La Federación Rusa cuenta con una de las flotas de buques espía más nutridas y capaces del mundo, si no la que más. En buena medida, es la consecuencia de haber heredado gran parte de los activos soviéticos, que en su día no tuvieron parangón. En la actualidad, incluso a pesar de la reducción en el número de plataformas en servicio, sigue siendo un referente, lo que no evita que se enfrente a un futuro incierto, tanto por el coste que supone su mantenimiento, como por la dificultad de sustituir los buques activos en relación 1:1 y por el efecto que puedan tener las sanciones aprobadas tras la invasión de Ucrania en febrero de 2022.
Hace unos años dedicamos un extenso artículo a los submarinos espía de la Armada Rusa. Ha llegado el momento de hacer lo propio con los buques espía de superficie, de los que Rusia cuenta con una nutrida flota dedicada tanto a la recolección de inteligencia, como a las comunicaciones, el seguimiento de satélites o naves espaciales o, por supuesto, la guerra electrónica. Una flota que sin ser más que una sombra de lo que llegó a ser durante la Guerra Fría, todavía confiere a Rusia unas capacidades que muy pocos estados pueden igualar.
Durante todo el periodo de la Guerra Fría, fue una necesidad imperiosa el que la Flota Soviética controlara de una manera próxima y cercana las capacidades y las operaciones de las Flotas de la OTAN, especialmente en el caso de la US Navy. En el término controlar, debemos incluir también la obtención de la máxima inteligencia de uso militar posible, ya fuera ELINT, SIGINT o COMINT (Electronic Intelligence, Signal Intelligence y Communications Intelligence, respectivamente). Para la recolección de esta clase de informaciones se requería estar físicamente próximo a aquellos elementos militares de los que emanaban las señales, ya fueran buques, estaciones terrestres o aviones, de ahí la necesidad de contar con buques especializados.
La Armada Roja desplegaría desde sus primeros años buques en las proximidades de las costas de los Estados Unidos y de otros países -incluyendo España, con gran presencia en Canarias- para tratar de obtener dichas clases de informaciones. Los buques eran, y son, las mejores plataformas para este tipo de misiones, ya que podían permanecer en estaciones de patrullas en aguas internacionales mientras se dedicaban a la obtención de información. Además, dado su tamaño, contaban con más espacio disponible para la instalación de los equipos específicos requeridos y el alojamiento de los técnicos especializados respecto a otras plataformas como podían ser las aéreas.
Curiosamente, para tratar de ser lo menos intrusivos posibles y de ese modo incrementar la seguridad propia, los buques espía soviéticos no siempre eran unidades navales o auxiliares de su marina de guerra. En muchas ocasiones recurrían directamente a pesqueros y buques mercantes que se modificarían para dedicarse a esta función bajo la tapadera de una misión civil. De ese modo, además, podían liberar unidades navales para otros cometidos a la vez que minimizaban la posibilidad de causar alguna inquietud o problemas desde un punto de vista diplomático o político.
También de ese modo se economizaba al obtener de una forma más sencilla múltiples plataformas que pudieran desplegarse por más lugares a lo largo y ancho del mundo, pues de depender de un puñado de buques exclusivamente militares, como algunos de los gigantes de los que hablaremos, apenas habrían podido cubrir una fracción de lo que llegaron a cubrir.
La cantidad exacta de unidades civiles soviéticas envueltas en estas operaciones es algo que nunca podremos saber con seguridad, pero sí podemos pensar -sin miedo a errar mucho- que serían del orden de centenares. Debemos tener en mente que las Flotas Pesqueras y la Marina Mercante soviéticas operaban a través de sus propios Ministerios en la URSS, actuando todos ellos de forma coordinada -de hecho, estaban supeditados- al ministerio de la Marina, que había integrado dichas flotas civiles dentro de su Estrategia Naval. La doctrina desarrollada por el todopoderoso almirante Gorshkov, recogida en su obra «El poder naval del Estado», así lo propugnaba.
