En este segundo capítulo dedicado a los fundamentos de la táctica, dejaremos atrás las nociones más básicas relacionadas con el concepto de «Battle Group» para centrarnos en el empleo de las fuerzas ligeras acorazadas, tratando desde la composición de un Grupo de Caballería (CGAB) a las funciones que le corresponden, como las de reconocimiento y obtención de inteligencia. Este tipo de unidades, si bien son muy conocidas en el aspecto material, se ven afectadas por serios condicionantes en su modo de empleo, dadas sus particularidades, lo que las distingue claramente del resto de unidades blindadas, algo que bien merece este artículo.
El origen de los carros de combate proviene de la Primera Guerra Mundial, cuando los avances tecnológicos de las armas de fuego acabaron por desterrar definitivamente al caballo de la primera línea de batalla; si bien aún durante un tiempo seguiría siendo un animal de trabajo en favor de los grandes dominantes de aquel conflicto, los trenes de artillería y la logística asociada a levantar millones de hombres en armas, obligados a su vez a protegerse en grandes trincheras de los fuegos de obuses y ametralladoras.
Es precisamente este estado de cosas, que impide toda movilidad no solo a los hombres a caballo, sino a todo el ejército, lo que propicia el nacimiento de los primeros blindados; pesados ‘tanks’ o artilugios acorazados impulsados por cadenas tractoras que portan múltiples ametralladoras y se han diseñado para superar y batir las trincheras enemigas y recuperar la guerra de movimientos, sacando al conflicto del sangriento estancamiento en el que estaba inmerso.
Apenas vislumbrada su utilidad real durante 1918, en los años posteriores impulsarán una nueva y revolucionaria forma de combatir, la guerra acorazada, que alcanzará su madurez durante la segunda guerra mundial. Heredera de la capacidad de choque y guerra móvil de la antigua caballería, llega justo a tiempo para que los ejércitos occidentales, apegados a las tradiciones y en plena crisis de sus fuerzas hipomóviles, hagan la lógica y directa asimilación de las fuerzas blindadas con la caballería [1], transformando al nuevo arma en la moderna caballería acorazada, tanto con los carros de combate (que representan el choque de la caballería pesada, coraceros y lanceros) como con las nuevas y variadas formas de carros ligeros, tanquetas y autoametralladoras que se van desarrollando (propias de la caballería ligera, cazadores y húsares).
En España la cosa tomará un camino diferente; neutral en los dos conflictos mundiales, económica e industrialmente atrasada y enfrascada en una guerra colonial en el protectorado de Marruecos, la historia de las fuerzas acorazadas españolas es un resumen perfecto de falta de visión, imponderables históricos y desidia.
Si bien los primeros carros llegaron en fecha tan temprana como 1922, precisamente para combatir en la guerra de Marruecos; su pobre desempeño no causó gran impacto en el Ejército, que pasaba como el resto del país por una profunda crisis institucional y política que culminaría en una sangrienta guerra civil. Durante la misma, ambos contendientes recibieron cantidad de medios blindados de los que eran los principales precursores de esta nueva forma de combatir: Alemania y la URSS. Aunque nuevamente no se sacó demasiado partido de ellos durante la contienda, al faltar la base doctrinal y el entrenamiento adecuado para ello.
Con el estallido de la guerra mundial y el alineamiento político del régimen de Franco con los que a la postre serían los grandes perdedores, se puso fin a toda esperanza de modernizar un ejército que poco había cambiado desde los tiempos del desembarco de Alhucemas. Debido al aislacionismo internacional de España, unido a las dificultades económicas de la posguerra, no hubo ninguna inversión en material acorazado, reuniendo lo poco que quedaba en un núcleo en forma de regimiento, el RIAC 61 ‘Alcázar de Toledo’, creado para tal propósito en 1939 y que pertenecerá al arma de infantería; permaneciendo la totalidad de la caballería española a lomos de sus rocines, incluida una división completa formada por tres regimientos de sables, ubicada en Madrid.
No será hasta 1953, con los acuerdos de Washington, que la ayuda americana proporcionará nuevo material blindado en cantidad y calidad; lo que supondrá la motorización repentina de todo el Ejército, nuevamente sin un marco doctrinal adecuado para asimilar sus posibilidades tácticas. La decisión fue salomónica, optando por mantener los nuevos carros de combate en dos armas de combate distintas: Infantería (precursora de su empleo) y caballería, cada una con diferentes misiones.
