo continente, con especial preponderancia en Alemania. Dicha tendencia se da por dos motivos básicos; la incapacidad o inexistencia de una industria nacional capaz de acometer dichos proyectos o la falta de un presupuesto que permita la adquisición de nuevas plataformas, o su construcción local, en caso de poseer las infraestructuras necesarias. En los comienzos del siglo XXI y finales del XX, dicha tendencia ha comenzado a revertir en algunas naciones, que desde décadas antes han aspirado a poseer la industria y tecnología necesaria, para poder diseñar, construir y mantener sus propios buques y submarinos oceánicos.

Según los últimos recuentos efectuados, las principales naciones marítimas iberoamericanas, aglutinan un total de 25 submarinos, 1 portahelicóptero de ataque, 1 destructor y 53 fragatas, hablando siempre de los buques de cierta entidad. Para naciones con amplios intereses marítimos, esta distribución tan desigual en determinadas categorías muestra por un lado el interés de las naciones en tratar de mantener una presencia naval oceánica a costa de fragatas -las plataformas más asequibles para dichas naciones- y, por otro lado, la incapacidad (técnica o económica) de poseer buques de mayor porte.

El caso de los submarinos es diferente. Diversas crisis entre las propias naciones estudiadas les llevaron a equiparse con plataformas que pudieran ejercer un dominio negativo del mar, al no requerir del dominio positivo de este. Es decir, les bastaba con poder atacar y afectar las líneas marítimas enemigas. Esta ha sido una de las constantes en el desarrollo naval iberoamericano. Para cumplir con esta función, el submarino era el arma por excelencia. La compra de modernos sistemas, sobre todo en la década de los 70 del pasado siglo, provocó asimismo una carrera armamentística en miniatura entre varias naciones, carrera que tuvo a estos buques como protagonistas.

Antes de dar un somero repaso por naciones, veamos la flota operacional en su conjunto y en sus sectores más destacados, ya que de un rápido análisis y algunos datos podemos obtener algunas conclusiones muy interesantes.

De los 25 submarinos alistados, 19 unidades (76%) han sido construidas en Alemania, 4 unidades de diseño y con apoyo alemán fueron construidos en Brasil, 1 unidad más con el mismo sistema en Argentina y 2 unidades fueron construidas por la relación establecida entre España y Francia para el programa Scorpene. Con lo cual obtenemos que el 92% de las unidades submarinas en las Américas, 23 de las 25 unidades, provienen de Alemania o de diseño alemán.

No es un dato para olvidar, ya que el arma submarina suele poseer un buen nivel de entrenamiento y de mantenimiento implicando contratos de alto rendimiento económico, y con escasa transferencia tecnológica. La decisión de Brasil de equiparse con plataformas convencionales y nucleares, con la asistencia francesa, ha sido una decisión que puede poner en riesgo la hegemonía alemana en las próximas décadas. Hemos de sumar que una nación, Chile, probablemente la punta de lanza en cuanto a cuestiones navales en Sudamérica se refiere, fue la primera en salirse de la influencia de Berlín optando por los primeros Scorpene. Esta tendencia a incrementar la influencia francesa en los próximos años en la región tendrá importantes repercusiones en la industria naval.

La edad media de las plataformas es de 35 años, con 11 de ellas por encima de los 40 años en sus cuadernas. Aunque los programas de media vida y de modernización se han aplicado en la mayoría de los casos de forma satisfactoria, lo cierto es que en los próximos años, y no muchos, debe comenzar un importante movimiento para la sustitución de dichos submarinos si pretenden mantener las capacidades. 40 años para un buque, o para un submarino, son muchos años, aunque a base de dinero se pueden mantener. En cualquier caso, en lo que concierne a las plataformas que tratamos, no parece que sea económicamente interesante, frente a la adquisición de una nueva unidad con las capacidades que aportarían, como misiles SSM o SLCM. Y esta sustitución no es posible 1 a 1, el ratio optimo, deberá aproximarse a esa cifra, abriendo un mercado para los constructores de decenas de plataformas en los próximos años.

En cuanto a guerra de superficie, como hemos visto, las principales unidades de combate se centran en la categoría de las fragatas, aunque existen una gran cantidad de corbetas y patrulleros, pero carentes de una potencial capacidad de empleo oceánico estratégico o de proyección del poder naval.