Según el viejo marino, todos los recursos del Estado soviético debían supeditarse a las misiones que emanaran de las consignas de Defensa de la Madre Patria, por lo cual ambas flotas civiles, así como los numerosos buques oceanográficos pertenecientes a los diversos institutos de investigación debían ponerse al servicio de las misiones ordenadas por Moscú, sin importar el coste económico y el perjuicio causado a las misiones civiles asignadas a dichas flotas.
Así las cosas, la Unión Soviética terminaría en la práctica militarizando gran parte de su flota civil, así como destinando importantes recursos humanos y materiales a dichos buques. Hasta la actualidad, pero de una manera más comedida debido a los limites presupuestarios disponibles, dichos patrones se siguen manteniendo en activo, a pesar de que hayan pasado más de treinta años desde que la Bandera Roja fuese arriada de las torres del Kremlin.
Gran parte de este esfuerzo colectivo se destinaba a alimentar el SOSS (Soviet Ocean Surveillance System), el principal medio de seguimiento de buques enemigos en servicio por la URSS, alimentado de forma continua por todas estas plataformas. La información del SOSS era posteriormente diseminada entre la Flota para medios operativos y tácticos, a través de los buques de mando, caso de los portaaviones clase Kiev y Kuznetsov o los cruceros de batalla Kirov, y de estos a las unidades de sus agrupaciones navales, convirtiéndose en una piedra angular de la operación de la Armada Roja. La importancia de dichos buques de mando, equipados para recibir información del SOSS, era crucial en el plano operativo y estratégico para la operación de la Flota, a una escala bastante superior a lo habitual en sus contrapartes Occidentales, en tanto en este caso los buques estaban equipados medios más abundantes a través de los cuales recibir información táctica y operacional.
La primera generación de buques espía soviéticos
Como buques dedicados expresamente a esta función, podemos definir una primera generación proveniente de la transformación de plataformas civiles hacia un objetivo encubierto. Durante las décadas de 1960 y 1970 se comisionarían con la Flota Soviética seis clases diferentes de buques, que conformarían la espina dorsal de lo que podríamos considerar una «flota gris». Todas estas clases serían plataformas de fortuna, canibalizando diseños civiles con el objetivo de cubrir un hueco por entonces por cubrir en el seno de la Armada Roja.
Las tres primeras clases en derivarse a esta función serían las clases Magnit, Okean y Tuntselov, totalizando entre las tres 18 unidades navales de escaso porte. El «Magnit» era un buque construido durante la Segunda Guerra Mundial para Hungría, de 3.300 toneladas de desplazamiento y 82 metros de eslora. Tras pasar al servicio de la Unión Soviética esta lo destinaría a la Flota del Mar Negro dentro de las funciones de recolección de Inteligencia. Sería uno de los primeros buques dedicados a esta función. Debido a lo vetusto de la plataforma, seria dado de baja de la Flota en 1977.
Además del «Magnit», dos pequeños atuneros de construcción japonesa, serían destinados a la Flota del Pacifico con las mismas funciones, conformando la clase Tuntselov de 52 metros de eslora y 1.000 toneladas escasas de desplazamiento. Prestarían servicio en rol menor y auxiliar hasta 1983.
La clase Okean, con 15 unidades construidas en el rol de buque espía, derivaba de un diseño de buque pesquero arrastrero de pequeño porte, no pasando de las 750 toneladas de desplazamiento, con 50 metros de eslora y 65 tripulantes. Estos buques se distribuirían entre las Flotas del Norte, Pacifico, Báltico y la Flotilla del Caspio. Sus equipos embarcados eran escasos, al igual que su armamento de autodefensa, siendo el sistema ESM Minoga el principal elemento a bordo, con 16 MANPAD Strela. Serían buques muy activos, sirviéndose del despliegue de la Flota pesquera soviética para tratar de camuflar sus propios despliegues entre el resto de los buques dedicados realmente a la captura de alimentos. Para 1 993 todas las unidades habían sido dadas de baja del servicio activo.
