En diciembre de 2023, el Ministerio de Defensa español hizo pública la adjudicación, negociada y sin publicidad, del programa SILAM (Sistema Lanzador de Alta Movilidad). El proyecto ha sido adjudicado a las empresas EXPAL y Escribano, cuyos trabajos se basarán en el lanzacohetes israelí Lynx/PULS. Gracias a este acuerdo, ambas empresas se beneficiarán transferencias tecnológicas, en busca de la soberanía industrial. Pese a ello, son varias las dudas que el programa SILAM plantea. Algunas relacionadas con la capacidad de los futuros lanzadores y sus municiones. Otras con su coste. Interrogantes a los que intentaremos responder en este artículo.
El objetivo del programa SILAM pasa por dotar al Ejército de Tierra de un sistema de lanzacohetes de alta movilidad capaz. Su función será la de proporcionar apoyos de fuego con gran precisión a una distancia superior a la que permiten las piezas de artillería tradicionales. Esto, obviamente, mejorando en gran medida las prestaciones de los antiguos lanzadores Teruel, los últimos en servicio con nuestras Fuerzas Armadas.
La plataforma lanzadora, por supuesto, no compone por sí sola el programa SILAM. Como parte del mismo también se van a adquirir municiones guiadas de largo alcance, que hasta este momento no habían servido en la artillería española. Municiones que complementarán los proyectiles estadounidenses “Excalibur” de 155 mm, adquiridos para los obuses tradicionales en 2022/23 y con un alcance máximo de 50 km.
Una vez entre en servicio, la artillería de campaña habrá dado un paso de gigante en cuanto a la recuperación de capacidades. Y es que desde la baja de los Teruel, España era incapaz de desatar un gran volumen de fuego concentrado capaz de cubrir amplias zonas del frente. Todo ello con la misión principal de desbaratar concentraciones de tropas enemigas empleando una munición relativamente barata.
Se atienden así algunas de las lecciones que nos deja la guerra de Ucrania. Un enfrentamiento que está demostrando que los lanzacohetes siguen estando tan en boga como durante la Segunda Guerra Mundial. Claro está, teniendo en cuenta que sus características en cuanto a movilidad táctica y potencia de fuego, han sido considerablemente mejoradas. Especialmente tras la aparición de los cohetes guiados y de la posibilidad de emplear misiles tierra-tierra.
El SILAM se unirá así a un grupo de sistemas, algunos de ellos ya en uso, cuyo mejor ejemplo son los M-142 HIMARS estadounidenses. MLRS que ahora permiten actuar sobre los escalones más retrasados del campo de batalla, alcanzando blancos profundos que anteriormente sólo eran accesibles a la aviación de combate en sus misiones de interdicción. Esta innovación en los lanzacohetes posibilita su empleo cuando la aviación no pueda volar o haya sido expulsada del frente por las defensas antiaéreas. Un fenómeno que, por cierto, estamos observando en la presente guerra ruso-ucraniana.
Además, a diferencia de lo que ocurría cuando comenzaron a generalizarse, hoy en día las diferentes municiones que pueden lanzar estos sistemas permiten a su vez seleccionar entre diversas cabezas de guerra optimizadas para atacar distintas clases de objetivos. Desde tropas al descubierto a blancos fortificados, pasando por concentraciones artilleras o logísticas, no hay blanco que no tenga su ojiva diseñada ad hoc.
En este sentido, el SILAM deberá poder actuar como un lanzador multipropósito que pueda cargar varios tipos de cohetes, con diferentes calibres y características, lo que le permitiría concentrar o distribuir los efectos artilleros, proporcionando una respuesta ajustada a la amenaza a combatir. Todo ello sea de forma puntual o mediante grandes concentraciones de fuego. Además, y renunciando a la munición poco precisa que sigue empleándose en Ucrania, el SILAM español solamente estará dotado de munición cohete-misil guiada, olvidándose de los cohetes convencionales. A pesar de la superior inversión de cara a su compra, esto facilitará alcanzar los blancos con un mínimo consumo de munición. También reducirá al mínimo los riesgos de daños colaterales y de bajas propias por fuego amigo. Eso por no hablar de la forma en que se verán reducidas las servidumbres logísticas.
