El 26 de noviembre de 2024 el general de división Ori Gordin jefe del Mando Norte de las Fuerzas de Defensa de Israel se personaba con una escolta en el río Litani[1], a pesar de que las operaciones militares de Israel en el Líbano en 2024 apenas habían sido simbólicas en dicha línea. Ese mismo día, Hezbolá firmaba el alto el fuego de 60 días, todavía en vigor, después de que las Fuerzas de Defensa de Israel castigasen duramente sus activos en el Líbano. En el presente artículo se analizará esta campaña, para ello nos detendremos brevemente en la peculiar organización del estado libanés, en los antecedentes de esta guerra, expondremos la situación de las fuerzas contendientes y describiremos las operaciones tanto terrestres como aéreas, ofreciendo al final de esta serie de dos artículos las necesarias conclusiones.
Índice
- 1. Líbano, un país con un Estado dentro del Estado
- 2. Antecedentes de la guerra
- 2.1. Preparación por el fuego operacional «contraguerrillera»
- 3. Las operaciones militares de Israel en el Líbano: la IIª Campaña de la IIIª Guerra del Líbano
- 3.1. Las fuerzas de Hezbolá en el sur del Líbano
- 3.2. Las fuerzas israelíes
- 3.3. Las fuerzas de NN.UU. y las del Líbano
- 4. Desarrollo de las operaciones terrestres
- 5. La campaña aérea
- 6. Conclusiones
- Bibliografía y fuentes
- Notas
1. Líbano, un país con un Estado dentro del Estado
Líbano es un país donde el «Partido de Dios»[2] (Hezbolá / حزب الله) tiene, probablemente, una fuerza armada con más capacidad militar que las propias Fuerzas Armadas libanesas. Además, es la formación política mejor organizada y que aglutina a la práctica totalidad de la población chií, quizás un 30%, que se agrupa fundamentalmente en el valle de la Beqaa, con Baalbek como bastión principal, en el sur del Líbano[3] y en el sur de Beirut, en la zona próxima al aeropuerto, llamada «El Suburbio» (الضاحية) o al-Daahya.
A grandes rasgos, otro tercio de la población son cristianos agrupados fundamentalmente entre Beirut y Tiro, en la costa y las laderas occidentales de los montes del Líbano y en otras partes del país, pero en pequeñas zonas aisladas.
Los drusos[4] son una minoría envolviendo Beirut como una continuación de la franja cristiana hasta la altura de Sidón que es un bastión suní. También hay una bolsa drusa en el sureste del valle de la Beqaa en el Antilíbano con otras bolsas cristianas.
El resto del país es suní, siendo su principal bastión Trípoli.
El problema radica en que el «Partido de Dios» (Hizbullah) tiene una concepción islámica integrista del Estado y además de tener representación en el Parlamento apoyado por la población chií, tiene responsabilidades dentro del Estado y una milicia que bien podría hacer frente al propio Ejército libanés, ya que puede tener unos 20.000-50.000 combatientes, pudiendo movilizar una cantidad similar. Es un partido político y religioso con misiles de medio alcance, una potente artillería-cohete, blindados, al menos dos brigadas de operaciones especiales con elevado grado de preparación y medios adecuados, y varias brigadas de defensa de su territorio. Se organiza en mandos regionales, siendo el «Mando Sur» (de Hizbullah), la zona de la frontera con Israel, el más potente, con tres divisiones bien armadas y motivadas, al menos hasta octubre de 2024.
Frente a este actor no estatal, considerado el mayor del mundo en capacidad bélica, las Fuerzas Armadas libanesas necesitan del apoyo externo para subsistir; así, por ejemplo, en el verano de 2021, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ordenó a los «cascos azules» desplegados en el sur del país que proporcionaran al Ejército libanés combustible y medicamentos. La situación económica del Líbano es desastrosa y, en consecuencia, la operatividad de sus Fuerzas Armadas será un reflejo de ella, dando lugar, entre otras disfunciones, a un pluriempleo de los militares.
