Estrategia

Hoy nos enfrentamos a un libro que tiene aura de mito: «Estrategia». Publicado por primera vez en 1954, recoge la mayor parte de las lecciones que durante las décadas previas el propio Liddell Hart extrajo de su profundo conocimiento de la historia militar. En esta nueva edición en español, que debemos la editorial Arzalia, se le ha añadido el subtítulo «El estudio clásico sobre la estrategia militar», el mismo que Meridian escogió para la edición estadounidense. En tapa blanda y con prólogo de Fernando Calvo González-Regueral, quien ha escrito varios libros sobre historia militar, incluye también el prólogo a la segunda edición escrito por el propio Liddel Hart.

Para quien no conozca la historia de este oficial, historiador y teórico británico, tiene una pequeña biografía en la solapa, aunque el propio autor va dejando a lo largo del libro también algún detalle importante, como su relación con T. E. Lawrence, o su experiencia en los campos de batalla de la Primera Guerra Mundial. Dicho todo esto, entramos en materia.

Hay muy pocos libros que tengan consideración de clásicos o imprescindibles entre los expertos. «Estrategia» es uno de ellos. Quizá Liddell Hart se hiciera famoso con títulos como «Las guerras decisivas de la historia» o su «Historia de la Guerra Mundial», pero esta segunda edición revisada y ampliada, de «La aproximación indirecta», en el que se incluye en la primera parte «Las guerras decisivas de la historia» es definitivo pues no solo recoge todo lo anterior, sino que lo pule, aclarando algunos conceptos e introduciendo matizaciones importantes.

Desde el primer capítulo hace hincapié en la necesidad de utilizar la Historia como algo más que un entretenimiento; una fuente de saber práctico inmejorable para resolver situaciones en nuestro día a día, especialmente en el caso de los estrategas, que no tienen más remedio que recurrir al pasado para extraer lecciones. En cierto sentido nos recuerda a Lucien Poirier, intentando obtener el secreto de los grandes estrategas mediante el análisis de sus acciones y buscando ese mínimo común que los distinguía de generales menos exitosos.

En este caso, Liddell Hart, que inicia su estudio en el mundo clásico, nos demuestra cómo Aníbal en su campaña italiana o Escipión en el norte de África hicieron uso de la aproximación indirecta. Sin ánimo de entrar en cada general y en cada decisión que analiza, diremos que avanza siglo a siglo desde la Antigüedad a la Edad Media, de ahí a la modernidad y así hasta llegar a Napoleón, a quien en cierto modo baja del pedestal en el que muchos le tienen. Posteriormente afronta los cambios que dieron lugar a la guerra industrial y la brillantez de Sherman en la Guerra de Secesión, llegando finalmente a la Primera y después a la Segunda Guerra Mundial. Finaliza haciendo una previsión sobre el tipo de guerras, cada vez más indirectas, que vendrían después, adelantando un fenómeno que cuando se publicó este volumen (1954), ya estaba en marcha: la guerra revolucionaria.

En la última parte, más teórica, intenta ordenar y sintetizar los argumentos que hacen de la «aproximación indirecta» una forma de abordar los conflictos -pero en realidad cualquier problema- mucho más eficaz y económica (incluso en hombres y medios) que la tradicional aproximación directa.

El libro y el planteamiento de Hart no es perfecto, que nadie se engañe. En muchas ocasiones durante su estudio histórico nos da la impresión de que arriba el ascua a su sardina, tomando solo aquellas batallas que a él le convienen y obviando otras solventadas con una aproximación directa. Por otra parte, todo el estudio está demasiado centrado en Occidente y deja totalmente de lado otro tipo de civilizaciones con sus propias tradiciones estratégicas (precisamente la «Aproximación Indirecta» es heredera directa de la tradición iniciada por Sun-Tzu y que Daniel Tubau nos desentraña en «El arte del engaño». Además, por momentos resulta demasiado denso y poco claro, hablando de aproximaciones semi-indirectas, ligeramente indirectas, etc.

Con todo, las lecciones que encierra son más que valiosas. Incluso introduce magníficas matizaciones y explicaciones al pensamiento de Clausewitz (cargando la culpa en los majaderos que deformaron o no supieron entender su pensamiento, como es lógico). Además, su tesis: que la aproximación indirecta es superior a la directa (lo que en ningún caso riñe con Clausewitz si las miras son amplias), a nuestro juicio queda demostrada.

Es además una lección más actual que nunca, pues en la «era nuclear» el factor limitante que introduce el átomo obliga a recurrir una y otra vez a una aproximación indirecta. Es por eso que están en auge los conflictos no convencionales, el uso de la guerra informativa o las acciones en la Zona Gris. Por todo ello, «Estrategia» es un título imprescindible que no podéis dejar escapar.

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