Con el paso del tiempo, algunos de los anteriores serían sustituidos por las clases Mirnyy, Primorye y Mayak. Las embarcaciones de estas clases, sumando en total 14 buques, serían las más habituales visitantes de las zonas de operaciones navales y especialmente de pruebas de armamento y nuevos sistemas occidentales durante mucho tiempo.
La clase Mirnyy, basada en un exitoso diseño de buques balleneros–arponeros, desplazaban 1.300 toneladas y llevaban una tripulación de 79 personas a bordo. 4 buques constituían dicha clase y se repartían en dos unidades con la Flota del Norte y dos más con la del Mar Negro, aunque en 1968 las dos unidades asignadas a la Flota del Norte serían transferidas a la Flota del Mar Negro. Su eslora era 63 metros y contaban con una manga de 9 metros. La apariencia de estos, como no podía ser de otra forma, era la de buques pesqueros. Buques con muy mal aspecto general y en cuanto a mantenimiento de los equipos visibles, lo que no era sino una ayuda en su función de buques espía. Sin embargo, la potencia de los equipos instalados a bordo se contradecía con su imagen externa. Algo buscado por los operadores de la Flota para poder pasar lo más desapercibidos posible ante los buques y aviones de patrulla marítima de la OTAN, y de aquellas naciones a las que se acercaban.
Los buques estaban muy ligeramente armados, con una capacidad muy limitada de defensa puntual. No se esperaba que estos buques sobrevivieran en caso de un enfrentamiento naval con un oponente a través del uso de armamento; su única posibilidad, remota en todo caso, de sobrevivir, se basaba en la discreción del propio buque para pasar inadvertido y continuar su misión o abandonar la zona de operaciones, hacia aguas más tranquilas. También se contemplaba la posibilidad de que sobreviviesen por desidia del oponente, al considerarlo un buque de escaso valor militar como para dedicarle la asignación de recursos ofensivos de cara a su eliminación. En el caso de los Mirnyy tan solo contaban con dos lanzadores cuádruples de misiles antiaéreos portátiles Strela, con una capacidad de almacenamiento a bordo estimada en 16 misiles. Por supuesto, también transportaban una cantidad indeterminada de armas personales y de pequeños calibres para uso por parte de sus tripulaciones.
Su panoplia de sensores incluía el sistema ESM Kvadrat, un sistema ELINT con un alcance superior a los 900 kilómetros que también equipaba unidades de primera línea de la Aviación Soviética. Un radar de navegación de la serie Don, y un sistema sonar MG-329 Bronza, siendo este un sistema de sonar calable de profundidad variable, de modo solo activo en MF, con tres frecuencias de funcionamiento, -6.5, 7 y 7.5 KHz y con un alcance estimado de 3 millas náuticas. Este mismo sonar también equiparía unidades de superficie como las fragatas Krivak, con lo cual no podemos clasificar sus sistemas como de segunda clase, o de bajo nivel, incluso en su época. Por el contrario, en estos buques AGI se instalaba lo mejor que la Industria soviética era capaz de aportar.
Además, futuras modernizaciones en dichos buques, añadirían nuevos sistemas. El Vertikal, cabeza de serie de esta clase, recibiría a finales de 1.967 el sistema de sonar avanzado MG-409 junto con una consola de seguimiento de contactos submarinos, denominada MI-110K. Y posteriormente otras dos unidades de la clase, el Bakan y el Lotsman, recibirían el sistema experimental de detección no acústica Kolos.
A la caída de la Unión Soviética estos buques serían dados de baja, ya con muchas décadas de servicio en sus cuadernas y sustituidos por unidades más modernas, como era de esperar al desaparecer los fondos que permitían la operación de estos por todo el mundo.
