Desde que el pasado 23 de junio el primer sistema M142 HIMARS llegase a Ucrania, se han escrito ríos de tinta sobre su papel en la guerra. Es indudable que, gracias a su movilidad versatilidad, precisión y alcance, ha permitido a Ucrania infligir un daño real a la logística rusa, limitando su capacidad de coordinar operaciones a gran escala y limitando por tanto sus avances. En este sentido, el HIMARS y sus hermanos, el M270 y el MARS II, han cambiado el signo del conflicto. No ha sido sin embargo su única muesca, pues anteriormente han tenido un papel importante en otros conflictos, incluyendo Afganistán y la lucha contra Dáesh. Lo que es más importante, todo parece indicar que no estamos más que al comienzo de su vida operativa, pues no dejan de desarrollarse mejoras y nuevas municiones que le prometen un intenso futuro.
El M142 HIMARS, gracias a su destacado papel en la guerra de Ucrania, en donde las tropas de Kiev con apenas un puñado de lanzadores han logrado reducir de forma significativa la capacidad bélica rusa, ha ganado una notoriedad inusitada. Lo cierto es que ya antes, por ejemplo en Afganistán, había ofrecido un excelente rendimiento. Además, hasta cierto punto es un viejo conocido, ya que no deja de ser una adaptación del M270 en servicio desde hace décadas. Sea como fuere, en los últimos meses se han escrito ríos de tinta relativos a sus bondades, al alcance y precisión de sus municiones guiadas, a los efectos sobre el campo de batalla y mil y un temas más, generalmente con muy poca sustancia. Es por eso que nos hemos decidido a escribir un artículo profundo, pero algo diferente, pues en él tratamos de situar el desarrollo del M142 HIMARS dentro de su contexto histórico, explicar su razón de ser, los factores que coadyuvaron a la hora de impulsar el proyecto o su futuro.
Introducción
El 24 de junio, apenas horas después de que se confirmase la llegada de los primeros lanzacohetes múltiples HIMARS (High Mobility Artillery Rocket System) a Ucrania, las tropas de Kiev lanzaron su primera andanada de cohetes sobre las fuerzas rusas. Desde entonces, han sido decenas de ataques que se han cobrado otros tantos objetivos. Entre estos, cabe destacar el alto número de depósitos de armas y municiones destruidos, así como concentraciones de vehículos e infraestructuras críticas, destacando los puentes de Antonovsky, en Jersón y sobre la presa de Nova Kakhovka, en la localidad del mismo nombre. Además de estos ataques, la mayor parte de ellos perfectamente documentados, hay un buen puñado sobre los que persiste la duda, como el que destruyó varias aeronaves y al menos dos polvorines en la base aérea de Saki, cerca de Feodorivka, en la península de Crimea.
Lo que tienen en común todos estos ataques es que todos han permitido a Ucrania dos cosas:
- Erosionar la logística rusa, impidiendo que las municiones y otros suministros lleguen a primera línea de frente, lo que a su vez ha limitado la capacidad de combate de sus tropas, ayudando junto al desgaste precedente a convertir una guerra de movimientos, como lo fue en las primeras fases, en una guerra de desgaste en la que predomina el estancamiento.
- Imponer a Rusia nuevos dilemas, pues cada vez que reúne medios y hombres para una nueva ofensiva, estos corren el riesgo de ser atacados por las municiones guiadas de los HIMARS, lo que impide una concentración efectiva de fuerzas y a la vez limita las posibilidades a la hora de emplearlas. Esto último es importante, porque afecta directamente a la libertad estratégica del Estado Mayor ruso, obligándoles a renunciar a muchos de sus planes.
Todo ello es posible porque el M142 HIMARS combina de forma acertada las tres características fundamentales que hacen de un sistema de armas algo temible: movilidad, protección y potencia de fuego. Si generalmente estos tres conceptos se asocian a los carros de combate y vehículos blindados, tema que ya hemos tratado en estas páginas, lo cierto es que pueden aplicarse perfectamente al caso de estos MLRS:
- Movilidad: Sin duda es una de las ideas cardinales que motivaron el diseño del M142 HIMARS, pues se trataba de contar con un vehículo lo más ligero posible -al menos en comparación con los medios de cadenas-, lo que le dotaría de una gran movilidad estratégica. Es cierto que la movilidad táctica se ve resentida frente al M270 -así como la capacidad de carga- al ser más dependiente de las carreteras, pero su ligereza permite desplegarlo por vía aérea en cualquier parte del mundo -siempre que se cuente con los medios necesarios, obviamente-.
- Protección: Más allá de su cabina blindada -no en vano empleaba originalmente un chasis de Oshkosh Corporation-, la capacidad de supervivencia en el campo de batalla se la confieren su alcance y su precisión. En el primer caso, la posibilidad de alcanzar objetivos a más de 75 kilómetros con munición GMLRS permite utilizar los HIMARS desde zonas relativamente alejadas de la primera línea, lo que hace que únicamente la aviación enemiga constituya una amenaza. En el segundo caso, el empleo masivo de municiones guiadas y la posibilidad de lanzar una salva de seis con precisiones del orden de metros hacen que el tiempo que debe permanecer en posición para hacer fuego sea mínimo, lo que dificulta su localización y neutralización. De hecho, en el marco de la guerra de Ucrania el Estado Mayor ruso ha destinado efectivos Spetsnaz de forma exclusiva a la destrucción de los HIMARS tras las líneas ucranianas, hasta el momento de escribir estas líneas sin demasiado éxito.
- Potencia de fuego: El M142 HIMARS no es ni mucho menos el único sistema lanzacohetes múltiple del mundo. De hecho, son varios los que ya hemos analizado en esta revista, por ejemplo a propósito de la necesidad del Ejército de Tierra de España de dotarse de nuevos MLRS que sustituyan a los extintos Teruel. Ahora bien, la modularidad, la variedad de municiones a su servicio y la versatilidad de estas le confieren una potencia de fuego única. De hecho, la gama de municiones no deja de crecer y se trabaja en nuevas soluciones para el futuro, algo sobre lo que hablaremos en un epígrafe específico. Lo importante en cualquier caso es que todas ellas son municiones guiadas con una precisión envidiable, lo que a la vez supone un ahorro pues es necesario un número de estas mucho menor para destruir cada objetivo. Dicho de otra forma, el M142 HIMARS, así como el M270 han dejado de ser meras armas destinadas a batir zonas, para ser una alternativa en muchos casos a la acción de la aviación.
En resumen, los HIMARS cuentan con una serie de características que, sin perjuicio de que puedan ser empleados en el nivel táctico, los convierten en sistemas pensados para operar en los niveles superiores, esto es, operacional e incluso estratégico.
La importancia de la artillería de largo alcance
Hace escasas semanas, a propósito de un artículo dedicado a las municiones merodeadoras de largo alcance, explicamos la importancia tanto del nivel operacional de la guerra, como de contar con medios específicos para actuar en él. En el mismo, hablábamos sobre cómo estas podrían incluso emplearse en el nivel estratégico, aunque las limitaciones en cuanto a carga explosiva hacían que no fuesen el medio más adecuado en algunos casos. La artillería, por el contrario, no suele adolecer de este tipo de hándicaps, pues a diferencia de la pequeña cabeza de guerra que va montada a bordo de los loiterings, cuentan con un amplio abanico de municiones específicas, desarrolladas contra todo tipo de objetivos. Es parte de un proceso que lleva décadas en marcha y que todavía está en plena ebullición y gracias al cual la artillería cada vez tendrá un alcance mayor, hasta llegar al paroxismo con desarrollos como el SLRC (Strategic Long Range Cannon) del US Army, recientemente cancelado por el Congreso estadounidense.
