En la reciente Cumbre de la OTAN en Madrid y de forma ciertamente extraordinaria pues es la primera vez que ocurre algo así, la empresa Escribano Mechanical & Engineering tuvo la oportunidad de mostrar varios de sus productos más punteros a los líderes políticos de los Estados miembros y el resto de naciones invitadas. Hasta allí llevaron su solución anti-drón hardkill, que forma parte del proyecto C-UAS CERVUS III desarrollado por TRC y el Regimiento 31 del Ejército de Tierra, el kit de guiado FGK y dos de sus sistemas electroópticos: el conocido OTEOS, en servicio desde hace un tiempo y el nuevo APOLO, montado la última versión de la torre Guardian 30 que equipará a los VCR 8×8, así como en la Guardian 2.0 que también estuvo presente. Es a estos dos sistemas a los que dedicaremos el presente artículo.
Antes de entrar en materia, quizá convenga explicar aunque sea de forma someta qué es un sistema electro óptico, por qué son componentes cruciales en los modernos sistemas de armas y cuál es la experiencia española en la materia. Al fin y al cabo, aunque muchos lo ignoran, en nuestro país se fabrican desde hace un tiempo algunos de los equipos más avanzados del mundo, razón por la cual se han exportado y se exportan a multitud de destinos.
Un sistema electro óptico es básicamente, un conjunto formado por uno o más Sensores Ópticos y por todos los elementos electro-mecánicos que permiten controlarlos, incluso orientarlos en el espacio, variando la elevación y el azimut de sus líneas de visión. En los modelos más complejos y modernos, además de servomotores con una gran precisión, que permiten dirigir las cámaras hacia donde el operador considere, con una desviación mínima, se incluyen sistemas de estabilización que hacen posible que incluso en movimiento, el sistema mantenga el objetivo enfocado. Además, lejos de emplear únicamente ópticas para el espectro visible (diurnas), cada vez es más común que a estas se añadan cámaras IR (infrarrojos) y también otros equipos como telémetros, que permiten medir la distancia respecto al objetivo con gran precisión, de forma que llegado el caso se transmitan estos datos al arma e incluso a la munición, si esta es programable.
Desde los sencillos sistemas ópticos de los primeros blindados -en este artículo hablaremos preferentemente de ellos, aunque los sistemas optrónicos se emplean desde la vigilancia estática de fronteras a los satélites y desde los aviones y helicópteros de combate a los buques de guerra- hasta los equipos actuales se ha recorrido un largo camino. Tanto las cámaras diurnas como las nocturnas o las térmicas han evolucionado con la inclusión de nuevas tecnologías y especialmente con la digitalización. Esta última ha permitido no solo aprovechar mejor las capacidades de las propias ópticas, al ampliar partes concretas de la imagen, permitir la identificación y el seguimiento automático (tracking) de objetivos o aplicar diversos filtros, sino también compartir los datos entre los distintos puestos tácticos dentro de un mismo vehículo y desarrollar capacidades como el famoso hunter-killer.
Dicho lo anterior, en España se vienen fabricando sistemas de lo más variopinto desde hace décadas. Una experiencia a la que han contribuido algunos de los grandes programas acometidos por nuestras Fuerzas Armadas, como el carro de combate Leopardo -para cuya optrónica se constituyó exprofeso la polémica empresa ELECTROOP, el Pizarro (Indra) y más tarde las recientes cámaras de conducción de Escribano en el fase II o el VCR 8×8 Dragón, en donde se han seleccionado varias empresas para los diferentes demostradores y en donde llama la atención que Escribano, fabricante nacional de sistemas electro-ópticos y con consolidación en el mercado nacional e internacional no haya sido considerado. Esto ha permitido que el número de empresas que producen componentes optrónicos en España, o bien que los fabrican en base a la integración de componentes de terceros para ofrecer sus productos en el mercado nacional e internacional haya ido en progresivo aumento, siendo más de media decena las empresas que los incluyen en su catálogo, desde Escribano a SDLE y de Tecnobit-Grupo Oesía a COHEMO. Un sector que además se ve impulsado desde el propio Ministerio de Defensa que, en su Estrategia de Tecnología e Innovación para la Defensa (ETID 2020) incluye una subárea específica dedicada a los sensores y sistemas optrónicos, divididos en tres categorías:
- Sistemas basados en detectores EO/IR (Rango visible e Infrarrojo).
- Sistemas de visión nocturna.