Todas estas características permiten una rápida capacidad de respuesta y una mayor flexibilidad, gracias a la configuración variable de cada lanzador. Esta posibilita su empleo táctico de acuerdo con los principios de continuidad, oportunidad y profundidad en todo tipo de misiones, principalmente en las de acción de conjunto-refuerzo en apoyo al resto de unidades combatientes. Hay que tener en cuenta que la desventaja que España ha sufrido en los últimos 15 años respecto a sus países vecinos. Países que sí disponían de lanzacohetes, lo que se ha venido traduciendo en una elevada asimetría, que se espera poder corregir con la compra de este nuevo sistema.
Por último, y para terminar con la introducción, cabe decir que en el contrato del programa SILAM no termina con los lanzadores. También incluye la adquisición de un grupo de drones (UAS) de observación de artillería y otro de radares de contrabatería. Compras ambas pensadas para optimizar las nuevas características de estos lanzacohetes. Su llegada constituirá una novedad para España en términos orgánicos y doctrinales, al integrar por primera vez estos medios en una sola unidad independiente.
Las mejoras en cuanto a guiado
Los cohetes son un arma clásica de la artillería de campaña, contando con una historia de cientos de años a sus espaldas. Originarios de China, fueron popularizados por los hindúes a finales del siglo XVIII e incorporados, a partir de 1804, por los británicos (cohetes Congreve). Posteriormente su uso terminaría extendiéndose a todos los ejércitos occidentales y más allá.
Un cohete es un proyectil artillero que es propulsado por su propio motor incorporado de combustión-cohete de combustible sólido. Es decir, que no recurre a saquetes de pólvora independientes como en las piezas de artillería convencionales. Las cabezas de guerra pueden ser de diversos tipos: alto explosivo (HE), fumígena, incendiaria, termobárica, racimo/clúster (con submuniciones/bombetas antipersonal o contracarro).
Los cohetes siempre han seguido una trayectoria fija balística/parabólica después del disparo, por lo que no pueden variar su ruta en vuelo. Con la llegada de los proyectiles tipo GMLRS (Guided Multiple Launch Rocket System) estadounidenses a partir del año 2005, aparecen los cohetes-misil o cohetes guiados. Estos siguen disponiendo del diseño general de un cohete, pero incluyen un sistema de guiado inercial o GPS. Mejora que permite cambiar su trayectoria de vuelo, hasta cierto punto, permitiéndoles ganar en precisión respecto a los cohetes tradicionales. Este tipo cohetes, que emplean espoletas inteligentes tipo PGK (Precission Guided Kit), han dado una nueva vida a los lanzacohetes tradicionales. Al fin y al cabo, estas municiones pueden ser disparadas por la mayoría de los lanzadores existentes con unas sencillas modificaciones.
El guiado por GPS se basa en la recepción de señales satélite de los sistemas GPS americano, Galileo europeo, GLONASS ruso o BeiDou chino. Solamente deben introducirse las coordenadas del objetivo y dispararse en una orientación-azimut lo más aproximada posible para que el proyectil caiga sobre el blanco. De esta forma, es capaz de alcanzar este último con una precisión de entre 2 y 10 m según el tipo de GPS empleado. Eso sí, hay que tener en cuenta que en los últimos años han surgido medios de guerra electrónica pensados para interferir las señales satelitales. A pesar de tomarse medidas paliativas, han logrado disminuir la efectividad de este sistema de guiado. O al menos, en las zonas que quedan bajo la cobertura de estos sistemas, cada vez más comunes.