La razón de fondo de esta búsqueda del alcance, más allá de la ventaja obvia que supone, tiene que ver con el paso a un campo de batalla multidominio y en el que las capacidades anti-acceso y de negación de área (A2/AD) por parte de las principales potencias, serán cada vez mayores. Más allá de las definiciones técnicas, podríamos considerar de forma genérica las zonas anti-acceso y de negación de área como aquellas en las que se han instalado una serie de sistemas (antiaéreos, antibuque, anticarro, de guerra electrónica…) así como los sensores asociados y que, por su densidad y capacidades, permiten o bien impedir la entrada de fuerzas hostiles en un teatro de operaciones o, si esto ya se ha producido, limitar de forma efectiva la libertad de acción de las mismas así como la llegada de refuerzos.
En el futuro campo de batalla multidominio, la negación de área, el incremento de capacidades de guerra electrónica y la proliferación de sistemas antiaéreos de largo alcance, provoca una situación en la que los ejércitos occidentales no podrían usar con libertad las grandes plataformas de mando y control aéreo o de guerra y reconocimiento electrónico, caso de los AWACS, J-STARS, River Joint… Tampoco los aviones cisterna podrán ser empleados cerca del área de operaciones (algo que permitió en la Guerra del Golfo de 1991 o la de Kosovo mantener un gran tempo de operaciones). La negación de área también dificultará el apoyo aéreo cercano a las fuerzas terrestres por parte de la aviación de ala fija. En este caso, la aviación convencional tendrá muchas dificultades para operar en entornos operativos que impliquen redes IADS (Integrated Air Defense Systems) con radares muy capaces y misiles interceptores de varios alcances e incluso la furtiva sufrirá en vuelos a baja altitud para dar apoyo aéreo cercano, frente a los sistemas de guía infrarroja y electroóptica.
Por supuesto, el mal resultado cosechado por los sistemas antiaéreos rusos en el conflicto ucraniano, en donde ha sido incapaz de neutralizar los ataques con cohetes guiados y misiles balísticos ucranianos e incluso de impedir que su aviación continuase operando pasados más de seis meses desde el inicio del conflicto, podría hacernos pensar otra cosa. Es posible que algunas capacidades hayan sido exageradas en los años precedentes y es un tema motivo de controversia entre los expertos. No obstante, no invalida el marco teórico y no puede darse por sentado que lo visto en una única guerra, por representativa que pueda ser, sea extensivo a escenarios como Indo-Pacífico, por ejemplo. Por consiguiente, las fuerzas terrestres de Estados Unidos y sus aliados occidentales deben prepararse para un entorno operativo en el que no gozarán de superioridad aérea, algo que no sucedía desde la Segunda Guerra Mundial.
Otra de las características de dicho campo de batalla será la proliferación de armas de largo alcance, sean de lanzamiento terrestre, naval o aéreo y el papel preponderante de la artillería, lo que sobre el papel coloca en una situación de debilidad a las potencias occidentales frente a Rusia o China. En el caso ruso, ya se ha visto que la falta de precisión de sus armas guiadas de largo alcance y de su artillería rebajan en varios grados la amenaza que ambas representan. Ahora bien, aun así sigue siendo un enemigo formidable que cuando es capaz de concentrar cientos o miles de bocas de fuego, como en el caso de Popasna, Severodonetsk o Lysychansk durante la guerra de Ucrania, puede triturar literalmente cualquier cosa a su alcance, a costa de un uso intensivo de munición. En el caso de la República Popular de China, la principal amenaza la constituye su fuerza de misiles, en la cual se incluyen además de armas supersónicas, drones, y cuyo número total conjunto se cuenta por miles.
En este contexto, se hacen necesarias alternativas capaces de golpear a distancias de decenas e incluso centenares de kilómetros, con la precisión de los misiles de aviación y con la contundencia en algunos casos con la que lo hacen bombas de centenares de libras. Sistemas fáciles de transportar, que puedan operar en pequeños números y con escasas necesidades logísticas, pero causando un gran daño. Sistemas resilientes, preparados para un contexto de guerra de salvas en el que sin duda habrá pérdidas, pero en el que en la medida de lo posible, estas nunca deben ser catastróficas, de ahí la necesidad de evitar las concentraciones de plataformas, pues constituyen objetivos demasiado jugosos para el contrario en un contexto de guerra de salvas. Sistemas que puedan ser montados en un avión de transporte de tamaño medio, con una precisión que se mide en metros y con alcances que oscilan entre los 75 y los 300 kilómetros en función de la munición elegida. Sistemas difíciles de localizar y por lo tanto de neutralizar, que imponen múltiples dilemas al enemigo y que pueden atacar en la línea de frente o tras esta, interrumpiendo su logística e imposibilitando la concentración de fuerzas. Es así como nace el HIMARS…
El contexto histórico del nacimiento del M142 HIMARS
Antes de la aparición del HIMARS, el US Army ya tenía cierta experiencia en el uso de sistemas de lanzacohetes múltiples, aunque no tanta como a priori pudiese pensarse. Para la doctrina estadounidense, los lanzacohetes eran armas “area fire”, es decir, destinadas a batir zonas como hacían los soviéticos con sus BM-21, acumulando grandes cantidades de lanzadores que después empleaban de forma masiva, pero sin precisión. Los estadounidenses, que en general otorgaban menor importancia a la artillería que los soviéticos, utilizaban lanzacohetes sobrantes de la Segunda Guerra Mundial, pero de forma secundaria, ya que primaban la precisión de los obuses frente a éstos, algo que en cierto modo ocurre todavía hoy. Si bien los soviéticos estaban dispuestos a saturar un área con centenares de cohetes, pensando que algunos de ellos alcanzarían su objetivo, para los artilleros estadounidenses, educados en la idea de que la precisión y la economía en el consumo de municiones eran el camino correcto, el uso a gran escala de cohetes simplemente no era aceptable.
Pese a ello, tras la retirada de Vietnam, cuando los Estados Unidos volvieron su vista una vez más a la Unión Soviética y a los campos de batalla europeos, se dieron cuenta de que la victoria en un hipotético conflicto requería de medios más contundentes que los utilizados contra los norvietnamitas. Además, el ejemplo de la guerra árabe-israelí de 1973, con enormes tasas de atrición -mayores desde luego que las de reemplazo- obligó a repensar algunos apriorismos. Es así como a mediados de los 70, concretamente en 1974, se hace el requerimiento de un nuevo lanzacohetes denominado General Support Rocket System o GSRS, cuyo desarrollo se iniciaría tres años después en colaboración con Francia, Alemania, Italia y Reino Unido y daría lugar al conocido M270 y a desarrollos posteriores como el MARS II alemán, diseñados sobre el chasis de Bradley. La historia de este sistema es bien conocida y tras las pertinentes pruebas, terminaría por entrar en servicio en 1982, estando operativo a partir del año siguiente y siendo enviada la primera batería (compuesta por tres secciones con tres lanzadores cada una) a Alemania en el 84.
