Desconocida para la mayoría, la batalla de Marawi, librada entre los militares filipinos y una alianza de grupos islamistas encabezados por Abu Sayyaf y respaldados por Dáesh, ha marcado en muchos aspectos un antes y un después. Más de cuatro meses de combates fueron necesarios para expulsar de la ciudad a unos pocos cientos de insurgentes que aprovechándose del terreno urbano, haciendo uso masivo de drones de pequeño tamaño y apenas con armamento ligero, lograron retar a todo un país.
Durante los años transcurridos desde que en 2012 los hermanos Maute fundasen el grupo terrorista que lleva su nombre, hasta la batalla de Marawi en 2017, la isla de Mindanao había sido testigo de numerosos combates sostenidos por el Maute Group contra las Armed Forces of Philippines (AFP) y la Philippines National Police (PNP).
Su territorio de actuación inicial había sido la provincia de Lanao del Sur, donde los Maute tenían fuertes lazos familiares y políticos, ya que varios parientes aun mantenían cargos en el Moro Islamic Liberation Front (MILF). Este último era un antiguo grupo terrorista embarcado en un proceso de entrega de armas como consecuencia de las charlas de paz mantenidas con el gobierno del presidente filipino, Rodrigo Duterte.
Aprovechando que en el proceso de desarme del MILF se había establecido en la zona sur de Mindanao, un territorio en el que las AFP intentaban no entrar sin informar a los dirigentes políticos del MILF, el Maute Group pudo construir varios campamentos de entrenamiento para terroristas, principalmente jóvenes pobres de la zona y desafectos del MILF – a los que veían como claudicantes ante el gobierno filipino – con los que pudo formar un embrión de fuerza armada.
En el plano diplomático, el Maute Group pudo crear alianzas importantes con otros grupos terroristas filipinos y con simpatizantes del exterior provenientes de Malasia, Indonesia, Oriente Medio y Chechenia. Un gran paso adelante fue la alianza con el Grupo Abu Sayyaf de Hapilon, proclamado emir en las filipinas, que se había trasladado a finales de 2016 desde la isla de Basilán, en el archipiélago de Sulú, hasta Mindanao, con el fin de unirse a los hermanos Maute en su yihad contra el gobierno nacional filipino.
Los primeros ataques del Maute Group contra puestos de las AFP y PNP en la zona sirvieron para ir fogueando a sus hombres y conseguir experiencia en combate. Conforme ganaban en preparación y fuerza, sus golpes fueron cada vez más audaces y atroces, llegando a decapitar a trabajadores, volar con explosivos varias torres de electricidad y adueñarse de varios negocios delictivos como las drogas y venta de armas. El régimen de terror que crearon en la provincia de Lanao del Sur y la campaña de atentados con bombas como los realizados en Davao – ciudad natal de Rodrigo Duterte, al este de Mindanao – o incluso en Manila, capital de Filipinas, contra la embajada de Estados Unidos, tuvieron un efecto multiplicador en su contra.
Los dirigentes del MILF constataron que el Maute Group y sus aliados eran una amenaza plena para su organización, ya que socavaban y ponían en cuestión su autoridad y supuesta representación de los habitantes de la región, por lo que a escondidas empezaron a colaborar con las AFP y PNP para que acabasen con sus rivales.
Cada vez fueron más frecuentes los combates del ejército filipino contra el Maute Group. Los militares fueron localizando los campos de entrenamiento y gracias a su ventaja en artillería, helicópteros y aviación, sistemáticamente consiguieron vencer la resistencia que planteaban los terroristas, ocasionándoles en cada encuentro docenas de bajas y haciéndoles huir, cosa que conseguían gracias a la cobertura de la vegetación selvática.
El ataque a finales de 2016 al poblado de Butig – origen de la familia Maute – que incluyó el izado de la bandera del ISIS en su ayuntamiento- fue uno de las últimas acciones donde el Maute Group mantuvo la iniciativa. El Western Mindanao Command – dirigido por el Lt. General Carlito Galvez Jr.- ordeno al Brig. Gen. Nixon Fortes a emplear a los hombres de la 103rd Infantry Brigade, con base en Camp Ranao, en Marawi, contra los terroristas. Éstos consiguieron mantenerse en la población durante tres días hasta que la presión de los militares les obligo a ceder y dispersarse en la jungla u ocultarse entre la población civil.
