Las misiones de Wagner en África se han caracterizado por ser relativamente exitosas para el personal de este ejército paraestatal, salvo el caso de Cabo Delgado, en Mozambique. África, de hecho, ha sido un destino tranquilo para estos mercenarios, hasta que a finales de julio comenzase a fraguarse el mayor desastre militar de Wagner hasta la fecha, a excepción de lo ocurrido durante la batalla de Khasam, en Siria, los día 7 y 8 de febrero de 2018. Con la diferencia de que en esta ocasión, tras la emboscada tuareg a los mercenarios rusos, el acceso a dispositivos como Starlink ha permitido ha permitido inundar las redes con imágenes de la carnicería perpetrada en el Adrar de los Ifoghas.
Índice
- Introducción
- La presencia rusa en Mali
- El golpe militar: se crean las condiciones para la entrada de Rusia en Mali
- ¿Africa Corps o Wagner?
- Contexto del conflicto armado de Mali
- Los tuaregs y la zona del Adrar des Ifoghas: un hueso duro de roer
- La Batalla
- Salida de Tessalit (20 de julio)
- El inicio de la operación (22 de julio)
- Avance hacia Boughessa (23 de julio)
- Ataques renovados (25 de julio)
- Reagrupamiento y nueva ofensiva (26 de julio)
- Desenlace y desastre (27 de julio)
- La magnitud de la tragedia: pérdidas materiales y humanas
- La posible implicación extranjera
- Ucrania
- la emboscada tuareg: el mayor desastre de Wagner en África
La presencia rusa en Mali
Antes de entrar en materia y narrar cómo se llevó a cabo la emboscada tuareg a los operativos de Wagner, conviene dedicar unas líneas a explicar a los lectores el particular contexto en el que esta se produjo. Algo tanto más necesario dado que se trata de un país con un conflicto y unas relaciones exteriores con las cuales el público, incluso especializado, no suele estar familiarizado.
Por otra parte, es necesario dejar claro que se trata de un conflicto que se presta a visiones maniqueas, siendo no pocos los que han trasladado la rivalidad occidental con Rusia a Mali, sin plantearse siquiera cuál es la orientación de los grupos que allí operan, en un juego de blancos y negros. Dicho lo cual, tampoco debemos olvidar que el ejército de Mali ha sido entrenado por tropas europeas hasta hace poco tiempo; incluso sus militares han desfilado con nuestras tropas en el marco del Día de la Fiesta Nacional, en Castellana. Por tanto, no cabe apoyar repentinamente a rebeldes u organizaciones vinculadas con Al-Qaeda por el simple hecho de que el país se haya ido acercando progresivamente a Rusia o de que la emboscada tuareg haya costado decenas de muertos a la organización fundada por Prigozhin. Lo que cabe esperar, si acaso, es que se restaure la democracia en el país, y que el Ejército de Mali deje de estar relacionado con crímenes de guerra posible. Crímenes que ya se cometían cuando operaban la MINUSMA o las tropas francesas, aunque en menor número que ahora.
Pasando al asunto que nos ocupa, la ventana de oportunidad para ganar presencia en Mali se presentó a Rusia el 23 de octubre de 2019. Por aquél entonces, más de cuarenta jefes de Estado africanos se reunieron en Sochi para la cumbre Rusia-África, entre ellos el de Mali, Ibrahim Boubacar Keita. Este último le hizo el siguiente ofrecimiento a Putin: «Necesitamos que su amistad se manifieste en un área en la que todos saben que ustedes son campeones, la lucha contra el terrorismo. Usted mismo ha dicho que está calificado en este ámbito, señor presidente Putin. Esta calificación, la necesitamos hoy». Pese a este ofrecimiento, Rusia no desplegó a Wagner hasta que se dieron unas condiciones muy concretas.