Para contrarrestar este inconveniente se han tomado, como decíamos, medidas. Por ejemplo, se han optimizado los equipos de navegación inercial. Sistemas que son capaces de funcionar de forma autónoma sin recibir señales externas, calculando sus datos a partir de las coordenadas iniciales. El ordenador, mediante sus propios sensores de altura, velocidad, orientación y posición relativa, es capaz de guiar al proyectil hasta el blanco, del que se han introducido las coordenadas antes del disparo. Así, aunque es cierto que los sistemas inerciales no son por el momento todo lo precisos que sería deseable, constituyen una herramienta muy valiosa.
El empleo de lanzacohetes en el Ejército de Tierra
Pasando ya a España, en 1957 dieron comienzo los estudios sobre los cohetes en nuestro país. Estos se debieron en buena medida al trabajo de técnicos alemanes que habían llegado aquí después de la Segunda Guerra Mundial. La fábrica de artillería de Trubia realizó numerosas series de prototipos:
- Cohetes de 300 mm tipos C, D, D-1, D-2 y D-3;
- De 216 mm tipos E, E-1, E-2 y E-3;
- De 381 mm del tipo G-3;
- De 108 mm del tipo R-6 (fabricado en Sevilla) y;
- Tipo S-3 (en Trubia).
Finalmente, ya en 1960, el Ejército de Tierra adoptó oficialmente los cohetes tipo C, E, D y S. Diseños que fueron todos ellos fabricados en Trubia. Lo mismo que los hasta seis modelos de jaulas lanzadoras (para ser montadas en camiones americanos o Barreiros), producidas en la misma factoría.
Todos estos sistemas serían asignados al regimiento de artillería ubicado en Astorga, lugar elegido dada su cercanía con el campo de tiro del Teleno. Los diferentes tipos de cohetes fueron instalados sobre lanzadores remolcados, para después ser montados sobre camiones Dodge WC-51 (cohetes R), Barreiros Comando (cohete R), Barreiros Panter II (cohete R), Barreiros Panter III (cohetes D, E, L y G), Pegaso 3045 (cohete R), en un solitario Pegaso 3050 (cohetes D, T y L) y en dos Pegaso 3050 de cabina doble (cohetes T).
En 1979 se adoptó el cohete del sistema T/Teruel de 140,5 mm como reglamentario. Concretamente la versión T-2 de 18 km de alcance máximo, con un peso de 56,4 kg. Los lanzadores, denominados LCM-40, se instalaron en camiones Pegaso 3055 6×6 a partir de 1987. Estos sumaban un peso total de 21 t, siendo destinados al RALCA 62 de Astorga (León).
En total, el Ejército de Tierra llegó a adquirir 14 camiones Pegaso 3055 con cabina doble (dos de ellos empleados como bancos de pruebas/enseñanza), junto con el prototipo de un vehículo reabastecedor y unos 8.000 cohetes T-2 y MC-25. Anteriormente se habían usado tres camiones de la versión 3050 (uno de cabina simple y dos de cabina doble) para experimentar con diferentes cohetes. Además se probó un municionador de cabina doble que tampoco llegaría a producción.
Posteriormente, en 2006, se incorporaron los cohetes MC-25 del mismo calibre, con un alcance de 25 km y desarrollados por EXPAL. El sistema Teruel causaría baja oficial en 2012, aunque su último disparo data de 2011, dejando huérfana a nuestra artillería.
Otros dos modelos de cohete, los tipo L (Segovia y Duero), basados en los MLRS americanos, no pasaron de la fase de prototipo. Eso sí, llegaron a estar montados en el ubicuo Pegaso 3050, el único empleado para probar todos los cohetes mencionados.
España llegaría a exportar 8 lanzadores Teruel, sobre camiones doble cabina 3050, a Gabón, que terminarían siendo encuadrados en su Guardia Presidencial. Estos diferían de la versión española en que solamente poseían dos gatos elevadores (en este caso, traseros) para estabilizar el lanzador.