El penúltimo golpe contra el Maute Group fue dirigido por el Maj. Gen. Rolando Bautista y la 1st Infantry Division, que con la 103rd Inf Brigade al frente atacaron en abril de 2017 uno de los mayores campamentos del Maute Group. Puestos otra vez en fuga, el núcleo de los terroristas, incluido sus líderes, fueron localizados por los servicios de inteligencia en Piagapo, localidad a 20 km al oeste de Marawi. A partir del 22 de abril tuvieron lugar esporádicos combates en los que consiguieron acabar con la vida de casi medio centenar de terroristas, mientras que al resto se les perdió la pista mientras salían precipitadamente de la población.
El continuo goteo de bajas que diezmaban sus filas, la incapacidad de dar con una repuesta que les permitiese resistir en terreno abierto a la combinación de armas de las AFP y la cada vez mayor hostilidad del MILF, debieron de llevar a los hermanos Maute y sus aliados a pensar que quizás se estaban equivocando de estrategia. La imagen en televisión e internet de los combatientes del ISIS adueñándose de ciudades en Iraq y Siria era una tentación demasiado difícil de resistir. Tomar al asalto una ciudad era algo que ni el MILF ni el MNLF (Moro National Liberation Front, otra antigua organización terrorista embarcada en el proceso de paz) habían conseguido jamás. Quizás la ciudad de Marawi, que los hermanos Maute conocían, ya que había sido su hogar durante su juventud, era el campo de batalla perfecto tanto para sus objetivos políticos como para hacer frente por fin a las AFP. Los más de 200.000 habitantes, en su inmensa mayoría de credo islámico, serian tanto un escudo para evitar la acción del ejército, como un apoyo para sus militantes.
Después de los continuos golpes recibidos por el Maute Group durante los meses anteriores a la batalla que vamos a relatar, todo hacía pensar que los terroristas únicamente trataban de escapar de la persecución militar y policial. Por el contrario, y tal y como demuestra un video capturado en el teléfono móvil de uno de los terroristas posteriormente abatido en la batalla, en realidad lo que estaban tratando de hacer no era otra cosa que tomar la iniciativa y realizar un golpe audaz en Marawi. Su verdadero objetivo pasaba por adueñarse de la ciudad, tomar a su población -o al menos a parte de esta- como rehén y proclamar un estado islámico en la región como había hecho Dáesh en Oriente Medio.
Comienza la batalla de Marawi
El 23 de mayo amaneció como un día corriente en la bulliciosa ciudad de Marawi. Por aquellas fechas tenia lugar en la localidad una peregrinación y encuentro de un movimiento misionario musulmán denominado Tablighi Jamaat, por lo que centenares de foráneos deambulaban por sus calles. Apenas quedaba media semana para el inicio del Ramadán y ambas actividades eran perfectas para los propósitos que Hapilon y los Maute habían planificado con antelación. Como el Vietcong y el ejército de Vietnam de Norte en la ciudad de Hue en 1968 y previamente a lanzar la Ofensiva del Tet, durante semanas habían infiltrado poco a poco hombres, armas y municiones. Los centenares de militantes radicales pudieron camuflarse con los habitantes y los turistas, sortear los controles policiales y comenzar a concentrarse en hostales y en diversas casas refugio preparadas por sus simpatizantes.
Quien no paso precisamente inadvertido fue Isnilon Hapilon, pues el alto precio puesto a su cabeza debió de ser un reclamo insuperable y su presencia en un edificio de la barriada de Basak Malutlut fue comunicada a las autoridades. Después de un discreto reconocimiento por la mañana, a las 14:00 horas el Major Gen. Rolando Bautista dio luz verde para que miembros del Joint Special Operations Unit 3 (JSOU 3), apoyados por el 4th Scout Ranger Company (4SRC), la 14th Division Reconnaissance Company (14DRC) y la 51st Mechanized Infantry Company (51 MIC) se aproximaron a una casa blanca de varias plantas donde presumiblemente se escondía su objetivo.
Al acercase a la vivienda e intentar entrar en la casa para proceder con el arresto, se encontraron que de cada ventana de las diversas plantas del edificio el cañón de un fusil de asalto abría fuego contra los asaltantes. El brutal volumen de disparos freno en seco a los militares que tuvieron que retroceder y buscar un lugar donde cubrirse bajo una tremenda lluvia de balas y granadas. En el inmenso tiroteo, que continuó durante horas, tres soldados perdieron la vida y muchos otros fueron heridos. De la ferocidad del combate quedó como testigo la fachada agujereada del edifico que durante varios días fue morada de Hapilon.