Las palabras de Keita, en cualquier caso, no llegaban por azar. Por el contrario, la violencia yihadista se había incrementado en el Sahel durante los meses anteriores, con una escalada del número de ataques y víctimas y una expansión más allá de Mali hacia Níger y Burkina Faso. Es más, la preocupación entonces era que el fenómeno llegase a desbordar la región progapándose más allá del Sahel a varios países ribereños del Golfo de Guinea: Costa de Marfil, Ghana, Togo y Benín.
El golpe militar. se crean las condiciones para la entrada de Rusia en Mali
El golpe de Estado de Mali de 2020 ocurrió el 18 de agosto de 2020 y fue llevado a cabo por un grupo de militares que se autodenominó Comité Nacional para la Salvación del Pueblo (CNSP). El golpe fue liderado por las siguientes figuras: El coronel Assimi Goïta; el coronel Malick Diaw, adjunto del jefe militar de la región de Kati, donde comenzó el motín, y que acababa de regresar de Rusia; y el coronel Sadio Camara, que regresó también de Rusia en ese mismo mes, tras un año en la Escuela Militar Superior de Moscú.
El autor de este artículo, consideró en su día este nexo entre Rusia y los golpistas como un fuerte indicador de una futura presencia de Wagner en el país. Incluso de la posible participación indirecta de Rusia en un hipotético golpe, como finalmente sucedió. Al fin y al cabo, Rusia dispone no solo de la capacidad de intervenir a través de esta PMC, sino también de otras herramientas que son muy queridas a los golpistas de buena parte del Mundo.
En casos como el de Mali, la intervención de Rusia a través del grupo Wagner y el uso de su derecho a veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU), además de otras herramientas para proteger a regímenes dictatoriales, gobiernos fuertemente cuestionados o juntas golpistas sometidas a fuerte presión internacional, fomenta un entorno en el que los golpes de Estado se vuelven más viables, lo que supone un incentivo. Los líderes golpistas, al percibir un respaldo potencial de Rusia, se sienten incentivados a tomar el poder, sabiendo que llegado el caso podrán contar con un poderoso aliado que les provea apoyo militar y diplomático a cambio de presencia, lo que incluye en muchos casos concesiones mineras, relacionadas con los hidrocarburos, etc.
Son muchos los casos en los últimos años, empezando por Siria, siguiendo por Sudán, y acabando en la misma Mali, que demuestran que Rusia, mediante Wagner, ha intervenido en varios conflictos africanos, ofreciendo asistencia directa a gobiernos cuestionados y utilizando su veto en el CSNU para bloquear sanciones o intervenciones que podrían desestabilizar a sus aliados.
Ahora bien, además de una dinámica de incentivos, debemos hablar también de otra de apoyo previo al golpe. Es decir, que el respaldo ruso puede ser visto como una garantía de protección, alentando a los líderes golpistas a buscar apoyo de Rusia incluso antes de ejecutar sus planes. Esto mismo es lo que este autor cree que ocurrió en Mali: que el golpe se fraguó en Moscú mientras los futuros golpistas residían en la Federación Rusa.
Dicho esto, por supuesto, además de incentivos externos, este golpe tuvo también otros de carácter interno. Así, los motivos subyacentes al golpe de Estado incluyeron una combinación de factores políticos, económicos y de seguridad:
- Amplias acusaciones de corrupción y mala gestión por parte del gobierno de Keïta;
- Deterioro de la situación económica y falta de oportunidades para la población;
- Aumento de la violencia y la inseguridad debido a los conflictos con grupos yihadistas en el norte y centro del país;
- Desde junio de 2020, el país había sido testigo de masivas protestas lideradas por el movimiento opositor M5-RFP (Movimiento del 5 de junio – Agrupación de Fuerzas Patrióticas), que exigía la renuncia de Keïta y;
- La gran insatisfacción dentro de las fuerzas armadas, debido a la falta de apoyo y equipamiento en su lucha contra los insurgentes yihadistas que fue, en última instancia, el elemento más importante.