Los planes previstos para sustituir a los Teruel por el sistema americano MLRS o el más ligero HIMARS no se llevaron a efecto, desapareciendo la artillería cohete española y con ella su pasado como uno de los países punteros en el desarrollo de este tipo de armamento. En el acuartelamiento de Santocildes (Astorga) se conservan dos camiones lanzadores Barreiros Panter III y otro similar en la base militar del Ferral (León). Un lanzador Teruel se mantiene como ornamento en Astorga, otro se encuentra expuesto en la base de Marines (Valencia), otro en el Museo Militar de Almeyda (Tenerife) y uno en el Museo del Automóvil Militar de Torrejón de Ardoz. Algunos de los camiones lanzadores se desmilitarizaron y vendieron en el mercado civil, para ser empleados en obras públicas.
Ahora, después de más de una década, con la llegada a partir de 2024 del nuevo SILAM, España volverá a tener unidades lanzacohetes en su arsenal. Recuperaremos así un tipo de arma que nunca debió haber sido abandonada.
La base del programa SILAM: el sistema israelí Lynx/PULS
El sistema israelí PULS, comercializado por Israel Military Industries (IMI), empresa propiedad de Elbit Systems, servirá de base al SILAM español. De cara al diseño y construcción del sistema final se ha recurrido a tres empresas implantadas en España, asignando el Consejo de Ministros un contrato negociado sin publicidad. La empresa Rheinmetall Expal Munitions (nacida tras la adquisición por parte de Rheinmetall de Expal Systems al grupo Maxam) se encargará de la fabricación de las municiones. La madrileña Escribano Mechanical and Engineering (EM&E) se ocupará del diseño e integración de los lanzadores y de algunos sistemas electrónicos. Iveco Defence Vehicles (IDV), por su parte, trabajará en la plataforma sobre la que se instalará el lanzador, que será un chasis de esta empresa.
El lanzacohetes Lynx, en el que se basa el actual PULS, fue desarrollado, como hemos dicho, por IMI, siendo declarado operativo a partir del año 2013. Distintas variantes están actualmente en servicio en Dinamarca, Ruanda, Azerbaiyán, Kazajistán e Israel. En este último caso, apenas desde el pasado 2023, siendo denominado Lahav.
Si bien en sus orígenes el Lynx recurría a un chasis 6×6, a partir de 2018 esto cambió. Pasó tras ser modernizado a denominarse PULS (Precise and Universal Launching System). También a ser montado sobre chasis tanto 6×6 como 8×8. En el primer caso, el peso total del sistema 6×6 es de unas 17 toneladas. El coste estimado por unidad, excluyendo la munición, es de unos 7 millones de euros. La versión 8×8, por su parte, se acerca a las 27 toneladas, aunque en este caso su precio unitario todavía no está disponible.
Al igual que ocurrirá con el SILAM, el Lynx/PULS puede utilizar diversos tipos de cohetes, cambiando el tipo de contenedores según el tipo de munición deseada:
- Grad de 122 mm (40 en total por lanzador), 66 kg de peso, 20 kg la cabeza de guerra y con 40 km de alcance.
- Accular de 122 mm, guiados por GPS/inercial (32 en total), 72 kg de peso, cabeza de guerra de 20 kg y un alcance de 35 km. La empresa fabricante adaptó este cohete en 2017 para emplearlo desde las celdas del sistema M-270 MLRS utilizado por Israel.
- LAR-160 de 160 mm (26 en total), 110 kg de peso, cabeza de guerra de 46 kg y un alcance de 45 km. Existe también la versión Accular 160 con guiado GPS/inercial con un alcance reducido a 40 km y un CEP de 10 m.
- Misil EXTRA de 306 mm (8 en total), guiado por GPS/inercial, CEP de 10 m, 570 kg de peso, cabeza de guerra de 120 kg y un alcance de 150 km.
- Misil Delilah GL de 330 mm (4 en total), búsqueda por infrarrojos/electroóptica y GPS/inercial con un CEP de 1 m, 187 kg de peso, cabeza de guerra de 30 kg y un alcance de 250 km. Este misil es una versión de un arma aire–tierra israelí.