A diferencia de lo que ocurre en el segmento de los submarinos, con las fragatas si han existido importantes programas en diferentes países, con apoyo de naciones externas, para el diseño y construcción de diferentes clases en el continente, que les han permitido alcanzar un nivel técnico para continuar en el futuro desarrollando sus propias unidades, siempre y cuando la voluntad política y los presupuestos acompañen.

53 fragatas componen la flota combinada de las principales naciones. La media de edad de las unidades es de 37 años, una flota ciertamente envejecida. Hay que resaltar que la mayoría de unidades han sufrido importantes modernizaciones antes de ser vendidas, generalmente desde naciones europeas, y que el mantenimiento, como norma general, es de un alto nivel de calidad. A pesar de ello, el límite operacional de los buques de dicha edad se encuentra próximo, habiendo iniciado casi todos los países, estudios para su futura sustitución.

El origen de las unidades es más diverso que en el caso anterior, aunque las naciones europeas son las dominantes, ya sea por nueva construcción o por compra o transferencia de las unidades de segunda mano.

  • 12 unidades construidas en Reino Unido (22,6%)
  • 11 unidades construidas en Italia (20,7%)
  • 8 unidades construidas en Alemania (15%)
  • 6 unidades construidas en Argentina (11,4%)
  • 5 unidades construidas en Estados Unidos (9,4%)
  • 4 unidades construidas en Holanda (7,5%)
  • 3 unidades construidas en Francia (5,6%)
  • 2 unidades construidas en Brasil (3,8%)
  • 2 unidades construidas en Perú (3,8%)

Llegados a este punto es obligado comentar que las construcciones locales se hicieron dentro de programas más extensos y que gozaron del apoyo del país originario del diseño. En el caso argentino, recurriendo al diseño alemán, en el brasileño al diseño británico y en el peruano fue el diseño italiano el escogido. En cualquier caso, ateniéndonos al origen del diseño, y no de la construcción, alemanes, ingleses e italianos copan más del 75% del parque de fragatas de Sudamérica, o lo que es lo mismo, 41 unidades. Este dato debería hacernos meditar en España respecto a nuestras posibilidades reales de lograr algún contrato en los futuros programas de renovación. Hemos de tener en cuenta que es un segmento en el que nuestro producto es altamente valorado a nivel internacional y por tanto, supone una oportunidad de oro.

Respecto al armamento embarcado en las plataformas, el vector superficie-superficie (SSM) mayoritario son los MM39 o MM40 estando presentes en más de 30 unidades y en menor proporción Otomat/Otomat MkII y Harpoon Block II, este último solo en servicio con la Armada Chilena.

La defensa antiaérea de las plataformas, aparte de la artillería y CIWS, muy numerosa y variada en general, se basa en un mayor número de sistemas y versiones, siendo predominante el Albatross y el Sea Sparrow. En menor medida también se encuentran en servicio Sea Wolf, SM-1MR, Mistral, Barak y SA-16 Igla.

La mezcolanza de sistemas y de diferentes procedencias de las plataformas es obvia, al tratar de particularizar cada unidad una vez es comprada a los estándares de la nación de destino. Asimismo la transferencia de tecnología a muchas de las naciones por parte de los Estados Unidos ha sido vetada, con lo cual las naciones adquirientes han recurrido al mercado “libre” europeo capitalizado en particular por la industria francesa. Sin embargo, en el caso de los sistemas SAM, sigue siendo muy escasa la presencia de modernos sistemas VLS, siendo la mayoría aún sistemas de lanzamientos dobles e incluso unitarios, perdiendo capacidades de defensa AAW y de protección de la flota.

El malogrado ARA San Juan, del que solo pasado un año desde su hundimiento se ha encontrado el pecio, fue modernizado en Argentina, a diferencia de su gemelo, el ARA Santa Cruz. Todavía falta por esclarecer el papel de la modernización en el posterior accidente de esta unidad. Foto – Juan Kulichevsky.

Las principales naciones

Sin pretender excluir a ninguna de las naciones con intereses marítimos en Sudamérica, lo cierto es que muchas de las mismas no requieren de una marina oceánica o directamente no se la pueden permitir por motivos económicos en la mayor parte de los casos.

