Si hay un país que se vio afectado por la crisis de 2008, fue Grecia. El desplome económico, el aumento del paro y la consiguiente caída de la recaudación frenaron en seco la inversión en adquisiciones de su Ministerio de Defensa. Tras más de una década de penurias en la que llegó a poner en entredicho tanto la capacidad de la Fuerza Aérea Griega como su futuro, al fin han comenzado a dar los primeros pasos firmes para salir del pozo en el que se encontraban. Han sido años de informaciones contradictorias, de contratos rechazados y sucesivos desmentidos. Al fin, la Πολεμική Αεροπορία (Polemikí Aeroporía) está saliendo de su profundo letargo y lo hace con un único objetivo en mente: frenar a Turquía.
Realmente, no podía esperarse otra cosa de Grecia en los últimos años. Su situación, siendo peor, no dista de la vivida por España, en donde las nuevas adquisiciones han brillado por su ausencia, se han retrasado programas y se han sufrido también recortes. A diferencia de lo ocurrido por estos lares, en donde no tenemos la misma percepción de las amenazas, el despertar griego se está produciendo en gran parte como una reacción visceral frente a las belicosas aspiraciones de su vecino y rival turco. Es por eso que el Gobierno heleno ha decidido relanzar su política militar, especialmente en el ámbito aéreo y en concreto en torno a su flota de cazabombarderos. Por fortuna para Grecia, en un escenario tan disputado como el Mediterráneo Oriental, ha podido lograr el apoyo de diversas potencias extranjeras, como Francia, con las que comparte intereses y miedos y que serán claves en caso de conflicto con su vecino otomano.
A lo largo de las próximas líneas vamos a realizar un somero repaso a las capacidades actuales de la Fuerza Aérea griega, poniendo el foco principalmente en su punta de lanza, esto es, la fuerza de cazabombarderos, y dedicando una notable atención al que realmente es el programa estrella de este esfuerzo: la modernización de sus F-16. Por supuesto, sin descuidar otro programa que quizá ha tenido un mayor impacto mediático: la adquisición de 18 cazabombarderos Dassault Rafale a Francia.
Aparatos en servicio
Vamos a comenzar hablando del aparato de combate más antiguo en servicio actualmente con la Fuerza Aérea Griega: el imperecedero McDD F-4 Phantom. Teóricamente, en la actualidad poseen todavía alrededor de 32 unidades en servicio, supervivientes de un lote que fuera profundamente modernizados hace ya más unos 20 años.
En 1998, HAI (Hellenic Aerospace Industry) firmó un acuerdo con la empresa alemana DASA para actualizar 39 células de F-4E a un nuevo estándar conocido como “Peace Icarus 2000”, donde destacaba la incorporación de una variante del radar multimodo AN/APG-65, similar al que equipa a nuestros F/A-18M. Todo sin desatender la incorporación de otra serie de mejoras, tales como un nuevo Ordenador de Misión, HUD avanzado, nuevos equipos IFF (Identification Friend or Foe), pantallas multifunción de presentación de datos, etc. Además, se le capacitó para emplear armamento más avanzado, como los misiles de medio alcance Aim-120 Amraam, diversas bombas guiadas de la familia Paveway o los avanzados planeadores dispensadores de submunición Bofors DWS39, que ofrecían un arma de ataque stand-off bastante potente.
Dada su avanzada edad -los primeros Phantom griegos llegaron en 1971, aunque fueron complementados en los 90 con varios ejemplares de F-4F adquiridos de segunda mano a la Luftwaffe alemana-, en 2017 comenzó la baja progresiva de estos aparatos. Se espera que los últimos ejemplares causen baja definitiva entre 2023 y 2024.
Con una acertada política de “no meter todas las manzanas en la misma cesta”, desde hace más de 40 años Grecia ha mantenido siempre en servicio aeronaves de distintas procedencias, igual que ha hecho España, al menos hasta el momento. En la actualidad, dicha tarea recae en la representación francesa, que conforman alrededor de dos docenas de los bellísimos Dassault Mirage 2000, pertenecientes al estándar 2000-5F Mk2. Parte de ellos -en concreto 15 aparatos- fueron adquiridos nuevos en el año 2004, mientras que los restantes son resultado de la modernización de los anteriores Mirage 2000EG/BG.
Además, Grecia mantiene alrededor de 15 Mirage sin modernizar, supervivientes del contrato original firmado a finales de los 80 con Dassault por 36 monoplazas Mirage 2000EG y 4 biplazas 2000BG. Dicho tratado fue bautizado como “Talos” y son los candidatos ideales para ser sustituidos por los 18 Dassault Rafale adquiridos hace apenas unas semanas. La flota de Mirage modernizada es considerada un activo táctico-estratégico dentro del seno de la Fuerza Aérea, gracias al efecto disuasorio que está llamada a tener en caso de conflicto, basando su poder en el empleo de los avanzados misiles de crucero MBDA Scalp-EG.
