Los carros actualmente en servicio fueron diseñados en la década de los ochenta; la caída de la URSS y los consabidos dividendos de la paz paralizaron cualquier desarrollo posterior, incluso se puso en duda durante más de una década la necesidad de este poderoso sistema de armas dado los conflictos donde occidente se veía involucrado.
Por esta razón aquellos modelos, como fuerza legado de muchas naciones, se han mantenido en servicio todos estos años, en algunos casos actualizados y en otros con sus capacidades básicas inalteradas; otros incluso fueron dados de baja prematuramente, adquiriendose posteriormente por otras naciones de segundo orden que de esta forma accedían a equipos punteros a precios muy competitivos.
Entre ellas podemos citar a Bélgica o Canadá, que después de deshacerse de sus carros tuvieron que incorporarlos rápidamente a raíz de las lecciones aprendidas en Afganistán, que no es un conflicto precisamente propicio, a priori, para el empleo convencional de carros de combate.
Y es que el carro de combate se ha revelado fundamental también en el conflicto asimétrico, asumiendo funciones para las que ciertamente no fue diseñado, pero realizándolas eficazmente porque es, sencillamente, el mejor y más potente medio a disposición de un comandante operacional. Más allá de la función que se le encomiende, la perfecta combinación entre protección (el factor capital en los nuevos escenarios) movilidad y potencia de fuego, hacen de él una herramienta válida para todo tipo de misiones de combate, dependiendo de sus operadores la decisión de emplearlo en cometidos no estipulados en un principio en los manuales de empleo; esto es, creando doctrina a partir de la experiencia en combate.
No obstante, más allá de la flexibilidad que un jefe debe aplicar para sacar el mayor rendimiento de los medios a su disposición, es labor de los estados mayores definir las necesidades de la fuerza arreglo a las misiones que van a realizar, los sistemas de armas necesarios y sus requisitos técnicos, simplemente no se pueden emplear carros de combate para todo, entre otras cosas porque las modernas fuerzas armadas se han embebido de criterios empresariales y disponen de departamentos de cuentas y ajustados presupuestos que, lejos de las necesidades de la guerra total (donde esos criterios pasan a un segundo plano) limitan la libertad de acción de las fuerzas militares.
De esta forma, la fuerte demanda de apoyo logístico de las fuerzas acorazadas y su alto coste, junto con el creciente empeño de muchos ejércitos en largos conflictos de estabilización, han obligado a diseñar otros medios específicos, mayoritariamente de ruedas, para estas misiones; hasta el punto de arrinconar a las fuerzas acorazadas a un papel secundario, una suerte de pieza de museo guardada en una urna con una inscripción: romper solo en caso de guerra.
Tanto Francia como Gran Bretaña o Italia han decidido recientemente mantener parques de carros reducidos, apenas dos centenares de ejemplares, aunque seguramente la más sorprendente ha sido la decisión tomada por Japón por lo que implica en cuanto a doctrina de empleo.
Las fuerzas de autodefensa han decidido sustituir una gran parte de sus carros medios tipo 10 y tipo 90 por el blindado 8×8 MCV o tipo 16, armado con un cañón de 105 mm. Como decimos lo más sorprendente es que esta decisión se toma por la baja proyectabilidad estratégica por aire que tienen los MBT, es decir, que existía la pretensión de utilizar estos como ahora los MCV en la defensa adelantada de las miles de pequeñas islas e islotes que conforman el país, a las que se desplegarían estos sistemas de armas mediante aviones Kawasaki C2 (cada uno puede llevar un solo CMV cada vez).
El caso italiano no es menos sorprendente, pues se han dado de baja multitud de Centauro B1 perfectamente válidos para sustituirlos por los nuevos Centauro B2, con una barcaza mejorada contra minas y un cañón de 120 mm, en una pretensión de mantener la carrera cañón/coraza que lleva existiendo desde el nacimiento de las fuerzas blindadas.