- Misil Predator Hawk de 370 mm (4 en total), guiado por GPS/inercial con un CEP de 10 m, 800 kg de peso, cabeza de guerra de 170 kg y un alcance de 300 km.
Aunque no es objeto de este artículo, los intereses de Elbit en relación con el PULS van mucho más allá de España. De hecho, aspiran de la mano de la francoalemana KNDS (formada por Nexter y KMW) a convertir el PULS en un estándar. Objetivo para el cual firmaron un acuerdo coincidiendo con la última edición del salón londinense DSEI y acuñaron el concepto «Euro-PULS».
¿Qué incluye el programa SILAM?
El programa SILAM, recientemente aprobado, deberá comenzar sus entregas en 2024, aunque los primeros sistemas totalmente operativos estarán disponibles a partir del año 2025, finalizando el proyecto en 2028. El programa inicial contempla la compra de dos baterías completas, que conformarían un grupo de artillería (batallón), con seis lanzadores cada una, divididos en dos secciones de tres lanzacohetes cada una.
En total, el programa SILAM implica la adquisición de:
- 12 lanzadores sobre camión 8×8;
- 1 lanzador demostrador;
- 2 lanzadores para instrucción;
- 12 camiones de municionamiento 8×8 con grúa;
- 2 camiones de recuperación 8×8;
- 4 VLTT VAMTAC puesto de mando de grupo (avanzado y retrasado);
- 2 VLTT VAMTAC puesto de mando de batería;
- 4 VLTT VAMTAC puesto de mando de sección;
- 6 VLTT VAMTAC para observación avanzada (OAV);
- 12 UAS de observación/designación;
- 4 radares contrabatería;
- 324 cohetes-misil guiados Accular de 122 mm;
- 216 cohetes de entrenamiento de 122 mm;
- 112 misiles EXTRA de 306 mm y;
- 64 misiles Predator Hawk de 370 mm.
Todos estos proyectiles se recibirán con la mitad equipados con cabezas de guerra de alto explosivo (HE) y la otra mitad con cabezas penetradoras (AP).
Respecto al montante del programa SILAM, es una cuestión polémica. De hecho, en los últimos días ha motivado distintas preguntas por escrito por parte del grupo parlamentario VOX. Lo mismo, por cierto, que respecto al programa VCR 8×8 Dragón, en este caso mucho más polémico. En cualquier caso, y volviendo sobre el SILAM, tenemos que el importe total del contrato suscrito por España es de 697.503.425 euros (IVA incluido), de los que:
- 414.236.486 euros son para los lanzadores, los cohetes-misiles y todos sus vehículos asociados.
- 1.918.286 euros se reservan para la integración del sistema TALOS y las radios;
- 76.731.450 euros se destinan a la adquisición de los cuatro radares contrabatería y sus sistemas auxiliares y;
- 204.617.201 euros servirán para costear la compra de UAS.
El coste de cada sistema lanzacohetes -que incluye los vehículos auxiliares, los sistemas de control de fuego y la munición- nos deja una cifra de casi 30 millones de euros. Al menos sin incluimos los dos lanzadores de enseñanza que, teóricamente, también serán operativos en caso necesario. Desgraciadamente, a día de hoy desconocemos el precio desglosado de cada cohete, lo que podría darnos una mejor idea del costo equivalente del SILAM respecto a otros sistemas lanzacohetes contemporáneos.
Sin embargo, sí es interesante realizar una pequeña comparación. Nos referimos a la que sale de cotejar los datos del programa SILAM con lo conocido de otros contratos extranjeros homologables, de los que se conocen algunos detalles. Así las cosas, podemos extraer algunos apuntes reseñables:
- Dinamarca ha adquirido 8 sistemas PULS completos, con accesorios y vehículos auxiliares más munición sin cuantificar por 14 millones euros por unidad. Por desgracia desconocemos la cantidad de munición incluida, que podría ser la explicación para la diferencia de precio respecto a la del programa SILAM español.
