Cuando un equipo operativo se encuentra realizando una acción directa los eventos se desarrollan de manera muy rápida y a veces impredecible. Esto puede traer de la mano que en algunas situaciones se produzcan circunstancias críticas en cuanto al tiempo de actuación, requiriéndose la ejecución de una entrada rápida y violenta con la que salvar la vida del objetivo/s a recuperar, con la que evitar represalias sobre posibles víctimas que se encuentran dentro del inmueble, para preservar pruebas conocidas (posterior TEO-Technical Exploitation Operation) o, por el contrario, para neutralizar al enemigo sin darle tiempo de reacción. Es ahí en donde las técnicas de breaching se vuelven imprescindibles.
Las dos últimas décadas de este siglo XXI vienen marcadas por un escenario geopolítico en constante movimiento y cambio, así como por conflictos sucesivos que nos enfrentan con un enemigo claramente definido de forma global, donde los países occidentales aliados trabajan para mantener unas libertades y formas de vida que chocan de frente con unos adversarios que, durante muchos años, mantuvieron unas capacidades muy elevadas de desestabilización del Occidente en el que nos desarrollamos.
Cualquier análisis más profundo de lo descrito muy someramente en esta entradilla requeriría muchas páginas para ser meticuloso con un problema sumamente complejo. Como este artículo no persigue ser un análisis de la geopolítica internacional, sirva este inició para contextualizar lo que en las siguientes páginas explicaré.
El siglo XXI ha traído consigo un cambio en las formas de hacer la guerra. Los conflictos convencionales del siglo pasado dieron paso a nuevas maneras de llevar a cabo las operaciones militares. Los enemigos han pasado a ser diferentes casi en el 100% de los casos a los identificados en el siglo XX. Las formaciones de fuerzas militares enemigas moviéndose organizadamente para tomar posiciones y conquistar puntos nos parece algo ya lejano. Aunque siempre existe la excepción que confirma la regla como es el caso de la actual guerra de Ucrania, donde una parte de la estrategia rusa continúa siendo precisamente esa forma “convencional” de hacer la guerra en la que, también ha resurgido la “guerra de guerrillas”. Dos clásicos.
Las guerras pasaron del convencionalismo a la asimetría con la misma velocidad con la que el enemigo pillaba a Occidente con el pie cambiado para hacerle frente. Los escenarios sobre los que librar las batallas pasaron a ser remotos, hostiles para occidente ya solo por su propia naturaleza, y sin embargo eran “el hogar” del enemigo que contaba con la ventaja fundamental de “jugar en casa”.
Este enemigo estaba lejos de identificarse como un ejército estructurado para ser un enemigo deslocalizado, de baja entidad, fanático y terrorista, con amplios recursos económicos, muy organizado con unas cadenas de mando jerarquizadas claramente definidas y con unos líderes ampliamente venerados, cuyo único fin era borrar del mapa a Occidente y los estilos de vida en los que vivimos.
Todo esto era relativamente nuevo para las fuerzas armadas occidentales de principios del 2000 que debieron establecer, mientras ya “corría” la sangre, nuevas formas de hacer la guerra. Se debieron crear nuevas doctrinas, nuevos procedimientos y nuevas formas de utilización de la fuerza que también fue necesario rediseñar. Todo ello con el hándicap además de que esa “fuerza” estaba compuesta por diferentes ejércitos que, aunque aliados, cada uno de ellos tenía su propia idiosincrasia pero que debían actuar de forma conjunta.
Con esas nuevas doctrinas y procedimientos se debieron desarrollar y poner a funcionar nuevos materiales, sistemas de armas y equipamientos militares capaces de ser usados en esos escenarios; se tuvieron que adaptar otros muchos para poder ser utilizados, y las fuerzas armadas occidentales tuvieron que “aprender” a ser efectivas en varias situaciones nada favorables para ellas como son;
- Sobre terrenos remotos muy hostiles geográficamente y climáticamente hablando.
- Durante largos periodos de tiempo, con presencia continuada y de forma autónoma.
Paralelamente a esto y a medio plazo, pasó a entrar en juego la presión de las opiniones públicas de los países occidentales a las que ha sido necesario explicar adecuadamente el porqué de todo esto cuando lo más visible de los conflictos eran las bajas aliadas. La “guerra bélica” moderna se ha de llevar a cabo en paralelo con la “guerra mediática” ya que esta última puede llegar a ser también destructiva, a su manera, si no hay una información clara, real y sin sesgos que explique a los ciudadanos qué hacen nuestras tropas “lejos” participando en guerras que precisamente por producirse en esa lejanía en la que se producen, la sociedad acaba asimilando como guerras que no son propias, que nada tienen que ver con nosotros y, por lo tanto, en las que no se debe continuar.