F-16 Fighting Falcon
Sin duda alguna, la columna vertebral y la parte del león de la fuerza de caza griega está compuesta por los cerca de 160 Lockheed F-16 Fighting Falcon adquiridos de manera paulatina a lo largo de varias décadas, y que corresponden a distintos Blocks. Los primeros aparatos llegarían tras firmar con EE.UU. el contrato “Peace Xenia I” en marzo de 1985, y que estaba compuesto por 34 F-16C y 6 F-16D todos pertenecientes al llamado Block 30. Los primeros aparatos comenzaron a llegar al país en enero de 1989 como relevo de los antiguos Northrop F-5A/B Freedom Fighter. Este bloque estaba propulsado por el motor General Electric F110-GE-100, mientras que el radar sería el AN/APG-68V(3).
Habría que esperar hasta 1993 para la firma de su continuación, el “Peace Xenia II”, en el que se agenciaban otros 40 Falcon, esta vez del más avanzado Block 50, subdivididos en 32 monoplazas C y 8 biplazas D. Los primeros aparatos entrarían en servicio en julio del 97 y llegaban a Grecia acompañados de numerosas mejoras: radar de la variante V(7), barquillas LANTIRN (Low Altitude Navigation and Targetin Infrared for Night) y armamento más avanzado como los Aim-120 Amraam y AGM-88 Harm (Grecia destinó a estos aparatos a especializarse en la lucha contra los SAMs). Por otro lado, la planta propulsora era la F110-GE-129, la cual venía asociada a mejoras en el rendimiento y especialmente en cuanto a fiabilidad.
Para los más observadores, estos dos bloques se pueden distinguir de otros F-16 que llegarían posteriormente por presentar una toma de aire de mayores dimensiones (denominada MCID Modular Common Inlet Duct). De igual manera, los pétalos de la tobera son sensiblemente más largos y están fabricados en fibra de carbono). Por otro lado, los Block 30 carecen del característico cuarteto de antenas AN/APX-113 pertenecientes al sistema IFF situadas en el morro por delante de la carlinga del piloto, y que si aparecen en los siguientes Falcon.
Un año más tarde el Ministerio de Defensa griego estudió la posibilidad de adquirir una veintena de F-16 de segunda mano procedentes de Bélgica, los Países Bajos o de la propia USAF. En su mayoría se ofertaban Block 30, que serían actualizados a un estándar similar al Block 50, y con los que pensaban relevar a sus anticuados Lockheed F-104 Starfighter. Las negociaciones avanzaron bastante satisfactoriamente y lo cierto es que se llegaría a firmar un contrato con el Gobierno estadounidense, pactando un precio unitario de 12 millones de dólares. Además, se pensaban destinar a cumplir los compromisos OTAN de empleo de armamento nuclear (con el uso de bombas B61, cedidas por los EE. UU.). Sin embargo finalmente dicha venta sería cancelada decidiéndose destinar los recursos a la adquisición de aeronaves nuevas.
A mediados de los 90 se evaluarían varios candidatos, desde una variante específica del Eagle denominada F-15H, al Mirage 2000-5, el Eurofighter Typhoon, nuevos F-16 Block 50 e incluso aparatos de la familia Sukhoi Su-27/Su-30. El Ministerio de Defensa de Grecia preveía la adquisición de 60 aparatos por unos 17.000 millones de dólares a pagar durante un decenio. El candidato favorito resultó el F-15H, sin embargo tenía como impedimento su alto costo (unos 75 millones de dólares la unidad en aquel momento), por el contrario, el F-16 estaba tasado en unos 45 y el Mirage 2000 en unos 58 millones. Finalmente se llegó a una especie de acuerdo con el consorcio Eurofighter, por el cual Grecia pasaría a convertirse en socio del programa con la adquisición (acuerdo que incluía lanzar una línea de montaje en el país) de entre 60 y 80 EF-2000 a partir de 2005. Años más tarde la realidad económica tumbaría dichas aspiraciones, pues los enormes gastos causados por la organización de los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, frustrarían cualquier esfuerzo, viéndose obligados a cancelar el ambicioso proyecto.
Finalmente, en junio de 2000 se pondría en marcha el programa Peace Xenia III, para adquirir 50 nuevos F-16 Block 52+ con opción a otros 10 adicionales (las cuales finalmente serían firmadas en septiembre de 2001). En total, acabarían llegando a Grecia 40 monoplazas y 20 biplazas, todos ellos equipados con “jorobas”, los llamativos tanques conformados (CFT) que se situaban sobre el esbelto fuselaje de los “Viper”, añadiendo 440 galones de combustible, a costa de una ínfima merma en las prestaciones. Al contrario que los Blocks anteriores, estaban propulsados por motores Pratt&Whitney F100-PW-229 (lo que implica el uso de la toma de aire modelo NSI, Normal Shock Inlet), que son fácilmente distinguibles por los pétalos de la tobera, curvados y fabricados en titanio, y que además son más cortos que los de los motores de General Electric. Entre la nueva aviónica se incluían los cascos JHMCS (Joint Helmet Mounted Cueing System), gafas de visión nocturna y la variante V(9) del radar AN/APG-68, la cual, gracias a una velocidad de procesamiento 5 veces superior, permite un incremento del 30% en el alcance de detección. También nuevos modos de empleo, como el SAR (Syntetic Aperture Radar) para el uso de municiones avanzadas con mayor precisión y en condiciones adversas, o una nueva modalidad de búsqueda de objetos en movimiento sobre la superficie marítima. Además se permitía el uso de las bombas planeadoras AGM-154 JSOW o las JDAM. Por último, se integraban los nuevos y avanzados misiles de corto alcance Diehl IRIS-T.