- Polonia ha firmado un contrato por 288 Chunmoo surcoreanos con accesorios, pero sin munición, por 11 millones de euros la unidad.
- Italia ha comprado 21 HIMARS estadounidenses con accesorios por 19 millones euros cada unidad, aunque de nuevo, sin munición.
- Marruecos ha firmado un preacuerdo, que quizás no llegue a buen puerto, pero con su importe ya publicado. El país alauí ha acordado comprar 18 sistemas HIMARS, 40 misiles ATACMS (300 km de alcance), 36 cohetes-misiles GMLRS con cabeza de HE y otros 36 con cabeza cluster/submuniciones, estos 72 con un alcance máximo de 90 km. Este contrato incluye también los vehículos auxiliares, sistemas de cálculo y las comunicaciones. Si los HIMARS llegan a Marruecos, se traducirá en un aumento significativo del poder ofensivo del vecino del sur, que podría tener a tiro todo una parte sustancial de España, incluyendo estaciones de vigilancia EVA, bases aéreas y la futura base logística del Ejército de Córdoba. El monto total de la operación asciende a 482 millones de euros, con un coste unitario por lanzador de casi 28 millones. Marruecos también dispone de un mínimo de 12 lanzacohetes chinos PHL-03/AR-2, una copia del BM-30 Smerch soviético, con cohetes no guiados de hasta 70 km de alcance y de 130-160 km con un modelo guiado inercialmente, no muy preciso.
Respecto a los precios de la munición empleada por los PULS no los conocemos, pero si la de los sistemas M270 MLRS y M142 HIMARS. En estos casos, tenemos que:
- GMLRS: 160.000 de euros por unidad, siendo similar al Accular pero con el doble de alcance.
- ER GMLRS: 450.000 de euros por unidad, equivalente al misil EXTRA.
- ATACMS: 1,5 millones de euros, equivalente al misil Predator.
Si aplicásemos los precios de la munición estadounidense, en teoría la más cara actualmente, al número de cohetes adquiridos por España, tendríamos que:
- GMLRS: 324 unidades a 160.000 euros suman 51,8 millones de euros. Eso sí, el alcance de este cohete es superior en dos tercios al Accular y, su precio obviamente, será como mínimo un 50% superior los israelíes.
- ER GMLRS: 112 unidades a 450.000 euros hacen un total de 50,4 millones de euros.
- ATACMS: 64 misiles a 1,5 millones la unidad nos arrojan un total de 94 millones de euros.
Es decir, que el mismo número de unidades, si tuviésemos que adquirir munición norteamericana, supondría una inversión total de 196,2 millones de euros.
Dando por válidos -con todas las cautelas- estos números, tendríamos que el HIMARS italiano, acompañado de la misma cantidad de munición que en el contrato español, se iría a 28,3 millones de euros por unidad. Si aplicamos esto a los Chunmoo polaco, que puede emplear los mismos proyectiles, el coste por unidad sería de 12 millones de euros. Eso sí, en este caso hay que tener en cuenta que la enorme cantidad de lanzadores adquiridos por los polacos contribuye a rebajar el precio unitario. En cuanto al programa SILAM, con municiones teóricamente más baratas y con una precisión sensiblemente inferior, se quedaría en 29,7 millones de euros por cada uno de los 14 lanzadores.
Nada de esto, en cualquier caso, quiere decir que el SILAM sea un mal sistema. El diseño en el que se basa es, por el contrario, uno de los mejores lanzacohetes disponibles en el mercado. Garantía suficiente para pensar que se va proveer a la artillería española de unas capacidades inmensamente superiores a las que ha llegado a poseer a lo largo de su historia. Los costos unitarios del programa podrían ser discutibles, si consideramos que por el mismo precio e incluso menor, tendríamos sistemas ligeramente superiores con un montante económico más contenido. En cambio, se justifica este sobrecoste con la posibilidad de manufacturar en España parte del sistema, incluyendo la munición. En este sentido, aunque hasta el momento desconocemos el porcentaje de nacionalización del programa SILAM, no deja de ser un aspecto positivo, especialmente si se consiguen fabricar aquí los componentes electrónicos más delicados.
