En Marzo de 2015, los carros de combate de los golpistas hutíes y del ejército yemení leal a Alí Abdalá Salé lograron alcanzar la última gran ciudad controlada por el gobierno de Abd Rabú Mansur al-Hadi. En ese momento los saudíes, viendo caer a su hombre, decidieron intervenir definitivamente para apoyar a este último iniciando una serie de operaciones que no pueden entenderse sin atender al escenario marítimo, seguramente la dimensión más desconocida de este cruento conflicto.
En 1990 Yemen fue unificado a partir de Yemen del Sur y de Yemen del Norte, creándose ese mismo año la “Marina y Defensa Costera de Yemen” (QBWS), a partir de los restos de los anteriores estados. Destaca particularmente la importante la herencia de Yemen del Sur, un país que había concedido a la Unión Soviética una base en la isla de Socotra y que, a cambio, recibió material y asesoramiento de Moscú.
Ya en 1990, la QBWS disponía de una flota centrada en la defensa costera y equipada con buques de procedencia soviética y china de las clases Osa, Tarantul y Huangfeng (estas últimas meras copias chinas de la clase Osa), así como un buen número de patrulleras armadas con cañones de tiro rápido y cohetes no guiados y una flotilla de buques de aprovisionamiento de diseño soviético-polaco de la clase Polnocny, importantes para poder desplazar tropas a los distintos territorios insulares como Socotra o Hanish, estratégicas por su posición a la entrada del Golfo de Adén y del Mar Rojo, respectivamente, una de las rutas marítimas más transitadas del mundo y crucial para el transporte de crudo.
Con todo, desde la unificación del país y especialmente a partir de la guerra civil de 1994, la importancia de la QBWS había sido secundaria, de ahí que se le prestara poca atención en las décadas siguientes, lo que llevó a la obsolescencia y a dar de baja a los principales buques de superficie. Se pasó entonces a contar con patrulleras y dragaminas como principal medio de combate, caso de las P-1022 australianas. No obstante, cabe decir que en 1995 se adquirieron dos sistemas de defensa costera Rubezh a los que deben sumarse hasta 65 misiles antibuque P-15M Termit.
Aquellas compras bien pudieron ser fruto de las tensiones entre el recién nacido estado unificado de Yemen y Eritrea, pues en aquel momento existía una enconada disputa territorial por el archipiélago de Zaqar-Hanis entre ambos países, y en particular por la isla de Hanish Mayor. El caso es que la isla comenzó a ser explotada por una empresa turística alemana bajo la protección de varios cientos de soldados desplegados por Saná, situación ante la cual el gobierno de Eritrea exigió la retirada inmediata de dichas tropas para volver al status quo anterior, todo ello bajo la amenaza de un ultimátum de un mes de duración y que expiraría el 11 de diciembre de 1995.
Ante la negativa de Saná, el ejército eritreo organizó una rápida incursión anfibia que según se dice incluyó elementos aerotransportados. Los eritreos apenas disponían de barcos de pesca tradicionales y un ferry pero aun con esta exigua fuerza pudieron llegar a Hanish Mayor y desembarcar sin ningún problema, tras lo que arrollaron a los defensores. El hecho de que la marina yemení no hubiera sido capaz siquiera de enviar uno solo de sus buques de superficie, que sin duda podrían haber eliminado a toda la flota enemiga, es de tener en cuenta. En cualquier caso, después de esta debacle, la QBWS continuó teniendo un papel cada vez más anecdótico. No obstante, aunque no está del todo claro, se cree que antes de 2015 el dictador de Yemen, Ali Abdulá Salé, había comprado misiles iraníes de tipo Noor, una versión indígena del C-802 chino, aunque también es posible que Teherán los suministrara a los hutíes a partir del comienzo del conflicto directo con Arabia Saudita y sus acólitos, dado su interés en mantener el conflicto enquistado. En cualquier caso, pasarían a convertirse en un vector importante en etapas futuras.
Finalmente, conviene también reseñar que Yemen, a pesar de su extrema pobreza, ha conseguido contar con alguna capacidad de manufactura propia que le ha permitido disponer de explosivos caseros, artillería, drones y hasta coches blindados como los Jalal 3, ampliamente utilizados durante la guerra civil, a lo que debe sumarse una cierta transferencia de conocimientos por parte de Irán, destinado a reforzar el esfuerzo de guerra hutí, todo lo cual tendría su importancia, como veremos.
Los medios navales
Cuando se produjo la intervención militar árabe en Yemen, la zona no estaba libre de otras fuerzas militares, pues al otro lado del estrecho de Bab el-Mandeb se encuentra Djibouti, en donde Japón, Francia, Italia, Estados Unidos o China poseen bases militares. Además, algo más al sur, en Somalia, desde 2008 se venía ejecutando la operación Atalanta liderada desde la Unión Europea en el marco de la European Union Naval Force (EU-NAVFOR) y que implicaba el despliegue permanente en la zona de al menos un par de buques de guerra normalmente de entidad fragata o corbeta, junto a aviones de patrulla marítima.
