Los avances técnicos, trasladados al campo de batalla, han alumbrado un nuevo entorno operativo multidominio que obliga a los ejércitos a acometer numerosos cambios, tanto doctrinales como organizaciones o en términos materiales, para adaptarse a él. En el caso de las operaciones terrestres en el entorno multidominio, todavía se están perfilando muchas de las líneas a seguir, con un protagonismo claro por parte del US Army estadounidense, institución que está liderando la introducción de cambios en todos los aspectos citados. A lo largo de las siguientes líneas trataremos de exponer tanto el estado de la cuestión como los desafíos que plantea a las fuerzas terrestres operar en este nuevo entorno.
El marco doctrinal sirve a las fuerzas armadas para establecer los mecanismos con los que cumplir con sus misiones, afectando a la estrategia, la táctica, la logística, los requisitos respecto al material y las herramientas que ha de utilizar, así como las técnicas y procedimientos de actuación.
Si hay un estamento que presta especial atención al pensamiento militar y a renovar dicho marco doctrinal, auspiciado por su poderío económico y sus responsabilidades en un mundo siempre cambiante, ese es el Pentágono norteamericano; lo que acaba implicando, dado su indiscutible liderazgo dentro de la OTAN, a los países aliados, suponiendo en ocasiones un esfuerzo extenuante e incluso baldío para ellos.
Ciertamente EEUU tiene otras responsabilidades que seguramente no respondan al planteamiento estratégico del la OTAN, como es el área de Indo-Pacífico, razón por la que el US Army ha dado especial impulso a las fuerzas multidominio; ya que en este teatro de operaciones no parece haber lugar para grandes operaciones terrestres (Large-Scale Combat Operations o LSCO), la estrategia se basa en los fuegos de largo alcance dentro de lo que se conoce por FCO (Fires-Centric Operations) y antaño por ‘Guerra de salvas’.
Caso muy diferente es el este de Europa, donde la guerra de Ucrania está despertando del letargo estratégico a todas las cancillerias europeas. Ante el temor a una agresión rusa han empezado un proceso de rearme que pone fin al intervalo histórico que desde la caída del muro de Berlín y la desaparición de la URSS había llevado a occidente a rebajar las expectativas sobre su seguridad, al tiempo que se embarcaba en una serie de operaciones de estabilización, imposición de la paz y lucha contra el terrorismo de carácter básicamente asimétrico y expedicionario y, sobre todo, de entidad y letalidad limitadas.
Estos dos condicionantes son los que precisamente han saltado por los aires en el conflicto ucraniano, llegando a plantearse en diferentes países el retorno del servicio militar para poder, en caso de crisis, generar una suficiente masa de tropas terrestres que defiendan, esta vez sí, las fronteras de la OTAN de un ataque directo.
Es también ante esta situación que el US Army, tras un largo y constante periodo de reducción de fuerzas en Europa, ha reforzado su presencia en el continente y vuelto a poner el foco en la que es esencia misma del conflicto entre naciones, la defensa del territorio donde las sociedades occidentales tienen sus hogares y sus órganos de gobierno, valor sobre el que bascula la acción militar, como ha reflejado en su FM 3-0: OPERATIONS, 6 October 2017. Department of the ARMY, EEUU.
Esto implica, al contrario que las operaciones en su día en el golfo Pérsico, una sensibilidad mayor aún que las actuales ROE (Rules of Engagement)s del combate asimétrico para regular el poder de destrucción, afectando a las decisiones de mando para realizar movimientos, especialmente retrógrados, que conceden grandes porciones de territorio soberano y que está densamente poblado a un enemigo que ha demostrado nulo respeto por el derecho de guerra y los no combatientes [1].
Esto lo hemos visto claramente reflejado en Ucrania, donde las fuerzas defensoras han hecho de cada población un bastión (defensa sin idea de retroceso) en pos de salvaguardar a su población del avance ruso. Esto provoca no solo una paralización de la maniobra y una preponderancia mayor de los fuegos, también un alto grado de desgaste y un consumo de munición desorbitados, hasta el punto de superar más que holgadamente todas las previsiones sobre las que se construyeron los arsenales europeos.
Las operaciones multidominio
En la evolución que rige el arte militar tiene especial importancia la mejora constante de la tecnología aplicada al ejercicio de las armas, permitiendo crear o re-escribir teorías que, a falta de aplicación práctica, se mantuvieron en estado latente hasta que llegó el momento de hacerlas viables.