Aquellos que todavía las poseen se beneficiaron en su día de un largo periodo de bonanza económica en la última parte del siglo XX y tratan de modernizarlas y mantenerlas operativas. En muchos casos las sucesivas crisis económicas o políticas han destruido las capacidades de dichas unidades y se puede incluso dudar de la supervivencia de las capacidades navales oceánicas de algunos países en un futuro próximo. Pasemos a ver las principales naciones del hemisferio.

Argentina

Hablar de Argentina es hablar con dolor. Sin entrar a valorar los motivos que han provocado una perenne crisis de medios navales en lo que fue una de las armadas más potentes de Sudamérica, en la actualidad su flota se encuentra muy mermada y falta de capacidades operacionales.

La tragedia del ARA San Juan en noviembre del 2017 ha sido un golpe mortal para la otrora orgullosa flota. El malogrado submarino, del que hace poco se ha encontrado el pecio, fue modernizado como su gemelo, el ARA Santa Cruz. Sin embargo, si bien este último fue modernizado en Brasil entre 1999 y 2002, El ARA San Juan lo fue en la propia Argentina entre 2007 y 2014. Tan dilatado espacio de tiempo se debe a los inacabables problemas económicos. Por su parte, el ARA Salta, con 45 de edad no es un buque de combate al uso.

En sus mejores momentos, e incluso recientemente, existieron programas y comunicados oficiales del Gobierno de este país anunciando la construcción de una fuerza de submarinos nucleares de ataque (SSN). A pesar de poseer instalaciones para la investigación nuclear, y la teórica capacidad para la construcción de reactores para una planta naval, lo cierto es que ante la desidia mostrada durante décadas para finalizar dos submarinos convencionales en el país, ARA Santa Fe y ARA Santiago del Estero -ambos de diseño alemán y en construcción desde 1983-, se antoja difícil pensar en la construcción de una plataforma nuclear. Por no decir directamente que es un brindis al sol.

El presente y futuro inmediato del arma submarina argentina es difícil y complicado. La situación económica no permite la adquisición de nuevas unidades o de unidades más modernas de segunda mano, en un momento en el que el ARA Santa Cruz tiene ya 35 años sobre sus cuadernas. Tal vez el modelo ruso de finalizar cascos soviéticos y modernizarlos podría aplicarse a los ARA Santa Fe y ARA Santiago del Estero. Pero eso es algo que será muy difícil de llevarse a cabo.

Las unidades de superficie no se encuentran en una situación más envidiable. La Armada Argentina alista un único destructor de construcción británica de la clase Type 42, el ARA Hercules, que formaba parte de la antigua escolta del portaaviones 25 de Mayo. Ante la obvia incapacidad de recibir repuestos desde su nación constructora, fue transformado en Chile en un buque de transporte rápido y de centro de mando. Se le ha desinstalado todo el armamento ofensivo con cierto potencias y con 43 años de servicio su retiro no debe estar lejano.

Argentina tiene en su inventario, además, 13 fragatas operativas de 3 clases diferentes, con una edad media de 32 años. Todas ellas son diseños de la década de los 80, alemanes y franceses. La clase Brown la componen cuatro unidades, aunque inicialmente iban a ser 6, del tipo Meko 360 H2. Comisionadas entre 1983 y 1984, se planteó modernizarlas en un futuro próximo a través del programa Placamil. La clase Espora la componen 6 unidades del diseño alemán Meko 140 A16. La serie completa se construyó entre 1985 y 2004, un periodo de 19 años y el montaje se llevó a cabo íntegramente en Argentina. El plazo tan dilatado para la construcción de estas unidades refleja la influencia de la economía argentina sobre los programas, caros y largos en el tiempo, de la Flota.

La última clase consta de las 3 unidades construidas en Francia del modelo Type A69 entre 1978 y 1981, originalmente construidas para Sudáfrica pero adquiridas por Argentina debido al embargo de armamento impuesto al país africano. Todas las fragatas argentinas se suponen operativas y equipadas con misiles SSM MM40/MM38.

La Armada Argentina también cuenta con una importante flota de unidades antárticas, las cuales valoran y cuidan, así como un pequeño tren naval. Los remolcadores de este último estuvieron compuestos por unidades de la US Navy de la década de los 40 y han sido sustituidos por remolcadores rusos de época soviética.