Por su parte, China había efectuado una operación de evacuación de su población civil reminiscencia de la efectuada en Libia, en la que unos 600 ciudadanos chinos fueron concentrados en el puerto de Adén, donde un par de fragatas Tipo 054A les sacaron del país. Turquía también envió una fragata para una operación similar. También las marinas de India y de Pakistán estaban presentes en la zona. Los primeros en misiones antipiratería y de evacuación y los segundos en la zona del puerto de Hodeida.
Por último, la omnipresente U.S. Navy disponía de una variada flotilla que incluía un par de buques de asalto anfibio, un buque de aprovisionamiento y un destructor como escolta, mientras que desde la base de Camp Lemonnier, en Djibouti, mantenían varios drones encargados de efectuar operaciones de ataque y vigilancia contra la rama de Al Qaeda en la Península Arábiga.
Caso aparte es el de Arabia Saudita y sus aliados. A partir de la intervención de marzo de 2015, los saudíes pergeñaron una importante coalición en la que el mayor esfuerzo se hizo en tierra, pese a lo cual, Emiratos Árabes Unidos envió corbetas de la clase Baynuná con un desplazamiento de 900 toneladas, patrulleras lanzamisiles de construcción nacional de la clase Ghannatha y corbetas de la clase Murray Jibs. Estas últimas son embarcaciones fabricadas por Lürssen y, a pesar de que apenas desplazan 600 toneladas, tienen helipuerto, un cañón Oto Melara de 76 mm a proa, un CIWS Goalkeeper de 30 mm situado en el centro de la nave mirando a popa, así como misiles antiaéreos Crotale y antibuque Exocet.
Egipto aportó temporalmente un par de lanchas lanzamisiles de las clases Ezzat y Ramadán respectivamente, la fragata Alexandria de la clase Oliver Hazard Perry y la Al-Nasser de la clase Jianghu II, esta última con un montaje doble de 100 mm.
Por su parte, Arabia Saudit -principal interesado en la operación-, contaba con tres fragatas de la clase Riyad, basadas en la clase Lafayette francesas, con 3.000 Tn de desplazamiento como principales vectores navales, a las que debemos sumar cuatro fragatas clase Medina de 2.000 Tn, cuatro corbetas de la clase Badr de 1.000 Tn, nueve patrulleras de la clase Sadiq de unas 500 Tn y varios dragaminas de la clase Sundown (que tendrían su papel, como veremos), sumando en total más de 20 buques aptos para efectuar operaciones.
Los saudíes disponían de un buen número de helicópteros multipropósito Dauphin franceses embarcados. Además, a medida que avanzó la guerra y la situación con Irán se recrudeció, Riyad no dudó en tirar de chequera para mejorar notablemente sus capacidades. Por ejemplo, a partir de 2017 confirmaron la adquisición de varios P-8A Poseidon fundamentales para las operaciones aeronavales y para controlar la Zona Económica Exclusiva de Yemen. Asimismo, están en proceso de adquisición de varias decenas de patrulleras alemanas y han formalizado la compra de cinco corbetas Avante 2200 de Navantia.
No obstante el tamaño del despliegue naval, sigue sin estar claro el nivel de coordinación entre las marinas árabes, pues aunque en el plano político existía una voluntad concurrente de actuar sobre Yemen, sobre lo ocurrido en los demás niveles apenas hay información y no conocemos las restricciones que impuso cada estado al empleo de los medios aportados.
En lo concerniente a la cooperación militar regional, la institución más importante era la Peninsula Shield Force (PSF), constituida en 1984 dentro del marco del Consejo de Cooperación del Golfo. Dicha institución mantiene un pie de ejército permanente cercano a los 10.000 soldados y su cuartel general se encuentra en la gigantesca base de King Khalid. Los intereses divergentes de los miembros de la PSF hacen que esta fuerza sea difícil de emplear, aunque ya tuvo un papel importante en el sostenimiento del régimen de Bahréin tras la Primavera Árabe, y además constituye uno de los pocos ejemplos de cooperación militar regional.
Además, a finales de marzo de 2015 los líderes de la Liga Árabe acordaron formar la Fuerza Militar Árabe Conjunta a rebufo del conflicto de Yemen, aunque no parece que dicha fuerza esté destinada a actuar en el país del Golfo, pero en cualquier caso pone de relieve la poca cooperación regional en materia de defensa, y es que al margen de unos pocos ejercicios militares, no existe mucha experiencia en esfuerzos conjuntos de varias marinas, lo que sin duda ha ido en detrimento de su capacidad para concretar operaciones navales durante el conflicto.
