La Defensa europea en 2022

¿Qué esperar cuando estás esperando?

Este 2022 será, gracias al Strategic Compass, un año clave -para bien o para mal- de cara al futuro de la defensa europea. Fuente - Euractiv.

En pleno proceso de confección del Strategic Compass o Brújula Estratégica, cabe preguntarse en qué punto se encuentra la defensa europea y hacia dónde se dirige especialmente en 2022. Para ello, resulta indispensable analizar iniciativas ya en funcionamiento como la Cooperación Estructurada Permanente (PESCO), la Revisión Anual Coordinada de la Defensa (CARD) y el Fondo Europeo de Defensa (EDF). Análisis tanto más necesario tras cumplirse el quinto aniversario de la publicación de la Estrategia Global de la Unión Europea (EUGS) y cuando aún resta a la UE decidir qué papel quiere jugar en la arena internacional y, llegado el caso, abandonar el que ha sido su estado natural de indefinición desde 2016 en relación con conceptos clave como el de «Autonomía Estratégica».

«2022 será el año de la Defensa Europea», declaró el Presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. Quizá no le falte razón a la luz de los hitos que ya se conocen que tendrán lugar en este Año 2022, entre otros:

  • El 1 de enero Francia asumió la presidencia rotatoria del Consejo, lo que ya presagia una agenda fuerte marcada por los temas de defensa y los intereses franceses en el primer semestre de 2022.
  • El 21 de marzo está previsto el Consejo de Asuntos Exteriores en el que se adoptará el esperado Strategic Compass o Brújula Estratégica.
  • También en la primera mitad del año tendrá lugar la Cumbre Europea de Defensa anunciada por la Presidenta Von der Leyen en su discurso sobre el estado de la Unión del pasado mes de septiembre.
  • Los días 29 y 30 de junio se adoptará el Concepto Estratégico de la OTAN en la Cumbre de Madrid.
  • Tal y como se ha anunciado, en 2022 también se publicarán los segundos resultados de la Revisión Anual Coordinada de la Defensa (CARD).

A esto habría que sumar que el pasado 30 de junio se conocían los 26 proyectos ganadores de la convocatoria del EDIDP 2020 que podrán recibir financiación del Fondo Europeo de Defensa (EDF) ya en vigor y el 16 de noviembre de 2021 se aprobó la cuarta oleada de proyectos bajo el paraguas de la Cooperación Estructurada Permanente (PESCO, por sus siglas en inglés).

Así pues, cinco años después de la publicación de la Estrategia Global de Política Exterior y de Seguridad de la UE (EUGS), la seguridad y la defensa siguen estando de moda. Hemos podido ver cómo se han dado grandes pasos, la prueba es la propia creación del EDF o el lanzamiento de PESCO. No obstante, cabe plantearse si estos pasos, así como la puesta en marcha de nuevas iniciativas e instrumentos, se están dando realmente en la dirección correcta, habida cuenta que la Unión no ha sido capaz aun de definir conceptos básicos como el de «Autonomía Estratégica» ni ha publicado todavía documentos esenciales como el futuro «Strategic Compass».

En consecuencia, y a la luz de la publicación de la primera Revisión Estratégica de la PESCO en noviembre de 2020, así como de los primeros resultados de la Revisión Anual Coordinada de la Defensa (CARD), el análisis en profundidad de la cuestión se torna imprescindible.

Todo ello con el fin de valorar si la UE está alineando correctamente medios, modos y fines, acercándose así a su objetivo de erigirse como un actor global autónomo y asertivo, si bien continúa realizando ejercicios meramente discursivos y sin aplicación real o sí los pasos dados, aunque tangibles, alejan a la UE de sus metas.

Por consiguiente, esta publicación se dividirá en dos secciones principales. Por un lado, se presentará el estado del arte centrándose el análisis fundamentalmente en la CARD y la PESCO afrontando la pregunta ¿dónde estamos? Por otro, y partiendo de la respuesta a la primera cuestión, podrá abordarse la segunda que da forma a la otra sección, ¿a dónde vamos? Todo ello para poder ofrecer de forma sucinta una serie de conclusiones que, debido a la actualidad de la materia, solo pueden tener el carácter de provisionales.

¿Dónde estamos?

Cumplido el quinto aniversario de la Estrategia Global, resulta imprescindible conocer dónde se encuentra la Unión Europea en el marco de la PCSD y comprender los avances a los que hemos asistido, en particular desde 2016. Será esto lo que permita obtener una panorámica general del camino en el que se encuentra inmersa y de las metas que pretende alcanzar.

En términos generales, el impulso de la EUGS fue seguido por el lanzamiento del llamado «Paquete de Invierno» sobre Seguridad y Defensa (Winter Package) como resultado de la Cumbre de Bratislava, en septiembre de 2016. Este paquete se compone de tres iniciativas que se citan sucintamente a continuación.

En primer lugar, se adoptó un Plan de Implementación sobre Seguridad y Defensa[1] (Implementation Plan on Security and Defence) (Documento del Consejo 14392/2016, 2016) para llevar a la práctica el contenido de la EUGS. También, para determinar el nuevo Nivel de Ambición (Level of Ambition) mediante el establecimiento de trece propuestas. Entre estas medidas se encuentran la Revisión Anual Coordinada en materia de Defensa (CARD), la exploración del potencial de la Cooperación Estructurada Permanente (PESCO) y la mejora de la respuesta rápida de la Unión a las crisis a través de herramientas como los Battlegroups. En segundo lugar, el Plan de Acción de Defensa (Defence Action Plan) (Comunicación de la Comisión, 30 de noviembre de 2016), dirigido especialmente a la industria de defensa y al fomento de la investigación y la inversión, y la creación del Fondo Europeo de Defensa (FED). Por último, la tercera iniciativa se identifica con las Conclusiones del Consejo de diciembre de 2016 en las que se aprobó un Plan para la Aplicación Conjunta de la Declaración UE-OTAN adoptada en Varsovia (Declaración Conjunta UE-OTAN, 8 de julio de 2016)[2].

En este primer apartado, por tanto, podrán distinguirse tres subepígrafes dedicados a tres de las grandes iniciativas implementadas desde la publicación de la EUGS: la Cooperación Estructurada Permanente (PESCO), la Revisión Anual Coordinada de la Defensa (CARD), y el Fondo Europeo de Defensa (EDF). Sin embargo, a lo largo de las siguientes líneas y apartados no debe olvidarse la premisa básica de que todos estos instrumentos deben entenderse como partes integrantes de un «comprehensive defence package» en la medida en que son herramientas complementarias y que se refuerzan mutuamente.