Contemporáneos de los Mirnyy serían los buques pertenecientes a la clase Mayak, basados en el diseño general de unos exitosos buques arrastreros de altura construidos en la Unión Soviética. La clase Mayak estaría constituida por 10 unidades construidas entre 1966 y 1969, con un desplazamiento de 912 toneladas, 54 metros de eslora y 9 de manga. Tenían asignados 75 tripulantes para su correcta operación, lo que dicho sea de paso suponía más del doble de la tripulación estándar en los arrastreros congeladores civiles de los cuales provenían.
Sus sistemas de armas para su autoprotección eran escasos, basándose también en los SAM Strela, y siendo equipadas algunas de las unidades con dos puestos dobles de 14,5 mm.
Respecto a sistemas de interceptación de señales y los sistemas sonar de los buques, eran similares a los desplegados en los Mayak, siendo por tanto una versión más numerosa y barata de los anteriores. Esto permitía a la Flota Soviética el despliegue de un mayor número de plataformas estándares en diferentes escenarios. También el rotar a los técnicos que operaban dichos sistemas de una manera más eficiente entre un mayor número de plataformas navales con sistemas electrónicos estandarizados, por lo que no necesitaban de formación adicional antes de cambiar de embarcación.
No debemos perder de vista que los técnicos militares que operaban los sistemas ELINT y sonares de estos buques eran miembros cualificados de la Armada Roja y que los distintos servicios competían entre sí para hacerse con ellos, pues aunque numerosos, nunca eran suficientes para cubrir los puestos tácticos tanto en la marina de guerra, como en las civiles que integraban los buques espía. Estos servicios en plataformas AGI, debían ser prioritizados por el Directorio de Inteligencia de la Flota Soviética, el GRU o el KGB y entrar en una competición con las unidades de combate de la misma Flota para que los recursos requeridos fueran asignados a sus misiones, algo que no siempre se conseguía lograr.
Los Mayak se dividirían entre todas las Flotas de la Unión Soviética, formando parte de sus principales despliegues por todos los mares. Sus principales bases serían las Flotas del Pacifico y del Mar Negro para mantenimiento y aprovisionamiento y control logístico y administrativo de las unidades. Aunque estarían presentes con la Flota más allá de 1991, para finales de esa década la mayoría de las unidades de la clase serían dadas de baja con la Flota y mandadas al desguace.
Habría otra clase más para conformar esta primera generación de SSV, la clase Primorye, basada en otro exitoso diseño de buque pesquero arrastrero, en este caso de la clase Mayakovskiy, con más de 200 unidades construidas y de probada calidad marinera. Una plataforma perfectamente útil de cara a permanecer largas temporadas en alta mar incluso en las condiciones más adversas.
Estos buques darían un salto cuantitativo, alcanzando las 4.200 toneladas de desplazamiento, y teniendo mejores instalaciones a bordo para la tripulación y los equipos embarcados, calculándose su autonomía sobre los tres meses de despliegue continuo, sin contar con la posibilidad de reavituallamiento en la mar, algo que las flotas civiles de la URSS practicaban habitualmente, especialmente la pesquera, de cuyos diseños derivaban estos AGI. Debido a estas mejoras, la tripulación de estos buques alcanzaba los 110 hombres embarcados, pudiendo incrementarse en caso de requerirlo la misión asignada.
Su eslora era 84 metros y 14 de manga, con una propulsión basada en un motor diésel de 2.000 caballos de potencia y una hélice de paso variable, muy efectiva para operaciones de acecho y escucha.
Su equipamiento electrónico se basaba en un sistema de reconocimiento de radio Prokhlada, así como sistemas ELINT y sistemas satelitales de ayuda a la navegación. Su armamento incluiría misiles Strela salvo en una de las unidades, equipada a posteriori con un SAM Igla-1.