Respecto a las bases desde las que operan, la marina de Arabia Saudita posee su principal base naval en Jedah, en el Mar Rojo, a unos 700 Km de las aguas costeras yemeníes, mientras que la marina emiratí la tiene en Abu Dabí, a unos 2.000 Km. Sin embargo, estos últimos han procurado mejorar su posición en la zona mediante la construcción de al menos tres bases, una en Somalilandia, otra en Perim y otra en Socotra, a esta última también se ha sumado Riyad, aunque ha llegado más tarde que EAU en esta carrera. Al norte de la frontera de Yemen, en la provincia de Jizán, Arabia Saudita mantiene también la gran base terrestre y aérea de King Khalid, desde la que la fuerza aérea y presumiblemente en el futuro, los P-8A sauditas pueden operar en apoyo de su marina, por su parte EAU cuenta con aviones de patrulla marítima CN-235MPA españoles y Dash 8 canadienses, que podrían ser desplegados en Socotra o en algunas de las bases sauditas.
El medio geográfico
Aunque siempre ha sido un país de interior, algunas zonas de Yemen han estado orientadas hacia la mar, puesto que la actividad pesquera y comercial era vital para la supervivencia. Ya a principios del siglo XV los portugueses establecieron algunas posiciones en Yemen, arrebatando en 1538 a los otomanos la ciudad de Adén, que a su vez sería posteriormente ocupada por los británicos, dando fe la importancia estratégica de que históricamente ha gozado este país.
Las costas son por lo general bastante rectilíneas y carecen de bahías de importancia en las que resguardarse. Además, los territorios costeros son agrestes y cuentan con una orografía complicada y llena de relieves que favorecen las actividades ilícitas. Buena parte de dicha costa yemení está deshabitada con la excepción de la zona más occidental del país en donde se sitúan la mayor parte de los principales puertos.
La línea costera suma unos 1.900 Km, que sin representar una cifra importante -España cuenta con 4.960 Km-, sí representa un desafío notable, especialmente si tenemos en cuenta el gran número de territorios insulares y archipielágicos en el Mar Rojo yemení. Hacia el sur y en pleno Océano Índico destaca la isla de Socotra, un territorio protegido por la ONU debido a sus riquezas naturales y que está muy bien situado por ser la llave del Golfo de Adén y del Cuerno de África. En la fachada marítima del Mar Rojo los principales puertos son: As-Salif, Mokha (Moca) y Hodeida. Hacia el sur cerca de los accesos a Bab el-Mandeb está el mayor puerto del país, Adén y unos kilómetros hacia el este se encuentra Abiyan. A partir de ahí, siempre en dirección este, hay poca población y los puertos están separados por grandes distancias, no obstante cabe mencionar los de Balhaf, Mukalla, Sayhut, Nishtun y Gaydah. Además de estos, también existen varias terminales dedicadas a los hidrocarburos y que poseen buenas instalaciones portuarias, como es el caso de Ash Shihir, controlada por empresas canadienses o Ras Isa, en manos de una empresa estatal.
La mayor parte de los puertos anteriormente mencionados son relativamente pequeños, por lo que su tráfico se dedica a actividades pesqueras y a la navegación de cabotaje empleada por los contrabandistas y los comerciantes locales, algunos de los cuales no son yemeníes, sino omaníes, aunque por encima de todo son de sus tribus, comités, AQAP y Dáesh, que son quienes tienen la última palabra sobre las pequeñas ciudades portuarias y pueblos pesqueros del este.
A nivel de guerra submarina el Mar Rojo presenta oportunidades limitadas, ya que el estrecho de Bab el-Mandeb y el Canal de Suez dificultan los movimientos fuera de ese teatro de operaciones. El propio Mar Rojo es relativamente estrecho y solo en sus zonas más centrales hay profundidades por debajo del kilómetro. Con todo, también tiene sus ventajas para la guerra ASW.En primer lugar, las altas temperaturas, que a menudo superan los 30º C, funcionan a favor de los submarinos al producir condiciones en el agua que afectan negativamente a la propagación de las ondas de sonido. En segundo lugar, el ruido producido por el gran número de buques civiles que cruzan la zona ayuda a los submarinos a pasar desapercibidos. Por último, el lecho marino, dada su complejidad resulta idóneo para que un submarino pueda pasar desapercibido.
Quizá el Golfo de Adén presente mejores condiciones para el empleo de submarinos, tanto por sus profundidades mucho mayores, como por el trasvase salino de agua caliente subacuática desde el Mar Rojo hacia el Golfo de Adén. Se trata de un fenómeno estacional, que aumenta entre mayo y octubre, y disminuye hasta frenarse entre julio y agosto. La salinidad en esas zonas alcanza el 40%, con todos los efectos que este alto nivel de salinidad arrastra sobre la batimetría. Ya en plena Segunda Guerra Mundial los italianos desplegaron ocho sumergibles que cosecharon algunos éxitos atacando a la navegación aliada en apoyo de las fuerzas del Eje en el norte de África y volviendo a dar sentido al significado en árabe de Bab el-Mandeb: “Puerta de las Lágrimas”.