Los primeros aparatos serían entregados en mayo de 2003. Una llamativa curiosidad es que los F-16C/D Block 52+ del Escuadrón 343 han sido los únicos aparatos griegos en participar en un Red Flag, concretamente en el 09-1 (del año 2009). Por desgracia para los pilotos helenos, y aunque se pensaba mantener el ritmo con participaciones sucesivas de otros escuadrones (o aeronaves como los Mirage 2000), la crisis económica truncó todas las expectativas.
La cancelación del contrato con Eurofighter GmbH liberó fondos para adquirir otros aparatos, por lo que se decidió lanzar el prograna “Peace Xenia IV”. En diciembre de 2005 se firmaron 20 F-16C y 10 F-16D. Todos ellos eran también del Block 52+ pero de una subvariante denominada “Advanced” (la casa madre, Lockheed, los bautizó como Block 52M). Están propulsados por motores Pratt&Whitney F100-PW-229 y equipados con Link 16 (que proporciona una mayor capacidad de comunicación entre aparatos y/o personal en tierra y mejora la conciencia situacional durante una misión), así como con un nuevo cockpit. El contrato incluía una opción para 10 aviones adicionales, que nunca fue ejecutada. Los primeros se entregaron en mayo de 2009 y fueron los sustitutos de los últimos Vought A-7 Corsair II en servicio, cuya baja oficial se produciría en octubre de 2014.
A pesar de las estrecheces económicas, a comienzos de 2007 el Consejo Supremo de la Fuerza Aérea griega publicó una guía operativa en la cual se planificaba, como objetivo a medio plazo, obtener una capacidad operativa con alrededor de 300 aparatos avanzados de 4ª o 5ª generación. Por tanto, se necesitaba un centenar de aparatos nuevos (a los que se sumarían los F-16 y los Mirage 2000 ya en servicio).
Entre los candidatos barajados aparecían los Dassault Rafale, los F/A-18E/F SuperHornet, el F-35 Lightning II o los modelos rusos MiG-35 y Su-35. Como sabemos, la crisis financiera se acabaría enquistando, lo que daría al traste con los planes de crecimiento, e incluso llegaría a provocar que gran parte de la flota de F-16 quedase temporalmente en tierra debido a la escasez de piezas de repuesto y del necesario presupuesto para el mantenimiento y operación. Por suerte, hacia 2015 comenzaría una leve recuperación, lo que permitió destinar 180 millones de euros a recuperar la operatividad, adquirir repuestos y devolver al aire numerosas unidades.
Finalmente en 2018 se firmaría el programa más ambicioso hasta el momento: la modernización de 84 F-16C/D de los Block 52+ y 52+ Advanced al nuevo estándar desarrollado por Lockheed Martin, bautizado como F-16V Block 72 y cuyo primer cliente había sido Taiwán. Un problema al que dedicaremos un epígrafe especifico más adelante.
En resumen, Grecia ha recibido nada menos que 170 F-16 a lo largo de varias décadas. Los supervivientes operan en la actualidad en ocho escuadrones repartidos en cuatro Bases Aéreas. Los Falcon griegos presentan un atractivo camuflaje en diversos tonos de azul y gris, denominado “Ghost”. Por otro lado, todos tienen una extensión en la parte baja de la deriva, donde se acomoda el paracaídas de frenado y parte del sistema de guerra electrónica ASPIS (Airborne Self-Protection Integrated Suite).
El último Viper
Como hemos visto, desde hace más de una decena de años, la Fuerza Aérea griega ha estado intentado obtener nuevos aparatos avanzados (en parte esto estaría cubierto con los Rafale y, si firman, con los F-35, aunque en pequeños números hasta el momento), con el objetivo de lograr una punta de lanza lo más avanzada posible. Sin embargo, la capacidad económica griega y sus necesidades militares siguen caminos muy diferentes. Es por ello que para mantener las capacidades más avanzadas posibles, hacia mediados de la pasada década se llegó a la conclusión de la opción más lógica pasaba por acometer la modernización de los aparatos de 4ª generación disponibles.
Es así como comenzaron a estudiar en profundidad el proyecto “Viper” de Lockheed Martin, con la intención de modernizar sus F-16. La DSCA fue la primera en dar una idea del montante de la operación, en una publicación realizada el 17 de octubre de 2017, donde se hablaba de la posible modernización de hasta 123 aparatos (por el número de radares AESA, 125 con 2 destinados a repuestos), en una operación tasada en 2.404 millones de dólares. Por razones evidentes, poco tiempo después se tomaría la decisión de modernizar únicamente aquellos ejemplares más jóvenes, esto es, los procedentes de los programas Peace Xenia III y IV, ya que la modernización sería así mucho más económica.