La asimetría, la creación de esas nuevas doctrinas y procedimientos y en general los cambios necesarios trajeron consigo que unas unidades concretas adquirieran un protagonismo superior y pasaran a ser fundamentales en la lucha contra un enemigo complicado de combatir. Me refiero a las Unidades de Operaciones Especiales (UOE) que se convirtieron en herramienta fundamental en paralelo a las unidades productoras de inteligencia.
Era primordial que Occidente, para poder mantener la iniciativa del conflicto, terminara con los grupos y líderes terroristas que desde la parte más alta de la pirámide dirigían y controlaban unas fuerzas fanáticas y muy violentas, con gran capacidad de infringir considerables daños sobre los escenarios bélicos en los que nos manteníamos desplegados, así como también en el interior de las fronteras de los países occidentales.
El enemigo era difícil de localizar pues estaba en constante movimiento, no permaneciendo en los mismos lugares por periodos de tiempo prolongados. Además, contaba con recursos para poder sostener esta situación. Con este escenario la inteligencia, en todos sus niveles, era y es fundamental para disponer de toda cuanta información fuera posible sobre los “targets” de alto valor que Occidente entendía eran los objetivos principales.
Ocultos en localizaciones remotas del país o en zonas urbanas pretendiendo pasar desapercibidos entre la población civil, las dificultades para “acabar” o capturar a los líderes de los grupos terroristas y también aquellos dirigentes civiles o militares de gobiernos que se consideraban una amenaza por sus vínculos y colaboraciones, eran mayúsculas.
Era necesario localizarlos, llegar hasta donde estuvieran y hacerlo en ventanas de tiempo normalmente reducidas utilizando el factor sorpresa para aumentar el éxito de la operación, minimizar los riesgos, mantener la iniciativa y desde la precisión quirúrgica de una acción directa, evitar escaladas de violencia superiores. Las UOE son las únicas unidades realmente preparadas para llevar a cabo estas misiones.
En la retina de todos están las imágenes difundidas en los medios de comunicación donde, en la mayoría de las ocasiones bajo el filtro verde de la visión nocturna, se podían ver en alguna ocasión a los equipos operativos de las UOE de los ejércitos aliados llevando a cabo acciones directas sobre objetivos urbanos, o sobre edificaciones en aldeas remotas de Afganistán, Iraq, Siria, Mali, etc.
También la industria cinematográfica ha contribuido para acercar la imagen de las OE durante algunas de las misiones más destacadas. La película «12 Strong» basada en los inicios de la guerra de Afganistán tras el 11 de septiembre, o la película «Zero Dark Thirty» sobre la operación de captura de Bin Laden son ejemplo de ello.
La asimetría cambio procedimientos y motivo que las de OE fueran las unidades más involucradas en los conflictos obligando esto a tener que aplicar algunos cambios motivados por los nuevos tipos de enemigo y nuevos escenarios. Y un procedimiento que se convirtió en fundamental para realizar el tipo de operaciones descritas fue el breaching.
¿Qué es el breaching?
El breaching o ruptura es el término anglosajón empleado en el ámbito militar y de OE que se utiliza para hacer referencia a las técnicas utilizadas para la apertura de puertas en inmuebles por parte de los equipos operativos. Puede parecer una cuestión baladí, algo prácticamente rutinario y sin demasiada importancia táctica, pero lo cierto es que se trata de procedimientos clave que en muchas ocasiones marcan la diferencia entre el éxito y el fracaso en una operación.
El objetivo principal de las técnicas de apertura es el “tiempo en el objetivo”. Para la mayoría de las entradas, el factor más importante para el éxito de la operación es el tiempo que lleva entrar por la fuerza en lugar marcado como objetivo. Además de la velocidad, los operadores suelen querer lograr la sorpresa al entrar con una gran violencia de acción con la que conseguir abrumar a los hostiles que puedan encontrase dentro.
Y para todo esto en el breaching (rotura del punto de entrada) se utilizan desde cargas explosivas, hasta técnicas más sencillas de apertura utilizando herramientas mecánicas como pueden ser mazos o dispositivos de palanca conocidos también como «Halligan Tools».