El clima es árido, con pocas precipitaciones y temperaturas que se mueven entre los 25 y los 35 grados habitualmente, no obstante el monzón afecta a la zona entre junio y septiembre, e igualmente se producen tormentas y ciclones en noviembre, cuando el Océano Índico deja de estar relativamente tranquilo.
Los vientos del monzón son de oeste-suroeste en el Golfo de Adén y del noroeste en la zona sur del Mar Rojo, sin embargo cuando dicha estación pasa los vientos del Golfo de Adén proceden del noreste.
Por Bab el-Mandeb pasa entorno al 5% del crudo mundial, con decenas de barcos de transporte y especialmente petroleros que se dirigen a las terminales de los oleoductos que dan al Mar Rojo, y que proceden de Arabia Saudita, Sudán o Egipto. De hecho, durante la guerra del Yom-Kippur la marina egipcia bloqueó temporalmente la navegación en dicho estrecho, aunque no por mucho tiempo, ya que la U.S. Navy envió una fuerza naval para romper dicho bloqueo. La ruta alternativa obliga a dar un rodeo por toda África a través del cabo de Buena Esperanza, lo que supone varios días más de travesía, con los costes que ello apareja.
En general estamos ante un escenario de mares reducidos que obliga a operar en líneas interiores, y todo ello coronado por un estrecho, relevante, aunque no vital, para el tráfico comercial internacional, pero sí para el tráfico regional, de ahí que haya tenido su papel en el conflicto yemení.
Las estrategias
La intervención militar foránea en Yemen ha sido orquestada desde el principio por Riyad, quien ha marcado los principales objetivos políticos, que podrían resumirse en primero aislar, y después eliminar la influencia iraní o antisaudí en todo el territorio que comprende Yemen.
A partir de las directrices políticas se ha diseñado una estrategia que en el aspecto marítimo está relacionada con el bloqueo económico y el apoyo a las operaciones en tierra. El bloqueo económico se relaciona con el bloqueo naval, que se suma a los bloqueos terrestre y aéreo, mientras que el apoyo a las operaciones en tierra se conjuga con el dominio positivo de las aguas de Yemen.
Ahora bien, conviene dejar claro que técnicamente, más que de un bloqueo naval, en puridad estaríamos ante una gran campaña de patrulla e interceptación naval, ya que no se ha impedido por sistema el acceso de buques civiles a Yemen, aunque es cierto que se ha asfixiado parcialmente.
A través del bloqueo económico se persigue disminuir la moral de la población y de los combatientes del bando enemigo, obligarles a desviar recursos del frente para la retaguardia, provocar la desafección interna y reducir los vitales suministros de material de guerra para disminuir la capacidad de combate hutí.
Naturalmente, el bloqueo marítimo es un pilar fundamental del bloqueo económico, sin embargo cabe aceptar que no se ha efectuado un bloqueo absoluto, ya que en tal caso la situación interna de un país como Yemen sería tan terrible que sin duda habría puesto a toda la Comunidad Internacional contra Riyad. En su lugar se trata de un bloqueo naval que se concentra en las importaciones, pero que no ataca por ejemplo a la actividad pesquera, vital para la supervivencia de la población local.
Aunque pueda parecer que las ONG occidentales, o el respeto a los Derechos Humanos, no son elementos que hayan logrado afectar negativamente a los saudíes y sus aliados, lo cierto es que poco a poco estamos viendo como algunos mercados de material de defensa en Europa se han cerrado debido a las violaciones del Derecho Internacional alegadas desde varios países, si bien es cierto que por ahora este es un elemento de importancia terciaria.
Íntimamente relacionado con el bloqueo naval, está la obtención del dominio sobre los mares, algo importante que ha permitido influir sobre el combate en tierra mediante el suministro de material de guerra, las operaciones de fuego naval y la ejecución de operaciones anfibias.
La presencia de bases emiratíes y saudíes en Socotra en un primer momento probablemente era una forma de agilizar y mejorar las operaciones en el Golfo de Adén y en Yemen. Posteriormente, al aumentar el grado de implicación en Yemen y al establecerse bases en zonas del Índico y del Mar Rojo se han convertido en herramientas para aumentar la influencia regional.
Aunque Arabia Saudita es el principal interesado en el conflicto de Yemen, a nadie se le escapa su capacidad de convocatoria, al conseguir reunir una coalición árabe que al menos dio una imagen de unidad en los primeros momentos de la intervención, si bien es cierto que a la hora de la verdad solo un puñado de países han contribuido de forma reseñable.