Las principales mejoras de este programa vendrían de la incorporación de un avanzado radar AESA, concretamente el modelo AN/APG-83 SABR (Scalable Agile Bean Radar), un nuevo computador de misión MMC7000AH, un sistema IFF avanzado, el moderno nodo de intercambio de información Link-16 MIDS-JTRS (Multifunctional Information Distribution System-Joint Tactical Radio System), nuevas pantallas de presentación, etc. También es más que probable que se actualice el sistema de guerra electrónica interno, aunque por el momento no hemos encontrado demasiados datos al respecto.
En el contrato final, que acabaría siendo oficializado el 20 de diciembre de 2018, la cifra era sensiblemente inferior, a la que hemos comentado. En concreto, la operación se cerró en 996,7 millones de dólares. Además, en dicho documento se especificaba que los trabajos de actualización deberían estar finalizados a más tardar el 30 de junio de 2027. El listado completo de mejoras incluidas en la nueva variante puede consultarse en el PDF que la propia empresa incluyó en su página web y que enlazamos aquí.
Lo más interesante del proyecto es, sin duda alguna, el radar AESA AN/APG-83. Dotará a los F-16V de la capacidad de operar simultáneamente en modos de búsqueda aire-aire y aire-tierra, de una superior velocidad de escaneo y de mayor alcance y precisión frente a todo tipo de blancos. Destaca especialmente la capacidad de discriminar objetivos de bajo eco radar y que vuelen a baja altura (como pueden ser los UAVs, de uso cada vez más frecuente por parte de ejércitos e incluso de grupos terroristas, o los cada vez más difundidos misiles de crucero y municiones avanzadas de largo alcance). El sistema ha resultado ser lo suficientemente eficaz como para que la propia USAF haya decidido incorporarlo inicialmente en 72 F-16 de la Air National Guard (ANG), no descartando ampliar ese número en un futuro. Hay que recordar que paralelamente están trabajando en otro programa en el cual se está reforzando y revisando las células de 800 F-16 y que pretenden mantener en servicio a unos 350 de ellos hasta el año 2048 según los últimos planes. La USAF ya lleva unos años poniendo a prueba el SABR y NorthropGrumman, su fabricante, ha declarado en numerosas ocasiones que el sistema ha evolucionado apoyándose en los conocimientos adquiridos con dos sistemas anteriores, los AN/APG-77 y AN/APG-83, que son los ojos de los F-22A Raptor y los F-35 Lightning II respectivamente, con todo lo que ello significa.
En diversas entrevistas concedidas por pilotos de la ANG de la USAF, han declarado lo asombroso que ha resultado dicho sistema, por ejemplo mediante el uso del “mapeado aire-tierra mejorado” les permite discriminar la esquina de un edificio o la carlinga de un aparato a varias millas de distancia, más allá del alcance visual, con una precisión sorprendente. Además también han declarado que el equipo permite mejorar el intercambio y la colaboración con los sistemas de otros cazas de 5ª generación.
Otra mejora importante que llegará con la modernización para por el software, el cual permitirá incorporar mejoras de manera constante, con lo cual puede evolucionar conforme a las amenazas o mejor aún, anticiparse a las mismas.
Respecto a los trabajos, serán realizados en exclusividad por la empresa local HAI, aunque las pruebas de certificación del primer ejemplar se va a llevar a cabo en los EE. UU. Precisamente, hace apenas unos días, el primer aparato modernizado voló hacia Fort Worth, en donde Lockheed mantiene instalaciones propias desde las cuales se llevarán a cabo los vuelos de pruebas.
Un aspecto que no se suele comentar con respecto a este programa es que, aunque los anteriores “Peace Xenia II” (los Block 50) no han sido incluidos en el programa de modernización para adaptarlos a la variante Viper -por implicar cambios excesivamente costosos, los equipos que se desmontarán de los más modernos F-16, serán aprovechados para mejorar a estos veteranos Falcon, por ejemplo el radar. Esto, según se comenta es debido a las modificaciones estructurales que serían necesarias para dotarlos de una mayor potencia eléctrica con la que operar el radar AESA. Sea como fuere, los 38 F-16C/D Block 50 supervivientes van a ser estandarizados al modelo Block 50+ Advanced.
Por otro lado, para los más antiguos de todos, los Block 30, se ha considerado que no es económicamente rentable acometer ninguna modernización. 20 de estos aparatos quedarán como “segundas espadas» en el seno de la Fuerza Aérea. De hecho, se ha pensado crear con ellos una unidad de conversión operativa que además pueda desdoblarse como “aggressor”, es decir, como unidad especializada en entrenar contra otras unidades. Además, otra docena ha sido puesta a la venta (se han ofrecido a países como Croacia), aunque es probable que alguna de las empresas privadas que están ofreciendo servicios “Aggressor” a la USAF y la US Navy/USMC acabe haciéndose con ellos (como ya ha pasado con varias docenas de F-16 que antiguamente sirvieron bajo pabellón israelí o con los F/A-18 australianos).