- Sistemas basados en tecnología láser para telemetría, LIDAR, guiado y designación de objetivos.
Ahora bien, es importante la diferenciación que hemos introducido entre aquellos que integran soluciones de terceros ofertando productos sobre los que tienen escaso control y quienes realmente son capaces de asumir por sus propios medios la producción de toda o prácticamente toda la gama de componentes incluidos en un sistema optrónico. Decimos que es importante porque, especialmente en tiempos tan convulsos como los que vivimos en los que las cadenas de suministro están permanentemente tensionadas, la dependencia respecto a otros fabricantes, especialmente si son extranjeros, es un hándicap inasumible. Así, el número de empresas que podríamos incluir en el listado, atendiendo a aquellas capaces de fabricar desde cableado a circuitos impresos y desde el chasis a las lentes o el software que gestiona el conjunto se reduce mucho. Muchísimo, de hecho.
Es aquí en donde destaca Escribano Mechanical & Engineering (EM&E), empresa madrileña que todos nuestros lectores conocen, pues ha pasado más de una vez por estas páginas y que tiene en sus instalaciones de 80.000 m2 -divididas en cuatro edificios- de Alcalá de Henares la maquinaria y el personal necesarios para acometer todos y cada uno de los pasos necesarios para producir equipos optrónicos como el OTEOS y el APOLO, de los que hablaremos a continuación.
OTEOS (Observation and Tracking Electro-Optical System)
El sistema OTEOS (Observation and Tracking Electro-Optical System) es un sistema electro óptico de observación y seguimiento, especialmente diseñado para su instalación en puestos fijos o integrado en plataformas y vehículos terrestres o navales. Como se explica en la web de EM&E, se trata de una plataforma estabilizada y modular dotada de la última tecnología disponible en el mercado en sensores optrónicos en la banda visible e infrarroja para incrementar su capacidad en términos de alcance de detección, resolución de alta definición para identificación y seguimiento automático de objetivos. Además, su diseño modular y arquitectura abierta permiten una fácil instalación y mantenimiento y la integración con sensores externos. Hasta aquí los datos más genéricos que podrían aplicarse a prácticamente cualquier sistema de este tipo, pues todos los fabricantes intentan siempre incidir en algunas de estas características. Sin embargo, merece la pena profundizar un poco más.
Lo primero en lo que hay que incidir es en la propia construcción del OTEOS. La empresa de Alcalá de Henares empezó como un taller de mecanizado y cualquiera que haya visitado las instalaciones sabrá que la inversión en maquinaria de ultimísima generación es descomunal, habiendo adquirido más de 90 máquinas en los últimos años, con una inversión de decenas de millones de euros. Esto se deja notar en todos sus diseños, ya se trate de estaciones de armas como las Guardian o las Sentinel, los sistemas de guiado como el FGK o en este caso los sistemas optrónicos. Por decirlo de alguna forma, todos ellos tienen cierto aire de familia, ya que lejos de recurrir a plásticos en algunos casos endebles o a piezas de fundición, siempre complicadas para acceder, todo son componentes mecanizados por la propia empresa en aluminio o acero. Esto permite aunar ligereza y modularidad de forma que pueden configurar sus productos de forma que con retirar unos pocos tornillos se pueda acceder a todas las partes críticas. Además en este caso la modularidad no es un mantra publicitario, sino algo muy real que queda patente cuando se tiene la suerte de ver uno de estos equipos “al desnudo”. La base de este la compone un bastidor metálico donde se encajan los distintos subsistemas como las cámaras, los procesadores, los equipos de refrigeración en su caso, etcétera. Todos ellos pueden sustituirse pasado el tiempo por otros más modernos sin necesidad de más cambios que poner unos en lugar de otros, conectarlos y, en su caso, actualizar el software. En el caso de otros fabricantes, la misma operación requiere de cambios estructurales y de complejos rediseños, lo que es un hándicap importante que afecta al ciclo de vida y especialmente al coste de este.