1. Cooperación Estructurada Permanente

Revisión Estratégica de la Cooperación Estructurada Permanente

El 20 de noviembre de 2020 se publicaron las Conclusiones del Consejo sobre la Revisión Estratégica de la PESCO como antesala al inicio de la segunda fase del mecanismo prevista para el periodo 2021-2025. En otras palabras, el objetivo principal, tal y como se señala en el propio documento, es que el Consejo finalice el proceso de revisión estratégica emprendido por los Estados miembros participantes y proporcione orientaciones para la próxima fase de la PESCO.

Estas orientaciones versan sobre distintos aspectos: finalidad general, objetivos estratégicos clave y procesos asociados a la PESCO, e incentivos para mejorar el cumplimiento de los compromisos más vinculantes.

Merece especial atención el apartado dedicado al «Objetivo general de la próxima fase de la PESCO (2021-2025)» en estrecha conexión con los compromisos más vinculantes, ya que se dispone lo siguiente:

«La CEP [Cooperación Estructurada Permanente], seguirá contribuyendo al cumplimiento del nivel de ambición de la UE en el ámbito de la seguridad y la defensa, en particular con vistas a las misiones más exigentes. Teniendo esto en cuenta, el objetivo general de la segunda fase inicial, hasta 2025, será cumplir los compromisos más vinculantes que contrajeron mutuamente, en particular trabajando en favor de un conjunto coherente que abarque todo el espectro de las fuerzas, en consonancia con la notificación de la CEP que contribuya al cumplimiento del nivel de ambición de la UE que los Estados miembros definirán con más detalle en el contexto de la próxima brújula estratégica.» (Conclusiones del Consejo, 20 de noviembre de 2020: 5).

Aquí puede encontrarse otra de las expresiones más repetidas en los últimos años con ocasión del lanzamiento de cada una de las nuevas iniciativas: «todo el espectro de las fuerzas» o, en su versión original en inglés, «coherent full spectrum force package». Expresión que junto con la de «capacidades”, «Nivel de Ambición» y «autonomía estratégica», entre otras, pasan a engrosar el glosario de indefiniciones particular de la UE[3].

Es en este punto del documento cuando también se realiza una referencia al Headline Goal, ya que la mejora perseguida en las capacidades de defensa de los Estados miembros participantes debería estar en consonancia con lo ya previsto. Como no podría resultar de otro modo, en este punto las Conclusiones insisten en velar por la coherencia con los procesos en el marco de la OTAN.

En cuanto a los compromisos más vinculantes propiamente dichos, se destaca que los EEMM participantes han decidido que éstos no deben modificarse en el marco de la primera Revisión. Sin embargo, en lo que respecta a las orientaciones acordadas para trasladar a la práctica estos compromisos más vinculantes destaca la aparente falacia circular que denota este documento. Todo por no decir que el documento en general se configura como un texto vacío y, para muestra, un botón:

«Se deben utilizar mejor los proyectos de la CEP para mejorar las capacidades operativas de los Estados miembros participantes y se debe apoyar el trabajo en favor de un conjunto coherente que abarque todo el espectro de las fuerzas, en consonancia con el nivel de ambición de la UE y la notificación sobre la CEP» (Conclusiones del Consejo, 20 de noviembre de 2020: 6).

En consecuencia, no basta con decir que la UE debe avanzar y mejorar, pero sin establecer pautas concretas porque esto va en detrimento de la rendición de cuentas, la búsqueda de la coherencia y manteniéndose en un estado de indefinición constante. Todo ello, por no entrar de forma exhaustiva en las divergencias existentes entre las versiones originales de los documentos en inglés y las traducidas. Pese a que pueda parecer una nimiedad y una obviedad, el lenguaje empleado en los documentos no es azaroso. Cada palabra está medida y acordada, pero en ocasiones podría decirse que la traducción es imperfecta o que no refleja el sentido del contenido original en su totalidad. Mientras que en la versión en español se hace referencia, por ejemplo, a «Objetivos Estratégicos» en la original se denominan «Policy Goals», pero más importante si cabe es la disparidad en la siguiente oración: «Los Estados miembros participantes deben respetar los parámetros de referencia colectivos para el gasto en defensa (…)». En su versión en inglés: «pMS [participating Member States] should respect the collective benchmarks for defence spending (…) ». En español puede que de entrada se piense que no hay ninguna diferencia, pero en el caso del inglés should se refiere a un consejo o recomendación, pero no a una obligación. De entenderlo así, en puridad, podría contravenir una de las fortalezas de la PESCO: la asunción de compromisos vinculantes.

Retomando el hilo conductor, de otro lado, la conexión con la CARD quedaría perfectamente cubierta en la Revisión Estratégica y, además, de forma directa en las orientaciones acordadas de cara a los proyectos PESCO en su próxima fase. En particular, se establece que las iniciativas en materia de desarrollo de capacidades estarán encaminadas a hacer frente a las carencias ya detectadas en los primeros resultados de la CARD, pero también tomando en consideración que debe cumplirse con lo estipulado en el Plan de Desarrollo de Capacidades (PDC) (Conclusiones del Consejo, 20 de noviembre de 2020: 7).

Se insiste en que deben abordarse los «aspectos en los que sea necesario mejorar y trabajando para lograr resultados tangibles» sobre la base de los avances ya logrados. Igualmente, se subraya que la Revisión «ha brindado a los EEMM participantes la oportunidad de evaluar los logros alcanzados en relación con el cumplimiento de los compromisos más vinculantes, así como los proyectos al final de la primera fase inicial» (Conclusiones del Consejo, 20 de noviembre de 2020: 4). Sin embargo, aunque todo el documento gira en torno a estas consideraciones, no se ofrecen datos o cifras concretas de forma pública. Podría sobreentenderse que esta oportunidad la han tenido los EEMM participantes al intercambiar información y actualizar el grado de cumplimiento de los compromisos a través del espacio de trabajo común – basado en la Base de Datos colaborativa de la Agencia Europea de Defensa (CODABA) – y de la Secretaría de la PESCO.