En anteriores trabajos hemos tratado algunas de estas novedosas teorías, poniendo énfasis en que realmente no son más que la evolución de conceptos antiguos que son renombrados gracias al impulso de esas nuevas tecnologías y la superior capacidad de ciertos sistemas de armas. Así, la acción interejercitos hoy se denominan operaciones conjuntas multidominio o simplemente MDO (Multi-Domain Operations).
En realidad el concepto ‘conjunto’ está lo suficientemente asimilado como para que esto no signifique gran cosa, desde la integración total de los dominios cognitivos en las operaciones físicas, que siguen siendo de tipo aéreo, naval y terrestre, hasta las operaciones en más de un dominio físico; materializadas hace muchos años en los desembarcos anfibios, las defensas de costas o conceptos doctrinales como la batalla aeroterrestre o Air-Land Battle de 1986, una actualización norteamericana de la Blitzkrieg alemana de los años 30.
No es el único caso: la consolidación de la aviación de combate durante la Segunda Guerra Mundial no sólo tuvo importancia en el dominio terrestre, también cambió la guerra en el mar para siempre, hasta el punto de que el portaaviones y el llamado dominio aeronaval (que ya hemos tratado en estas páginas) ha dejado desfasados todos los enfoques navales precedentes, exceptuando el subacuático.
El concepto DMO actual no difiere mucho de tales ejemplos; si acaso incide en las posibilidades que los medios de mando y control actuales ofrecen para hacer converger diferentes esfuerzos, así como hacer que las fuerzas actúen fuera de su ámbito de operación en favor de otros mediante un sistema de mando transversal basado en las nuevas redes de combate, conocido por Network Centric Operations o NCO, una doctrina de finales de los 90, que como decimos ha esperado dos décadas para poder ser técnicamente viable; el resultado de ello ha sido la creación de una red sólida de mando y control (C2) ahora denominada Web Cloud.
Dicha evolución consiste en integrar las capacidades multidominio tradicionales en un entorno complejo para producir una convergencia de esfuerzos concentrados y limitados en el tiempo, al mismo tiempo se ha superado el concepto de responsabilidad operacional ligado al ámbito de actuación, por lo cual el interés de las fuerzas terrestres, navales o aéreas se centra en los desafíos que pueden interponerse en sus objetivos, actuando en otros dominios solo por la necesidad de conjugar amenazas que obstaculicen sus operaciones.
La acción multidominio se basa en el supuesto contrario, aprovechar las capacidades de cada dominio (físico o no físico) para favorecer los planes operacionales del componente prioritario de cada ámbito. Pongamos un ejemplo: los fuegos antiaéreos o las defensas de costa harán que estos sistemas artilleros influyan en el dominio naval o aéreo, que es donde se encuentran sus blancos; pero no necesariamente coordinarán esta acción con las flotas aéreas y navales propias, especialmente en el vector tiempo, para obtener una ventaja operacional. Sin embargo, que la artillería pueda degradar defensas antiaéreas zonales del enemigo para que nuestras fuerzas aéreas o los ataques de misiles de crucero propios las atraviesen en pos de sus objetivos, sí es un ejemplo de acción multidominio si ambas acciones están coordinadas por un órgano de mando común y en favor de un Plan de Operaciones (OPLAN) conjunto.
Esto ya se había logrado con los dominios no físicos, como el cibernético o el electromagnético, que si bien pueden trabajar de forma independiente, tienen ramificaciones en el ámbito operacional para apoyar a los dominios físicos. Igualmente podemos distinguir claramente funciones de apoyo al combate, especialmente los ataques aéreos, en condición de que trabajen para los elementos de superficie o como dominio independiente (poder aeroespacial), lo que demuestra que son las misiones y no los medios y sus ámbitos de actuación los que marcan el carácter multidominio de una Fuerza.
La situación se complica aún más cuando atendemos a las acciones combinadas, que son aquellas en las que intervienen varios países; en el seno de la OTAN es lo más habitual, por lo que ya se trabaja con una evolución de la DMO denominada Joint All Domain Operations (JADO), que aparte de integrar todos los dominios, deberá hacerlo con las redes y peculiaridades de los diferentes miembros de la organización.