Aprovechando la confusión creada, los guardaespaldas entretuvieron a los militares mientras los lideres terroristas escapaban por la parte trasera de la casa y corrían hasta una mezquita cercana. Aunque habían perdido el elemento sorpresa para conquistar Marawi, decidieron activar su plan, pese a que eso suponía que no todos sus hombres estuviesen presentes en la ciudad. Al parecer la fecha prevista para el inicio de su ataque era el 26 de mayo, coincidiendo con el inicio oficial del Ramadán.
En las distintas barriadas de la ciudad comenzaron a verse a varios hombres con armas largas, mayoritariamente vestidos con ropajes negros y portando las banderas del ISIS. Inicialmente la población no sabía cómo reaccionar y observaba curiosa a dichos individuos que se dedicaban a establecer puntos de control en distintos cruces y caminos.
Grupos más numerosos fueron dirigidos hacia los primeros objetivos previstos; los bancos y otros negocios donde era notorio que había dinero y joyas. Por muchos ideales y fanatismo que tuviesen, el dinero siempre ha sido la mejor arma para vencer adversidades. Y es que mantener una Jihad en marcha cuesta mucho dinero…
Paralelamente iniciaron ataques a edificios públicos y centros de poder político, situados en su mayoría en la zona oeste de la ciudad. Cuando el alcalde se disponía a salir del ayuntamiento junto a su escolta, vieron venir un grupo de hombres armados y tuvieron que retroceder hasta el interior del edificio, donde la policía y los escoltas mantuvieron a raya a los asaltantes. Sin poder acceder al interior y mientras mantenían al alcalde cercado, los terroristas se dirigieron al cercano hospital Amai PakPak Medical Center. Aquí si que entraron sin oposición y amenazaron con sus armas a médicos y sanitarios mientras recorrían las salas y habitaciones buscando cristianos a los que ejecutar. Para ello obligaban a las personas a entonar una plegaria del islam, buscando a aquellos que no la supiesen cantar.
Como se ha citado anteriormente, en la ciudad de Marawi se encuentra la base militar de Camp Ranao, donde está acantonada la 103rd Infantry (Haribon) Brigade, perteneciente a la 1st Infantry Division. Las circunstancias hicieron que la mayor parte de la fuerza de combate de la unidad se encontrase el 23 de mayo conduciendo un operativo contra un grupo terrorista comunista a unos 30 km de distancia de Marawi. Si se le añaden los soldados que participaban en controles de carreteras para interceptar a los miembros del Maute Group, da como resultado que cuando más de un centenar de terroristas intentaron arrasar la base apenas había un puñado de soldados que les pudieran hacer frente.
Otro de sus objetivos fue la cárcel provincial de Marawi, donde se dio una anécdota que ilustra el enorme error cometido por los terroristas al pretender que la población estaba de su parte. En toda la instalación solo había un funcionario cristiano y al percatarse de las intenciones malévolas de los asaltantes, que pensaban ejecutar a los que no fueran musulmanes, lo que hicieron sus compañeros fue meterlo con los presos. Hubiera sido muy fácil para cualquier detenido resentido delatar la presencia del cristiano entre ellos, pero nadie dijo nada. Desarmados los vigilantes, los miembros del Maute Group liberaron a los presos con el fin de conseguir más adeptos y aumentar su fuerza, aunque mayoritariamente la petición fue ignorada.
A pesar de que los hermanos Maute habían sido unos brillantes estudiantes en la escuela, con particular ensañamiento asaltaron el Dansalan College ya que estaba dirigido por una organización protestante y disfrutaron incendiando todas sus aulas e instalaciones. Con el mismo odio entraron en la Catedral de Saint Mary Parish destrozando las imágenes religiosas, profanando el templo y dado que el Obispo estaba ausente tomaron como rehén al Padre Chito, que permaneció retenido durante 117 días hasta que en septiembre consiguió escapar con otros civiles y encontrarse con los militares. Poco a poco se fueron concentrando en Banggolo, el distrito comercial de la ciudad, donde comenzaron a fortificar sus posiciones y a esperar la respuesta de las AFP.