Al igual que ocurre con los submarinos nucleares, Argentina, que poseyó durante años aviación embarcada en su portaaviones 25 de Mayo -antiguo portaaviones británico y holandés- aun aspira a poseer dicha capacidad en algún futuro, aunque es un sueño difícil de materializar no tanto por la adquisición de un portaaviones, como por los costos asociados a la constitución de un grupo de escolta fiable. Lo que no deja de ser curioso es que las escasas unidades que aún posee de los Super Etendard y S-2 Tracker hayan continuado entrenando su capacidad de vuelo embarcado a través de un convenio con Brasil durante años, hasta que el portaaviones Sao Paulo fuera dado de baja el pasado 2017.

El programa de submarinos brasileño es todo un hito en Iberoamérica y, cuando se complete, alumbrará dos clases de submarinos de ataque, una de ellas convencional y otra de propulsión nuclear. Ambos habrán sido desarrollados con la ayuda de la empresa de bandera francesa Naval Group -antigua DCNS- y son la constatación del empeño puesto por el país carioca en su armada durante las últimas décadas. En la imagen inferior se ve un modelo del reactor PWR que debe equipar los futuros SSN brasileños. Fotos – Tim Fish.

Brasil

Brasil es la gran potencia emergente de Sudamérica incluso a pesar de la crisis económica y política que atraviesa. Durante las últimas décadas ha estado en cabeza en cuanto a inversión y de compras, especialmente debido a los precios del petróleo y el gas natural. La Flota brasileña ha logrado beneficiarse de dichos ingresos de una manera significativa. Asimismo Brasil ha decidido y puesto en marcha un ambicioso programa destinado a dotarse de submarinos de ataque nuclear SSN, en el marco de una alianza estratégica con Francia. Los intereses marítimos de Brasil se centran en una inmensa zona oceánica en la que residen gran parte de las materias primas que sustentan al Estado, por lo cual la selección de los SSN es válida y aceptable, y coloca a dicho país en la vanguardia naval de la región a la vez que expande sus capacidades de proyección de una manera muy amplia.

De cualquier modo, la economía brasileña ha sufrido duros reveses en los últimos años que ha provocado el recorte de sus inversiones y la baja de algunos sistemas y buques. Sin embargo, la voluntad política se mantiene en los principales programas navales, y con especial hincapié en los submarinos, convencionales y nucleares, ya que retroceder en estos programas tendría consecuencias durísimas para el futuro industrial del país, aunque si se pueden ver sometidos a importantes retrasos.

Brasil siempre requirió de importantes recursos en unidades submarinas, especialmente por la extensa longitud de su costa y el área, Atlántico Sur, de navegación estratégica que cubre. A principios de la década de los 90 la Armada brasileña mantenía un plan de construcción de submarinos convencionales de 12 unidades y ya trabajaba en el SSN, aunque rondando las 2.700 toneladas de desplazamiento. En la actualidad mantiene la clase Tupi, diseño alemán Type 209/1400, con 4 unidades operativas, 3 de ellas construidas en Brasil entre 1989 y 1999. Mantiene también una segunda clase de una sola unidad, Tikuna, que es un derivado de la anterior rediseñada y construida en Brasil, habiendo sido cancelada la segunda unidad durante su construcción. Los problemas de financiación recortarían a menos de la mitad el programa brasileño inicial.

Sin embargo, en 2008 Brasil decidiría relanzar su programa de submarinos de forma definitiva firmando con DCNS la asistencia para la construcción de una serie de SSN de 4.000 toneladas en el propio país. Un total de seis unidades compondrán, salvo sorpresa, la clase Alvaro Alberto, cuya quilla se espera se coloque en 2021. El programa acordado también incluye la asistencia para la construcción del astillero, la base naval y el mantenimiento. Excluye específicamente el diseño del reactor y sus asociados, al ser una parte exclusivamente brasileña.

En un principio, se esperaba que entrara en servicio en 2021, sin embargo, una fecha más realista debido a los problemas de toda índole que están teniendo lugar, puede ser 2029 o 2031. La construcción completa de toda la clase puede extenderse, en caso de mantenerse las 6 unidades iniciales, hasta mediados del presente siglo, alcanzando el cuatrienio 2047 – 2050. Dichos retrasos pueden considerarse admisibles si se valora la envergadura del proyecto.