Siguiendo con los sucesos en Mali, el 18 de agosto, los militares amotinados se dirigieron a la base de Kati, cerca de Bamako, la capital del país. Desde allí avanzaron hacia la ciudad, capturaron al presidente Keïta y a otros altos funcionarios como su primer ministro, Boubou Cissé. Esa misma noche, Keïta anunció su dimisión en un mensaje televisado, citando que no quería que se derramara sangre por mantener su mandato.
Como resultado del golpe, los militares anunciaron la formación del Comité Nacional para la Salvación del Pueblo (CNSP), órgano que debía encargarse de supervisar la transición, prometiéndose al pueblo elecciones. Posteriormente, se estableció un gobierno de transición con Bah Ndaw como presidente y el coronel Assimi Goïta como vicepresidente, ambos con carácter interino.
El proceso de transición, al igual que en Sudán, donde ocurrió algo similar -y, no olvidemos, con fuerte presencia rusa y de Wagner- fracasó. En un principio se acordó un período de transición de 18 meses para restaurar el gobierno civil y organizar elecciones. Sin embargo, en mayo de 2021, se produjo otro golpe de Estado, nuevamente encabezado por Assimi Goïta, quien destituyó a Bah Ndaw y al primer ministro Moctar Ouane y se nombró a sí mismo presidente de la transición. Este es, desde entonces, el panorama político que hay en el gobierno maliense.
Así las cosas, nos encontramos con una junta militar sometida a un fuerte cuestionamiento, no solo internacional (UE, ONU), sino también regional. Ya en 2020 la relación con la Unión Africana se vio profundamente afectada, siendo Mali suspendida de la Organización Internacional de la Francofonía y amenazada duramente por el CEDEAO, que también aplicó sanciones. El siguiente golpe reafirmó la deriva del país, y su aislamiento regional e internacional.
De esta forma, para 2021 Mali combinaba una serie de peligrosos ingredientes:
- La existencia de una junta militar con vinculaciones con Rusia previas al golpe;
- Un gobierno muy cuestionado y bajo presión internacional;
- La necesidad de apoyo militar en una guerra contrainsurgencia/antiterrorista;
- El problema de las materias primas, y;
- El profundo rechazo a Occidente.
Era, en definitiva, el caldo de cultivo necesario para que Wagner y Rusia pudieran desembarcar con una posibilidad de permanencia estable, algo que ocurriría durante el último cuatrimestre de 2021 con el despliegue de un contingente de entre 300 y 400 “asesores”, que como siempre, han hecho mucho más que asesorar.
Esta presencia rusa en la zona, además, motivó que Francia tomase una decisión que posiblemente llevaban tiempo deseando: abandonar el país. Algo en lo que ayudó que la junta militar “hiciera la cama” a la MINUSMA y a los franceses. Dicho lo cual, la nueva estrategia del gobierno maliense iba a ser mucho más agresiva a la hora de imponer el control estatal sobre todo su territorio.
¿Africa Corps o Wagner?
A un alto nivel, esta distinción puede resultar indiferente. Al fin y al cabo, hablamos de empresas de mercenarios y, como hemos dicho en otra ocasión, el uso de Empresas Militares y de Seguridad Privada (PMSCs) por parte de Rusia se configura como una herramienta clave de política exterior debido a su adaptabilidad y bajo costo político y económico. Empresas que permiten a Rusia intervenir en conflictos y apoyar a gobiernos aliados sin comprometerse oficialmente y con mayor flexibilidad.
Ahora bien, la cuestión es un tanto más compleja si descendemos desde la cúpula del Kremlin hacia niveles más cercanos al terreno. Así, como sabe cualquier que haya leído los informes diarios sobre la guerra de Ucrania que a diario se publican en esta revista, desde hace un tiempo el Ministerio de Defensa ruso está sustituyendo la estructura de Wagner por una más próxima y bajo su control directo: es lo que se conoce como Africa Corps, si bien también hay otras “franquicias” del Ministerio de Defensa implicadas, caso de la PMSC Bear.