Aquí en nuestro país es desde hace aproximadamente 5 años cuando el breaching está adquiriendo una fuerza e impulso considerables, implantándose como parte de la formación del Curso de Operaciones Especiales impartido por la Escuela Militar de Montaña y Operaciones Especiales (EMMOE) de Jaca. De esta forma todos los mandos diplomados en OE que en los últimos años se han integrado en sus unidades de destino, lo han hecho con unos conocimientos sobre los que seguir trabajando y perfeccionado la técnica.
Así pues, desde hace un lustro existe una implantación plena y específica de instrucción de procedimientos y técnicas breaching que anteriormente, fueron disciplinas que surgían de la iniciativa de mandos especializados en el uso de explosivos los cuales, fueron los precursores y a los que se les debe un reconocimiento. Y si hablamos de la Armada y su Fuerza de Guerra Naval Especial (FGNE), esta Unidad tuvo acceso a esta formación específica de forma independiente ya que sus Stoles (equipos operativos-UOEs) suelen realizar instrucción conjunta con equipos SEAL de la US Navy norteamericana, llevándoles esto a compartir y adquirir sus conocimientos y técnicas también en esta materia de ruptura.
El breaching como procedimiento y técnica
Cuando un equipo operativo se encuentra realizando una acción directa los eventos se desarrollan de manera muy rápida y a veces impredecible. Esto puede traer de la mano que en algunas situaciones se produzcan circunstancias críticas en cuanto al tiempo de actuación, requiriéndose la ejecución de una entrada rápida y violenta con la que salvar la vida del objetivo/s a recuperar, con la que evitar represalias sobre posibles víctimas que se encuentran dentro del inmueble, para preservar pruebas conocidas (posterior TEO-Technical Exploitation Operation) o, por el contrario, para neutralizar al enemigo sin darle tiempo de reacción.
La instrucción es fundamental para la perfecta sincronización de los equipos y para la actuación “automatizada” de cada uno de sus componentes durante la misión. Si el equipo ha de utilizar el breaching como procedimiento de apertura, está claro entonces que están progresando en un entorno CQB (Close Quarter Battles) para el que han de estar perfectamente instruidos.
El combate CQB es el procedimiento para el combate en áreas urbanas ejecutado por los equipos operativos que los lleva a evolucionar desde las zonas exteriores de los edificios hasta el interior de los inmuebles y su movimiento interior. Sus características básicas son la sorpresa, la velocidad y la acción violenta controlada. Para ello la coordinación entre todos los miembros del equipo ha de ser perfecta teniendo cada uno de ellos muy claro su puesto y su rol a la hora de actuar. Emplear las técnicas de CQB adecuadas y perfectamente ejecutadas permite “limpiar” edificios de forma rápida, además de hacerlo reduciendo los daños colaterales de personal no combatiente que pueda encontrarse en el inmueble o alrededores.
El breaching o brecha más simple y rápida para acceder y progresar por un inmueble es la apertura de puertas. Lo primero que hará el equipo es verificar el estado de la puerta. Si la misma estuviera abierta la progresión será fácil y rápida aplicando todas las medidas de seguridad para el avance. Pero si la puerta está bloqueada, será entonces cuando actuará el breacher. Este operador será, dentro del equipo, el responsable de generar la entrada. Para que la operación tenga éxito el breacher deberá tener en cuenta una serie de factores antes de proceder sobre la puerta/obstáculo. Deberá identificarla como el punto de entrada principal (BREACHING POINT) y deberá también reconocer un punto de entrada alternativo. También asegurarse de cuál es el movimiento de la misma, es decir, hacia donde abre (PULL/PUSH DOOR), y tener en cuenta el tiempo que puede requerir su apertura (TIME ON TARGET). Todo ello a la vez que analiza los tipos de cerraduras o bisagras que lleva instaladas, el tipo de puerta y material del que está fabricada, etc. Téngase en cuenta que dada la situación, todos estos «cálculos» deben realizarse en segundos, por lo que la dosis de tensión es importante.
En el ambiente hostil en el que se mueven el sigilo es fundamental por lo que será solo el breacher el que de indicaciones e instrucciones durante el tiempo que dure su trabajo. En base al tipo de puerta/obstáculo a la que tenga que hacer frente, utilizará el tipo de breaching más adecuado que permita al equipo poder continuar con la acción directa. Una vez realizado su trabajo el breacher informará “carga preparada” para que sea entonces el Jefe del equipo quién ordene “fuego” y continúe así la progresión de la maniobra.
Son cinco los tipos de aperturas, cada una de ellas desarrolladas en base a unas técnicas concretas y al uso de materiales determinados, aplicables al tipo de obstáculo que es necesario salvar.
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