Esta dualidad es un caso único entre los ejércitos de referencia, pero obviaremos el uso del carro de combate como elemento principal de los GT y S/GT acorazados, que queda englobado en el primer capítulo de este trabajo, y nos centraremos en las misiones y modalidades propias del arma de Caballería, única operadora de fuerzas ligeras acorazadas, ya bien sea por el uso de blindados de este tipo (carro ligero Centauro) o por combinar carros de combate (MBT o Main Battle Tank) Leopardo 2E con medios más ligeros de ruedas, formando unidades mixtas.
Composición del Grupo de Caballería (GCAB)
Un GCAB (Grupo de caballería) está al mando de un teniente coronel de la especialidad fundamental caballería, auxiliado por una plana mayor de mando; a todos los efectos se organiza como el GT de infantería que reportamos en el capítulo anterior, por lo que no insistiremos en conceptos conocidos. Si hemos de citar alguna diferencia fundamental es, por un lado su tamaño, inferior en unidades subordinadas y personal, y por el otro su concepto de empleo, que se basa más que en cualquier otro en un uso disgregado por escuadrones, que es el equivalente a las compañías de infantería.
Hasta ahora, los grupos han tenido una composición heterogénea según la unidad donde fueran encuadrados, contando con un escuadrón de plana mayor y servicios (EPLMS) y dos de ‘armas’, ya sean acorazados (EAC) o ligeros acorazados (ELAC), existiendo hasta cuatro variantes según usaran ruedas, cadenas o una combinación de ambas. Sin duda son demasiados tipos distintos para un arma de entidad tan limitada; por poner un ejemplo, infantería dispone también de cuatro tipos de compañías pesadas (carros, mecanizada Pizarro, TOA y BMR) queriendo limitarlas a solo tres (Leopardo, Pizarro y Dragón), siendo un arma mucho más grande y con responsabilidades más variadas.
En los últimos años, los GCAB se han reducido de doce a diez, con la intención de que al distribuir el escaso personal en menos unidades estas puedan ser reforzadas, alcanzando los tres escuadrones de maniobra propios de un GT, tal como se define en el estudio Fuerza 35 [2], ya que la organización anterior limitaba en exceso sus posibilidades tácticas.
Estos tres escuadrones son ahora de tipo único, denominado ligero acorazado (ELAC) pero del que subsisten dos variantes, según encuadren CCM Leopardo o VRCC Centauro. Su MPLTO (Módulo de planeamiento) ha sufrido también una gran transformación, abandonando las clásicas secciones heterogéneas del pasado para pasar a otras homogéneas: El escuadrón cuenta con dos secciones ligeras acorazadas (SLAC), una acorazada (SAC), una de exploración y vigilancia (SEV) y un pelotón de morteros (PnMP).
Se ha reforzado así el componente ligero, al recuperar las SLAC los dos pelotones VEC (4 vehículos), pero restando potencia de combate (acorazado) al escuadrón, retirando los 6 CCM/VRCC de las SLAC para reunirlos en una SAC de solo cuatro vehículos; esto se ha debido a las limitaciones en el material de dotación [3] y a nuevos conceptos doctrinales, como incentivar el reconocimiento sigiloso mediante vehículos 4×4 sensorizados.
De este último requerimiento ha surgido el VERT (Vehículo de exploración y reconocimiento terrestre), un VAMTAC equipado con el sistema SERT de Navantia y del que ya hay en servicio una preserie (en espera del modelo definitivo); estando diseñado específicamente para acometer misiones ISR (Intelligence, Surveillance and Reconnaissance) y que equipa a las SEV.
Es previsible que con el tiempo se imponga una orgánica más homogénea donde un escuadrón ligero (ELIG), ya presente en algunas unidades, aglutine estos medios de reconocimiento en profundidad y pueda así integrarse en el plan de reconocimiento elaborado por el CIDI (Centro de Integración y Difusión de Inteligencia) de brigada, dejando al resto del grupo las misiones donde los escuadrones deben combatir y/o actuar al amparo de los gruesos.
También debemos mencionar el escuadrón acorazado de ruedas (EAC-R), unidad homogénea completamente equipada con VRCC Centauro y que responde exactamente a lo que en la OTAN se denominan fuerzas ligeras acorazadas. Este escuadrón está presente en los grupos Sagunto I/8 de la BRIPAC y Numancia I/11, y precisamente van acompañados de uno o dos ELIG dotados exclusivamente con 4×4 y prescindiendo del VEC, asunto al que volveremos más adelante.