El proceso de absorción/sustitución está siendo de todo menos sencillo. Además, es muy probable que en unos destinos esta transición se haya logrado completar a mayor velocidad o que se hayan implementado los cambios a mayor profundidad que en otros. Aquí jugarían dos factores respecto al desligamiento de Wagner: 1) el fin de los contratos suscritos con Wagner y su renovación en favor de Africa Corps y; 2) la llegada de nuevo personal sin vinculación anterior con Wagner.
A colación, cabe preguntarse por qué se sigue utilizando la marca Wagner aunque ya no esté presente. Las explicaciones van desde la propia inercia de quienes tratan el tema a la de los propios integrantes de Wagner, quienes sienten que siguen siendo prácticamente lo mismo y se resisten a “abandonar” a su bregada y afamada unidad. Téngase en cuenta, además, que tanto Prigozhin como Wagner Group adquirieron una gran reputación en Rusia tanto antes como especialmente durante buena parte de la Guerra de Ucrania. Por otra parte, y esto es muy importante, al Ministerio de Defensa de Rusia le puede interesar mantener el nombre de Wagner como escudo ante las críticas a las que se enfrenta por su gestión del Africa Corps.
Es decir, que los fracasos, como el que tratamos en este artículo, pueden ser desviados hacia una PMSC no existente evitando así asumir su culpa la institución pública, o al menos, ver su imagen dañada. Eso sí, teniendo en cuenta que el control del Africa Corps se ejerce en la actualidad de forma directa por parte del Ministerio de Defensa ruso, en esta ocasión al Gobierno de Putin le va a ser más difícil evadir las responsabilidades tanto por los posibles crímenes que cometan sus tropas como por las bajas sufridas en acciones como la emboscada Tuareg, que explicaremos en los próximos epígrafes.
Contexto del conflicto armado de Mali
Antes de narrar la emboscada Tuareg a la columna del Ejército maliense y de Wagner Group, es obligado entrar en los antecedentes más directos del conflicto actual, que se inicia con la retirada de la operación Barkhane y de la misión MINUSMA, tema tratado en profundidad en el pasado en estas mismas páginas.
La nueva etapa del conflicto armado en el norte de Mali se desencadenó por varias razones, todas ellas relacionadas con la misma: para solucionar el problema de restablecer la soberanía estatal sobre todo el país, la junta militar creía que la alternativa rusa era la adecuada, y no la francesa/MINUSMA. Así, en junio, la junta militar maliense solicitó la retirada de la misión de paz de MINUSMA. Una retirada que comenzó con la transferencia de las bases militares galas al estado maliense, lo que rápidamente generó desacuerdos entre el gobierno y el CSP. No ha de olvidarse, para entenderlo, que muchas de estas bases se encuentran en áreas reclamadas por los grupos firmantes del acuerdo de paz de 2015, los cuales insistieron en su derecho a controlarlas.
La retirada de fuerzas internacionales eliminó las barreras que previamente habían impedido enfrentamientos directos entre el gobierno y los grupos armados, contribuyendo a caldear más si cabe una situación ya de por sí precaria. La toma de control de las bases por parte del Ejército y la percepción de amenaza por parte del CSP a su influencia en las áreas que administraban desde 2012 también jugaron un papel crucial en el reinicio de las hostilidades.
La tensión aumentó cuando el ejército maliense, apoyado por mercenarios del Grupo Wagner, comenzó a tomar posesión de las bases de MINUSMA, lo que llevó a un choque directo con el CSP. Los enfrentamientos, al principio más tenues y esporádicos, se intensificaron con ataques del CSP a puestos del Ejército en el norte y centro de Mali y, posteriormente, con la respuesta del Ejército, llevada a cabo mediante bombardeos y el despliegue de tropas adicionales.
Los tuaregs y la zona del Adrar des Ifoghas: un hueso duro de roer
El escenario de la batalla, la zona montañosa del Adrar de los Ifoghas o Adrar de los Iforas ya había sido en 2013 protagonista de intensos combates durante la operación de reconocimiento «Panthère» llevada a cabo por las tropas francesas y malienses, perdiendo durante los mismos la vida un soldado galo. Conviene tener esto en cuenta y trazar una comparativa para darle contexto. Para ello, utilizaremos la operación francesa como forma de conocer mejor el escenario, las tácticas adecuadas y los efectivos necesarios para tomar y controlar esta abrupta región de Mali.