Uno de los aspectos más interesantes de la Revisión es sin duda el dedicado a los «Incentivos para mejorar el seguimiento y el cumplimiento de los compromisos más vinculantes». En particular, en lo referente a su traslación a la práctica, ya que no se especifica cómo se podría articular. Cabe preguntarse, por ejemplo, si los Estados miembros participantes están pensando en un sistema de bonus comparable al que se sigue con muchas empresas cuando son beneficiarias de un contrato con la Administración, al menos, en algunos Estados. De esta forma, si dichas empresas son capaces de cumplir con lo acordado en un plazo inferior al establecido o incluso a un coste mejor, reciben un plus estipulado de antemano, lo que es un buen aliciente. Desgraciadamente, el texto deja en el aire un asunto de la máxima importancia.

Vista la situación desde la otra cara de la moneda, cabe preguntarse ¿qué ocurre en caso de incumplimiento reiterado de los compromisos más vinculantes y, por ende, de los parámetros de referencia? A la vista está que, para casos como el de España, incapaz de cumplir con el compromiso de destinar el 2% de su PIB a su defensa, no existe herramienta punitiva alguna en manos de las instituciones europeas susceptible de revertir una situación que podría eternizarse. Así las cosas y pese a la importancia que se otorga a los compromisos más vinculantes en los documentos oficiales, lo cierto es que no dejan de depender de la voluntad de los EEMM, un importante hándicap para la construcción de la Europa de la defensa.

La cuarta ola de proyectos

Por último, y antes de pasar a realizar una serie de consideraciones sobre la participación de terceros Estados en PESCO, cabe destacar como ya se ha adelantado en la introducción que el 16 de noviembre de 2021 se adoptó la cuarta tanda de proyectos. En esta ocasión, se adoptaron un total de 14 proyectos por lo que la cifra total asciende a 60 proyectos PESCO en marcha.

A continuación, se presentan los nuevos proyectos adoptados por dominio:

  • Training, Facilities: no se ha adoptado ningún nuevo proyecto
  • Land, Formations, Systems:
    • Main Battle Tank Simulation and Testing Center (MBT-SIMTEC), coordinado por Grecia y en el que también participan Francia y Chipre.
    • EU Military Partnership (EU MilPart), dirigido por Francia y al que se suman Estonia, Italia y Austria.
    • Essential Elements of European Escort (4E), especialmente relevante, ya que se erige como el tercer proyecto liderado por España y al que se suman Italia y Portugal.
    • Medium size Semi-Autonomous Surface Vehicle (M-SASV), coordinado por Estonia y en el que también participan Francia, Letonia y Rumanía.
  • Air, Systems
    • Strategic Air Transport for Outsized Cargo (SATOC), liderado por Alemania y que contarán también con la participación de República Checa, Francia, Países Bajos y Eslovenia.
    • Next Generation Small RPAS (NGSR), cuarto proyecto liderado por España y al que se adhieren Alemania, Portugal, Rumanía y Eslovenia.
    • Rotorcraft Docking Station for Drones, liderado por Italia y al que se une Francia.
    • Small Scalable Weapons (SSW), al igual que en el caso anterior, se aprueba partiendo del binomio Italia-Francia.
    • Air Power, coordinado por Francia y al que se suman Grecia y Croacia.
    • Future Medium-size Tactical Cargo (FMTC), igualmente coordinado por Francia y al que se adhieren Alemania y Suecia.
  • Cyber, C4ISR
    • Cyber Ranges Federations (CRF), coordinado por Estonia y que cuenta con la participación de Bulgaria, Finlandia, Francia, Italia, Letonia y Luxemburgo.
    • Automated Modelling, Identification and Damage Assessment of Urban Terrain (AMIDA-UT), coordinado por Portugal y que cuenta con la participación de España y Francia.
  • Enabling, Joint
    • Common Hub for Governmental Imagery (CoHGI), coordinado por Alemania y al que se suman España, Francia, Lituania, Luxemburgo, Países Bajos, Austria y Rumanía.
    • Defence of Space Assets (DoSA), liderado por Francia y que cuenta con la participación de Alemania, Italia, Austria, Polonia, Portugal y Rumanía.

Tomando en consideración estos nuevos proyectos y participación de los 25 Estados miembros participantes en PESCO resulta especialmente ilustrativa la siguiente tabla elaborada por Daniel Fiott:

En este sentido, del extenso análisis que podría realizarse de esta nueva ola – y que se hará en este medio – sí cabe destacar la no participación francesa en los proyectos liderados por España. Resulta un hecho cuanto menos destacable, ya que Francia participa en los otros 12 nuevos proyectos aprobados y lidera 14 proyectos en la actualidad. Esto ocasiona que Francia mantenga actualmente su participación en 21 proyectos en los que converge con Alemania (lidera 8 y participa en 14), Italia (lidera 11 y participa en 19) y España. No parece desde luego una cuestión azarosa en tanto en cuanto estos cuatro Estados miembros participantes en PESCO conforman el conocido grupo de los cuatro o pioneros.

Por último, en el caso de España, la situación resultante sería la siguiente:

  • Ostenta el liderazgo de 4 proyectos. Recuérdense, además de los dos nuevos proyectos, los dos que ya coordinaba, el relativo al Strategic C2 System for CSDP Missions and Operations (EUMILCOM) adoptado en la primera tanda el 6 de marzo de 2018, y el concerniente al Sistema Aéreo de Protección Electrónica Activa (AEA), adoptado en la tercera ola, el 12 de noviembre de 2019.
  • Participa en un total de 21 proyectos, destacando que en la última tanda únicamente se haya sumado a participar en el proyecto liderado por los vecinos portugueses. Igualmente, destacar que España se ha desvinculado de los siguientes proyectos:
    • EU Test and Evaluation Centres adoptado en la segunda ola – el 19 de noviembre de 2018 –, y coordinado por Francia. No obstante, Suecia y Eslovaquia siguen formando parte del proyecto.
    • Cyber and Information Domain Coordination Center (CIDCC), adoptado en la tercera ola – 12 de noviembre de 2019 – y coordinado por Alemania. Mientras que España se desengancha del proyecto, Francia se vincula junto con la ya existente participación de Hungría y Países Bajos.
  • Igualmente, España actúa en calidad de observadora en 15 proyectos.

Participación de terceros estados en PESCO

No obstante, el 20 de noviembre de 2020 no ha sido la única fecha destacable en otoño del 2020. El día 5 de noviembre, y lo que podría considerarse un preludio, de la revisión, se adoptó la Decisión (PESC) 2020/1639 del Consejo por la que se establecen las condiciones generales en las que se podrá invitar excepcionalmente a terceros Estados a participar en proyectos individuales de la Cooperación Estructurada Permanente. Lejos de ser el resultado de una negociación ágil han llegado a prolongarse durante varios años.