La asistencia francesa se simultaneó con la adquisición, por transferencia tecnológica, de 4 submarinos convencionales clase Scorpene. Dichos buques ya están siendo construidos en Brasil, con el primero de ellos ya en su fase final y cuya entrada en servicio se espera para 2020. Brasil, con la experiencia adquirida en la construcción de los Type 209 alemanes y ahora con los Scorpene y Alvaro Alberto, quedaría enmarcado de aquí a una década dentro del selecto grupo de naciones capaces de construir submarinos convencionales y en el excelso grupo de los constructores nucleares. La inversión realizada de forma continua durante décadas está muy próxima a dar sus resultados. La llegada de los Scorpene supondrá la baja de todos los Type 209 en activo con la Flota a partir de 2022, pasando de 5 SS a 4 SS modernos, y en el medio plazo incorporando unidades SSN.

Las fuerzas de superficie de la Flota Brasileña han contado como unidad principal desde mediados del siglo XX con un portaaviones como referente. Primero sería el Minas Gerais, antiguo buque británico, y posteriormente el Sao Paulo, antigua plataforma francesa. Fue así hasta 2017, año en que fue dado de baja debido a los fuertes recortes presupuestarios. Sin embargo, en 2018 y tras una carambola de intereses navales internacionales, Brasil volvía a tener un buque capaz de operar aeronaves. La Royal Navy se vio obligada a dar de baja a su buque portahelicópteros y asalto anfibio HMS Ocean en 2018 debido al costo de alistar su nuevo portaaviones HMS Queen Elizabeth.

La Armada Brasileña adquiriría el HMS Ocean, denominándolo A140 PHM Atlantico, llegando éste a Brasil en agosto de 2018 y se espera que esté completamente operacional para 2020 con la Flota. Aunque hasta el momento su capacidad se basa en los helicópteros no es de descartar que en un futuro sea modificado para operar aviación de ala fija o VSTOL, según las posibilidades disponibles.

También, dentro de los programas estratégicos brasileños, existe un programa abierto conocido como PRONAE y destinado a construir 2 portaaviones convencionales de aquí al año 2032, y en el cual Francia ya anuncio su interés por participar, siendo un socio muy interesante por la experiencia que puede aportar y la ascendencia que en materia naval su empresa de bandera -Naval Group- esta ganando sobre los principales países de la región.

Brasil alista tan solo 8 fragatas en sus unidades de superficie, que compondrían en su mayor parte el grupo de escolta de su portaaeronaves. 6 de ellas pertenecen a la clase Niteroi, basadas en diseño británico VT Mk 10, habiendo sido construidas 2 de ellas en Brasil y completándose la serie entre 1976 y 1980. Se trata de buques de 3.800 toneladas con MM40 y SAM Albatross, pero que aportan escasas capacidades para la defensa aérea de un grupo. Las otras dos fragatas también son británicas, Type 22 Batch 1, construidas entre 1979 y 1980 y transferidas a Brasil en 1995 y 1997. Equipadas con MM40 y Sea Wolf GWS 25 mod 4, poseen algo más de capacidad, pero también deberán ser sustituidas en los próximos años para lograr una credibilidad naval.

Para dicha sustitución existe el programa PROSUPER, en el cual Brasil busca equiparse con 5 fragatas AAW de 6.000 toneladas y 2 helicópteros embarcados. A dicho programa, de plazos inciertos y dilatados, se han presentado los principales constructores mundiales, entre los que Navantia ha ofertado una variante de sus F-100. Habrá que esperar bastante para poder ver la decisión a este respecto.

Lo que sí ha lanzado ya Brasil es su programa Tamandare para la adquisición de nuevas corbetas misilisticas. En el segmento de buques menores y patrulleros, Brasil cuenta con una nutrida flota de diferentes unidades, algunas de ellas muy modernas y otras en plena construcción en los astilleros locales. También cuenta con el antiguo buque de desembarco LSDH francés, Siroco, -ahora G40 Bahia-, entregado en 2016, así como con varios buques LST británicos y estadounidenses.

Entre las unidades menores destacan las corbetas clase Inhauma, de construcción local, con 3 de ellas en servicio y una usada de blanco naval en el 2016. Fueron construidas entre 1989 y 1992 y están equipados con los ubicuos MM40 además de beneficiarse actualmente de un programa de modernización. Estas se verán complementadas con 5 corbetas de la clase Barroso, versión mejorada de las anteriores, también de construcción local y equipadas con MM40, habiendo sido la primera entregada en 2009 y esperándose incorporar las otras 4 entre 2021 y 2024.

