Los últimos meses han sido muy convulsos para la situación de la guerra de Libia. La ofensiva para la toma de Trípoli lanzada por Haftar en abril de 2019 fracasó a pesar del poco territorio que poseía ya el GNA (Government of National Accord). La participación de Turquía tras la firma del acuerdo de reparto de zonas de exclusión económica entre el Gobierno de Trípoli y Ankara ha sido clave para el vuelco de la situación. A través de un amplio despliegue de drones Bayraktar TB2, del establecimiento de una zona de exclusión aérea gracias a los sistemas de defensa aérea Hawk, y de las fragatas clase Gabya, y del numeroso material en forma de vehículos, artillería y munición, consiguieron dar el vuelco a la situación, fracasando el sitio a Trípoli.
Las milicias del gobierno de Trípoli (GNA) conquistaron bastante territorio hasta llegar a Sirte, donde establecieron la línea roja tanto Egipto como Rusia. Por el sur, la línea roja la estableció de manera efectiva Rusia en Al Jufrah, desplegando cazabombarderos MiG-29 y Su-24. Tras fuertes combates en Sirte, Egipto presenta la Declaración de El Cairo por el cual se intenta una resolución política del conflicto con un alto el fuego para el día 6 de junio. Ante la ferocidad de los combates, Egipto moviliza al día siguiente tropas cerca de la frontera con Libia, ya que había establecido un alto el fuego para el día 8, por lo tanto para apoyar este documento se utilizó a sus fuerzas armadas y la amenaza de su participación como coerción para frenar la ofensiva de Trípoli.
La operación aeronaval IRINI muestra sus límites y su baja capacidad de aceptar riesgos y de disuasión. Esta operación pretendía acabar con el envío de armas a Libia, en especial al GNA, por parte de Turquía. Ante la presión de esta misión, tanto por parte de fuerzas griegas como francesas, las fuerzas navales turcas que acompañan a los barcos de transporte de armas responden con contundencia. Ante estas respuestas, la Operación IRINI de la Unión Europea, simplemente cede.
Turquía recurre a EEUU, y Egipto a Rusia, y hay contactos entre los diferentes países implicados en el conflicto, donde se lleva a cabo una intensa actividad diplomática. Rusia muestra su determinación a defender la línea roja de Sirte, utilizando los MiG-29 desplegados en Al Jufrah para atacar a las fuerzas de Trípoli, que acaban retirándose de la ofensiva contra la estratégica ciudad, llegando a un estancamiento de la situación. Además de esto, tanto Turquía como Egipto realizan maniobras aeronavales y terrestres, mostrando su músculo militar.
Hemos podido ver cómo Turquía se ha acercado a Estados Unidos ante la mayor presencia de Rusia sobre el terreno, así como la mayor determinación de Egipto a participar en el conflicto armado. El bandazo hacia Rusia tras el golpe de Estado de 2016 siguiendo los postulados del eurasianismo turco, que implicó el enrarecimiento de las relaciones con Occidente, en especial con Estados Unidos, llega a su fin (pero no del todo, pues tienen muchos intereses en común), sobre todo tras la última campaña en Idlib, donde Rusia atacó a las tropas turcas y Erdogan, en un esfuerzo de buscar apoyos, volvió a recurrir de nuevo a Europa y a Estados Unidos, aunque infructuosamente. Sin embargo, la mayor presencia militar y la mayor influencia de Rusia en Haftar hicieron saltar las alarmas en Washington, lo cual ha sido aprovechado por Erdogan para acercarse de nuevo, pero, a pesar de esto, Estados Unidos sigue distante respecto a esta guerra.
El día 20 de junio es clave, debido a las declaraciones del presidente de Egipto, El-Sisi, que habla abiertamente de una participación militar en Libia, que la considera legítima. Un aspecto clave en ello es la carencia de Egipto de herramientas de guerra indirecta como tiene Turquía o Rusia, para poder realizar operaciones militares que se encuentren en la negación plausible o implausible. Ante tal incapacidad para evitar el desgaste que podría tener diplomáticamente Egipto por su participación en Libia, se presiona al LNA, de manera que esté prohíbe publicar cualquier tipo de información que delate a las tropas turcas, considerándose alta traición estas acciones. Sin embargo, está publicación de información puede ser realizada por cualquier sujeto, y el LNA carece de la capacidad de poder restringir la difusión de las imágenes grabadas. Por lo cual, vemos a Egipto con poca capacidad para operar de manera encubierta o por lo menos con un perfil muy bajo, tal y como sería en este caso.