Como decíamos, el 17 de enero de este mismo año el primer aparato modernizado realizó su primer vuelo con la nueva configuración. Apenas unas semanas más tarde, a principios de febrero, el aparato fue visto con las marcas griegas tapadas con unos vinilos con las escarapelas de la USAF (hasta que regrese a Grecia, y por consideraciones legales, el aparato debe de estar registrado dentro del organigrama de la Fuerza Aérea de los EE. UU.). Esto ocurrió en la Base Aérea de Tanagra, mientras preparaba su vuelo hacia las instalaciones de Lockheed Martin en Fort Worth, Texas, donde inicialmente recibirá algunos equipos adicionales para posteriormente, llevar a cabo un exhaustivo programa de pruebas con una duración de varios meses. Como curiosidad diremos que el primer salto lo realizó hasta las instalaciones de SABCA (Gosselies) en Bélgica, donde se reunió con un trío de F-16 de la USAF (que han sido revisados en las instalaciones de la compañía europea) y que acompañaron al aparato griego hasta los EE .UU., en un viaje con una duración de alrededor de 10 horas marcado por los numerosos repostajes en vuelo. Estos sumaron entre 8 y 10, con objeto de mantener los tanques siempre cerca de su máxima capacidad para, en caso de problemas, poder dirigirse con seguridad hasta un destino alternativo.
Mientras tanto, HAI continúa trabajando en un segundo aparato, al que están llevando al mismo estándar. Una vez obtenida la certificación del fabricante se pondrá en marcha un programa de modernización acelerado. Se espera que la industria aeronáutica griega sea capaz de modernizar alrededor de una docena de aparatos al año de aquí a 2027. Se espera que gracias a este programa de mejora la Fuerza Aérea griega logre aumentar la capacidad de combate de estas valiosas aeronaves por un precio significativamente menor al que implicaría la adquisición de aparatos nuevos. Aun así, no podemos olvidar que en su punto de mira está el cazabombardero furtivo Lockheed Martin F-35 Lightning II, sobre el que hablamos a continuación.
Lockheed F-35 Lightning II
En los últimos tiempos se han publicado múltiples noticias relativas a las futuras incorporaciones griegas. En abril de 2019, el Ministro de Defensa griego, Evangelos Apostolakis, declaró oficialmente la intención de hacerse con un nuevo caza de 5ª generación, con objeto de relevar a sus Phantom (y en el futuro si las condiciones económicas mejoraban, a los Falcon más antiguos). Todos los indicios apuntaban hacia el Lockheed F-35 Lightning II.
Su incorporación, de llegar a darse, dependerá de dos factores principalmente: 1) la obtención de los recursos económicos necesarios y; 2) la financiación que ofrezcan los EE. UU. En enero del pasado año el Primer Ministro griego, durante una visita a la Casa Blanca, declaró la intención de adquirir una veintena de aparatos, con la intención de que entrasen en servicio a partir de 2027. Sin embargo, apenas unos meses más tarde, diversos medios comenzaron a especular con la posibilidad de que Grecia pudiese recibir los 6 primeros F-35A mucho antes. Esto sería posible ya que Grecia recibiría ejemplares inicialmente fabricados para Turquía, país que como sabe el lector fue vetado del programa “Lightning” como consecuencia de la adquisición de baterías antiaéreas rusas S-400.
Rápidamente los acontecimientos comenzaron a precipitarse. El embajador de los EE. UU. en Grecia, Geoffrey Ross, declaró que la adquisición del paquete Viper era el paso natural previo a la incorporación de los futuros F-35. A finales de octubre, durante una visita del Secretario de Estado, Mike Pompeo, a Atenas, se desveló la existencia de conversaciones para la adquisición de entre 18 y 24 F-35A. Un mes más tarde Grecia firmó una Carta de Intenciones con el Pentágono, en la que se expresaba que incluso había interés en adquirir aparatos de segunda mano (ejemplares de la USAF de los primeros Blocks, con lo que las primeras entregas se podrían realizar incluso este año siempre y cuando se encuentre el apoyo financiero). La prensa griega, concretamente el periódico Estia, el 19 de octubre publicó que los primeros 6 Lightning II podrían entregarse en 2022.
Dassault Rafale
Mientras tanto, y en respuesta a las cada vez más agresivas actitudes del Presidente turco Erdogan, el gobierno griego decidió estrechar lazos con otras potencias (además de con EE. UU.), y sus miradas se dirigieron hacia el Eliseo. Al fin y al cabo, Francia es un país con el que ha mantenido unas cordiales y fructíferas relaciones durante más de un centenar de años y ha sido uno de sus principales proveedores de armamento.
En agosto de 2020 se anunció la adquisición de 18 Dassault Rafale. En un principio se pensaba en la compra de 10 nuevos Rafale F3-R y 8 usados de las variantes F1 ó F2 que llegarían a coste simbólico. Finalmente, el pasado mes de enero se firmó el acuerdo oficial, en el cual se constataba la fabricación de 6 nuevos F3-R y la recepción de otros 12 F3-R procedentes de la Armée de L’Air, con pocas horas de vuelo (aparatos que serán sustituidos en Francia por nuevos ejemplares, lo que a su vez permitirá a Dassault alargar la vida de la línea de fabricación a la espera de posibles futuras ventas). Todo ello por la nada desdeñable cifra de 2.400 millones de euros, incluyendo armamento, repuestos y entrenamiento.