2. Antecedentes de la guerra
Israel y Líbano han estado en guerra en tres ocasiones[5]: en 1982-85, 2006 y, ahora, en 2023-24. Estamos pues ante la IIIª Guerra del Líbano, probablemente la más importante de todas por la influencia que ha tenido en el debilitamiento del poder iraní en la región y por las circunstancias existentes en el momento del cierre de este trabajo, que hace presagiar un futuro incierto y, probablemente, que reconfigure toda la región.
Esta IIIª Guerra del Líbano (2023-24)[6] ha tenido dos campañas. Una primera que se inicia el 8 de octubre de 2023 cuando el «El Partido de Dios» apoya el ataque terrorista de Hamás desde la Franja de Gaza al sur de Israel, que se inició el 7 de octubre. Esta primera campaña comienza con la ofensiva del referido Hezbolá sobreIsrael, si bien se realiza en un marco limitado por un doble motivo: Hezbolá no tiene capacidad ofensiva salvo en el marco de una estrategia terrorista; además, Israel no puede tener abiertos dos frentes de guerra, uno en Líbano y otro en la Franja de Gaza, sin tener movilizadas casi completamente a sus Fuerzas Armadas (en su mayoría compuestas por reservistas) con grave quebranto de la economía del país.
El Hezbolá libanés empezó a disparar cohetes el 8 de octubre de 2023 contra Israel con la finalidad de desgastarlo, especialmente desde el punto de vista cognitivo, en apoyo de Hamás; por su parte, Israel respondió, fundamentalmente, interceptando con su defensa aérea los cohetes de diferente tipo que llegaban desde el Líbano y, también, batiendo los asentamientos de los lanzadores de cohetes que eran localizados y con otras acciones selectivas, dentro de unas medidas estratégicas que limitaban los niveles de intervención de la Fuerzas de Defensa de Israel sobre Líbano.
Los ataques de Hezbolá podemos decir que se mantuvieron de forma moderada y continua desde octubre de 2023 a finales del verano de 2024, a la par que las Fuerzas de Defensa de Israel respondían, pero en la segunda mitad de septiembre de 2024 todo cambió como veremos más adelante.
El 30 de julio de 2024 Israel dio un paso significativo en sus respuestas militares, quizás para medir la reacción de Hezbolá ante una pérdida sensible. La idea, probablemente, fue la de llevar el terror al mando de la organización terrorista del partido; así, el mismo día en que se daban por concluidas las operaciones de limpieza de la 98ª División de Paracaidistas[7] en Jan Yunis, quedando solo Rafah para ser limpiada, la Fuerza Aérea israelí eliminó en el sur de Beirut a Fuad Shukr, que podemos llamar jefe del Estado Mayor de las fuerzas guerrilleras de Hezbolá en Líbano y principal asesor bélico de Hassan Nasrallah, el líder supremo del partido[8].
La respuesta del «Partido de Dios», a la eliminación de Fuad Shukr, fue tardía y decepcionante para muchos de los enemigos de Israel. Después de muchas alharacas sobre tremendos ataques «inminentes», en respuesta a ese ataque israelí del 30 de julio, en la noche del 24-25 de agosto 2024, la guerrilla de Hezbolá lanzó un ataque sobre Israel con 200-300 cohetes y unos 20 aviones a control remoto del tipo munición, todo ello en dos oleadas. La primera parece que tuvo 11 objetivos en el norte de Israel, todos de las Fuerzas de Defensa de Israel. Al parecer, la finalidad principal de esta oleada fue la de distraer la defensa aérea israelí para facilitar la eficacia de una segunda oleada que tuvo como objetivo la base de Ein Shemer (de la defensa aérea israelí) en Hadera y la base de Glilot (de Inteligencia de Señales israelí) al norte de Tel Aviv. Además, el 25 de agosto se llevaron a cabo dos ataques, uno con cohetes contra un cuartel en Raheb, y un segundo con un avión no tripulado contra Manara, en el norte de Israel.