Es decir, cada vez de forma más acusada se tiende a sustituir los carros por blindados de ruedas que poseen potentes cañones y son más fáciles de desplegar por aire, pero se hace bajo la absurda pretensión de que pueden emplearse de la misma manera que aquellos.
No se trata pues de diseñar MRAP capaces de realizar largas patrullas con un mantenimiento mínimo y sobrevivir a ataques terroristas mediante IED o minas, si no de sustituir los carros y VCI de cadenas por medios equivalentes de ruedas para realizar las misiones propias de las fuerzas mecanizadas y acorazadas.
Esta decisión es profundamente errónea por varios motivos, el principal de los cuales es pensar que es su cañón lo que ofrece al MBT una preponderancia indiscutible en el campo de batalla, ya sea este simétrico, asimétrico o híbrido, y no su inigualable grado de protección, que no puede ser emulado por ningún medio de ruedas por avanzado y caro (y complejo, lo que revierte en perder su pretendida baja huella logística) que sea su tren de rodaje.
Y es que el carro de combate es un medio diseñado para dominar el campo de batalla no por su capacidad de destrucción, donde la artillería se muestra claramente superior, ni por su movilidad estratégica, que es mucho mayor en las fuerzas ligeras; si algo distingue al carro de combate y a las fuerzas acorazadas que se organizan entorno a él (y que tradicionalmente han sido deficitarias en su elemento distintivo, la protección, limitando la capacidad de los propios carros) es en la capacidad de penetración en las defensas enemigas, en definitiva, la capacidad de choque y persistencia ante el fuego enemigo (lo que los distingue de los MRAP, capaces de proteger a sus tripulantes, pero no de mantener operativo al vehículo ante un ataque, ya que su blindaje no protege la mecánica del mismo), lo que obliga a este a incluir en sus dispositivos defensivos medios específicos para destruir estas pesadas máquinas.
En sortear estas defensas y conseguir los objetivos designados, esta vez sí mediante el fuego, se basa la maniobra, en la que el carro es también un especialista; pues si bien es superado en el ámbito estratégico y en el operacional (movimiento dentro de un teatro de operaciones) es inigualable en el aspecto táctico bajo cualquier tipo de terreno y en cualquier condición meteorológica, que suelen imponer serias limitaciones a otros medios terrestres, y de la que surge la capacidad de ‘sorpresa’.
Como ejemplo podemos citar el ataque alemán a Francia en 1940 a través del bosque de las Ardenas, que el estado mayor francés consideraba no apto para el uso de los carros de combate. Por contra, de nada le sirvió a la división Daguet tener una gran movilidad operacional por los desiertos de Kuwait en 1991, y de nada le servían los cañones de sus AMX10RC, ya que ante la amenaza de los carros T72 de Saddam Hussein debió ser reforzada con carros de combate, por entonces unos vetustos AMX30B2 (Francia fue la última potencia mundial en dotarse con MBT modernos, después de aquel conflicto).
Aun así, y debido a la debilidad de estos carros, el mando de la coalición decidió emplearla en un cometido secundario, idóneo para su movilidad operacional y menor exigencia logística, pero poco relevante: un amplio flanqueo en profundidad para aislar las fuerzas iraquíes en Kuwait de refuerzos o de la posibilidad de huir del ataque que el VII cuerpo del US ARMY ejecutó con gran rapidez y precisión para encontrar y destruir su temida guardia republicana, situada a retaguardia del despliegue. El por qué esta misión era tan importante se debía precisamente a la amenaza que estas fuerzas acorazadas suponían para la coalición.
Si algo demuestra esta campaña, la última de carácter convencional ejecutada por EEUU y sus aliados, es que no importa donde debas combatir ni la distancia que debas recorrer, en el momento de enfrentarte cara a cara al enemigo necesitas de toda la potencia de combate disponible. Se da la circunstancia de que Saddam combatía en casa, no tenía que proyectar sus fuerzas para invadir ninguna isla de un archipiélago como el japonés (hoy por hoy nadie es capaz de llevar allí una fuerza de invasión acorazada, y menos por aire, de ahí el sorprendente planteamiento de los nipones) ni tenía que hacer un gran envolvimiento operacional, disponía en todo momento de sus carros de combate y para garantizar su derrota la coalición necesitaba enfrentarles sus mejores MBT.
