El concepto del cañón sin retroceso o CSR empezó a extenderse y a tener su papel en el periodo de entreguerras, tras el cual su uso se generalizó, logrando pervivir hasta a nuestros días. En líneas generales, dada la forma en que se propulsa el proyectil, estaríamos hablando bien de un lanzacohetes -cuando se emplea un motor de cohete- o bien de una carga propelente convencional, semejante a la de la artillería. En este segundo caso estaríamos ante el CSR o lanzagranadas, por último todos los lanzagranadas o lanzacohetes que emplea un infante desde su hombro pueden ser llamados bazucas.
En el caso de los CSR debemos distinguir claramente entre dos categorías: los diseñados para ser bazucas, como los AT-4 o los que fueron pensados para ser utilizados como cañones estáticos, caso del B-10, aunque a veces sus roles sean intercambiables.
En cualquier caso, el éxito del CSR se debe a su relativa simplicidad. Si en cualquier tipo de cañón o sistema de artillería una de las grandes dificultades radica en el diseño del sistema de recuperación, en el caso de los CSR se toma un camino alternativo para sortear esta dificultad. Como sin duda nuestros lectores saben, cuando se produce la ignición del propelente y un proyectil sale disparado por el ánima de un cañón, se genera una enorme cantidad de energía que cuanto mejor dirigida esté hacia adelante más velocidad imprimirá en el proyectil, haciéndolo más rápido, preciso y eficaz.
Se puede lidiar con la energía generada de varias formas; una sería contenerla a base de gruesas paredes de acero -como se hacía en los viejos cañones de la Edad Moderna- o, por el contrario, se puede emplear un sistema de recuperación, esto es, un conjunto de muelles o cámaras con algún tipo de gas comprimido que absorban la energía de la explosión que se produce en la recámara, permitiendo el desplazamiento del cañón hacia atrás, para a continuación recuperar su posición inicial.
El problema del sistema de recuperación es que es costoso, pesado y requiere mantenimiento. Debido a estas carencias el CSR encontró su nicho dentro de las necesidades militares. En el CSR se sustituye el costoso sistema de recuperación por agujeros en la parte trasera del tubo, para que parte de la energía salga por ahí, prescindiendo así del susodicho sistema de recuperación.
Naturalmente, la existencia de dichos orificios provoca que se pierda parte de la energía. Como consecuencia, el CSR nunca podrá superar en prestaciones a un cañón convencional. Además, la energía disipada en forma de calor y los gases a alta temperatura expulsados a través de los agujeros tienden a levantar polvo alrededor, generan una importante firma térmica, visual y sonora y limitan la posibilidad de abrir fuego desde espacios cerrados, amén de que siempre existe el riesgo de matar a quienes por accidente se encuentren en el cono de escape cuando el arma es disparada, algo que sucedió no pocas veces en tiempos de la “mili”. A cambio de las desventajas anteriores, obtenemos un arma con un proyectil pesado, capaz de lidiar con amenazas como búnkers y carros de combate a distancias de varios centenares de metros y con un peso suficientemente bajo como para poder ser portado por simples infantes.
Como el desperdicio de energía forma parte de la naturaleza del CSR, es fundamental ajustar muy bien el diseño de la munición a la del arma, para que esta sea eficiente y se desperdicie la menor cantidad de energía posible. No obstante, esto genera un nuevo problema añadido, y es que si el diseño es muy ajustado tendrá problemas para aprovechar las ventajas que ofrezcan las municiones del futuro, con nuevos diseños que puedan dar al traste con la eficiencia o simplemente ser inviables para el CSR porque, por ejemplo, el tipo de agujeros con los que cuenta son insuficientes y el tubo correría riesgo de reventar.
Frente a la idea anterior de diseñar munición y CSR como uña y carne, que fue el caso de los diseños americanos de los años 50 y 60, también se puede dejar una salida sobradamente grande, como la de los Carl Gustaf o los SPG-9, de tal forma que puedan adaptarse a las municiones del futuro a costa de pérdidas de efectividad y alcance en el presente.
Mientras que los CSR que funcionan como bazucas gozan hoy día de muy buena salud, gracias a la mayor eficiencia que tienen frente a los lanzacohetes, los CSR diseñados para ser empleados desde alguna clase de trípode han caído en desuso en casi todos los grandes ejércitos del planeta, aunque en conflictos como Siria o Yemen siguen siendo fundamentales, e incluso potencias como China siguen apostando por ellos a través de los PF-98 de 120 mm (en la imagen).
Otro diseños icónico que sigue en uso es el SPG-9 soviético de 73 mm, que emplea munición PG-9 parecida a la del RPG-7 y compatible con el cañón 2A28 Grom de los BMP-1 y BMD-1. Otro tanto sucede con los M-40 norteamericanos de 105 mm, que a menudo van montados sobre vehículos Jeep y todavía son comunes en muchos conflictos. Por lo demás, el mecanismo de los CSR es como el de un cañón y al igual que en estos persisten los diseños tanto de ánima rallada, como lisa. También hay que decir que la posibilidad del tiro indirecto en ángulos de más de 25º de elevación es posible, aunque no se practique normalmente.
Las municiones disponibles para estas armas incluyen cabeza de carga hueca, carga hueca en tándem, flecha, alto explosivo-fragmentación, antibúnker, demolición, metralla para corto alcance, termobárica, fumígena e iluminante entre otras, una variedad que es la mejor muestra del éxito que han tenido.
En el futuro, los CSR de tipo bazuca probablemente lanzarán cohetes guiados, como en el del GCGM de Saab, con un alcance de 2.000 metros, corrigiendo así el principal problema de las municiones balísticas de tiro tenso y es que estas no pueden ser guiadas una vez disparadas y solo son precisas en tanto se pueda estimar la caída de proyectil, algo que no siempre es sencillo a pesar de que adoptando ópticas magnificadas, minicomputadores y telémetros láser se puede mejorar mucho la precisión de los cañones sin retroceso tipo bazuca, al menos hasta distancias cercanas al kilómetro.
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