El segundo aspecto relacionado con la construcción tiene que ver con la ligereza y modularidad del diseño para ser adaptado a diferentes plataformas y la capacidad de integración a su vez con otros sensores radar. En algunos casos, esto no tiene demasiada importancia, por ejemplo si hablamos de instalaciones fijas en tierra como pueden ser las dedicadas a vigilancia de fronteras. En otros es determinante. Por ejemplo, cuando se instala en buques como los patrulleros de la Guardia Civil que están sometidos a todos los movimientos típicos de una embarcación como escoras o arfadas. Hay que tener en cuenta que independientemente del desplazamiento de la nave en cuestión, los equipos optrónicos suelen ir instalados sobre mástiles, lo que genera importantes fuerzas que, en función de la longitud de este y de la altura total del buque sobre la línea de flotación, pueden llegar a ser enormes. Esto a su vez, implica la necesidad de un soporte sobredimensionado más pesado y, por ende, más caro. Además, si en lugar de buques de cierto desplazamiento hablamos de patrulleras más pequeñas o incluso de los cada vez más comunes buques autónomos de superficie (USV), la instalación puede ser directamente imposible, porque un equipo pesado montado a la altura adecuada afectaría a la estabilidad de la embarcación y con ello a su seguridad y a la posibilidad de navegar en según qué estados de mar. Esto, por cierto, es algo que la empresa sabe de sobra, ya que lleva años trabajando en este tipo de buques de la mano de Industrias Ferri S.A.
El tercero tiene que ver con la capacidad del propio sistema para rotar y, por lo tanto, para localizar objetivos con rapidez. Si el conjunto pesa demasiado, necesitará de un motor eléctrico más potente o bien será más lento. En el caso del OTEOS, es capaz de girar sobre su eje a 90º por segundo, lo que supone dar una vuelta completa en apenas 4 segundos. Asimismo, la ligereza y el tamaño total del sistema también tienen un impacto sobre las inercias, pues a mayor peso y tamaño (mayor distancia respecto al eje), mayor es esta, lo que afecta a la precisión. Es así porque a la hora de detener el conjunto durante su giro, hay que contar con esa inercia, que debe ser corregida por los sistemas de autoestabilización a riesgo de que la vibración impida una imagen nítida. El OTEOS cuenta con una precisión envidiable en este sentido, medida en el caso de la precisión de apuntamiento en menos de 0.5 mrad (miliradianes) y cuenta con estabilización mecánica y digital. Estos son los típicos datos que se escapan a los aficionados, pero que el cliente final mira con lupa, pues de ellos depende la precisión. Para quien no lo sepa, conviene aclarar que un miliradián es la milésima parte de un radián o, lo que es lo mismo, la milésima parte de arco de circunferencia de la longitud de su radio. Esto, aplicado al tamaño del OTEOS, implica una precisión de centímetros, si hablásemos de unidades de longitud y no angulares. Lo importante, en cualquier caso, es que es capaz de apuntar allí hacia donde el operador desea y de hacerlo rápido y sin movimientos parásitos. Por lo demás, el sistema OTEOS es capaz de rotar en 360º en azimuth y es que Escribano fabrica recientemente sus propios slip ring, los motores de transmisión de datos que permiten el giro en de 360º en continuo y en unos impresionantes -60º a +60º en elevación. Esto posibilita que incluso instalado en lo alto de un mástil de considerable longitud, pueda vigilar el terreno prácticamente desde la base de este o bien que cubra objetivos en altura.
Pasando a los subsistemas del OTEOS, nos encontramos en primer lugar con una cámara diurna con un sensor CMOS de alta definición. Bajo este acrónimo lo que se esconde es un sensor de píxeles activos basado en tecnología CMOS (Complementary Metal-Oxide-Semiconductor o Semiconductor Complementario de Óxido Metálicos) en referencia al tipo de tecnología empleada en la fabricación de circuitos integrados en la que se basa. El aspecto diferencial en este caso es que la información recogida por cada fotosito utilizado para captar la luz ambiental -y cuya suma permite componer una imagen- puede ser enviada de forma individual al procesador sin que se produzcan efecto halo o blooming, que se da cuando una luz muy intensa afecta no solo a un fotosito, sino también a los contiguos, haciendo que se pierda calidad. Además, son sensores con un consumo eléctrico más reducido y un coste inferior, aunque desde EM&E aclaran que no es la única configuración disponible, sino que pueden incluir otras en función de las necesidades del cliente. Su resolución es de 4096×2160 píxeles, siendo el tamaño de cada uno de ellos de 1.62μm (micrómetros) y es capaz de hacer zoom continuo hasta 80x. Con estas características, su alcance de detección pasa de los 16km, el de reconocimiento llega hasta los 13,5 km y el de identificación va más allá de los 12 km.