Siguen unas semanas de intensa actividad diplomática con visitas entre aliados, o la mayor implicación de Grecia con el gobierno basado en Tobruk, etc. Grecia, tradicional rival de Turquía, se opone a los planes turcos en Libia, que le afectan directamente.
La base aérea de Al Watiya tomada por las milicias de Trípoli en mayo reciben a finales de junio, o principios de julio, sistemas de defensa aérea Hawk, además de tropas y otros sistemas turcos, ya que era perfecta para poder realizar operaciones con sus drones Bayraktar. Pero el día 5 de julio son destruidas además de morir unos pocos soldados turcos. Las imágenes que salen publicadas indican claramente que no han sido los MiG-29, ni los Sukhoi 24 rusos, los que han participado en el ataque, ya que son de un pod de designación con los cuales no cuenta Rusia. Ademá, Abdulkhaleq Abdulla, un profesor de ciencias políticas y asesor a tiempo parcial de Emiratos, dijo en un tweet que borró al poco, que “EAU ha enseñado una lección a los turcos”. Además, el gobierno turco acusa a Emiratos, y no a Egipto, de realizar el ataque.
También se dice desde Turquía que han sido los Mirage-2000-9 emiratíes los que han realizado la operación. Esto es debido a que el posible uso de los F-16 Block60 de origen norteamericano hubiera molestado a Washington, sin embargo, los Mirage son de fabricación francesa, por lo cual tienen vía libre para utilizarlos. He aquí lo importante de una industria de defensa nacional y de diversificar los compradores o suministradores para los países que pretendan tener una política exterior independiente, como es el caso de Emiratos.
Por tanto, cuando desde la ignorancia se critica a los países árabes (o la India) de tener a veces unos ejércitos con muy distintos suministradores, hemos de tener en cuenta que debido a su completa dependencia exterior de sus sistemas de armas, aunque cada vez menos, y a la alta posibilidad de entrar en conflicto, deben de tener el mayor número posible de países suministradores. Por supuesto, hay que encontrar un equilibrio con la logística. Esto no quiere decir de que muchas de sus compras sean realizadas simplemente con carácter diplomático, para ganarse las voluntades de los países a los que compra, como en el caso de Qatar, que tras darle la espalda a sus vecinos del Golfo, intentó conseguir apoyo foráneo realizando compras multimillonarias de cazas, como los F-15QA.
La posible intervención de Egipto
El 14 de julio, para aumentar más la presión contra una posible ofensiva de Turquía/GNA, el gobierno basado en Tobruk solicita formalmente a Egipto que intervenga en su favor en caso de que el GNA avance y cruce las líneas rojas establecidas por Egipto en Sirte y Al-Jufrah. La intención del GNA es tomar el denominado Creciente del Petróleo Libio, es decir, la zona costera al este de Sirte, entre Es-Sider y Zueitinia, donde se encuentran numerosas terminales de exportación de petróleo, además de numerosos yacimientos algo más al interior. Trípoli dice que tiene la intención de capturar esos campos. De esta manera, el gobierno basado en Tobruk, podría compensar el apoyo directo turco que reciben las milicias al servicio del GNA. Además, se da cierta legitimidad a una posible intervención egipcia ante la injerencia extranjera como es la de Turquía.
Sobre dicha legitimidad, el jefe del Comité de Defensa y Seguridad Nacional del Parlamento egipcio, el general Kamal Amer, dijo, en el marco de las últimas maniobras “Decisive 2020”, que “la seguridad nacional libia es parte de la seguridad nacional egipcia”. Estas maniobras hay que verlas también en la escalada militar entre Egipto y Turquía, y ante el anuncio de una posible intervención militar egipcia.
En caso de intervención de Egipto, sus objetivos serían más bien poco ambiciosos, como dejó claro El-Sisi en junio, y se limitaría a intentar forzar un alto el fuego e implementar la Declaración de El Cairo, que ha sido muy bien acogida por la comunidad internacional, pero no por Turquía, Qatar y el GNA, que creen poder derrotar al LNA y hacerse con el control de las zonas petrolíferas.
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