La situación política en el seno de la UE ha jugado su papel en este avance, ya que el propio contexto interno también se ha visto condicionado por una serie de factores que han impulsado la adopción de la Decisión como, por ejemplo, la efectiva salida del Reino Unido o las distintas cartas enviadas por los ministros de Defensa del «grupo de los cuatro». Por tanto, podría afirmarse que el desarrollo de la PESCO a nivel legislativo se da por concluido. En otras palabras, la base legal de la PESCO contenida en el Tratado de Lisboa debía ser objeto de desarrollo y la mencionada Decisión viene a cerrar la regulación que sostiene la arquitectura de la PESCO sobre la base de las dos Decisiones claves previas:

  1. Decisión (PESC) 2017/2315 del Consejo, de 11 de diciembre de 2017, por la que se establece una cooperación estructurada permanente y se fija la lista de los Estados miembros participantes.
  2. Decisión (PESC) 2018/909 del Consejo, de 25 de junio de 2018, por la que se establece el conjunto de reglas de gobernanza comunes para proyectos de la cooperación estructurada permanente (PESCO).

No obstante, pese a que la adopción de la Decisión (PESC) 1639/2020 suponga un avance, no puede obviarse que lejos de ser un texto aclaratorio se plantea sumamente denso y de una alta dificultad de comprensión en torno a únicamente nueve artículos. El análisis de la cuestión se torna complejo como fruto, en parte, de las excesivas remisiones a la Decisión (PESC) 2018/909 sobre el conjunto de reglas de gobernanza comunes para los proyectos de la PESCO. Las remisiones combinadas con la extrema laxitud o ambigüedad detectada en determinados puntos del articulado convierten la labor de esclarecer los términos en los que podrán participar terceros Estados en la PESCO en un auténtico galimatías (Cózar, 2021a). Además, tampoco puede obviarse el hecho de que esta Decisión queda supeditada y/o condicionada a lo establecido en la Decisión sobre el conjunto de reglas de gobernanza que debió ser objeto de actualización antes del 31 de diciembre de 2020, hecho que aún no se ha producido[4].

En este sentido, la Decisión deja numerosas puertas abiertas o brechas legales que podrían llegar a bloquear la participación efectiva de terceros Estados y, además, numerosos términos están aún pendientes de ser definidos y aclarados por las Instituciones.

Atendiendo a la propia redacción de la Decisión puede observarse el alto riesgo de contar con problemas en la práctica a la hora de su efectiva implementación habida cuenta de las consideraciones en materia de gobernanza que no han quedado perfiladas en su totalidad (por ejemplo, cuestiones relacionadas con la soberanía tecnológica). Esto resultaría aplicable tanto a la negociación de la entrada de terceros Estados como al funcionamiento ordinario y mecanismo de revisión anual de la Cooperación Estructurada Permanente, por no señalar los posibles obstáculos a la hora de suspender o finalizar la participación de un tercer Estado.

Sin embargo, aunque puedan advertirse carencias incluso a nivel legal, el círculo de la regulación de la PESCO podría considerarse oficialmente cerrado. Lo que es más, ya se encuentra en fase de implementación total al haber atendido a las primeras solicitudes para participar en el proyecto más multitudinario, el de Movilidad Militar (Military Mobility), por parte de Estados Unidos, Canadá y Noruega (Conclusiones del Consejo, 6 de mayo de 2021). Éste último también firmó el 1 de diciembre de 2021 el Acuerdo Administrativo pertinente gracias a que ya contaba con un Acuerdo con la EDA, requisito indispensable para poder participar en proyectos individuales de la PESCO. De ahí que los dos Acuerdos restantes se dilaten más en el tiempo aunque ya se han iniciado los trámites para la negociación del Acuerdo Administrativo con EE. UU. en el marco de la EDA. Igualmente, ya circulan rumores acerca del interés de EE. UU. de participar en otros proyectos o, incluso, de Turquía.

2. Revisión Anual Coordinada de la Defensa

El mismo día que se conoció la Revisión Estratégica de la PESCO se hicieron públicos los primeros resultados de la Revisión Anual Coordinada de la Defensa. A pesar de que la CARD puede haber sido una de las iniciativas más olvidadas desde su creación, ahora tiene mucho sentido abordarla en detalle. Precisamente porque en su primer informe de resultados se ofrece por primera vez una visión general del panorama de la defensa europea (Agencia Europea de Defensa [EDA], 2020).

De forma sucinta, pueden señalarse algunos de sus principales hallazgos. En este sentido, y aunque no es un hecho desconocido, uno de los puntos clave de este informe es que constata que el panorama de la defensa europea se caracteriza por sus altos niveles de fragmentación e incoherencia. No obstante, se combinará con el hecho de que el gasto en cooperación en materia de defensa está muy por debajo de los parámetros de referencia colectivos acordados (collective benchmarks).

Además, insiste en que para superar la fragmentación -lo que será un proceso lento, ya que los resultados a corto plazo no son tangibles- la actuación de los Estados miembros participantes en el programa CARD se centrará en tres ámbitos estrechamente relacionados: el gasto en defensa, la planificación de la defensa y la cooperación en materia de defensa, entre otras cosas mediante la aplicación de las prioridades de desarrollo de capacidades acordadas por la UE y las recomendaciones específicas propuestas para cada uno de estos ámbitos.

Por lo tanto, con el objetivo de superar estas graves deficiencias, el informe identifica importantes vías para la cooperación europea en materia de defensa. Más concretamente, plantea 55 nuevas oportunidades de colaboración en el desarrollo de capacidades en todos los ámbitos operativos, así como 56 oportunidades de cooperación en Investigación y Tecnología (R&T).

Estas oportunidades de colaboración se distribuyen de la siguiente manera, en función del ámbito de actuación: Terrestre (17), Aéreo (14), Marítimo (12), Joint & Enabling (5), Espacial (4) y Ciberespacio (3). Además, esto se combina con las recomendaciones relativas a las capacidades de alto impacto de próxima generación organizadas en torno a seis áreas, en inglés:

  • Main Battle Tank
  • Soldier Systems
  • European Patrol Class Surface Ships
  • Counter-UAS y Anti-Access/Area-Denial (A2/AD)
  • Defence in Space
  • Enhanced Military Mobility

Como se ha adelantado, en este año se conocerá el segundo informe y ello hará posible un nuevo análisis en profundidad a fin de ver si se han tomado en consideración los primeros resultados para seguir impulsando y alineándose con el resto de iniciativas.