Aquella misma noche del 23 de mayo se decretó la ley marcial en la isla de Mindanao y las fuerzas del gobierno buscaron un primer objetivo claro; sacar del campo de batalla al mayor número de ciudadanos posible para evitar que sufrieran daños en los combates o fuesen capturados y mantenidos como escudos humanos por los terroristas.
Con el fin de unificar el mando se creó la Joint Task Force Marawi (JTFM) bajo las órdenes del Lt. Gen. Rolando Joselito Bautista y con el Lt Col Jo-Ar Herrera como Portavoz. Además de las unidades de la AFP, incorporaba a la PNP y a la Philippine Coast Guard (PCG). A nivel político respondían ante el Secretario de Defensa, Delfin Lorenzana, el Jefe de Estado Mayor, General Eduardo Año, así como ante el Presidente Rodrigo Duterte.
Lo peor que tiene el pertenecer a una organización siniestra como el ISIS es que la maldad intrínseca de sus métodos criminales parece ser que es lo único que une a la comunidad internacional. Incluso las naciones rivales dejaron atrás todas sus diferencias y apoyaron sin fisuras al gobierno filipino. En cuestión de días aviones de patrulla P3 Orion de Australia y Estados Unidos comenzaron a sobrevolar Marawi para obtener inteligencia que pudiera ser usada por las AFP. De igual manera se pudo confirmar la presencia de miembros de las fuerzas especiales norteamericanas manejando varios drones aéreos. Toda clase de armamento y munición de países como China, Singapur, Rusia, etc., comenzó a llegar a puertos y aeródromos de las islas permitiendo su uso sin restricciones.
Y más importante aún, se activó una gran colaboración de los servicios de información de numerosas naciones, entre ellas Malasia e Indonesia, ya que estaban preocupados por la posible participación de algunos de sus ciudadanos como combatientes dentro del Maute Group. Hasta el MNLF se ofreció a unirse a las AFP en Marawi para acabar con los atacantes – con los que tenían cuentas pendientes por provenir en su mayoría de las filas de sus rivales del MILF- petición que diplomáticamente y por razones obvias fue declinada.
Al contrario de lo sucedido en la ciudad de Zamboanga en 2013 – descrito en el número anterior de la revista – la reacción de las autoridades políticas y militares fue rápida y adecuada. Con las alarmas encendidas por toda la ciudad, las tropas cercanas a la ciudad de Marawi recibieron la orden inmediata de volver socorrer a aquellos cercados por los terroristas. Aquí no les concederían más de una semana de dialogo y titubeos que les permitiese fortificarse y tomar miles de rehenes. Conforme entraban en la ciudad por distintas carreteras se iban tropezando con los controles que habían establecido los terroristas.
Una de las primeras unidades que entraron el 23 de mayo en la ciudad fue un pelotón al mando del First Lieutenant Geraldo Álvarez de la 51st Mechanized Infantry Company, 5th Mechanized Infantry Battalion. Procedente de Camp Ranao y con la misión de rescatar a un oficial herido del 49th Infantry Battalion, a media noche se aprestaron a cruzar el rio Agus – que separa la zona residencial de la financiera de la ciudad – por el puente Baloi (apodado por los locales Mapandi Bridge) en dos blindados de ruedas, un V-150 Commando y un Simba, cada uno con 10 hombres, para adentrarse en la zona este de la ciudad.
A mitad de cruce del puente, un aluvión de balas procedentes de numerosas posiciones golpeó a los blindados. Instintivamente el conductor encogió la cabeza y pisó el acelerador para escapar de la zona de fuego. Al final del puente se podían divisar varias de las siniestras banderas negras del ISIS que marcaban la zona bajo su control. Además, un todo terreno cruzado limitaba la calzada por la que los blindados podían circular.
Conforme se adentraban por la calle, una granada de un RPG-2 golpeó el costado del V-150 y dañó gravemente el motor. Poco a poco el blindado fue perdiendo inercia hasta acabar detenido. Para horror de los soldados, los terroristas que habían dejado atrás salieron de sus escondites y comenzaron a acercarse al lugar donde estaban parados los uniformados. La única posibilidad que se le ofrecía al oficial era desmontar de los blindados y tomar posiciones defensivas en unos edificios cercanos.
