Los cables submarinos son las auténticas arterias por las que fluye la materia prima más importante de nuestra era digital: los datos. De su seguridad dependen las economías y sociedades, especialmente las más avanzadas. El reciente sabotaje al gasoducto Nord Stream, que ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad de algunas de las principales infraestructuras submarinas, obliga a pensar sobre la importancia de las mismas y la necesidad de invertir más recursos en su protección. También a reflexionar sobre la importancia que tiene su control y la responsabilidad que entraña controlar las aguas bajo las que se asientan, algo a lo que países como España deberían ser particularmente sensibles.
Se define el cable submarino de comunicaciones, según la Unión Internacional de Telecomunicaciones (ITU, en sus siglas en inglés), como un cable tendido en el fondo del mar, o enterrado a poca profundidad, destinado a transportar comunicaciones[1]. Las rutas seguidas por los cables submarinos de comunicaciones, los actores que los gestionan y los desafíos tecnológicos que representan son elementos a partir de los cuales se ejercen las relaciones de poder entre los Estados en el escenario mundial.
El tendido de los primeros cables submarinos fue uno de los avances decisivos para las telecomunicaciones. Después de las primeras pruebas en 1838, el primer cable funcional se tendió en 1851 entre Cabo Gris-Nez y Southampton, gracias al ingeniero Bleriot, y sirvió sobre todo para transmitir las cotizaciones bursátiles por telégrafo. El primer cable transatlántico se tendió en 1858 mientras que el primer cable transpacífico llegó ya en 1902, siendo ambos analógicos. Los repetidores se desarrollaron en 1955 y permitieron una transmisión de voz fiable; hasta ese momento, solo se transmitían telegramas.
Los cables submarinos consisten en un núcleo de fibras ópticas, protegidas por cubiertas de aluminio, cobre, policarbonato y polietileno con un espesor total de 17 a 21 milímetros. Se colocan sobre el fondo marino a más de 2.000 metros de profundidad e incluso hasta 8.000 metros como ocurre cerca de Japón. La señal que viaja por la fibra óptica, la luz, pierde su fuerza y debe ser restaurada regularmente a intervalos de 50 a 80 kilómetros. Esto requiere la instalación de repetidores que deben ser alimentados con electricidad de alto voltaje[2].
Para 2023, más de 500 cables de fibra óptica cruzarán el mundo a través de las profundidades del mar sirviendo a las comunicaciones globales. Estas líneas submarinas transportan más del 99% de los datos de Internet y las llamadas telefónicas hacia y desde los mercados internacionales, lo que las hace esenciales para el buen funcionamiento de un mundo cada vez más digital.
Una geografía desigual
El mapa de cables submarinos refleja claramente cómo las prioridades de inversión se dirigen a mercados de telecomunicaciones solventes, aunque algunas rutas también están vinculadas a cuestiones geoestratégicas. Factores de desarrollo tanto económicos como sociales, hacen que estas infraestructuras no estén distribuidas uniformemente en el mundo[3].
El Atlántico Norte, el Pacífico Norte y la ruta Europa-Asia a través del Canal de Suez se encuentran entre las rutas más utilizadas por la fibra óptica. Estos centros de gravedad se configuran a expensas de las rutas marítimas menos frecuentadas por los flujos de información, como el Atlántico Sur y el Pacífico Sur.
Esta geografía desigual induce un cierto número de relaciones de poder en la escena internacional. La red submarina refleja el lugar central de los Estados Unidos en el campo de la información; conlleva la dependencia de muchos países de ella, como la de las naciones de América del Sur en sus intercambios con Europa y Asia.
Sin embargo, el trazado de los cables submarinos no es el único criterio pertinente para comprender la lógica de la red y las desigualdades subyacentes entre los Estados. Cada cable también se distingue por su capacidad. Uno de los últimos, instalado en el Atlántico, Marea, tiene una capacidad teórica de 200 Tb/s, mientras que la capacidad media de los cables activos en la misma zona ronda los 60 Tb/s. Los cables también serán diferentes dependiendo de los actores que estén presentes en su manejo[4].
Los datos de Telegeography apuntan a un crecimiento aritmético del flujo de datos, que se doblará cada dos años. Por su parte, la capacidad de transmisión se ha multiplicado por 8 desde 2016. También aquí encontramos evidencias de una fractura Norte-Sur, con un volumen significativamente mayor al norte de las dos cuencas oceánicas[5].
Una lucha económica
Hay tres tipos de actores en el mercado de cables submarinos: propietarios de cables, fabricantes y armadores encargados de desplegarlos y repararlos en el océano. Entre los fabricantes, que representan a los actores clave en el mercado, los estadounidenses (TE Subcom), los europeos (Alcatel Submarine Networks (Nokia)) y los japoneses (NEC) dominan el sector. El ascenso gradual de China, a través de la empresa Huawei Marine Networks ahora en manos del gigante Hengtong es, sin embargo, notable frente a este oligopolio[6].
Por el lado de los armadores, el mercado se concentra nuevamente en un pequeño número de empresas: TE SubCom, ASN Marine, Global Marine Systems Ltd, Orange Marine y E-Marine son los principales representantes, en términos del número de buques especializados[7].
Los propietarios de los cables son más diversos. Tradicionalmente, operadores globales de telecomunicaciones como Orange, Tata, Verizon, AT&T o China Telecom se unen en un consorcio para invertir en un nuevo enlace. Desde 2010, sin embargo, la llegada de nuevos jugadores, como los proveedores de contenido, ha creado una ruptura en el mercado[8].