En la política arábiga los EAU y la propia Arabia Saudita hace tiempo que son fieles aliados, y la situación iraní, las relaciones con Qatar y Turquía, el desenlace de la guerra de Siria, o la Primavera Árabe en Bahréin son sin duda hechos que han favorecido una política exterior regional mucho más activa por parte de Abu Dabi.
Política y estratégicamente, EAU se ha comprometido a encargarse del frente sur, el que parte de Adén y del Océano Índico, mientras Arabia Saudita se ha encargado de resguardar su frontera y de efectuar limitadas operaciones de ataque en tierra. No obstante, esta suerte de esferas de influencia no son inamovibles, especialmente porque Arabia Saudita es la potencia regional y Yemen no deja de estar bastante más cerca de su territorio.
Otro actor siempre importante es Estados Unidos, para quien las aguas yemeníes son importantes de cara a su política regional y naval. Respecto a la primera, destaca la contención de la influencia iraní en la región, especialmente después de los derroteros que ha seguido la guerra de Siria. En cuanto a la estrategia y política navales, la libertad de navegación es un principio fundamental del Derecho Internacional Marítimo históricamente propugnado por Estados Unidos, y este derecho se ha visto en ocasiones amenazado por las prácticas hutíes de ataque discriminado contra buques comerciales.
La seguridad del tráfico marítimo probablemente es un objetivo que comparte la práctica totalidad de la Comunidad Internacional, y aunque en apariencia Teherán podría estar interesado en que dicha seguridad disminuya, lo cierto es que incluso Irán ha llegado a exportar 415.000 barriles diarios a Europa, por lo que tampoco estaría en su beneficio torpedear la libertad de navegación en la zona.
Junto a la amenaza hutí al tráfico marítimo existe una amenaza potencial de que el fenómeno de la piratería somalí sea imitado en Yemen, y aunque esto aún no ocurra hemos de recordar que la mayor parte del mercado negro de armas somalí se nutre de los envíos de Yemen, así pues el resultado del conflicto tendrá sus ecos en la otra ribera del Golfo de Adén. Incluso la práctica de actividades piratas por parte de grupos afines a Al Qaeda o a Dáesh no es en absoluto una posibilidad descabellada en un país en el que el estado ni en sus mejores tiempos llegó a tener un buen control de su mar territorial.
Hay que recordar que la aparición de la piratería obliga a los armadores a gastar grandes sumas de dinero en mejorar la seguridad de sus buques, y las pólizas de los seguros también aumentan, por lo que en última instancia toda la economía se resiente, lo mismo ocurre con cualquier otro tipo de ataque que suponga una amenaza contra las vidas, los buques o las mercancías. Todo ello genera un efecto en cadena que cuesta mucho dinero.
En el caso iraní, sus acciones contra Arabia Saudita y sus aliados a través de sus proxys forman parte de la estrategia regional que llevan poniendo en práctica desde hace décadas y que está orientada a aumentar su influencia regional y romper el aislamiento del país. En lo que concierne a la dimensión naval del conflicto de Yemen, para Irán lo más importante es ser capaz de burlar el bloqueo saudí y hacer llegar armamento, particularmente el tecnológicamente avanzado, como puedan ser los misiles antibuque, los MRBM, MANPAD o misiles contracarro.
Los hutíes por su parte, junto a antiguos miembros del régimen y tribus contrarias a Hadi intentan ganar la guerra civil, aunque vista su situación de aislamiento internacional, lograr una situación de tablas que genere una mínima disuasión estratégica sería un logro equivalente al de Hezbolá frente a Israel en 2006.
Para alcanzar la disuasión estratégica los hutíes actúan en tres frentes, de un lado el campo de batalla terrestre, de otro lado los ataques mediante misiles tierra-superficie contra la retaguardia saudita, y por último la guerra naval asimétrica. Dentro de esta última existen dos herramientas: el ataque contra el tráfico marítimo, y el ataque contra buques de guerra, en este último caso se buscan tanto objetivos tácticos, por ejemplo evitar un desembarco, como estratégicos, como por ejemplo mantener a la marina saudita alejada de la costa para evitar un bloqueo cercano.
Por último, tenemos al debilitadísimo estado yemení. Sobre el papel el gobierno internacionalmente reconocido es el de Hadi, aunque cabría plantearse si la mayor parte del aparato estatal se ha quedado en manos hutíes, de todas formas el gobierno de Hadi con los restos de la QBWS apoya a los saudíes en el bloqueo naval al emplear patrulleras y dragaminas, y a la vez intentan mantener con éxito relativo la soberanía sobre los territorios insulares. Cabe añadir, que se calcula que Salé y los hutíes controlaban el 68% del ejército yemení en junio de 2015, lo que obviamente también afectaría a la QBWS.