Este panorama es el que deberán afrontar los ejércitos occidentales en el futuro, con sus proyecciones estratégicas a cualquier lado del mundo para combatir las amenazas a la estabilidad mundial. Sea en la frontera de las repúblicas bálticas contra el renacido enemigo simétrico, como en cualquier otro conflicto híbrido contra guerrillas, señores de la guerra, terroristas o cualquier otra fuerza que cuente con arsenales capturados a gobiernos débiles o desaparecidos, desertores del ejército o paramilitares bien adiestrados y pertrechados por naciones vecinas (como en la guerra de ucrania). Llegado el momento no bastará con haber llegado ni con tener una logística adecuada, habrá que tener capacidad de combate y eso es algo que solo los MBT y los VCI de última generación (diseñados para maniobrar junto a los carros con su misma protección) como los namera, puma o T15, puede garantizar.
¿Cuál es entonces la razón de ser de los blindados de ruedas cañón, mal llamados cazacarros o carros ligeros? Obviamente la de aprovechar las ventajas de todo vehículo de ruedas en un tipo de conflicto que le sea propicio, de tipo asimétrico o híbrido (en favor de fuerzas convencionales) maniobrando en profundidad y aportando su potencia de fuego en favor de las fuerzas propias. Esta viene determinada por un cañón polivalente (90/105mm) que, y este es otro error muy común, no debe garantizar la destrucción de un MBT, si no ofrecer mayor alcance efectivo y letalidad al primer disparo contra otros blindados dotados de cañones de tiro rápido (entre 25 y 40mm) armas más que suficientes para perforar la débil coraza de vehículos como el Centauro o el tipo 16.
Así pues, el cañon pesado del 8×8 ofrecerá una superioridad manifiesta contra blindados de SIMILAR CONCEPCIÓN, amén de una gran potencia de fuego HE (alto explosivo) y penetración frente a edificaciones (ladrillo, hormigón, sacos terreros, adobe, etc…) que les da una polivalencia que un cañón de 25-30 mm no tiene, orientado como está a batir otros blindados similares (munición APFSDS) y para lo que, recordemos, es sobradamente eficaz, sobre todo si los complementa con misiles CC (Bradley, Freccia, Jaguar, etc).
Una vez hemos determinado que es y que no es un carro y como no deben usarse, pasaremos a analizar la evolución previsible de los carros y su necesidad real.
El resurgir del carro de combate
La inestabilidad mundial, su eficacia en el conflicto asimétrico y la vuelta de Rusia al panorama internacional, han hecho ver nuevamente a los estados mayores occidentales la necesidad del carro de combate, así como las limitaciones de los modelos actuales, tanto en su desempeño operacional (desde su alto coste logístico a la vulnerabilidad, bastante comentada, de algún modelo en manos de esos operadores de segunda línea que comentabamos) como por haber agotado sus posibilidades de desarrollo y mejora.
Ha sido precisamente Rusia y su nueva pujanza diplomática, económica y militar la que ha dado un paso adelante para modernizar una de sus armas icónicas y en la que deposita parte de su poder militar desde la gran guerra patriótica de 1941-45: su arma acorazada.
La aparición del carro T14 ‘Armata’ y varios modelos derivados de la misma familia ha sacudido los cimientos del inmovilismo occidental, poniendo en serias dudas la capacidad de los MBT actuales para hacer frente al nuevo diseño, si bien la capacidad de producción de la federación rusa, así como las capacidades reales del nuevo vehículo están bastante en entredicho.