Estos 18 aparatos son los sustitutos naturales de los Mirage 2000EGM que no fueron modernizados y de los que hemos hablado al principio. En cualquier caso, esta compra no hay que entenderla tan sólo como una renovación de equipos, sino que se debe enmarcar dentro de la nueva política francesa de contención frente a las ansias intervencionistas turcas en todo el Mediterráneo. Es además una adquisición que puede verse incrementada en el futuro cercano, bien con aparatos adicionales o bien armamento y plataformas de otros tipo. Este sería el caso de las nuevas fragatas para la Marina griega, tema del que se viene hablando bastante en los últimos años. Se espera que los primeros Rafale sean entregados este mismo verano.
Multiplicadores de fuerza
Además de los más llamativos y espectaculares cazas, una Fuerza Aérea que se precie de serlo tiene que contar con unos sólidos apoyos o multiplicadores de fuerza. Grecia ha dado pequeños pero firmes pasos en dicha dirección.
Entre estos cabe señalar la compra de un cuarteto de AWACS Embraer EMB-145H con radar Saab Erieye. Una aeronave de sobra conocida y que combina un radar sueco con el reactor brasileño para crear un sistema de Alerta Aérea Temprana y Control muy avanzado y económico, lo que permitirá a los griegos mejorar las capacidades de sus fuerzas de combate, tanto en entornos aéreos como navales.
Estos aparatos fueron adquiridos en 2009 y recientemente se ha comenzado a especular con una actualización de media vida que incorpore las últimas mejoras llevadas a cabo por la empresa sueca. Además, al tratarse de un sistema modular, pueden implementarse de manera sencilla y económica.
Para tareas ELINT, se modificó en 2013 una pareja de Lockheed C-130H de los que poco más se sabe. En el futuro cercano serán apoyados por una pareja de Beech 350ER King Air comprados hace poco y que aún no han sido entregados.
Otras tareas de inteligencia y reconocimiento serán llevadas a cabo por los 3 UAVs IAI Heron alquilados (con opción a compra) en 2019 y utilizados de manera conjunta por la Fuerza Aérea y la Marina griega para patrullar la inmensa frontera marítima y, sobre todo, el complejo entramado de islas que conforman el territorio griego. Para dicha tarea se les ha instalado una “suite” única en su especie, con sensores y software especializado.
Por último, y como complemento de estos aparatos no tripulados, los griegos mantienen en servicio alrededor de dos docenas de UAVs autóctonos HAI E1-79 Pegasus de las variantes I y II.
Turquía, el principal desafío
A nadie se le escapa cuál es el principal problema que debe enfrentar la Fuerza Aérea griega: Turquía. Sin entrar a valorar si realmente existen ansias expansionistas en Ankara o si por el contrario sus reivindicaciones y reclamaciones son justas -tema que hemos tratado a fondo en varias ocasiones-, parece claro que Turquía ocupa el primer lugar en la lista de prioridades de los planificadores helenos.
En los últimos años, atendiendo al programa de adquisiciones que hemos expuesto anteriormente, no cabe duda de que la estrategia helena pasa por confrontar calidad frente a cantidad, frente a un enemigo numéricamente superior (y equipado en muchos casos con armamento equivalente, cuando no idéntico).
La adopción del programa F-16V y la adquisición de los primeros Rafale apuntan en esa dirección. Además, seguramente en unos años negociarán un segundo escuadrón de aparatos con los que completar la sustitución de sus Mirage 2000 hacia 2030, lo que supondrá un nuevo e importante paso mientras se culminan las negociaciones destinadas a hacerse con las dos docenas de F-35A pretendidas. De hacerse realidad esto último, supondría para la Fuerza Aérea griega colocarse un paso por delante de Turquía durante una buena temporada, máxime ahora que este país empieza a padecer las restricciones y sanciones sobre su complejo militar-industrial, incluido el veto a la exportación del Lightning y su expulsión del programa. Además, pese al reciente giro político dado por Erdogan, que buscar restablecer relaciones con Occidente, estas medidas han sido ratificadas recientemente por la nueva Administración estadounidense, encabezada por Biden, por lo que no es de esperar un cambio a corto plazo.
Por otra parte, aunque no suele hablarse de ello y se centra todo en el F-35, los vetos a Turquía podrían impedir que este país culminase con éxito la modernización, realizada por la industria local, de la enorme flota de F-16 turca. La empresa TAI (Turkish Aerospace Industries) comenzó hace tiempo a desarrollar un programa que, tirando de componentes propios, intentaba lograr algo similar al F-16V, pues incluía también la adopción de un radar AESA. Paralelamente a este programa se han comenzado a revisar y reforzar las células, con objeto de ampliar su vida útil desde las 8.000 a las 12.000 horas. Además, desde julio de 2019, y en previsión del embargo que posteriormente se acabaría produciendo, el Gobierno turco comenzó a acumular numerosos repuestos para su flota de Falcon.