3. El Fondo Europeo de Defensa

No podría finalizarse esta primera sección de la contribución sin destacar uno de los últimos hitos alcanzados en materia de seguridad y defensa en el marco de la UE. Por primera vez, el Marco Financiero Plurianual (MFF) cuenta con una partida destinada a asignar recursos en este ámbito bajo el Fondo Europeo de Defensa (EDF).

Regulado en el Reglamento (UE) 2021/697 del Parlamento Europeo y del Consejo de 29 de abril de 2021 (Diario Oficial de la Unión Europea L 170/142, de 12 de mayo de 2021) prevé destinar 7.953 millones de euros en el periodo actual del MFF, 2021-2027. En especial, cubre la posibilidad de financiar dos tipos de acciones. Por un lado, acciones de investigación y, por otro, acciones de desarrollo con el objetivo de consolidar la Base Tecnológica e Industrial de Defensa Europea.

En palabras de Jean-Pierre Maulny, director adjunto del French Institute for International and Strategic Affairs (IRIS):

«La propuesta de la Comisión Europea de poner en marcha un Fondo Europeo de Defensa en el marco del Plan de Acción Europeo de Defensa supone un auténtico cambio de juego para la PCSD y, en particular, para la política europea de armamento, que es uno de los ejes de esa política común de defensa» (Camporini et al., 2017: 21)[5].

Sin embargo, su potencialidad como factor que altere el tablero de juego debe conjugarse con las limitaciones financieras. Pese a haber obtenido dotación presupuestaria, la cifra finalmente aprobada se ha visto considerablemente reducida respecto de la inicialmente propuesta, 13.000 millones de euros. La necesidad de ofrecer una respuesta a la crisis sanitaria ocasionada por el covid-19 ha sido uno de los factores detonantes de esta reducción[6]. Podría destacarse que dentro de la respuesta europea y, en particular, del instrumento Next Generation EU, se asignan un total de 13.200 millones a las partidas conjuntas de seguridad y defensa (Consejo de la Unión Europea, 2021).

Tal y como se ha indicado anteriormente, las tres iniciativas deben entenderse como parte de un paquete integral de defensa por lo que se incide en la idea de que son «herramientas complementarias y que se refuerzan mutuamente» (Servicio Europeo de Acción Exterior [SEAE], 6 de mayo de 2021). Sin perjuicio de que posteriormente vuelva a destacarse en la siguiente sección, debe existir una conexión clara entre los resultados de la CARD, los proyectos PESCO – actuales y los que se adoptarán en un futuro cercano – y los proyectos financiados a través del EDF. Puede destacarse que el 30 de junio de 2021 tuvo lugar el anuncio de los primeros 26 proyectos que se financiarán en el marco del Programa Europeo de Desarrollo Industrial en materia de Defensa (EDIDP), uno de los dos programas precursores del EDF.

En lo que respecta a la conexión directa entre el EDF y PESCO, reside fundamentalmente en que los proyectos PESCO podrían beneficiarse de una mayor cofinanciación de la UE que podría llegar hasta el 30% para los prototipos (SEAE, 6 de mayo de 2021). En esta línea, el 50% de las acciones que recibirán financiación a través del EDIDP están relacionadas con proyectos PESCO (Borrell, 20 de octubre de 2020) con el fin de salvaguardar la coherencia y maximizar las posibles sinergias. Además, no debe olvidarse que desde la llegada de la Comisión liderada por Von der Leyen la UE cuenta con la Dirección General de Industria de Defensa y Espacio (DG DEFIS).

¿A dónde vamos?

El 17 de junio de 2020, en plena vorágine por la irrupción del COVID-19, el Consejo adopta unas nuevas conclusiones sobre seguridad y defensa en las que insistió en «la necesidad de avanzar hacia delante en todas las iniciativas y los encargos realizados desde 2016 como seguimiento de la Estrategia Global de la UE».

Con el propósito de dar por satisfecha tal necesidad, se prevé la articulación del llamado Strategic Compass o Brújula Estratégica. Una nueva iniciativa que está diseñada para mantener el impulso e inyectar coherencia en la defensa europea, ya que pese a las nuevas iniciativas y grandes esfuerzos persiste la falta de visión conjunta entre los Estados miembros sobre lo que la UE debería hacer en materia de seguridad y defensa (Scazzieri, 2020).

En las siguientes líneas, lejos de ofrecer un análisis exhaustivo sobre su futura configuración, se presentarán una serie de ideas clave para comprender las implicaciones que de su confección pueden derivarse.

Para la consecución de la primera fase del Strategic Compass, el Consejo encomienda al Alto Representante/Vicepresidente de la Comisión y a los Estados miembros, consistente la presentación de un «un análisis exhaustivo de 360 grados de toda la gama de amenazas y desafíos, que sirva de base para que los Estados miembros elaboren un documento sobre la Brújula Estratégica que deberá adoptar el Consejo en 2022»[7] (Conclusiones del Consejo, de 17 de junio de 2020: 3).

Esta labor debía desempeñarse combinando las vertientes civil y militar a través del Centro de Inteligencia y Situación de la Unión Europea (EU’s Intelligence and Situation Centre, IntCen) que forma parte de la Capacidad Única de Inteligencia (Single Intelligence Analysis Capacity, SIAC) con miras a concluirse a finales del mismo año 2020. Sobre el papel, se busca que el Strategic Compass refuerce y guíe la aplicación del Nivel de Ambición establecido en noviembre de 2016 en el contexto del impulso dado a la seguridad y defensa por la EUGS. Igualmente, en las Conclusiones se hace hincapié en que la Brújula podría contribuir aún más a desarrollar una cultura común de europea de seguridad y defensa guiada por los valores y objetivos compartidos por los Estados miembros, sin perjuicio de respetar la naturaleza específica de cada una de las políticas de seguridad y defensa nacionales (Conclusiones del Consejo, 17 de junio de 2020: 3).

Ahora bien, la finalidad de la Brújula Estratégica no es otra que definir «las orientaciones políticas y las metas y objetivos específicos en ámbitos como la gestión de crisis, la resiliencia, el desarrollo de capacidades y las asociaciones». Por consiguiente, estas previsiones se harán efectivas en la segunda fase del proceso que se corresponde con la confección del documento sobre la Brújula en sí misma partiendo del análisis de amenazas.