Brasil representa las aspiraciones de las naciones emergentes en esta región y, a pesar de la crisis por la que pasa, ha logrado mantener en curso sus principales programas navales, no habiendo tenido que cancelar ninguno de los principales, aunque los retrasos que puedan sufrir deban ser valorados en profundidad. En una década o década y media podremos ver una nueva potencia naval regional, si los resultados no se desvían de lo esperado inicialmente, o si futuros cambios de gobiernos no terminan por trunquen décadas de inversión y estudios.

Chile

Gracias a una política naval de financiación estable que dura desde hace décadas, y a la voluntad nacional de mantener unas infraestructuras de construcción naval de primer orden, la Armada Chilena se puede contar entre la élite de las naciones sudamericanas. Sus compras de buques, siempre en Europa y la adquisición reciente de submarinos de nueva construcción, así como un exquisito sistema de mantenimiento y modernización, han convertido a la Armada Chilena en un referente regional.

Los conflictos con países vecinos, como Argentina o Perú, así como las extensas áreas de intereses marítimos que posee en el Pacifico Sur, llegando hasta la Isla de Pascua, han alentado desde hace décadas a los chilenos a mantener una flota moderna y capaz, así como un cuerpo de oficiales y marineros altamente adiestrados y preparados.

Su arma submarina se compone de 4 unidades. Las dos más antiguas son sendos Type 209/1400 alemanes construidos en Europa. Con 35 años de servicio a sus espaldas, han recibido sin embargo las revisiones pertinentes y se han beneficiado de modernizaciones certificadas por el fabricante en la década de los 90 y entre 2008 y 2013, por lo que se pueden considerar en línea. Dichas modernizaciones les permitirán operar, al menos, hasta mediados de la década del 2020. Son habituales estas unidades en los ejercicios ASW de la US Navy manteniendo un alto nivel de operatividad durante todo el año.

Las otras dos unidades son los submarinos Carrera y O´Higgins, de la clase Scorpene, fabricados entre Francia y España. Se consideran las unidades más modernas de la región y aportan a Chile unas capacidades sin parangón en el hemisferio. La decisión de Brasil de equiparse con el mismo modelo de submarino creará una alianza entre ambas Armadas para su operación haciendo un fuerte contrapunto a los intereses de Berlín en la región, favoreciendo además sinergias muy interesantes en el aspecto industrial y en cuanto a costos operativos.

El programa de sustitución de los Type 209/1400 está en marcha, y debido a la seriedad chilena en este asunto, la decisión debe tomarse antes del 2022, cosa que puede considerarse fiable. Los candidatos a sustituirlos son el Type 214 alemán, el Scorpene 2000 francés y el A26 sueco de Saab. La penetración francesa en el mercado sudamericano unida al ahorro de costes que supone homogeneizar la plataforma, hace que la opción francesa, con vínculos a la colaboración brasileña, pueda ganar muchos enteros frente a las demás.

Las unidades de superficie de la Armada de Chile también son de las más capaces de la región, aunque quizá no están al nivel de sus submarinos. Hemos de tener en cuenta que, en general, la Armada Chilena posee las unidades más jóvenes del hemisferio. Además la buena sintonía con Washington les permite un acceso sin restricciones, más allá de las presupuestarias, al equipamiento estadounidense, habiendo estandarizado los sistemas de combate, con el consiguiente ahorro económico y la diferencia de capacidades respecto a otras marinas.

La Armada Chilena alista 8 fragatas oceánicas de potentes capacidades y de tan solo dos orígenes, el Reino Unido y Holanda. Las 8 unidades han sido transferidas a Chile del 2003 en adelante, contando con un edad media de 28 años y con 13 de servicio en Sudamérica, por lo que se pueden considerar como unidades jóvenes para los estándares regionales. La única pega a tener en cuenta es que ninguna de las unidades ha sido construida localmente, aunque si son mantenidas y modernizadas allí.

