En la actualidad, cualquier Compañía de fusiles debe estar perfectamente adiestrada y preparada para poder ser desplegada mediante la utilización de helicópteros, sea cual sea el tipo de unidad de Infantería a la que pertenezca. Como toda operación militar, ésta también requerirá de un minucioso planeamiento, el cual incluirá no sólo el del asalto en sí, con la acción en el objetivo, sino también el del procedimiento para llevar a cabo la carga y la descarga de su personal, armamento y material.
Planeamiento
Una vez que el Batallón le envía al Capitán de la Compañía la misión, indicándole que su despliegue se realizará por medio de helicópteros, éste deberá comenzar el planeamiento del asalto helitransportado. Proceso que tendrá que realizarse de manera conjunta con el jefe de la unidad de helicópteros, ya que éste deberá darle a conocer la disponibilidad de aparatos y sus características, así como cuáles serán los pasillos de aproximación y zonas de aterrizaje más convenientes.
La secuencia de este planeamiento será el mismo que el que se sigue para otros tipos de operaciones. En un primer lugar se analizará detalladamente la misión recibida, donde se revisarán aquellas directrices que nos haya proporcionado la unidad superior, así como aquella información facilitada por los órganos de inteligencia, con la finalidad principal de estudiar todos los factores que podrían afectar al cumplimiento de la misión. A continuación, se desarrollarían las posibles líneas de acción, cuya principal característica será que sean practicables. Éstas se compararán con las posibles reacciones del enemigo, teniendo también en cuenta otros factores como el terreno o las condiciones meteorológicas, eligiéndose aquella que más pueda garantizarnos el cumplimiento de la misión, e incluso que pueda permitir la realización de operaciones posteriores. Con la decisión tomada, el Capitán elaborará su Orden de Operaciones, como documento fundamental donde manifestar sus intenciones, y de obligado cumplimiento por sus unidades subordinadas.
En su planeamiento, por consideraciones tácticas y para evitar perder la sorpresa en el ataque, se procurará que toda la Compañía viaje en la misma Ola de helicópteros, entendiéndose así a aquellos helicópteros que tomarán tierra en la misma zona de aterrizaje y aproximadamente a la misma hora. Si por la disponibilidad de helicópteros u otras consideraciones, ésto no pudiera ser posible, al menos tendría que ser una Sección la menor unidad táctica que sería transportada en una sola Ola, procurándose que la diferencia de tiempo entre las sucesivas Olas fuera la menor posible, para que se afectara lo más mínimo el cumplimiento de la misión.
Como anexo a esta Orden de Operaciones, se incluirá el conocido como Plan de carga helitransportado, donde se incluirá todo lo necesario para garantizar un eficaz embarque, dividiendo a su Compañía en los necesarios equipos de helicópteros. Por definición, estos equipos serán el conjunto de soldados, con sus aprovisionamientos, armamento y equipamiento, que se transportarán a bordo del mismo helicóptero en un solo viaje. Se procurará que se conserve, siempre que sea posible, la integridad táctica de las unidades que conformen esos equipos, a pesar de que su entidad vendrá determinada por la capacidad de carga que disponga el helicóptero.
Embarque
Para el embarque será primordial contar con una buena organización, sobre todo si se va a realizar en condiciones de baja visibilidad, estableciéndose una zona de reunión donde concentrar las tropas, preparar los equipos de helicópteros y ultimar los preparativos para el combate. Cerca de esta zona de reunión se designarán unas zonas de espera, que es a donde se dirigirán los equipos de helicópteros a los que les corresponda embarcar a continuación.
En las inmediaciones de esas zonas de espera, existirán unos puntos de control, que es donde el jefe de cada equipo entregará las tarjetas de embarque del personal su unidad. En ellas vendrá reflejado el nombre, empleo, grupo sanguíneo y número de identificación de cada uno de los individuos que viajará en ese helicóptero. Finalmente, desde esas zonas los equipos se dirigirán a los correspondientes puntos de carga, que tendrán que estar debidamente señalizados y dirigidos por personal cualificado, donde se procederá al embarque de cada uno en el aparato designado. Esos puntos de carga tendrán que tener al menos una separación mínima de treinta metros entre sí.