Seis buques conformaban la clase, entregándose a la Flota Soviética entre 1969 y 1972, y repartiéndose tres parejas entre las Flotas del Norte, Mar Negro y Pacifico.
La quinta unidad de la clase, el «Zaporoshye», sería modificado posteriormente y se le instalaría un radar pasivo Mad Hack de tres caras y hasta 320 kilómetros de alcance, lo que debía permitir monitorizar las pruebas con misiles de los EE. UU.. Estos buques modificados ad-hoc con sistemas de primer nivel, actuaban como medios auxiliares de la Flota de Combate en aquellos escenarios donde eran desplegados. No hay que olvidar que esta capacidad latente de apoyo a la Flota era muy apreciada por los mandos rusos, que en caso de problemas podrían contar con información de alto valor que complementase la obtenida por los medios puramente militares.
Fueron buques muy apreciados debido al alto rendimiento que proporcionaban en las operaciones de recopilación de inteligencia. Pese a ello, entre 1993 y 1997 todas las unidades serían dadas de baja debido a los enormes recortes que la Armada Rusa debió acometer en estos años.
La segunda generación de buques espía
La Segunda Generación de SSV soviéticos se comenzaría a diseñar y construir en la década de los 80, permaneciendo todavía hoy en activo algunas de estas unidades con la marina de guerra de la Federación Rusa. Esta segunda generación estaría compuesta por tres diferentes clases de buques, a saber; Alpinist, Balzam y Vishnya, totalizando otros 15 buques.
La clase Alpinist estaría compuesta por 4 buques repartidos en parejas entre las Flotas del Báltico y del Pacifico. 1.200 toneladas de desplazamiento y 53 metros de eslora conformaban la plataforma en la que 50 tripulantes podrían llevar a cabo su misión durante unas cuatro semanas.
Sus equipos estándar se basaban en el sonar MG-31 o Paltus-MP, un sonar de casco con su propio sistema de procesamiento de señal de 9 kilómetros de alcance. Asimismo, contaba con un sistema de comunicaciones submarinas conocido como MG-35 Sthil-2 para apoyo a las posibles unidades que pudieran estar desplegadas en su sector. También contaban con una suite de sistemas ESM pasivos.
Basados como en algunos de los casos que hemos ido viendo también en diseños de arrastreros, contaban con un pescante a popa sobre una cubierta diáfana que les servía para la operación de largado y recogida de equipos a la mar.
Las dos unidades asignadas a la Flota del Pacifico, «GS-7» y «GS-8» fueron dadas de baja del servicio en 2005 y 1994 respectivamente, mientras que las dos unidades asignadas a la Flota del Báltico, «GS-19» y «GS-39», se encuentran aún en activo, sumando 42 años de servicio activo con la Flota y siendo empleados hoy para realizar patrullas en aguas del Báltico.
La clase Balzam se compuso de cuatro buques comisionados entre 1980 y 1987 con esloras de 105 metros y desplazamiento de 4.600 toneladas, y destinándose dos unidades, «Lira» y «Belomorye» a la Flota del Norte, y las otras dos, «Aziya» y «Pribaltika», a la Flota del Pacifico. Los Balzam ya fueron diseñados como buques específicamente AGI y de porte oceánico. Su tripulación era del orden de los 190 tripulantes y disfrutaban de una autonomía que alcanzaba los dos meses.
Sus numeral en la flota era SSV (CCB en cirílico) lo cual identificaba una función como auxiliar de la Flota de Combate, con lo que a diferencia de los anteriores no ocultaban su misión a ojos de terceras partes. Recordemos que su teórica función era la de servir como buques de comunicaciones de la Flota, un objetivo legítimo, pero un término algo difuso y que no llega a definir exactamente cuál era su misión real.
Su armamento también se vería incrementado en capacidades y potencia frente a los anteriores AGI encubiertos. Contaría con un montaje en la cubierta de proa AK-630 de 30 mm, 2 lanzadores cuádruples para misiles SAM Strela-2 y lanzadores de granadas 55 mm, además del armamento ligero que pudiera portar la tripulación.