El segundo sensor es la cámara IR refrigerada, que cuenta con un sensor MWIR de 3ª generación. En este caso el acrónimo hace referencia a la longitud de onda situada entre los 3 y los 5μm. La resolución es de 1280×720 píxeles, siendo en este caso cada uno de 10μm y puede hacer zoom óptico a 20x. Gracias a su sensibilidad, es capaz de detectar objetivos a más de 25km, de reconocerlos a 14km y de identificarlos hasta a 10km. Es quizá el recurso más preciado del sistema OTEOS, pues cada vez más bien sea para el control de fronteras, la lucha contra el narcotráfico y trata de personal o incluso para funciones puramente militares, la capacidad de operar con garantías durante la noche se torna fundamental.
Por último, el sistema OTEOS cuenta con un telémetro láser capaz de medir distancias con una precisión de ±2 metros a un alcance máximo de 25.000 metros. En este caso, aunque instintivamente asimilamos la inclusión del telémetro con la provisión de datos de tiro para el armamento, en realidad tiene muchas otras funciones. Una crucial sería la de permitir al piloto de una embarcación calcular la posición de un objetivo y el tiempo necesario para interceptarlo.
Más allá de las características, el OTEOS ha sido probado ya en numerosas situaciones y se encuentra en servicio tanto con la Guardia Civil como con el Ejército de Tierra o el Servicio de Vigilancia Aduanera de la Agencia Tributaria para sus embarcaciones de alta velocidad. La Benemérita adquirió 9 sistemas para dotar a sus patrulleras en noviembre del pasado año, un contrato que se sumaba a los 18 adquiridos para los emplazamientos del SIVE (Servicio Integrado de Vigilancia Exterior) y a los 6 adquiridos por el Servicio Marítimo de Guardia Civil. El Ejército de Tierra, más recientemente, se hizo con un sistema OTEOS para probar su integración a bordo de un UGV Themis de Milrem Robotics en el marco del programa Escorpión y la Armada aunque aún no los ha adquirido, sí ha probado estos sistemas en alguna de sus misiones, como es la operación ATALANTA. Es pues un sistema que no existe solo sobre el papel, como sí ocurre con tantos otros, sino que está en servicio y ha sido probado ya en todo tipo de condiciones.
Por último, aunque a lo largo del año dedicaremos un artículo específico al CERVUS III, no podemos dejar pasar la oportunidad de hacer alguna referencia a este sistema C-UAS, del que el sistema optrónico OTEOS es parte fundamental. La presentación de este sistema tuvo lugar el pasado mes de mayo en el marco del “Taller con empresas “15” FUERZA 2035, Mando y Control en la Protección de un Puesto de Mando”, organizado por la Dirección de Adquisiciones (DIAD) del Mando de Apoyo Logístico del Ejército de Tierra (MALE) y la Subdirección General de Planificación Tecnología e Innovación (SDGPLATIN) de la Dirección General de Armamento y Material (DGAM), y celebrado en la en la Academia de Ingenieros (ACING) en Hoyo de Manzanares (Madrid).
El sistema CERVUS parte de un desarrollo iniciado por el propio Ejército de Tierra como respuesta a la necesidad de investigar si los medios de guerra electrónica de dotación del Regimiento de Guerra Electrónica n.º 31 podían o no realizar la detección temprana de RPAS, lo que llevó al desarrollo de un sistema softkill. A esta iniciativa se sumaría posteriormente la empresa TRC y, aun más recientemente, EM&E que a las capacidades softkill originales ha sumado otras hardkill al incorporar la estación de armas Guardian 2.0 y el sistema OTEOS en una combinación que también mostraron ante los líderes de la OTAN.
APOLO: más allá de la Guardian 30
Si el sistema OTEOS es ya casi un viejo conocido, el sistema optrónico APOLO es una novedad absoluta sobre la que la empresa apenas ha difundido información, pese a que en vídeos recientes hemos podido comprobar que ya ha sido montada en la torre Guardian 30. Por estas y otras razones, no podíamos dejar pasar la oportunidad de hablar sobre él.
En EM&E definen el sistema APOLO como la “nueva generación de sistemas electro ópticos giroestabilizados en sensores infrarrojos y telemetría para misiones de observación, vigilancia, adquisición de objetivos así como integrarse en la dirección de tiro de una plataforma”. El resto de la explicación que podemos encontrar en su web es igual de genérica. No obstante, es un sistema totalmente nuevo y que supone un evidente paso adelante frente a los sistema SPS y SGS empleados hasta ahora en la Guardian 30.