Por su parte, dentro de las iniciativas por unificar y potenciar la industria de defensa europea, Francia y Alemania han retomado la idea de desarrollar un sustituto común para los carros Leclerc y Leopard 2, que Rheinmetall ha denominado Leopard 3 y del que poco se sabe, salvo que parece apostar por un nuevo arma en calibre 130/51 mm, arma que ya se ofrece para exportación en el último ‘upgrade’ del Leopard 2, el A7.
Antes de dicha ‘joint venture’, los estudios de la propia Rheinmetall apuntaban a un nuevo arma de 140mm de gran potencia de fuego y munición desengarzada, de forma similar al cañón de ánima rayada L30 británico montado en el Challenger II y el 2A46M de 125 mm de la familia de carros rusos. Esta munición en dos partes (proyectil y carga propulsora) separadas será fundamental para poder incrementar el calibre de los carros de combate, ya que de lo contrario amenazan con sobrepasar la capacidad física de sus tripulantes, especialmente el cargador, así como la capacidad de las santabarbaras y los mecanismos de los cargadores automáticos; de hecho la munición rusa fue desarrollada para el T64, el primer modelo soviético en disponer de este tipo de cargador.
Aunque en Occidente solo el GIAT Leclerc ha apostado para este sistema de carga, seguramente se generalizará en el futuro debido precisamente a los ahorros de personal y volumen interno que conllevan, si bien encarecen el producto final y restringen la variedad de munición que puede llevar el carro. A este respecto no debemos olvidar que los últimos conflictos han supuesto la llegada de nuevas cargas especializadas para blancos muy variados, incluida alguna antipersonal de efecto ‘perdigonada’ que eran impensables en los tiempos de la guerra fría, donde la munición CC (primero con carga HEAT y posteriormente con la APFSDS) y la de alto explosivo (HE) eran las únicas opciones que se consideraban.
Una vez tomada la decisión de desarrollar un nuevo sistema de armas, cabe preguntarse en qué van a consistir esas mejoras, toda vez que el aumento progresivo del blindaje y la potencia de fuego necesaria para superarlo han alcanzado el límite de lo razonable; tanto por el peso, que ya alcanza las 70 toneladas, como por la potencia motriz necesaria para moverlo con soltura y la extraordinaria huella logística que esto supone, amén de las limitaciones que empiezan a surgir a la hora de operar en terrenos blandos, cruzar puentes o su transporte en buques, góndolas o por vía ferroviaria.
El permanente estado de guerra de naciones como EEUU o Israel, cada una a su manera, han provocado la necesidad de disponer de vehículos más sencillos, económicos y desplegables que los actuales M1 Abrams y Merkava mk IV, si bien a priori no los sustituirán, de hecho ambos siguen un continuo proceso de mejora y actualización.
Así, el US ARMY ha recuperado la idea, cancelada en varias ocasiones, de un vehículo ligero de gran potencia de fuego similar al malogrado M8; mientras que Israel ha empezado los estudios para dotarse de un vehículo de ataque armado con un cañón de tiro rápido de calibre medio, en un concepto que dista bastante de lo que denominamos carro de combate, y que tendrá una tripulación de dos hombres.
Por otra parte, el desempeño de algunos MBT de última generación (si bien carecían de las mejoras más punteras) como los T72 en el conflicto checheno o en el infierno sirio, así como los Leopard 2A4 utilizados de forma bastante deficiente por el purgado y desmoralizado ejército turco, ha demostrado que el carro ya no puede defenderse con blindaje convencional de las armas diseñadas específicamente para destruirlo. Esto, que podría señalar el fin del propio carro como sistema de armas, ni es relevante ni es novedoso.