Cuentan con una amplia panoplia de equipos ESM y ELINT y sistemas HF/DF para intercepción y localización de emisiones hostiles y Radar Warning Receiver, así como un sistema de dirección de tiro para el AK-630. Cuentan con un sistema sonar de casco MG-349 Ros-K (Uzh según denominación OTAN), así como un sistema de comunicaciones submarinas MG-13 y un sistema sonar anti buceadores MG-7. En definitiva, un equipamiento muy completo si lo comparamos con la primera generación de buques destinados a la misma misión.
Las dos primeras unidades, «Lira» y «Aziya», se darían de baja en 1997 y 1998 respectivamente, esta vez no por un deseo especifico de librarse de buques antiguos, pues para el estándar ruso no lo eran, sino por los enormes problemas financieros que por entonces sufría el país. Sin embargo, y para evitar perder sus capacidades, esenciales para la Flota, permanecen en la actualidad en activo las dos restantes unidades con sus respectivas flotas, habiendo recibido continuas modernizaciones y overhauls en estos años. Eso sí, conviene no olvidar que se trata de buques que se aproximan ya a los 40 años desde el momento de la entrada en servicio.
La clase Vishnaya, por su parte, la compondrían siete unidades, diseñadas y construidas siguiendo la estela de los Balzam, entre 1985 y 1988. Se tratana, de nuevo, de buques específicamente diseñados para la recolección de información a partir de una plataforma oceánica de 3.800 toneladas y 91 metros de eslora, con 220 tripulantes y una autonomía de 45 días en la mar.
De nuevo están designados como SSV y por lo tanto, al tratarse de buques auxiliares de la Armada Rusa, están equipados con armamento defensivo. De esta forma, cuentan con dos AK-630 de 30 mm a proa, así como con los sempiternos montajes cuádruples para los SAM Igla, con una supuesta capacidad de estiba de hasta 16 misiles a bordo.
Los Vishnaya se han distribuido entre las cuatro Flotas principales de la Federación Rusa, estando en la actualidad dos unidades asignadas a cada una de las Flotas del Norte, Báltico y Pacifico, y una sola unidad asignada a la Flota del Mar Negro. La media de edad de los buques es de 36 años en la actualidad, y aunque son mantenidos aparentemente en buenas condiciones operativas, su uso extensivo, especialmente en los últimos años, hacen que sean plataformas próximas a su edad de retiro.
Con estos buques podemos ver la flota oficiosa y oficial que la Unión Soviética construiría para las misiones de inteligencia. Si hacemos cálculos, hemos hablado hasta aquí de un total de 52 buques construidos o transformados a la misión AGI entre 1960 y 1991, totalizando un desplazamiento conjunto por encima de las 100.000 toneladas y más de 5.000 tripulantes asignados directamente a la operación de estos buques, sin contar aquel personal que desarrollase su labor desde tierra.
Para cualquier nación, mantener una flota de esta entidad es un cargo muy oneroso en recursos, que insistimos, no son solo financieros, sino de también humanos, técnicos y logísticos. Sin embargo, se consideró, y se considera una prioridad de primer nivel, siendo el afán por mantener estas capacidades uno de los elementos que han pasado Flota de la Unión Soviética a la de la Federación Rusa.
En cualquier caso, estos no son los únicos buques espía de los que dispone la Armada Rusa, en tanto dentro de esa categoría demasiado general cabría incluir muchos otros tipos de embarcaciones y modelos que cumplen de una forma u otra con misiones de recolección de inteligencia, como veremos.