Se prevé que el documento esté conformado por cuatro «cestas» o dimensiones interconectadas referidas a: gestión de crisis, desarrollo de capacidades, resiliencia y asociaciones. Dentro de cada cesta deberá darse respuesta a cuestiones relevantes que sí permitan que la UE y sus Estados miembros avancen en materia de seguridad y defensa. No obstante, debe tenerse en cuenta el tiempo del que disponen para los debates y la redacción del documento que debe ver la luz en marzo de 2022 bajo la presidencia rotatoria francesa del Consejo. Lograr la adopción de un documento ambicioso y clarificador en menos de dos años es un reto repleto de ambición en sí mismo. Sin embargo, precisamente por la falta de tiempo o de acuerdos puede conllevar que nuevamente volvamos a tener un texto genérico – aunque sea una concretización de la EUGS – caracterizado por la extrema laxitud o ambigüedad. Por no decir, como señala Koenig, que se alienta a que los Estados miembros no se queden estancados en grandes debates como el relativo a la definición de conceptos como «autonomía estratégica» (Mölling & Schütz, 2020: 7). No obstante, gracias a la filtración del documento por el medio Bruxelles 2 (B2) podemos hacernos una idea de su contenido y alcance, pendiente aún de acuerdo y adopción. Este borrador fue también presentado por el AR a los representantes de Defensa reunidos en el Consejo los días 15 y 16 de noviembre de 2021. También en la sesión del Consejo Europeo de 16 de diciembre de 2021 se invita al Consejo a que siga trabajando en la versión definitiva del Strategic Compass sobre el borrador anteriormente presentado.

En relación con las cestas y con el apartado anterior, resultará especialmente relevante analizar las previsiones relativas al desarrollo de capacidades en estrecha conexión con la PESCO, la CARD y el EDF[8]. Entre otras cosas, porque emplear todas las herramientas que la UE tiene a su alcance de forma coherente entre ellas teniendo en cuenta, entre otras cosas, el Plan de Desarrollo de Capacidades y los llamados High Impact Capability Goals (HICGs), junto con las previsiones del Strategic Compass y las posturas nacionales, puede desembocar en lo contrario a lo deseado: falta de coherencia.

Además, en materia de capacidades no debe pasarse por alto una consideración ya realizada en el apartado anterior. Este proceso de generación de capacidades debe perseguir lo establecido en el Headline Goal. Sin embargo, y por paradójico que pueda parecer, los Estados miembros no se muestran proclives a abrir el debate relativo al Headline Goal en estos momentos y ello puede afectar a la efectiva implementación del Strategic Compass (Biscop, 2019: 3). Como señala Koenig (2020: 7) los Estados deberían aprovechar esta oportunidad para revisar el Headline Goal porque además de estar desfasado nunca se ha logrado. Además, se ha insistido en dejar atrás los distintos tabúes que pudiesen emerger a tenor de las discusiones sobre la Brújula (European Union Institute for Security Studies [EUISS], 2021) y que no deberían vetarse de facto.

En línea con la necesidad de revisar, reabrir o simplemente abrir debates, una cuestión que no puede ni debe dejarse atrás es la relativa a los temas nucleares. Este sí es un debate que se considera indispensable y obligatorio habida cuenta del escenario geopolítico altamente cambiante que impera en la actualidad y del nuevo marco de competición entre grandes potencias en el que el mundo se está adentrando (Baqués, 25 de febrero de 2021). Sin embargo, ya hay autores que sostienen que habrá materias que se dejarán al margen al identificar y catalogar las amenazas, entre ellas, lo concerniente a la disuasión nuclear (Fiott, 2020: 7-8). Esto carecería de sentido pues si el objetivo último es lograr la autonomía estratégica de la Unión, en ningún caso puede concebirse el análisis de amenazas sin abordar el tema nuclear[9]. Por no decir que eludir este debate sería lo contrario a apostar verdaderamente por el «lenguaje del poder» ya incoado por el AR (Borrell, septiembre de 2019) y estar en posición de representar algún papel relevante en un mundo en el que los principales jugadores disponen de importantes arsenales.

Además, esto contravendría el deseo de que no haya tabúes también manifestado por las Instituciones en el marco de la Conferencia sobre el Futuro de Europa y también de perseguir una cultura estratégica europea compartida o común. Es este precisamente un momento de reflexión probablemente único – y no solamente por estar viviendo una pandemia – que debería aprovecharse. Todo ello, teniendo en mente también los posibles escenarios previstos para el año 2025 que se recogieron tanto en el Libro Blanco sobre el Futuro de la Unión Europea (Comisión Europea, 2017a) y, más concretamente, en el Documento de reflexión sobre el Futuro de la Defensa Europea (Comisión Europea, 2017b).

De la misma forma, no solo las presidencias rotatorias del Consejo que restan hasta la publicación del documento final tienen la responsabilidad de impulsar este proceso, sino que las que se den desde julio de 2022 deben velar por su efectiva implementación y porque los Estados sigan comprometidos. Por consiguiente, «la aceptación política de la Brújula Estratégica es una condición previa necesaria para que los Estados miembros mantengan su compromiso con el proceso y apliquen las conclusiones finales» (Mölling & Schütz, 2020: 11).

En cualquier caso, nada de esto tendrá sentido si las conclusiones del Strategic Compass no vienen acompañados de mecanismos que obliguen a los Estados miembros a cumplir con los objetivos marcados. Al igual que hemos visto en el caso de los compromisos más vinculantes, nada obliga a un país como España a respetar la cifra de gasto del 2% del PIB destinada a defensa. Si este, que es como hemos dicho un compromiso vinculante -y por lo demás, relativamente asequible-, es obviado constantemente, no cuesta imaginar lo que ocurrirá cuando Estados con sensibilidades muy dispares -y en ocasiones enfrentadas- respecto a las amenazas que los afligen o las estrategias a adoptar, deban limitarse a lo recogido en el Strategic Compass. Dicho de otra forma, tal y como explica Daniel Fiott (2020):

«No obstante, una mayor vinculación con los sistemas nacionales de planificación de capacidades funciona en ambos sentidos: la Brújula Estratégica debe contemplar algún sistema de responsabilidad y plazos para garantizar que los Estados miembros se adhieren a los objetivos que ellos mismos fijan en el Consejo. Sin este sistema, la UE corre el riesgo de repetir los fracasos del pasado: muchos conceptos, poca capacidad.» (Mölling & Schütz, 2020: 11)

Por ello, será imprescindible que la cuarta tanda de proyectos PESCO, que se anunciará en noviembre de 2021, esté sincronizada con el resultado final del Strategic Compass si lo que se pretende en última instancia es crear sinergias entre todas y cada una de las herramientas e iniciativas en marcha. En esta línea y más recientemente, el pasado mayo el Consejo (Conclusiones del Consejo, 10 de mayo de 2021)[10] insistía nuevamente en la oportunidad que supone la Brújula y en el necesario refuerzo de las iniciativas de defensa de la UE como la PESCO y el Programa Europeo de Desarrollo Industrial en materia de Defensa. Por tanto, las distintas iniciativas deben ser coherentes entre sí y estar alineadas. En otras palabras, los resultados de la CARD deben estar en consonancia con los proyectos fraguados al albur de la PESCO y los destinatarios de los recursos financieros procedentes del EDF, y todo ello a su vez con el análisis de las amenazas y las cuatro cestas del Strategic Compass.

