Durante el año 2018 el Estado Mayor del Ejército de Tierra, encabezado por el general Varela Salas, lanzó varios estudios sobre cuál debería ser el Ejército de Tierra del futuro. Alguno era ciertamente ambicioso y planteaba un escenario de gran componente tecnológico en el horizonte 2035. Otros, en cambio, resultaban más mundanos e incluían un estudio sobre la composición de la fuerza logística operativa y algunos cambios en pequeñas unidades, introduciendo modificaciones o ajustes en el plan anterior, que alumbró las Brigadas Orgánicas Polivalentes (BOP).
Durante el año 2019 han ido concluyendo alguno de estos estudios, si bien no todos han podido llevarse a cabo. El más importante de todos ha sido sin duda el ensayo del modelo BRIEX 2035, que ha realizado la brigada de la Legión. Como decimos la tarea está inconclusa, ya que el programa estrella de esta era el VCR 8×8, y por desgracia no solo los prototipos de validación, que debieron estar a disposición de la legión durante 2019, no han sido entregados todavía, sino que el programa de adquisición fue declarado desierto, estando ahora en una fase incierta en la que deben buscarse alternativas para no retrasar aún más un proyecto que se define como la ‘piedra angular’ de la nueva Fuerza 2035.
Una vez formalizado un nuevo gobierno y con la Ministra de Defensa, Margarita Robles, ratificada en el cargo, la anunciada renovación de la cúpula militar se ha limitado al JEMAD, con la toma de posesión del general de ejército (aire) Miguel Angel Villarroya, mientras que los tres jefes de los diferentes ejércitos han sido mantenidos en sus cargos.
Es por ello que el actual JEME, Francisco Javier Varela Salas, ante la perspectiva de seguir al frente del Ejército de Tierra, ha anunciado un cambio de bastante calado en la organización de la institución que representa y que además, lejos del programa 2035, se ejecutará de inmediato (a lo largo de los próximos 24 meses).
Antes de juzgar la conveniencia o no de los planes del JEME, debemos reflexionar acerca del porqué, sin variar el orden estratégico mundial, sin un cambio significativo en nuestro entorno estratégico y sin leyes de personal o presupuestarias que impongan medidas correctoras, el Ejército de Tierra se empeña en enlazar reforma tras reforma sin solución de continuidad, sometiendo a su personal a cambios traumáticos y afectando seriamente la operatividad (largos y complejos periodos de implementación y adaptación) de la fuerza.
Cita el JEME en su presentación oficial (revista Ejército, nº 946) que «supone un esfuerzo de adaptación a la realidad presupuestaria actual», lo que ya de por sí supone una novedad al respecto, pues llevamos una década (desde que estalló la crisis económica en 2008) en la que se han hecho juegos malabares con propuestas y solicitudes (tanto de materiales como incrementos de personal) que estaban completamente alejados de la realidad, lo que hacía fracasar plan tras plan.
Intentos fallidos
Así sucedió en 2006, cuando la pretensión de dar a las brigadas el mayor de los protagonismos provocó que se distribuyeran los regimientos de caballería entre las mismas, si bien las plantillas eran completamente insuficientes, por lo que algunas solo tuvieron asignado un escuadrón (para agravar el problema, eran las que representaban mayor capacidad resolutiva y disuasoria).
Igualmente, la idea de suprimir el escalón división provocó que se desmontara el carácter operativo de los cuarteles generales de la Fuerza de Acción Rápida (FAR) y de la división mecanizada Brunete, pasando a mandos orgánicos de preparación (administración y adiestramiento).
También supondrá la creación de dos jefaturas de tropas, la brigada San Marcial y la Jefatura de Montaña, que carecerían de apoyos (extraño cuando se pretendía potenciar el escalón brigada). A su vez la Fuerza Logística Operativa se organizó en base a dos unidades logísticas de entidad brigada, con sede en Sevilla y Zaragoza.
Apenas unos años después, un nuevo plan se encargaría de organizar las BOP y terminaría de formar las brigadas con su caballería (incompleta, pues los grupos serán muy reducidos) a costa de eliminar la brigada de dicha arma. Suprimiría igualmente las jefaturas de tropas, rehaciendo una brigada de montaña que, extrañamente pasaría a ser mixta, con componentes pesados (carros de combate y VCI Pizarro) al tiempo que reconstituye los cuarteles generales divisionarios como entidad operativa, que toman los nombres de unidades disueltas (San Marcial y Castillejos). Por su parte la Fuerza Logística Operativa quedó reducida a una brigada logística y otra de sanidad, habida cuenta de la falta de recursos para sostener la estructura anterior.
No contentos con todos estos cambios, los ajustes del año 2019 a los que hacía mención han supuesto nuevos sobresaltos, como la supresión de capacidades de ‘apoyo a montaña’ de diferentes brigadas para reunirlos en la citada unidad pesada-montañera (brigada Aragón) con la creación de un regimiento en Barcelona y un cambio de asignación (a la brigada Guadarrama), así como que esta brigada cambie de división. También ha supuesto la supresión de la agrupación de hospital de campaña, que pertenecía a la BRISAN.
La entrada en vigor de algunos de estos cambios es de este mismo año, y ya hay sobre la mesa un nuevo plan que, desgraciadamente, vuelve a afectar a las mismas unidades; como si el Ejército de Tierra no supiera realmente qué hacer con ellas.
El nuevo plan del JEME para 2020
El nuevo plan del JEME aboga por una nueva reestructuración de la fuerza logística operativa, que deja de ser un mando de primer nivel (nunca se entendió que fuera no solo independiente de la Fuerza Terrestre, si no del mismo nivel que el MALE, o Mando de Apoyo Logístico del Ejército) para integrarse en un nuevo mando de segundo nivel (general de división) que aglutine todas las unidades de apoyo.