La dependencia absoluta de Arabia Saudita y de sus aliados, el estado de la QBWS y de su flota de transporte, los costes operativos de participar activamente en el bloqueo naval, la falta de infantería naval, así como de un aparato logístico hacen que en el fondo Yemen sea incapaz de ejercer la soberanía sobre los territorios más alejados del continente, habiendo perdido de facto toda influencia sobre el archipiélago de Socotra, incluyendo a Socotra, Abd al-Kuri, y las islas deshabitadas de Samhá y Darsá, que pueden convertirse en nidos de piratería y contrabando.
Pensemos que ya en 2011 la piratería somalí hizo uso de Socotra como base de aprovisionamientos para aumentar el radio de acción de sus ataques y que, allá donde no hay estado, los piratas, los terroristas y demás actores aprovechan las circunstancias en su beneficio.
El bloqueo naval
El bloqueo naval sobre Yemen tiene como objetivo impedir la llegada de cualquier tipo de refuerzo (económico, material o técnico) a los hutíes. Por desgracia, en la precaria situación en la que se encuentra el país, tiene consecuencias humanitarias dramáticas. En Yemen mueren cientos de personas al día debido a la escasez alimentaria, particularmente en zonas de interior donde apenas hay agricultura, la pesca no es posible y no todo el mundo posee cabezas de ganado. También el suministro de agua tratada para el consumo humano se ha reducido por diversos factores, dando lugar a brotes de disentería y una epidemia de cólera, que es especialmente difícil de combatir ante la falta de medicamentos. La provincia de Hodeida ha sido la más afectada por esta enfermedad, contando con más de 150.000 casos. Por otra parte, Yemen es de los pocos países de la Península Arábiga con poco petróleo, producto del que dependen y que ha visto doblar su precio a la vez que la renta media se hundía. La Cruz Roja incluso se vio obligada a comprar 750.000 litros de combustible para poder mantener el suministro de agua potabilizada en las ciudades de Hodeida y Taiz a lo largo de diciembre de 2017.
Por mucho que nos pese, el ataque directo a la economía y a la población civil son medios para hacer la guerra, por crueles que puedan parecer, y no cabe duda de que producen un importante desgaste en las fuerzas hutíes. De hecho, si no han podido implementar una estrategia basada en el empleo masivo de cohetes, probablemente se ha debido a que el bloqueo impedía hacerles llegar el número de estos -o de componentes clave para su fabricación- necesarios.
Con todo, el bloqueo es muy imperfecto y se ejerce desde la distancia. Dada la disponibilidad de artillería, de carros de combate y de otras armas pesadas apostadas en los principales puertos yemeníes, así como la presencia de minas navales y misiles antibuque, resulta comprensible que para la coalición no haya sido posible obtener un dominio absoluto del litoral. Cuando se ha pretendido buscar un bloqueo cercano a los puertos, se han sufrido bajas reseñables en poco tiempo. Solo a medida que las fuerzas de EAU y de sus aliados han avanzado por la costa occidental de Yemen han logrado amenazar los puertos más importantes, como en el caso de Mokha y Hodeida, eso sí a costa de luchas encarnizadas, debido a su importancia para los hutíes.
El bloqueo, imperfecto como decíamos, no ha logrado cortar por completo la llegada de material de refresco. Los iraníes o bien organizan operaciones mediante su servicio secreto, o bien contratan a contrabandistas locales para que les hagan el trabajo, montados en sus pequeños dhow, un tipo de embarcación tradicional que se usa en media Asia y de la que en Yemen hay miles. Los dhow navegan muy cerca de la costa, y pasan desapercibidos de los otros barcos, así que para poder ser abordados es necesario aproximarse más de lo prudente a zonas en las que los buques de superficie embarrancarían o quedarían expuestos a la artillería, a los misiles y a otras armas de los hutíes, de ahí la dificultad de cortar el tráfico de armas. Los trozos de abordaje de los buques de la coalición liderada por Arabia tampoco tienen un papel relevante, pues los traficantes suelen ir bien pertrechados de armamento. Así por ejemplo, en septiembre de 2018 el destructor norteamericano Jason Dunham, interceptó un simple esquife más de mil fusiles de asalto AK47, mientras que en otras ocasiones se han capturado buques de mayor porte con misiles contracarro Toophan, Delavieh, Tosan, miles de AKM, ametralladoras y RPG-7… Al menos, el bloqueo sí permite prácticamente eliminar la llegada de material pesado, lo que no es poco.