Conforme los hombres desmontaban bajo las balas de los terroristas, el 1st Lt Álvarez pudo dar un vistazo al V-150 dañado por el RPG. Con gran horror pudo ver que la granada había perforado el blindaje e impactado contra el torso del Private Purlas causándole la muerte. A su lado se encontraba una pierna cercenada, en este caso del Private Cabonita. El resto de pasajeros, todavía conmocionados y con metralla en su cuerpo, bajaron como pudieron del dañado vehículo y se aprestaron a devolver los disparos a sus enemigos. Situados en una precaria posición y completamente rodeados, pasaron horas acosados sin parar. Hasta los heridos tuvieron que estar desplegados con las armas apuntando hacia el exterior de las ventanas. De esta manera, con el arma en sus manos, falleció el Private Cabonita debido a sus heridas. Pese a las urgentes peticiones de ayuda a sus superiores, para los hombres del cercano 49th Infantry Battalion y el 1st Scout Ranger Battalion era imposible acortar distancias con los cercados y prestarles socorro. Ni siquiera el intento de un piloto de helicóptero de la Fuerza Aérea funcionó ya que los numerosos francotiradores enemigos le impidieron acercarse.
Durante todo el segundo día los soldados resistieron en la casa donde se habían refugiado, mientras que el conductor y tirador del blindado intacto usaban su armamento para aumentar la defensa de la posición. Al escasear la munición el tirador salió para extraer la existente en el vehículo averiado pero un francotirador aprovecho la ocasión para alcanzarle cuando volvía a entrar. Herido de muerte pudo comunicarse con sus compañeros y despedirse. La munición cuyo traslado le había costado la vida sirvió para mantener a raya a los enemigos, que comenzaron a lanzar cócteles Molotov para obligarles a salir, por lo que poco a poco se fueron trasladando a las plantas superiores. Para empeorar las cosas los francotiradores no perdieron la oportunidad de causarles otra baja mortal y la única ayuda eficaz que pudieron recibir fueron las pasadas de helicópteros que usaban sus cañones y cohetes para frenar a los terroristas y el fuego indirecto de la artillería.
Al amanecer del día 26 dos compañías intentaron llegar a su localización, pero fueron repelidas y sufrieton numerosos heridos. Al día siguiente, con escasas municiones y suministros, el 1st Lt Álvarez y sus hombres decidieron arriesgarse y salir de su refugio para tratar de escapar hasta un campo cercano hacia donde simultáneamente avanzarían las fuerzas de rescate y podría aterrizar un helicóptero. De manera casi milagrosa la operación transcurrió con éxito pese al incesante fuego enemigo y 16 de los 20 hombres salieron vivos de la trampa mortal en la que habían caído. Durante el resto de la batalla el 1st Lt Álvarez y sus hombres permanecieron en Marawi.
Tal y como se pudo comprobar mas tarde, el intento de captura de Hapilon había incidido en cierta manera en la planificación de los terroristas. Si bien es cierto que la mayoría de hombres y armas ya estaban en la ciudad, también es verdad que habían previsto que importantes contingentes de militantes de otros grupos terroristas se uniesen a la lucha como refuerzo. La rápida actuación de las AFP dejó fuera a la mayoría y únicamente pequeños grupos pudieron sortear los controles militares. De igual forma, sólo en este periodo inicial algunos de sus heridos pudieron abandonar Marawi. Aunque escasos, algunos de sus habitantes decidieron coger un arma y unirse a los yihadistas, aunque seguramente su valor como fuerza de combate fuese escaso.
Para el día 28 de mayo, un total de 13 soldados filipinos habían perdido la vida y 61 militantes del Maute Group habían sido eliminados. Desafortunadamente a esas cifras había que añadir las producidas el día 31 de mayo, cuando 10 soldados murieron y 7 más fueron heridos al alcanzar su posición una bomba de caída libre lanzada por una pareja de aviones SF260 Marchetti de origen italiano. El propio Jefe de Estado Mayor, el General Eduardo Año, anunció la apertura de una investigación para averiguar el motivo de tan lamentable y costoso incidente de fuego amigo.