Aquí es donde toca hablar de la Segunda Estrategia de Compensación (Second Offset Strategy) y de toda la serie de innovaciones a ella asociada, que tuvieron como consecuencia, entre otras cosas -por supuesto influyeron más factores-, el derrumbe de una Unión Soviética incapaz de competir de forma simétrica con los Estados Unidos. Tal y como explicamos en su día, la última gran Revolución en los Asuntos Militares (RMA) que ha marcado el devenir de la guerra contemporánea es la RMA de la información. Sus posibilidades se hicieron evidentes, al menos para el gran público, tras la intervención militar estadounidense en la Guerra del Golfo (1991), pese a lo cual, su origen es muy anterior. Efectivamente, dicha RMA nacía como consecuencia de la Segunda Estrategia de Compensación y de la Iniciativa de Defensa Estratégica, proyectos ambos puestos en marcha por la Administración Reagan para contrarrestar la superioridad soviética en medios convencionales en el teatro europeo, así como para sacudirse el trauma de Vietnam. Dicho conflicto había puesto en entredicho el modo estadounidense de hacer la guerra, basado en la atrición, además de demostrar a los militares de EE. UU. la necesidad de explorar nuevos caminos si pretendían triunfar en el campo de batalla. Para ello, aprovechando los avances sobre todo en cuanto a informática, alumbraron una serie de tecnologías que permitían a su propietario una capacidad inusitada de recoger datos acerca del campo de batalla, procesarlos y utilizarlos para atacar mediante armas pensadas para aprovechar ese caudal de información, caso de las armas guiadas.
Se combinaron así dos factores cruciales: 1) la necesidad de armas más contundentes, de gran alcance y pegada, capaces de batir las concentraciones de tropas soviéticas, pero también puestos de mando o centros logísticos con; 2) la promesa de contar en un plazo relativamente breve con armamento guiado capaz de conjugar las ventajas de los MLRS tradicionales, con la precisión de los misiles. Esto último se lograría en primer término y de forma muy hábil, mediante la modularidad, al incorporar el misil táctico MGM-140 ATACMS (Army Tactical Missile System) -un desarrollo original de la USAF que posteriormente fue adoptado por el US Army- al sistema, combinando en una única plataforma la capacidad lanzacohetes y la de lanzamiento de misiles tierra-tierra. Y es que, en efecto, el M-270 había sido diseñado de tal forma que el mismo lanzador podía utilizar municiones de distintos calibres, tanto los cohetes de 227mm de distintos tipos (12 en 2 packs de 6) como los ATACMS, de los que podía transportar 2.
El momento crucial llegó con la evaluación de lecciones posterior a la Guerra del Golfo de 1991. Pese al éxito de los M270 y la munición no guiada -aun así, bastante precisa-, en el Pentágono se dieron cuenta de que dotando de un sistema de guiado a los cohetes, podrían economizar municiones -y con ello beneficiarse de un tren logístico más reducido y una menor huella-, minimizar los daños colaterales y batir objetivos a nivel operacional e incluso estratégico. Es así como se lanzó el programa internacional que dio lugar al actual GMLRS y que implicó la participación una vez más de los Estados Unidos, Francia, Alemania, Italia y el Reino Unido. El resultado fue un proyectil guiado de mayor alcance -se han reportado impactos no confirmados a más de 100 kilómetros en Afganistán y a 103 kilómetros en pruebas- y con una precisión superlativa, como prueban los recientes impactos sobre el puente de Antonovsky en Ucrania. El desarrollo de las nuevas municiones culminó en 2001, comenzando la producción a pleno rendimiento en 2005.
Llegados a este punto, tenemos ya dos de los tres factores que, conjugados, dieron origen al desarrollo del HIMARS. Dado que las fechas no son casuales, en esta historia faltaba todavía la entrada en escena de un personaje singular, vilipendiado por unos y amado por otros: el general Eric Shinseki, Jefe de Estado Mayor estadounidense entre 1999 y 2003. Él fue la persona tras la idea de las “brigadas Stryker”, una idea controvertida que buscaba recuperar para el Ejército estadounidense (US Army) un papel protagonista frente a la Armada (US Navy), el Cuerpo de Marines (USMC) y la Fuerza Aérea (USAF), en base a mejorar la capacidad de proyección. Es por ello que primer paso de Shinseki fue publicar el documento “Army Vision: Soldiers on Point for the Nation: Persuasive in Peace, Invincible in War”, en el cual se comprometía a incrementar extraordinariamente la capacidad de proyección de la fuerza terrestre para conseguir situar en cualquier punto del planeta una Brigada en 96 horas, el resto de la División en 120 horas y un Cuerpo de Ejército en 30 días. Huelga decir que el HIMARS está íntimamente relacionado con las aspiraciones del general Shinseki, de ahí que desde su concepción, fuese diseñado de forma que cupiese a bordo de un avión de transporte táctico Hercules, en lugar de necesitar a la aviación estratégica (C-17 y C-5) como sí ocurría con el M270. Se entiende mejor así el impulso dado al demostrador tecnológico ACTD desarrollado desde 1996 por Lockheed Martin, ya que era un proyecto con un riesgo tecnológico realmente bajo -empleaba el sistema de lanzamiento del M270 simplificado y un chasis Oshkhosh ya en servicio y unas posibilidades enormes en un mundo que vivía el “momento unipolar”.
En resumen, el HIMARS que conocemos es la máxima expresión de su tiempo al unir en una misma plataforma la movilidad estratégica, la relativa simplicidad -recordemos que por la misma época también se estaba fraguando en los EE. UU. la “Revolución en los Asuntos de Negocios” que buscaba entre otras cosas abaratar costes-, el alcance y la precisión, combinando así algunos de los mejores frutos de la RMA de la Información.
Características del M142 HIMARS
Después de tanto tiempo, los datos técnicos del M142 HIMARS son de sobra conocidos. No obstante, creemos adecuado ofrecer algunas breves explicaciones sobre las características distintivas de este sistema, de forma que se entienda mejor el apartado relativo a su papel en la doctrina multidominio.
La primera y más evidente, es la ligereza, que se asocia con una gran movilidad estratégica. Con un peso de menos de 17 toneladas en orden de combate y un tamaño contenido gracias a su chasis 6×6, puede ser transportado por los aviones de transporte táctico C-130 Hercules de la USAF, sin necesidad de empeñar los pesados y valiosos C-17 o C-5. La ventaja obvia es la de poder aterrizar en pistas más cortas e incluso sin asfaltar. Además, puede hacerlo sin preparación, ya que únicamente es necesario subir el HIMARS a la bodega de carga por la rampa trasera y colocar las fijaciones, sin necesidad de desmontar componentes o de hacer ninguna operación aparatosa. De esta forma, un M142 puede ser subido al avión, transportado a su destino, y una vez allí, hacer fuego en apenas 15 minutos, con lo que teóricamente podría moverse después a otra ubicación y repetir la operación. El problema aquí es que en este caso los módulos con las municiones de recambio deberían ser transportados en otro avión, aunque dependiendo del contexto podría ser rentable para el US Army operar de este modo. En cualquier caso, más allá de la posibilidad de atacar, el hecho de ser transportable en los Hercules permite que, en caso de avería o problemas de cualquier tipo, pueda ser evacuado a tercer escalón con relativa facilidad. También ser abastecido una vez desplegado, pues los módulos con las municiones pueden ser transportados también mediante Hercules a su destino.