En esta línea, en la jerga europea están empezando a introducirse nuevos conceptos o expresiones no desconocidas en el ámbito de los Estudios Estratégicos. Prueba de ello, es que el Alto Representante está haciendo suya la expresión «alinear modos, medios y fines» (Borrell, 2021) y ésta está siendo empleada cada vez más frecuentemente en artículos de reputados analistas en seguridad y defensa europeas (Mölling & Schütz, 2020). Asimismo, el AR lo combina con la siguiente afirmación: «Nuestro lema es y sigue siendo que queremos actuar con socios siempre que sea posible y de forma autónoma cuando sea necesario» (Borrell, 2021). Lema que podría analizarse en yuxtaposición con el general de la Unión Europea desde el prisma de la Defensa: «Unida en la diversidad». Si de verdad, como afirma el AR, la UE debe poder actuar cuando sea necesario, eso implica actuar contra cualquiera que sea necesario y cualquiera, por definición, incluye a potencias nucleares como China o Rusia. Esto justifica una vez más la necesidad de abrir el debate nuclear. En resumen, no puede concebirse una verdadera autonomía estratégica sin disuasión nuclear.

A modo de cierre, podría presentarse una última idea atendiendo precisamente al proceso establecido para su adopción: el Strategic Compass vendrá a actuar a modo de «sub-estrategia» de la EUGS. Sin embargo, cada vez son más los que reclaman una revisión de la EUGS con la llegada de cada nuevo ciclo institucional. Revisión que no es incompatible con contar con una concretización de ésta (Biscop, 2019: 2). Esto, además, propiciaría que se crease un verdadero escenario de rendición de cuentas tanto por parte de la Unión Europea como de los Estados miembros.

Esta sería igualmente la dinámica por la que se debería apostar en relación con el análisis de amenazas y el Strategic Compass. Como señala el European Union Institute for Security Studies (2021), «la Brújula podría revisarse cada cinco años y el análisis de amenazas de forma más frecuente para garantizar que siga siendo pertinente y constituya la base de una planificación estratégica que pueda hacer frente a los nuevos e importantes acontecimientos mundiales».

Por tanto, en virtud de todo lo anterior y siguiendo a Biscop (2019: 4), ¿por qué en lugar de Strategic Compass no se llama al documento por su nombre? En otras palabras, ¿por qué no se denomina como lo que verdaderamente aspira a ser, una Estrategia Político-Militar?

Conclusiones

Tal y como se ha presentado a lo largo de estas líneas, los Estados miembros de la Unión Europea están dando importantes pasos de cara a alcanzar la ansiada autonomía estratégica y construir una verdadera Europa de la defensa. Tanto la CARD, como el EDF o la PESCO son buena muestra de ello, aunque sus resultados sobre la defensa europea solo se verán a medio y largo plazo.

Nada de esto debe, no obstante, y por las razones se han ido exponiendo, hacer pensar que estos pasos se estén dando verdaderamente en la dirección correcta. Dicho de otra forma y parafraseando una vez más al Alto Representante, no parece que se estén «alineando, medios, modos y fines». Hacerlo obligaría, en primer lugar, a comenzar el edificio por los cimientos, definiendo conceptos clave como el de autonomía estratégica y culminando la redacción del Strategic Compass antes de aventurarse en programas de desarrollo o inversiones como los financiados por el EDF y enmarcados en la PESCO. Todo ello, unido a la aversión por abrir ciertos temas, como el relativo a la necesidad de dotarse de una disuasión nuclear creíble y común -más allá de la que pueda ofrecer la Force de frappe francesa- y al continuo ejercicio de indefinición realizado en documentos como el acuerdo relativo a la participación de terceros Estados en la PESCO, obligan a ser si no pesimistas, sí al menos cautos en relación con esta parte fundamental del proceso de construcción europea.

La Unión Europea se encuentra, por tanto, en el punto obligado de definir quién quiere ser o si bien seguir manteniendo la definición ya asentada que la caracteriza como «un gigante económico, un enano político y un gusano militar» de forma que únicamente acabe ofreciendo ejercicios meramente discursivos e incluso documentos que podrían calificarse de vacíos.

La publicación del Strategic Compass en marzo de 2022 junto con la clausura de la Conferencia sobre el Futuro de Europa también bajo la presidencia rotatoria del Consejo podrán arrojar luz sobre las distintas cuestiones. Será entonces también cuando pueda determinarse si los nuevos proyectos PESCO aprobados en noviembre de 2021 han sido fraguados en paralelo a la redacción del Strategic Compass y, si, en consecuencia, todas las iniciativas están sincronizados de forma coherente. Lo lógico y esperado será que los nuevos proyectos que se pongan en marcha contribuyan a cumplir con las cuatro «cestas» previstas en el Strategic Compass y, por ende, a la consecución de la autonomía estratégica – cualquiera que sea finalmente su definición. Por el momento, solo resta seguir esperando los resultados definitivos mientras la Unión Europea sigue buscando el norte.

Referencias

Agencia Europea de Defensa. (2020). Results of First Coordinated Annual Review on Defence. Factsheet, 20 de noviembre. Disponible en https://eda.europa.eu/docs/default-source/eda-factsheets/2020-11-20-card-factsheet-final.pdf

Baqués, J. (2021). El regreso de la competencia entre grandes poderes. Global Strategy. Disponible en https://global-strategy.org/el-regreso-de-la-competencia-entre-grandes-poderes/

Biscop, S. (2019). From Global Strategy to Strategic Compass: Where Is the EU Heading? Egmont Institute, Security Policy Brief, 121.