Los órganos de planeamiento combinado-conjuntos suelen articularse al máximo nivel, el de la conducción estratégica, y delegan en los mandos componente (terrestre, naval, aéreo, SOF o incluso ciber) la ejecución de operaciones en el nivel operacional y táctico, donde es mucho más fácil integrar fuerzas de diferente procedencia gracias a una relación de procedimientos y estándares (STANAG) comunes.
Se trabaja ya en las complejidades que supone dirigir la batalla de forma eficaz desde un sistema de mando conjunto en el denominado programa Joint All-Domain Command and Control (JADC2), con la finalidad de agilizar el ciclo de decisión sin el efecto pernicioso que tiene sobre el comandante el exceso de información y la idea de que ésta siempre mejora el ciclo de decisión, o lo que es lo mismo: el temor al error por falta de información. Esto provoca generalmente un exceso de precaución y falta de iniciativa para asumir riesgos.
El concepto multidominio en el US ARMY está capitalizado hasta ahora por las operaciones basadas en fuegos y los sistemas de fuegos de largo alcance. Así, ha creado unidades MDTF o Multi-Domain Task Force que, con una fuerza entidad brigada, actúan en el ámbito estratégico mediante un grupo de artillería denominado Long Range Precision Fires (LRPF) basado en misiles y los elementos de apoyo necesarios. Estos van desde un batallón de defensa antiaérea y otro de protección inmediata (terrestre) a una unidad ISTAR dimensionada a su nivel de ambición. Es esta última la que realmente responde a un sistema de red cooperativa o Network, pues se espera que el denominado batallón I2CEWS o Intelligence, Information Operations, Cyberspace, Electronic Warfare, and Space Operations (representado por otras tantas compañías especializadas), forme parte de la red de efectos no letales determinantes para que el comandante del teatro determine qué actuación es idónea para cumplir la misión, incluso con armas ajenas a MDTF.
Estos efectos van desde el targeting propiamente dicho a la guerra electrónica (EW), pasando por la valoración de daños físicos y no físicos (electrónicos o cibernéticos) sobre el enemigo, lo que convierte a MDTF en algo más que una unidad de artillería. En lo que respecta a las armas cinéticas, estarán dotados de tres baterías de diferentes capacidades: las Long Range Hypersonic Weapon (LRHW), las Mid-Range Capability (MRC) o Typhon battery y las HIMARS battery (armadas con los nuevos misiles PrSM); capaces de actuar en rangos de hasta 2.500, 1.500 y 500 km respectivamente.
Division-Centric Operations
No obstante lo anterior, el desafío ahora pasa por adaptar sus grandes fuerzas de maniobra a la operación dentro de un entorno multidominio, con el objetivo puesto en el este de Europa. Así, durante las operaciones de combate a gran escala se deberá hacer frente a la presencia de fuegos de precisión de largo alcance y a la falta de una supremacía aérea capaz de proteger nuestra fuerza del poder aéreo enemigo, obligando a dispersar la fuerza actuante lejos de los objetivos marcados, así como a proteger los puntos de reunión donde los contingentes se concentrarán para lanzar operaciones ofensivas.
No es que las fuerzas aéreas rusas en el actual conflicto ucraniano hayan demostrado ser un gran desafió para el poder aeroespacial de la OTAN, más bien todo lo contrario, pero el conflicto ucraniano ha acabado por hacer madurar conceptos de explotación no convencional del dominio aéreo no conjugables con la ‘superioridad aérea’ convencional; obviamente nos estamos refiriendo a los UAVs.
Para ello el ejercito norteamericano ha recuperado el escalón división como el mínimo que actuará en el ámbito operacional con las suficientes herramientas de inteligencia, mando y control (C3I) y presencia en la tercera dimensión, al contrario que la concepción anterior donde los espacios de batalla básicamente vacíos de la lucha contra el terrorismo favorecieron la preponderancia de la brigada, o mejor dicho de fuerza entidad brigada, que no es exactamente lo mismo.
La necesidad de integrar diferentes dominios en dichos escalones inferiores acabó por imponer unos cuarteles generales de mayor entidad que los de una brigada, convirtiendo la división en un escalón de acción conjunta en base a articular lo que se denomina JTF (L) – HQ o Joint Task Force (Land) HeadQuarter, pese a que el volumen de la fuerza desplegada fuera en efecto de entidad brigada (alrededor de 3.500 efectivos).