Efectivamente, todos los conflictos en los que han participado los carros con éxito desde la segunda guerra mundial han contado con medios capaces de destruirlos. Podemos recordar cómo en plena avalancha del ejército alemán sobre Rusia en 1941 hubo batallones enteros paralizados por la presencia de algunos carros KV1 (de los que por cierto el Heer desconocía su existencia) pese a ser operados por personal mal adiestrado y hasta herido y sin ninguna coordinación en su maniobra (no contaban ni con radio) pero con blindajes impenetrables por los carros alemanes (la mayoría pese a lo que se pueda creer, eran medios ligeros e ineficaces, pero empleados de forma muy agresiva e inteligente) y solo podían ser destruidos con un arma de fortuna que alcanzaría temible fama mundial, el 8 con 8 o Flak36 de 88 mm, un arma antiaérea que de forma improvisada se empleó como contracarro con suma eficacia.
Desde entonces, como decimos, no ha habido unidad acorazada que maniobrara y combatiera sin la certeza de que podía encontrarse con armas enemigas capaces de neutralizarlos. La cuestión era maniobrar para evitar que el despliegue enemigo de las mismas, siempre escasas, fuera eficiente.
En el momento actual, ante la certeza de que mayor grosor de blindaje o mejoras tecnológicas en las aleaciones o en los medios pasivos de defensa pueden resultar ineficaces, se ha optado por instalar defensas activas.
Los sistemas de protección activa, que han evolucionado rápidamente en los últimos años, utilizan un sistema de sensores (radar en banda F/G) alrededor del carro para detectar proyectiles en aproximación y un sistema de cargas proyectadas capaces de neutralizar misiles y cohetes.
Por desgracia estos sistemas aún no son capaces de neutralizar proyectiles de alta velocidad, como los perforadores cinéticos disparados por otros carros, por lo que no puede prescindirse del blindaje tradicional; por otra parte sin un grueso blindaje los carros perderían la capacidad que les hace imprescindibles en el campo de batalla, que no es otra que resistir impactos de munición de calibre medio (30-40 mm) y cargas huecas (HEAT) de lanzagranadas portátiles.
Un nuevo concepto de empleo
Efectivamente, los carros siempre podrán ser destruidos por modernos misiles CC o el cañón de grueso calibre de otro carro, pero en ningún caso debería ser vulnerable a otras armas como las de los AIFV o sistemas portátiles de infantería (lanzagranadas) que limiten la potencia de choque (basada en su baja vulnerabilidad a la mayoría de los fuegos) de las unidades acorazadas, ya que de otro modo perderían su razón de ser.
Lo que sí permitirán estos sistemas de protección activa es eliminar la necesidad de blindajes reactivos o supletorios, diseñados para afrontar esas amenazas y que añaden un considerable peso al carro, pese a ser igualmente ineficaces contra munición APFSDS y limitar la defensa contra cargas huecas a las cabezas simples (la mayoría de MCC usa cabezas en tándem, que inciden consecutivamente en el mismo punto, penetrando al carro). También permite aligerar el blindaje de la parte superior del vehículo, que solo puede ser impactada por misiles de picado terminal y otras cargas de acción vertical, como las submuniciones BLU-108 o los ataques de UCAV armados con misiles, caso del Hellfire o el Brimstone, e incluso otro tipo de UCAV menos sofisticados, de usar y tirar o ‘drones suicidas’ diseñados para localizar y atacar a los vehículos o autodestruirse cuando agoten su tiempo de vuelo (dichos sistemas, por evidentes razones de seguridad, necesitan manipularse como una munición).
Recientemente han surgido teorías acerca de enjambres de drones aéreos capaces de desbaratar cualquier ataque de blindados. En realidad este futurista concepto no es más que amoldar al medio de moda una munición que existe hace mucho tiempo, y que en ningún caso ha supuesto una catarsis que ponga fin a las fuerzas acorazadas.
Existen municiones de artillería capaces de batir zonalmente una cuadrícula de terreno, sembrando centenares sino miles de submuniciones como la BLU-108/B, creada por Textron systems para bombas cluster, proyectiles de artillería (como el smart-155) y cohetes.