Tengamos en cuenta que «autóctono» no significa «autárquico». Turquía, pese a sus innegables avances industriales, todavía depende de la importación de una gran cantidad de componentes, auténticos cuellos de botella, necesarios para producir sus propios sistemas y también para modernizar los que tiene en servicio. En este sentido, las limitaciones a la exportación de procesadores o software, por mencionar sólo algunos componentes clave, está teniendo un fuerte impacto sobre Turquía.
Dicho esto, no es menos cierto que en las últimas semanas los ánimos turcos se han relajado ligeramente. De hecho, hace escasos días el Ministro de Defensa turco anunció la disposición del país a negociar con la OTAN un acuerdo con respecto a los S-400, similar al alcanzado con Grecia y sus S-300 hace un par de décadas. Sin embargo, como decimos, nada de esto implica que las sanciones vayan a levantarse en breve, pues dependen de muchos más factores.
Volviendo sobre la Fuerza Aérea turca, a día de hoy Turquía mantiene -al menos sobre el papel, pues tras el fallido golpe de estado de hace unos años las purgas en las FAS han sido constantes y se han cebado con la Fuerza Aérea- , un importante poder aéreo. Seguramente sea, con unos 240 aparatos de diversos Blocks, el segundo mayor usuario de F-16 del mundo (por detrás de la USAF) tras superar a Israel después de que este país diese de baja sus F-16A/B Netz (Halcón) y se quedase con 224 aparatos de las variantes más modernas.
La gran mayoría de dichos aparatos han sido ensamblados en la propia Turquía, incluyendo su planta propulsora. Resulta bastante irónico que parte de dicha fuerza fuese en gran parte sufragada con fondos aportados por Kuwait, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos, en agradecimiento por los esfuerzos turcos contra Sadam Hussein en la Guerra del Golfo del 91. Máxime cuando el eje formado por Turquía y Catar es hoy en día uno de los grandes quebraderos de cabeza del resto de monarquías árabes.
La flota turca de F-16 se ha mostrado bastante activa desde sus inicios, comenzando por su participación en la mision ONU “Deny Flight” sobre la ex-Yugoslavia en 1993, operando desde Italia. Posteriormente también participarían en el operativo OTAN “Allied Force” en 1999 sobre Serbia. Numerosas han sido sus acciones contra el PKK tanto en territorio turco como en incursiones sobre Irak. Además, en los últimos años además han logrado varios derribos en combate, casi todos ellos relacionados con el sangrante conflicto Sirio. En septiembre de 2013 y en marzo de 2014 se apuntarían, respectivamente, un Mil Mi-17 y un MiG-23 sirios. Posteriormente es más que conocido el incidente en el que derribaron un Sukhoi Su-24 ruso que había violado la frontera turca en noviembre de 2015. El pasado año derribarían otros tres aparatos, dos Su-24 y un Aero L-39 todos ellos sirios. Para terminar, diremos que Armenia afirmó que uno de sus Su-25 había sido derribado por uno de los F-16 turcos que habían sido desplegados en apoyo de Azerbaiyán, hecho que ha sido negado hasta el momento.
La Fuerza Aérea turca también cuenta con cerca de medio centenar de F-4E Phantom, que fueron convenientemente modernizados con asistencia israelí a principios de siglo al estándar “Terminator 2020”. Este incluía mejoras en la visibilidad gracias a un nuevo diseño de la carlinga, un menor peso (se redujeron unos 750 kg sólo sustituyendo o eliminando cableado antiguo), mandos HOTAS, un nuevo HUD de amplio campo, sistemas de navegación Inercial/GPS, nuevos computadores de misión, nuevo IFF, equipos de comunicaciones avanzados, nuevo RWR y, sobre todo, el avanzado radar Elta EL/M-2032 con capacidad ISAR (Inverse Synthetic-Aperture Radar) de alta resolución. De igual manera se le incorporaron nuevas barquillas de guerra electrónica, como la Elta EL/L-8222. Todas estas mejoras, que según el fabricante permitían unas capacidades de ataque similares a las de los F-15E Strike Eagle, unidas al empleo de misiles de crucero, como los israelies AGM-142 Popeye o los nativos Roketsan/Tubitak-Sage SOM (Stand-Off Missile) y otras municiones avanzas, hacen de estos Phantom un sistema bastante respetable todavía hoy. Con todo, es probable que las células estén llegando al límite de su uso y deban ir siendo dadas de baja sin sustituto a la vista por el momento.
Como quiera que Turquía aspira a ser una potencia industrial también en el terreno militar, la empresa TAI está desarrollando un caza autóctono (se anuncia como un 5ª generación) denominado TF-X, del cual una maqueta a escala real -con evidente inspiración en el F-22- fue presentada en el Air Show de Paris en 2019. Sobre este importante programa, afirman tener muy avanzado el desarrollo, y de hecho han asegurado que presentarán el primer prototipo en marzo de 2023. Inicialmente será propulsado por una pareja de motores General Electric F-110 (los mismos que son fabricados bajo licencia para sus F-16), aunque se encuentran en negociaciones con otros productores de plantas motrices, en especial con Rolls Royce.