Modo de empleo
La caballería española es un arma de maniobra y como tal ejerce esta función de combate, que consiste en derrotar al enemigo en contacto con una combinación de fuego y movimiento. En esto no se diferencia de la función básica del arma de infantería, por lo que su razón de ser la buscaremos en los TTP (Técnicas, Tácticas y Procedimientos) que utilice, adaptados a unas misiones tipo que normalmente le serán asignadas. Misiones que se resumen en:
- Reconocimiento
- Seguridad
- Enlace táctico
- Reserva
Tienen la particularidad de ejecutarse preferentemente antes o después del combate decisivo, que es aquel que planteamos para derrotar a una fuerza oponente y/o lograr el objetivo de una operación; en base a estos gruesos los grupos de caballería, ya bien sea actuando como parte de una brigada o de una división, tienen la función de actuar en favor de su unidad, generando sinergias y/o favoreciendo la maniobra de aquella.
Aquí ya surgen las primeras diferencias, pues las misiones asignadas se caracterizan por un alto grado de incertidumbre y dependen directamente del despliegue y actitud tanto de nuestras fuerzas restantes como las del enemigo. Esto hace que la fase de planeamiento sea mucho más corta, sencilla y basada en unas directrices generales, que consideran el objetivo general de la operación y una serie de decisiones adaptadas al devenir de las operaciones, que como explicamos anteriormente se denomina fase de conducción y se ejerce mediante órdenes complementarias (FRAGO o Fragmentary Orders) de tipo verbal.
Esto no significa que no se realice una planificación detallada de la operación, especialmente a la hora de evaluar las posibles líneas de acción (COA o Course of Action), especialmente el análisis y consideración de las que pueda tomar el enemigo, anticipándose así a sus decisiones.
Esta forma de mando es la que forja el carácter de los mandos del arma de caballería, que defiende su singularidad no tanto en los materiales que utiliza (que estudiaremos más adelante) como en la formación y espíritu combativo de su personal. Cualidades que se resumen en:
- Movilidad
- Velocidad
- Flexibilidad
- Fluidez
Al contrario de lo que pueda parecer, no son exclusivamente características físicas, pues conceptos como la movilidad y la velocidad son propias de toda fuerza mecanizada o acorazada, sino que inciden en el proceso cognitivo del personal; así pues hablamos de tener velocidad de pensamiento y flexibilidad en la toma de decisión, actuar rápidamente ante los cambios del campo de batalla y mantener siempre estructuras tácticas que garanticen la operación continua (fluidez) de forma aislada, sin los problemas de coordinación de un GT convencional con sus apoyos al combate (estén estos agregados o no).
Igualmente, al operar en favor de GUs tipo división o al realizar funciones de enlace entre unidades, cobertura a los flancos o reconocimiento en profundidad, suele operar lejos de los gruesos, en ocasiones incluso fuera del alcance de la artillería propia, y hacerlo de forma fragmentada.
En resumen, la unidad táctica base de la caballería es la ‘partida’, denominación tradicional del S/GT y formada a partir de un escuadrón, cuya orgánica está adaptada desde un principio a la función táctica que se le demanda. Esto dificulta factores como el adiestramiento y disponibilidad del personal para los distintos puestos tácticos del escuadrón, pero mejora la cohesión y un mayor automatismo en los procedimientos. Facilitamos así el proceso de planeamiento y la acción de mando de los escalones intermedios, especialmente del JESCON (Jefe de Escuadrón), máximo exponente de la doctrina de mando orientada a la misión.
La función reserva
La acepción principal de la reserva queda claramente definida en su nomenclatura, una fuerza que no se empeña en la fase principal del combate y permanece a disposición del jefe para variar el curso del mismo, reaccionando a las incidencias que se presenten, proporcionando reiteración en el impulso inicial, realizando una explotación del éxito obtenido (relevando a la fuerza principal, desgastada por el combate) o acudiendo a taponar una brecha o cubrir un repliegue tras un combate desfavorable.
Su entidad depende de los gruesos a los que proporciona apoyo, siendo desde S/GT para una operación de AGT hasta una brigada completa en el ámbito operacional, donde despliega un cuerpo de ejército. En España el nivel máximo constituido para el arma es el regimiento, que habitualmente cumple una función administrativa, pero que ejerciendo como unidad divisionaria, cuenta con una PLMM operativa y recibe los apoyos necesarios (zapadores, artillería y logistica) de otras unidades para formar una AGT; no obstante, lo más habitual es el uso de GT o S/GT reforzado en el ámbito de operación de la brigada.