Así pues, lo que entendemos por FUERZA tendrá sólo tres organismos al mando de un Teniente General:
- La Fuerza terrestre (FUTER);
- El Cuartel general terrestre de alta disponibilidad (CGTAD);
- El mando de canarias (MCANA), que asume la función de mando de vigilancia y presencia terrestre.
Resumiendo someramente, el CGTAD es un CG desplegable de nivel cuerpo de ejército o LCC (Land Component Command) puesto a disposición de la OTAN y la UE como parte de nuestros compromisos internacionales; por su parte, FUTER es un CG de preparación de la fuerza, sin cometidos operativos, y que aglutina a las diferentes unidades de combate y apoyo al combate, velando por su preparación y coordinación. Finalmente el MCANA, durante muchos años un mando ‘durmiente’ cuyo único cometido era mantener la presencia institucional de un Teniente General en aquel territorio alejado de la península y que sin embargo no tenía responsabilidades operativas relevantes; se convierte ahora en el responsable de la presencia y defensa de todos los territorios extrapeninsulares, incluidas las comandancias de Ceuta, Melilla y Baleares (al frente de un general de división). Al tener un componente operativo (planeamiento y ejecución de operaciones militares) supone un refuerzo importante y necesario ante el cercano y conflictivo escenario del África subsahariana, lo que sin duda es muy positivo.
No obstante, el cambio más significativo hace referencia a la FUTER, un organismo que era demasiado grande para resultar eficiente, ya que de él dependían directamente hasta doce unidades u organismos, algunos tan pequeños como un regimiento.
Con la finalidad de estructurar la fuerza en niveles más manejables se crea una tercera división, a la par que una de las anteriores cambia de cometido. Los tres nuevos mandos son:
- División Castillejos: como unidad de combate capaz de desplegarse en el exterior y coordinadora del grueso de las brigadas de combate (seis).
- División San Marcial: CG no expedicionario encargado de coordinar los esfuerzos de despliegue rápido a cargo de unidades altamente especializadas, asumiendo el control directo de la BRIPAC, MOE, FAMET y, como novedad, las fuerzas de montaña (sin especificar su entidad o encuadramiento).
- Mando de apoyo a la maniobra, que engloba el resto de unidades de combate y apoyo al combate, como MING, MACA, MAAA, MTRANS y BRILOG, así como regimientos específicos tales que RNBQ, RINT o ROINF.
Es
precisamente la BRILOG uno de los elementos más novedosos, integrada
en este nivel y reducida a cuatro AALOG (actualmente son cinco más
la de canarias) y una única AGRUSAN, desapareciendo definitivamente
la BRISAN, que tantos elogios había recibido en el pasado
(seguramente por la falta de personal médico, un mal ya endémico).
Este cambio conlleva dividir la península en tres zonas logísticas (ahora son cuatro) para el soporte a las OCU en territorio nacional (TN), y la reunión de los efectivos de las diferentes AALOG (Agrupaciones Logísticas), si bien no sabemos en qué consiste esta reestructuración. La permanencia de una agrupación de transportes nos hace creer que pueda asumir en exclusiva la responsabilidad en este ámbito para todo el TN, lo que sin duda sería beneficioso en la amortización de las rutas y las flotas (un problema de máxima importancia en toda organización).
El otro programa estrella del JEME es resucitar la FAR (Fuerza de Acción Rápida), a la par que reducir la entidad de la fuerza desplegable a una sola división) y, de forma similar a como ha hecho el Heer alemán, reunir los elementos de despliegue rápido en un mando divisionario. Otra cuestión es cómo va a integrar las unidades de montaña en esta nueva estructura.
No es de extrañar que los montañeros, que habían recuperado con la BRI Aragón plenas capacidades operativas (apoyos de zapadores, artillería o logísticos con adiestramiento en el medio) muestren su inquietud por lo que entienden sera una pérdida de capacidades y un retroceso semejante al que se produjo con la Jefatura de Tropas de Montaña (JTM) de 2006.
Nada cita el JEME de si va a crear una nueva unidad inter-armas (brigada) en torno a las actuales tropas de montaña (dos batallones), si van a reducirse o si se integrarán en otra unidad, que solo puede ser BRIPAC y MOE (Mando de Operaciones Especiales), del que ya en 2019 se anunció un aumento de efectivos de 400 hombres. Sí cita que el CG del MOE, que va a recibir un grupo logístico, tendrá carácter expedicionario (PC de AGT) lo que incrementa sus posibilidades. Es probable que se conforme como una especie de brigada donde englobar las unidades de montaña, a su vez idóneas para prestar apoyo a OEs.
La nueva doctrina de OEs incluye recibir apoyos ‘regulares’ de otras armas, siendo seguramente la BRIPAC la encargada de proporcionar estos apoyos (caballería, artillería o ingenieros), pues por algo el JEME especifica que todas estas unidades «comparten apoyos operativos». Al respecto hay que aclarar que lo que tienen en común son las características del material (especialmente su ligereza) pero requerirán un considerable esfuerzo de adiestramiento (en este caso en montaña) que sus compañeros de la BRI Aragón I ya habían realizado y que se perderá. Tampoco sabemos qué unidades se integrarán en esta brigada para conjugar el vacío dejado por las de montaña.
(Continúa…) Estimado lector, este artículo es exclusivo para usuarios de pago. Si desea acceder al texto completo, puede suscribirse a Revista Ejércitos aprovechando nuestra oferta para nuevos suscriptores a través del siguiente enlace.
Be the first to comment