Aunque todavía no está en uso, la red de cable submarino de comunicaciones 2Africa es una de las más grandes del mundo, abarca 45.000 kilómetros y conecta 33 países de Europa, África y Oriente Medio[9]. El proyecto está parcialmente financiado por Facebook y lo más probable es que rompa los récords del sistema de cable submarino más largo.
El Hawaiki Nui es un nuevo cable de fibra óptica que unirá Singapur, Indonesia, Australia, Nueva Zelanda, Hawái y la costa oeste de Estados Unidos con 26.000 kilómetros de cable. Junto con el Hawaiki existente, Hawaiki Nui es uno de los principales activos de los cables submarinos más modernos. La mayoría de los cables de comunicaciones submarinos más largos son bastante antiguos y ofrecen peores características.
El Peace es un cable que unirá Pakistán y Francia, con una longitud de 12.000 kilómetros y con una amplia cobertura en la costa este de África. También en África tenemos el Africa-1 construido entre varios operadores de telecomunicaciones, incluidos Etisalat, Mobily, Pakistan Telecommunication Company y Telecom Egypt. Una vez completado en 2023, este cable conectará Europa con Pakistán a través de Egipto y varios países de África y Oriente Medio.
Google está construyendo el Equiano que unirá Portugal, Nigeria, Namibia, Sudáfrica y Santa Elena inicialmente, pero que podría expandirse a muchos otros países africanos. Facebook no ha sido el único miembro de las grandes tecnológicas que invierte en cables submarinos. De hecho, recientemente se asoció con Google para financiar el proyecto del Apricot, un cable que conectará Japón, Singapur y otros países de Asía, principal activo de este mercado.
El 12 de mayo de 2022, un grupo de empresas de China anunció planes para cooperar en el tendido del cable submarino internacional SEA-H2X para acelerar la transformación y expansión digital en Asia. También en Asia tenemos el cable SeaMeWe-6 que corre a lo largo de una ruta similar al FLAG Europe-Asia (FEA), que entró en servicio en 1997, conectando Singapur, India, Egipto y Marsella. El récord mundial de cable submarino más largo lo ostenta el SeaMeWe-3, que se extiende 39.000 kilómetros y conecta 33 países[10].
La instalación de cables submarinos requiere varios servicios. En primer lugar; los cables deben fabricarse, en segundo lugar; existe la necesidad de un control por parte de los buques, evaluaciones medioambientales y la conexión e instalación de estas telecomunicaciones[11].
El mercado de cables submarinos tiene una tasa de crecimiento anual compuesta de cerca del 6%. Sin embargo, viendo las acciones de los principales fabricantes que duplicaron su valor; Nexans aumentó su valor en un 105% y NKT un 102%, todas por encima del 38%, creemos que este mercado duplicará su valor en pocos años. Nexans prevé un aumento del 700% en la demanda de cables submarinos en los próximos 10 años y NKT prevé un crecimiento anual del 20%.
GAFAM y BATX
GAFAM también conocido como las Cinco Grandes, se refiere a las empresas más dominantes en la industria de la tecnología de la información, en particular, las cinco empresas tecnológicas estadounidenses más grandes: Google, Amazon, Apple, Facebook y Microsoft[12].
El término GAFAM se hizo popular alrededor de 2017 a raíz de la investigación sobre la injerencia rusa en las elecciones de Estados Unidos de 2016, debido al papel que jugaron estas empresas tecnológicas con acceso a una gran cantidad de datos de los usuarios. Estas cinco empresas son dominantes en el área de tecnología, inteligencia artificial, big data o comercio electrónico, entre otros, contando con más de 230.000 kilómetros de cables tendidos en el fondo del océano gracias a su flota especializada.
Debido además a sus astronómicas inversiones, las GAFAM han ganado mucha cuota de mercado en el negocio de los cables submarinos en solo unos años para ahora tener la gran mayoría y poseer más de las tres cuartas partes de la infraestructura. Para las gigantes estadounidenses, la recopilación masiva de datos también conlleva la responsabilidad de transportarlos de un continente a otro, a través de cables submarinos.
Invisibles para los usuarios, estas rutas estratégicas se han vuelto indispensables para un sistema globalizado y una economía digital al permitir el 99% del tráfico total en Internet, incluidos vídeos, mensajes e información privada. Para asegurar los caminos, 1.200.000 kilómetros de cables bordean el fondo marino y descansan, en su gran mayoría, en manos de empresas privadas.
Además de las GAFAM, también es importante señalar la existencia del grupo BATX, acrónimo de Baidu, Alibaba, Tencent y Xiaomi; las cuatro empresas tecnológicas más grandes de China. Las integrantes del grupo BATX fueron algunas de las primeras empresas de tecnología que comenzaron a invertir en el mercado del cable submarino en la década de 2000, coincidiendo con el auge de la revolución tecnológica china.
No obstante, por el momento todavía acumulan un importante retraso frente a sus homólogos estadounidenses, al menos en lo relacionado con los cables submarinos. Así, si hace diez años el 5% de los cables submarinos estaban controlados por GAFAM, hoy, la cifra es del 50% y podría ser del 95% dentro de tres años. Un ejemplo que intentan seguir las empresas que conforman el grupo BATX y que amenaza por terminar convirtiendo en cierto modo el sector en algo comparable al salvaje oeste, en donde la ley del más fuerte prima sobre el interés de las personas[13].
Una red de cables submarinos frágil y vulnerable
El interés estratégico de los cables submarinos de telecomunicaciones ha sido reconocido por los Estados desde su nacimiento, en 1852. Las operaciones sobre redes e infraestructuras enemigas en tiempos de guerra así lo atestiguan. En las últimas dos décadas ha habido un aumento en el poder de los Estados en el campo de las profundidades marinas.
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