Borrell, J. (2021). Moving forward on European Defence. HR/VP Blog, 28 de febrero. Disponible en https://eeas.europa.eu/headquarters/headquarters-homepage/93928/moving-forward-european-defence_en

  • (2020). Remarks at the European Parliament Plenary. 20 de octubre.
  • (2019). Hearing at the European Parliament. Estrasburgo, septiembre.

Camporini, Vincenzo et al. (2017). European Preference, Strategic Autonomy and The European Defence Fund. French Institute for International and Strategic Affairs (IRIS), Armament Industry European Research Group (ARES Group), Report, 22.

Comisión Europea. (2017a). Libro Blando sobre el Futuro de la Unión Europea Reflexiones y escenarios para la Europa de los veintisiete en 2025. 

  • (2017b). Documento de reflexión sobre el Futuro de la Defensa Europea.

Comunicación de la Comisión al Parlamento Europeo, al Consejo Europeo, al Consejo, Al Comité Económico y Social y al Comité de las Regiones Plan de Acción Europeo para la Defensa, COM (2016) 950 final, de 30 de noviembre de 2016.

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Csernatoni, R. (2020). Challenges: Toward a European Defense Winter? Carnegie Europe. Disponible en https://carnegieeurope.eu/2020/06/11/eu-security-and-defense-challenges-toward-european-defense-winter-pub-82032

Decisión (PESC) 2017/2315 del Consejo, de 11 de diciembre de 2017, por la que se establece una cooperación estructurada permanente y se fija la lista de los Estados miembros participantes.

Decisión (PESC) 2018/909 del Consejo de 25 de junio de 2018 por la que se establece un conjunto de reglas de gobernanza comunes para proyectos de la cooperación estructurada permanente (CEP), DO L 161/37, de 26 de junio.

Decisión (PESC) 2020/1639 del Consejo de 5 de noviembre por la que se establecen las condiciones generales en las que se podrá invitar excepcionalmente a terceros Estados a participar en proyectos individuales de la Cooperación Estructurada Permanente.

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Fiott, D. (2020). Uncharted territory? Towards a common threat analysis and a Strategic Compass for EU security and defence. European Union Institute for Security Studies, Brief, 16 (julio).

Joint Declaration by the President of the European Council, the President of the European Commission, and the Secretary General of the North Atlantic Treaty Organization, 8 de julio de 2016.

Koenig, N. (2020). The EU’s strategic compass for security and defence: Just another paper? Hertie School Jacques Delors Centre

Mölling, C. & Schütz, T. (2020). The EU’s Strategic Compass and Its Four Baskets. Recommendations to Make the Most of It. German Council on Foreign Relations, DGAP Report, 13 (noviembre).

Reglamento (UE) 2021/697 del Parlamento Europeo y del Consejo de 29 de abril de 2021, DO L 170/142, de 12 de mayo de 2021.

Scazzieri, L. (2020). Can the EU’s Strategic Compass steer European defence? Centre for European Reform, 134 (octubre/noviembre). Disponible en https://www.cer.eu/publications/archive/bulletin-article/2020/can-eus-strategic-compass-steer-european-defence

Servicio Europeo de Acción Exterior (2021). Permanent Structured Cooperation (PESCO) – factsheet. Disponible en https://eeas.europa.eu/headquarters/headquarters-homepage/34226/permanent-structured-cooperation-pesco-factsheet_en  

Zandee, D. (2016). EU Global Strategy from design to implementation. Clingendael, Netherlands Institute of International Relations,Analysis, 3.

Notas

[1] Para una mayor profundización en la materia, ver Zandee, Dick. 2016. “EU Global Strategy from design to implementation”, Clingendael, Netherlands Institute of International Relations,Analysis, 3, pp. 27 – 29.

[2] Joint Declaration by the President of the European Council, the President of the European Commission, and the Secretary General of the North Atlantic Treaty Organization, 8 de julio de 2016. Esta Declaración debe entenderse en consonancia con la Declaración adoptada el 10 de julio de 2018.

[3] Para mayor profundización, ver Cózar-Murillo, B. (2021). A propósito de la autonomía estratégica, Ejércitos, 24. Disponible en: https://www.revistaejercitos.com/2021/05/09/a-proposito-de-la-autonomia-estrategica/

[4] Artículo 9 “Revisión” de la Decisión (PESC) 2018/909 del Consejo de 25 de junio de 2018 por la que se establece un conjunto de reglas de gobernanza comunes para proyectos de la cooperación estructurada permanente (CEP), DOUE L 161/37, de 26 de junio:

La presente Decisión será sometida a revisión a más tardar el 31 de diciembre de 2020.

La presente Decisión será adaptada, si fuere necesario, para tener en cuenta las condiciones generales de participación de terceros Estados en proyectos individuales, que debe decidirse por el Consejo de conformidad con el artículo 4, apartado 2, letra g), y con el artículo 9, apartado 1, de la Decisión (PESC) 2017/2315.

[5] Traducción propia.

[6] Al respecto, ver Csernatoni, R. (2020). Challenges: Toward a European Defense Winter? Carnegie Europe. Disponible en https://carnegieeurope.eu/2020/06/11/eu-security-and-defense-challenges-toward-european-defense-winter-pub-82032

[7] Traducción propia.

[8] Ver Fiott, D. et al. (2021). Strategic Compass. New bearings for EU security and defence? European Union Institute for Security Studies, Chaillot Paper, 171. Disponible en https://www.iss.europa.eu/content/strategic-compass#:~:text=The%20Strategic%20Compass%2C%20to%20be,resilience%2C%20capability%20development%20and%20partnerships.

[9] Ver “la gramática de las amenazas” por Fiott, D. (2020). Uncharted territory? Towards a common threat analysis and a Strategic Compass for EU security and defence. European Union Institute for Security Studies, Brief, 16 (julio), p. 7.

[10] En este punto se aconseja la lectura de Declaración de los miembros del Consejo Europeo, SN 2/21, de 26 de febrero de 2021. Disponible en https://www.consilium.europa.eu/media/48649/2526-02-21-euco-statement-es.pdf

Autor

  • Beatriz Cózar Murillo

    Doctoranda en Ciencias Políticas y Jurídicas por la Universidad de Gante (Bélgica) y Pablo de Olavide (España). Máster en estudios de la Unión Europea por la Universidad de Salamanca (España). Especializada en la Política Común de Seguridad y Defensa (PCSD) de la Unión Europea y, más concretamente, en la Cooperación Estructurada Permanente (PESCO).

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