Esta munición dispone de cuatro cabezas con carga hueca auto forjada (HEAT) y un sensor óptico/láser, que se liberan a cierta altura sobre el suelo y descienden lentamente gracias a un paracaídas y cuyas submuniciones una vez disparadas se estabilizan por rotación (de hecho cada submunición o skeet tiene un aspa que las hace comportarse como las semillas de arce, o como un moderno drone de juguete, descendiendo como un helicóptero) mientras buscan un blanco para activar su carga, atacando la parte superior del blindado, que es la más débil.
La puesta en vuelo y la llegada a la zona a batir es rápida y limpia (trayectoria balística) y su tiempo de acción muy limitado (acabado su descenso se autodestruyen) como cualquier munición de acción inmediata (también se pueden lanzar minas que se posan sobre el terreno y quedan en espera del paso de cualquier objetivo que se presente)
Como vemos, pretender que drones guiados por personas hagan esto mismo, pudiendo estar en estación mucho más tiempo solo complica la situación y encarece el concepto. Para empezar porque requiere manipular cargas explosivas, por lo que deben incluir una espoleta o sistema de cebado para manipularlas (previamente) con seguridad, segundo porque el procedimiento de búsqueda y destrucción requiere de eficaces sensores ópticos infrarrojos y medios de identificación amigo/enemigo (IFF), y por último necesitan de personal que los opere y unos complejos medios de guía/comunicación, como por ejemplo la ingente cantidad de frecuencias necesarias para controlar ‘enjambres’ de pequeños UCAV, su coordinación en la zona de fuego (lanzarlos en sucesión y reunirlos para atacar simultáneamente) o su tiempo de vuelo, ya que son medios muy lentos, pudiendo llegar a un ‘espacio vacío’ después de lanzados ante la correspondiente alerta a través de la red de inteligencia táctica.
Parece evidente que es mucho más eficaz que un UAV más avanzado (y reutilizable) localice objetivos con sus sensores avanzados y transmita esa información en tiempo real (red CIS) para que sea la artillería la que ponga sobre el terreno de forma inmediata (time in target) ese enjambre masivo de ‘destructores’ de empleo inmediato, procedimiento utilizando por todos los ejércitos modernos desde hace años.
Debido a la proliferación de estos medios que, al contrario que los cazabombarderos, no dependen de la superioridad aérea para operar, el carro se ha convertido en un objetivo grande y vulnerable cuya protección pasiva superior nunca podrá crecer para conjugar esta amenaza (su peso superaría las 100 toneladas, con todo lo que ello supone en términos logísticos), por lo que deberá recurrir a otros medios de decepción (los sistemas de localización de los UAV son muy limitados) alerta y destrucción para evitar dichos ataques, es decir, sistemas de protección activa.
Para empezar acompañando a las fuerzas acorazadas, tradicionalmente muy vulnerables al poder aéreo, siempre hay medios de defensa AAA, que han incidido en los últimos años precisamente en conjugar la amenaza de proyectiles en vuelo, defensa conocida como C-RAM (counter rocket, artillery and mortar) y contra la nueva amenaza SSL (slow, small and low) como precisamente los UAV.
La necesidad de modernos radares de barrido electrónico (localización de blancos) posibilita a los cañones de tiro rápido (con munición de fragmentación) hacer fuego efectivo, si bien los estudios actuales inciden en el uso de haces de láser como método de destrucción.
En el caso concreto de los UAV y su sistema eléctrico de bajo voltaje, pueden incluso recurrir al pulso electromagnético para destruir los receptores e incluso las baterías de estos ‘drones’.
Por último están los lanzadores de humo, capaces de crear cortinas impenetrables para los sensores, asociados a un detector de alerta de emisión (de iluminación láser) como parte integral de los sistemas del carro de combate.
Aparte de todo ellos, debemos citar que cualquier arma contracarro, del tipo que sea, tiene como razón de ser impedir al enemigo usar eficazmente sus blindados, es por tanto un medio defensivo o contramedida que evidencia la eficacia del carro como amenaza o medio ofensivo, legitimando pués su utilidad.
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