Si hacemos memoria, la variante de la Guardian que pudimos ver en funcionamiento en vivo en marzo de 2021 contaba con dos visores diferenciados como elementos de visión y puntería. El primero de ellos, situado en la parte frontal de la torre y en línea de tiro con el arma principal, era el SGS (Stabilized Gunnery Sight). El segundo consistía en un visor panorámico para el jefe de vehículo denominado SPS (Stabilized Panoramic Sight) e iba montado en el techo. En este caso se beneficiaba de un campo de visión de 360º aunque por lo demás ambos estaban estabilizados en dos ejes y contaban con cámara térmica de tercera generación, diurna de TV de alta definición y telémetro láser asociado al calculador balístico del VCR 8×8 Dragón. Como no podía ser de otra forma, ambos visores contaban con capacidad de seguimiento (tracking) de blancos de forma independiente, contando el del tirador con un sistema de orientación automática de la mira del cañón con la retícula del visor para hacer fuego inmediato sobre el blanco. Además, la capacidad de exploración lateral de este visor (azimut de -10º a + 60º) permitía al tirador observar en un campo más amplio sin necesidad de mover la torre o usar la capacidad del estabilizador para mantener apuntado un blanco en movimiento. Por último, otra cualidad importante, aunque tenía más que ver con el sistema de gestión de la torre que con los propios visores, consistía en que las posiciones de los operadores eran intercambiables, utilizando sus consolas y controles indistintamente para manejar la torre y ambos visores. Es decir, que la única diferencia entre el puesto del jefe del vehículo y el del tirador era la potestad de asignar prioridad a la hora de designar el blanco sobre el qué hacer. En resumen, se trataba de sistemas con unas importantes capacidades que cumplían con creces con las exigencias del Ministerio de Defensa, de ahí su elección. Ahora bien, tenían algunas carencias o, al menos, un amplio margen de mejora, algo en lo que la empresa madrileña ha estado trabajando en los últimos meses hasta alumbrar el APOLO.
Las últimas imágenes de la torre, que ha ido evolucionando en este tiempo, nos daban una imagen muy diferente. Estas fueron tomadas durante la prueba de lanzamiento del misil SPIKE LR2 realizada hace unas semanas y en la que también se pudo ver, por cierto, el nuevo lanzador vertical, desarrollado junto a Pap Tecnos (filial española de Rafael), en sustitución del anterior lanzador en abanico. Ventajas del diseño modular y todo un ejercicio de adaptación por parte de ambas empresas que nos beneficia a todos, pues en lugar de andar a la gresca, han demostrado ser capaces de colaborar en pos de un objetivo común.
Dejando esto a un lado, uno de los aspectos que más llamaban la atención en la prueba era el tema de los visores optrónicos. En lugar de los aparatosos visores rectangulares montados hasta entonces, llevaba instalados dos sistemas APOLO esféricos, mucho más compactos y limpios de líneas, en los que el telémetro, la cámara diurna y la infrarroja estaban montados en vertical. Un cambio que no había sido anunciado públicamente, pero que era esperado por muchos. Tal y como se aprecia en el vídeo, el tamaño del montaje es sensiblemente menor y el encaje, en el caso del visor del tirador, muy diferente, quedando bastante más protegido. Esta en sin duda una de las cosas que se buscaban y que se han conseguido. El sistema APOLO, por su forma, es más resistente y ofrece una superficie expuesta menor, algo que se aprecia perfectamente al comparar ambas imágenes.
Los cambios no terminan en la carcasa y la configuración de los elementos, sino que también afectan a los componentes. En primer lugar a la cámara IR, incluye un sensor MWIR de 3ª generación de 640x512x15μm. Es de suponer que el sistema de refrigeración haya cambiado, aunque no podemos confirmarlo por el momento. Lo más interesante es que la capacidad de zoom óptico continuo ha pasado de 8x a 20x, lo que da una idea de su potencia. Asimismo, mejora las capacidades de procesado de imagen incluyendo nuevos modos. Las distancias de detección, reconocimiento e identificación han crecido pasando para blancos OTAN (2,3m x 2,3m) de 17,3 a 19,1 km en el primer caso, de 5,4 a 6,5km en el segundo y de 3,6 a 4,4 en el tercero, un aumento considerable que beneficiará directamente a la capacidad de combate del VCR 8×8 Dragón.
