El libro que comentamos ésta semana es, en cierto modo, la némesis de aquel que comentáramos la pasada semana. De hecho, aunque son de editoriales y autores diferentes, son un complemento perfecto el uno del otro, pues no se puede entender la historia de Prusia sin atender a la del Imperio Austrohúngaro en sus diversas formas históricas y viceversa.
«El reino de hierro», escrito por Christopher Clark y publicado en España por La Esfera de los Libros, es una obra magistral que, a lo largo de sus casi mil páginas consigue desenredar la compleja historia de Prusia, un actor ya extinto pero al que, como bien explica Clark, todavía se teme. Es así hasta el punto de que algo que no existe sigue muy presente en los debates públicos que de cuando en cuando se dan en Alemania acerca de temas como defensa o estrategia condicionando las posturas de unos y otros con su huella indeleble.
Para ponernos en situación, el autor nos habla de los territorios que posteriormente conformarían Prusia, cuando todavía no eran más que los dominios, bastante exiguos, de la dinastía llamada a reinar sobre la futura potencia: los Hohenzollern de Brandemburgo. Clark no escatima a la hora de ofrecer todo tipo de argumentos, desde la geografía y los recursos hasta la tradición política o la complicada situación a caballo entre Suecia, Austria y Rusia que vivió durante la Guerra de los Treinta Años, un periodo que marcó para siempre su Historia y que bien podría haber terminado en tragedia para el Elector y sus descendientes.
No obstante, como suele suceder con las grandes familias, capaces de engendrar a su vez grandes personajes, los Hohenzollern se beneficiaron de la aparición de una serie de herederos que no solo supieron afianzar el poder de la dinastía en sus territorios, sino que maniobrando de forma magistral pudieron hacer crecer su reino hasta la irrupción de Napoleón. Incluso entonces, supieron sobrevivir, culminando como parte del bando vencedor en la Guerra de la Sexta Coalición (1812-1814) y aprovechando el Congreso de Viena lograron quedarse con la mayor parte de lo que era la Confederación del Rin, así como con partes de Sajonia, Westfalia, Renania y Polonia.
De este modo, inician una segunda fase de expansión que seguirá, de una forma u otra, hasta llegar a su apogeo con Hitler, pues el autor no deja de recordarnos que, para muchos, la obra del Führer no es sino la metástasis de ese cáncer llamado Prusia que no pudo ser extirpado sino a costa de la Segunda Guerra Mundial y sobre el que, todavía, hay que ejercer cierta vigilancia para que no vuelva a reproducirse.
En éste sentido, el libro deja un sabor agridulce, pues a pesar de la abundancia de datos, del énfasis en los logros -y fueron muchos en los terrenos administrativo, científico, militar e incluso social- que se produjeron en este reino, siempre pesa el hecho de haber sido la cuna de un militarismo que, desde tiempos de Federico, se ha venido imponiendo sobre el resto de consideraciones.
En cualquier caso, se trata de un libro definitivo tanto por lo completo que es, como por la claridad de sus exposiciones y que, para todo aquel que esté interesado no solo en entender la historia de Europa Central, sino especialmente en comprender las causas del Nazismo y de la Segunda Guerra Mundial, debería adquirir. Un libro que podéis -y debéis- adquirir pinchando sobre la siguiente imagen.
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