Hacemos esto, porque se han publicado diversos comentarios en redes sociales que intentan minimizar la capacidad militar de los lugareños como modo de ridiculizar a los mercenarios de Wagner. Un proceder un tanto absurdo, toda vez que ya en 2013 los informes de los soldados franceses indicaron que los combatientes de Al-Qaeda del Magreb Islámico (AQMI) mostraron una maniobrabilidad superior y un buen uso de francotiradores en comparación con los talibanes. Superioridad que se notó por ejemplo en la forma en la que los combatientes tuaregs se movían y manejaban sus tácticas en terreno difícil, utilizando cobertura y francotiradores de manera efectiva.
Volviendo sobre el Adrar de los Ifoghas, se trata de un terreno muy difícil todo él plagado de rocas y cuevas, lo que condiciona significativamente la forma de los combates y el uso que se hace del armamento. Por ejemplo, debido a este terreno complicado, las fuerzas francesas tuvieron que desmontar y perseguir a los combatientes lugareños a pie, involucrándose en combates a corta distancia. Por su parte, los miembros de AQMI, que aprovechaban al máximo la cobertura natural, se movían de roca en roca y utilizaban su conocimiento del terreno para mantener una ventaja táctica. No en vano hablamos de una orografía que recuerda sobremanera al usado por los hutíes en Yemen contra las tropas saudíes o a los peshmergas kurdos contra los turcos.
Este entorno, por tanto, provocó que los métodos tradicionales de combate a distancia fueran menos efectivos si no se combinaban con la infantería a pie. Es decir, el terreno en Adrar des Ifoghas reduce sensiblemente la ventaja proporcionada por la tecnología, de modo que los soldados franceses se vieron obligados a emplear patrullas a pie para obligar a salir a los enemigos de sus refugios y posiciones defensivas, buscando que quedasen expuestos al fuego de la artillería o del apoyo aéreo.
A pesar del éxito obtenido, la operación conducida en 2013 en Adrar des Ifoghas pudo haber sido una catástrofe para los franceses, según el Coronel Michel Goya. La audacia de los galos a la hora de desmontar y pelear saltando de una roca a otra en Adrar fue arriesgada y sólo gracias a una combinación eficaz de tropas terrestres y apoyo de artillería y aviación se pudo evitar un desastre. Goya señaló que la cercanía y la dureza del combate, en el cual perecieron alrededor de 100 islamistas en combate cerrado, podría haber resultado en una situación desastrosa si las tropas francesas no hubieran contado con el apoyo adecuado y la coordinación precisa entre los distintos elementos de la Fuerza.
Es precisamente aquí en donde reside lo interesante del ejemplo. La fuerza de combate francesa estaba compuesta de 1.200 efectivos franceses divididos en 2 Agrupaciones Tácticas Interarmas. El apoyo aéreo lo proporcionaron 3 helicópteros Puma, 2 helicópteros de Tiger, 2 Gazelle y aviones de combate Mirage 2000D con base en Ndjamena, Chad. En cuanto al apoyo artillero, disponían del proporcionado por los 2 obuses autopropulsados sobre ruedas CAESAR de 155mm desplegados en la región.
Además, los franceses no estaban solos, sino que contaban con el respaldo de 800 soldados del fogueado ejército del Chad y un número indeterminado de combatientes tuaregs de la MNLA y del ejército de Malí. Pese a lo cual, se las vieron y se las desearon, viviendo momentos particularmente tensos.
La experiencia francesa sirve, por tanto, para entender algunas de las carencias de la operación rusa que veremos a continuación. En este caso, los operativos de Wagner y las tropas malienses se adentraron en la zona en una gran inferioridad numérica, pues la columna estaba compuesta por poco más de un centenar de hombres y una docena o dos de vehículos a lo sumo. Además, carecían de apoyo artillero, pues Wagner no posee nada similar a los CAESAR en África. Respecto al apoyo aéreo, brilló por su escasez, disponiendo de tan solo dos helicópteros, uno de ellos de combate y otro de transporte.