Dentro de las modalidades de combate que definimos en el primer capítulo de este trabajo, la principal forma de actuación en defensiva es la maniobra retardadora, mientras que en ofensiva optará por el ataque inmediato y/o la persecución.
Una de las operaciones más delicadas de toda fuerza es el movimiento retrógrado, ya que se expone a que el enemigo lo detecte y aumente la presión sobre las fuerzas propias, realizando una persecución; para evitarlo dicho movimiento debe ser escalonado y contar con un elemento protector de dicha maniobra, que puede ser de dos tipos, repliegue y retirada. La diferencia entre ambos es que la retirada se ejecuta cuando hay contacto con el enemigo, lo que supone un alto riesgo de destrucción.
Cuando una fuerza está en movimiento, sea ofensivo o defensivo, el citado escalonamiento se denomina obviamente ‘paso de escalón’, mientras que si hablamos de sustituir fuerzas muy desgastadas de sus posiciones defensivas fijas, atendemos a un relevo. Dicho relevo también puede ser escalonado o simultáneo, que es más rápido pero supone abandonar momentáneamente el entramado defensivo (especialmente las posiciones de fuego). Este relevo puede, además, establecerse sobre las posiciones iniciales o por otras alternativas, siempre que las características de las unidades implicadas sean muy diferentes (por ejemplo con infantería ligera). Igualmente, cuando una fuerza está vigilando o fijando un objetivo o un contingente enemigo y debe ser relevado, se produce lo que llamamos una transferencia de autoridad sobre dicho objetivo entre la fuerza que ejerce el relevo y la relevada.
Un repliegue puede producirse por muchos motivos, por contra la retirada siempre se realizará por necesidad imperiosa, evitando una derrota y destrucción de la fuerza en contacto con un enemigo superior o tras debilitamiento extremo de nuestra capacidad de combate. Esta circunstancia es la razón principal por la que se establece una reserva, que pueda acudir a cualquier punto de un frente actuando con la citada ‘economía de medios’; todo ello apunta a las fuerzas ligero-acorazadas como las más apropiadas para acudir con celeridad a estabilizar la línea de frente.
Esto se realiza mediante un contraataque o una acción retardadora, según se pretenda mantener la línea de contacto a proporcionar seguridad a la retirada. La esencia de esta última maniobra es facilitar la rotura del contacto de la fuerza apoyada con total seguridad, ralentizando el avance enemigo y fijándolo, preferiblemente simulando fuerzas de mayor entidad (la fuerza en retirada) mediante lo que se denominan fuerzas sutiles. Estas fuerzas se sitúan en la inmediata retaguardia de la fuerza en retirada, y una vez sobrepasadas por esta y cuando lo determine el mando, pasarán a hacer una maniobra de defensa móvil retrógrada. Para ello deben combinarse la actuación decidida, el choque violento y una gran coordinación, igualmente la acción del escalón retardador ha de acompañarse con una posición de apoyo que le proporcione cobertura y fuegos indirectos, fundamentales para que toda ruptura del contacto sea efectiva por la capacidad de ‘supresión’ que ofrecen.
En esta misión priman la potencia de fuego y la alta movilidad táctica y operacional sobre cualquier otra consideración, igualmente la máxima prioridad es salvaguardar la integridad de los gruesos ante una retirada de consecuencias potencialmente desastrosas, llegando incluso al sacrificio en pos de esta misión [4].
Seguridad y enlace
La seguridad de la fuerza es una función fundamental en las unidades de combate y abarca muchas actuaciones que van desde el combatiente individual a las GUs; son actuaciones en favor de la seguridad las medidas de decepción (enmascaramiento), la fortificación y la cobertura. Esta última se realiza en favor de otra unidad, y se basa en aislarla o protegerla del contacto indeseado con el enemigo; evitando que nuestros gruesos (unidades principales y/o decisivas de la fuerza de combate) sean sometidos a hostigamiento y/o ataques durante las fases de descanso y preparación, para así mantener la iniciativa en lo relativo a cuándo y cómo presentar batalla.
Según el tamaño de los gruesos (agrupación, brigada o división) esta seguridad es de ámbito táctico u operacional, igualmente la función de enlace, que consiste en mantener continuidad en el despliegue, cubriendo los huecos entre diferentes GUs, suele tener impacto en el ámbito operacional. Ambas siguen el principio de economía de medios, es decir: se emplea la mínima entidad de fuerza necesaria para lograrlas, pues su misma concepción se basa en liberar los gruesos para ejecutar nuestras propias operaciones.