El balance no fue muy positivo para los atacantes. Estos no consiguieron sus objetivos, ni desde el punto de vista físico (destrucciones) ni cognitivo (desmoralizar a Israel y el apoyo de terceros). Las bajas mortales en territorio israelí fueron una; y, lo más importante para Israel, se demostró que la respuesta del Partido, en forma de ataque en masa mediante misiles, cohetes e ingenios a control remoto, era neutralizable. Esta circunstancia, probablemente, animó al mando israelí a intensificar su campaña de desgaste contra Hizbullah, dentro de esa prudente estrategia de intervención limitada en el Líbano y solo sobre objetivos de Hizbullah, con precisión y, como veremos seguidamente, a ser posible, de forma sutil, lo que entraba en el campo de las operaciones especiales de inteligencia.
El 6 de septiembre de 2024, aunque la guerrilla de Hamás, con un derroche de tenacidad, seguía activa en la Franja, el número y la intensidad de los enfrentamientos habían disminuido considerablemente, indicio claro de falta de efectivos. En este día, el teniente general Herzi Halevi, jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel, se reunió con el comandante del Comando Norte, el General de División Ori Gordin, y otros comandantes de grandes unidades subordinadas, declarando que las fuerzas israelíes estaban preparadas para realizar «acciones ofensivas» contra Hezbolá en el Líbano, incluso de forma preventiva, lo que significa atacar antes de ser atacado. Este anuncio para algunos fue una afirmación pretenciosa, pues para atacar antes de que el contrario ataque es necesario tener una inteligencia oportuna y precisa. Los hechos posteriores nos dicen que el mando israelí sabía lo que iba a pasar y, al parecer, con un detalle asombroso.
Vistas las reacciones de Hezbolá ante el ataque a un objetivo humano importante (Fuad Shukr, el planificador jefe de la Yihad en el Partido), se atacó, el 8 de septiembre, una instalación clave de la guerrilla chií. Fue el caso del Centro de Estudios e Investigación Científica Sirio (SSRC) un complejo en gran parte subterráneo en Masyaf, Gobernación siria de Hama. La Radio del Ejército de Israel calificó el ataque de «excepcional» y, efectivamente, en ese momento lo era pues se trataba, probablemente, de volver a medir las capacidades del contrario y no parecían ser el inicio de unas acciones de preparación operacional de más alcance.
El objetivo fue atacado desde el aire con precisión, pero sin emplear municiones contra fortificaciones, probablemente por la profundidad y extensión de las construcciones subterráneas dentro de la montaña.
La página en la Red de FIRMS mostró incendios significativos en el sur de Masyaf y en el valle al suroeste de Masyaf que alberga una instalación subterránea y una red de túneles.
Al parecer los ataques aéreos fueron, a la vez, de apoyo y cobertura para un desembarco de equipos de operaciones especiales (probablemente desde helicópteros) en el referido Centro de Estudios e Investigación Científica Sirio. La misión debió ser de obtención de información e, incluso, capturar a personal de interés, en especial asesores iraníes, y destruir las instalaciones subterráneas. Este Centro de Estudios e Investigación Científica Sirio actuaba como una fábrica de misiles al servicio de Hizbullah[9]. Ya lo utilizaba desde hacía tiempo, tanto que fue atacado por Israel en 2017.
La reacción de Siria, y sus aliados, fue prácticamente inexistente. Asunto interesante que demostraba la escasa capacidad del Ejército Árabe Sirio, la fuerza armada del régimen del Partido del Renacimiento Árabe Socialista (más conocido por Baaz) liderado por el presidente Bashar Al-Assad.
El 9 de septiembre los rumores sobre el inicio de una guerra en la frontera entre Israel y Líbano eran insistentes, incluso, se dijo que la decisión estaba tomada y que solo se sopesaba el alcance de la misma en el interior del Líbano.
Al día siguiente, el 10 de septiembre, el ministro de Defensa de Israel, con ocasión de unas maniobras, visitó el Mando Norte declarando que las fuerzas de Israel tenían que estar preparadas para actuar en el norte del país «cuando llegue el momento».
Mientras tanto, las fuerzas israelíes no perdían una oportunidad frente a objetivos de gran valor localizados por Inteligencia; así, el 10 de septiembre fue eliminado Muhammad Qassem al Shair uno de los jefes del Regimiento Al Hayy Raudan[10] (فوج الحاج رضوان) en la localidad de (قرعون) Qaraun en el distrito occidental del valle de la Beqaa, (سهل البقاع);
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