La Batalla
De cara a la narración de la batalla, se han utilizado como fuentes principales los mensajes subidos al canal de Telegram Departemente, así como los compartidos por fuentes muy próximas a Wagner. Informaciones que se han intentado cotejar con la compartida por las FAMa, así como con los numerosos vídeos aparecidos en redes sobre lo ocurrido y con otros tipos de fuentes abiertas.
Con todo, ha sido sin lugar a dudas Departamente el canal que ha proporcionado la mejor información de los sucesos y el que ha venido realizando un seguimiento casi diario del escenario desde mucho antes de estos sucesos.
Salida de Tessalit (20 de julio)
Las operaciones militares iniciales en el norte de Mali comenzaron el 20 de julio. En esa fecha, al parecer, partieron dos columnas de vehículos desde Tessalit. Ahí fue cuando comenzaron los combates, aunque seguramente de escasa entidad, ya que no se han reportado apenas detalles. Serían, por tanto, pequeñas escaramuzas o intercambios con armas ligeras a cierta distancia.
Una de las columnas, que estaba formada solamente por miembros de las FAMa y que constaba de 21 vehículos se dirigió a la localidad de Inafarak (o I-n-Afarak), ubicada a aproximadamente 120 kilómetros al nornoroeste de Tessalit, en la región de Kidal. Una localidad fronteriza con Argelia, que es además un importante nodo comercial en la región, de ahí la relevancia de su control.
Según parece, dos días después de de partir la columna, dicha localidad fue tomada… o al menos eso es lo que afirmaron el día 22 los responsables de comunicación de las FAMa a través de un comunicado en el que se anunció que Inafarak estaba bajo el control de las fuerzas armadas malienses. Fue un anuncio prematuro, ya que un par de horas después de la toma de la localidad, los rebeldes del CSP-DPA regresaron y volvieron a tomar el control del lugar.
Lo más probable es que, una vez los malienses llegaron por sorpresa, no tuviesen problemas para derrotar a la escasa guarnición local. No obstante, frente a la llegada de refuerzos unas horas después no tuvieron más remedio que abandonar la zona. En cualquier caso, la historia de la columna de las FAMa es secundaria, lo verdaderamente relevante estaba ocrriendo trazar la hipótesis de que los malienses llegaron por sorpresa, derrotaron a las pocas fuerzas locales, pero que cuando llegaron refuerzos, o antes de que lo hicieran, huyeron del lugar.
Esta es la historia de la columna maliense, pero la que nos interesa en este artículo no es esta, sino la que al mismo tiempo, partió de Tessalit en dirección oeste para dirigirse contra Tinzawaten (o Tinzawatène, o también Tinzaouten), a unos 150 kilómetros de distancia en reducida, pero separadas por la complicada orografía del Adrar des Ifoghas, árido y escarpado.
De esta forma, al mismo tiempo que la columna maliense partía el día 20 hacia el noroeste, otra columna compuesta por una docena de vehículos (24 según otra fuente), incluidos technicals y MRAPs, se dirigió hacia Tinzawaten, incluyendo entre sus filas a un buen número de miembros del 13º Batallón de Asalto del Grupo Wagner, bajo el mando del comandante Sergey Shevchenko, con el indicativo «Proud».
El inicio de la operación (22 de julio)
El día 22, la columna de Wagner/FAMa llegó a Boughessa (o Boghassa). Allí, recibieron información sobre la presencia de grandes grupos de milicianos del CSP-DPA en la región de Tinzawaten. Iniciaron, por tanto, una operación de búsqueda y destrucción para eliminar a los rebeldes de Azawad. Según fuentes cercanas a Wagner, al llegar al lugar, encontraron un grupo de unos 100 hombres armados y 10 technicals (pick ups con una ametralladora montada en la parte trasera).
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