Debemos destacar que además de los cazabombarderos mencionados, la Türk Hava Kuvvetleri, también cuenta con un pequeño pero importante número de multiplicadores de fuerza. En concreto operan 7 cisternas KC-135R y 4 AWACS E-737 Peace Eagle. Estos últimos, al menos sobre el papel, parecen ofrecer mejores capacidades que los Erieye griegos.
Puntos de fricción
El enfrentamiento entre turcos y griegos tiene, como uno de sus puntos de máxima fricción, el asunto chipriota. Grecia mantiene vigente una “doctrina conjunta de defensa”, por la cual, la defensa aérea del espacio aéreo de Chipre, sería proporcionada por la Fuerza Aérea griega, lo que condiciona toda la planificación griega.
Las tensiones en dicha zona se han reavivado en los últimos tiempos, a raíz del descubrimiento de enormes depósitos de hidrocarburos en la zona, que están siendo reclamados por Chipre, Grecia e Israel por un lado y por Turquía por otro. Recientemente, los griegos han enviado diversos aparatos a Chipre para realizar ejercicios militares, a los que además se han unido aparatos franceses, israelíes e incluso de los Emiratos Árabes Unidos, país que también se ha posicionado frente a Erdogan. De hecho, fueron muy publicitados los ejercicios llevados a cabo conjuntamente entre la Fuerza Aérea y la Marina griegas con el Grupo de Combate que encabezaba el portaaviones francés R91 Charles de Gaulle.
Fruto de la política de alianzas que prodiga el país heleno, en diciembre de 2020, Grecia e Israel comenzaron las negociaciones para establecer una escuela internacional o IAFTC (International Air Force Training Center) en la Base Aérea de Kalamata, con objeto de proporcionar entrenamiento avanzado a los pilotos de ambas formaciones, abriendo las instalaciones para que en el futuro se incorporen alumnos de otras naciones. Para ello se ha pensado en adquirir un cierto número de entrenadores avanzados Alenia-Aermacchi M-346 (similares a los que ya prestan servicio en Israel) en sustitución de los veteranos North American T-2 Buckeye griegos. El acuerdo sería por unos 20 años, e implicaría un desembolso cercano a los 1.400 millones de euros. Un contrato jugoso a todas luces y que podría atraer el interés de diversas empresas privadas.
Otra zona en la que Grecia tiene siempre puesta su mirada son los Balcanes. En mayo de 2019 los Ministros de Defensa de Grecia y Macedonia firmaron un acuerdo por el cual el espacio aéreo macedonio sería patrullado por aeronaves griegas. Además, se establecieron una serie de colaboraciones en otras áreas, como la ciberseguridad o el intercambio de inteligencia. Por otro lado, desde 2017 Grecia (junto a Italia y de manera rotativa) proporcionan la cobertura a los espacios aéreos de Albania y Montenegro, dentro de una misión en el marco de la OTAN.
El último punto en el que Grecia está tomando una postura clara y firme es el relativo al Norte de África y el Golfo Pérsico. Ambas zonas, si bien a primera vista pueden ser escenarios claramente diferenciados, guardan una importante relación: son objetivos prioritarios de los esfuerzos expansionistas turcos. Para presentar batalla en ambos frentes, la estrategia griega se ha basado en la búsqueda de alianzas, poniendo en práctica eso de “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”. Ya hemos visto los acuerdos con Israel o Emiratos, con quien llegó a firmar un acuerdo de defensa mutua, pero hay más ejemplos. Entre ellos destaca un acuerdo para intercambio de experiencias y realización de ejercicios conjuntos con Jordania, o el llamativo despliegue de una batería antiaérea Patriot en Arabia Saudí desde 2019, acción que ha estado acompañada con diversos acuerdos energéticos conjuntos, así como de importantes inversiones económicas que servirán para aliviar la extrema situación de la economía griega.
Una reflexión final
A lo largo de estas líneas hemos explicado cómo Grecia, a pesar de sus limitaciones económicas, está logrando dar pasos firmes de cara a asegurar no solo su defensa frente a Turquía, sino también a ser capaz de limitar de forma efectiva las aspiraciones turcas en a nivel regional. En este sentido, la compra de cazabombarderos Rafale y la posible adquisición de F-35 tienen tanto que ver con necesidades puramente militares como con asegurar el apoyo de importantes aliados. Al fin y al cabo, la columna vertebral de su fuerza de cazabombarderos seguirá siendo durante décadas el F-16 y, desde el punto de vista militar quizá habría sido más lógico homogeneizar la flota antes que adquirir Rafales. Lo mismo ocurre con otras de las operaciones y acuerdos logrados en los últimos años y que hemos ido enumerando.
No deja de ser sorprendente que un país como Grecia, con un Producto Interior Bruto seis veces menor que el español, sea capaz de lograr lo que Grecia está logrando. Es cierto que lo hace a costa de enormes sacrificios en otras áreas y también que esto la hace dependiente de unos aliados que, aunque firmes, siempre podrían retirarle el favor. Sin embargo, no deja de ser loable la disposición del pueblo griego a aceptar estos sacrificios y su firme voluntad a la hora de defender sus intereses frente a quien sea que se le oponga.
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