El US Army ha rearmado la división como una unidad de combate integral, con especial énfasis en las fuerzas pesadas y su capacidad para el combate de alta intensidad, acuñando el término Division-Centric Operations (DCO), u operaciones centradas en la división; incluida la capacidad de superar accidentes geográficos (como ríos o depresiones) o amplias zonas fortificadas que dificulten su progresión, fruto de las amargas lecciones aprendidas en Ucrania. Por ello las nuevas divisiones, especialmente la acorazada reforzada, que ya hemos tratado en un número anterior, cuentan con un regimiento de zapadores de combate especializados en movilidad/contramovilidad.
Y es que uno de los grandes desafíos de las guerras de alta intensidad, que dista de ser novedoso, es hacer prevalecer la maniobra sobre las obstrucciones de un enemigo posicionado en defensiva. Los campos de minas, especialmente si están solapados por los fuegos, son capaces por sí solos de detener y destruir a cualquier fuerza de maniobra, sobre todo si estos fuegos están fuera de nuestro alcance (contrabatería), desplegados muy en retaguardia pero con ojos y oídos sobre el campo de batalla.
Es precisamente el reconocimiento otro de los pilares fundamentales para las futuras operaciones multidominio; diseñando lo que el US Army denomina como Division Cross-Domain Task Force o D-CDTF, que no es sino una fuerza de combate tipo AGT (Agrupación táctica) a las órdenes directas del jefe de la división para actuar con lo que la doctrina española denomina ‘Economía de medios’. Esta fuerza proporcionará seguridad, enlace entre grandes unidades tipo brigada (BCT o Brigade Combat Teams en EE. UU.) y reconocimiento por el fuego a distancias de hasta 60 km (el doble que en la actualidad) de sus gruesos; lo que permitirá al comandante de la división preservar a sus brigadas para empeñarlas solo en combates decisivos, manteniéndolas mientras fuera del alcance de los fuegos enemigos y evitando así un desgaste prematuro.
El peso principal de la CDTF descansa en el grupo de caballería divisionario, allí denominado Squadron (propiamente Armored division cavalry squadron o ADCS), una unidad recientemente recuperada después de dos décadas de caer en desuso y que ahora es reforzada con un batallón IEW (intelligence and Electronic Warfare) y un escuadrón de caballería aérea (ACS, Air Cavalry Squadron), dotado con UAV Shadow y helicópteros de ataque Apache, o en su defecto con el futuro aparato de reconocimiento armado, aunque el programa FARA que debía servir para alumbrarlo ha sido cancelado recientemente.
Del mismo modo contará con el apoyo de la artillería divisionaria (DIVARTI) que explotará la inteligencia recopilada sobre el enemigo para hacer un eficaz planeamiento de fuegos (Targeting) y destruir sus objetivos desde distancias cada vez mayores.
Esta CDTF ya ha sido puesta a prueba en diferentes ejercicios y la conclusión es que los medios ISR y EW, especialmente los drones, son un apoyo fundamental, pero no pueden controlar el terreno, combatir por información (valoración de la fuerza de combate enemiga) ni operar en condiciones climáticas adversas, lo cual fue una importante lección aprendida durante el empleo de las precedentes BSB o Battlefield Surveillance Brigades. Así, los principales activos de reconocimiento y seguridad del ADCS serán sus tropas y vehículos de combate, que están centrados en el dominio terrestre, si bien amplían su ámbito de actuación a la tercera dimensión.
De esta forma, las nuevas divisiones acorazadas podrán desarrollar misiones profundas agresivas y decisorias, evitando la temida estrategia que fuerzas como el Ejército Popular de Liberación chino (PLAF) pretende aplicar, que no es otra que detener su progresión para batirlas con fuegos indirecto, tal como ha sucedido, aunque a menor escala, en el actual conflicto ucraniano (por parte de ambos contendientes).
Los Estados Unidos también tienen en inventario armas letales en estas circunstancias, como los cohetes de carga clúster formadas por miles de proyectiles de núcleo duro e ideales para blancos dispersos o escasamente protegidos, existiendo para MLRS en el calibre estándar (227 mm) y proyectiles de influencia operacional (+300 km) como el ATACMS, no siendo descartable que acaben equipando armas de ámbito estratégico, como los PRSM (reemplazo del ATACMs) o los TLAM asignados a las MDTF.