Más adelante, en este mismo artículo, se describen las características de los competidores del SILAM en el campo de batalla actual, para que el lector pueda extraer sus propias conclusiones. Dicho esto, el que salga del programa SILAM será un sistema comparable a todos los existentes actualmente en el mercado, con unas características técnicas idóneas para el campo de batalla actual y con una gran flexibilidad de fuego, al poder combinar dos tipos de munición simultáneamente en el mismo lanzador, algo que sí es una seña de identidad propia.
Respecto al sistema de guiado de sus cohetes, este le otorga una precisión adecuada, aunque por detrás de la conseguida por los disponibles para los M142 HIMARS y Chunmoo.
Sí podría constituir una desventaja el peso total del sistema, ahora que muchos países se han decidido por lanzadores sobre camiones 6×6. Estos, aunque disponen de una menor capacidad de munición, se benefician de una movilidad superior y una menor complejidad mecánica.
En cualquier caso, el gran avance que promete a nuestro Ejército el programa SILAM pasa por la posibilidad de poder alcanzar con fuegos muy precisos, gracias a los misiles EXTRA y Predator, blancos en profundidad al otro lado del estrecho de Gibraltar. Así, si hablamos de la teórica amenaza marroquí, el SILAM ofrecerá un componente estratégico, superando el ámbito táctico al que tradicionalmente se han circunscrito los lanzacohetes. Este nuevo abanico de posibilidades permitirá, al menos en parte suplir una hipotética anulación del poderío aéreo y aeronaval español debido al establecimiento de zonas A2/AD mediante el empleo de misiles antiaéreos de largo alcance.
En la guerra de Ucrania hemos visto la utilización masiva de los lanzacohetes, algo que nos puede servir de referencia a la probable utilización del SILAM en un campo de batalla convencional. Rusia ha empleado su famoso Grad como arma principal en esta categoría, usándolo con éxito para saturar las posiciones ucranianas hasta la llegada de los radares de contrabatería occidentales, que les han obligado a actuar con más discreción.
Ucrania también empleó todos sus lanzacohetes disponibles con las mismas precauciones desde el principio de la contienda, dada su inferioridad por aquellas fechas. El uso de misiles aéreos con bombetas de racimo/cluster y de los cohetes termobáricos lanzados por los sistemas TOS-1 Buratino, fue seguido en junio de 2022 por el anunció del envío de sistemas M142 HIMARS y de municionees GMLRS (guiadas por GPS y con un alcance de hasta 80 km) como parte del apoyo de EEUU al gobierno ucraniano.
La llegada de estos lanzacohetes cambió de nuevo el equilibrio de fuerzas, permitiendo a Ucrania golpear en las profundidades de los escalones logísticos de la retaguardia rusa, complicando mucho más las comunicaciones con el frente. Al fin y al cabo, los HIMARS operan desde unos 18-20 km tras la primera línea ucraniana, para abstraerse de la amenaza de los drones, que no suelen llegar tan al interior. Lo hace, además, con una precisión más que sobresaliente, como demuestran las imágenes del puente Antonovsky de Jersón. Además, con la llegada de los misiles ATACMS los alcances y capacidades de la artillería ucraniana se han maximizado. Son estos los ejemplos a los que debemos atender cuando pensemos en el programa SILAM, pues permitirá jugar en esta misma liga, al menos en cuanto a calidad, que no en cuanto a número.
El programa SILAM y el sistema Talos
Siguiendo con el programa SILAM, todos los vehículos deberán estar integrados dentro del sistema de fuego centralizado y computarizado empleado por la artillería española, el Talos. Además, dispondrán de radiotransmisores tácticos capaces de emitir-recibir datos y fonía simultáneamente de forma codificada. Estos dos elementos no están incluidos en el contrato. De hecho, serán suministrados por el Ejército e integrados en el programa SILAM.
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