El hecho de que tras tres años de guerra los hutíes aún dispongan de medios para combatir indica que el bloqueo naval no ha sido eficaz, ya que es obvio que el armamento ha estado entrando por vía marítima. Ir un paso más allá y acercarse a la costa, limitando así la actividad pesquera que es el disfraz perfecto para los contrabandistas supondría dejar buques y tripulaciones expuestas ante la artillería de costa, las armas anticarro y unos traficantes que van perfectamente armados, lo que tampoco parece estar dentro de las intenciones árabes. Se ha llegado, por tanto, a una solución de compromiso.
Operaciones árabes
La intervención de la coalición liderada por Riyad comenzó con una operación de fuego de apoyo naval de la marina Saudita. Entre marzo y julio de 2015 la última cabeza de puente importante de Hadi en Yemen estaba en la ciudad de Adén, en donde Salé y los hutíes habían concentrado a sus debilitadas fuerzas tras varias ofensivas. En Adén, se habían formado los Comités Secesionistas de Yemen del Sur, a los que se unieron otras facciones y algunas unidades del ejército regular, y a pesar de ello el avance de los insurrectos no había podido ser frenado. De hecho los sauditas habían esperado hasta el último momento para que las tropas de Hadi contuvieran al enemigo por si solas. Dado que esto no llegó a ocurrir, en su lugar los hutíes llegaron hasta varias terminales portuarias muy importantes de Adén. A partir de dicho momento crítico, los cañones Giat y Oto Melara de 100 y de 76 mm comenzaron a cañonear a los hutíes, quienes vieron frenados varios de sus ataques por el preciso fuego de una artillería naval que posiblemente llegara a hacer tiro tenso, algo para lo que el cañón Compact Mark 2 con proyectiles HE de 23 Kg de las fragatas de la clase Riyad está especialmente bien posicionado. En cuanto la batalla de Adén hubo acabado, y el aeropuerto internacional pudo ser asegurado comenzó un puente aéreo y naval para reforzar a las fuerzas de Hadi y dar comienzo a una contraofensiva terrestre. Este puente naval era indispensable pues las zonas del centro de Yemen están dominadas por AQAP, Dáesh y las tribus. Las infraestructuras viales son mínimas cuando no inexistentes, lo que hace que la mejor forma de abastecer a los pro-Hadi haya sido el mar y, en este sentido, los buques logísticos y la marina mercante han sido fundamentales para el sostenimiento de toda la estrategia de la coalición en Yemen. Así, gracias al puerto de Adén se desplegó el
batallón acorazado emiratí, varios miles de tropas mecanizadas sudanesas, mercenarios sudamericanos y millares de toneladas de armas y municiones vitales para poder sostener a Hadi, no solo de cara a luchar contra los hutíes, sino contra sus propios enemigos internos en el sur de Yemen.
Desde entonces han sido varias las operaciones navales. A finales de 2015 la isla de Hanish Mayor y otras del mismo archipiélago seguían en manos de los pro-Salé, estando Hanish Mayor protegida por una guarnición de al menos 200 soldados. Hanish había sido desocupada por los eritreos en 1998 después de un arbitraje internacional que dio la razón a Yemen, tras lo que se instaló una guarnición permanente en la isla. A medio camino entre Eritrea y Yemen, según Riyad era empleada como centro logístico en el que esconder el armamento que posteriormente iba a ser enviado al continente. Por todo ello, a comienzos de diciembre de 2015 las fragatas de la clase Riyad con la ayuda de los cazabombarderos de la fuerza aérea saudita dieron comienzo a una serie de operaciones de ataque que duraron aproximadamente un par de semanas y que destruyeron la mayor parte de los puestos militares. Este ablandamiento era necesario ya que existían algunos puntos fortificados en la isla, incluyendo trincheras excavadas a lo largo de las playas y puestos de observación en lo alto de las elevaciones. Los defensores contaban con reservas de material, incluyendo ametralladoras pesadas, lanzagranadas RPG-7 y puede que algún blindado BTR-60, pero sus principales medios pasaban por los cañones antiaéreos ZU-23-2, y cañones D-20 de 152 mm, ambos tipos de armas emplazadas en posiciones endurecidas mediante muretes circulares de roca, que miraban hacia la costa. El asalto anfibio se efectuó mediante una combinación de tropas yemeníes de los Comités Secesionistas, marines e infantería saudíes y para ello se emplearon lanchas rápidas que transportaban a un pelotón cada una y que eran escoltadas por helicópteros Panther y Cougar, estos últimos armado con un cañón lateral Giat M621 de 20 mm, y todo ello acompañado por el constante fuego de apoyo naval de los cañones Compact Mark 2. Para mantener la operación también se desplegó al menos un buque logístico de la clase Boraida, perteneciente a la marina saudita y con capacidad para dos helicópteros. No sabemos mucho acerca de otras formas de desembarco que se pudieron haber efectuado, ni de los medios disponibles para los yemeníes, aunque parece que el despliegue en tierra se hizo mediante helicópteros e infantería a pie apoyada por algún que otro Toyota artillado. Que sepamos, la guarnición no opuso gran resistencia probablemente debido a su aislamiento y a la desmoralización provocada por el bombardeo intermitente de las últimas semanas, no obstante de haberla opuesto, una fuerza bien adiestrada y capaz de moverse a tiempo a los puntos de desembarco podría haber puesto en graves aprietos a la infantería enemiga aprovechando las fortificaciones y las armas pesadas disponibles, ya que las lanchas rápidas usadas para desembarcar apenas disponían de una ametralladora para su autoprotección.