De esta forma trabaja la DMO, ya que estas armas de gran alcance deben batir el dispositivo homónimo de china o rusia para crear una ventana de oportunidad en el que una fuerza de maniobra pueda alcanzar sus objetivos. Por desgracia con estas municiones (incluídas las temibles armas termobáricas) será imposible establecer zonas seguras en los teatros de operaciones, y con ellas bases permanentes desde donde operar, como los ataques ucranianos a depósitos de munición o aeródromos (donde Rusia desplegaba sus helicópteros) han demostrado; una lección aprendida ya en 1991 con la amenaza de los misiles Scud de Saddam Hussein, el único arma que pese al dominio aéreo total de la coalición, pudo ocultar y seguir usando con efectos catastróficos [2].
Adaptaciones a la metodología MDO
Todo lo anterior obliga a disminuir la densidad del espacio de batalla, minimizando el empleo de los cuerpos de ejército (formados por dos o más divisiones) a cambio de crear una estructura de mando superior de carácter multidominio, en la que la división es la unidad de maniobra y actuará en profundidad (abarcando un área de hasta 100×100 km) según las ‘ventanas de oportunidad’ que se generen a través de ataques de largo alcance a fuerzas enemigas, que se espera que sean periódicas según los ciclos de planeamiento de objetivos (targeting) de la MDTF, de la eficacia de su maniobra electromagnética, de la inteligencia útil generada o de los ratios de operatividad de las fuerzas aéreas y navales implicadas.
El planteamiento genera no pocas dudas, especialmente a la hora del asalto final sobre los objetivos designados, superando grandes obstrucciones, posiciones fijas o al atravesar ZURBs (zonas urbanizadas), así como gestionar la ayuda al personal no combatiente (lo que incluye la posibilidad de evacuaciones masivas o éxodos espontáneos), circunstancias todas ellas que obligan a las unidades a permanecer en la ‘zona de muerte’.
No está desarrollado el método por el que las brigadas en contacto han de protegerse mientras renuncian a la iniciativa en el combate esperando un momento adecuado para realizar maniobras ofensivas profundas, tal como sucedió en la operación «Tormenta del desierto» (1991), o cómo recibirán información de que ese momento ha llegado sin formar parte de un mando conjunto superior tipo JADC2.
El actual método de mando orientado a la misión se usa en el escalón táctico y operacional para, informando a los escalones subordinados del objetivo del comandante, estos puedan actuar de forma autónoma, tomando sus propias decisiones sobre cómo cumplir las órdenes recibidas. Estas serán muy esquemáticas, pero incluyen como decimos un conocimiento de los objetivos de la unidad superior, de manera que cada comandante en el campo de batalla decida por el éxito de su propio plan de operaciones sin perder de vista el objetivo perseguido por la unidad superior.
En las operaciones multidominio, este conocimiento excede el sistema natural de mando (que es piramidal) teniendo el comandante de una brigada que conocer no solo el objetivo del jefe de la división, también como y cuando las acciones de convergencia de esfuerzos le proporcionarán condiciones favorables para llevar a cabo su misión en la línea de contacto (o Close Zone) o incluso en la zona profunda (Deep Zone) donde se lleva a cabo el combate decisivo (ruptura y explotación), o bien aceptar la supervisión directa del jefe de la división de cómo y cuándo actuar, lo que no sería especialmente traumático para el US ARMY, ya que las BCT (Brigade Combat Team) se articulan ad hoc para cada misión a instancias del jefe de la división.
Ya que la acción multidominio está centrada en los fuegos, se utiliza un sistema para que el plan de fuegos de cada escalón se coordine y logre efectos convergentes con el resto, que en el US ARMY es conocida por FSCL o Fire Support Coordination Line, y que enlaza todos los PCART desde BCT o DIVARTY, pasando por los fuegos de cuerpo a cargo de la Field Artillery Brigades (FAB) o los que proporcionen la MDTF, medios aéreos y navales; de tal forma que se evite fuego fratricida y efectos contraproducentes para fuerzas propias (como destruir un paso de agua que ha de ser utilizado posteriormente).
Será necesario que estos PCART tengan un terminal JADC2 que ejerza la función FSCL para fuegos conjuntos/multidominio, incluso a relacionar estos con dominios no físicos como inteligencia o EW. El proceso de targeting va más allá de la ejecución de los fuegos, como sucede con el apoyo directo (bajo demanda), requiere de una planificación especialmente compleja que incluye medios ISR, ELINT o misiones SOF (Special Operations Forces) siendo de ámbito conjunto y especialmente eficientes en la denominada Deep Operational Fires Área; el nivel mínimo para actuar en este ámbito es el de División.