La segunda característica distintiva del M142 HIMARS es la versatilidad. Estamos acostumbrados a ver cómo el Ejército ruso o incluso el español en tiempos de los extintos Teruel, cargaba en los tubos de sus lanzacohetes unos pocos tipos de munición y generalmente no guiada. Además, la propia operación de recarga solía ser engorrosa, dependiendo de la pericia del personal para hacer un poco más rápido el proceso de introducir uno a uno los nuevos cohetes en la lanzadera. Así, por ejemplo, en el caso de un BM-21 Grad, tres operarios deben sacar cada cohete de una caja de madera, llevarlo al lanzador e introducirlo manualmente en el tubo una y otra vez hasta completar el mismo proceso con cada uno de los 40 cohetes de 122mm.
A esto se suma el hecho de que en Rusia las cargas militares no van paletizadas, con lo que deben viajar en la caja de un camión sin en el que han sido subidas una a una, han de ser desmontadas y apiladas en el suelo para que el camión haga un nuevo viaje al depósito de municiones más cercano y han de ser manejadas individualmente generando un importante volumen de desechos en forma de embalajes -aunque estos suelen ser empleados por los soldados para alimentar hogueras, entre otras cosas-.
En los M142 HIMARS, por el contrario, los cohetes se transportan en módulos de seis cohetes de 227mm o de un misil cuando hablamos de los ATACMS -que serán dos cuando comiencen a recibir los nuevos Precision Strike Missile (PrSM)-. Cada camión de transporte puede transportar hasta cuatro módulos -ocho en el caso de ser articulado-, con la ventaja de que el proceso de recarga consiste en cambiar un módulo por otro mediante el sistema automatizado que incorpora cada M142, sustituyéndolos en cuestión de minutos, con seguridad y con el concurso de únicamente dos operarios. Por otra parte, los HIMARS admiten una amplia panoplia de municiones, tanto guiadas como no guiadas y dotadas de distintos tipos de cargas, incluyendo bombas de racimo o las más novedosas M30A1 que prescinden de las submuniciones para sustituirlas por 180.000 bolas de tunsgteno de pequeño tamaño.
Lo más interesante es que desde la incorporación de las municiones GMLRS -de las que se han producido más de 50.000 hasta la fecha-, la precisión y el alcance de estas han transformado a los HIMARS en armas quirúrgicas. Con una tasa de acierto de más del 98% -recordemos que hay fuentes que dan a los misiles rusos una tasa inferior al 50%- y con un alcance que en las variantes ER (Extended Range) supera los 135 kilómetros, el M142 y el M270 se han convertido en el complemento perfecto -y en algunos casos barato- a los misiles de crucero o a los kits JDAM. En el caso del ATACMS, el alcance crece hasta los 300 kilómetros, lo que dota de un componente estratégico a estos lanzacohetes, que se verá ampliado notablemente con la llegada el próximo año del PrSM, capaz de llegar a 499 kilómetros -que podrían ser muchos más si se deslimita, pues el diseño se hizo pensando en el tratado INF que ya no está en vigor-.
La tercera es la precisión. Cuando hablamos de la munición GMLRS, pues no hay vuelta atrás en este campo, hablamos de precisiones del orden de 2-2,5 metros de circulo de error probable, aunque las especificaciones exigidas al contratista principal (Lockheed Martin), fuesen de 15 metros. Más allá de la eficacia inherente a semejante precisión, están las dos consecuencias lógicas: reducción de daños colaterales y economía de medios. Lo primero es cada vez más importante, pues como vemos desde Tormenta del Desierto, pero muy especialmente en los conflictos de Oriente Medio y ahora en Ucrania, cada vez que uno de los bandos lanza un ataque en el que mueren civiles, las imágenes inmediatamente recorren las redes sociales, pues se convierten de forma automática en un arma en la batalla por el relato. Lo hemos visto de forma recurrente durante los bombardeos rusos sobre Mariúpol, por ejemplo, o los ucranianos en el caso de la ciudad de Donetsk.
De esta forma, en la medida en que un bando pueda evitar los daños colaterales, contará con una ventaja no decisiva, pero sí cada vez más relevante. Respecto a lo segundo, no hace falta explicar que una menor huella logística es una ventaja en sí misma. Así, los HIMARS pueden ser desplegados con relativamente pocos medios como hemos visto, lanzar golpes que pueden ser muy importantes o incluso decisivos en varios niveles y salir del teatro de operaciones de la misma forma. Además, en caso de permanecer en área, pueden ser abastecidos con la misma sencillez, sabiendo que en lugar de necesitar decenas o centenares de cohetes de 227mm al día, basta con los módulos que puede transportar el camión de reabastecimiento.
El M142 HIMARS frente a la competencia
De poco sirve enumerar las cualidades o deficiencias de un sistema, si no se ponen también en relación con otros similares. En el caso del HIMARS, estos serían sistemas sobre ruedas y, de ser posible, capaces de lanzar munición guiada como los Tornado-S ruso, LRSVM “Morava” serbio, “Pinaka” indio, el LYNX israelí o el ASTROS II brasileño, por el que comenzaremos.
Además, estamos en un momento en el que este tipo de sistemas están de máxima actualidad, con países como Polonia embarcados en programas que culminarán previsiblemente con la adquisición de centenares de unidades y otros como España que, tras haber perdido esta capacidad -la artillería cohete-, al fin se disponen a recuperarla gracias al programa SILAM. De ahí que un pequeño repaso al mercado -y nos dejamos muchos sistemas por el camino-, sea necesario.
ASTROS II / ASTROS 2020
El desarrollo de cohetes de campaña en Brasil se produjo en los años 60, siendo el primer modelo el FGT-108RA1 de 108 mm, que fue adquirido tanto por la Artillería e Infantería de Marina brasileña como por Irak. Disponía de un lanzador con 16 rampas que iba montado en un vehículo ligero 4×4 o en un remolque de dos ruedas. Más tarde, utilizando ese mismo remolque, apareció el modelo para exportación SBAT-70, con un lanzador para 36 cohetes aire-superficie de 70 mm, fabricados por Avibras. Fue seguido por el SBAT-127, también para exportación y derivado de la versión aérea de 127 mm, pero con lanzador de 12 rampas que podía ser instalado sobre un vehículo ligero o un remolque.
Tras los dos sistemas descritos, de los que no tenemos constancia que fueran construidos en serie, se diseñaron algunos cohetes experimentales de largo alcance para pruebas, que sirvieron de base, ya en los años 80, para el desarrollo definitivo del ASTROS II (Artillery Saturation Rocket System), realizado a petición de Irak, que se encontraba en guerra con Irán.
Sin lugar a duda, el ASTROS II es uno de los sistemas de cohetes más versátiles que existen, ya que dispone de municiones de diferentes calibres que pueden combinarse (cada uno de los dos módulos del lanzador puede llevar cohetes distintos), lo que permitiría hacer fuego contra objetivos cercanos y lejanos de forma casi simultánea. Además, se ofrecen diversas cabezas de guerra que incluyen hasta submuniciones bivalentes, contracarro y contrapersonal. Cada módulo tiene capacidad para los siguientes cohetes: 16 SS-30, 8 SS-40, 2 SS-60/80 y 1 SS-150 o misil AVMT. En cuanto al alcance, este varía entre los 30 km del SS-30 hasta los 150 km del SS-150, sin contar con los 300 km del misil AVMT de más reciente desarrollo.