Los Buques de Eventos Espaciales
La Carrera Espacial fue llevada a cabo por las dos superpotencias durante toda la Guerra Fría, y por supuesto, sin miramientos respecto a los costes requeridos, ya que era una cuestión de prestigio nacional, así como de impulsar un sector tecnológico estratégico, no solo en la cuestión militar, sino también en otros ámbitos de alta tecnología. Para hacerlo posible ambos contendientes, pero especialmente la Unión Soviética, se dotaron de una flota de buques destinados a mantener la comunicación con los vuelos espaciales, a los que prestaban apoyo cuando quedaban fuera de la cobertura de las estaciones de control en tierra.
Estos buques tendrían asignada, por tanto, una misión científica legitima, pero la panoplia de equipos instalados, la libertad de navegación y la dualidad de sus sistemas espaciales, los convertían en las plataformas ideales para servir de buques espía. No en vano, podían hacer al mismo tiempo que apoyaban a los cosmonautas soviéticos, el seguimiento de las pruebas espaciales de los Estados Unidos y de sus pruebas de misiles balísticos y, por supuesto, la interceptación de todo tipo de señales emitidas al espectro electromagnético durante dichas operaciones.
Oficialmente los buques de esta categoría estarían encuadrados bajo el servicio de la Academia de Ciencias de la Unión Soviética, un prestigioso organismo civil que englobaba bajo su denominación gran parte de las investigaciones de alta tecnológica para cometidos civiles y militares incluyendo buena parte de los programas espaciales. Sin embargo, el Ministerio de Defensa, así como otros Ministerios como el de la Marina Mercante también se encontraban implicados en la operación de estos buques.
Su denominación era la de Flota Marítima Espacial, e inicialmente eran buques civiles transformados de forma rápida y barata para poder transportar equipos de telemetría y comunicaciones, para poder dar cobertura a las sondas espaciales en las zonas que no podían ser controladas desde tierra, desplegándose 4 de dichos buques en el Golfo de Guinea y otros 3 en la zona del Pacifico.
Conforme el programa espacial soviético crecía, lo hacía a su vez la Flota Marítima Espacial, contando 17 buques a su servicio en 1979 y con una operatividad muy alta pues debía poder prestar servicio todos los días del año en todas las zonas requeridas para apoyar al programa espacial.
Como en algunos de los programas soviéticos que hemos ido exponiendo, estos buques comenzarían siendo embarcaciones civiles transformados hasta ser convertidos en plataformas navales específicamente diseñadas para la función que debían acometer. Sin embargo, a diferencia de las anteriores en esta categoría encontramos algunas unidades únicas, dotadas de una tecnología sobresaliente y sin parangón a nivel mundial, lo que los convertía en las perfectas unidades duales.
En 1990 la flota de buques dedicados al apoyo de las misiones espaciales se dividía entre aquellos buques directamente bajo el control del Ministerio de Defensa y aquellos que actuaban bajo pabellón civil. La flota militar contaba con 9 buques específicos para esta misión, entre ellos el «Ural» (SVV-33) de propulsión nuclear y 36.000 toneladas de desplazamiento, También se contaban encuadrados en esta flota los buques de la clase Mariscal Nedelin, compuesta por 2 unidades, de 23.000 toneladas, así como las 2 unidades de la clase Desna y las 4 de la clase Sibir.
Dentro de su contraparte civil, pero bajo mando militar en la práctica, se contaban otros 12 buques, a saber: un Mariscal Nedelin modificado, cuatro unidades de la clase Cosmonauta Pavel Belyavev, el «Cosmonauta Yuri Gagarin» de 53.500 toneladas y diseñado específicamente para estas funciones, así como el «Académico Korolev», el «Cosmonauta Komarov» y cuatro buques más de la clase Borovichi. En definitiva, la Unión Soviética llegaría a contar con más de una veintena de buques específicamente pensados para dar apoyo a su programa espacial.
Los buques en general eran de gran tamaño, y permitían la instalación de gran cantidad de equipos específicos, entre los que se incluían muchos cuyo cometido principal era la captación de inteligencia en cualquiera de sus variantes (ELINT, COMINT o SIGINT).
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