Se definen tres tipos diferentes de seguridad y fuerzas de seguridad (FS):
- Seguridad (FS) de vigilancia
- Seguridad (FS) de protección
- Seguridad (FS) de zona
En lo que respecta al despliegue, y en virtud del de nuestros propios gruesos, se establecen tres formas de seguridad: a vanguardia, en los flancos y a retaguardia. El reconocimiento y la vigilancia son formas de seguridad (seguridad de vigilancia), ya que tratan de obtener información y alerta previa sobre la entidad y movimientos del enemigo; si bien en muchas ocasiones no está en condiciones de combatir para aportar seguridad, debiendo el escalón de reconocimiento romper el contacto para evitar su destrucción.
Este es el problema de muchas unidades de reconocimiento técnico o sensorizado de los ejércitos occidentales, especialmente del Heer alemán (equipado con vehículos Fennek), que carece de capacidad de realizar reconocimiento por el fuego u ofrecer seguridad de protección/cobertura, que no es otra que la de combatir en extrema vanguardia para evitar el contacto del enemigo con nuestros gruesos.
Por último, se define la seguridad de zona, que consiste en controlar un espacio amplio de terreno, un itinerario o un flanco expuesto; la función de enlace no es otra cosa que una seguridad de zona, evitando que el enemigo use los espacios vacíos entre diferentes unidades para penetrar en nuestro despliegue. La diferencia entre la protección inmediata (dentro de un GT) y la cobertura es que esta última se hace en favor de otra unidad y a tenor de las distancias de despliegue, el grupo o escuadrón tendrá sus propios apoyos asignados, al no contar (rango de alcance) con los de la unidad a la que presta cobertura.
Igualmente, la seguridad de zona tiene como función el contra reconocimiento, es decir impedir las acciones de reconocimiento enemigas sobre nuestro despliegue. Obviamente el reconocimiento enemigo podrá ser por el fuego (hostigamiento) por lo que necesitamos proporcionar cobertura, pero también mediante la infiltración en profundidad, para lo cual debemos mantener vigilancia/seguridad en la zona o espacio vacío existente entre los gruesos propios y enemigos. Rechazar las partidas de reconocimiento nuevamente obliga al escalón de seguridad a maniobrar para combatir, al contrario que una unidad de vigilancia y sus PO (puestos de observación) de carácter fijo. Por ello, este último escalón debe contar con una reserva móvil capaz de lanzar un ataque inmediato para proteger los PO localizados por el enemigo, destruirlo o ponerlo en fuga mediante un ataque de desarticulación.
En el caso español, el grupo de caballería es la principal unidad para proporcionar seguridad, pero no la única, ya que cualquier unidad tipo S/GT de la GU podrá realizarlas, siendo algunas, como la compañía de defensa contracarro, especialmente capaces de actuar en este cometido. No obstante la orgánica y medios tácticos heterogéneos del GCAB lo hacen idóneo para combinar las acciones de vigilancia (sensorizada) y seguridad (mediante los fuegos), pudiendo adoptar más fácilmente un despliegue lineal con varios esfuerzos simultáneos, llegando incluso a nivel patrulla (sección).
Igualmente el GCAB no capitaliza la totalidad de los medios de obtención de inteligencia, ya que todas las unidades tácticas tienen de algún tipo (SERECOs, RPAS, etc) y las GUs cuentan con sus UINT (unidad de inteligencia) que además de medios propios [8], cuenta con los mecanismos para coordinarlos mediante un plan de reconocimiento.
Reconocimiento e inteligencia
El plan de reconocimiento sigue las directrices del jefe y sus necesidades de información, y como decimos es establecido con detalle por parte de la UINT, que para eso organiza tanto el CIDI como el CCMO o Centro Coordinador de Medios de Obtención, que reparte sectores y/o responsabilidades entre las diferentes unidades implicadas; siendo obviamente el Grupo de Caballería una de las principales herramientas con las que cuenta, hasta el punto de considerarse una unidad especializada en este rol y otorgarle en exclusividad algunos medios muy escasos, como el citado VERT o los RQ-11B Raven en plantilla. Hay que insistir en que la PLMM del GCAB no tiene la responsabilidad de decidir que acciones de reconocimiento debe realizar ni cuándo, excepto si, organizado como GT, ejecuta un reconocimiento táctico en beneficio propio, tal como hacen las SERECO de infantería, artillería o zapadores [5].
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