Si bien los cohetes disparados por el sistema original ASTROS II disponen de un sistema de guía terminal bastante rudimentario, de tipo inercial con corrección de la trayectoria, cuyo CEP o Centro de Error Probable va aumentando proporcionalmente con el incremento del alcance. Sin embargo su evolución, el ASTROS 2020, dispone ya de dos municiones especiales (SS-AV-40 y SS-150) que integran un sistema de guía terminal por GPS mucho más preciso, aunque no está del todo claro que su desarrollo haya concluido. En cualquier caso, la brasileña Avibras y el consorcio español SMS, formado por Escribano Mechanical & Engineering, GMV y SENER Aeroespacial, firmaron un acuerdo de colaboración destinado a trabajar en soluciones conjuntas en el ámbito de los cohetes guiados y los misiles, lo que acerca el producto carioca a nuestro Ejército y terminará por dotarlo de la necesaria precisión.
Por lo demás, el ASTROS II consta de los siguientes tipos de vehículos: Lanzador Múltiple Universal (AV-LMU); Reabastecimiento de Municiones (AV-RMD), con dos recargas completas y grúas hidráulicas; de Mando y Control de Grupo (AV-VCC); de Mando y Control de Batería (AV-PCC); Radar para Control de Tiro (AV-UCF), opcional; Estación Meteorológica (AV-MET); y varios talleres móviles para el mantenimiento electrónico y mecánico (AV-OFVE). Según AVIBRAS, una batería ASTROS típica incluiría: un AV-VPC, seis AV-LMU, seis AV-RMD, un AV-UCF, y un AV-MET; además, a nivel Grupo habría que añadir un AV-VCC, y tres talleres móviles AV-OFVE. Por supuesto, según las preferencias de cada usuario, existen otras muchas alternativas y posibilidades de integrar equipos de distintas preferencias (direcciones de tiro o de mando y control de batería y grupo, radares, estaciones meteorológicas, posicionamiento inercial y GPS, etc.
LYNX / PULS
Este sistema israelí posee sin lugar a duda una excelente versatilidad, disponiendo de una gran variedad de cohetes e, incluso, del misil Delilah, que ha sido utilizado con profusión contra objetivos iraníes en Siria. Realmente se trata de la evolución del sistema LAR-160 diseñado en los años 70 por varias empresas encabezadas por IMI (lanzadores, afuste y desarrollo de cohetes) e IAI (misiles y sistemas de guía), inicialmente sobre chasis de carro ligero AMX-13 de construcción francesa. Desde que comenzó su producción en 1983 ha sido modernizado continuamente, dando lugar al sistema actual, aparte de que sirvió de base para dos modelos mixtos, el SLM Hijo del Rayo realizado a petición de Chile y el LAROM rumano. El primero fue adaptado para lanzar cohetes chilenos Rayo de 160 mm, así como los ACCULAR y EXTRA, mientras que el LAROM puede usar los diferentes modelos GRAD de 122 mm y el LAR-160.
El LYNX actual dispone de los siguientes cohetes: GRAD ruso y sus derivados de 122 mm, LAR de 160 mm, ACCULAR de 120 ó 160 mm, EXTRA de 306 mm y Predator Hawk de 370 mm, con alcances eficaces desde 20 a 300 km. Además, puede lanzar el misil Delilah de 330 mm y 180 km de distancia eficaz de empleo y con un CEP de tan solo un metro. Por otra parte, se ofrece un sistema de guía terminal GPS para los cohetes ACCULAR, EXTRA y Predator Hawk con un CEP de 10 metros. Según nos consta, el Ejército español mostró sus preferencias iniciales por los cohetes ACCULAR de 122 mm y EXTRA de 306 mm, con una gran parte dotados de guía terminal.
La plataforma consiste en un camión de configuración 6×6, si bien es posible utilizar diferentes modelos 6×6/8×8, tanto para los lanzadores como para el resto de los componentes del sistema (municionamiento, mando y control, mantenimiento, etc). En cuanto al lanzador es necesario destacar que dispone de dos módulos desechables, pudiéndose combinar ambos para utilizar al mismo tiempo dos cohetes distintos, de acuerdo con la siguiente capacidad por módulo: 20 GRAD, 11 ACCULAR, 13 LAR, 4 EXTRA/Predator Hawk o 1 Delilah.
La cabeza de guerra pesa entre 20 y 140 kg, y puede ser unitaria con varios tipos de espoletas, disponer de diferentes submuniciones o, incluso, ser penetrante con explosión retardada, lo que proporciona un importante abanico de posibilidades para batir los objetivos más dispares.
A título orientativo, IAI considera que un Grupo de Lanzacohetes Lynx podría estar formado por los siguientes elementos: Centro director de Fuegos (Mando y Control) del Grupo, Estación Meteorológica, Observación Avanzada de Fuegos (3 equipos más otro de UAV), Radar de adquisición y tiro, tres Baterías con su Puesto de Mando Móvil, 4 Lanzadores y los correspondientes vehículos de Municionamiento, con capacidad para transportar 4 módulos de munición de hasta 2,7 toneladas, cada uno. Además, habrá que incluir los necesarios equipos de mantenimiento.
Respecto a convertirse en el futuro SILAM (SIstema Lanzador de Alta Movilidad) del Ejército de Tierra, la empresa israelí junto con las españolas Expal y Escribano Mechanical & Engineering han propuesto el PULS (Precise and Universal Launching System), la última variante del Lynx como candidato durante la celebración del foro Ejército-Empresas celebrado hace unos días en Toledo. En este caso, el lanzador se instalaría sobre un chasis Iveco Astra 6×6, se le integraría el sistema de mando y control Talos y el consorcio asegura que más del 50% de la inversión volvería a España en forma de retornos industriales.
LRSVM Morava / Tamnava
Mucho más rudimentario que los anteriores es el modelo desarrollado por el Instituto de Técnica Militar de Serbia. El Morava, en servicio desde 2015, cumple con muchos de los requisitos para entrar en esta comparativa, como contar con una plataforma sobre ruedas, en este caso un chasis 4×4 FAP 1118, ser modular y poder utilizar municiones no solo con diferentes cabezas de guerra, sino también de distintos calibres (107, 122 y 107mm).
El Morava utiliza una versión modificada del lanzador Oganj de 122 mm. Ha sido dotado con contenedores modulares para cohetes de 122mm y 128mm. Esto le permite disparar las municiones estándar de 122mm empleadas por los BM-21 Grad rusos, así como cohetes de 128mm propios del Oganj. La capacidad total del Morava es de 32 cohetes de 122 mm o 24 de 128 mm, siendo su alcance máximo de alrededor de 50 km con los cohetes Oganj ER de 128mm y Edepro G2000/52 de 122mm.
Pese a no contar con los refinamientos de otros lanzadores, el vehículo de lanzamiento está equipado con una unidad GPS para el posicionamiento automático, dispone de un control de tiro de diseño -y se cree que también de producción- serbia y el lanzamiento puede hacerse directamente desde la cabina o bien de forma remota, sin necesidad de que los operadores se expongan. Como es habitual, el Morava puede disparar o bien cohete a cohete o la salva completa y es capaz de hacer fuego tras detenerse en apenas 45 segundos, necesitando 30 tras el lanzamiento para cambiar de posición.
Más recientemente, desde Serbia se presentaría el LRSVM Tamnava, un curioso sistema capaz de disparar cohetes de 122 y 262mm a distancias de hasta 70km y cuya principal particularidad era la inclusión de un módulo de recarga entre el de lanzamiento y la cabina del camión 8×8 KAMAZ 6560. Sin embargo, desde su presentación en varias ferias entre 2018 y 2019 es poco lo que se sabe de este modelo, más allá de que el Ejército serbio prevé ponerlo en servicio en los próximos años y de que la Guardia Nacional de Chipre habría adquirido una batería compuesta de seis lanzadores.