Es por ello que el US Army ya ha probado un nuevo sistema de puestos de mando divisionarios, en el que establece un PC Táctico o célula para el control de las operaciones de combate de sus brigadas, un Support Area Command Post (SACP) en retaguardia para la gestión de fuegos o logística y el Main Command Post o MCP, encargado del combate profundo, donde podemos encuadrar la CDTF o los Rocket Artillery Battalions, especialmente en acciones de contrabatería, que ante la amenaza de los LRPF enemigos se torna fundamental, hasta el punto de tener una célula de control independiente dentro del PCART denominada Counterfire HQ.
Por ello se está planteando devolver a las divisiones sus sistemas cohete MLRS/HIMARS orgánicos precisamente para proporcionar a la división independencia a la hora de planear sus fuegos y una manera de superar las limitaciones de la artillería de tubo con que se equipa DIVARTY (destinada a aportar los fuegos de apoyo directo a las BCT), especialmente en las citadas acciones de contrabatería, así como posibilitar los fuegos ofensivos profundos (Deep Fires) en el área de responsabilidad de la división.
Del mismo modo, es fundamental mantener la libertad de acción del componente aéreo propio en todo el área de interés de la división, especialmente de su brigada aérea o CAB (Combat Air Brigade); para lo que los fuegos de división/cuerpo deben suprimir las UDAA enemigas en su área de influencia (SEAD o Suppression of Enemy Air Defenses), lo que implica fuegos de largo alcance (150 km) así como un sistema de sensores capaz de realizar misiones de contrabatería o Ground Weapons Locating Radar (GWLR).
Estos sistemas contribuirán a la alerta C-RAM, a cargo de los sistemas SHORAD, y contra misiles de largo alcance en trayectoria final de impacto, que deberán batir con los batallones IFPC o Indirect Fire Protection Capability (Increment 2) de cuerpo de ejército.
Es notorio que los LRPF de la MDTF incluyan misiles de uso dual SM-6, capaces de interceptar estos misiles superficie-superficie con altas probabilidades de éxito, pero a los que no se ha dotado de un radar de exploración/seguimiento de objetivos acorde a la amenaza, confiando presumiblemente en la web cloud multidominio, denominada IFCN o Integrated Fire Control Network. Por contraposición, los Marines sí han optado por integrar sus fuegos de largo alcance o LRF, una combinación de misiles ASuW NSM y cohetes HIMARS, y el sistema de defensa MRIC (misil Tamir) en torno al radar multifunción AN/TPS-80 Ground/Air Task Oriented Radar (G/ATOR).
De estos datos se concluye que existe aún cierto grado de inmadurez a la hora de integrar la MDTF con los Army Corps, como si se pretendiera sustituir el escalón cuerpo por una especie de sistema de colaboración de MDTF directamente con las divisiones mediante un mando multidominio conjunto de nivel superior; cuando lo lógico sería integrar MDTF dentro del LCC (Corps), que debe trabajar a través de un sistema JADC2 sin perder el control directo de las fuerzas terrestres en el teatro de operaciones. Según la misión este LCC puede, en efecto, disponer de una sola división actuante, lo que no significa que esta última pueda asumir el nivel C3I exigido.
Igualmente complejo es determinar el apoyo logístico adecuado para lanzar una maniobra ofensiva de división sin saber previamente el alcance de la misma, siendo múltiples los ejemplos a lo largo de la historia de operaciones de ruptura que logradas de forma inesperada, debieron paralizarse por falta de recursos logísticos. Al contrario de lo asumido para una fuerza de combate modular que se articula sobre el terreno, los escalones logísticos no pueden alargar sus tentáculos indefinidamente, debiendo preposicionar recursos cerca del frente, así como asegurar su protección en unas retaguardias cada vez más vulnerables, dados no solo los fuegos de largo alcance citados (que por sí solos podrían destrozar grandes columnas de suministro a través de vías de comunicación principales), también la proliferación de medios de ataque aéreo masivos (enjambres de drones) capaces de aislar las fuerzas de combate de los vitales suministros, especialmente en los puestos de distribución (PDI) a vanguardia.
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