Durante el procedimiento del embarque, el supervisor de carga, perteneciente a la dotación del helicóptero, tendrá la obligación de comprobar que las tropas tienen especial precaución con la turbina y los rotores, y que se aproximan al helicóptero adecuadamente (ésto es, en hilera formando un ángulo de 45º hasta estar a unos seis pasos, que es cuando se cambia de dirección para formar un ángulo de 90º). También se centrará en verificar que ningún individuo lleva nada de equipo que sobresalga por encima de la cabeza (la única prenda de cabeza permitida será el casco), así como algún otro material que pueda dañar al aparato, tales como las antenas de los equipos de comunicaciones sin plegar o algún elemento que pueda salir volando y ser aspirado por las turbinas. Una vez dentro, indicará que las bocachas de los fusiles se porten hacia abajo, por seguridad. Por supuesto las armas colectivas, cajas de munición, etc, se habrán estibado previamente lo mejor posible bajo los asientos.
Una vez el personal se encuentra sentado a bordo de los helicópteros, y si se dispone de él, con el cinturón de seguridad abrochado, cada uno alzará el pulgar de una de las manos para indicar al jefe del equipo y al supervisor de carga que está listo. En el momento en el que todo el equipo esté en condiciones, el piloto podrá comenzar el vuelo, permaneciendo las tropas inmóviles en sus asientos para no entorpecer en nada.
La zona de aterrizaje
Una Zona de Aterrizaje (Landing Zone o LZ) es la zona de terreno, libre de obstáculos, donde desembarca una fuerza helitransportada. Su elección corresponderá al jefe de la unidad de helicópteros, basándose en las características de los aparatos a emplear, en el tipo de unidad a transportar, y por supuesto, en las condiciones meteorológicas y de visibilidad.
Su superficie tendrá que ser resistente y lo más nivelada posible, sin elementos que puedan levantarse peligrosamente por la acción de las palas de los helicópteros, evitando aquellos tipos de terreno que puedan afectar a la visibilidad de los pilotos.
Estas zonas de aterrizaje serán designadas mediante nombres claves, y en su interior podrán incluirse el número de sectores de toma que sean necesarios. Los sectores, por su parte, se designarán por colores y serán aquellas subdivisiones de la LZ donde puede tomar una Ola de helicópteros.
Dentro de cada sector se encontrarán los correspondientes puntos de toma, que son donde cada helicóptero tomará tierra físicamente. Cada punto de toma será designado por un número de dos cifras. Éstos puntos de toma, al igual que los de carga en el embarque, tendrán que estar también separados entre sí por unos treinta metros.
Lo más complicado al llegar a tierra será establecer cuanto antes el control de la unidad. Para ello justo antes de aterrizar, cada jefe de equipo les indicará claramente a sus miembros hacia qué punto de referencia se dirigirán para ocupar cuanto antes su zona de responsabilidad asignada.
Alrededor de los puntos de toma se señalará un perímetro que deberá ser asegurado por cada una de las Secciones de fusiles en cuanto tomen tierra. Esas zonas de responsabilidad perimetrales de la LZ, se subdividirán a su vez en zonas de responsabilidad de pelotón, encargados de destruir al enemigo que se encuentre dentro de ellas.
Una vez que se haya eliminado todo aquel enemigo que se pudiera encontrar dentro del perímetro de la LZ, la Compañía se dirigirá a ocupar aquellos puntos del terreno dominantes desde donde asegurar y controlar las posibles avenidas de aproximación del enemigo, y así poder reorganizar su unidad antes de emprender el movimiento para cumplir la misión que les haya sido encomendada.
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