MLRS Pinaka indio
Como es habitual en India, el desarrollo del Pinaka requirió mucho más tiempo de lo inicialmente planeado. Si se esperaba introducirlo en servicio a mediados de los 90 en sustitución de los BM-21 Grad, esto no ha ocurrido más que de forma testimonial -teniendo en cuenta las cantidades de lanzadores que maneja el Ejército indio. Así, tras comenzar el trabajo de I+D+i en 1983, no entrarían en servicio hasta el año 2000 y solo con cuentagotas. De hecho, es un programa que sigue oficialmente en marcha, con los técnicos de la DRDO y del ARDE indios trabajando en mejoras, especialmente para sus cohetes.
En el caso del Pinaka, la plataforma es capaz de transportar dos módulos de lanzamiento de 12 tubos cada uno para cohetes de 214mm, estando los cohetes estándar armados con cabezas HE-FRAG, aunque entre los planes indios se incluía el desarrollo de varios tipos de ojivas más, incluidas las de racimo. Se iban a desarrollar ocho tipos de ojivas, incluidas las ojivas incendiarias y las ojivas de racimo con submuniciones antitanque y antipersonal.
Respecto al alcance, con los cohetes estándar es de 40 km, siendo el círculo de error probable de entre el 1 y el 2% del alcance a esa distancia, lo que arroja una cifra de entre 400 y 800 metros, de ahí que estén trabajando en mejorar una cifra que conflictos como Ucrania nos demuestran que ya no es aceptable. De hecho, esperan culminar el desarrollo de nuevos cohetes dotados de un sistema de guiado, mientras siguen probando municiones de alcance extendido EPRS (Enhaced Pinaka Rocket System) Pinaka Mk-1. Sus expectativas son altas, pues añadiendo un ramjet a los cohetes de 214mm esperan lograr alcances del orden de los 200-250km.
Respecto a los modos de uso, al igual que en otros sistemas que hemos visto, los cohetes se pueden lanzar bien desde el asiento del conductor o bien de forma remota hasta a 200m de distancia del vehículo.
La base del sistema es un chasis 8×8 Tatra Kolos de alta movilidad producido bajo licencia por la empresa autóctona Bharat Earth Movers Ltd (BEML). La cabina cuenta con protección balística y NBQR, gracias a un sistema de filtros y sobrepresión.
Cada batería consta de seis lanzadores, seis vehículos de recarga y un vehículo de mando, equipado con un sistema de control de tiro y un radar meteorológico. Se estima que una salva completa realizada por una batería, es decir, un total de 72 cohetes, cubriría el equivalente a 350 000 m2, empleada como arma de saturación. Respecto a los regimientos, estos están compuestos de 3 baterías, con lo que suman 18 vehículos lanzadores. India, que originalmente pensaba hacerse con 22 regimientos (396 lanzadores), finalmente ha ido reduciendo sus expectativas hasta los 10 regimientos (180 lanzadores).
Desgraciadamente para India, por el momento tiene complicado utilizarse para ataques de precisión debido a las carencias en el guiado y el alcance. En lo que sí han avanzado es en la modularidad y facilidad de uso, toda vez que cada vehículo de recarga es capaz de transportar 4 módulos con 6 cohetes de 214mm cada uno, requiriendo el proceso de recarga de 15 minutos para completarse.
Tornado-G y Tornado-S
Puede sorprender que no hayamos elegido, del lado ruso, ni el archiconocido BM-21 Uragan ni el poderoso BM-300 Smerch. Sin embargo, pese a ser los modelos más usuales en servicio, han quedado hasta cierto punto desfasados y existe un plan gubernamental para sustituirlos respectivamente por los 9A53-G Tornado de 122mm y 9A53-S Tornado de 300mm.
En ambos casos se trata de vehículos sobre ruedas, utilizando en el primer caso un chasis Ural-4320 y en el segundo un chasis MZKT-79306, de tres y cuatro ejes respectivamente y capaces de emplear cohetes guiados por GLONASS, cada uno en su calibre.
En el caso del Tornado-G, el módulo de lanzamiento dispone de 40 tubos de 122mm y ha sido diseñado para ser completamente automático, lo que ha permitido reducir el número de servidores a 3 respecto de los 6 de los BM-21 a los que sustituye. En este caso, aunque se suela hablar de un único modelo, lo cierto es que se han desarrollado más de media docena de variantes, algunas de las cuales no han llegado a entrar en servicio o lo han hecho de forma testimonial. Respecto al alcance de los cohetes, se habla de hasta 90km, sin datos certeros sobre la precisión real. Pueden emplear, eso sí, toda la gama de cabezas de guerra diseñada para los BM-21, lo que permite una gran versatilidad al disponer de cabezas HE, HE-FRAG, con submuniciones tanto anticarro como antipersona, etc. Una de las pocas pegas del sistema es que la cabina no está protegida, a diferencia de la mayoría de MLRS que hemos visto. Por lo demás, está preparado para hacer fuego desde la cabina o bien por control remoto a distancias de hasta 60m.
Respecto al Tornado-S, supone una importante evolución frente a los Smerch, empleados únicamente como arma de supresión de área o de imposición de costes gracias a su enorme capacidad destructiva (una salva completa de 12 cohetes puede cubrir una superficie de hasta 67.200 metros cuadrados). Hay que tener en cuenta que, aun contando con una gran potencia de fuego, se trata de un sistema con casi cuatro décadas a sus espaldas y que necesitaba de una modernización. Es por ello que los primeros Tornado-S de producción en serie entraron en servicio en 2019 en la 439ª Brigada de Artillería Cohete de la Guardia del Distrito Militar Sur, siendo en realidad una versión modernizada del Smerch en base al sistema de navegación satelital GLONASS, que aporta la posición de la pieza al sistema de control de tiro automático ASUNO. De este modo, los datos de su posición, más otros muchos procedentes de vehículos de reconocimiento y drones son introducidos en la dirección de tiro automáticamente, agilizando el proceso y aportando los datos para el nuevo cohete guiado por GLONASS 9M542, con un alcance de 120 km y un círculo de error probable teórico de entre 7 y 10 metros a esa distancia. Además, hay en desarrollo una versión con 200 km de alcance, lo que permitiría al Tornado-S alcanzar objetivos en profundidad, tomando para sí algunas de las misiones que ahora cubrían los misiles balísticos Tochka-U e incluso los Iskander-M. El Tornado-S se beneficia tanto de las nuevas municiones como del arsenal del Smerch. En la gama de 90 km de alcance, dispensadores de submuniciones (72) penetradoras HE-FRAG contra pistas de aterrizaje y blindados, submuniciones (32) HE-FRAG con espoleta de proximidad, o con una sola cabeza de guerra penetradora de 243kg contra fortificaciones, carreteras, instalaciones. En la de 70 km, dispensadores de minas contrapersonal (64 POM-2), contracarro (25 PRM-3AT), cargas termobáricas, etc.
Uno de los datos más importantes para la supervivencia de estos sistemas, en especial uno pesado como el Tornado-S, es el tiempo de entrada y salida de posición. En el primer caso, de 3 minutos, y en el segundo, de 2,5. El último dato es el más importante, pues es lo que tarda en retirarse tras la descarga de los cohetes y, en principio, haber desvelado su posición pasando a ser objetivo del fuego de contrabatería enemigo. También consigue reducir su tiempo de recarga de los cohetes gracias al uso de contenedores modulares.