En el caso de la cámara diurna, el sistema APOLO, aún compartiendo la resolución con la anterior (1920×1080 píxeles), ahora puede hacer zoom óptico continuo a 30x frente a los 20x anteriores. Lo que sí han cambiado son nuevamente las distancias de detección, reconocimiento e identificación, reduciéndose ligeramente, y mejorando otras funciones como el procesado de imagen. La explicación es sencilla: el tamaño de la lente es menor, lo que hace posible que pueda ser colocada junto al telémetro en la posición superior. Aun así la pérdida en distancia es insignificante, pues en todos los casos el alcance es superior a la de las armas principales más comunes junto a las que puede ser montada y es compensada sobradamente por las mejoras de la cámara IR. Así, por ejemplo, el cañón Bushmaster II Mk 44 de 30x173mm de la Guardian 30 no hace fuego efectivo más allá de los 3.000 metros, mientras que el alcance del misil Spike LR2 es de 5,5 km aunque en este caso es irrelevante, ya que tiene su propio buscador y capacidad dispara y olvida.
Por último, el telémetro láser se mantiene igual, con un alcance máximo de 15 km y una precisión de ±1 metro hasta el 80% de esta distancia, es decir, hasta los 12 km, a partir de la cual va reduciéndose progresivamente. La longitud de onda es la misma que en el SGS y SPS (1550 nm) y la frecuencia es programable a 1, 3, 5 y 10 Hz.
Respecto al peso del APOLO, es la solución actualmente más ligera del mercado con estas características, con peso muy inferior a los 20kg, es una auténtica minucia para un sistema que debe cumplir con un buen número de certificaciones incluyendo la protección contra distintos calibres, polvo, humedad, etc. Todo ello, como hemos explicado en el epígrafe anterior a propósito del OTEOS, ofrece distintos beneficios. Además, el reducido peso y el diseño del APOLO tienen una vuelta de tuerca interesante y es que permite montarlo en modo inverso, es decir, colgado de la plataforma y no sobre ella. Del mismo modo, al ser esférico es aerodinámico algo que introduce a EM&E de lleno en la carrera por equipar aeronaves, tanto civiles como militares. Al fin y al cabo, si el OTEOS ha sido instalado en las patrulleras de la Guardia Civil y del Servicio de Vigilancia Aduanera, por qué no hacer lo mismo en aviones y helicópteros…
Un apunte final
La empresa madrileña EM&E ha participado en la reciente Cumbre de la OTAN, celebrada en Madrid, presentando algunos de sus últimos desarrollos, como los sistemas optrónicos OTEOS y APOLO, de los que hemos hablado. También el sistema antidrón nacional CERVUS III que utiliza precisamente el OTEOS en combinación con la torre Guardian 2.0, así como con sistemas softkill para ofrecer una solución C-UAS completa.
La exhibición, a la que Indra también llevó su solución ARMS (Anti-RPAS Multisensor System) y Telefónica en colaboración con el Ministerio del Interior hicieron lo propio con el proyecto SIGLO-CD (Sistema Global Contra Drones), fue visitada por las distintas delegaciones internacionales y personalidades de la OTAN, así como por algunas autoridades del Gobierno de España, en lo que ha sido un auténtico hito, pues es la primera vez que se organiza una muestra de este tipo en una cumbre de tan alto nivel en España.
De entre todas las soluciones propuestas, hemos hablado sobre dos, cada una de las cuales es un referente en su categoría. Especialmente el sistema APOLO, por la importancia del programa VCR 8×8, así como de la torre Guardian 30, merece nuestra atención. Al fin y al cabo, de sus capacidades dependerá en buena medida el éxito de este vehículo, pero no sólo. No olvidemos que el APOLO y la Guardian 30 se están probando también a bordo del 8×8 RILA de IAG y que no será el último vehículo que termine por incorporar al menos uno de ellos.
Mientras tanto, en EM&E no dejan de avanzar, en ocasiones asumiendo enormes riesgos. Es una característica propia de la empresa, pero extensible a muchas otras del sector de la defensa en España, que deben innovar para conquistar nuevos mercados en el extranjero a falta de clientes nacionales de entidad suficiente como para justificar algunas inversiones. Bueno sería que una parte sustancial del anunciado y esperado incremento en los presupuestos de Defensa se destinasen a la recuperación de capacidades, apuntalando de paso la industria de defensa (en sí misma una capacidad clave) y no a otros menesteres más fáciles de vender a la opinión pública, pero mucho menos acuciantes.
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