Combates en Midi
Entre finales de 2015 y principios de 2016 los pro-Hadi con apoyo saudí lanzaron varios ataques al noroeste de Yemen, junto a la costa y a la frontera sauditas, contra los muelles adyacentes a la localidad de Midi. En febrero, la infantería de marina saudita intervino directamente, probablemente ejecutando una incursión combinada con un asalto a tierra que además recibió apoyo aéreo, ya que se difundieron por internet imágenes en las que se distinguían cráteres de bombas de aviación en varios edificios junto a la costa.
La brigada de infantería de marina saudita cuenta con entre 3.000 y 4.500 hombres que se agrupan en un regimiento con cuatro batallones, dotados de entre 200 y 440 BMR-600 de las versiones 3560.50, P y/o M1. Este vehículo de la firma Enasa, hoy extinta, es apodado “al-khinzir” (el cerdo) por los sauditas y es omnipresente en su infantería de marina. Entre 60 y 300 fueron fabricados bajo licencia por la industria de Riyad, mientras que 140 le fueron comprados a España en los años 80. La 1ª Real Brigada de Marines participó en la Guerra del Golfo de 1991 encuadrada en el Grupo de Tareas Tariq, que se mantuvo en la reserva. Se trata de una unidad con una disponibilidad superior a la de otras fuerzas.
La armada saudita por su parte proporciona los lanchones de desembarco y quizás coordina el apoyo aéreo táctico con la fuerza aérea, pero no tenemos claro si se han integrado JTAC para permitir operaciones de apoyo aéreo cercano. El grueso de la infantería naval monta en vehículos BMR-600P mejorados al contar con aire acondicionado y Sistemas de Gestión de Batalla, así como con una ametralladora pesada M2 Browning. Para reforzar a los batallones de infantería de marina se dispone de unidades contracarro que emplean jeeps con cañones sin retroceso M-40A1 de 105 mm, gracias a estas armas no solo se dispone de capacidad antitanque, sino que también se usan para proveer fuego de apoyo contra objetivos protegidos.
En pleno febrero, durante los combates entorno a Midi, una sección motorizada de BMR-600P fue sorprendida por los hutíes, quienes saquearon y destruyeron varios vehículos, no sin antes grabar su victoria. Desde entonces el frente ha permanecido relativamente tranquilo, y la infantería de marina saudita se ha mantenido inactiva, a pesar de ello representan la fuerza más adecuada para intervenir en el litoral de Yemen.
El papel de Emiratos Árabes Unidos
Sobre el papel, EAU también cuenta con su propio batallón de marines, que están equipados con blindados BTR-3 ucranianos, una modificación del BTR-80 que ha recibido ciertas mejoras como la torreta Buran-N1, dotada de un cañón de 30 mm y capaz de portar misiles CC. Sin embargo por ahora Abu Dabi ha reservado esta unidad y en su lugar ha desplegado un batallón acorazado equipado con carros de combate Leclerc y VCI BMP-3.
El 13 de mayo del año 2018 fuerzas de EAU efectuaron un asalto anfibio contra el pequeño puerto de Al-Fazah que en aquel momento estaba a sólo unos kilómetros de la línea del frente en la que los pro-Hadi estaban lanzando su propia ofensiva. La operación anfibia fue codificada como Red Arrow, y perseguía la captura de Al-Fazah y de un importante centro de mando del enemigo. La operación fue un éxito cuando se destruyó el centro de mando enemigo, se eliminó a un cierto número de tropas hutíes y se aseguró la localidad. Es posible que la incursión contra Al-Fazah fuera precedida y sucedida por incursiones anfibias similares contra otras localidades costeras de la zona.
Durante el verano de 2018 se efectuaron operaciones anfibias de desembarco o de desembarco simulado antes de iniciar el asalto terrestre contra la vital ciudad portuaria de Hodeida, pero al margen del número de tropas enemigas a las que se pudo distraer, lo cierto es que la batalla se enquistó, lo que da a entender que las operaciones anfibias fueron insuficientes.
(Continúa…) Estimado lector, este artículo es exclusivo para usuarios de pago. Si desea acceder al texto completo, puede suscribirse a Revista Ejércitos aprovechando nuestra oferta para nuevos suscriptores a través del siguiente enlace.
Be the first to comment