A-100/200/300
Como es habitual en China, su lanzacohetes múltiple más potente ha sido desarrollado a partir de un diseño foráneo, en este caso el Smerch ruso, del que recibieron algunas unidades a mediados a los 90. Diseñado y construido por la misma institución que se encarga de los cohetes espaciales Larga Marcha y de los misiles balísticos DongFeng, la CALT (China Academy of Launch Vehicle Technology), entró en servicio en los primeros años del nuevo siglo y desde entonces han seguido desarrollando variantes mejoradas, como el A-200 que ya sí, incluye guía por GPS (Beidú, en su caso).
El A-100 cuenta con capacidad para 10 tubos de 300mm que curiosamente no serían compatibles con los cohetes empleados por los Smerch rusos. Cada uno de sus cohetes, con alcances de entre 40 y 120km, porta una cabeza de guerra de 235kg que puede transportar hasta 500 submuniciones en el caso de ser de este tipo. Además, desde la versión AR1A, en lugar de recargarse uno a uno los tubos, se sustituyen los dos módulos de cinco tubos en función de la necesidad en el caso del A100 y los dos módulos de cuatro tubos en el caso de los A-200 y A-300 (variante de exportación del anterior).
De entre todas las variantes, es la más moderna, la A-300, la que más nos interesa, ya que al menos sobre el papel, dispone de los cohetes con mayor alcance del mundo (290km), capaces de montar ojivas de hasta 150kg y con un CEP de 30 a 405 metros a esa distancia. Dada su configuración, puede lanzar los cohetes uno a uno o en salva (50 segundos para una salva completa), dirigiendo cada uno de ellos hacia un objetivo específico -aunque la precisión no es perfecta, a tenor de las cifras que se manejan-.
Respecto al chasis, se basa en un camión Taian TAS580 8X8 (TAS4500 en el caso de las variantes de exportación) desarrollado por la empresa Tai’an Special Vehicle Manufactory, que a su vez se encarga de proveer los chasis de los sistemas antiaéreos HQ-9 y de un buen número de los lanzadores de misiles balísticos de la Fuerza de Misiles china. Es capaz de alcanzar una velocidad máxima de 60km/h, dispone de una autonomía de 650km y está protegido tanto con blindaje balístico como contra ambientes NBQR. El sistema es operado por 5 sirvientes que pueden hacer fuego tanto desde el interior de la cabina, como en remoto. También, en caso de necesitarse, los lanzadores pueden ser operados desde un puesto de mando móvil que controlaría una batería completa, compuesta por tres vehículos lanzadores y otros tres de recarga.
Municiones para el M142 HIMARS
Antes de entrar en materia, conviene hacer una aclaración, ya que existe mucha confusión al respecto. Técnicamente, un cohete es un proyectil autopropulsado que obtiene su empuje por la reacción de la expulsión rápida de gases de combustión desde un motor cohete. Generalmente utilizan combustible sólido y pueden montar cabezas de guerra de cualquier tipo (alto explosivo, rompedora, termobárica, incendiaria, de racimo con diferentes submuniciones o minas contracarro, anti-búnker, etc). Siguen una trayectoria balística, si bien existen modelos dotados de un sistema de guía terminal (inercial, satélite, GPS, corrección de la trayectoria…) que, mediante las correspondientes aletas, modifican la dirección en la fase final de su recorrido para dirigirse al blanco, al que atacan con gran precisión.
Dicho lo anterior, aunque el HIMARS, como su hermano mayor, el M270, pueden emplear cohetes no guiados como los M26, la mayor parte de las municiones son ya de tipo GMLRS, es decir, guiadas, por todas las razones que hemos ido explicando a lo largo del artículo.
M26 y M26A1/A2
La familia de cohetes M26 está compuesta por proyectiles no guiados estabilizados por aletas situadas a popa y pensadas para mantener un giro constante en sentido antihorario durante el vuelo consecuencia de los rieles que hay dentro de cada contenedor. Mientras está dentro de su capsula, las cuatro aletas permanecen plegadas, situándose en su posición y bloqueándose cuando abandonan el lanzador. La versión básica está propulsada por un motor cohete de combustible sólido que permite 38 kilómetros de alcance (algunas fuentes hablan de 31,6 km). Está armada con una cabeza de guerra de doble propósito (antipersona/antiblindaje) con 156 kg de explosivo y dotada de submuniciones M77 con 644 proyectiles capaces de atravesar hasta 100 mm de acero y de dispersarse, al detonar en el aire, por una superficie de 200 por 100 metros. De esta forma, una salva de seis cohetes como la que puede lanzar un HIMARS permitiría cubrir un área con un radio de aproximadamente un kilómetro, cubriéndola con un total de 3.864 submuniciones.
Respecto a las variantes de alcance extendido (hasta 45 km) que incluyen un motor cohete de mayor longitud para aumentar así la capacidad propulsora, existen dos modelos. El primero sería el M26A2 que salvo por el motor cohete es similar en todo a las M26 básicas y el segundo sería el M26A1 que sustituye la carga M77 por la M85, que tiene 518 submuniciones en lugar de 644. También hay una mínima reducción en el peso total, que pasa de 306 a 296 kg.
M28 y M28A1/A2
El cohete de entrenamiento M28 es similar al M26 ordinario, con la salvedad de que sustituye la carga de guerra por lastre de acero y botes de humo, para simular el efecto de las explosiones. En el caso de las variantes A1/A2 RRPR (Reduced Range Practice Rocket), la diferencia estriba en que presentan una mayor resistencia al aire, de forma que el alcance se reduce sensiblemente, hasta los 15 km, de forma que puedan ser empleados para el entrenamiento de la tropa en campos de tamaño más reducido.
M30, M31, M31A1/A2, GMLRS-AW y ER GMLRS
La auténtica estrella, junto al ATACMS de entre la panoplia de armas que puede utilizar el HIMARS, es el M30 en sus diferentes variantes. Se trata de un cohete guiado al que se ha acoplado un sistema de navegación dual INS/GPS que le confiere una precisión endiablada, como hemos explicado en el artículo. Además, pese a que nominalmente su alcance sea de unos 70 kilómetros, hay testimonios sobrados de que va más allá.
La única diferencia entre los M31 y los M30, por su parte, radica en la cabeza de guerra. Si en el caso del M30 sigue empleando la M85 dotada de submuniciones, en los M31 se emplean cabezas de guerra unitarias con 200 libras de HE que se aprovechan de las mejoras en cuanto a precisión (recordemos que podría ser del orden de los 2m de CEP) para evitar los daños colaterales provocados por la dispersión de submuniciones. En el caso de la variante M31A2 el principal camio reside en la incorporación de municiones más seguras -químicamente estables- que reducen el riesgo de accidente.
Respecto al cohete guiado GMLRS-AW, la diferencia estriba en que la cabeza de guerra incorpora hasta 160.000 fragmentos de tungsteno que, en conjunto, lo dotan de un enorme poder destructivo, pero sin el peligro a posteriori que suponen las submuniciones sin explotar.
Por último, el GMLRS-ER es la variante de alcance extendido (hasta 150 km). En este caso se trata de una auténtica recién llegada, ya que apenas ha logrado su Capacidad Operativa Inicial el pasado mes de junio.
MGM-140 ATACMS (Army Tactical Missile System)
El misil balístico ATACMS. En servicio en diferentes variantes desde los años 90, ha ido incrementando su alcance progresivamente desde los 165 km de las primeras versiones M39 Block 1 I a los 300 de las variantes más modernas como el M57. Dotado con un sistema de doble guía, GPS e inercial, los modelos en uso hoy en día incorporan una ojiva de fragmentación WDU18 de 500 libras o bien una ojiva unitaria.