La lucha en la ciudad
Tras la visita del Presidente Duterte a Mindanao para apoyar a los militares filipinos, pasada la primera semana de caos y comenzado el mes de junio, la situación comenzaba a clarificarse pudiéndose constatar que la mayor parte de los combates se producían en el sector oriental de la ciudad. El frente estaba delimitado al oeste por el curso del rio Agus, imposible de cruzar dadas las fuertes defensas que habían desplegado en los tres puentes y que impedían cualquier avance por este sector. Al sur, las embarcaciones de la JTF Marawi aislaban la ribera del lago Lanao. Por tanto, los ejes principales de avance fueron el norte y oeste. De manera lenta y metódica, durante cinco meses, las unidades militares fueron empujando a los terroristas hacia la orilla del lago.
Un motivo de la dificultad de avance de las unidades del ejército filipino era que en la zona donde los terroristas estaban atrincherados, tanto las viviendas como los locales comerciales, estaban construidos con hormigón armado y reforzados para la defensa ante los frecuentes enfrentamientos entre los diferentes ridos (clanes) que existen en todo Mindanao. Además, existían numerosos sótanos y túneles que permitían tanto refugiarse y descansar como cruzar la calle y cambiar de posición sin ser observados.
El día 6 de junio fue arrestado en Davao el patriarca de los Maute junto con otros familiares. Tres días más tarde fue detenida en la localidad de Masiu, a casi 40 kilometros de Marawi, la madre de los hermanos Omarkhayam y Abdullah, Ominta Romato “Farhana” Maute. A los pocos días de iniciarse los combates había huido de la zona acompañada de algunos terroristas recientemente heridos y varias mujeres, encontrándose en el vehículo en el que viajaban armas largas y explosivos. Resulta curioso que los máximos responsables de la deriva criminal de la familia no tuviesen el menor problema moral en huir del “paraíso islámico en la tierra” que querían establecer en Marawi sus vástagos. El 27 de agosto, mientras sus hijos estaban cercados en la ciudad, Cayamora Maute sufrió un ataque al corazón y murió en un hospital.
Con prácticamente toda la población de Marawi fuera de las garras de los terroristas, no era necesario lanzarse en masa contra las posiciones enemigas y sufrir una carnicería, por lo que se decidió que lo más importante era la vida de los soldados que tendrían que jugársela para entrar. Para los combates en la ciudad, la Sección de Operaciones de la JTF Marawi, bajo el mando del Lt Col Tex Suderio, adoptó la estrategia que denominaron SLICE (Search, Locate, Isolate, Constrict, and Eliminate – Observar, Localizar, Aislar, Constreñir y Eliminar).
Cada punto fuerte enemigo localizado era castigado con las armas de apoyo como los morteros, artillería, helicópteros y aviación. Pelotones de soldados maniobraban para rodear la edificación e impedir que los enemigos pudieran huir. Por último, se tomaba la posición al asalto empleando el apoyo directo de blindados para acercarse o acallar el fuego de respuesta.
Las misiones no terminaban tras la toma del objetivo y neutralización de los enemigos. Había que consolidar cada posición. Algunas de las herramientas más empleadas por ambos bandos fueron la maza y el pico, que permitían practicar aperturas en las paredes facilitando los movimientos, tanto de entrada como de evacuación. Además, para evitar que disparos de tiradores lejanos acertasen a la tropa posicionada en edificios en ruinas en un momento de relajación o descuido, cada día se rellenaban centenares de sacos terreros que se emplazaban dando protección.
Todo este proceso es obviamente lento y las AFP tuvieron que luchar contra la presión de la población y la prensa para acabar cuanto antes con la pesadilla. Muchas veces tardaban una semana para poder cruzar una calle con relativa seguridad. Afortunadamente en el nivel político escucharon los consejos de los mandos militares y concedieron todo el tiempo necesario. Acelerar únicamente hubiera significado mayores bajas entre los militares. Los más de 20 batallones de las AFP provenientes de todo el país y que participaron durante los 5 meses que duró la batalla, fueron dispuestos por zonas y establecieron una rotación para que pudieran descansar, reponerse y cuidar su armamento.
Detrás de los militares, unidades de la PNP especializadas hacían un reconocimiento de la escena de los combates y tomaban pruebas forenses para analizar la identidad de los terroristas abatidos y la tecnología que empleaban como por ejemplo la utilizada para fabricar IEDs. Desgraciadamente, también tuvieron que actuar para rescatar los restos de varios civiles que habían sido capturados por los yihadistas y ejecutados, una escena que nos lleva una vez más a lo ocurrido 50 años antes en Hue.
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