Por clases, se reparten entre las 2 van Heemskerck, 1 Type 22 Batch 2 británica y 3 Type 23 británicas, además de 2 Karel Doorman holandesas. Su armamento SSM esta estandarizado en todas las unidades en torno al Harpoon Block II, mientras que los sistemas SAM se dividen en Sea Wolf y Sea Sparrow, ambos en sistemas de lanzamiento VLS, y SM-1MR y Barak israelí. La conjunción de estos sistemas aporta una alta capacidad de defensa AAW en la escuadra, concretamente el SM-1MR es el sistema AAW de mayores capacidades y alcance de intercepción de toda Sudamérica.

A finales de 2018 se confirmó el inicio de los estudios para la renovación de las unidades de superficie de la Flota, comenzando con tres unidades, las 2 van Heemskerck y la Type 22 británica para mediados de la siguiente década. Dicha sustitución va a coincidir en el tiempo con la baja en las flotas británicas y holandesas de otras unidades, por lo cual podría trabajarse en dichos cambios. Aunque no se descarte que en un futuro Chile comience a construir unidades de forma local, en este momento parece más probable que continúen su política de compras de segunda mano.

La Armada Chilena cuenta con una importante capacidad anfibia basada en el ex Foudre, francés transferido en el 2011, y gemelo del Siroco brasileño, realzando las relaciones de Francia con ambos países y la colaboración mutua a futuros. 2 Batral de diseño francés, pero construidos localmente y 1 LCU, también francés junto con varias lanchas de desembarco. 2 AOR y algunas unidades antárticas y de patrulleros de altura cierran la lista de buques chilenos.

Seguramente Chile cuenta con la armada más equilibrada y completa de la región. En la imagen el LSDH “Sargento Aldea”, antiguo “Foudre” de la Marine Nationale, luciendo todavía pabellón francés mientras está en Toulon. Foto – Wikipedia.

Colombia

Una nación que en las últimas décadas ha sufrido una cruenta guerra interna contra milicias armadas y los narcos, obviamente derivó sus principales recursos hacia dicha lucha. Sin embargo es sorprendente como ha sido capaz de equiparse con una serie de unidades oceánicas que le han permitido mantener una más que digna presencia naval, teniendo en cuenta la particularidad de poseer intereses marítimos tanto en el Pacifico como en el Caribe. Claro está, se ha visto beneficiada por unos de los mayores presupuestos de defensa de la región y el apoyo incondicional por parte de los Estados Unidos.

Su principal componente oceánico se basa en cuatro submarinos y en cuatro fragatas misilisticas, siendo todas las unidades de fabricación germana. La entrada en servicio original de los 4 submarinos fue entre 1974 y 1975, teniendo la flota una edad media de algo más de 44 años, mientras que las fragatas cuentan con un poco más de 35 años de vida operacional.

Sus fuerzas submarinas se componen de 2 unidades Type 209/1200 y otras 2 Type 206A transferidas en el 2015 a Colombia. A pesar de la edad, Colombia las mantiene operativas, aun sabiendo que no podrán permanecer en servicio muchos años más. Pese a todo, aportan la capacidad de mantener el entrenamiento y conocimientos en su Armada de la operación y mantenimiento de estas plataformas. El esfuerzo realizado con los 206A es un claro ejemplo de ello. A pesar de esto, la avanzada edad de las unidades nos hace pensar en su próximo reemplazo.

Sus cuatro fragatas misilisticas, con un escaso porte de 1.500 toneladas, están recibiendo en los últimos años importantes modificaciones siendo remotorizadas. Se plantea en el futuro próximo sustituir sus misiles SSM MM40 por Hae Sung 1, repotenciando así sus capacidades.

Por las particularidades de las necesidades de la defensa colombiana, la Armada Colombiana posee gran número de pequeños patrulleros y unidades fluviales, aunque aún carecen de buques de porte para operaciones anfibias. Sus patrulleros oceánicos y de altura también son numerosos y se ven envueltos en mucha actividad debido a las constantes acciones contra el narcotráfico.

Gracias a dichas modernizaciones, Colombia si decidió reinvertir parte de dichas inversiones en la creación de una industria local, habiendo potenciado el astillero COTECMAR, como uno de los referentes a nivel tecnológico en el continente. La última clase de patrulleros oceánicos de altura ha sido construida allí y se espera que continúen de forma efectiva con los trabajos en dichos astilleros en un caso opuesto al argentino.

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