Se trata de un misil con un diámetro de 61 centímetros, una masa de casi 1.700 kg y una longitud de 4 metros. Las aletas estabilizadoras, que elevan el diámetro hasta los 1,4 metros permanecen plegadas mientras el misil está en su canister. Respecto a la velocidad máxima, ronda Mach 3, mientras que su techo de servicio es de aproximadamente 48 kilómetros.
Con el paso del tiempo, también la carga bélica ha ido evolucionando, a la par que la precisión. De esta forma, de las submuniciones antipersona y antimaterial (APAM) de las primeras versiones, han ido pasando a las ojivas unitarias actuales, más aptas contra centros de mando, objetivos endurecidos como búnkeres o infraestructuras críticas, contra las cuales es mejor un único impacto muy potente que no esparcir centenares de bombas de pequeña potencia. Respecto al círculo de error probable es, dependiendo de la fuente y de la distancia, de entre 10 y 50 metros, cifra que seguirá reduciéndose.
Una de las características menos conocidas del ATACMS, es que durante el vuelo, realiza giros y maniobras aleatorias, lo que lo convierte en un objetivo muy difícil de interceptar.
PrSM (Precision Strike Missile)
Si el ATACMS es el presente, el PrSM (Precision Strike Missile) es el futuro. Con un alcance de hasta 500 kilómetros -sobre el que se duda, pues hay quien cita el objetivo de alcance en 650 km-, precisión a priori mayor que la del ATACMS y la posibilidad de ser utilizado como misil antibuque, promete una revolución. Además, según el portavoz del programa, su coste será inferior al de los misiles ATACMS, con lo que podrán adquirirse más unidades.
La idea en el caso del PrSM no es emplearlo como un arma de artillería, destinada fundamentalmente a batir objetivos terrestres estáticos, sino que es un arma multidominio desde su concepción, pensada para recibir datos sobre objetivos desde buques de guerra, aviones de combate, drones u observadores avanzados y hacer fuego sea contra buques en movimiento -gracias a la inclusión de un nuevo buscador-, centros de mando enemigos o cualquier otra cosa que se tercie.
Lo más interesante del PsRM es que va más allá del HIMARS en muchos sentidos y es que posiblemente lleguemos a verlo integrado tanto en buques -al menos en el caso de aquellos que no tengan VLS- como en vehículos mucho más ligeros, al estilo del NMESIS (Navy Marine Expeditionary Ship Interdiction System)del USMC. En este último caso además con la ventaja –siempre matizable– de ser un sistema autónomo. Además, en este caso concreto, el PrSM parece tener sobre el otro misil candidato, el NSM, la ventaja del alcance, que multiplica.
El futuro
El concepto del que parte el HIMARS se ha demostrado un gran éxito y en contextos como la guerra de Ucrania, un auténtico game changer. Ahora bien, de cara al futuro la familia, que también compone el M270, deberá seguir creciendo y transformándose, para adaptarse a las particularidades de la guerra de salvas y a la necesidad de que las unidades sobre el terreno actúen todavía de forma más dispersa.
Al fin y al cabo, si el HIMARS es posible es porque las mejoras en cuanto a precisión han hecho posible que sistemas capaces de portar muchas menos municiones, logren los mismos efectos o superiores a los de los viejos MLRS dotados de cohetes sin guía. Es pues lógico que desde los Estados Unidos se siga intentando aprovechar esta tendencia en el futuro.
El misil PrSM es un primer e importante paso en este sentido, ya que permitirá golpear objetivos a 500 kilómetros o más y dispondrá de una relación coste/tamaño/eficacia mucho mejor que la del ATACMS. Sin embargo, es posible que este misil y algunas otras municiones cómo los cohetes guiados GMLRS deban adaptarse a chasis todavía más ligeros que el del M142 HIMARS como podrían ser los M-ATV o incluso los JLTV como en el caso del citado NMESIS, que además es autónomo.
Por supuesto, en algún sitio hay un límite práctico a la relación entre tamaño del vehículo y el número de cohetes o misiles a transportar. Sin embargo, dado que la precisión no deja de mejorar, como tampoco el alcance -a igualdad de tamaño y masa- y que el futuro está en las cabezas unitarias, más que en la dispersión de submuniciones, es posible que el camino todavía no se haya agotado por completo.
En este sentido, hay que tener en cuenta también que las plataformas no tripuladas permiten saltarse algunas limitaciones, al poder dedicar el espacio que habitualmente ocuparía la cabina para los operadores, a transportar más carga, como se puede ver en la imagen del NMESIS bajo estas líneas, para el que se utiliza como base un MRAP JLTV.
Sin embargo, no todo es perfecto, aunque sobre el papel algunas ideas parezcan cuadrar. El proceso de recarga para plataformas no tripuladas las obligaría a volver tras cada salva a una base en la que operadores humanos deberían montar un nuevo módulo o módulos. Por otra parte, cualquier avería o problema, implicaría o la pérdida de la plataforma o la necesidad de trasladas un equipo al lugar para su reparación.
Es decir, que habrá que buscar un equilibrio entre el tamaño de la plataforma lanzadora y su capacidad de carga y la necesidad de disgregar los sistemas entre múltiples plataformas para maximizar la supervivencia, el grado de automatización, el coste total del conjunto, lo que implica en términos de comunicaciones y varios factores más.
Con todo la tendencia hacia la miniaturización de las municiones, la desagregación de los sistemas en plataformas independientes, las mejoras en cuanto alcance y precisión y la automatización parecen ser fuerzas demasiado poderosas como para creer que el M142 HIMARS, tal cual lo conocemos, sea el último estadio en un proceso evolutivo que lleva en marcha décadas.
Sin querer ser un fastidio….ha faltado el chu-moo coreano del sur, que parece ser ha vendido algunos a Polonia.
Por cierto, me lo ha parecido o ciertamente Escribano esta coparticipando en dos sistemas distintos.. ahí lo dejo.
Buen artículo y bien ilustrado..
Un saludo.
Efectivamente, Escribano está participando en dos de los candidatos al SILAM, según parece. Respecto a lo otro, no es el único que nos hemos dejado en el tintero, son unos cuantos, pero el artículo ya era demasiado extenso. Quizá algún día hagamos otro específico que sea más comparativo, con tablas y demás…
Hola, soy nuevo en el sitio. Asombrado por la calidad de los artículos.
Por favor, ¿hay datos de cuántos Himars tiene EEUU? Porque en algún lugar había leído que cuenta con 400, pero no recuerdo dónde. Y el otro día discutiendo en un foro con un pro ruso me dijo que EEUU no le podía dar más que los 16 + 18 que ya le había dado.
Muchas gracias.
Gracias por sus palabras. El US Army aspira a tener alrededor entre 500 y 550 HIMARS para 2028 (las fuentes varían). Han aumentado la tasa de producción anual. En 2020 ya disponían de 363 HIMARS, con lo que a pesar de las donaciones es posible que se muevan en esas cifras o incluso alguno más.
Como siempre magnifico articulo.
Cuantos Himars o plataforma parecida serian los ideales para nuestro ET?
Seria idoneo para la sustitucion de los Hawk en el Regimiento de Artilleria de Costa?
Gracias por lo que haceis por dar a conocer la Defensa en nuestro pais.
Los ideales… más de los que vamos a adquirir, eso seguro.
https://www.revistaejercitos.com/2019/03/20/lanzacohetes-para-ejercito-de-tierra/